miércoles, 30 de junio de 2010

La Santa Sede denuncia los abusos contra los trabajadores domésticos

Intervención de monseñor Tomasi en la Conferencia Internacional del Trabajo

GINEBRA, domingo 27 de junio de 2010 (ZENIT.org).- El arzobispo Silvano M. Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de Naciones Unidas e Instituciones Especializadas en Ginebra, intervino en la 99 sesión de la Conferencia Internacional del Trabajo y denunció los abusos contra los trabajadores domésticos.

“Los efectos de la crisis económica y financiera han dañado globalmente el bienestar de familias e individuos”, dijo monseñor Tomasi.

A pesar de las señales de recuperación, intermitentes e inciertas, el arzobispo señaló que “el impacto de esta recesión ha detenido los progresos en la reducción de la pobreza, ha aumentado el desempleo en los países industrializados y todas las familias han sufrido contragolpes en los países de baja renta”.

Puntualizó que en 2015 otros 20 millones de personas en el África subsahariana y 53 millones en todo el mundo se encontrarán en situación de pobreza extrema (probablemente la crisis temdrá altos costes como señalan diversos indicadores de desarrollo humano: otros 1,2 millones de niños menores de 5 años y 265.000 recién nacidos morirán entre 2009 y 2015; otros 50.000 estudiantes no acabarán la escuela elemental en 2015; 100 millones de personas menos tendrán acceso al agua potable en 2015. Cfr. Banco Mundial, Global Monitoring Report 2010).

“Aunque exista un acuerdo general sobre la necesidad de reformas estructurales, los intereses invertidos no deben pesar sobre los trabajadores, sobre quien vive en zonas rurales, y sobre grupos ya marginados en la sociedad. Mecanismos económicos privados de criterios éticos no conducirán a soluciones constructivas”, señaló el observador vaticano.

La Delegación de la Santa Sede expresó su pleno apoyo al objetivo de la Organización Internacional del Trabajo “de dar prioridad a las personas y a su trabajo en la búsqueda de políticas innovadoras y dinámicas, dirigidas a eliminar impedimentos estructurales para la recuperación de la economía”.

Prestó especial atención a los trabajadores domésticos y el voto positivo a favor de un nuevo instrumento vinculante para su tutela que “expresan la preferencia por los miembros más vulnerables de la sociedad”.

“Los trabajadores domésticos –afirmó- están en doble riesgo. En primer lugar, provienen de segmentos desfavorecidos de la sociedad, con recursos de tutela muy limitados. La extrema necesidad les obliga a aceptar cualquier trabajo disponible aunque, en la mayor parte de los casos, las condiciones laborales sean muy difíciles”.

En segundo lugar, añadió, “en el ambiente en el que trabajan están sujetos a explotación. A menudo no tienen tutela jurídica social, justa retribución, límites en la cantidad de horas laborales, la garantía de un tiempo de descanso semanal, tutelas en los periodos de enfermedad y de maternidad”.

“Cuando se dan abusos, no hay posibilidad de apelar y la única opción es irse y por tanto perder el salario y el puesto de trabajo. En muchas ocasiones, en la reserva de las paredes domésticas, la dignidad de estos trabajadores es violada. Violencias físicas y sexuales no son raras. Las identidades religiosas y raciales exponen a estos trabajadores, en especial las mujeres, a una fuerte discriminación”.

Como parte de la ampliación de los horizontes en la lucha por la realización global del trabajo digno, monseñor Tomasi señaló que “se debería prestar atención a otras categorías de trabajadores que necesitan tutela: las masas de trabajadores aún desorganizados, trabajadores rurales y jóvenes parados”.

“Los derechos de los trabajadores no organizados son a menudo ignorados –denunció–, y, en consecuencia, su seguridad en el puesto de trabajo, su tutela del despido injusto y su derecho a al menos el mínimo salarial no son respetados”.

“Los trabajadores rurales –puntualizó en especial--, son ignorados. No siempre dispuestos a enfrentarse a las fuerzas del mercado a causa de la falta de formación y de información, debida a la crisis actual, corren el riesgo de ser privados del apoyo público para el comercio o para la formación de habilidades técnicas”.

Por último, el representante vaticano se refirió al trabajo infantil y juvenil que “exige una respuesta concertada”.

Indicó que más de 215 millones de niños se ven obligados a trabajar, muchos en condiciones de peligro. El número de jóvenes parados ha aumentado en 8,5 millones entre 2008 y 2009. Es el aumento anual mayor de los últimos diez años.

Y concluyó indicando que “la crisis económica puede convertirse en una oportunidad”. “Son necesarias buenas decisiones para alcanzar una fase post-crisis de la globalización de la economía y del trabajo. Sin embargo, sólo una ‘interacción ética de conciencias y mentes’ (Caritas in Veritate) permitirá un desarrollo integral en el que la persona humana esté en el centro de las relaciones de trabajo, confiada en progresar hacia un futuro mejor”.

Por Nieves San Martín

martes, 29 de junio de 2010

Revista "Ciudad Nueva", junio

Entrevista / Iglesia
Estado de misión
La Iglesia en el Paraguay y en Uruguay entra en la fase central de la Misión Continental.
Dialogamos acerca de sus desafíos con Mons. Adalberto Martínez Flores y con Mons. Heriberto Bodeant, secretarios generales respectivamente de las Conferencias Episcopales Paraguaya (CEP) y Uruguaya (CEU)

por Silvano Malini
Mons. Martínez -

Con el proceso que comenzó en la conferencia de Aparecida, la Iglesia Católica en el continente está de misión. ¿En Paraguay. qué características asume la Misión Continental y qué objetivos se pone?
 Hemos tomado muy seriamente el desafío de Aparecida. Hace dos años comenzamos con la preparación para que la actitud de la misión entre como un concepto que hace a la naturaleza misma de la Iglesia, con buenos resultados. Naturalmente, siendo un impulso de la Iglesia paraguaya que luego debe ser bajada a la vida de las diócesis, hay diócesis que están más avanzadas y otras menos, en este proceso. Sentimos que el primer desafío de la misión es que nuestra vida coincida con lo que creemos, mediante la vivencia de valores como la honestidad y la comunión. De hecho, el lema que hemos elegido como orientador para este año, es: que la Iglesia sea «casa y escuela de comunión» —como dijo Juan Pablo II. Y nos damos cuenta de que hay no pocas necesidades que superar en este sentido. Cuando nos encontramos, en la CEP, reflexionamos sobre como colaborar más estrechamentre entre nuestras diócesis, entre los sacerdotes y los agentes pastorales, los laicos, etc, enfocándonos particularmente en el aspecto misionero. Hay diocesis que tienen más sacerdotes, y vemos si pueden ayudar a las que tienen menos; buscamos una mayor comunión entre las congregaciones, etc. Hay mucho para crecer, pero ha habido aspectos y retos de la pastoral en la que hemos hecho un frente comun. Otro aspecto fundamental es la familia como objeto y sujeto de la misión. Los desafíos en este campo son grandes. Se percibe una importante necesidad de restauración de la unidad familiar, que está siendo amenazada por la migración, los problemas económicos, por el relativismos moral. Por ejemplo, hay muchas madres solteras. Un gran número de familias se está alejando de la práctica sacramental. Y, por supuesto, los jóvenes han sido y son una opción preferencial en la misión. Y tambien las Comunidades Eclesiales de Base. En muchas de nuestras comunidades tenemos esta forma de “hacer Iglesia” en pequeñas comunidades de oración, de ayuda mutua, reflexión. Son comunidades que hacen más viva a la Iglesia, en el entorno parroquial, por supuesto. 
-¿Qué papel tienen los sacerdotes en la misión, en la que se exhorta más bien a los laicos a ser discípulos misioneros en el anuncio de la fe? 
Son protagonistas en la mision. Estamos entrando en una etapa donde es vital animar y dinamizar el ir a buscar al que está perdido, o aquellos que han dado la espalda a la Iglesia, o muchos de nuestros católicos que han sido bautizados pero que no han tenido un seguimiento adecuado para una formación cristiana, que son miembros de la Iglesia pero al mismo tiempo destinatarios de la misión. El dinamizador por excelencia es el sacerdote, el párroco. Naturalmente codo a codo con los laicos —muchos de los cuales son pilares de las comunidades cristianas y son una ayuda efectiva y afectiva a lo sacerdotes. Pero para que puedan ser los que deben ser, es necesario que los sacerdotes reciban una formación más adecuada y permanente en relación a su ministerio. En el mes de junio tendremos una formación permanente para todos los sacerdotes del país, incluso por edades. Y la comunión, para los sacerdotes, es siempre una meta a alcanzar, aunque creo que entre ellos ya hay una deseo de construirla y una gran solidaridad. Otro aspecto es el de las vocaciones. Ha habido una notable disminución. Aunque cuando estamos en contacto con los jóvenes, sobre todo en el interior, se siente que todavía hay una gran sensibilidad para entregar su vida al sacerdocio, aún hay un gran potencial. Pero tenemos que trabajar con una mayor calidad metódicamente, con constancia, para encontrar jóvenes con los cuales podamos ir pensando una Iglesia fresca, cercana a las necesidades de hoy. Precisamos santos pastores, que puedan fomentar una renovación de la Iglesia en su interior, que realmente se preocupen por el rebaño. 
-¿Cómo hablar hoy de Jesucristo a los jóvenes?  
Los jóvenes son los más afectados por el avance de una mentalidad que relativiza ciertos valores que hemos tenido tradicionalmente como sociedad, que les llega a menudo a través de los nuevos lenguajes que manejan y de las nuevas tecnologías. A raíz de esto crece la increencia. Ante eso hay una gran necesidad de la Iglesia de aggiornarse, no para cambiar la esencia del mensaje sino para que podamos llegar más a ellos. Pero tenemos una gran esperanza en la acción del Espíritu Santo que ha sido Aparecida, que ha evidenciado un deseo de compartir alegrías y esperanzas, angustias y tristezas de nuestros pueblos que luchan por la justicia, por la estabilidad de la democracia, por la equidad social, y al mismo tiempo la gran necesidad y el deseo de una renovación interior grande, ante los desafíos de la misión de evangelizar. Yo creo que esa es una gran esperaranza, que se nota en nuestra gente. Aparecida ha sido un gran despertar. 

Mons. Bodeant 

-Para fomentar el cambio de actitud de los fieles hacia el anuncio, los obispos, desde Aparecida, exhortan a pasar “de una pastoral de mantenimiento a una pastoral misionera”. ¿Qué se entiende por “pastoral”? ¿Y por “pastoral misionera”?  
  La comunidad cristiana debe preocuparse de los que no han recibido el anuncio de la fe, los que no están en el “redil” -utilizando la comparación que Jesús hace del “buen pastor” y de las “ovejas” que vino a reunir. Él también usó la imagen de la de la red, de la pesca: «Síganme, los haré pescadores de hombres». Ocuparse de invitar a quienes aún no están en la Iglesia, eso es misión. La pastoral, estrictamente hablando, es el cuidado de los que están adentro de la comunidad, los del “redil”, guardándolos en unión con Jesús Buen Pastor (Jesús le dice a Pedro: «Apacienta mis ovejas»). Pasar de la pastoral de mantenimiento a una pastoral misionera es no limitarse a vivir la vida cristiana en la comunidad sino darle como finalidad el anuncio de la buena noticia del Evangelio a todos 
-En su carta a las comunidades cristianas, los obispos uruguayos escriben que la Misión se trata de «ofrecer una experiencia de encuentro con el Señor» y de «hacer que “la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora” (documento de Aparecida, n.370)». ¿Esto es un concepto para trabajar y aplicar en parroquias, grupos, comunidades, movimientos?  
Es lo deseable, y cada diócesis y comunidad recorre su camino para aplicarlo. A nivel nacional, la coordinación pastoral brinda elementos de formación a disposición de las diócesis que luego cada una utiliza según las particularidades propias. 
-En la misma carta, subrayan que «es necesario superar el paradigma de la Misión identificada como “conquista”, como imposición, para pasar a un paradigma de servicio al Reino (de Dios), al estilo de Jesús». Y citan a Benedicto XVI en Aparecida: «La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por atracción: como Cristo atrae todos a sí con la fuerza de su amor». 
Sí, en esto, el modelo de referencia son las primeras comunidades cristianas, descriptas en los Hechos de los Apóstoles. La comunidad acude diariamente a las reuniones, la gente ve sus miembros rezando juntos, los ven en su vida de unión fraterna y en su expresión de caridad hacia los demás. Su testimonio suscita admiración y adhesión. Hoy, algunas comunidades parroquiales o grupos teóricamente, en las intenciones, están abiertos; pero en los hechos les cuesta mucho aceptar alguien de afuera si no reúne cierto perfil. Esto necesita una conversión, un cambio. Para la primeras comunidades, la integración de alguien era una alegría, y existía el deseo fuerte de la llegada de otros hermanos. A veces me encuento con comunidades con muchas personas mayores. Ellos mismos manifiestan el deseo de que se integre más gente a la Iglesia y, sin embargo, el corazón no está preparado, porque cuando aparece alguien nuevo no es lo que se espera. Hay muchos condicionamientos y falta apertura. Ahi volvemos otra vez a las primeras comunidades, y a la crisis que significó el ingreso de los paganos en la Iglesia. Porque una cosa era el cristiano que venía del mundo judío -ya sea del tradicional o del de influencia griega- y otra el que venía completamente “de afuera”, que no tenía nada que ver culturalmente con ellos. Se generan dudas. Sobre todo se preguntan: “¿Para poder recibir a estos nuevos, tendremos que hacerlos entrar en nuestra tradición?” (Fundamentalmente el tema era la circuncisión, que constituía el ingreso al pueblo judío). “Si les ponemos condiciones restrictivas van a entrar muy pocos” (como en realidad ya sucedía en el judaísmo). En el fondo la pregunta era: “¿Queremos que entren o no?”. Pero eran concientes de que el mensaje de Jesús es para todo el mundo. No requerir esa condiciones fue la primera gran conversón pastoral de la Iglesia. La Iglesia ahí, en el primer Concilio, el de Jerusalén, hizo un discernimiento: consideró que hay elementos culturales que forman parte de lo que creemos porque vienen de nuestros antepasados, pero no se los tenemos que imponer a los nuevos. De la misma manera, hoy podemos facilitar el acercamiento por acción del testimonio de la vida cristiana de la comunidad, evitar imponer formas que no hacen a la esencia y facilitar la integración mediante una liturgia más amigable, por ejemplo, y mediante la escucha abierta y cercana a las exigencias de las personas. 
¿Cómo se puede ayudar a las comunidades a recibir con los brazos abiertos a otras personas? ¿El acercamiento a la fe puede ser gradual? 
Creo que hay una cierta gradualidad, que a veces a los fieles les cuesta asumir, sobre todo por el peso muy grande de la tradición. Por eso hoy es tan importante volver al kerygma, o sea centrarnos en el anuncio básico de la fe. La fe católica tiene miles de expresiones “perifericas” o “colaterales” -pensemos en la enorme variedad de devociones- que tiene toda su validez pero que no son el contenido central de la fe. A mucha gente le impresiona la figura del Padre Pío, o alguna advocación de María, o el mismo Jesús Misericordioso, que es Jesús, pero desde un sesgo. El acercamiento de las personas se puede dar a raíz de esas cosas, pero luego hay que llevarlas a lo central de la fe: Jesucristo encarnado, su vida, su Palabra, su muerte y resurrección por nosotros, y la unión con él como el centro de la vida cristiana, alrededor del cual puedo ordenar todas las otras cosas. Aún los más cotidianos episodiso que vivimos los pastores nos ponen frente a la conversión pastoral. Cuando alguien se me acerca puedo tener tres actitudes diferentes. Por ejemplo, si alguien me pide agua bendita, puedo decirle: “Acá no se da agua bendita” -porque tengo la idea que el pedido revela una concepción supersticiosa, superficial, y no la tengo que fomentar- pero así la persona percibe un rechazo. La segunda posibilidad es complacer puntualmente el pedido, y listo. La tercera es satisfacerlo pero abriendo un diálogo, diciendo: “Sí, ¡por supuesto! Pero, ¿para qué la quiere?”. Y a veces eso desencadena cosas impresionante: revela vivencias muy dolorosas, o el deseo de aliviar una enfermedad.... A a menudo la persona la pide para llevarla a otro, y esa es una ocasión misionera. El mensaje que yo le pase es muy importante. Personalmente, recientemente tuve un cambio de actitud frente al pedido que muchas veces me han hecho de bendecir Biblias. “¡¿Cómo voy a bendecir la Palabra de Dios?!” –me decía. Lo que empecé a hacer es buscar un versículo, leérselo a la persona, formular una oración y, a través de ella, bendecir a la persona. Tuve respuestas muy lindas de mi interlocutores, que sintieron que esa Palabra se les abría, y que Jesús la estaba diciendo para ellos. Estas actitudes pueden generar una relación muy distinta con las personas, ayudar al acercamiento, ya que ellas no reciben una respuesta “precocinada”, sino pastoral, que queda –como quedaría también mi respuesta seca, que puede hacer al que se acerca como ignorante y rechazado.

domingo, 27 de junio de 2010

Parroquia San José Obrero, Melo

Una comunidad recibe a su sacerdote
Hoy, a las 18 horas, Mons. Heriberto celebró la Eucaristía en la Parroquia San José Obrero de Melo, junto al P. Miguel y al Diácono Mario.
Al comienzo de la Misa, se leyeron estas palabras de bienvenida:
Padre Miguel, ¡bienvenido a nuestra Parroquia San José Obrero! hoy, un día tan especial, que nos une a todos. Elegir esta fecha tan señalada, de la Fundación de Melo para poder nombrarlo para nuestra Parroquia. Junto a todos los presentes, lo agradecemos con nuestra Fe.
Así como al oír las campanas, llegamos participando, hoy por hoy, podemos decir, Padre Miguel: has cruzado de un extremo a otro valles, mares, ríos y montañas para llegar junto a nosotros. Quizás a lo lejos muchos nos ignoran. Pero aquí, este pueblo lo cobija; nuestra ciudad de Melo. Aquí estaremos unidos, y que sea para dicha y bienestar. Como un rayito de sol, nuestra comunidad te necesita. ¡Gracias, gracias!
El P. Miguel, que desde hace ya dos años está atendiendo esa comunidad, pasará dentro de poco a residir en la sede parroquial. La parroquia se extiende sobre numerosos barrios y pueblos de la zona rural de Cerro Largo. Sacerdote, diácono y comunidad tienen por delante un amplio campo para la misión. En ese sentido habló el P. Miguel a la comunidad, invitándola a crecer en santidad día a día, para llegar a los corazones de los 7.000 habitantes de la zona que abarca la parroquia.
El Obispo, al comenzar la Misa - que fue retrasmitida por Radio María - describió los arreglos que se están haciendo en el templo - pintura, reforma del presbiterio - que aún están sin concluir, y señaló que esa imagen del templo también refleja una comunidad que está siempre reformándose, reconstruyéndose. Así también, continuó Mons. Bodeant, nuestros corazones van día a día buscando seguir con mayor fidelidad a Jesús, Le pedimos a Él su Gracia para seguirlo, como nos ha pedido, cargando nuestra propia cruz y caminando detrás de Él.

Jubileo de la Diócesis de Bagé

Una comunidad diocesana viva y alegre

Con una gran celebración en el gimnasio del Colegio María Auxiliadora, la Diócesis de Bagé culminó su año jubilar, con motivo del Cincuentenario de su creación.
Laicos y laicas representativos de las diversas comunidades parroquiales, religiosos de las comunidades hoy y ayer presentes en la Diócesis - que recibieron un especial reconocimiento del Obispo Dom Gilio Felicio - seminaristas, diáconos, sacerdotes y obispos de la región se hicieron presentes.
Entre los numerosos Obispos brasileños se encontraban Dom Aloisio Dilli, obispo de Uruguaiana y Dom Jacinto Bergmann, obispo de Pelotas, las dos diócesis de las cuales se desprendieron partes para configurar la diócesis de Bagé.
Dos Obispos uruguayos participaron también en la celebración: Mons. Julio Bonino, obispo de Tacuarembó y Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Melo. Ambas diócesis tienen frontera con Bagé. Junto con ellos viajó una pequeña delegación con dos laicas, dos seminaristas, un diácono y un sacerdote.
Al final de la celebración, y a pedido de Dom Gilio, Mons. Bonino dirigió un cálido saludo a toda la comunidad diocesana de Bagé.

Breve historia de la Diócesis de Bagé 
Recogiendo la inquietud de crear una nueva diócesis en Río Grande do Sul, el 10 de octubre de 1959 se creó una Comisión Ejecutiva Pro Creación del Obispado de Bagé. Los trabajos de la Comisión tuvieron su fruto cuando, el 25 de junio de 1960, el Papa Juan XXIII, por la Bula "Quo Divino" creó la Diócesis de Bagé.
La instalación oficial de la Diócesis se realizó el 24 de octubre de ese año, con la presencia del Nuncio Apostólico, D. Armando Lombardi, el arzobispo de Porto Alegre, D. Vicente Scherer y otras autoridades.
En sus comienzos, la diócesis incluyó los municipios de Bagé, Pinheiro Machado y Lavras do Sul, desmembrados de la Diócesis de Pelotas y Sant'Ana do Livramento, Dom Pedrito, Rosário do Sul, Cacequi, Sao Vicente do Sul, Mata y Sao Grabriel, desmembrados de la Diócesis de Uruguaiana.
El primer Obispo, Dom José Gomes, fue nombrado el 25 de marzo de 1961 y tomó posesión el 16 de julio de ese año, luego de su ordenación en Passo Fundo, el 25 de junio.
El actual Obispo, Dom Gilio Felicio, fue nombrado por el Papa Juan Pablo II el 11 de diciembre de 2002. Dom Gilio era Obispo auxiliar en Salvador de Bahia. Con su lema "Evangelizar a todos", Dom Gilio inauguró su ministerio pastoral el 9 de marzo de 2003.
Actualmente la Diócesis cuenta con 16 parroquias sobre 12 municipios.

sábado, 26 de junio de 2010

Referentes convocados por el Intendente electo

Obispo Emérito de Melo 
formará parte de "Comisión de notables"

Mons. Roberto Cáceres, Obispo Emérito de Melo, integrará una "Comisión de notables", que se constituirá a pedido del Intendente electo de Cerro Largo, economista Sergio Botana, quien asume el próximo 8 de julio.
Se trata de ciudadanos de reconocida trayectoria, que gozan de amplio respeto por parte de la población del departamento.
El objetivo de la Comisión es preservar los valores sociales y culturales de Cerro Largo, con una mirada que no sólo se vuelque a las tradiciones del pasado sino que también se abra con esperanza al futuro.
Además de Mons. Cáceres han sido invitados a integrar esta comisión Luis García Masaro, Juan de la Cruz Silveira Zabala, Douglas Botana, Jorge Boer, Ricardo Arostegui, Miguel Ángel Gigena, Alberto Sanner, Ethel Dutra, Silvia Olid de Viñoles, Carlos Botaro, Ivan Sosa y Cleir de Farías.
La función del grupo es reunirse y analizar temas de Cerro largo, llamar la atención sobre aspectos que hay que preservar o cambiar y tratar de corregir conductas cuando ellas se hayan desviado por diferentes circunstancias.

viernes, 25 de junio de 2010

Capilla San Juan Bautista, Melo


Fogata de San Juan 
en la fiesta patronal
La Capilla San Juan Bautista, perteneciente a la Parroquia Santo Domingo Savio, junto a la obra social "Picapiedras" de los Padres Salesianos, celebró esta noche su fiesta patronal.
Luego de la Misa que presidió Mons. Heriberto, junto a los PP. Pedro y Juan Gastón, niños, jóvenes y familias del barrio se congregaron alrededor de una gran fogata, compartiendo juegos, canciones... y ¡chocolate con tortas fritas!

miércoles, 23 de junio de 2010

De revista UMBRALES junio

Fazenda Esperanza

UNA MISIÓN QUE SE VIVE CON LOS PREDILECTOS DE DIOS

Fazenda de la 
esperanza

Desde agosto de 2009 esta experiencia está presente en Uruguay. Umbrales quiso entrevistarse con sus integrantes, que la llevan adelante con gran entrega y dedicación. Maicon Cesari, nuevo integrante de la redaccción de Umbrales preparó el presente testimonio.

Todo comenzó en el año 1983 por la iniciativa del joven Nelson Giovaneli, que buscaba vivir la palabra de Dios en la práctica de su vida “me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles” (1Cor 9,22). Con esta búsqueda de vivir la buena noticia del Reino, animado con las palabras de su párroco, Fray Hans Stapel, tuvo comienzo la “Fazenda de la Esperanza”.
Pero, ¿qué hacen?
¿Quiénes son?
¿Cuál es su espiritualidad?
Desde hace unos años, tal vez se escuche hablar de este trabajo.
Impulsado por el Espíritu del Evangelio, Nelson, un joven brasileño, de una ciudad llamada Guaratinguetá, comienza a acercarse a un grupo de jóvenes de la calle adictos a la droga, en el barrio donde él vivía. La motivación era “me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles”. Con el pasar del tiempo uno de los jóvenes adictos, pidió ayuda a Nelson para salir de esta situación, tenía ganas de salir del vicio. De ahí entonces alquilaron una casa y empezaron a vivir juntos, siempre con la ayuda de Fray Hans; así comenzó el proyecto de la Fazenda de la Esperanza. Lo primero a tener en cuenta es que la “Fazenda”, no es una clínica de recuperación de adictos a las drogas, alcohol, compulsivos por juegos o compras; además de todo esto, es una comunidad terapéutica, que recibe a todas las personas que quieran por voluntad propia, aprender a vivir la vida desde otro punto de vista, con otros valores como el respeto y el amor.
La espiritualidad de la “Fazenda” viene de dos vertientes: la espiritualidad de los Focolares y la de los Franciscanos. De los Focolares toma la idea del respeto, de la unidad, de leer el Evangelio y vivirlo cada día y sobretodo el tema del mandamiento del amor; de la espiritualidad Franciscana toma la idea de la perfecta alegría del santo de Asís, que es la búsqueda de dar todo sin pedir nada en cambio. En las palabras de Beatriz, voluntaria de la Fazenda: “Este es nuestro tratamiento: el amar en primer lugar.”
La Fazenda en Uruguay
La idea de traer la Fazenda a Uruguay empezó, cuando el p. Dante, un cura franciscano, conoció en Brasil la “Fazenda da Esperanza”; allá hizo una experiencia. Encantado por el trabajo que allí se hace, invita a una amiga(*), Beatriz, laica que vive la espiritualidad franciscana. Para conocer la obra ella va a Brasil y hace una experiencia, primero de una semana, en el año siguiente de un mes y en el otro se queda cuatro meses allá en Guaratinguetá. Mientras tanto, el p. Dante invita también a un cura amigo suyo, el p. Gabriel, para que conozca la obra. Él, por su parte, se queda un mes en Guaratinguetá, en la oportunidad de la visita del Papa a Brasil y a la “Fazenda de la Esperanza”. Estas tres personas conocieron la obra y se quedaron enamorados de este proyecto y empezaron a pensar de la posibilidad de traer la Fazenda al Uruguay.
Presentaron el proyecto a distintas diócesis, pidiendo oración, para que la obra tuviera la Bendición del Señor; necesitaban la donación de un predio y una diócesis que los aceptase. Después de ver el proyecto, el obispo de la diócesis de Melo y Treinta y Tres, mons. Del Castillo, quedó encantado y recibió la obra en su territorio, donando el primer predio de la “Fazenda”. Así se fue trabajando para que la “Fazenda” pudiese abrir las puertas para recibir a los dieciséis varones que entraron en el día de su inauguración, el 1º de agosto de 2009.
Estos muchachos tuvieron su primera visita de sus familias el 8 de noviembre, porque en la Fazenda sólo pueden recibir visita después de tres meses de internados. La visita de las familias prevee celebraciones, charlas, almuerzo, y otros momentos comunitarios. La visita se da siempre en el segundo sábado del mes.
Los tres pilares
El ritmo de vida en la “Fazenda” es intenso, y se fundamenta en tres pilares: trabajo, convivencia y espiritualidad.
Todo el tratamiento está en estos tres pilares y no hay acompañamiento con otros profesionales, como por ejemplo psicólogo, psiquiatra o médicos. Y por esto la “Fazenda” no es una clínica sino una comunidad terapéutica.
La motivación está en la búsqueda de una vida saludable, a través del amor, lo que más vale. Con su trabajo, los jóvenes consiguen su mantenimiento. En Uruguay todavía se sigue buscando la forma de que la “Fazenda” pueda vivir y ser autosustentable; por ahora los muchachos trabajan en el cultivo de la tierra, en el cuidado de la casa y en sus jardines. Así ocupan una buena parte de su día.
La convivencia es otro pilar, que ayuda a la reintegración de estas personas cuando vuelven a sus familias. A través de una buena convivencia, en la comunidad se intenta reestablecer un clima de familia. Por último, pero no en orden de importancia, está la espiritualidad: es el fundamento de la “Fazenda”.
Aquí nadie es forzado a ser católico o evangélico, o judío, pero si es necesaria una búsqueda de lo que transciende a nuestra humanidad.
Todos los días, los muchachos, inspirados en la espiritualidad de los focolares, tratan de vivir la palabra de Dios de ese día. Hacen juntos la oración de la mañana, y la bendición de los alimentos. Y cada cual es invitado a vivir la experiencia de amar a Dios y percibirlo en su vida personal y con sus hermanos. Una vez por semana, tienen un espacio de reunión, donde cada uno puede decir si logró vivir mejor la Palabra o en qué encontró dificultades. El período de internación en la “Fazenda” es de 12 meses; después de este período, los jóvenes vuelven a su familia, a su casa, y allí buscan vivir todo lo que experimentaron, ahora en el día a día de la vida cotidiana.
La “Fazenda” y la visita del Papa
La mayor prueba, por parte de la Iglesia, de que el trabajo de la fazenda tiene valor, se dio en 2007 en ocasión de la Conferencia de Aparecida, cuando Benedicto XVI estuvo personalmente en la “Fazenda”. Mostrando así la importancia de este trabajo, y alentando la iniciativa con estas palabras: “…La dignidad humana no puede ser maltratada de esta manera. El mal provocado recibe la misma reprobación dada por Jesús a los que escandalizaban a los “chiquitos”, los preferidos de Dios (Mt 18,7-10). Por su parte, la tarea del Papa es renovar en los corazones la luz que no se apaga, ya que quiere iluminar lo íntimo de las almas que buscan el verdadero bien y la paz, que el mundo no puede dar. Un fulgor como este, sólo necesita de un corazón abierto a las ansias divinas”.
Maicon Cesari

(*) En realidad, Beatriz es la hermana del P. Dante (nota del blog)

martes, 22 de junio de 2010

Clausura del Año Sacerdotal

El P. Thomas, párroco de Cristo Rey, en Aceguá, participó en las celebraciones de clausura del Año Sacerdotal, representando a nuestra diócesis. Estas son algunas imágenes del emotivo momento que comparte con nosotros.

 Declaraciones del padre Federico Lombardi

La Iglesia no puede vivir sin el don del sacerdocio, un don que los sacerdotes llevan en vasijas de barrio, subraya el portavoz de la Santa Sede.

Sábado, 12 jun (RV).- “Tesoro en vasijas de barro” es el titulo del editorial Octava Dies, del P. Federico Lombardi, director de Radio Vaticana y del Centro Televisivo Vaticano. El tema, nos lleva directamente a las palabras del Santo Padre en la Clausura del Año Sacerdotal cuando en su homilía llamaba a los sacerdotes a “sentirse agradecidos por el don de Dios, un don que se lleva en ‘vasijas de barro’, y que una y otra vez, a través de toda la debilidad humana, hace visible su amor en el mundo”.

La conclusión del Año sacerdotal ha sido una verdadera gran fiesta de los sacerdotes del mundo con el Papa. Los diez mil que han venido a Roma representan a muchísimos otros que comparten los mismos sentimientos. Una fiesta en la fe y en la oración. El Papa ha sido clarísimo al invitarnos con fuerza a reconocer el sacerdocio no como un oficio, un trabajo humano, sino como un don de Dios, de un Dios que confía “con audacia” a seres humanos para que digan sus palabras de perdón y lo hagan presente en el mundo con su Cuerpo y su Sangre. Hombres que –dijo el Papa en la Vigilia- son atraídos hacia Él, en la persona de Cristo, y hacia el mundo de la resurrección.

Testigos de un mundo que no es sólo aquel de un hoy en el que Dios no tiene entrada, sino más bien aquel futuro, que viene precisamente hecho presente desde ahora en las palabras y en los actos sacramentales del sacerdote. El Papa ha observado que los escándalos de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes han puesto aún más de relieve que el don de Dios se esconde en “vasijas de barro”- como dice San Pablo-, que debe por lo tanto, ser reconocido como un don y no como una gloria humana, y que debe ser acogido con humildad y valentía, custodiado con dedicación pidiendo la protección del Señor para que no sea destruido por el pecado, y semejantes abusos no ocurran nunca más.

Gratitud, humildad, confianza, en una perspectiva de fe. La Iglesia no puede vivir sin el don del sacerdocio. Es necesario pedirlo a Dios con intensidad e insistencia. La imagen de la adoración nocturna sobre la Plaza de San Pedro debe continuar acompañándonos. 

P. Tomás Tadeo SDB en Radio Vaticana
Click aquí para escuchar: http://212.77.9.15/audio/ra/00214769.RM
(Abre con Real Player o con Classic Media Player).

lunes, 21 de junio de 2010

"Para que su alegría sea completa"


1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.
3 Ustedes ya están limpios gracias a la Palabra que les he anunciado.
4 Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí.
5 Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada.
6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.
7 Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán.
8 La gloria de mi Padre está en que ustedes den mucho fruto, y sean mis discípulos.
9 Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor.
10 Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Les he dicho esto, para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría sea completa.
(Jn 15,1-11)

“Para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría sea completa”
¿Cuál es la alegría del corazón de Jesús?
¿Cuál es la alegría que quiere comunicarnos?

Las palabras de Jesús nos remiten en primer lugar a lo que acaba de decir: “les he dicho esto, para que…”
La parábola de la Vid y los sarmientos es una invitación a permanecer como discípulos en el amor de Jesús, guardando sus mandamientos, dando frutos a partir de esa unión.
Pero ese permanecer en el amor de Jesús es, a la vez, semejante del permanecer de Jesús en el Padre, guardando los mandamientos del Padre.

No parece que aquí se trate de los Diez Mandamientos… se trata más bien de la voluntad del Padre (que, por supuesto, los incluye), voluntad de vida, de salvación para sus criaturas humanas.

Podemos buscar a través de los Evangelios aquello que hace que Jesús se alegre.
Encontramos un primer motivo de alegría en Mateo (18,13) y Lucas (15,7.10), con la parábola de la oveja encontrada (Lucas agrega la moneda encontrada): alegría en el Cielo por un solo pecador que se convierte.

Después vemos a Jesús manifestar abiertamente su alegría (Lucas 10,21), a partir del regreso de los setenta y dos enviados en misión. Jesús comparte la alegría con la que llegan sus discípulos. La orienta positivamente para se alegren “de que sus nombres estén escritos en los Cielos” y finalmente, nos dice Lucas: “… se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo ‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito’.”

La alegría de Jesús, en definitiva, está en ver cumplirse el Plan de salvación del Padre. En el centro del Corazón de Jesús, en el centro de su vida, está el realizar esa voluntad del Padre. Su alegría nace, pues, de la fidelidad al Padre.

De esa alegría de Jesús brota para nosotros la fuente de la verdadera alegría. La permanencia en Jesús, la permanencia en su amor, a través de realizar por Él, con Él y en Él la voluntad del Padre para nuestra vida y para la Vida del Mundo, esa ha de ser nuestra más grande alegría.
Si la alegría de Jesús nace de su fidelidad al Padre, la nuestra nace de nuestra felicidad a Jesucristo, el enviado del Padre.

Si seguimos espigando en el Evangelio, podemos ver cómo Jesús es causa de alegría para los hombres.

Esa alegría comienza desde el anuncio de su llegada:
-    la alegría a la que es invitada María por el arcángel Gabriel (Lc 1,18): “alégrate, María”…
-    … y que ella expresará en su canto: “Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador” (Lc 1,47).
-    la alegría “para todo el pueblo” anunciada por el ángel a los pastores (Lc 2,10)
-    es la alegría de los magos al ver la estrella (Mt 2,10)
-    la alegría de Juan el Bautista, “el amigo del novio” que se alegra por su llegada (Jn 3,29)

Es la alegría de recibir a Jesús en su casa que experimenta Zaqueo (19,6), un pecador que se convierte, que se corresponde con la alegría del Cielo (Lc 15,7.10).

Es la alegría de los discípulos en la entrada a Jerusalén (Lc 19,37) que los lleva a alabar a Dios “por todos los milagros que habían visto”.

Es la alegría pascual, la alegría del reencuentro con el Resucitado.

Todas estas alegrías nos vuelven a hablar del cumplimiento del proyecto del Padre en Jesús. No son “momentos” de alegría, sin relación unos con otros. Es una alegría que atraviesa y unifica todo el Evangelio.

Y Jesús promete más alegría, aún en la persecución, porque la Cruz no está omitida para Él ni para sus discípulos:

“Bienaventurados ustedes, cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los insulten y proscriban su nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, que su recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas”. (Lc 6,22-23)

Lucas nos muestra después cómo los discípulos llegarán a experimentar esa alegría:

“Los judíos incitaron a mujeres distinguidas que adoraban a Dios, y a los principales de la ciudad; promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y les echaron de su territorio.
Estos sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo”. (Hch 13,50-52)

Finalmente, algo muy importante para nosotros, en estos tiempos de Misión Continental: la alegría de la comunidad por la llegada de nuevos miembros, fruto de la conversión:

“[Pablo y Bernabé], enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos” (Hch 15,3).

Esa es la alegría de una Iglesia en misión. Una Iglesia que quiere abrirse, que quiere crecer, precisamente viviendo al servicio de la voluntad del Padre es una Iglesia que tiene que querer y buscar esa alegría.

+ Heriberto

domingo, 20 de junio de 2010

Pueblo Plácido Rosas

Fiesta patronal de la Capilla San Luis Gonzaga
"Plácido Rosas" es el nombre de un pequeño pueblo de 480 habitantes (según un letrero colocado a su entrada, por la Ruta 18). Se encuentra a orillas del Río Tacuarí, que separa los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres. Originalmente fue conocido como “Paso del Dragón”, y aún se le llama simplemente "Dragón". Ese nombre se refiere un Oficial de la Guerra de la Independencia, que sirvió en el Regimiento “Dragones Libertadores”, a la orden de Ignacio Oribe.

El nombre de “Plácido Rosas”, es un homenaje a un hijo de Juan Rosas (uno de los Treinta y Tres Orientales). Plácido nació en Melo el 5 de Octubre de 1835. Habitualmente visitaba "Paso del Dragón" como vendedor ambulante, hasta que decidió radicarse allí. Alrededor de 1873 compra algunos terrenos. Tras su fallecimiento, el 28 de enero de 1907, su familia cumple su deseo, amanzanando el pueblo y donando predios para la Plaza Pública y la Comisaría. En 1967 el pueblo es nominado "Plácido Rosas".

La capilla de Plácido Rosas fue bendecida por el V Obispo de Melo, Mons. Orestes Santiago Nuti SDB, pocos días antes de que recibiera la ordenación episcopal su sucesor, Mons. Roberto Cáceres.
Actualmente pertenece a la Parroquia de Río Branco.
Hasta aquí llegó Mons. Heriberto, para celebrar, con un día de anticipación, la fiesta patronal (mañana es la fiesta de San Luis Gonzaga). Allí se congregó la pequeña comunidad, junto con algunos visitantes de Río Branco. El obispo presidió la Eucaristía, acompañado por el P. Nacho (sacerdote encargado de la parroquia de Río Branco). Después de la Misa, no faltó un momento para compartir refrescos y tortas, y las canciones de Mons. Heriberto.
La gente del pueblo recuerda todavía la terrible granizada que acompañó al tornado del martes 3 de enero de 2006. Cayeron piedras del tamaño de un huevo de avestruz. En la zona cientos de ovinos murieron y miles de hectáreas de arroz fueron afectadas. Los techos de dolmenit de alrededor de 35 viviendas de Mevir quedaron destruidos, además de otros destrozos. Unas 75 personas quedaron sin hogar. Al comenzar a destrozarse los techos, algunas familias se refugiaron en el baño, que contaba con una planchadita. Un hombre salvó su vida cubriéndose la cabeza con su perro, al que creyó muerto; ambos se salvaron. El paisaje parecía el de un desierto, con los árboles reducidos a troncos pelados. Los piquetes de los alambrados se astillaron y los alambres se soltaron. La comunidad señaló al Obispo que la virgencita colocada al frente de la capilla, empero, no sufrió ningún daño.

Plácido Rosas tiene su página en Facebook, donde figura como Paso del Dragón. La página contiene varios álbumes de fotografías. (La primera que hemos colocado arriba, la del cartel, está tomada de esa página). La información la hemos tomado de diferentes sitios.

Taller de Lectio Divina en Melo

Los jóvenes se abren a la Palabra de Dios
Tal como estaba previsto se realizó en Melo un Taller de Lectio Divina, animado por el P. Daniel Kerber, biblista, de la arquidiócesis de Montevideo.
Alrededor de cincuenta jóvenes, animadores y asesores de distintas parroquias de la Diócesis participaron activamente en el mismo.
El encuentro contó con el apoyo de Sociedad Bíblica del Uruguay, que aportó el manual para los "Lectionautas" y el Nuevo Testamento para cada uno de los participantes.
 En la Eucaristía final, Mons. Heriberto animó a los participantes a compartir la experiencia vivida en sus grupos y comunidades parroquiales, invitándolos a encontrarse con la Palabra de Dios a través de la Lectio Divina.

Reflexión de Mons. Galimberti, Obispo de Salto

Mensajes opuestos:
Natalidad o Envejecimiento

Dos iniciativas recientes del actual gobierno proponen mensajes opuestos. Por un lado  facilita y abarata la píldora anticonceptiva. Por otro, el Presidente  se alarma ante nuestra tasa de natalidad, la “más paralizada” de América Latina. Un invierno demográfico, como ya se ve en países avanzados, donde hoy hay más féretros que cunas.
Alguien dirá: a unos dice A y a otros dice B; eso es gobernar. Pero cuando A y B salen de una misma persona y ministerio, cabe la duda sobre la verdad y coherencia de sus dichos. Como una madre que dice a su hija: usá anticonceptivos todas las veces que quieras; pero también se lamenta porque faltan niños en las escuelas y los jóvenes se desalientan en un ambiente manejado mayoritariamente por la gerontocracia.    
Se calcula que en el 2040 los mayores de 64 años pasarán a ser más que los menores de 15.
Otra consecuencia del envejecimiento poblacional es el deterioro de la solidaridad entre generaciones: crecen los jubilados y los activos que siguen aportando disminuyen.
Nuestro Presidente ha creado un grupo interministerial, coordinado por el Ministerio de Salud Pública para proponer políticas adecuadas. Pero ya largó algunas ideas, como la de fomentar la radicación de indígenas ecuatorianos y atraer a jubilados extranjeros. La cuestión no es tan sencilla. Poblar no es sólo trasplantar. ¿Cómo se integraría una colectividad indígena, con alta tasa de fecundidad y cultura autóctona, con  poblaciones locales? 
El gobierno habla de medidas audaces. Lo expresó el ministro de Trabajo Eduardo Brenta el 1º. de mayo en cadena de radio y televisión: “La situación demográfica del país exige medidas audaces para promover el incremento de la natalidad”. Informó que el gobierno está revisando el subsidio por maternidad para “extender los plazos vigentes, igualar la situación de las trabajadoras públicas y privadas y mejorar la calidad de las prestaciones.”
Fomentar la natalidad requiere pensar en la mujer y la maternidad, la etapa del embarazo, del parto, del  amamantamiento y la educación de los hijos. En un congreso al que asistí, decía una mujer, profesora en la universidad de Oslo: “Después de haber alumbrado por primera vez, me dije: ahora no temo a nada y puedo hacer todo”.
Alcanzar esta meta resultará de la conjunción de muchos componentes, empezando por la defensa sin titubeos de la vida que se inicia naturalmente en el seno de una madre desde el primer día. Natalidad, maternidad y familia tienen que caminar juntas. Necesitamos enfoques globales sobre la vida humana, donde sexualidad y procreación no se presenten necesariamente desconectados. Necesitamos fortalecer la familia y las organizaciones de la sociedad civil como también instrumentar mecanismos para acompañar conflictos familiares. Necesitamos ampliar redes solidarias desde la etapa escolar hasta el fin del ciclo liceal, para asistir a niños y jóvenes en el estudio, el deporte y el tiempo libre.  Necesitamos educadores que ayuden a encarar las preguntas vocacionales, inquietudes espirituales y la educación sexual no sólo como mecanismo biológico y autocomplaciente sino como expresión de un don y un compromiso de amor que cuida y acompaña.
¿Cómo compaginar las propuestas a favor de la natalidad con  otra iniciativa tendiente a la facilitación masiva de anticonceptivos? El doble discurso hace perder credibilidad. En un piso proponen una cosa y en otro la contraria.
Además, el Presidente Mujica, no estaría dispuesto a vetar la ley de despenalización del aborto, en caso de que el parlamento la aprobara.
Durante una bicicleteada en el Cerro y Casavalle, Mujica aprovechó para agradecer a las madres su coraje por traer niños al mundo. Una solución radical, tan vieja y tan nueva, tan natural y tan urgente. Señales de aprecio, estímulo y aliento a las madres y a las familias que verdaderamente “hacen patria” con cada hijo que aceptan traer al mundo y educarlo.
Un planteo transparente e integral, con solidaridad y con verdad, debería poner las cartas sobre la mesa, tratando de atenuar las incongruencias de otras propuestas simultáneas.
 Diario “Cambio”, 18 de junio de 2010

sábado, 19 de junio de 2010

A cinco años de su muerte

La Parroquia Virgen de los Treinta y Tres
recibió los restos de su primer párroco

En la Eucaristía celebrada hoy, la comunidad de la Parroquia Virgen de los Treinta y Tres (Cruz Alta) de la ciudad de Treinta y Tres recordó a su primer cura párroco, el Jesuita Luis Rodríguez. Recientemente, a casi cinco años de su fallecimiento, se hizo la reducción de sus restos y se los trasladó en una urna que fue colocada a los pies de la patrona de la parroquia, la Virgen de los Treinta y Tres.
El Obispo diocesano presidió la celebración, acompañado por Mons. Roberto Cáceres, el P. Romualdo, (el 19 de junio es también el día de San Romualdo abad, de modo que la comunidad oró también por el actual sacerdote encargado de la Parroquia), el P. Asdrúbal y el Diácono Víctor.
Al comienzo de la Misa, se proyectó una serie de fotografías recordando momentos de la vida del P. Luis. A continuación, el Obispo emérito hizo una viva evocación de su figura, especialmente de su buen humor y alegría. Al termino de la celebración se bendijo el lugar donde ahora descansan sus restos y se colocó una placa.

Semblanza del P. Luis Gonzaga Rodríguez Valerio SJ

El P. Luis Gonzaga Rodríguez Valerio nació el 21 de junio de 1915, en la ciudad de San Gregorio de Polanco, a orillas del Río Negro, en el departamento de Tacuarembó. Su familia, humilde y trabajadora, inculcó en Luis una profunda devoción. Cursó la primaria en su pueblo natal, pero abandonó los estudios poco después para empezar a trabajar.
Ingresó al Seminario Interdiocesano en Montevideo, en la Avda. de las Instrucciones, el 8 de marzo de 1937 como seminarista de la diócesis de Florida y Melo, siendo Obispo Mons. Miguel Paternain. Después de cuatro años y habiendo visto clara su vocación a la Compañía de Jesús en los Ejercicios Espirituales, pasó al Noviciado de la Compañía en Montevideo el 10 de junio de 1941.
Hizo 20 meses de Noviciado, con el P. Maestro Luis Parola y luego se trasladó a Córdoba, Argentina, donde lo completó con el P. Mauricio Jiménez. Hizo los votos de bienio el 11 de junio de 1943.
Permaneció en Córdoba estudiando humanidades y ciencias hasta 1945.
En 1946 se trasladó al Colegio Máximo de San Miguel, Argentina, para estudiar la filosofía donde estuvo hasta 1948.
Hizo Magisterio en Santa Fe durante el 49 y volvió a San Miguel para los estudios de Teología.
El 20 de diciembre de 1952 fue ordenado sacerdote por el entonces Obispo de La Plata en la Iglesia parroquial de San Miguel.
Luego de finalizar sus estudios de Teología regresó al Uruguay, donde estuvo poco más de un mes en Montevideo. A principios de 1954 viajó a Parecí Novo, en Río Grande do Sul, Brasil, para la tercera probación.
A su regreso fue nombrado párroco de la Parroquia San José Tacuarembó y superior de la comunidad, dos obras que la Compañía había asumido recientemente.
El 22 de agosto de 1958 hizo profesión solemne de cuatro votos.
Hasta 1970 se entregó a la gente de su parroquia en Tacuarembó. Cuando tuvo que dejarla, fue una decisión costosa pero entregada. Fue nombrado párroco del Sagrado Corazón de Montevideo, ministerio que ejerció hasta 1972.
A pedido del recién nombrado obispo auxiliar de Minas, Mons. Mullin, Luis se trasladó a la Cruz Alta en Treinta y Tres para sustituirle como capellán del oratorio (aún no existía la parroquia). Con la fundación de la Parroquia Virgen de los Treinta y Tres, Luis es nombrado párroco el 15 de agosto de 1972, cargo que ejerció ininterrumpidamente durante 24 años.
El progresivo deterioro de su visión lo llevó en 1996 a dejar el ministerio de cura párroco para asumir el de vicario parroquial en el que continuó hasta la fecha.
Con la salud bastante deteriorada y tras varias internaciones, fue trasladado a la enfermería en Montevideo, donde podía estar mejor atendido y donde falleció el 12 de julio de 2005.
Sus restos fueron velados en Montevideo y luego trasladados a la Parroquia Virgen de los Treinta y Tres, donde continuó el velatorio, y fueron sepultados en el Cementerio de la ciudad. En 2010, se hizo la reducción de los restos y se trasladaron en una urna a la Parroquia de la que fue el primer Cura párroco.

Al cumplirse los 50 años de su ordenación sacerdotal decía: 

Profundamente agradecido a Dios nuestro Señor, espero humildemente el perdón de todas mis faltas y pecados de toda mi vida, especialmente en el cumplimiento de mis deberes y responsabilidades como sacerdote, como pastor, como párroco y espero también humildemente junto con la misericordia y el perdón de Dios mi Padre la recompensa de todo el bien que por mi medio, como siervo inútil, el Señor haya realizado en bien de su pueblo santo y para gloria de su inmensa grandeza.

(Información tomada de la carta que el provincial jesuita 
Juan José Mosca dirigió a sus hermanos 
para comunicar la noticia del fallecimiento del P. Luis).