viernes, 22 de abril de 2011

Via Crucis Criollo


Estaciones del Via Crucis.
Armado en base a:
El Evangelio Criollo de Amado Anzi SJ
Salmos Criollos de Mamerto Menapace OSB

I Estación
Jesús es condenado a muerte

Pa' la fiesta de la Pascua
sabían soltar un preso,
y esos días en proceso
tenían a Barrabás,
un criminal; y, además,
famoso por sus ecesos.

“¿A quién quieren que les suelte:
a este ladrón o al Mesías?”
porque Pilato sabía
que los jefes lo entregaban
por la envidia que les daba
al ver las obras que hacía.

“¡Que lo suelte a Barrabás!”
Le gritaban azariados:
mientras por el otro lado,
lo mesmo que satanases,
le pedían que matase
al inocente acusado.

“¿Qué hago entonces con el Cristo?”
Preguntó el gobernador;
y al punto se oyó el clamor:
“¡Que lo mate!, ¡qué lo mate!”
como si juera un remate
entre el odio y el amor.

Y aquella tarde tan negra
como una noche sin luz
Pilato entregó a Jesús
en manos del pecador,
pa' que estaquiara el amor
en los palos de una cruz.

II Estación
Jesús carga con la cruz

Mientras se burlaban de Él
hasta el poncho le quitaron
y después le acomodaron
la ropa que antes tenía,
que algo más le cubriría
su vergüenza y desamparo.

Salió con la cruz a cuestas
como cualquier presidiario.
Y aquél pueblo perdulario,
tan lleno de sus favores,
no le mezquinó dolores
hasta llegar al calvario.

III Estación
Jesús cae por primera vez

En busca de tu socorro
ando aguaitando a las sierras,
de Ti me vendrá la ayuda
Creador de Cielos y Tierra.

No dejará que tropieces,
Él será tu centinela;
dormite nomás tranquila
pues es el Señor quien vela.

(Salmo 120)

IV Estación
Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar la cruz

Llegando en eso un paisano
de su campito vecino,
esos crueles asesinos
lo cargaron con la cruz;
pues no juera que Jesús
se muriera en el camino.

V Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús

Por ti madrugo, Señor,
sedienta de tu presencia;
sufre mi alma tu ausencia
cual reseco salitral;
tu boca vengo a escuchar
buscando no sé que ciencia.

Ya que tu amor nos da vida
los labios te han de cantar,
siempre hemos de recordar
bendiciendo tu memoria;
porque te hiciste escoria
pa’ podernos libertar.

Te recuerdo hasta de noche
mientras mis sueños enriedo,
en ti mi refugio encuentro,
a tu sombra hice mi nido,
sólo tu rostro he querido
como amor prendido dentro.

(Salmo 62)

VI Estación
Jesús cae por segunda vez

Hundido en tembladeral
a vos te llamo, Señor,
pará, mi Dios, las orejas,
no rechacés mi oración.

En Dios está la Piedá
tiene grande el corazón
y Él librará a este pueblo
caído en la opresión.

(Salmo 129)

VII Estación
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

Gran muchedumbre de pueblo
lo seguía y lo rodiaba,
y las mujeres lloraban
a la orilla de la senda,
al ver la infamia tremenda
que ante sus vistas pasaba.

Al verlas tan compasivas
entre tanto odio y desdén
“¡Hijas de Jerusalén,
No lloren por mí – les dijo -
lloren por sus propios hijos
y por ustedes más bien!”.

"Si esto se hace al palo verde
con el seco se hará pior".
Esto lo dijo el Señor
refiriéndose al pecado;
que si esto hacía al honrao
¿qué no haría al pecador?

VIII Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras

Cuando llegaron al sitio
que tenían destinado,
aquellos hombres malvados
clavaron al mesmo Dios
en la forma más atroz
que pudo hacerlo el pecado.

Le arrancaron, pues, la ropa
con un tirón inhumano,
después de pieses y manos
lo clavaron al Señor,
sellando en sangre el amor
entre Dios y el ser humano.

IX Estación
Jesús es clavado en la cruz

Al filo del mediodía
el crimen quedó acabado.
Dos ladrones de ambos lados
y en el medio el Redentor.
Era el drama del pecado
vencido por el amor.

Y algunos de mala entraña
cobardes burlas le hacían:
“¡Cómo, ¿no era – le decían -
que ibas al templo a voltiar,
pa poderlo levantar
en solamente tres días?”.

"Bajá entonces de la cruz,
si es tan grande tu poder;
pero, ¿cómo puede ser
que a tantos haiga salvado
sin poder, por otro lado,
a sí mesmo defender?"

“Si sos el Hijo de Dios,
que Dios te libre, aparcero;
bajá de la cruz primero,
pa que puedan verte todos,
y puedan crer de ese modo
que sos el Dios verdadero".

Por lo mesmo que era Dios
No se bajó del suplicio,
y esos mortales sin juicio
después supieron un día
que a todos nos convenía
tanto amor y sacrificio.

X Estación
Jesús nos da a su madre

Estaban junto a la cruz
de su terrible agonía
su santa Madre María,
dos mujeres que lloraban,
y tan solo Juan estaba
de los doce que tenía.

Y Jesús mirando a Juan,
en ese sangriento día
le dio por madre a María,
que, pa’ gloria de su nombre,
en adelante sería
Madre de Dios y del hombre.

Nos dejó a su santa madre
también como madre nuestra
y pa darnos mayor muestra
de su cariño sincero
se quedó como aparcero
en esta tierra siniestra.

XI Estación
Jesús muere en la cruz

Y mientras Jesús llegaba
al natural desenlace,
como si nada pasase
clamó mirando al gentío.
“Perdónales, Padre mío,
porque no saben lo que hacen!"

Como a las tres de la tarde
se escureció en todos lados;
entonces Jesús, rodiado
de aquél siniestro sombrío,
gritó: “¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has desamparado?"

“¡Todo está cumplido!”, dijo,
cuando el vinagre probó.
Entonces se conmovió
y, alzando la voz con calma,
le entregó a su Padre el alma
y, ladiandosé, murió.

Un soldado al ver, entonces,
las cosas que sucedían,
y que el mundo se movía
con un terrible temblor,
confesó que aquél Señor
un ser divino sería.

“¡Rialmente que era hombre justo
y el Hijo de Dios!”, gritó;
y el pueblo que presenció
aquellos terribles hechos,
dándose golpes de pechos,
pa’ la ciudad se volvió.

El misterio de la cruz
es difícil de entender;
pero el hombre ha de saber,
cuanto más ame al Señor,
más le ayudará el amor
pa’ poderlo comprender.

XII Estación
El Corazón de Jesús es traspasado por la lanza del soldado

Quebraron pues los soldados
las piernas a los ladrones.
Lo hacían en ocasiones
pa’ que enseguida murieran
y lo más pronto pudieran
tirarlos en los zanjones.

Viendo ya muerto a Jesús
no le dieron tal medida.
Pero un soldado enseguida
pa’ confirmarse del hecho
le dio un lanzazo en el pecho
que le abrió una gran herida.

Y al punto salió agua y sangre
del corazón traspasado.
Juan lo ha visto y lo ha contado
como testigo que fue
pa’ que todos tengan fe
en las cosas que han pasado.

Dende la cruz redentora
el Señor nos dio el perdón.
Y pa' darnos de un tirón
todo su amor sin medida,
abrió en su pecho una herida
y nos dio su corazón.

XIII Estación
Jesús es bajado de la cruz

A la caída de la tarde
Don José de Arimatea
tomándose la tarea
fue y pidio al gobernador
que lo nombrase albacea
del cadáver del Señor.

Don José de Arimatea
era entonces senador
hombre recto y sabedor
que se opuso a la sentencia
que los jueces sin conciencia
dictaron contra el Señor.

Pilatos se almiró un poco
que tan pronto hubiese muerto
y sabiendo que era cierto
por informes del soldado
le dio entonces campo abierto
pa’ retirar al finado.

Vino además Nicodemo
pa' hacer también de testigo
Ya los dos eran amigos de Jesús,
pero encubiertos.
Se jueron, pues, como digo,
y lo bajaron al muerto.

XIV Estación
Jesús es colocado en el sepulcro

Lo envolvieron en un lienzo
y le dieron sepultura
cavada en la piedra dura
en forma como de cueva
aquella tumba era nueva
y al mismo tiempo, segura.

Mientras tanto las mujeres
miraban con ansiedad,
cerraron la cavidad
con una loza en la puerta
y por las sendas desiertas
volvieron pa' la ciudad.

XV Estación
Jesús resucita del sepulcro

La María Madalena
lloraba aquel robo impío,
cuando en blancos atavíos
vio dos ángeles sentados
que estaban por ambos lados
de aquel sepulcro vacío.

"¿Y por qué lloras mujer?"
Entonces le preguntaron.
Y en su triste desamparo
les dijo ella con dolor:
“Porque han robao al Señor
y no sé ande lo llevaron”.

Entre tanto se explicaba,
sintiendo como unos pasos,
miró pa’ atrás, por si acaso,
y vio a Jesús en el huerto,
sin conocerlo por cierto,
en ese primer vistazo

"¿Y por qué lloras mujer?"
Le preguntó el Redentor
Ella entonces, con dolor,
pensando que era el puestero
le preguntó el paradero
del cuerpo de su Señor.

“María”, dijo Jesús
y se le dio a conocer.
Entonces, al comprender,
“Maestro”, le dijo María,
mientras hincada gemía
sin poderse contener.

Jesús habló con María
y luego se despidió.
Allí mismo le ordenó
diciéndole muy humano
“Vaya y cuente a mis hermanos
todas las cosas que vio”.

María contó al llegar
que lo conoció en la voz.
Al despedirse los dos,
dijo que se iba el Maestro
“A su Padre y Padre nuestro
Y a su Dios y nuestro Dios”.

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