lunes, 8 de septiembre de 2014

Natividad de María. Fiesta patronal Capilla Villa Betania





Homilía de Mons. Heriberto

María, con su cariño de madre, nos ha reunido hoy para celebrar esta fiesta de su nacimiento, esta fiesta que conocemos como la Natividad de la Virgen María, acompañando a nuestras misioneras Rosa y Rosy y a la comunidad de este barrio El Fogón.

Queremos en esta fiesta contemplar a María como madre de la Esperanza. Esa Esperanza no es una idea, ni un sentimiento, ni una ilusión. Esa Esperanza es una persona: Jesucristo, el hijo de Dios, el hijo de María. Él es nuestra Esperanza. Esperanza de vida plena, esperanza de vida en paz, esperanza de vida verdaderamente humana, esperanza de participar en la vida eterna, en la vida misma de Dios.

La vida de María estuvo marcada por vivencias contrastantes.
-    La alegría a que la llamó el arcángel Gabriel y la espada que, como le anunció el anciano Simeón, atravesaría su corazón.
-    La aceptación humilde de la servidora del Señor que deja que en ella el Espíritu Santo haga su obra y la iniciativa de la que sale sin demora a servir a su prima.
-    La mujer que pregunta, que quiere saber cómo y por qué, pero que no duda, y sigue firme al pie de la cruz.

María, como modelo de cristiana, modelo de discípula, atraviesa ese laberinto de contradicciones viviendo en fidelidad a la Palabra de Dios. Y esa Palabra es su propio hijo: la Palabra hecha carne.

Por eso, ella nos lo muestra, nos lo señala y nos dice “hagan lo que Él les diga”. Es decir, “escuchen su Palabra y pónganla en práctica”.

Por eso, aunque muchas veces también nuestros corazones son atravesados por la espada, cuando nos encontramos con la incomprensión, el rechazo, la violencia, podemos vivir en la alegría. Vivimos en la alegría de seguir llevando al Señor en nuestra vida, de seguir caminando con Él, de seguir confiando en Él, de poner en Él toda nuestra esperanza.


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