lunes, 30 de abril de 2012

SALUDO DE LOS OBISPOS EN EL DIA DE LOS TRABAJADORES



1° de mayo del 2012

1-    Con motivo del 1º de mayo saludamos a los trabajadores del campo y de la ciudad que, con su fatiga diaria y responsable, prestan un servicio indispensable en la sociedad.

2-    El trabajo de cada día se desarrolla en todos los espacios de la vida social: fábricas, oficinas, hogares, campos y aulas; en la investigación, la comunicación y los diferentes servicios que se complementan unos con otros.

3-    Valoramos la función que cumplen los sindicatos y asociaciones  procurando dignificar el trabajo. Los animamos a seguir colaborando con el resto de los protagonistas sociales, para fomentar las condiciones de una sociedad equitativa y solidaria.

4-    Nos preocupan algunas condiciones laborales, en particular los extensos horarios que afectan la vida familiar. Es importante recuperar el equilibrio del descanso semanal -sobre todo en el día Domingo- aun en los ritmos de la sociedad actual, siguiendo la milenaria tradición bíblica.

5-    Mirando hacia los nuevos emprendimientos en el país, juzgamos que debe ser prioritario de parte del gobierno, los legisladores y  las poblaciones involucradas, reforzar el monitoreo y fiscalización sobre los grandes proyectos de inversión agroindustriales y mineros, pensando en el cuidado de nuestros recursos naturales y en las relaciones laborales que se establecen con los trabajadores. Solo una auténtica “ecología humana” permitirá un desarrollo sustentable.

6-    En el Día de los Trabajadores, en que celebramos la fiesta de San José Obrero, elevamos nuestra oración para que las fatigas de cada día alcancen la cuota de realización, alegría y solidaridad para cada uno y sus familias.

Los Obispos de la Iglesia Católica en el Uruguay

sábado, 28 de abril de 2012

Las Vocaciones: Don de la Caridad de Dios



MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
PARA LA XLIX JORNADA MUNDIAL
DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
29 DE ABRIL DE 2012 – IV DOMINGO DE PASCUA

Tema: Las vocaciones don de la caridad de Dios

Queridos hermanos y hermanas

La XLIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 29 de abril de 2012, cuarto domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Las vocaciones don de la caridad de Dios.

La fuente de todo don perfecto es Dios Amor -Deus caritas est-: «quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4,16). La Sagrada Escritura narra la historia de este vínculo originario entre Dios y la humanidad, que precede a la misma creación. San Pablo, escribiendo a los cristianos de la ciudad de Éfeso, eleva un himno de gratitud y alabanza al Padre, el cual con infinita benevolencia dispone a lo largo de los siglos la realización de su plan universal de salvación, que es un designio de amor. En el Hijo Jesús –afirma el Apóstol– «nos eligió antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor» (Ef 1,4). Somos amados por Dios incluso “antes” de venir a la existencia. Movido exclusivamente por su amor incondicional, él nos “creó de la nada” (cf. 2M 7,28) para llevarnos a la plena comunión con Él.

Lleno de gran estupor ante la obra de la providencia de Dios, el Salmista exclama: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que te cuides de él?» (Sal 8,4-5). La verdad profunda de nuestra existencia está, pues, encerrada en ese sorprendente misterio: toda criatura, en particular toda persona humana, es fruto de un pensamiento y de un acto de amor de Dios, amor inmenso, fiel, eterno (cf. Jr 31,3). El descubrimiento de esta realidad es lo que cambia verdaderamente nuestra vida en lo más hondo. En una célebre página de las Confesiones, san Agustín expresa con gran intensidad su descubrimiento de Dios, suma belleza y amor, un Dios que había estado siempre cerca de él, y al que al final le abrió la mente y el corazón para ser transformado: «¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti» (X, 27,38). Con estas imágenes, el Santo de Hipona intentaba describir el misterio inefable del encuentro con Dios, con su amor que transforma toda la existencia.

Se trata de un amor sin reservas que nos precede, nos sostiene y nos llama durante el camino de la vida y tiene su raíz en la absoluta gratuidad de Dios. Refiriéndose en concreto al ministerio sacerdotal, mi predecesor, el beato Juan Pablo II, afirmaba que «todo gesto ministerial, a la vez que lleva a amar y servir a la Iglesia, ayuda a madurar cada vez más en el amor y en el servicio a Jesucristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia; en un amor que se configura siempre como respuesta al amor precedente, libre y gratuito, de Dios en Cristo» (Exhort. ap. Pastores dabo vobis, 25).  En efecto, toda vocación específica nace de la iniciativa de Dios; es don de la caridad de Dios. Él es quien da el “primer paso” y no como consecuencia de una bondad particular que encuentra en nosotros, sino en virtud de la presencia de su mismo amor «derramado en nuestros corazones por el Espíritu» (Rm 5,5).

En todo momento, en el origen de la llamada divina está la iniciativa del amor infinito de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo. Como escribí en mi primera encíclica Deus caritas est, «de hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente. El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía» (n. 17).

El amor de Dios permanece para siempre, es fiel a sí mismo, a la «palabra dada por mil generaciones» (Sal 105,8). Es preciso por tanto volver a anunciar, especialmente a las nuevas generaciones, la belleza cautivadora de ese amor divino, que precede y acompaña: es el resorte secreto, es la motivación que nunca falla, ni siquiera en las circunstancias más difíciles.

Queridos hermanos y hermanas, tenemos que abrir nuestra vida a este amor; cada día Jesucristo nos llama a la perfección del amor del Padre (cf. Mt 5,48). La grandeza de la vida cristiana consiste en efecto en amar “como” lo hace Dios; se trata de un amor que se manifiesta en el don total de sí mismo fiel y fecundo. San Juan de la Cruz, respondiendo a la priora del monasterio de Segovia, apenada por la dramática situación de suspensión en la que se encontraba el santo en aquellos años, la invita a actuar de acuerdo con Dios: «No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y donde no hay amor, ponga amor, y sacará amor» (Epistolario, 26).

En este terreno oblativo, en la apertura al amor de Dios y como fruto de este amor, nacen y crecen todas las vocaciones. Y bebiendo de este manantial mediante la oración, con el trato frecuente con la Palabra y los Sacramentos, especialmente la Eucaristía, será posible vivir el amor al prójimo en el que se aprende a descubrir el rostro de Cristo Señor (cf. Mt 25,31-46). Para expresar el vínculo indisoluble que media entre estos “dos amores”  –el amor a Dios y el amor al prójimo– que brotan de la misma fuente divina y a ella se orientan, el Papa san Gregorio Magno se sirve del ejemplo de la planta pequeña: «En el terreno de nuestro corazón, [Dios] ha plantado primero la raíz del amor a él y luego se ha desarrollado, como copa, el amor fraterno» (Moralium Libri, sive expositio in Librum B. Job, Lib. VII, cap. 24, 28; PL 75, 780D).

Estas dos expresiones del único amor divino han de ser vividas con especial intensidad y pureza de corazón por quienes se han decidido a emprender un camino de discernimiento vocacional en el ministerio sacerdotal y la vida consagrada; constituyen su elemento determinante. En efecto, el amor a Dios, del que los presbíteros y los religiosos se convierten en imágenes visibles –aunque siempre imperfectas– es la motivación de la respuesta a la llamada de especial consagración al Señor a través de la ordenación presbiteral o la profesión de los consejos evangélicos. La fuerza de la respuesta de san Pedro al divino Maestro: «Tú sabes que te quiero» (Jn 21,15), es el secreto de una existencia entregada y vivida en plenitud y, por esto, llena de profunda alegría.

La otra expresión concreta del amor, el amor al prójimo, sobre todo hacia los más necesitados y los que sufren, es el impulso decisivo que hace del sacerdote y de la persona consagrada alguien que suscita comunión entre la gente y un sembrador de esperanza. La relación de los consagrados, especialmente del sacerdote, con la comunidad cristiana es vital y llega a ser parte fundamental de su horizonte afectivo. A este respecto, al Santo Cura de Ars le gustaba repetir: «El sacerdote no es sacerdote para sí mismo; lo es para vosotros» (Le curé d’Ars. Sa pensée – Son cœur, Foi Vivante, 1966, p. 100).

Queridos Hermanos en el episcopado, queridos presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, catequistas, agentes de pastoral y todos los que os dedicáis a la educación de las nuevas generaciones, os exhorto con viva solicitud a prestar atención a todos los que en las comunidades parroquiales, las asociaciones y los movimientos advierten la manifestación de los signos de una llamada al sacerdocio o a una especial consagración. Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tantos “sí”, en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios.

Será tarea de la pastoral vocacional ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero. Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria. Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el “centro vital” de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la «gran medida» del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino.

Deseo que las Iglesias locales, en todos sus estamentos, sean un “lugar” de discernimiento atento y de profunda verificación vocacional, ofreciendo a los jóvenes un sabio y vigoroso acompañamiento espiritual. De esta manera, la comunidad cristiana se convierte ella misma en manifestación de la caridad de Dios que custodia en sí toda llamada. Esa dinámica, que responde a las instancias del mandamiento nuevo de Jesús, se puede llevar a cabo de manera elocuente y singular en las familias cristianas, cuyo amor es expresión del amor de Cristo que se entregó a sí mismo por su Iglesia (cf. Ef 5,32). En las familias, «comunidad de vida y de amor» (Gaudium et spes, 48), las nuevas generaciones pueden tener una admirable experiencia de este amor oblativo. Ellas, efectivamente, no sólo son el lugar privilegiado de la formación humana y cristiana, sino que pueden convertirse en «el primer y mejor seminario de la vocación a la vida de consagración al Reino de Dios» (Exhort. ap. Familiaris consortio,53), haciendo descubrir, precisamente en el seno del hogar, la belleza e importancia del sacerdocio y de la vida consagrada. Los pastores y todos los fieles laicos han de colaborar siempre para que en la Iglesia se multipliquen esas «casas y escuelas de comunión» siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, reflejo armonioso en la tierra de la vida de la Santísima Trinidad.

Con estos deseos, imparto de corazón la Bendición Apostólica a vosotros, Venerables Hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, a los diáconos, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles laicos, en particular a los jóvenes que con corazón dócil se ponen a la escucha de la voz de Dios, dispuestos a acogerla con adhesión generosa y fiel.

Vaticano, 18 de octubre de 2011
 
BENEDICTO XVI

viernes, 20 de abril de 2012

Ecos de la Conferencia de Prensa luego de la asamblea de la CEU

El País (Montevideo)

Foto El País

Nacional

Retoman el proceso para canonizar a Jacinto Vera

Obispos. Llevarán al Vaticano documentación de su vida

La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Uruguaya (CEU) decidió dar un paso crucial en el proceso de canonización de Jacinto Vera, el primer obispo de Uruguay. Llevarán a Roma la impresión de los documentos sobre su vida.
En la última reunión celebrada en Florida, entre los días 11 al 17 de abril, los obispos de la Iglesia Católica decidieron dar un paso importante en el proceso de canonización de monseñor Jacinto Vera, primer obispo uruguayo y recordado por su obra fundacional en el país. Según explicó ayer el secretario de la institución, monseñor Heriberto Bodeant, se trata de la impresión de una "extensa documentación" sobre la vida y obra de Vera, que será presentada ante el Vaticano para hacer posible un "avance significativo" en el camino.Desde fines del siglo XIX comenzó el proceso para canonizar al obispo, pero desde ese momento nunca se avanzó. "Para nuestra Iglesia, pequeña y sin muchos recursos, esas cosas dependen mucho de que alguien tome sobre sus hombros la tarea de reunir información", apuntó el secretario de la CEU. Quien asumió desde hace un tiempo la tarea fue monseñor Alberto Sanguinetti.
El proceso en este paso consiste en la publicación referida a la vida de Vera. Ello permite luego de un examen por el organismo especializado en Roma, determinar si tiene lo que se llama técnicamente en la Iglesia "virtudes heroicas", es decir, "alguien que vivió la fe, la esperanza, la caridad en un grado notable", detalló Bodeant.Jacinto Vera tiene en este momento el título de "Siervo de Dios", que es alguien cuya causa de beatificación y canonización se ha introducido y ha sido aceptada, porque había méritos para ello. "Pero en ese primer paso nos habíamos quedado", reconoció el secretario de la Conferencia Episcopal.
El segundo paso, luego de validada la documentación, permitiría reconocer a Vera como "venerable", un escalón superior al actual.
"Luego de ello lo que se necesita, literalmente, es un milagro", contó Bodeant. Es decir, que haya un hecho que puede ser atribuido a su figura y no tenga explicación natural. Ese milagro vale si sucede a partir de la declaración de venerable.
Luego de ese estatus se habilitaría la beatificación, con el mismo proceso de validación por medio de un milagro, para llegar, entonces sí, a la canonización.
MEGAMINERÍA. Otro de los temas importantes que analizó la CEU en su asamblea de Florida fue la megaminería. Luego de recibir la visita de dos legisladores del Partido Nacional (Miguel Otegui y Eber da Rosa) para recibir información del acuerdo multipartidario, la Iglesia incluyó en su declaración del 1° de mayo, dirigida a los trabajadores en su día, un pedido al gobierno de "reforzar" el monitoreo y fiscalización sobre grandes proyectos de inversión agroindustriales y mineros, "pensando en el cuidado de nuestros recursos naturales y en las relaciones laborales". "Hace poco Aratirí mostró los lugares denunciados, y nosotros mirábamos allí la cantidad enorme de proyectos, y eso toca a la vida de la gente y en ese sentido nos toca", relató Bodeant. Predios de Diócesis del interior (Florida y Durazno, y la de Melo, Cerro Largo) serían afectadas por el predio que pretende utilizar Aratirí.
Finalmente, los obispos intercambiaron sobre la polémica por la calificación de "flaco gil" a Jesús por parte del ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro. Bodeant se lamentó por el mensaje erróneo que quedó luego sobre el perdón concebido en el catolicismo.

Jacinto Vera, primer obispo de Uruguay

Jacinto Vera (Desterro, Santa Catalina, Brasil, 1813-Pan de Azúcar, 1881) fue el primer obispo de Uruguay y el verdadero organizador de la Iglesia Católica oriental. Durante la dictadura de Lorenzo Latorre (1876-1880) el papa León XIII creó la Diócesis de Montevideo y el 8 de enero de 1879 Vera fue designado como su primer obispo. Se ordenó sacerdote en 1841 y fue designado teniente cura en Guadalupe (actual Canelones). Participó del Ejército Nacional en tiempos de Manuel Oribe. En 1858 fue electo diputado por Canelones pero no asumió la banca. Al producirse el fallecimiento del vicario de Montevideo, José Benito Lamas, se produjo un largo conflicto entre varios aspirantes a sucederlo, y Vera fue incluso denunciado penalmente por el sacerdote Castro Veiga. Pero el respaldo de la Compañía de Jesús y del delegado papal Marini, que residía en Paraná, llevó al Papa Pío IX a designarlo como titular de ese cargo, pese a la oposición del presidente de la República, Gabriel Antonio Pereira. En 1860 se opuso a la municipalización de los cementerios puesta en vigor por el presidente Bernardo Berro.
Berro ordenó su destierro a Buenos Aires y el cierre lacrado de las puertas de la Curia Eclesiástica. Poco después los buenos oficios de Florentino Castellanos permitieron un acuerdo y Vera regresó a Montevideo, pero este incidente fue utilizado como pretexto por Venancio Flores para su revolución de 1863-1865 contra el gobierno de Berro. Vera falleció abruptamente el 6 de mayo de 1881, mientras se hallaba en Pan de Azúcar. Sus restos fueron sepultados con gran pompa en la Iglesia Matriz de Montevideo. "Su funeral fue un acontecimiento que mostró a una sociedad muy conmovida. Jacinto Vera tuvo su exilio, su enfrentamiento con autoridades y todo su aspecto polémico, pero sin embargo, mucha de la gente que lo combatió dio el reconocimiento a una figura muy especial", comentó ayer el secretario CEU, Heriberto Bodeant.

o0o0o0o0o0o0o

 Últimas Noticias
Foto Últimas Noticias

Bodeant descartó que la represión sea una solución para combatir la inseguridad
Iglesia marcó discrepancia con bajar la edad de imputabilidad

La Iglesia Católica uruguaya manifestó su oposición a la iniciativa para bajar la edad de imputabilidad. El secretario general de la Conferencia Episcopal, Heriberto Bodeant, criticó la iniciativa porque “mete a todos los jóvenes en la misma bolsa”.

Un día después de la entrega de firmas para impulsar un plebiscito en torno a la baja de la edad de imputabilidad, la Iglesia Católica uruguaya se opuso a la propuesta por no considerarla una solución a los problemas de inseguridad. Bodeant dijo a Ultimas Noticias que la institución religiosa "apuesta más a lo educativo que a lo represivo. Sin dejar de reconocer que el Estado tiene la necesidad de ejercer cierto control a las cosas, la Iglesia siempre alentará la prevención porque es parte de su compromiso".

El obispo criticó la forma en que se pretende abordar a los menores de edad que toman el camino de la delincuencia, porque a su entender "se mete a todos en la misma bolsa, un prejuicio que genera una actitud negativa hacia la juventud y sobre todo hacia los jóvenes de los sectores más carenciados".

La Asociación Uruguaya de Educación Católica (Audec), al momento de surgir la iniciativa de recolección de firmas, había emitido un comunicado interno en repudio a las bases de la propuesta. Bodeant reflotó y compartió los argumentos del documento, que no atribuye la inseguridad a un tema de los menores, por lo que comparó el número total de adolescentes infractores de la actualidad con respecto al de mayores. "Los privados de libertad por infringir la ley no llegan a 400, mientras que los adultos encarcelados superan los nueve mil", expresó el escrito.

Por otro lado, la Audec también enumeró algunas de las causas que desde su visión contribuyeron al aumento de la violencia en la sociedad, a partir de la experiencia propia en los más de 120 proyectos sociales que la organización lleva adelante en el país. Entre ellas destacó "la no siempre acertada intervención de los agentes del orden público, las fallas tanto en el sistema judicial penal juvenil como en el Inau, y por último el deterioro de los núcleos familiares en el desempeño de los roles y funciones educativas". En tal sentido, Bodeant valoró el sentido reflexivo del comunicado y se refirió al adolescente "como un tesoro confiado".

Además, se mostró confiado en que los esfuerzos apunten a una implementación más fuerte de las políticas sociales y educativas de prevención, sobre todo aquellas que apuntan al acompañamiento de las familias. "El aporte de la Iglesia va en ese sentido, poner en consideración el punto de vista de un gran conjunto de la sociedad", señaló.

Por otra parte la Conferencia Episcopal, que durante una semana se reunió en Florida, también debatió sobre la polémica surgida en torno a los dichos del ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, en relación a la figura de Jesucristo. Si bien Bodeant prefirió no dar declaraciones sobre las conclusiones en este punto, profundizó sobre el concepto de "perdón" para un católico. "El perdón de Dios es ofrecido, pero también debe existir un reconocimiento del arrepentimiento y una voluntad de cambio. De lo contrario, ese perdón queda en suspenso.

La reconciliación, en ese encuentro con Dios después del alejamiento, no se realiza porque uno no admite su culpa", concluyó. Pese a no mencionar a Huidobro, Bodeant habló de "respetar su conciencia" y no exigir un perdón público.

jueves, 19 de abril de 2012

Un 19 de abril para soñar junto al Verdún

Más fotos en facebook

Soñar nos mantiene despiertos
El sábado 31 de marzo, regresaba yo de Rivera a Melo con un grupo de catequistas. Todavía quedaba un buen trecho de camino cuando una de ellas recordó "están jugando Cerro Largo y Nacional". Prendimos la radio y el partido iba tres a uno, a favor del equipo arachán. Luego del triunfo de los melenses (4 a 2), escuchamos los reportajes a jugadores y dirigentes. Entre ellos, uno que es -creo- el presidente del Cerro Largo, cuando le preguntaron cómo se sentía y en que pensaba, manifestó más o menos lo siguiente: "ahora podemos pensar en cómo seguir... podrìamos incluso soñar con entrar en la Libertadores... hay que seguir soñando. Soñar nos mantiene despiertes".
La frase final me quedó resonando... "soñar nos mantiene despiertos". Parece una contradicciòn, pero es tambièn poética... y tiene mucha fuerza. Los sueños, el ideal, la meta, el "horizonte abierto que siempre está más allá" como cantaba Yupanqui, nos animan a seguir caminando, trabajando, luchando cada día.

Un sueño cumplido
Escuchando lo que fue para mucha gente el concierto de Paul McCartney en el Centenario, el domingo pasado, uno no puede menos que pensar que fue un sueño realizado. Así se expresaba el productor Alfonso Carbone, entrevistado por El Espectador: "simplemente es un sueño cumplido. Si uno piensa y sueña en voz alta, evidentemente este era uno de los sueños más difíciles". Y se realizó. Con un gran movimiento de dinero. No tengo las cifras totales, pero he oído algunas e impresionan. Por otra parte, no escuché a nadie arrepentido de haber pagado una costosa entrada, porque el ex Beatle fue realmente pródigo en sus dos horas y media de canciones. Seguramente, para los 80.000 uruguayos (sumando el Centenario, Maldonado y Rivera) que se congregaron a verlo fue también "un sueño cumplido".

Un Centenario lleno de soñadores
Nuestro Estadio Centenario tiene una capacidad de 60.000 expectadores. Ése es también el número de peregrinos que suele pasar cada 19 de abril por el Santuario Nacional de Nuestra Señora del Verdún ("el cerro del Verdún").
Llegan sin que los convoque nadie más que esa misteriosa presencia de María. Llegan también con sus sueños... sueños de familia, de trabajo, de paz, de salud, de consuelo, de reconciliación. Vienen a pedir a la Virgen que esos sueños lleguen a cumplirse. O a agradecer, devolviendo la piedrita que se llevaron el año anterior, porque los sueños se hicieron realidad.
"La fe mueve montañas", suele decirse, aludiendo a palabras de Jesús. Pero aquí la fue mueve una montaña humana que sube al cerro con sus deseos y anhelos encendidos, con la fe de que encontrarán una respuesta del Cielo para ellos.

El sueño de un Obispo, un sueño para los uruguayos
En la reciente asamblea de la CEU, Mons. Jaime Fuentes, Obispo de Minas, nos compartió su sueño. Hacer que el Santuario de Nuestra Señora del Verdún pueda ofrecer a los peregrinos un espacio mejor acondicionado y bello, de modo que los peregrinos que llegan cada 19 de abril y los que pasan en cada día del año encuentren un entorno que les brinde más facilidades para permanecer, orar, celebrar, en suma, para vivir esta expresión de fe.
Es un sueño grande. No me toca a mí dar detalles que el Obispo, junto con sus diocesanos irá ajustando y compartiendo. Pero debo reconocer que el sueño me ha contagiado. Dios quiera que este pueblo nuestro, que quiere a María, que sabe soñar pero también luchar por sus sueños, lo haga suyo, para que podamos, entre todos y con la ayuda de Dios, realizarlo.

+ Heriberto

miércoles, 18 de abril de 2012

Asamblea de la Conferencia Episcopal del Uruguay


 Comunicado de Prensa

La Conferencia Episcopal del Uruguay se reunió en Florida desde el miércoles 11 al martes 17 de abril.

El jueves 12 el Nuncio Apostólico, Mons. Anselmo Pecorari, como es habitual, visitó la asamblea, manteniendo con los obispos un intercambio de opiniones sobre la marcha de la Iglesia en el Uruguay y las perspectivas para la celebración del Año de la Fe que se inicia el 11 de octubre de este año.

Respecto a esto, cada una de las Diócesis marcará su calendario, mientras que la CEU dará a conocer en agosto un mensaje y hará el lanzamiento nacional en la Peregrinación a la Virgen de los Treinta y Tres, el domingo 11 de noviembre en Florida.

Los obispos dedicaron un tiempo importante a una puesta al día e intercambio sobre la marcha de varios sectores de la vida pastoral de la Iglesia, deteniéndose especialmente en Juventud, Familia, Catequesis, Biblia, Liturgia, Seminario, Clero, Comunicación Social y Pastoral Social – Cáritas, organismo que celebra este año su cincuentenario.

Se decidió dar un paso importante en el proceso de Canonización de Mons. Jacinto Vera, el primer obispo uruguayo, que consiste en la impresión de la extensa documentación que debe ser presentada a la Santa Sede para hacer posible un avance significativo en el camino.

Con motivo de la cercana fiesta de Nuestra Señora del Verdún, los obispos dialogaron con el Obispo de Minas sobre las posibilidades de brindar mejores servicios a los numerosos peregrinos que concurren año a año al Santuario.

Interesados en profundizar un tema que inquieta a gran parte de la sociedad uruguaya, los obispos recibieron a dos legisladores que presentaron el estado actual de los proyectos de megaminería en el Uruguay y el acuerdo interpartidario al respecto. La reflexión de los Obispos en este tema está sintetizada en su Mensaje con motivo del 1º de mayo que se entrega junto a este comunicado.

SALUDO DE LOS OBISPOS EN EL DIA DE LOS TRABAJADORES
1° de mayo del 2012

1-    Con motivo del 1º de mayo saludamos a los trabajadores del campo y de la ciudad que, con su fatiga diaria y responsable, prestan un servicio indispensable en la sociedad.

2-    El trabajo de cada día se desarrolla en todos los espacios de la vida social: fábricas, oficinas, hogares, campos y aulas; en la investigación, la comunicación y los diferentes servicios que se complementan unos con otros.

3-    Valoramos la función que cumplen los sindicatos y asociaciones  procurando dignificar el trabajo. Los animamos a seguir colaborando con el resto de los protagonistas sociales, para fomentar las condiciones de una sociedad equitativa y solidaria.

4-    Nos preocupan algunas condiciones laborales, en particular los extensos horarios que afectan la vida familiar. Es importante recuperar el equilibrio del descanso semanal -sobre todo en el día Domingo- aun en los ritmos de la sociedad actual, siguiendo la milenaria tradición bíblica.

5-    Mirando hacia los nuevos emprendimientos en el país, juzgamos que debe ser prioritario de parte del gobierno, los legisladores y  las poblaciones involucradas, reforzar el monitoreo y fiscalización sobre los grandes proyectos de inversión agroindustriales y mineros, pensando en el cuidado de nuestros recursos naturales y en las relaciones laborales que se establecen con los trabajadores. Solo una auténtica “ecología humana” permitirá un desarrollo sustentable.

6-    En el Día de los Trabajadores, en que celebramos la fiesta de San José Obrero, elevamos nuestra oración para que las fatigas de cada día alcancen la cuota de realización, alegría y solidaridad para cada uno y sus familias.

Los Obispos de la Iglesia Católica en el Uruguay.

La Pascua del P. Luis Schmidt SDB


El P. Luis Schmidt, Salesiano, gran formador de catequistas, falleció hoy. Esta es la comunicación que ha difundido la secretaría de la Inspectoría Salesiana.

Estimados Hermanos:

En la madrugada de hoy recibimos la  triste  noticia  que el P. Luis Schmidt partió a la casa del Padre.

Hoy 18 de abril a partir de las 14 a 24 hs. es el velatorio en el templo de la Parroquia Colón - Garzón 2024. Mañana jueves 19 de abril, a partir de las 7:30 hs. seguirá el velatorio, y a las 9 hs. será la Eucaristía. El cortejo partirá hacia el Cementerio del Norte a las 10:30 hs.

Nos unimos en la oración fraterna por el P. Luis, por su familia y por la Congregación. Que a través de su ejemplo de vida, entregada al servicio de los hermanos y de los jóvenes  el Señor suscite santas vocaciones.

Fraternalmente,

P. Húber Puglia
Secretario Inspectorial

lunes, 16 de abril de 2012

Homilía del Papa en el Día de su Cumpleaños

Joseph Aloysius Ratzinger nació en Marktl am Inn, Baviera, Alemania, el 16 de abril de 1927

Ciudad del Vaticano, 17 abril 2012 (VIS).- Ayer por la mañana, en la Capilla Paolina del Palacio Apostólico, tuvo lugar una Santa Misa de Acción de Gracias por los dos aniversarios que el Santo Padre celebra esta semana: su cumpleaños (ayer, 16 de abril, 85 años) y su elección al solio pontificio hace siete años (el 19 de abril). A la Misa asistieron los miembros del colegio cardenalicio y una amplia representación del episcopado de la tierra natal de Benedicto XVI.

En su homilía, el Papa recordó que, en el día de su nacimiento y de su bautismo, la liturgia de la Iglesia ha colocado tres hitos que, dijo, “me indican a dónde lleva el camino y que me ayudan a encontrarlo”: la memoria de santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes; la de San Benedicto José Labre; y, el Sábado Santo, que en el año de su nacimiento fue el 16 de abril.

Santa Bernadette, crecida en medio de una pobreza “difícilmente imaginable (…) sabía mirar con corazón puro y genuino. María le indica un manantial, (…) agua pura e incontaminada, agua que es vida, que da pureza y salud. (…) Pienso que podemos considerar este agua como una imagen de la verdad que nos viene al encuentro en la fe: la verdad incontaminada. (…) Esta pequeña santa ha sido siempre para mí un signo que me ha indicado de dónde procede el agua viva que necesitamos -el agua que nos purifica y da la vida-, y un signo de cómo deberíamos ser: con todo el saber y todas las capacidades, que son necesarias, no debemos perder (...) la mirada simple del corazón, capaz de ver lo esencial; debemos rogar al Señor para que podamos conservar siempre la humildad que permite al corazón ver lo que es simple y esencial, la belleza y la bondad de Dios, y encontrar así el manantial del que brota el agua que da la vida y purifica”.

El Papa recordó a continuación que Benedicto José Labre, que vivió en el siglo XVIII, “fue un santo un tanto particular que, mendigando, peregrinó de un santuario a otro y no quiso hacer otra cosa que rezar, y con ello dar testimonio de lo que cuenta de verdad en esta vida: Dios. (…) Nos muestra que (…) más allá de lo que puede haber en este mundo, más allá de nuestras necesidades y capacidades, lo esencial, es conocer a Dios. Él solo basta”. La vida del santo, que recorrió toda Europa viajando santuario en santuario, “hace evidente que quien se abre a Dios no se aleja del mundo y de los hombres, sino que encuentra hermanos; (…) solo Dios puede eliminar las fronteras, porque gracias a Él somos todos hermanos”.

“Por último -continuó Benedicto XVI- está el Misterio Pascual. El día en que nací, gracias a la atención de mis padres, renací también en el agua y en el Espíritu (...) La vida biológica de por sí es un don, y sin embargo está rodeada por una gran pregunta. Se convierte en un don verdadero sólo si, junto con ella, hay una promesa que es más fuerte que cualquier desventura que nos amenace, si se sumerge en una fuerza que asegura que es bueno ser hombre, que para esta persona es un bien cualquier cosa que el futuro traiga. Por lo tanto, al nacimiento se asocia el renacimiento, la certeza de que, en verdad, es bueno existir, porque la promesa es más fuerte que la amenaza. Este es el sentido de la regeneración por el agua y el Espíritu (…) Ahora, el renacimiento se nos da en el bautismo, pero tenemos que seguir creciendo en la fe, tenemos que seguir dejándonos sumergir en la promesa de Dios para nacer realmente de nuevo en la grande y nueva familia de Dios, que es más fuerte que todas las debilidades y todas las potencias negativas que nos amenazan”.

“El dia que me bautizaron (…) era Sábado Santo. Entonces se solía anticipar la Vigilia Pascual a la mañana, a la que habría seguido todavía la oscuridad del Sábado Santo sin el Aleluya. Me parece que esta singular paradoja, esta anticipación singular de la luz en un día oscuro, puede ser casi una imagen de la historia de nuestros tiempos. Por un lado, todavía permanecen el silencio de Dios y su ausencia; pero en la resurrección de Cristo está ya la anticipación del 'sí' de Dios; y, basándonos en esta anticipación, vivimos y a través del silencio de Dios, escuchamos su palabra, y por medio de la oscuridad de su ausencia entrevemos su luz. La anticipación de la resurrección en medio de una historia que evoluciona es la fuerza que nos muestra el camino y que nos ayuda a seguir adelante”.

“Me encuentro en la recta final del viaje de mi vida y no sé qué me espera -concluyó el Papa-. Sé, sin embargo, que la luz de Dios existe, que Él ha resucitado, que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad; que la bondad de Dios es más fuerte que cualquier mal de este mundo. Y esto me ayuda a seguir adelante con seguridad. Esto nos ayuda a seguir adelante, y en esta hora doy las gracias a todos aquellos que constantemente me hacen sentir el 'sí' de Dios a través de su fe”.

domingo, 15 de abril de 2012

Aceguá: visita de Nuestra Señora Conquistadora, Patrona de la Diócesis de Bagé


Más fotos en facebook

Aceguá recibió la visita de Nuestra Señora Conquistadora, patrona de la Diócesis de Bagé. Aunque la mañana comenzó con lluvia, el agua no detuvo a los devotos, que marcharon en procesión con la imagen desde el control fronterizo brasileño hasta la Parroquia Cristo Rey. Mons. Heriberto presició la Eucaristía, acompañado por el P. Thomas u yn sacerdote de la Diócesis de Bagé, el P. Welbert, capellán militar. A la salida de la Misa, las nubes se habían ido y el sol brillaba radiante...

jueves, 12 de abril de 2012

P. José Antonio Carcabelos (Tono), fallecido el 30 de marzo en Bella Unión

El P. Carcabelos. A su lado, el P. William, párroco de Artigas
en una reunión de Presbiterio de Salto, 5 de diciembre de 2005

P. José Luis Sanchis, párroco de Fray Bentos, Diócesis de Salto

HOMILÍA EN LA MISA POR EL PADRE CARCABELOS.
VIERNES, 30 DE MARZO DE 2012

Hermanos, Tono:

Cuando digo “Tono”, me doy cuenta de que está dentro de nosotros. ¡Qué sencillo que es todo entonces! ¡Él vive y está presente en nuestra vida y en nuestras cosas,  cuando tan familiar y amigablemente uno lo puede llamar así: “Tono”.

Estas palabras que voy a decir pierden así todo tipo de altisonancia: ¡no es una oración fúnebre! ¡No es una alabanza de sus grandezas! Es, simplemente, con toda la sencillez de la gente de pueblo, mirarlo, contemplarlo, agradecerle y aprender de él… 

Eso es lo que busco.  No quiero dar ningún dato, ninguna reseña. Simplemente quiero observar al Tono y hacerlo junto con ustedes.

¡La sencillez andante…!

Hace alrededor de un año nos encontramos en un encuentro de sacerdotes. Yo estaba bastante mal, enfermo. ¡La cosa era seria!: cada vez me iba achicando  más! No sabía “cuánto me quedaba”, y le dije al Tono: “Che Tono, andá pensando qué vas a decir cuando me muera, que va a ser dentro de poco: porque después de mí vos sos el mayor del clero: te lo van a pedir a vos!” 

Bueno, Tono, se dio vuelta la tortilla: lo que yo pensé que tú tenías que decir porque me tocaba, lo tengo que decir yo porque te tocó…!

Así, tan cercana a la vida mía y a la vida de todos nosotros es la vida de Tono.  Lo hemos querido…

El solo hecho de llamarlo así, nos habla de la simplicidad de la vida, de verlo tan cerca, sacerdote, presbítero desde 1964: el hubiera dicho “sacerdote desde que fui bautizado”. Integrante del pueblo sacerdotal de Dios, desde ese entonces, él intentó, como sacerdote, ofrecer a Dios la Creación, e intentó ser solidario, servicial y de él aprendimos esa servicialidad que allega a la gente…

Intentando estar más cerca de la gente, allá, hace ya unos cuantos años, unido a otros sacerdotes, al Cacho Alonso (al Padre Cacho famoso), unidos a Landa (si no me equivoco de apellido), estuvo en Rivera, intentando ahí, encarnarse: en las calles, en las casas, en la gente, en los niños, en los viejos que vivían allí: queriendo ser parte del vivir de un pueblo.

¡Sencillo! Y esa sencillez y esa encarnación la ha mantenido hasta ahora: ¿Quien no recuerda las predicaciones del Tono? No volaba en los libros de teología, sino que planeaba… en la vida de los barrios, de la gente y fue viendo la realidad, e interpretando la realidad, e intentando iluminarla como Dios le dio la capacidad de poder hacerlo. 

¡Cuánto hemos aprendido de sus predicaciones, de sus sermones!: muy llegado al pueblo, muy encarnado en la realidad

Cuando vino a Salto (después de aquella experiencia en Rivera: no digo fechas porque no me interesa eso, me interesa el hecho!), para qué estuvo en Salto?...: para lo que hiciera falta, para ir allí donde era necesario: a un laico, un movimiento, un grupo, una organización, un sacerdote! Estaba disponible, estaba para eso.

Y lo intentó hacer y lo hizo. Vaya que lo hizo! Y que bien que lo hizo!

Coordinador excelente… en los encuentros, asambleas diocesanas, asambleas de curas, sabía no dejar irnos por las ramas: sabía concentrarnos en el tema. Acabábamos una asamblea llegando a algo y nos creíamos sabios por que habíamos llegado a algo y no nos dábamos cuenta que era él quien nos mantenía en el carril, para que la fuerza que Dios había puesto en nosotros pudiera rendir lo que era capaz de rendir. Nos ayudó a llegar a conclusiones.

¿En cuántas asambleas estuvo?... ¿en cuantas? No cito ninguna, para no macanear. Pero desfila en mi mente la presencia de él allí. Siempre!

Cuando le pedían otra actividad, era admirable en el Tono, la capacidad de dejar aquello en lo que se había metido con alma y vida, dar vuelta la página y empezar algo nuevo. Nunca lo vimos meterse para ir a husmear, en el lugar y en la gente con la que había trabajado! Supo dejar al que vino después las manos totalmente libres.

¡Que ejemplo para que los que a veces no somos capaces de alejarnos de una realidad que ya no nos toca!... Él lo supo hacer,… De él podemos aprender esa riqueza.  El supo ubicarse con el mismo entusiasmo en la cosa nueva que le pedían como había estado ubicado en lo que con tanta sabiduría había logrado coordinar, promover, hasta ese momento.

¿No es admirable? Son esas virtudes que brillan en el interior de cada uno de nosotros: allí donde más oscuridad puede haber!

Él supo abrir otros surcos con el mismo entusiasmo con el cual había abierto el anterior. No dijo: “ya se acabó mi tarea”. Supo seguir y seguir. Supo ser sacerdote… Supo ser presbítero, ministro… Supo ser Vicario Pastoral. Supo correr de un rincón al otro de la diócesis, salirse de la diócesis a nivel nacional. Y supo quedarse quietito en una parroquia pequeña, cuando le toco hacerlo…

¡No buscó títulos! ¡Qué sencillo! No buscó hacer carrera. No buscó escalar. Nos enseñó a ser humildes, con la santa libertad de los hijos de Dios!  Él supo hacer lo que Dios le pidió. Fue un verdadero sembrador, a pesar de todos los defectos de los que lo rodeábamos y a pesar de los defectos que él también seguramente tuvo. Supo sembrar y sembró abundante, a mano abierta, esa gran riqueza de dar todo lo que Dios le puso en el alma, en el corazón.

¿Qué decir del Tono?... Un cura bueno…,! ¿Hay algo más grande para decir de él: “Un cura bueno”…, “un cura sencillo”…, “un cura de hoy”, “un cura disponible”!?

Gastaste tu vida en lo que el Señor te pidió que hicieras… Gastada la vida, Dios quiso, cuando estabas descansando, venir a buscarte,  para que llegaras a la plenitud del descanso! … Como diciéndote: “ya es tiempo de que la semilla que tan abundantemente sembraste, germine y empiece a dar fruto! No es necesario, para eso, que tú estés. Por si misma la semilla tiene fuerza y crecerá en la tierra donde la plantaste: siempre habrá un poco de tierra buena que la pueda alimentar!”

Tono, te miramos…! Aprendimos de ti…. Más de una vez nos dejamos dirigir por ti, cuando fue necesario…! Te tenemos y te tendremos siempre cerca!

¡Que hermoso que hayas llegado al final y que, dejando hablar al alma, como lo estoy haciendo ahora yo, hablando espontáneamente, podamos decir todas éstas cosas lindas sobre ti!

¡Que Dios nos ayude a seguir sus huellas!!

domingo, 8 de abril de 2012

Mensaje de Pascua del Obispo de Melo


Éste es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal 117).

No es un día más en la cuenta de los días, no es otro día en el que, como tantas veces, el Señor interviene con su Providencia en la historia de los hombres. Es un Día Nuevo. Es el comienzo de una Nueva Creación. Es el Primer Día, no ya de una semana más, sino de un tiempo enteramente nuevo.

Con la Resurrección de su Hijo Jesucristo, el Padre Dios comienza la re-creación del mundo. Si la creación del hombre en el sexto día fue la culminación de la obra creadora, la creación del Hombre Nuevo, Cristo, germen y cabeza de la Humanidad Nueva es la obra de este Día Nuevo, que seguimos recordando y celebrando como Día del Señor en cada Domingo.

Desde aquel lejano sexto día, hemos recorrido como Humanidad un largo camino. El Creador nos hizo a su imagen y semejanza. Nos hizo capaces de crear, de hacer cosas nuevas a partir de lo que Él creó de la nada. La ciencia y la técnica nos han permitido realizar cosas maravillosas y aún veremos muchas más en nuestro tiempo de avances vertiginosos. También, lo sabemos, hemos hecho cosas terribles. Creación y destrucción están en nuestras manos de criaturas.

Sin embargo, la Resurrección de Jesucristo nos pone ante lo que no podemos recibir sino como don. Tenemos la capacidad de prolongar la vida humana, e incluso de darle una calidad notable. Pero no tenemos la capacidad de darnos la Vida Eterna.

La Resurrección de Jesucristo nos abre a una posibilidad radicalmente Nueva. “Algo diferente de todo lo conocido, pero también de todo lo desconocido”. Se trata de acceder a la misma Vida de Dios. Resucitado, Jesús nos abre la Puerta de la Casa del Padre. En realidad, Él mismo es la Puerta; Él mismo es el Camino que lleva hasta allí; Él mismo nos da esa Vida.

A partir de la Resurrección, las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan toman toda su fuerza y su sentido:
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (3,16).
“El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna” (4,14)
“El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día” (6,54).
“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano” (10,27-28).
“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (17,3).

Dejemos que la alegría y la fuerza de la Pascua inunden nuestro corazón. Dejemos que la Vida nueva que el Resucitado nos comunica renueve totalmente nuestra vida. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

+ Heriberto, Obispo de Melo

miércoles, 4 de abril de 2012

Misa Crismal en la Catedral de Melo

Aceitunas, de las que se extrae el aceite de olivo,
con el que se elaboran los óleos para los Sacramentos

Homilía de Mons. Heriberto

Querido Mons. Roberto, queridos presbíteros y diáconos, queridos hermanos y hermanas:

El próximo sábado nos reuniremos en nuestras comunidades para celebrar llenos de alegría la Vigilia Pascual, corazón del año litúrgico. Es la Pascua, la celebración del misterio central de nuestra fe: Jesucristo muerto y resucitado por nosotros. La culminación de la Semana Santa, que se desborda en alegría durante el tiempo Pascual.

Pero hoy estamos reunidos en la Misa Crismal. Una Misa que tiene un carácter único. Toda la Diócesis, de una u otra forma, está aquí representada, expresando nuestra Comunión con Cristo y entre nosotros. Juntos, vamos a pedir de Dios la bendición para los óleos de los catecúmenos y de los enfermos y la consagración del Santo Crisma. Al regreso, cada comunidad parroquial llevará estos tres aceites con los que, a lo largo del año, se celebrarán los Sacramentos correspondientes.

Así, toda la Diócesis estará unida por medio de estos signos del Amor de Cristo. Cristo, el Ungido del Señor, que tiene la plenitud del Espíritu, nos une a Él en el Bautismo, que nos entrega el Espíritu Santo en la Confirmación y nos da alivio, consuelo y sanación en la Unción de los Enfermos.
Días pasados, celebrando las Bodas de Oro de nuestro querido obispo emérito Mons. Cáceres, escuchamos sus palabras dirigidas a todos nosotros en cuanto Cristianos: miembros del Pueblo de Dios, Pueblo sacerdotal, Pueblo santo.

Como nos enseña el Concilio Vaticano II (LG c. V), del cual Mons. Roberto fue activo participante, todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a la Santidad. Este llamado viene del mismo Jesús que ha dicho a todos sus discípulos “Sean perfectos, como su Padre Celestial es perfecto” (Mt 5,48). Pero Jesús no sólo predica la santidad; además de vivirla Él mismo, Él es “el autor y consumador” de nuestra santidad. Es Él quien nos santifica, es Él quien nos hace santos. Para eso nos ha enviado el Espíritu Santo, que nos mueve interiormente para que amemos a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas (cf. Mc., 12, 30) y para que nos amemos unos a otros como Cristo nos amó (cf. Jn., 13, 34; 15, 12).

Uniéndonos a Él, por medio del Bautismo, Jesús, el Hijo del Padre Dios, nos hace a nosotros hijos de Dios, nos hace participar de la vida de Dios y por lo mismo nos hace santos.

Pero entonces, si todo lo hace el Señor ¿qué es lo que nos toca a nosotros? ¿Qué tenemos que hacer? Tenemos que conservar y perfeccionar en nuestra vida esa obra de Dios, esa santidad que recibimos. Y eso lo podemos hacer también con la ayuda de Dios.

Esa vida de santidad comienza cuando recibimos el agua del bautismo, que significa morir al hombre viejo, morir al pecado, para nacer de nuevo a la vida en Cristo, a la vida en amistad con Dios, a una vida santa.
Luego de recibir el agua, el bautizado es ungido con el Santo Crisma. La oración que reza en ese momento el ministro del Bautismo (el diácono, el sacerdote, el obispo) nos ayuda a comprender este signo. La oración dice así:

“Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha librado del pecado y te ha dado la nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, te unja con el crisma de la salvación, para que, incorporado a su pueblo, seas para siempre miembro de Cristo Sacerdote, de Cristo Profeta y de Cristo Rey.”
Por el agua y el Espíritu Santo el bautizado ha recibido de Dios la vida nueva, vida de santidad. Así, quien ha recibido el bautismo es incorporado al Pueblo de Dios, a la Iglesia, y es hecho miembro de Cristo Sacerdote, Profeta y Rey. Lo hemos escuchado del libro del Apocalipsis: “[Jesucristo] hizo de nosotros un Reino Sacerdotal para Dios, su Padre”.

Y aquí reencontramos las palabras de Mons. Roberto, días pasados, que recordaba a los fieles laicos: “todos ustedes son sacerdotes”. Es que, unidos por el Bautismo a Cristo Sacerdote, todos los miembros del Pueblo de Dios somos ungidos para participar del sacerdocio de Cristo, que ofreció su vida al Padre, ofreciendo a Dios nuestra propia vida.

Como lo expresa el Concilio, hablando de los fieles laicos: “todas sus obras, preces e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso del alma y del cuerpo, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida si se sufren pacientemente, se convierten en "hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1 Pe., 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía, con la oblación del cuerpo del Señor, se ofrecen piadosísimamente al Padre” (LG 34).

Participamos así del sacerdocio de Cristo; pero con el bautismo y la unción del Santo Crisma nos unimos también a Cristo Profeta, que con el testimonio de su vida y de su Palabra anunció la Buena Noticia a los pobres y proclamó el Reino del Padre. Por eso, el bautismo y la unción con el Santo Crisma a los miembros del Pueblo de Dios los “constituye testigos y les ilumina con el sentido de la fe y la gracia de la palabra, para que la virtud del Evangelio brille en la vida cotidiana, familiar y social. Ellos se muestran como hijos de la promesa, cuando fuertes en la fe y la esperanza, aprovechan el tiempo presente y esperan con paciencia la gloria futura” (LG 35).

Finalmente, nos unimos también a Cristo Rey. Como lo celebramos en cada Semana Santa, “Cristo, hecho obediente hasta la muerte, y por eso exaltado por el Padre, entró en la gloria de su reino; a Él están sometidas todas las cosas hasta que Él se someta a Sí mismo y todo lo creado al Padre, para que Dios sea todo en todo”. Esa es la realeza de Cristo. Él es Rey, y por el bautismo y por la unción del Santo Crisma nos hace reyes, para que, con libertad, abnegación y vida santa venzamos en nosotros el reino del pecado y más aún, sirviéndolo también en los demás, llevemos en humildad y paciencia a nuestros hermanos “hasta aquel Rey, a quien servir es reinar” (LG 36).

Sacerdotes, Profetas, Reyes… Pueblo Santo de Dios. ¡Qué grande es nuestra vocación cristiana! ¡Qué grande el llamado que recibimos desde nuestro bautismo! ¡Qué grande es lo que la Iglesia entrega cuando bautiza a un adulto o a un niño! Por eso, siempre será poca la preparación para recibir este Sacramento y siempre quedará como tarea seguir profundizando el misterio de la fe en la que hemos sido bautizados, para vivirla más cada día.

A eso nos llama el Papa Benedicto al convocar el Año de la Fe, que se iniciará el 11 de octubre de este 2012, al cumplirse los cincuenta años de la inauguración del Concilio Vaticano II. Dice el Papa: “Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo” (PF 8). Y, más adelante, agrega: “el Año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe”, para lo cual tenemos un instrumento privilegiado en el Catecismo de la Iglesia Católica, a través de cuyas páginas “se descubre que todo lo que se presenta no es una teoría, sino el encuentro con una Persona que vive en la Iglesia”.

El Sábado Santo y el Domingo de Pascua renovaremos nuestras promesas Bautismales, es decir, nuestra adhesión a esa Persona que vive en la Iglesia y que es el mismo Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey que nos hace su Pueblo Santo. Así podremos mantener la mirada y el corazón en Él, “que inició y completa nuestra fe” (Heb 12,2). A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 1 de abril de 2012

Domingo de Ramos en la Capilla Sagrada Familia, Melo



Más fotos en facebook

La Capilla Sagrada Familia, perteneciente a la Parroquia San José Obrero, de la ciudad de Melo, celebró hoy por la tarde el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.
Un Via Crucis preparado por integrantes de la comunidad recorrió las calles del barrio, llevando su mensaje evangélico a los vecinos.

Catedral de Melo: Procesión de Ramos

Bendición de Ramos en Capilla San Antonio
Llegada de la procesión a la Catedral
Más fotos en facebook

Esta mañana, a las 10:30, los feligreses de la Catedral de Melo se reunieron en la capilla San Antonio de Barrio El Bosque, para la tradicional bendición de ramos y procesión.
Después de la lectura del Evangelio por el párroco P. Jairo, Mons. Heriberto exhortó a los asistentes a peregrinar llevando los ramos "como un signo de nuestro compromiso con Cristo".
Recorriendo la calle Del Pilar, la procesión llegó a la Catedral para iniciar la Misa a las 11 de la mañana. La lectura de la Pasión -este año en el Evangelio según San Marcos, como indica el orden de la Liturgia- fue seguida de los comentarios del Obispo, quien en su homilía enfatizó el abandono que sufre Jesús por parte de sus discípulos, en contraste con la decidida profesión de fe del Centurión: "Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios" e invitó a que el Año de la Fe convocado por Benedicto XVI sea "oportunidad para profundizar nuestra adhesión y conocimiento del Señor en quien creemos".

Movida de Radio María en la Feria de Melo


Más fotos en facebook

Voluntarios de Radio María realizaron hoy una "Movida" en Melo para dar a conocer la programación de la Radio y recaudar fondos.
Radio María Uruguay tiene una repetidora en Melo que retransmite toda su programación. Varios programas son emitidos desde el estudio local, entre ellos los dos de Mons. Roberto Cáceres: Palestra Familiar, los sábados de noche y Rueda de Amigos, el domingo por la mañana. Los jueves de 8:30 a 10:00 Qué bien se está aquí ofrece a los oyentes información y comentarios de la vida diocesana de Melo, con la frecuente participación de Mons. Heriberto.