miércoles, 31 de agosto de 2011

Fiesta patronal en Ramón Trigo

San Ramón Nonato


La capilla San Ramón, en la localidad de Ramón Trigo, departamento de Cerro Largo, celebró hoy su fiesta patronal.
Mons. Heriberto, acompañado por el Diácono Luis Fernando y la Hna. Zulema MFVE celebró hoy allí la Eucaristía y compartió el resto de la tarde con la comunidad.

lunes, 29 de agosto de 2011

Comunicado del Obispado de Salto a propósito del accidente de Mons. Galimberti



Agradecen las oraciones y la solidaridad recibida

Mons. Pablo Galimberti sufrió un accidente automovilístico ayer en Ruta 3, cerca de Salto

En la tarde de ayer, Domingo 28 de agosto, sobre las 20.00 hs, el obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti sufrió un accidente mientras regresaba de la ciudad de Bella Unión, a donde se había desplazado para presidir la procesión y misa patronal de esa parroquia, Santa Rosa del Cuareim.
El accidente tuvo lugar en las cercanías de la Colonia Garibaldi, al norte de la ciudad de Salto, más precisamente en el kilómetro 499 de la ruta 3.

El accidente

Si bien los detalles del hecho no han sido esclarecidos totalmente, se sabe que el auto donde viajaba Galimberti chocó contra un camión que se encontraba sin luces en ese lugar. Como consecuencia del impacto, los tres ocupantes del auto sufrieron politraumatismos de diversa índole. Francisco Zsednicek, el chofer, resultó con heridas leves, al igual que Mons. Galimberti, quien además registra dos hematomas en un pulmón y un riñón que de acuerdo a los informes médicos no revisten gravedad, aunque sí cuidados especiales. El tercer ocupante del vehículo es Igor Alcalde, amigo de Galimberti, oriundo de San José, presenta traumatismo de cráneo y una leve lesión en la zona cervical.
Los tres heridos fueron conducidos inicialmente a la Emergencia del Centro Médico Quirúrgico de Salto, y después de practicarle los primeros estudios quedaron internados en el Sanatorio Uruguay donde hoy le practicarían otros estudios complementarios. La evolución, en los tres casos, es buena y sin complicaciones.

Solidaridad y cercanía

Desde que se comenzó a hacer pública la noticia, no han cesado las muestras de solidaridad y cercanía del pueblo salteño y de la Iglesia en Uruguay, que por distintos medios se han hecho presentes ofreciendo ayuda y orando por quien es cabeza de la Iglesia católica en el Litoral Norte del país.

El Obispo así como quienes le acompañaban quieren hacer llegar su agradecimiento a los vecinos del lugar del accidente, a Policía Caminera, al personal técnico y profesional de las Ambulancias, de la Emergencia del Centro Médico de Salto y Sanatorio Uruguay, a los Medios de Comunicación Social y a cuantos de una u otra manera se han hecho personalmente o de forma telefónica para conocer su estado de salud y ofrecer su colaboración.

Salto, 29 de Agosto de 2011
Obispado de Salto

Monseñor Galimberti y sus acompañantes se recuperan tras importante accidente de tránsito

Foto: diario El País de Montevideo

Nacional

Obispo Galimberti sufrió grave accidente de tránsito

Retornaba de Bella Unión; el siniestro se produjo en la Ruta 3

SALTO | LUIS PÉREZ (El País digital)
Un grave accidente de tránsito sufrió anoche el obispo de la diócesis de Salto, monseñor Pablo Galimberti, cuando retornaba de Bella Unión después de haber participado de las festividades en la capilla Santa Rosa de Lima. Junto al religioso viajaban el conductor del vehículo, Francisco Senisek, y un amigo de sus pagos de San José, Igor Alcalde, quienes también sufrieron diversas lesiones.
El siniestro que se produjo sobre las 20:00 horas, a la altura del kilómetro 499 de Ruta 3, en las proximidades de Colonia Garibaldi, habría sido provocado por un automovilista que sin luces en su rodado intentó desde un camino vecinal ingresar a la ruta. Pese a la magnitud del choque, los heridos no perdieron el conocimiento y en un rápido operativo montado por Policía Caminera fueron trasladados a la mutual de la Sociedad Médico Quirúrgico donde luego de practicadas tomografías los médicos derivaron tanto a monseñor Pablo Galimberti y a sus acompañantes a un sanatorio particular.

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Hoy por la mañana, Mons. Carlos Collazzi, presidente de la CEU, se comunicó con Mons. Galimberti. El Obispo de Salto respondió con su habitual amabilidad, aunque manifestó sentirse dolorido por los golpes recibidos en el impacto. 
Igor Alcalde, responsable del DECOS de la Diócesis de San José de Mayo y webmaster del sitio de la Conferencia Episcopal Uruguaya, amigo de Galimberti, se encontraba de visita en Salto y acompañó al Obispo a Bella Unión, habló esta mañana con Adriana Porteiro, de la Oficina de Prensa de la CEU. Alcalde se mostró sereno y comunicativo. Se le ha colocado un cuello ortopédico para prevenir problemas cervicales.
El conductor, Francisco Zednicek, hermano del salesiano Milán Zednicek, primer misionero uruguayo en África, fue quien sufrió los menores daños, tiene un corte en la mano y cortes.
(+ Heriberto Bodeant)

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Campanas de Uruguay repicaron por el Bicentenario

Las flamantes campanas del templo parroquial de Young
(Río Negro, Diócesis de Salto) también repicaron el 25.
(Foto: Mariela Piriz, Young)
Misas de oración por la patria en todo el territorio

MONTEVIDEO, viernes 26 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Este 25 agosto, los obispos de Uruguay presidieron misas por la patria y al mediodía repicaron las campanas en las iglesias del país.

Respondiendo a la invitación efectuada por la Conferencia Episcopal Uruguaya (CEU), en su última plenaria, el 3 de agosto, en Florida, las diócesis organizaron celebraciones especiales en un nuevo aniversario de la Declaratoria de la Independencia, en el marco del Bicentenario del proceso de emancipación de la Nación Oriental.

En su mensaje a todas las comunidades, los obispos invitaban a que este 25 de agosto se realizaran celebraciones especiales en todas las diócesis y se repicaran las campanas de todas las iglesias a las 12 horas.

Invitaban también a participar en las celebraciones presididas por los obispos en sus respectivas catedrales y el día 13 de noviembre en la Peregrinación a Florida, en la Solemnidad de la Virgen de los Treinta y Tres.

“Ese día celebraremos todos juntos este Bicentenario y los 50 años de la Coronación Pontificia de la Imagen de Nuestra Señora, Patrona del Uruguay”, afirmaban los obispos.

Tal como estaba previsto, este miércoles los obispos presidieron misas en acción de gracias por la patria, en todos los rincones del territorio nacional.

En 1825, dentro del proceso independentista, los Treinta y Tres Orientales se reunieron en Florida, donde realizaron la Asamblea de la Independencia Nacional, y en la Piedra Alta, convertida en Altar de la Patria, proclamaron, el 25 de agosto, la Declaratoria de la Independencia Nacional. [1]

A la Pequeña imagen de la Virgen María, que se veneraba en la capilla del pueblo, presentaron sus ansias de independencia, dando así origen a la advocación: “Virgen de los Treinta y Tres”.

Este 19 de agosto el obispo Pablo Galimberti, presidió en la Basílica Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Paysandú, la Eucaristía de Acción de Gracias por el Bicentenario del comienzo de la emancipación oriental.

Antes del Te Deum, el obispo destacó algunos episodios ocurridos en suelo sanducero, en particular se refirió al primer signo revolucionario en la Banda Oriental, anterior al Grito de Asencio, al que historiadores como Mario Cayota entre otros, señalan como “el Grito de Casablanca”, ocurrido el 11 de febrero de 1811 del que fueron protagonistas destacados, entre otros, el cura de Paysandú Silverio Martínez y su teniente cura el fraile dominico Ignacio Maestre.

Otras independencias por lograr

El obispo de Tacuarembó, monseñor Julio Bonino, presidió una Misa por la Patria en la iglesia del colegio Jesús Sacramentado. La Eucaristía se celebró en ese templo eucarístico, dado que la catedral se encuentra en proceso de reforma.

Así mismo, el obispo Bonino, en la conferencia “Bicentenario de la nación oriental”, organizada por la CEU y la Universidad Católica del Uruguay (UCU), analizó algunos aspectos de la situación social en el país.

Se refirió a la independencia de la Iglesia católica con respecto al Estado uruguayo, la problemática del narcotráfico, el consumo de pasta base y los derechos humanos, y propuso instalar consultorios para atender los problemas del embarazo en adolescentes.

Monseñor Bonino recordó que a principios del siglo XX quedó la Iglesia separada del Estado. “El Estado y la Iglesia están absolutamente separados desde principios del siglo pasado y eso lleva a que la institución no tenga compromisos, lo que nos da una gran libertad”, señaló.

Recalcó que en Uruguay “se da un verdadero reclamo en cuanto a derechos humanos” y que “los presos son una población que ha crecido en número y decrecido en edad, siendo cada vez más jóvenes los que están en situaciones que no son humanas”.

Añadió que “otras de las realidades que tenemos que encarar es el embate del narcotráfico, que introdujo la pasta base, que es verdaderamente un veneno, con un efecto muy rápido sobre las conductas, y el proceso de adicción es también rapidísimo”.

Se refirió a “la violencia, que cobra tantas víctimas y deja tantas marcas”. Sostuvo que “la Pastoral Social de un país tiene mucho que ver con lo que en el país está sucediendo” y, ante la emergencia social "discernimos que lo que tenemos que hacer es colaborar desde nuestra identidad".

También hizo referencia al embarazo en adolescentes y propuso la instalación de “policlínicas ginecológicas para adolescentes porque el trato que hay que tener es muy diferente”.

Señaló que es necesario dar voz a la gente del ámbito rural. Dijo que el Departamento de Pastoral Social “hizo una encuesta que intentaba ponerles el micrófono a las comunidades rurales para poder hacer resonar en el país voces del campo, que son los más alejados”.

En este sentido, añadió que “hemos sido invitados por la Conferencia de Aparecida a vivir más intensamente el llamado de la misión y no hay duda de que dentro de los más alejados de los servicios sociales y eclesiales están los que viven y trabajan en el campo”.

De la celebración bicentenaria se hizo eco este 24 de agosto el diario vaticano L’Osservatore Romano citando a la Conferencia Episcopal uruguaya en su petición de reforzar la identidad nacional y apreciar al patrimonio construido en estos doscientos años, rescatar los valores más auténticos y trabajar juntos para “construir una patria edificada en la verdad, la justicia, la libertad y el amor”.

 [1] Nota del editor: se le puede perdonar a Zenit la imprecisión, pero no queremos que quede sin constar en este blog: no fueron los Treinta y Tres Orientales quienes "se reunieron en Florida, donde realizaron la Asamblea de la Independencia Nacional", sino los representantes elegidos por los cabildos de 14 pueblos de la Banda Oriental. Ver nota sobre el Pbro. Francisco Larrobla, quien, delegado por Guadalupe (Canelones) presidió la asamblea (y no era, por cierto, uno de los Treinta y Tres Orientales). +HAB

domingo, 28 de agosto de 2011

Encuentro Diocesano de Catequistas en Santa Clara de Olimar















"Vayan a Santa Clara allí me verán. Jesús". El sms llegó a cada uno de los catequistas que, el sábado pasado, por la noche, miraba la tormenta, con intensa lluvia y relámpagos que azotaba casi toda la Diócesis de Melo (departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres). La comunicación de Carla, coordinadora del Oficio Catequístico Diocesano alentaba a quienes pudieran tener dudas sobre la realización del encuentro: "¡Ánimo! ¡A no dormirse! No se suspende por lluvia".
El domingo amaneció nublado y se mantuvo bastante frío en la mañana, pero la tarde trajo el regalo de un sol radiante y un hermoso cielo azul.
70 catequistas de Río Branco, Aceguá, Isidoro Noblía, Melo, Fraile Muerto, Tupambaé, Santa Clara, Cerro Chato, Treinta y Tres y Vergara se reunieron en la parroquia Santa Clara de Asís, en Santa Clara de Olimar.
Allí tuvieron en la mañana una reflexión animada por Mons. Heriberto, sobre el tema "Catequesis como iniciación a la vida cristiana". El Obispo subrayó la centralidad del encuentro con Jesucristo Vivo en el comienzo y en el camino del proceso catequético y detalló diferentes aspectos de la vida cristiana a partir de ese encuentro: cambios profundos en la relación con Dios, descubriéndolo como Padre amoroso; en la relación con los demás, abriéndose a la vida fraterna; en la relación con el mundo y las cosas, descubriendo la responsabilidad de administrar los bienes que el Creador entregó a la humanidad y en la relación consigo mismo, encontrando en Cristo Aquel sobre el cual es posible construir en forma unificada y armónica la propia vida.
Después del almuerzo, los catequistas compartieron experiencias importantes en su camino de servicio y, tras un tiempo recreativo, se celebró la Misa junto con toda la comunidad, que se hizo presente numerosa. El P. Sebastián, párroco de Cerro Chato y que celebra habitualmente en esta parroquia (que está bajo la responsabilidad de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima) celebró tres bautismos durante la Eucaristía que presidió el Obispo diocesano. Participaron también en la Eucaristía y en el encuentro el P. Francisco SDB, párroco de Santo Domingo Savio, en Melo, y el Diácono Víctor, de la Parroquia Cruz Alta (Treinta y Tres).

sábado, 27 de agosto de 2011

viernes, 26 de agosto de 2011

El cura que leyó la Declaratoria de la Independencia: Juan Francisco Larrobla


Juan Francisco Larrobla

Juan Francisco de Larrobla Pereyra (Montevideo, 9 de enero de 1775 - Canelones, 5 de julio de 1842). Sacerdote uruguayo, presidente de la Sala de Representantes de la Provincia Oriental que declaró la independencia de Uruguay el 25 de agosto de 1825.

Familia
Hijo de Francisco de Larrobla, nacido en Puebla Gordón (Asturias) y de María Rosa Pereira, nacida en Buenos Aires.
Fue bautizado en la Iglesia Matriz de Montevideo, el mismo día de su nacimiento.
Sus padres se habían casado el 18 de julio de 1763 y tuvieron diez hijos, de los cuales Juan Francisco fue el séptimo.
Su hermana mayor, Jacoba, (1764-1839), casada con Juan Fernández, fue madre del Pbro. Lorenzo Antonio Fernández, que fue el segundo Vicaro Apostólico del Uruguay y primer rector de la Universidad de la República.
El penúltimo de los hermanos, Luis de La Robla, fue militar y primer administrador de los servicios postales del Uruguay.

Estudios y ordenación sacerdotal
En 1793 estudia Gramática y en 1794 cursa el segundo año de Filosofía. En 1796-1797 estudia en el Colegio San Carlos de Buenos Aires.
Concluye los estudios de Teología en Córdoba hacia 1798 y fue allí ordenado sacerdote antes de 1800, ya que ese año aparecen registros de su actividad como sacerdote, bautizando en la Iglesia Matriz de Montevideo.

Actuación eclesiástica
El 10 de enero de 1807 el Virrey Rafael de Sobremonte lo nombra capellán de los Voluntarios de Caballería de Montevideo.
En 1808 se encuentra en Buenos Aires, como Teniente del Capellán Mayor, Pbro. Bartolomé Muñoz, en el Batallón de Infantería. Permaneció en ese servicio como capellán castrense durante los dos sitios de Montevideo, manteniéndose fiel al Rey, aunque algunos afirman que ya, ocultamente, simpatizaba con la revolución rioplatense.
Cuando en 1814 Carlos María de Alvear entra victorioso en Montevideo, Larrobla recibe la orden de exilio, pero el propio Artigas suspende dicha orden, el 23 de noviembre de 1815.
Es nombrado Cura Vicario de San José de Mayo en setiembre de 1814, permaneciendo allí hasta 1819 ó 1825. Dámaso Antonio Larrañaga, en su Diario de Viaje de Montevideo a Paysandú anota el día 3 de junio de 1815, al visitar San José:
Pasamos en la casa del cura, en donde su teniente y condiscípulo, don Juan Francisco Larrobla, por ausencia del Cura, nos recibió y tenía ya el almuerzo pronto de té con leche y unos pollos asados, los que unidos a una buena fritada de huevos y chorizos, que ya en otra parte tenía dispuesto nuestro Regidor, con buen pan y vino, nos sirvió de comida hasta la noche.
En 1819 ó 1825 se hizo cargo de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe (hoy Canelones). Contaba como Teniente Cura con su sobrino, el Pbro. Lorenzo Antonio Fernández.

Actuación pública
Integró el Consejo Elector durante la Provincia Cisplatina.
En mayo de 1825 fue delegado, con amplios poderes, por Fructuoso Rivera y Juan Antonio Lavalleja para tratar asuntos políticos con el General Carlos Federico Lecor.
En junio de 1825 el Gobierno Provisorio instalado en la villa de San Fernando de la Florida, envió una circular convocando a elecciones para integrar la Sala de Representantes de la Provincia Oriental. Larrobla fue elegido como representante de Guadalupe (Canelones).
El 18 y 19 de agosto la Sala realizó dos sesiones preparatorias, y se instaló el 20 de agosto, cumpliendo un primer período de sesiones hasta el 6 de setiembre de ese año. Larrobla fue elegido presidente de la Sala y por ello le correspondió la lectura pública de las actas del 25 de agosto de 1825 en la Piedra Alta, es decir, la Declaratoria de la Independencia Uruguaya.
El 2 de diciembre de 1828, la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado, instalada en San José de Mayo el 24 de noviembre, se trasladó a Canelones. Joaquín Suárez ejercía como Gobernador Provisorio supliendo al General José Rondeau. El 16 de diciembre se aprobó el decreto-ley de creación del pabellón nacional. Larrobla, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, bendijo la bandera en el templo y la izó ante el pueblo congregado en la plaza.
El 18 de Julio de 1830, día en que se juró la Constitución del entonces Estado Oriental del Uruguay, Larrobla presidió en Canelones el acto de la jura que se realizó en el templo parroquial.
Fue Senador suplente por el departamento de Canelones en la Primera Legislatura del Uruguay, desde el 17 de noviembre de 1830 al 15 de junio de 1833.

La construcción del nuevo templo de Canelones
Terminado su tiempo de actuación pública, en el que, como vimos, Larrobla no abandonó su parroquia, se dedicó intensamente a la construcción de la nueva Iglesia parroquial. La piedra fundamental había sido colocada por el párroco anterior, Tomás Javier de Gomensoro, el 13 de octubre de 1816.
En agosto de 1835 Larrobla escribía al Vicario Apostólico Larrañaga que las obras se encontraban muy adelantadas. La iglesia ya poseía “mucho adorno de cornisas y capiteles”. El párroco pensaba que los revoques interiores se terminarían en noviembre y que todas las obras se concluirían en 1836.
No obstante, ese mismo año, su Teniente Cura, Lorenzo Antonio Fernández, quedó encargado de la parroquia.

Su muerte
En 1838 Larrobla, que padecía de asma, se sentía mal de salud.
Declaraba no abrigar muchas esperanzas “de ver concluida y colocada la nueva iglesia, principal motivo que me tiene aquí”.
Por ese entonces Larrobla se había resistido a que se creara la parroquia de Pando, que contaba con una capilla. La población de Canelones iba disminuyendo considerablemente. La parroquia contaba con tres tenientes curas.
Falleció sin ver concluida la obra del templo, a las cinco de la mañana del 5 de julio de 1842, después de guardar siete días de cama, habiendo recibido los últimos Sacramentos y dejado testamento, y a pocos días de haber sido nombrado Cura de Las Piedras, cargo que no llegó a asumir. Fue enterrado en Canelones.
Su sucesor en Canelones fue el Dr. José Vicente Agüero, que estuvo poco en el curato, y tendría después destacada actuación en la política argentina, en la Provincia de Córdoba.

Bibliografía
  • Astigarraga, Luis. El clero de 1800 en la Banda Oriental. Ministerio de Educación y Cultura, Museo Histórico Nacional, Montevideo.
  • Larrañaga, Dámaso Antonio. Diario de viaje de Montevideo a Paysandú, publicado y anotado por el Pbro. Baldomero M. Vidal, Sal. Talleres Don Bosco, Montevideo, 1930, p. 45.
  • Rodríguez, Lellis. Apuntes biográficos del Clero Secular en el Uruguay, Obsur, Montevideo, 2006.
  • Villegas Mañé, Juan José. Historia de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe de Canelones, 1775-1977, en La Iglesia en el Uruguay. Estudios históricos, Cuadernos del ITU, Nº 4, Instituto Teológico del Uruguay, Montevideo, 1978.

El artículo con todas sus notas y referencias, puede verse enWikipedia.

Óleo del pintor uruguayo Eduardo Amézaga, 1941
Larrobla, de pie, en el centro.

jueves, 25 de agosto de 2011

José Reinaldo, nuevo sacerdote para la Diócesis de Melo

Promesa de obediencia al Obispo y a sus sucesores.

Postración durante el canto de las letanías.

La imposición de manos de Mons. Heriberto

La imposición de manos de Mons. Roberto

El abrazo del nuevo presbítero con su obispo.

El abrazo con el P. Álvaro, su amigo de Colombia.

Concelebrando por primera vez.

Agradeciendo...

Homilía de Mons. Heriberto

En este año de celebración del Bicentenario del proceso de Emancipación Oriental, esta significativa fecha, que es uno de los jalones más relevantes del largo itinerario del que finalmente surge nuestro Uruguay, nos encuentra reunidos para celebrar una ordenación sacerdotal y orar por la Patria, invocando la intercesión de María, Virgen de los Treinta y Tres Orientales.
El 25 de agosto de 1825, en la Villa de San Fernando de la Florida, la Sala de representantes de la Provincia Oriental, integrada por 14 miembros y presidida por el Pbro. Juan Francisco de Larrobla, cura párroco de Nuestra Señora de Guadalupe y delegado del departamento que hoy se llama Canelones, aprobó tres leyes fundamentales: ley de independencia, ley de unión y ley del pabellón.
Aquella ley de independencia no era una declaración teórica ni abstracta. Era una decidida manifestación de libertad frente al poder imperial que había impuesto con violencia su voluntad a los orientales. Todos recordamos el solemne comienzo:
Declara írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados a los pueblos de la Provincia Oriental.
Pero las palabras que siguen nos hacen comprender más aún lo que los orientales vivían, porque nos hablan de
“la violencia de la fuerza unida a la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos, y sujetándole al yugo de un absoluto despotismo desde el año de 1817 hasta el presente de 1825”.
Eran las palabras de los representantes de un pueblo en lucha. Un pueblo en guerra de liberación.
La segunda ley que aprobaron los representantes ha sido objeto de muchos debates e interpretaciones. Se sancionó la unión de la Provincia Oriental con las demás del Río de la Plata. Más allá de lo que sucedió después, importa recordar que esta unión era un ejercicio de soberanía. En las palabras de la ley, se estaba expresando “la libre y espontánea voluntad” de los pueblos de la Banda Oriental.
Dos leyes, dos expresiones de un pueblo que está recuperando su libertad y que quiere ejercerla.
Pero este pueblo que reclama su libertad y que quiere unirse a otros, no renuncia a su identidad.
Esa identidad la expresó en la tercera ley, que estableció un pabellón, la bandera propia. Es la que hoy llamamos la “bandera de los Treinta y Tres”, con sus tres franjas horizontales “celeste, blanca y punzó”.
Una vieja tradición, conservada en la parroquia de Florida, dice que aquel 25 de agosto, los representantes, antes de ir a la Piedra Alta para la lectura solemne de las actas aprobadas, asistieron a la misa y al Te Deum, oficiados ante el altar de la Virgen.
La Virgen era aquella pequeña imagen tallada en cedro, llegada desde las misiones jesuíticas entre los guaraníes y que hoy es la patrona del Uruguay: la Virgen de los Treinta y Tres.
Ante ella, los asambleístas se encomendaron al Señor y pusieron en sus manos las graves decisiones que acababan de tomar.
Ante ella: la que por un don inmenso del Padre Dios, fue concebida inmaculada. Inmaculada para ser libre, plenamente libre y disponible para el Señor. “Yo soy la servidora del Señor: hágase en mí según tu palabra”.
Por ese sí de María, por ese “hágase”, entró el hijo de Dios en este mundo.
Jesucristo ha venido a traernos la más profunda liberación que el ser humano haya jamás conocido.
“Por medio de su cruz y resurrección, ha realizado nuestra redención que es la liberación en su sentido más profundo, ya que ésta nos ha liberado del mal más radical, es decir, del pecado y del poder de la muerte” (1).
Jesucristo ha venido para conducirnos a la vida en abundancia, a la vida en plenitud.
Liberándonos de los poderes que quieren atarnos, sojuzgarnos, encerrarnos en nuestro egoísmo, se hace, él mismo, camino; para que por él lleguemos al Padre y entremos en la Comunión de la Santísima Trinidad, con toda la humanidad reconciliada.
Pero mientras cada sigue nuestro camino y nuestra lucha, estamos cada día llamados a tomar decisiones, a ejercer nuestra libertad y a abrazar una bandera.
Muchas veces se ha representado a Cristo resucitado saliendo del sepulcro y llevando en las manos una bandera, un estandarte en el que está estampada la cruz. Esa es nuestra bandera de discípulos, de seguidores de Jesús.
Y ahora, en este 25 de agosto, en esta ciudad cuyo nombre recuerda a aquéllos que con su lucha hicieron posible la expresión soberana de los orientales, vamos a participar en la ordenación sacerdotal de José Reinaldo.
José Reinaldo: este marco que tiene tu ordenación nos invita a reflexionar y a contemplar algunos aspectos.
Vas a ser ordenado, dentro de instantes, en esta fiesta patria del Uruguay, en este año del Bicentenario. Para ti, que has dejado tu Colombia natal para vivir entre nosotros el llamado de Jesús a servirlo en el ministerio sacerdotal, es una invitación a que, sin borrar tu historia y tu cariño por tu tierra, te hagas cada día más nuestro, cada día más “oriental”.
Has pedido ser ordenado sacerdote porque has escuchado la voz del Señor, y has respondido libremente. Como aquellos orientales de 1825, como María, estás ejerciendo tu libertad.
Discerniendo y aceptando esa decisión, la Iglesia diocesana te va a recibir como presbítero. Te unes a esta Diócesis de Melo, pueblo de Dios que peregrina en Cerro Largo y Treinta y Tres, para estar al servicio de tus hermanos, ejerciendo el ministerio sacerdotal. Adquieres una nueva identidad, que el mismo Cristo te da, a través de la imposición de manos del Obispo, uniéndote a Él, nuestro buen pastor.
El Señor, que se compadeció de la multitud, te llama a compadecerte de tus hermanos más necesitados, y quiere darte un corazón semejante al suyo.
El Señor, que dejó a sus apóstoles el poder “de atar y desatar”, te hace testigo de su misericordia para que desates a tus hermanos por medio del Sacramento de la Reconciliación.
El Señor, que dio su vida por nosotros, se pone en tus manos para que lo hagas realmente presente en medio de la asamblea y lo entregues como Pan de Vida a la comunidad. Más aún, él quiere que cada día te asimiles más a él, no sólo celebrando diariamente la Eucaristía, sino uniendo cada momento de tu vida a la acción de gracias de Jesús al Padre.
Él Señor, que te ha llamado “amigo”, te asegura ahora: “Yo estaré contigo”. Y para que lo sientas aún más cercano, para que te sientas más unido a Él, te señala a María y te dice: “ahí está tu madre”.
María, Virgen de los Treinta y Tres Orientales, te acompañe en el nuevo camino que hoy emprendes y sea siempre tu consuelo y alegría.

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(1) Libertatis Conscientia 3

Mons. Bodeant participó en acto patriótico en Treinta y Tres


Por primera vez desde que asumió como Obispo de Melo, Mons. Heriberto participó en la ciudad de Treinta y Tres en un acto patriótico.
El Obispo fue invitado por el Comité Patriótico a subir al estrado junto con las demás autoridades en el acto conmemorativo de la Declaratoria de la Independencia Nacional.
Esta tarde, Mons. Bodeant ordenará sacerdote al Diácono José Reinaldo Medina en la Parroquia San José de la capital olimareña.

domingo, 21 de agosto de 2011

Los 88 años de la Hermana Elena



Con una Misa en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Melo, presidida por el Obispo emérito Mons. Roberto Cáceres, y un almuerzo en la comunidad de la Pía Unión de la Medalla Milagrosa, congregación a la que pertenece, la Hermana Elena Vázquez celebró sus 88 años, que la encuentran aún en actividad como catequista en su querido Colegio Dámaso Antonio Larrañaga y en la Parroquia del Carmen.
La Hermana nació en Córdoba, Argentina, el 21 de agosto de 1923 pero, debido al temprano fallecimiento de su madre, fue criada por su abuela en Jujuy. Cuando se manifestó su vocación religiosa su padre, militar, la resistió, "pero luego quedó chocho con su hija monja", cuenta Elena.
Hizo sus primeros votos el 2 de febrero de 1955. Diez años después, el 6 de febrero de 1965 llegaba a Uruguay, enviada a la comunidad que atendía el Colegio de Cerro Chato. También estuvo en el Colegio de Santa Clara ese año. El 9 de enero de 1973 se trasladó a Melo, donde echó raíces.
"Cuando llegué, el Dámaso estaba en decadencia. Se habían ido las consagradas fundadas por Mons. Cavallero y estaba a punto de cerrar. Se mantenía gracias a la labor de un P. Salesiano. Me pidieron que tomara la dirección. Yo no quería para nada, pero Mons. Cáceres me animó. Poco a poco, el Colegio se levantó de nuevo, se llenó... teníamos también muchos pupilos..."
Ya ha pasado en el Uruguay 46 años, más de la mitad de su vida. "Muchas hermanas no querían venir a Uruguay. Yo quería venir, pero no quería manifestar mi deseo a la Superiora, porque en aquella época había un principio que era agire contra, o sea, que a uno le ordenaban lo contrario de lo que pedía. Cuando me dijeron que venía a Uruguay yo estaba muy contenta, pero no dije nada... y aquí estoy. ¡Este es un país maravilloso!"

"Testigos de Dios, Testigos de la Misericordia"


 

En el día de hoy, mientras en Madrid un millón y medio de jóvenes se reunía junto al Papa Benedicto XVI, culminando la Jornada Mundial de la Juventud con la celebración de la Eucaristía, unos cien niños, adolescentes, jóvenes y adultos se reunieron en el barrio El Fogón de Melo, en Villa Betania, convocados por la AUG (Andiamo in Uruguay Giovani) una asociación misionera de origen italiano que tiene más de diez años de presencia en Melo.
Esta es la séptima jornada misionera de la AUG, convocada bajo el lema "Testigos de Dios, Testigos de Misericordia", y que tuvo como eje de reflexión la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25-37).
Desde Villa Isidoro Noblía, Santa Clara de Olimar, Tupambaé, Fraile Muerto, el Barrio López Benítez, la Parroquia Buen Pastor y la Catedral de Melo llegaron los grupos que participaron en el encuentro.
Tras la presentación, Mons. Heriberto dijo unas palabras de bienvenida y los animó a poner el corazón a lo largo de la jornada, viviendo intensamente el encuentro con el Señor, con los hermanos y con la tierra que pisamos.
Luego, un grupo representó la parábola del Buen Samaritano. El hombre asaltado por los ladrones, en la interpretación de los jóvenes, es cambiado por una joven que entra en escena con una compañera y una caja de vino en la mano. La joven cae y su compañera se aleja. Otros jóvenes pasarán de largo, hasta que finalmente un pequeño grupo la levanta y la pone a salvo.
Después, en grupos divididos por edades, los participantes reflexionaron acerca de la parábola, respondiendo en la puesta en común a la pregunta "¿Cómo podemos hoy ser testigos de la misericordia?".
La puesta en común finalizó con el testimonio del grupo de la parroquia Buen Pastor, que presentó su proyecto de ayuda: "Prójimo necesitado: un baño para Jaqueline". Jaqueline es una señora del barrio, enferma, que no tiene un baño adecuado, y el grupo se propuso ayudarla a construirlo y se ha puesto en campaña.
Concluida la mañana, el grupo compartió el almuerzo.
Luego de un tiempo recreativo, a las 15:30 se inició la Misa con la que culminó la jornada. El Obispo despidió a los jóvenes invitándolos a descubrir su capacidad de compasión ("A veces sentimos en nuestro corazón el dolor de los demás y no sabemos nombrar ese sentimiento... esa es la compasión, que cuando es de verdad, nos mueve a hacer algo por el que sufre"). Con la bendición final, los jóvenes volvieron de regreso a sus lugares, con la alegría de una hermosa jornada compartida.

Homilía de Benedicto XVI en la Misa de la Jornada Mundial de la Juventud


Queridos jóvenes:

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que, como Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.