miércoles, 26 de agosto de 2009

Ultreya en Villa Isidoro Noblía (Cerro Largo - Uruguay)



La palabra "Ultreya" no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española.
Según la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Madrid, la palabra "ultreia / ultrella / ultreya" (con sus varias formas de ortografía) es antigua y viene de latín; significa más allá ("ultra" y "eia"). A lo largo del Camino de Santiago su significado fue y sigue siendo a la vez saludo entre peregrinos y a modo de dar ánimos. Decir "¡ultreya!" es como decir "¡ánimo! ¡adelante!".
Los Cursillos de Cristiandad realizan mensualmente una reunión llamada "Ultreya", en que los participantes presentan diferentes temas de formación en la fe. Este encuentro es, también, una voz de ánimo para estos peregrinos de la fe.
Acabo de regresar de Villa Noblía, donde participé en la Ultreya de los cursillistas de Noblía y Aceguá, en la que trataron sobre los siete sacramentos.
Luego de escuchar a los diferentes grupos, me pidieron unas palabras, que recojo ahora en sus líneas esenciales:

Los Sacramentos, encuentros con Cristo que cambian nuestra vida

Los Evangelios nos presentan en sus páginas muchos encuentros de diferentes personas con Jesús. Recordamos, por ejemplo, a la mujer samaritana que había tenido cinco maridos y que iba todos los días a buscar agua al pozo (Juan 4,1-42)... a Zaqueo, el jefe de los cobradores de impuestos que subió a un árbol para ver a Jesús (Lucas 19,1-10).
Ellos, como muchos otros personajes que nos presentan los Evangelios, viven un intenso encuentro con Jesús.
En esos encuentros, Jesús toma la iniciativa: "Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice 'dane de beber', tú le habrías pedido a él, y él te daría agua viva" (Jn 4,10); "Zaqueo, baja pronto, porque conviene que yo me quede hoy en tu casa" (Lc 19,5).
De esa forma, manifiesta el amor del Padre misericordioso, y ofrece a la mujer sedienta y al hombre ansioso la posibilidad de plenitud.
Ellos la reciben con el corazón abierto, y así se produce el encuentro.
La experiencia del amor de Dios, de sentirse amados, cambia los corazones de aquella mujer y de aquel hombre. El encuentro con Jesús marca un antes y un después en sus vidas.
Después de su resurrección, Jesús deja en la Iglesia siete signos que nos hacen posible hoy vivir el encuentro con Él. Signos eficaces, es decir, que producen realmente lo que significan, comunicándonos el amor del Padre, por medio de Jesús, en el Espíritu Santo.
Tres signos que marcan la iniciación del cristiano: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Los dos primeros dejan una marca indeleble desde el momento en que son recibidos. El tercero puede ser recibido aún diariamente, alimentándonos con la vida del mismo Jesús.
Dos signos de sanación: Reconciliación y Unción de los Enfermos, curando nuestras heridas más profundas.
Dos signos, finalmente, que marcan a quienes los reciben para el servicio a la Comunidad: el Orden Sagrado y el Matrimonio. El primero, al servicio de la Palabra, de los sacramentos y en el gobierno de la comunidad; el segundo, configurando una verdadera Iglesia doméstica.
A través de estos sacramentos estamos invitados hoy a vivir nuestro encuentro con Jesús, a abrirle nuestros corazones para que se llenen de su amor, que nos manifiesta el amor con que nos ama el Padre, por medio de su hijo, en el Espíritu.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leyendo la nota sobre Ultreya, me encontré sorpresivamente con el comentario de que la Ultreya se utiliza para dar pláticas sobre formación. En realidad, si nos apegamos a la esencia original de los auténticos Cursillos,sabremos que las Ultreyas no son formativas, SINO VIVENCIALES: UN ESPACIO DE SANA Y SANTA CONVIVENCIA.

De Colores.