sábado, 12 de febrero de 2011

Nuestra Sra. de Lourdes. Fiesta patronal en la capilla de Barrio Sóñora, Melo



La capilla Nuestra Señora de Lourdes, en Barrio Sóñora, perteneciente a la parroquia del Carmen de la ciudad de Melo, se vio colmada ayer a la tarde con motivo de su fiesta patronal.
Acompañado por el P. Michael y el Diácono Néstor, Mons. Heriberto presidió la Eucaristía ante fieles de la pequeña comunidad que se reúne habitualmente en la capilla, feligreses de la parroquia Ntra. Sra. del Carmen y de toda la ciudad.
En su homilía, el Obispo recordó algunos aspectos de la historia de las apariciones en Lourdes y manifestó que, junto a los milagros de las curaciones, no debe perderse de vista el milagro de la conversión, que siempre hemos de pedir para nosotros mismos y para todos.
En sus palabras, el Obispo hizo alusión a un episodio de la historia del Santuario de Lourdes: el caso de Alexis Carrel, científico, Premio Nobel de Medicina quién reencontró la fe al verificar la curación de Marie Bailly. (Ver abajo).


La conversión de un premio Nobel: el caso de Alexis Carrel y de Marie Bailly
Una curación extraordinaria es un desafío, pero ciertamente sería desafortunado plantearlo como un "desafío a la ciencia". Es más bien un desafío para el espíritu humano. En Lourdes, la Iglesia Católica considera que, por intercesión de Nuestra Señora, se han producido muchos más cambios de vida que curaciones del cuerpo. Aunque no se trató de una conversión abrupta, sino gradual, la de Alexis Carrel es quizá la más conocida, por tratarse de un científico laureado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1912.

No corresponde tratar de dilucidar el misterio que encierra toda conversión, pero sí se puede hacer una aproximación al converso, describir su trayectoria antes y después de su encuentro con el misterio, estudiar el contexto y subrayar lo que tiene de significativo para nuestros días.
 
Breve referencia acerca del Dr. Alexis Carrel
Alexis Carrel provenía de una familia católica devota y fue educado por los jesuitas. Sin embargo, al momento de ingresar a la Universidad, ya no practicaba su religión. Él era un estudiante de medicina de segundo año cuando el presidente francés, Marie François Sadi Carnot, fue asesinado por un anarquista en Lyon en 1894. El cuchillo del anarquista había cortado una arteria de primer orden, por lo que el presidente murió luego de dos días de agonía. En esos tiempos, la sutura de un vaso sanguíneo grande todavía era un tema sin solución segura. El joven estudiante de medicina Carrel decidió resolver el problema. Julius H. Comroe, profesor emérito del Cardiovascular Research Institute (University of California at San Francisco) escribió: "Carrel ganó el Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura y esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo en sutura vascular y en trasplantes de vasos sanguíneos y órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, utilizando animales de experimento, efectuó todas las acciones y desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular (...)". (1)

Seis años más tarde de sus inicios, ya médico y asistente en el Departamento de Anatomía, Carrel leyó su trabajo científico publicado en la Sociedad de Medicina de Lyon el 12 de mayo de 1902. (2) Ese trabajo científico hizo historia y lo catapultaría a la fama una década después, como Carrel intuía que lo haría. Dos semanas más tarde se encontró en el tren que llevó a Marie Bailly a Lourdes. Lo que pasó desde ese momento durante los siguientes cinco días fue escrito por Carrel después, aunque el manuscrito recién fue publicado en 1948 bajo el título "Le voyage de Lourdes, suivi de fragments de journal et de méditations", (3) cuatro años después de su muerte ocurrida en noviembre de 1944. En 1950, fue publicado en una traducción al Inglés como "The Voyage to Lourdes".

Un colega de Alexis Carrel y ex-compañero de clases le pidió que tomara su lugar como médico a cargo de un tren que trasladaba gente enferma a Lourdes. Carrel estaba interesado en Lourdes, pero no para evaluar la "autenticidad" de los milagros. En esos momentos, el no creía en milagros. Él estaba interesado en justipreciar de forma personal la velocidad con que se producía la curación de diferentes enfermedades o lesiones informadas en Lourdes. Dotado de un fino sentido de observación, sus amigos decían de él que tenía "el ojo en la espalda..."

De entre los enfermos, el Dr. Alexis Carrel fijó su atención en una joven enferma agonizante, Marie Bailly (a quien él llamó con el seudónimo de "Marie Ferrand" en sus escritos -publicados de forma póstuma bajo el título de "Un viaje a Lourdes"). Marie Bailly estaba afectada por peritonitis tuberculosa en último estadio, una enfermedad ciertamente mortal en esa época. Acerca de la condición de Marie Bailly antes de su curación, Carrel escribió:
"Hay una paciente que está más cerca de la muerte en este momento que cualquiera de los otros. He sido llamado al lado de su cama numerosas veces. Esta desafortunada chica está en las últimas etapas de una peritonitis tuberculosa. Conozco su historia. Toda su familia murió de tuberculosis. Ella ha tenido úlceras tuberculosas, lesiones de los pulmones, y ahora, en estos últimos meses, una peritonitis, diagnosticada tanto por un médico general como por un cirujano reconocido de Burdeos, Bromilloux. Su estado es muy grave, yo tuve que darle morfina en el viaje. Ella puede morir en cualquier momento, justo debajo de mi nariz. Si un caso como el suyo se curara sería realmente un milagro. Nunca dudaría de nuevo... Su condición se deteriora constantemente. Si ella llegara a casa de nuevo con vida, eso de por sí sería un milagro... Ella está condenada. La muerte está muy cerca. Su pulso es muy rápido, de ciento cincuenta pulsaciones por minuto, e irregulares. El corazón está apagándose..."
Alexis Carrel
Retirando los cobertores, el cuerpo de Marie estaba expuesto de nuevo. El abdomen estaba hinchado como antes, pero algo más pronunciado en el lado izquierdo... "Temo que se me muera entre las manos...", habría declarado Carrel. Cuando el tren arribó a Lourdes, la joven Marie Bailly estaba semi-inconciente, pero al llegar ella al Hospital de Lourdes propiamente dicho, ella estaba consciente. Carrel tenía una visión tan pesimista de la condición de la joven que prometió "convertirse en monje" si ella llegaba con vida a la Gruta, situada apenas a 400 metros del hospital. Por insistencia de Marie Bailly, una jarra llena de agua del manantial de Lourdes fue vertida tres veces sobre el abdomen, ciertamente muy hinchado, de la joven. Media hora más tarde, el pulso de la joven comenzó a disminuir y el vientre hasta entonces hinchado se acható. Durante ese tiempo, Marie Bailly permaneció totalmente conciente. Carrel quedó perplejo: el científico que regía su interior se negó a aceptar la posibilidad de un milagro, pero su mente tampoco lograba obtener una conclusión empírica y pragmática.

La curación repentina de Marie Bailly se dio a conocer ampliamente en Lyon, junto con el hecho de que Carrel estuvo presente durante su curación. Un periódico publicó un artículo, implicando que Carrel se negaba a creer en el milagro. En consecuencia, el Dr. Carrel se vio compelido a publicar una respuesta que no agradó a nadie. Él criticó a los creyentes por tomar con demasiada facilidad algo inusual como si se tratara de milagro. Y, por otra parte, reprochó a quienes se negaban a mirar los hechos cada vez que parecía ser un milagro (implicando en gran medida a los miembros de la comunidad médica).

Medio año después el Dr. Carrel tuvo que abandonar la Facultad de Medicina. Primero fue a París, de allí a Montreal, de allí a la Universidad de Chicago, y desde allí, a través de una conferencia en la Universidad Johns Hopkins, el Instituto Rockefeller. El caso de Marie Bailly se convirtió en una gran noticia en Francia recién a partir de 1913, después que Alexis Carrel, con el halo del Premio Nobel de Fisiología/Medicina de 1912, volvió de visita a Francia.
El "Dossier 54" o "Caso Bailly"
Los detalles más precisos sobre los hechos de importancia que constituyen la columna vertebral del "caso Bailly" se pueden obtener del "Dossier 54", en los archivos de "Le Bureau des Constatations Médicales" (Oficina Médica), organismo que, junto con "Le Comité Médical International", rige el análisis científico de las curaciones producidas en Lourdes. El "Dossier 54" también se encuentra en la introducción redactada por Stanley L. Jaki (ganador del Premio Templeton 1987) en ocasión de una re-edición del libro de Carrel "Un viaje a Lourdes".

Marie Bailly nació en 1878. Tanto su padre, un óptico, como su madre murieron de tuberculosis. De sus cinco hermanos, sólo uno no sufrió esa enfermedad. Ella tenía veinte años cuando se evidenciaron por primera vez los síntomas de la tuberculosis pulmonar. Un año más tarde, se le diagnosticó meningitis tuberculosa, de la que se recuperó repentinamente cuando utilizó agua de Lourdes. Dos años más tarde, en 1901, sufrió peritonitis tuberculosa. Poco después, ella ya no podía retener los alimentos. En marzo de 1902, los médicos en Lyon se negaron a operarla por miedo a que ella muriera en la mesa de operaciones.

El 25 de mayo de 1902, le rogó a sus amigos que la metieran "de contrabando" en un tren que llevaba enfermos a Lourdes. Ella tenía que ser objeto de tránsito ilícito ya que, por regla general, estaba prohibido llevar a gente moribunda en esos trenes. El tren partió de Lyon al mediodía. A las 2 de la mañana siguiente, ella se estaba muriendo. Se llamó a Alexis Carrel. Él le suministró morfina a la luz de una lámpara de kerosene y permaneció con ella. Tres horas más tarde, él diagnosticó ese caso como peritonitis tuberculosa y dijo a media voz que no iba a llegar a Lourdes con vida. El diagnóstico inmediato en ese tiempo dependía en gran medida de un procedimiento de palpación.

En Lourdes, Marie Bailly fue examinada por varios médicos. El 27 de mayo, ella insistió en ser llevada a la Gruta, aunque los médicos (entre ellos Carrel) tenían miedo de que muriera en el camino. El "Expediente 54" ("Dossier 54") del Archivo de la Oficina Médica contiene las declaraciones inmediatas realizadas por tres médicos, incluyendo el propio Carrel, y el testimonio de Marie Bailly, que escribió en noviembre y entregó a Carrel, quien lo remitió debidamente a la Oficina Médica de Lourdes. Los aspectos más destacados del testimonio de la propia Marie Bailly son los siguientes.
Al llegar a los baños contiguos a la gruta, no se le permitió la inmersión. Pidió que un poco de agua de los baños se derramara sobre su abdomen. Esto le causó un dolor punzante en todo el cuerpo. Aún así, ella pidió se reiterara. La segunda vez, ella sintió mucho menos dolor. Cuando el agua se vertió sobre su abdomen por tercera vez, le daba una sensación muy agradable.
Mientras tanto Carrel estaba detrás de ella, con un bloc de notas en sus manos. Marcó el momento, el pulso, la expresión facial y otros datos clínicos, como testigo ocular. El abdomen, enormemente hinchado y muy duro, comenzó a aplanarse y, en un plazo de 30 minutos, había desaparecido la hinchazón por completo. No se observó ningún tipo de descarga corporal.

Ella fue llevada primero a la Basílica y, a continuación, a la Oficina Médica, donde fue examinada de nuevo por varios médicos, entre ellos Carrel. Por la noche, ella se sentó en su cama y cenó sin vomitar. A la mañana siguiente, se levantó por sí misma y ya estaba vestida cuando Carrel la volvió a ver.

Carrel no podía dejar de registrar que ella estaba curada. "¿Qué vas a hacer con tu vida ahora?", le preguntó Carrel. "Me uniré a las Hermanas de la Caridad para pasar mi vida cuidando a los enfermos", fue la respuesta de Marie Bailly. Al día siguiente, Marie Bailly se subió al tren por su cuenta y, después de un viaje de 24 horas en duros bancos, llegó renovada a Lyon. Allí tomó el tranvía y se fue a la casa familiar, donde tendría que "probar" que ella era realmente Marie Bailly, la misma que sólo cinco días antes había salido de Lyon en un estado crítico.

Carrel continuó tomando un gran interés en ella. Le pidió a un psiquiatra que la pusiera a prueba cada dos semanas, lo que se realizó durante cuatro meses. Ella fue examinada regularmente en busca de trazas de la tuberculosis. A fines de noviembre, fue declarada en buen estado de salud, tanto física como mental. En diciembre, entró en el noviciado en París. Sin tener una recaída, vivió la vida ardua de una Hermana de la Caridad hasta 1937.
La inquietud de pensamiento y la conversión de Carrel
Carrel tenía ante sí un problema. Si alguien conocía los hechos del caso era él, quien humanamente sabía lo que pasó con Marie Bailly. Sin embargo, no se atrevía a creer que algo más que simplemente las fuerzas naturales había intervenido en la recuperación repentina de Marie Bailly. Continuó regresando a Lourdes para poder ver otras curaciones repentinas. Él esperaba percibir de esta forma alguna fuerza puramente natural que produjera las llamadas curaciones "milagrosas" y que lo hiciera a través del poder de la oración, al cual él consideraba una fuerza psíquica puramente natural. La prueba de ello está en su famoso libro "L'homme, cet inconnu" ("La Incógnita del Hombre - El Hombre, Ese Desconocido"), (4) que apareció publicado por primera vez en francés en 1934, luego en inglés y, posteriormente, en treinta idiomas. Allí se hace referencia, precisamente en este sentido, a varios de los milagros de Lourdes.

Para entonces, habían pasado treinta y dos años desde que Carrel había estado detrás de la camilla de Marie Bailly. En todos esos años, se había entrevistado con sacerdotes una y otra vez. Se reunió con teólogos, o mejor dicho, algunos teólogos lo buscaron a él, con la esperanza de que Carrel les diera una confirmación "científica" de los milagros. Nada de esto parecía haberlo acercado a la fe de su infancia. Entonces, Marie Bailly murió en 1937 a la edad de 58 años.

Al año siguiente, Carrel se topó con un sacerdote, Rector del Seminario Mayor en Rennes, con quien desarrolló rápidamente una relación. El Rector le sugirió ver a un monje trapense, Alexis Presse. El Padre Alexis había pasado una década restaurando y reabriendo abadías en ruinas en toda Francia. En 1939 comenzó a trabajar en una abadía en ruinas en Bouquen, a sólo una hora en automóvil de la residencia de verano de Carrel en Bretaña. Cuando se dirigía con su esposa, Carrel permaneció refunfuñando: "El encuentro con los sacerdotes le hace a uno más daño que bien".

Llegaron. Desde las ruinas vino un monje, el Padre Alexis. Miró a Carrel, quien comenzó a sentir "algo extraño corriendo a través de él". Cuatro años más tarde, en noviembre de 1944, Carrel se moría en París. El mensaje fue enviado al Padre Alexis en Bretaña. El monje abordó un tren militar que transportaba bananas de América a las tropas que seguían combatiendo a los alemanes más allá de París. Llegó justo a tiempo. Carrel pidió los sacramentos antes de morir, el 5 de noviembre de 1944. Eduardo de la Hera hizo una descripción de los conversos que quizá se corresponda con la de Alexis Carrel, un converso de "Nuestra Señora de Lourdes":
"Los conversos son esas personas que, después de haber vivido al margen de toda fe religiosa, un día inolvidable dieron un viraje tan intenso a la trayectoria de su vida que cambiaron de rumbo. Y comenzaron, si se me permite la expresión, a "tomarse en serio a Dios". Dios trastocó sus vidas. En cierto sentido, se las complicó. Alguien pudo ver en ellos a seres sugestionados, alucinados o alienados. Pero no, ellos no se salieron de este mundo: el suyo y el de todos, el único que tenemos. (...) Tampoco se transformaron en fanáticos de lo religioso. Supieron, simplemente, mostrarse coherentes con su verdad y respetuosos con la verdad de los otros." (5)
Eduardo de la Hera

Esta es la esencia de lo que realmente le sucedió en Lourdes a aquel hombre laureado con el premio Nobel. La totalidad del famoso "Dossier 54" brinda sólo la mitad de la respuesta a la pregunta: ¿Qué ocurrió realmente? La otra mitad no se trata tanto de medicina sino que se enmarca en el plano de la fe católica.
 
La Iglesia Católica y la no certificación de la curación como milagro
Por cierto, esta curación no fue reconocida como "milagrosa" por la Iglesia. El caso de Marie Bailly, fue discutido en varias ocasiones en distintos niveles por la Oficina Médica de Lourdes y, finalmente, en París, en su nivel más alto, por el Comité Internacional. Era el año 1964. Se tomó la decisión en contra de la naturaleza milagrosa de la cura. ¿La razón?

Debido a que los primeros médicos que la atendieron no habían considerado la posibilidad de un embarazo psicológico (pseudociesis) –para lo cual se requeriría de más informes psicológicos y psiquiátricos previos a la curación–, el Comité Internacional decidió fallar en contra de la recomendación de considerar a la curación de Marie Bailly para su aprobación eclesiástica como "milagro". Se podría suponer que se trataba de una suposición descabellada. ¿Podrían tantos médicos diagnosticar incorrectamente semejante caso? ¿Podrían todos los médicos equivocarse al momento de palpar la pesada mucosidad del abdomen? Esto, debido a que la peritonitis de Marie Bailly no producía una mucosidad líquida, sino pesada. La palpación puede fácilmente establecer la presencia de esa mucosidad densa y pesada, especialmente cuando se presenta en grandes cantidades. Más aún, ¿a dónde había ido a parar toda esa pesada mucosidad en sólo 30 minutos? Por último, Marie Bailly había superado todas las pruebas psicológicas posteriores a su curación con gran éxito. Ella resultó ser una persona equilibrada, con sentido común y difícilmente impresionable.

Sin embargo, el fallo fue en contra, a fin de excluir la más mínima posibilidad de error en la certificación de ese hecho como "milagroso". Eso, aunque quien firmara en representación de la ciencia médica que se trataba de un hecho inexplicable fuera un Premio Nobel de Fisiología o Medicina.

Un renacimiento espiritual
En cierto sentido, las contribuciones del Dr. Alexis Carrel en el campo de la medicina no perduraron en el reconocimiento que se les debería, ni siquiera por parte de sus colegas científicos. En el artículo antes mencionado, Julius H. Comroe señaló: "En 1974, antes de iniciar una charla a un grupo de científicos cardiovasculares en su reunión anual, le entregué a cada uno una tarjeta que tenía en la parte superior esta requisitoria: «Sin consultar a nadie, por favor escriba a continuación del nombre de cada persona (mencionada), aquélla que considera fue su mayor contribución a la ciencia biomédica». Seguían cuatro nombres, uno de los cuales era Alexis Carrel. Cuando las respuestas fueron tabuladas, encontré que sólo 7 de los 111 que retornaron sus tarjetas conocían sus grandes contribuciones a la cirujía vascular, 33 sólo conocían sus últimos trabajos sobre cultivos de órganos, y 71 escribieron después del nombre de Carrel: NOADE -nunca oí acerca de él-." (1). Sin embargo, el renacimiento espiritual de Alexis Carrel llegó a ser uno de los ejemplos más reconocidos de conversiones en Lourdes.

En su libro póstumo "Viaje a Lourdes", el protagonista lleva el seudónimo de Dr. "Lerrac", que es su apellido al revés, Carrel. Allí, Alexis Carrel escribió:
"Y él se fue a la gruta, a contemplar atentamente la imagen de la Virgen, las muletas que, como exvotos, llenaban las paredes iluminadas por el resplandor de los cirios, cuya incesante humareda había ennegrecido la roca... Lerrac tomó asiento en una silla al lado de un campesino anciano y permaneció inmóvil largo rato con la cabeza entre las manos, mecido por los cánticos nocturnos, mientras del fondo de su alma brotaba esta plegaria:
«Virgen Santa, socorro de los desgraciados que te imploran humildemente, sálvame. Creo en ti, has querido responder a mi duda con un gran milagro. No lo comprendo y dudo todavía. Pero mi gran deseo y el objeto supremo de todas mis aspiraciones es ahora creer, creer apasionada y ciegamente sin discutir ni criticar nunca más. Tu nombre es más bello que el sol de la mañana. Acoge al inquieto pecador, que con el corazón turbado y la frente surcada por las arrugas se agita, corriendo tras las quimeras. Bajo los profundos y duros consejos de mi orgullo intelectual yace, desgraciadamente ahogado todavía, un sueño, el más seductor de todos los sueños: el de creer en ti y amarte como te aman los monjes de alma pura...»
Eran las tres de la madrugada y a Lerrac le pareció que la serenidad que presidía todas las cosas había descendido también a su alma, inundándola de calma y dulzura. Las preocupaciones de la vida cotidiana, las hipótesis, las teorías y las inquietudes intelectuales habían desaparecido de su mente. Tuvo la impresión de que bajo la mano de la Virgen, había alcanzado la certidumbre y hasta creyó sentir su admirable y pacificadora dulzura de una manera tan profunda que, sin la menor inquietud, alejó la amenaza de un retorno a la duda." (3)
Alexis Carrel
Quizá el número total de curaciones declaradas como "milagros" sólo sea un dato anecdótico, puesto que la importancia de "Nuestra Señora de Lourdes" viene dada por el renacimiento espiritual de aquellos que a ella acuden.
"Nuestras indagaciones no llegarán nunca a dilucidar el misterio de un renacer espiritual y de los caminos de la gracia. Con todo, puede pretenderse ver cómo se encuadra en su época, cómo la moldea y es moldeado por ella." (6)
Romano Guardini
(1) Comroe, J.H. (1978). Who was Alexis Carrel. American Review of Respiratory Disease 118: 391–402.
(2) Carrel, A. (1902). La technique opératoire des anastomoses vasculaires et la transplantation des viscères. Lyon médical 98: 859-864.
(3) Carrel, Alexis (1970). Viaje a Lourdes: seguido de fragmentos del diario y meditaciones. Editorial Iberia
(4) Carrel, Alexis (1953). La Incógnita del Hombre (El Hombre, Ese Desconocido). Iberia. pp. 200. (edición del año 1970). 
(5) de la Hera, Eduardo (2009). El fuego de la montaña. San Pablo (Madrid). p. 488.
(6) Guardini, Romano (2006). El Señor: meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, 3a ed. Ed. Cristiandad (Madrid). p. 706.

Extractado del artículo "Nuestra Señora de Lourdes" en Wikipedia
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

why not...