lunes, 5 de enero de 2009

Descanso, contemplación y gratuidad

Una foto tomada por Daniel en San Martín de los Andes, enero 2007, nos introduce a este escrito suyo sobre un tema sobre el que frecuentemente volvía, y que viene bien para este tiempo de vacaciones ¡Cortito y sin desperdicio!

Descanso, Contemplación y Gratuidad

El Señor nos ha enseñado, más aún, nos ha invitado: el que esté abrumado, cansado, etc. “venga a Mí y yo lo recrearé” (cfr. Mt 11,28). Esta actitud de descanso en el Señor, es sicológicamente la misma que la actitud de contemplación de la Palabra de Dios, y de la gratuidad de las relaciones personales. Descanso, contemplación y gratuidad, pues, crecen juntas o disminuyen juntas.

Por eso, el que descansa en el Señor también contempla, y también es gratuito en sus relaciones personales. El que, por causa voluntaria u omisión, no descansa en el Señor tampoco contempla, y es sólo funcional en sus relaciones personales.

En esas tres actitudes del discípulo de Jesús hay un descaecimiento de la actividad “útil” del sujeto, y un parejo aumento de la actividad o presencia del Señor:

  • en el caso del sujeto que descansa, el Señor lo re-crea
  • cuando el sujeto contempla, el Señor nos entra en su comunión
  • en el caso de la gratuidad interpersonal, el Señor hace crecer la caridad.

Esa particular acción del Señor, “Yo os recrearé”, tiene un primer sentido de recreo, de alivio festivo que hace descansar gozosamente; pero también tiene otro sentido, de re-crear, volver a crear, reponer o recomponer, hacer surgir el hombre nuevo, la nueva creación. El texto de Mateo 11,28 dice anapáuso , que puede leerse como re-facere, volver a hacer, re-crear.

Tal vez pueda ya ver el lector la importancia de obedecer a la invitación del Maestro: venga a Mí y Yo lo recrearé.

Por último una advertencia sobre lo que el mundo llama “descansar” o hacer turismo, o sea, una inflación de consumos exquisitos, distracciones, excitaciones, sensualidades, extravagancias etc. que dejan al sujeto más cansado que antes y más vacío (pero con menos plata...) El descanso del que habla el Señor, por supuesto, ¡no es ése! Conviene subrayar que dice “el que viene a MÍ”, y continúa “YO lo recrearé”. El descanso está, pues, en una actitud que nos dirige hacia el encuentro y nos abandona en el Señor.

Siendo esto así ¿por qué hay tanta resistencia entre algunos a descansar en el Señor? ¿Por qué si Dios descansó el séptimo día y Jesús nos invita a descansar en Él hay una especie de desconfianza al descanso como algo pecaminoso, o desordenado, o menos perfecto? ¿No habrá alguna relación entre el carácter agriado (neura), la superficialidad espiritual y las dificultades para la vida comunitaria? (Es decir: sin descanso se acaba en el estrés, sin contemplación se acaba en superficialidad, y sin gratuidad se termina con relaciones meramente funcionales).

Volvamos pues a Mateo 11,28 y pidamos la gracia contenida en esa vocación que nos hace el SEÑOR.

+ Daniel Gil Zorrilla
24 de mayo de 2005

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