miércoles, 31 de marzo de 2010

Misa Crismal
en la Catedral de Melo









Homilía de Mons. Heriberto Bodeant,
Obispo de Melo


Queridos fieles, laicas y laicos venidos de todos los rincones de la diócesis, representando a sus comunidades.
Queridas religiosas, que nos enriquecen con sus carismas y nos animan con su entrega generosa.
Queridos seminaristas, que han dejado su Colombia natal para compartir este año con nosotros y juntos discernir los caminos del Señor para cada uno de ustedes.
Queridos diáconos, testigos entre nosotros de Cristo servidor de todos.
Queridos presbíteros; entre los que quiero saludar especialmente a quienes se han unido este año a nosotros, para compartir la tarea pastoral: el P. Romualdo, en la parroquia Virgen de los Treinta y Tres; el P. Juan Gastón, en la comunidad salesiana; el P. Nacho, que regresó de su servicio misionero, ahora en Río Branco. Saludo también, como comienzo de despedida, al P. Jorge, que partirá a Sao Grabriel de Cachoeira, en la Amazonia, para auxiliar a una diócesis aún más necesitada de sacerdotes que la nuestra.
Querido Mons. Roberto, que cumpliste el 19 de marzo tus 48 años de ordenación episcopal.
Todavía un especial saludo a quienes están siguiendo esta celebración a través de Radio María.
Queridos todos:

Esta Misa Crismal que estamos celebrando tiene dos grandes significados:
- es una manifestación de comunión y de unidad de la Iglesia diocesana
- es un signo de la estrecha unión de los presbíteros y los diáconos con el Obispo

Manifestación de comunión de la Iglesia diocesana, en la que el Obispo, como Padre y Pastor, tiene la delicada misión de bregar por construir y velar por sostener esa unidad, con la necesaria ayuda de los presbíteros y diáconos y, sobre todo, sostenido por la Gracia de Dios.
La consagración del Santo Crisma y la bendición de los óleos por el Obispo, junto con los sacerdotes, nos ayudan a ver la raíz de esa unidad. Con el Crisma serán ungidos los nuevos bautizados y los nuevos sacerdotes si los hubiera, y serán signados los que reciben la confirmación. Con el óleo de los catecúmenos se prepararán y dispondrán para el bautismo los nuevos catecúmenos. Con el óleo de los enfermos, éstos serán aliviados en sus enfermedades.
Todo esto hace de esta Misa algo único. Y no es posible que sea de otra manera. Cada parroquia celebra su vigilia pascual. Pero sólo puede haber una Misa crismal en toda la diócesis. Estemos felices, agradecidos, porque el Señor nos ha concedido estar hoy en esta catedral.

Porque esta Misa es única, aquí están todos los presbíteros y diáconos, expresando su estrecha unión entre sí y con el Obispo.
La unidad y la comunión de la Iglesia, la unión de los ministros ordenados con el Obispo son, antes que la relación de afecto, de amistad que podamos tener y que tenemos que cultivar, son un misterio. Esa comunión viene del llamado mismo de Jesús.

La palabra Iglesia quiere decir “convocatoria”. La Iglesia es un pueblo, una comunidad, una asamblea de personas que han sido llamadas simultáneamente: con-vocadas. Jesús dice: “no son ustedes los que me eligieron a mí: soy yo quien los elegí a ustedes” (1) y también podría decir: “no son ustedes los que se eligieron unos a otros: soy yo quien los elegí a ustedes”.
Sólo desde la convicción profunda de que el hermano que llega es alguien a quien el Señor también ha llamado, yo puedo aceptarlo y darle un lugar en mi corazón, y construir una amistad que tiene una base más profunda y aún más firme que la simpatía o la afinidad que podamos tener.
La base de esa amistad es la común-unión de todos nosotros con Cristo y en Cristo. Por medio de Él cada uno y cada una se une a los demás. Es en Él, que nos ha elegido y nos ha llamado, que estamos profundamente unidos como miembros de su cuerpo.

Esto que estoy diciendo vale para todos nosotros: fieles laicos, personas consagradas, ministros ordenados. Obispos incluidos, especialmente quien habla. La “conversión pastoral”, a la que el Espíritu nos empuja hoy en América Latina, empieza en lo más profundo del corazón, empieza en la apertura de corazón a los hermanos y hermanas y en el deseo de su presencia, con la convicción que también ellos han sido llamados por Jesús. Sólo así podremos ser una Iglesia que “se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera”. (2)

Pero estamos en el año sacerdotal, y permítanme que me dirija ahora de una manera especial a los presbíteros - y también a los diáconos - de nuestra diócesis.

El Papa Benedicto XVI eligió como lema para este año “Fidelidad de Cristo – fidelidad del sacerdote”. En primer lugar, la fidelidad de Cristo, porque sobre su fidelidad se construye y se sostiene la nuestra. ¿Cuál es la fidelidad de Cristo?
Es, ante todo, fidelidad al Padre. Fidelidad a la voluntad de misericordia y de salvación del Padre. En el Evangelio que acabamos de escuchar, Jesús manifiesta, con la plenitud del Espíritu Santo, su total identificación con el proyecto amoroso del Padre. Ha sido enviado para anunciar la Buena Noticia a los pobres y proclamar la Gracia del Señor.
Por esa misma fidelidad al Padre, Jesús es fiel a los que el Padre le ha confiado. Jesús no vive para sí: viviendo para el Padre, vive para los demás.

El pasado Domingo de Ramos pudimos ver, en el relato de la Pasión según San Lucas, ese especial cuidado de Jesús sobre sus discípulos.
Uno de ellos ya ha cedido ante el tentador y no regresará. Pero quedan once que serán puestos a prueba. “Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas” (3), les dice Jesús durante la Última Cena. ¡Qué palabras más hermosas! ¡Qué reconocimiento tan grande! Estos discípulos ya no son los del entusiasmo de la primera hora, cuando dejaron todo y siguieron a Jesús. Aquel gesto decidido vale… pero, a esta altura del camino, hay quienes han abandonado al Maestro. Este pequeño resto es el que lo escucha ahora decir: “Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas”.

Sin embargo, falta ahora la prueba más grande. Fiel a sus discípulos, Jesús los previene, especialmente a Pedro:
“¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder zarandearlos como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos”. (4)
Ése es el Señor al que seguimos todos sus discípulos. Ése es el que nos ha llamado. Ése es el que nos sostiene. Y necesitamos que nos sostenga, porque las pruebas no han terminado aún.

Cuando fuimos ordenados sacerdotes, al entregarnos el cáliz y la patena para la celebración de la Eucaristía, el obispo nos dijo “considera lo que realizas, imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”.
No fuimos ordenados para nosotros mismos, ni para una mera celebración ritual de la Eucaristía, sino para buscar, con la ayuda de la Gracia, configurar cada día más nuestra vida con Cristo. Unirnos a su entrega al Padre y a los hermanos. Unirnos a Él para morir cada día a nosotros mismos, de manera que llegue la vida a los hermanos, como lo expresa San Pablo:
“Aunque vivimos, continuamente nos vemos entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, pero en ustedes la vida.” (5)

Esa entrega es la razón de ser de nuestro celibato. Renunciar al matrimonio, a compartir vida y afecto con una mujer, a trasmitir la vida para formar una familia, no puede hacerse simplemente como obediencia a una regla. Sólo puede ser vivido como respuesta total a un llamado que llena mi vida, que le da sentido a ese morir para dar vida y encontrar así la propia vida.
A esto podemos aplicar estas palabras del Papa Benedicto XVI:
“Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre.” (6)
Al renovar nuestras promesas sacerdotales, manifestamos que queremos vivir y asumir cada día más el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros, para realizarlo plenamente con la ayuda de su Gracia.

Al hacer todos juntos esta renovación, presbíteros y diáconos, estamos expresando también una realidad que tenemos que seguir profundizando. Se trata de la comunión entre nosotros, como clero de esta diócesis, servidores de la común-unión. Nuestra vida fraterna, nuestra unión en la oración y en la total cooperación, son necesarias para que el mundo conozca que el Hijo fue enviado por el Padre. (7)

No es fácil ser fiel a las promesas sacerdotales, no es fácil ser fiel a los votos religiosos… no es fácil ser fiel a las promesas matrimoniales. No se trata sólo de las tradicionalmente llamadas “tentaciones de la carne”. Hay otros ídolos: el poder, el tener, que pueden reemplazar a Dios en el centro de nuestra vida y convertir nuestra entrega en una mentira.
No es fácil ser fiel a Cristo y al Evangelio, si no es Él quien nos sostiene, si no nos dejamos sostener por Él, si no nos ayudamos fraternalmente unos a otros, valorando las distintas vocaciones y ayudándonos a vivirlas.

En el mundo de hoy, la Iglesia vive momentos sumamente dolorosos. Otros sacerdotes, hermanos nuestros, llamados como nosotros a conformar su vida con el misterio de la cruz de Cristo, han cometido actos pecaminosos y criminales abusando de niños y jóvenes indefensos. Más cerca de nosotros hemos visto que en estos últimos años, sin tanto escándalo, pero no sin sufrir ni provocar dolor, otros hermanos han abandonado el ministerio. A veces los sacerdotes no hablamos de esto, como si no quisiéramos reconocer que nos duele y nos cuestiona. Sin embargo, ¿hasta dónde ese silencio no nos va socavando por dentro?

Por eso, en esta Misa Crismal, en la que ustedes, presbíteros y diáconos, renovarán las promesas de su ordenación, los invito a que, en primer lugar, volvamos nuestra mirada a Jesucristo y lo contemplemos proclamando su misión y llamándonos de nuevo a tomar parte en ella.
Contemplando a Jesucristo, contemplar también, con sus ojos, el mundo de hoy. Sí, la Iglesia sufre, pero también nuestro mundo sufre. Dos pueblos hermanos han vivido terribles catástrofes, y eso no puede menos que conmovernos. Pero tiene que seguirnos conmoviendo, también, una humanidad fracturada por el conflicto, la injusticia, la desigualdad, que sigue reclamando nuestra solidaridad y nuestro compromiso.

“Siempre habrá pobres entre ustedes” (8), decía Jesús en el Evangelio que escuchamos el lunes. No lo decía para que nos acostumbráramos o desistiéramos de buscar con ellos una vida más digna para todos, sino todo lo contrario.

Miremos desde el corazón de Jesús a este mundo, a nuestro Uruguay, a nuestros hermanos arachanes y olimareños. A ellos nos ha enviado el Señor, especialmente a los que llevan la cruz del dolor, del sufrimiento, del duelo, de la enfermedad, de la incomprensión, de la injusticia, de todas las formas de pobreza.

En ellos nos invita el Señor a reconocer su rostro y a ellos nos envía para anunciar la Buena Noticia de salvación, liberación y vida plena. En esta tierra, donde hace 22 años Juan Pablo II proclamó el “Evangelio del trabajo” (9), queremos seguir anunciando y defendiendo la dignidad de todos los hijos e hijas de Dios, de cada una de sus vidas, desde su concepción hasta su fin natural, llamados a un destino trascendente.

Entregados al anuncio del Evangelio, a la celebración de los Sacramentos, a la guía y acompañamiento pastoral de comunidades misioneras, los ministros ordenados, obispos, presbíteros diáconos, encontramos nuestro camino de santificación, como nos lo enseña el Concilio Vaticano II. (10) A la vez, en la medida que crecemos en esa santidad, configurándonos con Cristo, podemos realizar con más fruto nuestro ministerio.

La larga historia de la Iglesia nos enseña que, en los momentos más difíciles y oscuros, Dios hizo surgir el testimonio luminoso de los santos. En este año sacerdotal, los presbíteros del clero diocesano y del clero regular, miramos a uno de esos grandes testigos: un hombre que sirvió al Señor y a sus hermanos desde su humilde parroquia rural. San Juan Bautista María Vianney, el Santo Cura de Ars. Y recordamos también, en nuestra diócesis, a tantos buenos y queridos sacerdotes, que gastaron su vida al servicio de los demás. Los restos de varios de ellos descansan en las parroquias o capillas donde vivieron hasta el final su entrega sin medida.

Animados por el recuerdo de todos ellos, renovemos con decisión nuestras promesas y, con el Cura de Ars, digamos una vez más: “Te amo, Dios mío, y deseo amarte hasta el último suspiro”. Jesucristo, “el Testigo fiel” que nos amó, nos purificó y nos sigue purificando de nuestros pecados, nos sostenga en este empeño. Así sea.

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(1) Juan 15,16
(2) Aparecida 370
(3) Lucas 22,28
(4) Lucas 22,31-32
(5) 2 Corintios 4,11-12
(6) (cf. Jn 8,32) Benedicto XVI, Caritas in Veritate, 1
(7) Juan 17,23
(8) Juan 12,8
(9) Juan Pablo II, homilía en la Celebración de la Palabra en la explanada del Barrio La Concordia, Viaje apostólico a Uruguay, Bolivia, Lima y Paraguay, Melo, domingo 8 de mayo de 1988.
(10) Cfr. Presbyterorum Ordinis 12
Via Crucis
de la Parroquia San José Obrero - Melo



Vía Dolorosa

Por la vía dolorosa, triste día en Jerusalén,
los soldados le abrían paso a Jesús,
más la gente se acercaba
para ver al que llevaba aquella cruz.

Las heridas le sangraban en la espalda del Señor;
su cabeza coronada de traición
y cada paso iba escuchando
la burla de aquel pueblo sin amor.

Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor,
como oveja vino Cristo, Rey y Señor.
Y fue él quien quiso ir por su amor
por ti y por mí.
Por la vía dolorosa al Calvario y a morir.

Por la vía dolorosa, triste día en Jerusalén,
los soldados le abrían paso a Jesús,
más la gente se acercaba
para ver al que llevaba aquella cruz.

Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor,
como oveja vino Cristo, Rey y Señor.
Y fue él quien quiso ir por su amor
por ti y por mí.
Por la vía dolorosa al Calvario y a morir.

La sangre que hoy nos limpia por Él
fue derramada por Él en Jerusalén.

Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor,
como oveja vino Cristo, Rey y Señor.
Y fue él quien quiso ir por su amor por ti y por mí.
Por la vía dolorosa al Calvario y a morir.

Letra y música:
Billy Sprague y Niles Borob

Otra versión:

Por la vía dolorosa, triste día en Jerusalén,
los soldados le abrían paso a Jesús,
más algunos se acercaban
para ver al que llevaba aquella cruz.

Desangraban las heridas que en su espalda recibió,
con espinas coronaron a Jesús,
y su cuerpo tambaleaba
bajo el peso agonizante de esa cruz.

Coro:
Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor,
como oveja vino Cristo, Rey y Señor.
Y fue él quien quiso ir por su amor por ti y por mí.
Por la vía dolorosa al Calvario fue a morir.

Por la vía dolorosa, la furiosa multitud:
"¡Crucifíquenle!" gritaban a Jesús,
pero algunos le lloraban
porque amaban al que llevaba esa cruz.

Coro:
Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor,
como oveja vino Cristo, Rey y Señor.
Y fue él quien quiso ir por su amor por ti y por mí.
Por la vía dolorosa al Calvario fue a morir.

La sangre que el vertió en la cruz por mí
las calles manchó de Jerusalén.

Coro:
Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor,
como oveja vino Cristo, Rey y Señor.
Y fue él quien quiso ir por su amor por ti y por mí.
Por la vía dolorosa al Calvario fue a morir.

Él murió por ti y por mí.
Él murió por ti y por mí.



La fe inquebrantable de Juan Pablo II

A cinco años de su partida

Benedicto XVI recuerda la fe inquebrantable de
Juan Pablo II

CIUDAD DEL VATICANO, 30 MAR 2010 (VIS).-Ayer, 29 de marzo, Benedicto XVI presidió en la basílica de San Pedro la Santa Misa en sufragio del venerable Siervo de Dios Juan Pablo II, fallecido el 2 de abril de 2005. La conmemoración se adelanta este año porque esa fecha coincide con el Viernes Santo.
El Santo Padre saludó en especial al cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia y secretario de Juan Pablo II, y a los numerosos peregrinos procedentes de Polonia, tierra natal del difunto pontífice.
En la homilía, el Papa comentó la parábola del profeta Isaías dedicada al siervo fiel, cuya firmeza es inquebrantable y cuya energía no desfallece hasta que no realice la tarea asignada. "Cuanto afirma el profeta -dijo el Santo Padre- lo podemos aplicar al amado Juan Pablo II: el Señor lo llamó a su servicio y, confiándole tareas de mayor responsabilidad cada vez, lo acompañó con su gracia y su asistencia continua. Durante su largo pontificado, se prodigó para proclamar el derecho con firmeza, sin debilidad o vacilación, sobre todo cuando debía medirse con resistencias, hostilidades o rechazos. Sabía que el Señor lo había tomado de la mano y esto le permitió ejercer un ministerio muy fecundo por el que una vez más damos gracias a Dios".
Benedicto XVI prosiguió citando el pasaje evangélico en que María de Betania, en casa de Lázaro, lava los pies de Cristo y los unge con su perfume, ofreciendo lo más precioso que tenía con un gesto de devoción profunda, mientras el aroma llega a todos los invitados a la cena. "El significado del gesto de María -afirmó el Papa-, que es la respuesta al Amor infinito de Dios, se difunde entre todos los convidados; cualquier gesto de caridad y devoción auténtica a Cristo no es solo un hecho personal, no se refiere sólo a la relación entre el individuo y el Señor, sino que atañe a todo el cuerpo de la Iglesia, es contagioso: infunde amor, alegría, luz".

"Toda la vida del venerable Juan Pablo II se desarrolló en el signo de esa caridad, de la capacidad de entregarse con generosidad y sin reservas, sin medida, sin cálculo. Le movía el amor por Cristo, al que consagró su vida, un amor superabundante e incondicional. Y precisamente porque se acercó cada vez más a Dios en el amor, pudo hacerse compañero de viaje para el ser humano de hoy, difundiendo en el mundo el perfume del amor de Dios".


"Quien tuvo la alegría de conocerlo y frecuentarlo -dijo el Papa- pudo ver de cerca lo viva que estaba en él la certeza de "contemplar la bondad del Señor en la tierra de los vivientes", (...) certeza que lo acompañó en el curso de su existencia y que, de forma particular, se manifestó durante el último período de su peregrinación en esta tierra: la progresiva debilidad física, no mermó jamás su fe inquebrantable, su luminosa esperanza, su caridad ferviente. Se dejó consumir por Cristo, por la Iglesia, por el mundo entero: el suyo fue un sufrimiento vivido hasta el final por amor y con amor".


Por último, Benedicto XVI se dirigió a los fieles polacos. "La vida y la obra de Juan Pablo II -subrayó- son para vosotros motivo de orgullo. Sin embargo, hace falta que recordéis que supone también un llamamiento a ser fieles testigos de la fe, de la esperanza y del amor, que nos enseñó ininterrumpidamente".

lunes, 29 de marzo de 2010

Domingo de Ramos en Jerusalén

Jerusalén (Tierra Santa), 29 Mar. 10 (AICA)

Miles de peregrinos participaron de la procesión por la ciudad antigua de Jerusalén

Miles de peregrinos participaron ayer de la procesión por la ciudad antigua de Jerusalén, para recordar la entrada triunfal de Jesucristo, previa a su pasión, muerte y resurrección.

Los fieles cristianos se sumaron a la marcha que encabezó el patriarca de Jerusalén, monseñor Fuad Twal, desde el Monte de los Olivos hasta la ciudad amurallada. La procesión comenzó en la iglesia de Betfagé.

Llamamiento del Papa por la paz
“La paz es un don que Dios confía a la responsabilidad humana”, afirmó Benedicto XVI al lanzar un llamamiento por la paz en Jerusalén.

El Papa expresó este domingo su preocupación por la paz en Tierra Santa, en su homilía de la Misa de Ramos que recuerda la entrada de Cristo en Jerusalén, y antes de rezar el Ángelus.

“Nuestro pensamiento y nuestro corazón se dirigen de una manera particular a Jerusalén, donde se cumplió el misterio pascual”, dijo, antes del rezo de la oración mariana.

“Estoy profundamente entristecido por los recientes conflictos y por las tensiones verificadas una vez más en esa ciudad, que es patria espiritual de cristianos, judíos y musulmanes, profecía y promesa de esa universal reconciliación que Dios desea para toda la familia humana”, afirmó.

“La paz es un don que Dios confía a la responsabilidad humana, para que lo cultive a través del diálogo y el respeto de los derechos de todos, la reconciliación y el perdón”, prosiguió.

E invitó a orar “para que los responsables de la suerte de Jerusalén emprendan con valentía el camino de la paz y lo sigan con perseverancia”.

Recuerdo de su peregrinación
Durante su homilía, bajo el sol de la Plaza de san Pedro, el Papa se refirió a su peregrinación del año pasado a Tierra Santa, y destacó “tres significados”.

En primer lugar, que “la fe en Jesús no es una invención legendaria”. Después que, al peregrinar a Tierra Santa se va “como mensajeros de la paz, con la oración por la paz; con la invitación fuerte a todos a hacer en ese lugar, que lleva en su nombre la palabra “paz”, todo lo posible para que se convierta verdaderamente en un lugar de paz”.

Y apuntó también a un tercer aspecto relacionado con la vocación de los cristianos de Tierra Santa a promover la paz.

En este sentido, señaló: “Esta peregrinación es al mismo tiempo un estímulo para los cristianos a permanecer en el país de sus orígenes y a comprometerse intensamente en él por la paz”.

domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos
en Melo y Treinta y Tres

Procesión de Ramos en Melo


Homilía de Mons. Bodeant

Hemos escuchado el relato de la pasión de Jesús en el Evangelio de Lucas.
Cada uno de los evangelistas nos ha contado los mismos acontecimientos, pero cada uno le ha puesto su propio color, de acuerdo al aspecto que quiere resaltar de la entrega de Jesús.
Todo el Evangelio de Lucas pone un fuerte acento en la misericordia. Lo mismo sucede en el relato de la pasión.
Un largo relato, del que podemos resaltar esos detalles donde el amor misericordioso del Padre, que no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva, se manifiesta vivamente en los gestos y las palabras de Jesús.
El amor misericordioso se manifiesta a través de la entrega de amor de Jesús. Esa entrega ha comenzado ya en la encarnación, que celebramos el jueves pasado [25 de marzo], donde el Hijo de Dios dice al Padre “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Esa entrega ha continuado a lo largo de la vida entera de Jesús, tanto en su vida oculta en Nazaret, como en su ministerio público a lo largo de tres años.
Ahora Jesús va a llevar esa entrega a su total cumplimiento.
Su primer gesto, enorme gesto, es dejar a sus discípulos y, a través de ellos, a nosotros, el gran signo de su amor: la Eucaristía.
“Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes”
“Esta es mi sangre, que se derrama por ustedes”
El cuerpo entregado, la sangre derramada “por ustedes”, es decir por nosotros.
En la Eucaristía, Jesús nos hace participar de su pasión para que en común-unión con Él lleguemos a la Resurrección.

En esa cena, Jesús anuncia que va a ser traicionado por Judas y negado por Pedro.
No denuncia a Judas, no pronuncia su nombre. Tal vez hay allí un último llamado al arrepentimiento. ¿Era realmente necesario que hubiera un traidor en los discípulos para que Jesús fuera crucificado? Difícilmente la máquina de muerte se hubiera detenido aunque no contara con esa ayuda.
Jesús reza por Pedro. Sabe que va a ser tentado duramente. Pedro está confiando en sus propias fuerzas… tiene que aprender a apoyarse en Jesús y no en sí mismo. Jesús le anuncia su caída, pero le anuncia también su regreso, y su misión: “después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos”.
La negación llegará, y Pedro recibirá la mirada silenciosa de Jesús que, junto al recuerdo de sus palabras, lo llevará al inmediato arrepentimiento.

Los discípulos siguen sin entender el mensaje de Jesús. Se han preparado para resistir. Tienen dos espadas. En el momento en que Jesús es detenido, una de esas espadas corta la oreja de un servidor del Sumo Sacerdote. Jesús frena la reacción y, tocando la oreja del hombre, la sanó. Es el Jesús que ha dicho “amen a sus enemigos”.

Ese mismo amor que enfrenta al odio se sigue manifestando para quienes lo crucifican: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Y ese amor misericordioso se abre todavía para recibir a uno de los criminales que está crucificado con él. Se suele hablar de este hombre como de “el buen ladrón”. Nadie era llevado a la cruz por robar, sino por delitos de sangre. Mientras otros se burlan de Jesús y lo desafían a que se salve a sí mismo, ese hombre reconoce su culpa, manifiesta su arrepentimiento, y reconoce a Jesús como Salvador. Por eso escuchará a Jesús decir “hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Finalmente, Jesús manifiesta aquello que ha dado sentido a toda su vida, y que ahora da sentido a su muerte. Su total unión con el Padre, su total confianza en Él: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Hemos contemplado la pasión y la muerte de Jesús. Sabemos que Él resucitó. Lo celebraremos el próximo sábado por la noche, en la solemne vigilia pascual. No se trata simplemente de un recuerdo histórico. Se trata de unirnos al Resucitado. Participar de la Eucaristía en esta Semana Santa, en la Misa crismal del miércoles [en la catedral de Melo], en la evocación de la última cena, el jueves, en la celebración de la pasión y muerte del Señor el viernes y, desde luego, de la vigilia o de la misa del domingo no es simplemente cumplir con un precepto o repetir rutinariamente un antiguo rito. Es el encuentro con el Resucitado, al que queremos unirnos y que quiere unirnos a Él.

Es hacer nuestra la Pascua. Dar en nuestro corazón un paso de la muerte a la vida. Dejar atrás todo aquellos que nos reduce, que nos destruye, para abrirnos a la fuerza transformadora del Resucitado, la única que puede realmente cambiar nuestra vida.

Bendición de Ramos y Misa en San José Obrero, Treinta y Tres

viernes, 26 de marzo de 2010

En la imagen aparece el Presidente José Mujica leyendo un material que le ha entregado el Padre Felipe Berríos S.J. (a su derecha) durante la visita que el presidente uruguayo hizo a la sede de "Un Techo para mi País" en Santiago de Chile (imagen e información tomada del Boletín Electrónico CON FUNDAMENTO, de la Parroquia Ntra. Sra. de la Fundación, Montevideo).

Benedicto XVI
y el voluntariado

En su discurso inaugural ante la Asamblea General, José Mujica, el nuevo presidente del Uruguay hizo – literalmente – una apuesta a la solidaridad de los uruguayos para resolver el problema de la vivienda:

“La vivienda es el remedio urgente para la pobreza de hoy. En primera instancia desplegaremos un abanico de iniciativas solidarias con la vivienda carenciada, dentro y fuera de los recursos presupuestales. Apelaremos al esfuerzo social. Vamos a demostrar que la sociedad tiene otras reservas de solidaridad que no están en el Estado. Me niego al escepticismo, sé que todos podemos hacer algo por los demás y que lo vamos a demostrar. ¡Van a ver! van a aparecer materiales, dinero, cabezas profesionales y brazos generosos. ¡Les apuesto a que sí!” (Los subrayados son míos).

Las expresiones del presidente apuntan claramente a lo que suele llamarse “voluntariado” y han abierto cierta polémica.
El viernes 12 de marzo, en radio El Espectador, el politólogo Oscar Bottinelli recordó algunas formas del voluntariado en el Uruguay y señaló algunas de las oposiciones que comienzan a insinuarse en torno a la construcción de viviendas por trabajo voluntario.
Los antecedentes del voluntariado, en el Uruguay, se remontan a algo tan tradicional, hasta en su nombre, como la “gauchada”. Bottinelli la define como “un acto de voluntariado, un favor que una persona le hace al otro, que puede implicar un servicio y que no tiene contrapartida de remuneración”. En la construcción de viviendas, se ve a menudo “el grupo de vecinos que se juntan, especialmente en barrios populares, para hacer la planchada de la casa del vecino -se juntan 10, 15, con asado, con vino, todo el fin de semana para hacerla-. Esto entra en la polémica, porque es lo que ya se viene combatiendo particularmente en este gobierno; se considera que puede haber trabajo disfrazado”. El posible “trabajo en negro revestido de trabajo solidario” es objeto de vigilancia de parte del BPS y de los sindicatos de la construcción y afines, no sin cierta razón.

Sin embargo, sin trabajo solidario, para muchas familias está cerrado el camino a la vivienda. A resolverlo apuntan organizaciones como “Un techo para mi país” (UTPMP), fundada en Chile en 1997, con presencia y acción en Uruguay. A través de organizaciones de ese tipo es posible dar cauce al deseo de muchos de ofrecer, efectivamente, el trabajo de sus manos, sin que ello caiga bajo sospecha.

En su viaje a Chile con motivo de la asunción del presidente Piñera, Mujica visitó la sede chilena de UTPMP y mantuvo una entrevista con el fundador, el P. Felipe Berríos S.J. Al término de la entrevista, el presidente uruguayo declaró: “no vamos a sustituir ninguna de las organizaciones que están haciendo algo, por el contrario, vamos a coordinarlas”.

Frente a esas posibilidades que se abren a los más pobres, a la discusión que puede instalarse respecto al voluntariado, y a la pregunta que las comunidades cristianas (especialmente sus jóvenes) pueden hacerse, vale la pena recordar un pasaje de la primera encíclica del Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est (30b):

“Un fenómeno importante de nuestro tiempo es el nacimiento y difusión de muchas formas de voluntariado que se hacen cargo de múltiples servicios. A este propósito, quisiera dirigir una palabra especial de aprecio y gratitud a todos los que participan de diversos modos en estas actividades. Esta labor tan difundida es una escuela de vida para los jóvenes, que educa a la solidaridad y a estar disponibles para dar no sólo algo, sino a sí mismos. De este modo, frente a la anticultura de la muerte, que se manifiesta por ejemplo en la droga, se contrapone el amor, que no se busca a sí mismo, sino que, precisamente en la disponibilidad a ‘perderse a sí mismo’ (cf. Lc 17, 33 y par.) en favor del otro, se manifiesta como cultura de la vida.”

Esta alta valoración del trabajo voluntario fue reafirmada recientemente (6 de marzo) por el Papa, precisamente en un encuentro con voluntarios italianos:

“Sin voluntariado, el bien común y la sociedad no podrían durar mucho, porque su progreso y su dignidad dependen en gran medida precisamente de esas personas que hacen más que cumplir estrictamente su deber” “No hay ningún ordenamiento estatal justo que pueda hacer superfluo el servicio del amor. Quien quiera desentenderse del amor, se dispone a desentenderse de la persona en cuanto persona; siempre habrá sufrimiento que necesita consuelo, ayuda”.

+ Heriberto A. Bodeant, Obispo de Melo

Semana Santa en la Catedral de Melo


28 de marzo - Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
10:30 Bendición de Ramos en Capilla San Antonio, procesión a Catedral y Misa*
19:30 Misa

29 y 30 de marzo - Lunes Santo - Martes Santo
19:00 Misa*

31 de marzo - Miércoles Santo
15:00 a 18:00 Confesiones
19:00 Misa Crismal*
Con el Obispo, todos los Presbíteros, Diáconos y Seminaristas. Bendición de los Santos Óleos.

SAGRADO TRIDUO PASCUAL

1º de abril -
Jueves Santo de la Cena del Señor
20:00 Misa*
Desde el final de la Misa hasta las 24:00, Adoración del Santísimo Sacramento.

2 de abril - Viernes Santo de la Pasión del Señor
15:00 Celebración de la Pasión del Señor*
20:00 Via Crucis (desde Ntra. Sra. del Carmen hasta la Catedral)*

3 de abril - Sábado Santo
21:00 Vigilia Pascual en la Noche Santa, con Bautismo de adultos*

4 de abril - Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
19:00 Santa Misa de la Resurrección

(*) Celebraciones presididas por Mons. Heriberto.

El Obispo presidirá además celebraciones en la ciudad de Treinta y Tres:
Domingo de Ramos - 19:30 - Parroquia San José Obrero
Domingo de Resurrección - 19:00 - Parroquia Ntra. Sra. de los Treinta y Tres (Cruz Alta)

jueves, 25 de marzo de 2010

El Obispo de Melo invita a sus diocesanos a ser generosos en la Colecta Pro Tierra Santa


Queridos diocesanos:

Entre muchas otras cosas, la Semana Santa nos invita a pensar en el lugar donde sucedieron los acontecimientos centrales de la vida del Señor: Tierra Santa.

La tierra donde Jesús nació, anunció el Reino de Dios, pasó por la pasión y la cruz y nos abrió las puertas de la Resurrección y la Vida, pertenece hoy al Estado de Israel y a los territorios bajo la Autoridad Palestina. En estos territorios viven hoy unos 150.000 cristianos, pequeño porcentaje entre una creciente población judía y musulmana.

Desde el año 1342, la custodia de los Santos Lugares está confiada a la Orden Franciscana. Las comunidades que los frailes acompañan desarrollan sus actividades con muchas dificultades, debido a las situaciones de tensión y violencia que todos conocemos, pero también debido a su falta de recursos. Son comunidades que dan también auxilio a los más pobres, sea cual fuere su fe.

El 25 de marzo de 1974, fiesta de la Anunciación, el Papa Pablo VI estableció la colecta que desde hace muchos se realiza en todas las parroquias del mundo. Su destino, como lo expresaba Pablo VI sigue siendo brindar una ayuda solidaria “para el mantenimiento no sólo de los Santos Lugares sino ante todo para las obras pastorales, asistenciales, educativas y sociales que la Iglesia sostiene en Tierra Santa en beneficio de sus hermanos cristianos y de las poblaciones locales”.

En este espíritu de solidaridad les invito a que, el Jueves Santo o el Viernes Santo (según se determine en cada parroquia) hagan su ofrenda generosa, colocada en los sobres que se les entregarán a ese efecto.

El Señor los bendiga y premie su generosidad a favor de todos estos hermanos nuestros.

+ Heriberto, Obispo de Melo

En el día del Niño por Nacer

En el Día del Niño por Nacer, que se celebra coincidentemente con la Fiesta de la Anunciación, nuestro blog ofrece este poema escrito por Serafín J. García (1905 - 1985). Este es el segundo poema que aparece en su libro "Tacuruses", cuya primera edición es de 1936. Son las palabras de un padre a su hija, que ha quedado embarazada en una relación circunstancial. Destaca en el poema la defensa de la vida, la invitación a asumir con decisión el rol de madre. La historia continúa en los dos poemas siguientes. "Hombrada" registra, con fuertes palabras, el desprecio del padre frente a quienes vienen al velorio de su hija, después de haberla manoseado con sus murmuraciones. "Oración" es, finalmente, el grito de dolor del padre que sube al Cielo, recriminando a Dios por la muerte de la joven.

EJEMPLO

Venga p'acá, m'hija, no me tenga miedo:
venga, que su tata no va'castigarla
ni va'echarle'n cara tampoco lo qu'hiso,
porque sabe cierto que no jue por mala.

Ya basta de yantos, miremé de frente,
no tenga vergüenza de amostrar la cara,
que no es delito darse por cariño
y sentirse madre no es nunca una falta.

Venga y déame un beso. Su tata compriende
que usté ha cáido, m'hija, lo mesmo que tantas
que siendo inocentes, humildes y güenas,
s'entriegan enteras, en cuerpo y en alma.

Mozo él, usté moza, los dos juertes, sanos,
yenitos de vida ricién aclarada,
no vido él querencia mejor que sus brasos
ni usté sol más lindo qu'el de sus miradas.

Campiando ese cielo que tuitos campiamos
yevando'e baquianas a las esperansas,
creyeron hayarlo juntando sus bocas
y prendieron besos pa que s'estreyara.

Vino la dentrada de la primavera;
lucieron los cardos sus flores moradas;
bordonió el sumbido de los mangangases
y hubo contrapuntos de roncas chicharras.

Nació en los yuyales un aroma nueva
qu'el viento, travieso, mojó en las cañadas;
rosaos macachines garugó l'aurora
y en los espiniyos colgó el sol sus brasas.

Se oyó en las cuchiyas relinchar los potros
qu'iban retosando tras de la yeguada;
y olfatiando el aire, y escarbando el suelo,
con ansia salvaje baló la torada.

Se vido a los pájaros andar en parejas,
juntitos los picos, abiertas las alas,
amostrando a tuitos su amor baruyento,
madurao a cielo, sol desnudo y alba...

Y ustedes sintieron juego en las alterias;
cada beso, entonce', jué com'una brasa;
les hirvió por dentro la juersa'el istinto
y asina cumplieron la ley más sagrada.

¡No yore, canejo! ¡Si Tata Dios hiso
al macho y a la hembra pa que se ajuntaran,
y el cristiano, mesmo que cualquiera bicho,
debe hacer las cosas que Tata Dios manda!

No l'importe, m'hija, qu'el pago mermure
y ensucén su nombre los que la cren mala.
¡Más piores son esas que matan sus crías
pa poder asina seguir siendo honradas!

Cuando nasca su hijo, ¡que lo sepan tuitos!:
¡mamará en sus pechos, dormirá en su falda;
será su cachorro nomás, ande quiera,
pues ser madre, m'hija, no es nunca una falta!

miércoles, 24 de marzo de 2010

Mons. Bodeant se reunió con los Diáconos Permanentes de la Diócesis de Melo

El Obispo de Melo se reunió con los diáconos permanentes de la diócesis. Los ministros, acompañados de sus esposas, compartieron con Mons. Heriberto una jornada que incluyó momentos de oración, estudio, intercambio de experiencias e información sobre distintos aspectos de la vida de la Iglesia diocesana y en el Uruguay concernientes a los diáconos.
La oración estuvo centrada en pasajes del Evangelio de Lucas en el entorno de la Última Cena de Jesús con sus discípulos, apuntando a la ya cercana Semana Santa.
El estudio estuvo centrado en los numerales del Documento conclusivo de la Conferencia de Aparecida (2007) sobre la "conversión pastoral". Los diáconos y sus esposas compartieron las convicciones que se reafirman a partir del estudio del documento, así como las dificultades que plantea la conversión pastoral en la vida de las comunidades y los caminos para superarlas.
Luego del almuerzo, la tarde transcurrió con un intercambio sobre las variadas experiencias de los diáconos en el ejercicio de su ministerio y en la comunicación de las novedades provenientes de la Comisión Nacional para el Diaconado Permanente, entre las que se destaca el próximo congreso latinoamericano de Diáconos.
Este II Congreso Latinoamericano y del Caribe de Diaconado Permanente se llevará a cabo del 18 al 22 de mayo de 2011, en la Casa de Ejercicios de la Compañía de Jesús de Vila Kostka, en Itaici, municipio de Indaiatuba, San Pablo, Brasil.
El tema del Congreso es “Los diáconos: apóstoles en las nuevas fronteras”, inspirado en el párrafo 208 del Documento final de Aparecida. El tema será desarrollado utilizando la metodología de ver, juzgar, actuar.
Objetivo general: “Reflexionar sobre la realidad pastoral de la Iglesia y del Diaconado en América Latina y El Caribe, escuchando las indicaciones que el Espíritu Santo hizo en Aparecida, para fortalecer el apostolado de los diáconos en la misión de las nuevas fronteras”.
Para que este congreso sea un momento de gracia, se llevará a cabo una serie de encuentros en las distintas regiones del continente, a fin de recoger mejor las reflexiones, experiencias y otros aportes locales sobre la vida y ministerio de los diáconos permanentes.
El encuentro correspondiente a la región Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay) se llevará a cabo en Uruguay en noviembre de este año.

Benedicto XVI a los jóvenes: Aprender a Amar

Benedicto XVI a los jóvenes:
APRENDER A AMAR
CENTRAL EN LA VIDA CRISTIANA



Mariana, de la Diócesis de Minas y Federico, de la Diócesis de Florida, son dos jóvenes uruguayos que están en estos días participando del Fórum Internacional de Jóvenes previo a la Jornada Mundial de la Juventud (Domingo de Ramos).
Como cada tres años, del 24 al 28 de marzo de 2010, el Pontificio Consejo para los Laicos ha organizado este Foro en Rocca di Papa, cerca de Roma, en el que participan unos trescientos jóvenes, delegados de las conferencias episcopales y de los principales movimientos y asociaciones internacionales.
El tema elegido para este X Foro internacional es "Aprender a amar". El objetivo es reflexionar sobre el amor humano en sus distintas vertientes: como vocación, matrimonio, sexualidad, familia, vida consagrada y sacerdocio. Están previstas conferencias, mesas redondas, testimonios y grupos de trabajo.
El Papa ha dirigido un mensaje a los participantes del Fórum.



CIUDAD DEL VATICANO, 24 MAR 2010 (VIS).-El Santo Padre ha escrito un mensaje al cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el dicasterio que ha organizado el X Foro Internacional de los Jóvenes, celebrado estos días en Rocca di Papa (Italia) y en el que participan delegados de conferencias episcopales y representantes de movimientos y asociaciones y comunidades internacionales.
En el documento, el Papa subraya que el tema del Foro, "Aprender a amar", es "central en la fe y la vida cristiana" porque "el punto de partida de toda reflexión sobre el amor es el misterio de Dios, ya que el corazón de la revelación cristiana es éste: "Deus caritas est". Cristo, en su Pasión, en su entrega total, nos reveló el rostro de Dios que es amor".
"Por el hecho de que Dios es amor y el hombre está creado a su imagen, comprendemos la identidad profunda de la persona, su vocación al amor. El ser humano está hecho para amar: su vida se realiza plenamente sólo si se vive en el amor".
El pontífice observa después que el amor asume formas diferentes según los estados de vida, y refiriéndose al sacerdocio, cita las palabras de San Juan María Vianney, que afirma: "El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús". "Las personas consagradas en el celibato -dice el Santo Padre- también son una señal elocuente del amor de Dios por el mundo y de la vocación de amar a Dios por encima de todo".
"Descubrid la grandeza y la belleza del matrimonio", exhorta el Santo Padre a los jóvenes. "Mediante el sacramento del matrimonio los esposos están unidos por Dios y con su relación manifiestan el amor de Cristo, que dio su vida por la salvación del mundo. En un contexto cultural en el que muchas personas consideran el matrimonio como un contrato temporal que se puede romper, es de vital importancia comprender que el amor verdadero es fiel, entrega definitiva de sí mismo. Ya que Cristo consagra el amor de los esposos cristianos y se compromete con ellos, esa fidelidad no solamente es posible, sino que es el camino para entrar en una caridad cada vez más grande".
Por último, Benedicto XVI expresa el deseo de que el Foro sirva de estímulo a los jóvenes para "hacerse testigos" con sus coetáneos de lo que han visto y escuchado. "Es una responsabilidad verdadera y propia y la Iglesia cuenta con vosotros para ello. Vuestros compañeros juegan un papel importante en la evangelización de los jóvenes de sus países para que respondan con alegría y fidelidad al mandamiento de Cristo: "Amaos unos a otros como yo os he amado".

La Colecta para Tierra Santa


En el año 1342 la Santa Sede confió a la Orden Franciscana la Custodia de los Santos Lugares en Tierra Santa. Este artículo, tomado del sitio de la Custodia Franciscana de Tierra Santa http://www.custodia.fr, explica el significado de esta misión entregada por los Papas a los Franciscanos, y el destino de la colecta que, en la Diócesis de Melo, se realizará en todas las parroquias el Jueves o el Viernes Santos.

La Colecta “Pro Terra Sancta”

Durante todos estos siglos, los Papas no solo han renovado a los franciscanos su confianza, reconfirmándolos en el encargo de legítimos Custodios de los Santos Lugares, que les había sido confiado por la Santa Sede en 1342, sino que también los han apoyado en todos los aspectos de su vida, tanto a nivel religioso, como económico, social y político. Baste recordar los permisos para ejercer la medicina en el hospital del Monte Sión a favor de las personas enfermas y necesitadas [1] , y en los siglos posteriores [2] , los privilegios, las indulgencias [3] , la defensa de sus derechos, etc. Son más de un centenar las Bulas papales que se refieren a Tierra Santa y otros tantos los decretos y cartas de la Congregación de Propaganda Fide que ayudan a los hijos de San Francisco en su misión en Tierra Santa [4].

Un aspecto fundamental de este apoyo constante ha sido, y es, “la Collecta pro Terra Santa”, también llamada “Collecta por Locis Sanctis”. Sería demasiado prolijo reseñar todas las intervenciones de los Sumos Pontífices en favor de los Santos Lugares y de las necesidades de los cristianos que viven en el País de Jesús [5]. Nos limitaremos a Pablo VI, quien con su Exhortación Apostólica Nobis in animo (Las necesidades de la Iglesia en Tierra Santa) [6], del 25 de marzo de 1974, ha dado un impulso decisivo en favor de Tierra Santa. El Papa, en línea con sus Predecesores, exalta la obra de los franciscanos e insiste en la necesidad de una mayor colaboración del mundo cristiano, ya que, especialmente a partir de la mitad del siglo XIX, han aumentado las “actividades sociales, caritativas, culturales y benéficas” en Tierra Santa y los cristianos locales no tienen medios. El Papa Pablo VI, después de señalar que en la antigüedad “los Hermanos Menores se dirigieron directamente a los grandes y a los humildes para recoger limosnas y los religiosos destinados a esta obra tuvieron el título oficial de Procuradores o de Comisarios de Tierra Santa”, recuerda que en los tiempos modernos las necesidades han aumentado y por eso los Papas se han preocupado de la Colecta “pro Terra Sacta”.

En este contexto el Papa renueva las normas dadas por sus Predecesores y dispone:

- 1) que en todas las iglesias se haga una colecta el Viernes Santo o en otro día, que debe servir “para el mantenimiento no solo de los Santos Lugares sino ante todo para las obras pastorales, asistenciales, educativas y sociales que la Iglesia sostiene en Tierra Santa en beneficio de sus hermanos cristianos y de las poblaciones locales”;

- 2) “la colecta se entregará al Comisario de Tierra Santa más cercano, cuya actividad, tan benemérita en el pasado, nos parece – dice el Papa – que es aún válida y funcional, o también por otro trámite oportuno”;

- 3) la Congregación para las Iglesias Orientales asegurará que “la Custodia de Tierra Santa y la jerarquía local, en el respeto de sus competencias, puedan continuar sus obras, consolidarlas y desarrollarlas aún más”.

En estos últimos decenios ha sido sobre todo la Congregación para la Iglesias Orientales quien se ha interesado, en nombre de la Santa Sede, en poner de manifiesto las necesidades de Tierra Santa y las normas emanadas por Pablo VI, incluidas las que se refieren a los Comisarios [7]. En estos últimos años el 80% de la colecta que reciben los franciscanos ha sido destinada a las obras pastorales y sociales y sólo el 20% a los Santuarios. Hay que recordar también que la Custodia recibe solamente el 65% de la Colecta, mientras que el otro 35% está destinado a otras instituciones que trabajan en Tierra Santa. Las actividades del Patriarcado Latino, por mandato de la Santa Sede, están sostenidas por los Caballeros del Santo Sepulcro y por otras instituciones.

[1] Cf. Urbano VI, Ad ea quae piorum (11 de junio de 1384).
[2] Cf. Clemente X, Cum sicut (7 de julio de 1670).
[3] Cf. Calixto III, Et si ex debito (10 de enero de 1455).
[4] Cf. P. Verniero, Crónicas. Suplemento, Libro IV, Capp. 52-53, en G. Golubovich, Biblioteca… IX, 148-160, cita alguno de ellos.
[5] Cf. Entre otros, Martín V, Bula His quae pro ecclesiasticarum ( 14 de febrero de 1421), in Bullarium Franciscanum, t.VII, Romae 1904, n.1471, el cual concede “la facultad al Guardián y a los frailes del Monte Sión de instituir procuradores o comisarios de tierra santa, los cuales se encargen de recoger entre los fieles los bienes necesarios”; Calixto III, Et si ex debito (10 de enero de 1455): el Papa da facultad al “Guardián del Monte Sión y a los frailes de Tierra Santa… de enviar frailes a todas las partes del mundo a recolectar limosnas para la conservación de los Santos Lugares”; Sixto V, Nostri Officii (1589): establece que, durante tres domingos o días festivos, los Ordinarios del lugar inviten a recoger ofertas para Tierra Santa; Urbano VIII, Alias felices recordationes (1642), in Bullarium diplomaticum et privilegiorum…, Augusta Taurinorum 1868, t. XV, pp. 320-234, manda que se haga la colecta al menos dos veces al año; Inocencio X, Salvatoris et Domini Nostri (1645), in Ibid. 403-404; Pío VI, Inter cetera (31 de julio de 1778), quien recuerda los servicios de todo tipo que realizan los franciscanos a favor de los necesitados; Leone XIII, Salvatoris ac Domini nostri Jesu Christi (26 diciembre 1887), in AOFM VII (1988) 17-18, quien redujo a un día la colecta que se debía hacer el Viernes Santo u otro día del año, a elección del Ordinario; Pío X, Ad sublevandas Terrae Sanctae necessitates (23 de octubre de 1913); Benedicto XV, Inclytum Fratrum Minorum conditorem (4 de octubre 1918), in AAS X (1918) 437-439, habla de que las limosnas recogidas se entreguen al Comisario de Tierra Santa más cercano quien proveerá de mandarlas cuanto antes al Custodio; Juan XXIII, Sacra Palestinae Loca (17 de abril de 1960) , in AAS LII (1960) 388-390.
[6] Pablo VI, Nobis in animo ( EV 5, 153-187; especialmente los nn. 171-187).
[7] Cf. S. Congregación para las Iglesias Orientales, Como es conocido (Colecta a favor de Tierra Santa) (31de enero de 1979) (EV S1, 692-695); El presente año mariano (Colecta a favor de Tierra Santa) (9 de diciembre de 1987) (EV 10,2400-2403). Todos los años la Congregación escribe una carta, dirigida a todo el episcopado, recordando el deber de la colecta “pro Terra Sancta” y las finalidades específicas.

Mons. Oscar Arnulfo Romero - 30 años de su asesinato

En los años en que preparé mi Licenciatura de Teología en Lyon, Francia, un joven refugiado salvadoreño me prestó el Diario de Mons. Romero. Descubrí el corazón de un Pastor dispuesto a entregar su vida - como efectivamente sucedió - por la vida de su pueblo; un hombre que sentía profundamente la Iglesia, que quería ardientemente ser constructor de Comunión en la Iglesia y en el pueblo salvadoreño. Un hombre que no temía dejar constancia del cuidado integral de su salud - que incluía consultas al psiquiatra - y que sabía al mismo tiempo orientar, conducir y dar espacio a todos. En estos 30 años, mi recuerdo agradecido por su vida y por su testimonio firmado con su sangre.
+ Heriberto

SAN SALVADOR, domingo, 14 de marzo de 2010 (ZENIT.org-El Observador).- Este 24 de marzo se cumplen 30 años de aquel fatídico día en que la vida de monseñor Oscar Arnulfo Romero, entonces arzobispo de San Salvador, fuera segada en el altar, mientras celebraba la Eucaristía en la capilla del hospital para enfermos de cáncer Divina Providencia de la capital salvadoreña, en el contexto de la cruenta guerra civil que vivió ese país centroamericano.

Conversión y esperanza

El 15 de agosto del año pasado (fecha del cumpleaños número 92 de monseñor Romero), la Iglesia católica salvadoreña puso en marcha un amplio programa de actividades conmemorativas bajo el lema "Monseñor Romero, esperanza de las víctimas", que ha incluido, además del congreso teológico "A los 30 años del martirio de Monseñor Romero: Conversión y Esperanza", una serie de conferencias, marchas, peregrinaciones, celebraciones litúrgicas, la emisión de sellos postales con su imagen, la difusión de una novela radial, la exhibición de materiales fílmicos y la tradicional Vigilia de la Luz, entre otros.

"Celebrar a monseñor Romero es traer al presente sus llamados a la trascendencia, al rechazo a los nuevos ídolos que acechan a la sociedad actual, a asumir nuestra fe con una profunda dimensión histórica y a ver en los nuevos y antiguos rostros de la exclusión, el rostro de Dios", ha consignado la Fundación Romero en un comunicado.

Al lado de las víctimas

El cardenal Roger Etchegaray, presidente emérito del Consejo para la Justicia y la Paz, en la introducción al libro "Oscar Romero: Un obispo entre guerra fría y revolución", dice que el arzobispo salvadoreño "fue asesinado por haber denunciado la violencia procedente de cualquiera de las partes" enfrentadas (el Gobierno y la guerrilla).

"Lo mataron en una sociedad que se precipitaba confusamente en la guerra civil, porque durante mucho tiempo se había eludido el reclamo por la justicia y al final, tanto una parte como la otra, sólo veían la solución de las armas".

Y añade: "Después de haber dedicado toda su vida al servicio de Dios, Romero vino a ser un profeta de justicia y de paz. Sus homilías, transmitidas por la radio, eran seguidas por todo el país, por amigos y adversarios. Porque Romero decía la verdad... porque era una voz humana, religiosa, fraterna, para decirlo mejor [...] consideró que era su deber hablar alto y fuerte a favor de la paz, de la justicia, de la reconciliación".

En tanto, monseñor Vincenzo Paglia, obispo de Narni (Italia), postulador de la causa de beatificación del obispo salvadoreño, decía hace dos años en L'Osservatore Romano: "Romero fue víctima de la polarización política, que no dejaba espacio a la caridad y a que ejerciera como pastor. Fue contrario tanto a la violencia del gobierno militar como a la de la guerrilla y vivió como pastor el drama de su rebaño".

En el mismo diario vaticano, el prelado añadía: "más allá de lo que se dice, (Romero) contó con la solidaridad de dos pontífices (Pablo VI y Juan Pablo II), como lo documenta el diario del mismo Romero. Eso constituye un punto firme para el proceso de beatificación"; además señalaba que "el mismo Juan Pablo II ha reconocido públicamente su figura, cuando visitó su tumba en circunstancias dramáticas y también cuando lo citó entre los mártires del siglo XX y oró por el ‘inolvidable monseñor Oscar Romero, asesinado en el altar'".

Se instaura el Día de monseñor Romero

En el marco del trigésimo aniversario del asesinato, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó el pasado 4 de marzo, un decreto que instala el 24 de marzo como "Día de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez", con el beneplácito de la Iglesia católica y de las iglesias históricas con presencia en ese país, así como de muchas organizaciones sociales.

La causa de beatificación de Oscar Arnulfo Romero, cuyos restos yacen en la catedral metropolitana de la capital salvadoreña, inició su proceso diocesano en 1994 y se terminó en 1996.

El proceso fue presentado a la fase vaticana ese mismo año y en 1997 se recibió de Roma el decreto por medio del cual se aceptaba la causa como válida, debido a que todos los pasos dados en el proceso diocesano están hechos de acuerdo a las normas establecidas.

Por Gilberto Hernández García







Iglesia homenajea a Romero

Diario LA REPUBLICA, Montevideo, miércoles 24.

Monseñor Nicolás Cotugno celebrará hoy una misa en conmemoración de los 30 años del asesinato del padre salvadoreño monseñor Oscar Arnulfo Romero.

La Embajada de la República del El Salvador realiza la invitación a la Catedral Metropolitana a las 19.00 horas.

Consultado por LA REPUBLICA, el encargado de prensa de la institución, Miguel Pastorino, confesó no estar muy "empapado" en el tema.

"Sabía que se iba a realizar porque estaba en la agenda", señaló.

Por su parte, monseñor Cotugno, por problemas de horarios, no realizó declaraciones a este medio.

Esta es la primera vez que la Iglesia Católica uruguaya realiza un homenaje al religioso asesinado en plena misa, el 24 de marzo de 1980.

Oscar Arnulfo Romero era arzobispo de San Salvador cuando fue ultimado por un francotirador en el marco de la represión que vivía el país.

Como arzobispo denunció numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad con las víctimas de la violencia política.

Monseñor Romero desarrolló de manera más intensa su actividad religiosa entre 1966 y 1980.

En 1966 fue elegido secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador y en 1979 fue nominado al Premio Nobel de la Paz.

Después del asesinato, el 12 de marzo de 1977, del padre jesuita Rutilio Grande, hombre progresista que colaboraba en la creación de grupos campesinos de autoayuda, Romero comienza a denunciar con más dureza la represión. El recién electo arzobispo insta al presidente Molina para que investigue las circunstancias de la muerte y, ante la pasividad del gobierno y el silencio de la prensa a causa de la censura, amenaza incluso con el cierre de las escuelas y la ausencia de la Iglesia católica en actos oficiales.

La Iglesia calcula que entre enero y marzo de ese año más de 900 civiles fueron asesinados por fuerzas de seguridad, unidades armadas o grupos paramilitares bajo control militar.

Al momento de su asesinato Romero tenía 62 años de edad. Sus restos descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. En 1993 la Comisión de la Verdad, organismo creado por los Acuerdos de Paz de Chapultepec para investigar los crímenes de la guerra civil salvadoreña, concluyó que el asesinato de Romero había sido ejecutado por un escuadrón de la muerte formado por civiles y militares de ultraderecha y dirigidos por el mayor Roberto d'Aubuisson, (fundador del Partido Arena) y el capitán Alvaro Saravia.

En 1994 una causa para su canonización fue abierta por su sucesor, Arturo Rivera y Damas. A partir de este proceso, monseñor Romero ha recibido el título de "Siervo de Dios".

Misa en honor a Romero

LA REPUBLICA, jueves 25.

Se celebró ayer en la Catedral Metropolitana una misa presidida por monseñor Cotugno, en honor de Oscar Arnulfo Romero, asesinado en El Salvador en 1980.

Vladimiro Villalta, embajador de El Salvador en Uruguay, aseguró a LA REPUBLICA: "La figura de monseñor Romero es la guía con la que contamos; ahora está más presente que antes en nuestro pueblo".

El diplomático afirmó que en Centroamérica y en el mundo es una figura importante.

"Romero es el profeta de la paz y la esperanza. Toda la sociedad está involucrada en seguir su ejemplo. Es el hombre que creó la nueva visión del hermano con el hermano y la hermana con la hermana".

El que fuera arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, "la voz de los sin voz", se sigue oyendo en El Salvador 30 años después de su asesinato, que lo convirtió en símbolo de una nueva Iglesia con opción preferencial por los pobres.

Acerca de la investigación sobre el asesinato del padre dijo: "En este momento el gobierno está insistiendo en dar cumplimiento a lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Se ha continuado con la investigación y el hoy presidente ha pedido perdón a la nación por el hecho que se cometió en aquel entonces", dijo el embajador.

El presidente salvadoreño, Mauricio Funes, pidió perdón en nombre del Estado por el asesinato de Romero. "En mi calidad de presidente de la República pido perdón en nombre del Estado salvadoreño por ese magnicidio perpetrado hace 30 años", señaló Funes en un acto en el cual fue develado un mural en honor del arzobispo en las instalaciones del Aeropuerto Internacional El Salvador ( 44 kilómetros al sur de San Salvador).

Por su parte, el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, aseguró a LA REPUBLICA que Romero es una figura a imitar.

"Muchas veces en América Latina nos encontramos con situaciones similares donde para proclamar el evangelio de Cristo a veces se corre el riesgo de llegar a renunciar a la propia vida".

Romero fue asesinado de un certero disparo en el corazón por un francotirador cuando oficiaba misa en el hospital de cancerosos La Divina Providencia.

Cotugno indicó que la celebración fue realizada a solicitud de la Embajada de El Salvador en el marco de la conmemoración por los 30 años del asesinato.

"Yo me adherí con muchísimo gusto porque monseñor Romero, como dije en la homilía, se entregó hasta dar la sangre por sus hermanos. El señor lo tomó tan en serio que se lo llevó cuando estaba celebrando la eucaristía", señaló Cotugno.

martes, 23 de marzo de 2010

La voz no escuchada de Tierra Santa

Entrevista con el Patriarca Twal de Jerusalén

JERUSALÉN, domingo 7 de marzo de 2010 (ZENIT.org). – Aunque los cristianos árabes forman una pequeña minoría en Tierra Sana, podrían ser un importante puente en el conflicto que ha dividido la región durante tanto tiempo, afirma el Patriarca Fouad Twal.

El Patriarca Latino de Jerusalén lamenta, no obstante, que puesto que la comunidad internacional no los tiene en consideración, el número de cristianos esté disminuyendo. Parte del problema, observa, es que el muro de 20 pies de altura que rodea los territorios palestinos ha vuelto casi imposible la vida diaria de muchos.

Hay aproximadamente 50.000 cristianos en la Franja de Gaza, Jerusalén oriental y Cisjordania, con más de 200.000 en Israel.

En esta entrevista dada al programa de televisión “Dios llora en la Tierra” de la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada, el patriarca expone los muchos desafíos a los que se enfrentan los cristianos que viven en Tierra Santa. También lanza un llamamiento a la Oración, a los Proyectos y a la Presión (las tres “Pes” en inglés).

- ¿Puede decirnos cuál es la situación actual de los cristianos de Tierra Santa?

Patriarca Twal: Tenemos que recordar que el Patriarcado Latino cubre tres estados: Jordania, Palestina, Israel, e incluso Chipre. No es fácil hablar sobre un estado porque la situación cambia de estado a estado. Como sabemos, en el mundo hay normalmente un estado con muchas diócesis; en nuestro caso tenemos una diócesis dentro de muchos estados.

El hecho de que vivamos en conflicto significa que las fronteras entre estos estados crean problemas; cruzar las fronteras significa problemas, asignar una parroquia a otra parroquia no es fácil. Necesitamos pases – permisos – de Israel para movernos dentro de estos tres estados, que están dentro de un único Patriarcado de Jerusalén.

-¿Cómo describiría usted los sentimientos de las personas en Jerusalén, en Tierra Santa, especialmente los de los cristianos?

Patriarca Twal: Es una ciudad especial, una ciudad hermosa y una ciudad dramática en la que incluso el Señor lloró. Y todavía estamos llorando. Jerusalén une a todos los creyentes – judíos, musulmanes, cristianos – pero, al mismo tiempo, Jerusalén divide a todos los creyentes – a muerte. Todos quieren que Jerusalén sea su propia capital, y Jerusalén para mí debe ser la madre de las iglesias, la madre para todos los creyentes, y no para un solo pueblo.

Es un placer ver, desde un lado, a esa gente que viene a visitar los santos lugares y, por otro, es doloroso ver que la iglesia local, los cristianos locales no pueden ni siquiera visitar estos santos lugares. Un párroco de Belén no puede traer a sus fieles de peregrinación a estos santos lugares. La misma situación ocurre en Ramallah, y en Jordania, y en otras parroquias; no pueden moverse con facilidad con tantos puntos de control y el muro que les separa.

- Esta es la cuestión clave. ¿Ha empeorado la situación para los cristianos en Tierra Santa como consecuencia de la construcción del muro?

Patriarca Twal: Claro que sí, el muro ha separado a las familias. No es sólo una cuestión de los Santos Lugares, sino que es también una cuestión de familias, de algunas familias, algunos jóvenes no pueden visitar a su abuelo o a su abuela al otro lado del muro. No pueden ir a su campo, a su jardín y a su olivar al otro lado. El problema es grande, y no es una cuestión sólo de los Santos Lugares, sino de la dignidad de las familias, la separación entre jóvenes y mayores. No pueden visitar a alguien que ha muerto al otro lado.

- ¿Usted viaja con un pasaporte diplomático del Vaticano?

Patriarca Twal: Sí, es cierto, de esta forma puedo visitar a los feligreses en los tres estados que comprenden el patriarcado: Jordania, Israel y Palestina. La cuestión surge cuando tenemos que trasladar a un sacerdote de una parroquia a otra según nuestra labor pastoral, y nuestras necesidades pastorales; tengo que pensar antes si le darán permiso para trasladarse o no, y es un gran problema.

En Jordania – la parte más grande del patriarcado y la fuente de nuestros sacerdotes, seminaristas y monjas – la cuestión siempre es si podremos traerlos a Palestina. Otra cuestión es la que tiene ver con nuestros jóvenes seminaristas que están en Beit Jala, cerca de Belén, si podrán ir en vacaciones a Jordania a ver a sus familias.

- ¿Para ver a sus familias?

Patriarca Twal: Sí, esto es un problema. El conflicto existe. Soportamos las consecuencias del conflicto. Lo que necesitamos no es este permiso, sino paz. Necesitamos una vida normal. Necesitamos libertad de movimientos para movernos pacíficamente, sin problemas, sin permisos. Aunque Israel no dé el permiso, no estamos muy agradecidos. Estaremos agradecidos cuando tengamos nuestra paz, cuando tengamos nuestra vida normal y cuando podamos movernos sin problemas.

El hecho es que el conflicto ha existido de 60 años a un siglo, y hasta ahora no hemos visto ningún progreso hacia más paz, más dignidad, más libertad. No hemos tenido esto, pero nunca hemos perdido la esperanza, ni dejado de rezar y pedir ayuda exterior para lograr la paz.

- Los cristianos se encuentran entre los extremistas musulmanes y los extremistas sionistas. ¿Cómo encajan los cristianos; hay una sensación de agresión hacia la comunidad cristiana de ambas partes, o usted no estaría de acuerdo?

Patriarca Twal: Estoy de acuerdo en que esta dramática situación debería llevarnos a tomarnos en serio el Evangelio. En el Evangelio el Señor dice: “El que quiera seguirme que tome su cruz y me siga”.

Y este es nuestro “pan de cada día” – llevar la cruz en los mismos lugares en los que Él la llevó. Y como cristianos, y como minoría, si esta cruz viene de los judíos, de los musulmanes, de nosotros mismos, no importa. El hecho es que no podemos vivir en Tierra Santa, no podemos amar Tierra Santa, no podemos trabajar en Tierra Santa sin la cruz, de modo que la situación del muro nos hace tomarnos a la letra (en serio) el Evangelio. Al mismo tiempo, en el Evangelio, el Señor dice: “No tengáis miedo yo estoy con vosotros. Nunca os dejaré solos”.

Esta es la razón por la que nuestro entusiasmo, nuestra alegría de vivir, de trabajar, de evangelizar, de hacer nuestra actividad pastoral, no depende de la alegría de la situación política – si el gobierno está con nosotros o contra nosotros. Nuestra alegría de vivir, de trabajar, de rezar viene de otra fuente: del Señor, de su fuerza, de su amor, de su perdón.

- Usted ha dicho que los cristianos árabes son como un puente entre Oriente y Occidente. ¿Qué papel juegan los cristianos en este contexto?

Patriarca Twal: En primer lugar, debemos conservar y respetar nuestra identidad tanto de árabes como de cristianos; no podemos olvidar esta identidad. Como árabes, tenemos las mismas tradiciones, tenemos la misma lengua, y tenemos la misma concepción que los musulmanes. Podemos hablar con ellos. Nos sentimos más árabes que ellos; había árabes en Oriente Medio varios siglos antes de la llegada del Islam, y estamos orgullosos de decir que somos árabes, y venimos del desierto. Lo digo con placer y no tengo ningún problema en decirlo.

Al mismo tiempo, somos cristianos, y tenemos una cultura, y una cultura cristiana, y tenemos una cultura occidental, y podemos ser y debemos ser un factor de moderación, un factor de reconciliación, un factor o puente ente pueblos en conflicto. La cuestión es si la comunidad internacional nos acepta o nos considera como tales. Esa es la cuestión.

Nos suelen olvidar. Suelen tomar decisiones sobre Oriente Medio sin pensar en la pequeña minoría cristiana de esta zona. Y suelen pagar el precio de sus decisiones porque nadie nos considera ni considera nuestra presencia entre una mayoría de musulmanes y una mayoría de judíos.

- ¿Si usted tuviera que hacer una petición a los católicos, qué les pediría para los cristianos de Tierra Santa?

Patriarca Twal: La petición es fácil: la petición de las tres grandes “Pes” (en inglés).

Oración [Prayer]: Pedimos que la Iglesia de todo el mundo con sus comunidades, sus sacerdotes y sus fieles, recen por la paz en Tierra Santa porque todavía creemos en el poder de la oración. El Señor dijo: les daré mi paz. La paz que el mundo, que los políticos no pueden dar, o quizá no quieren dar, nos la dará. Esta paz significa serenidad, fe, amor y respeto por todos, así la primera “P” es la oración.

La segunda “P” es Proyecto [Project]: adopten, por favor, algún proyecto social, religioso o cultural. Pueden adoptar escuelas, pueden adoptar seminaristas, y pueden adoptar al Patriarcado, pueden y deben ayudar.

Y la última “P” es Presión [Pressure] sobre los gobiernos para lograr la paz. Necesitamos esto más que cualquier otra cosa. Necesitamos la paz. Necesitamos un calendario que acabe con los puestos de control, y con el muro, y tenemos que estar en paz con todos.

Queremos asegurar a todos que con las armas, los muros y los puestos de control, no habrá paz ni habrá seguridad. La paz y la seguridad serán para todos o no serán para nadie. Ningún pueblo, ni el israelí ni el palestino, puede tener una seguridad o una paz unilateral; ambos deben tener paz y seguridad o, de otra forma, seguirá matándose y nunca terminaremos con esta violencia. Y no queremos esto.

Queremos paz y seguridad para todos: judíos, musulmanes y cristianos.

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Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para “Dios llora en la Tierra”, un programa semana radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en cooperación con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.org, www.aischile.cl

[Traducción del inglés por Justo Amado]