martes, 31 de mayo de 2011

Fiesta patronal del Colegio María Auxiliadora de Melo


Mons. Heriberto celebró anoche la Eucaristía en el Colegio María Auxiliadora de Melo, en el marco de la fiesta patronal del centro educativo. En su homilía se refirió a la advocación que da nombre al colegio.

"Todo lo ha hecho ella"

Celebramos hoy la fiesta de María Auxiliadora, María auxilio de los cristianos, que fue el pasado 24 de mayo. Es la patrona de nuestro colegio, que lleva su nombre.
María Auxiliadora es uno de los nombres o advocaciones con que nombramos a María de Nazareth, la Virgen María, la madre de Jesús. A María la nombramos con muchos nombres, y aquí en Melo tenemos también a la Virgen del Pilar, que está presente desde la fundación de nuestra ciudad. Hay aquí también una capilla dedicada a la Virgen de Lourdes, en el barrio Sóñora; otra a Nuestra Señora del Rosario, en el barrio López Benítez; la patrona del Uruguay es la Virgen de los Treinta y Tres… pero es siempre María Virgen, la madre de Jesús, el Hijo de Dios.
Ahora, ¿por qué todos esos nombres? Cada uno tiene su historia, y cada uno quiere recordar algo relacionado con la Virgen. A veces es una aparición de María, como en Lourdes o en Fátima; otras veces, es un hecho histórico, como su presencia en el origen de nuestra independencia. A veces, es simplemente una cualidad de María, algo que nos dice cómo es ella. Ése es el caso de María Auxiliadora. Nos dice que ella es nuestro auxilio, nuestra ayuda en los momentos difíciles, aquella a la que podemos llamar cuando no sabemos qué hacer o a dónde buscar ayuda.
Don Bosco, San Juan Bosco, fundador de los Padres Salesianos y fundador, junto con Madre Mazzarello de las Hijas de María Auxiliadora, fue un gran impulsor de la devoción a María Auxiliadora. Pero él no fue el primero. Allá, en los primeros siglos del cristianismo, en el año 345, San Juan Crisóstomo invocaba a María como Auxiliadora.
A lo largo de la historia hubo momentos de mucho peligro para los cristianos. Hubo guerras, hubo batallas, en las que lo que se estaba defendiendo era la misma fe cristiana. Allí hubo Papas y Reyes que invocaron la protección de María Auxiliadora, y el enemigo fue derrotado o detenido.
Pero fue Don Bosco el que empezó a invocar a María Auxiliadora para otros momentos de la vida. Él le ofreció todas sus obras. Puso bajo la protección de ella todos sus trabajos. ¡Y los trabajos de Don Bosco fueron de verdad muchos! Su obra se extendió muy pronto por toda Italia, por Europa, por el mundo… Todavía vivía Don Bosco cuando los primeros Salesianos llegaron al Uruguay, enviados por él mismo. La obra salesiana creció, se hizo inmensa, en colegios, en parroquias. Don Bosco se hizo enormemente conocido y apreciado, no sólo dentro de la Iglesia, sino también en la sociedad civil, por su gran obra educativa. Pero, ¿qué decía Don Bosco, cuando la gente le expresaba toda su admiración? Él miraba a María Auxiliadora y decía “todo lo ha hecho Ella”.
Y aquí estamos nosotros, hoy, celebrando a María Auxiliadora. Don Bosco nos anima a que nos acerquemos a ella con la misma confianza con la que él puso toda su obra en sus manos.
Y nosotros, ¿qué le traemos? ¿Qué vamos a poner en manos de María para que ella lo haga crecer? ¿Cuáles son nuestras buenas obras, nuestros lindos proyectos, nuestros mejores deseos? Como comunidad educativa que está puesta en las manos de María, no podemos menos que pedirle su protección para nuestro colegio. Que ella nos ayude a salir adelante. Que aquí podamos cumplir una tarea verdaderamente, profundamente educativa. Que aquí podamos realizar una educación verdaderamente integral, que haga crecer a los niños y adolescentes, y a sus familias, en todas las dimensiones de la persona: en el buen razonamiento, en los buenos sentimientos, en el buen uso del cuerpo, en la vida de la fe.
Que de este Colegio, que ya no es salesiano, pero que sigue teniendo a María Auxiliadora como inspiradora, sigan saliendo, como quería Don Bosco “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Buenos cristianos, es decir, hombres y mujeres que quieren seguir el camino de Jesús en su vida, personas de fe, personas que quieren crecer en el amor a Dios y al prójimo. Y por eso mismo, buenos ciudadanos, es decir, personas que no viven sólo para sí mismas, sino buscando con su trabajo, con su saber, con su responsabilidad, contribuir al bien común de toda la sociedad, de todo nuestro pueblo. Que María nos auxilie en esta tarea, y que podamos también nosotros decir “todo lo ha hecho ella”. Así sea.

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