domingo, 9 de febrero de 2014

En Polaveno, con el P. Javier Mori, rezando por Tres Islas

Capilla de Tres Islas

El árbol caído junto a la capilla

Con el P. Javier Mori en la capilla de San Juan Bautista de Polaveno

Homilía en la Misa del Domingo 9 de febrero.


Queridas hermanas, queridos hermanos:
Hoy he llegado por segunda vez a Polaveno. La primera vez fue hace dos años, el Miércoles de Cenizas.
Mi nombre es Heriberto Bodeant y soy el Obispo de Melo en Uruguay. Cuando el P. Javier estuvo en Melo, realizó un gran servicio pastoral. Nuestra Diócesis recuerda con gratitud su labor entre nosotros. Por eso es una gran alegría celebrar hoy esta Misa con ustedes y con el P. Javier.
La palabra del profeta Isaías nos habla hoy de “el ayuno que agrada al Señor”: “compartir el pan con el hambriento, albergar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo”.
La semana pasada, en Uruguay, hubo grandes tormentas y fuertes vientos. En mi Diócesis hay un pequeño pueblo llamado Tres Islas. Allí el viento arrancó los techos de cuarenta casas. Un gran árbol cayó junto a la capilla. La capilla no fue dañada.
Es así que la pequeña comunidad cristiana de Tres Islas pudo “albergar a los sin techo”, como ha dicho Isaías. La pequeña iglesia sirvió de refugio a algunas familias en dificultades. También el gobierno municipal y algunas organizaciones de la sociedad civil se hicieron presentes en el pueblo para brindar ayuda.
Ayer, la comunidad celebró la Eucaristía en la capilla. La comunidad dio gracias a Dios por haber salvado su Iglesia; pero también porque pudo ayudar a los que quedaron sin techo.
Es así cuando recibimos un don del Señor: es como una luz que se enciende en nosotros. El Evangelio nos dice hoy: “no se enciende una lámpara para ponerla bajo el cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa”.
Pidamos al Señor estar siempre abiertos a sus dones. Como dice el Papa Francisco: “la mirada creyente es capaz de reconocer la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad” (EG 84).
Dejemos que la luz del Señor ilumine nuestros corazones y se haga caridad en obra. Así “tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”. Así sea.

Texto italiano:


Cari fratelli e sorelle,

Oggi sono venuto per la seconda volta a Polaveno. La prima volta è stato due anni fa, il Mercoledì delle Ceneri.

Il mio nome è Heriberto Bodeant e sono il Vescovo di Melo in Uruguay. Quando Don Saverio era in Melo, egli rese un ottimo servizio pastorale. La diocesi di Melo ricorda con gratitudine il suo lavoro in mezzo a noi.

E 'una grande gioia celebrare oggi questa Messa con voi e con Don Saverio.
La parola del profeta Isaia ci parla oggi “di digiuno che piace al Signore”:
“dividere il pane con l’affamato, introdurre in casa i miseri, senza tetto, vestire uno che vedi nudo”.

La settimana scorsa, in Uruguay, ci sono stati grandi tempeste e forti venti.
Nella mia diocesi c'è un piccolo villaggio chiamato Tres Islas.
In quel luogo il vento ha strappato i tetti di quaranta case.
Un grande albero è caduto vicino alla chiesa. La chiesa non è stata danneggiata.

Così, la piccola comunità cristiana de Tres Islas ha potuto “introdurre in casa i senza tetto”, comme ha detto il profeta Isaia. La piccola chiesa ha ospitato alcune famiglie in difficoltà.
Anche il governo municipale e alcune organizzazioni non governative sono venuti al villaggio per aiutare.

Ieri, la comunità ha celebrato l’Eucaristia nella chiesa.
La comunità rende grazie a Dio per aver salvato la sua chiesa. Ma anche rende grazie perché così ha poputo aiutare quelli che sono rimasti senza tetto.

Quando riceviamo un dono del Signore è come una luce che si accende in noi.
Il vangelo ci dice oggi: non “si accende una lampada per metterla sotto il moggio, ma sul candelabro, e così fa luce a tutti quelli che sono nella casa”.

Chiedamo al Signore di aprirci ai suoi doni. Come dice il Papa Francesco: “lo sguardo di fede è capace di riconoscere la luce che sempre lo Spirito Santo diffonde in mezzo all’oscurità”.
Lasciamo che la luce del Signore illumini i nostri cuori e diventi carità in opera. Così “brillerà fra le tenebre la tua luce, la tua tenebra sarà come il meriggio”. Amen.

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