lunes, 29 de junio de 2015

"Recen por mí". Pensando en el Papa Francisco en la fiesta de S. Pedro y S. Pablo


"Recen por mí". Así suele despedirse el Papa Francisco, desde el comienzo de su ministerio como sucesor de Pedro. Así hacía también antes, cuando era arzobispo de Buenos Aires.

En esta solemnidad de San Pedro y San Pablo, que en la parroquia de mi niñez (Sagrado Corazón, Young, Río Negro) y en las otras de aquel tiempo era "el día del Papa", leo los textos bíblicos que la liturgia señala para la Misa de hoy con ese pedido de Francisco resonando al fondo.

En la primera lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles (12,1-11) destacan inmediatamente estas palabras:
Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión,
la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
Hay un contexto de persecución. Pedro ha sido apresado por los partidarios del rey Herodes. La comunidad reza por él. La plegaria será escuchada y la liberación llegará. Llama la atención la constancia: la comunidad no cesaba de orar. La Palabra de Dios nos invita hoy a rezar con esa misma constancia. Y lo hacemos. En todas las Misas, en el momento de la Plegaria Eucarística, el celebrante reza por el Papa y por el Obispo diocesano. Se dicen sus nombres. Prestemos hoy especial atención a esa súplica y, escuchándola, unámonos a ella de corazón.

Luego de la primera lectura, sigue el salmo responsorial (33,2-9). El salmo, que de por sí es una oración, incluye este hermoso versículo que ofrece el testimonio de un orante que ha sido escuchado:
Este pobre hombre invocó al Señor
Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
Rezar con constancia, decíamos antes. Rezar con la convicción de que el Señor escucha nuestra oración, agregamos ahora.

Pero ¿qué pedir? Pensando especialmente en el Santo Padre: ¿qué pedir para él? La segunda lectura nos brinda el testimonio del otro gran apóstol cuya memoria celebramos hoy: San Pablo. Escribiendo a su discípulo Timoteo, Pablo dice:
El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas
para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio
y llegara a oídos de todos los paganos.
No cuesta mucho imaginar a Pablo pidiendo al Señor las fuerzas para su misión evangelizadora, y a las comunidades que él fundara rezando también por él y por su ministerio, como hoy nos pide Francisco. Recemos para que el Papa se sienta siempre fortalecido por la presencia del Señor.

Y pensando en otros dones que podemos pedir para la misión del Santo Padre, pensemos en las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy (Mateo 16,13-19):
Feliz de ti Simón, Hijo de Jonás,
porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en el cielo.
Pedro ha recibido un don particular y muy importante: la fe que le ha permitido reconocer en Jesús de Nazaret al Mesías, "el Hijo de Dios vivo". Pidamos pues, para el Papa Francisco, la fortaleza y también la especial asistencia del Espíritu Santo que necesita en su misión, de manera que pueda seguir confirmándonos en la fe y animando a toda la Iglesia a llevar el Amor y la Misericordia del Señor hasta los confines de la tierra.

+ Heriberto


sábado, 27 de junio de 2015

El bicentenario del Reglamento de Tierras y el aniversario de la fundación de Melo

"Los más infelices serán los más privilegiados"
Reglamento Provisorio de 1815
Hoy, 27 de junio de 2015, se cumplen 220 años de la fundación de Melo. En el año 1795 el capitán Agustín de la Rosa fundó esta ciudad que debe su nombre a Pedro Melo, Virrey del Río de la Plata. La fundó a orillas del Arroyo Conventos, que el capitán confundió con el Tacuarí, posiblemente por encontrarlo crecido por lluvias invernales. El acta de fundación se inicia diciendo "En la costa Arroyo que se denomina el Tacuarí..."

En setiembre de este año se cumplirá el bicentenario del Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados, fechado en el Cuartel General de Artigas el 10 de Setiembre de 1815.

Todos los uruguayos aprendimos desde la Escuela y seguimos recordando una serie de frases que resumen el pensamiento artiguista. Una de ellas es "que los más infelices sean los más privilegiados", expresión de un anhelo de justicia social, en la que se trasluce el espíritu evangélico que llega a Artigas particularmente a través de sus colaboradores franciscanos. La frase está tomada del artículo 6º del Reglamento, que dice textualmente:
6o. Por ahora el señor alcalde provincial y demás subalternos se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la campaña. Para ello revisará cada uno, en sus respectivas jurisdicciones, los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, y a la de la provincia.
La preocupación de Artigas sobre el "arreglo de los campos" no es una total novedad en su tiempo. 14 años antes, el 9 de mayo de 1801, el español Félix de Azara escribe desde Batoví (hoy en el departamento de Tacuarembó) una Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata en 1801. En ella propone que las autoridades españolas tomen doce medidas que van desde "dar libertad y tierras a los indios cristianos" hasta "exterminar los perros cimarrones". Llama la atención el artículo séptimo: "Anular las compras que se hubiesen hecho fraudulentas, las de enormes extensiones y las que no se hubiesen poblado en tiempo, repartiéndolas a pobres". En su recorrida por estos campos, este militar y sabio español fue acompañado, por disposición del Virrey Marqués de Avilés por dos oficiales del cuerpo de Blandengues: José Artigas y Rafael Gazcón. Esta experiencia de Artigas junto a Azara hace parte del trasfondo de su Reglamento. La comparación de la Memoria de Azara y el Reglamento de Artigas muestra maneras diferentes de enfocar el mismo problema, con algunos puntos comunes.

Pero hay otro antecedente, que es el que queremos evocar en este aniversario de la fundación de Melo. El 7 de mayo de 1795, seis años antes de la Memoria de Azara y veinte años antes del Reglamento de Artigas, el capitàn de la Rosa escribe al Virrey Melo, recomendando la fundación de la población que hoy es capital de Cerro Largo.
El establecimiento de poblaciones en el cordón de la frontera es (...) el remedio (...) no sólo para asegurar las fértiles campañas (...) teniendo siempre a raya la nación fronteriza, sino también para arreglar enteramente aquellos campos, para limpiarlos de ladrones fascinerosos y contrabandistas, para reducir los ganados a rodeo, para evitar los desórdenes que hasta ahora han experimentado y lo que es más que todo para asegurar la inmensa riqueza de esta provincia (...)
(...) mientras no se adopte el sistema de poblar la frontera y repartir los campos en suertes de estancia es imposible disipar todos los desórdenes (...) sólo de este modo se asegurará con la riqueza del país todo cuanto puede apetecerse para el mejor servicio de Dios y del Rey.
Vemos aquí varias preocupaciones:
  • Defender la frontera
  • Arreglar los campos
  • Dar seguridad a quienes trabajan
  • Asegurar la producción y la riqueza que ella genera

Pero para todo eso es necesario poblar la frontera y repartir los campos. ¿A quiénes? Son interesantes algunas observaciones del fundador de Melo:
  • Señala que los "hombres sueltos" de nuestra campaña "no pueden ocuparse en las estancias ya establecidas" y propone para ellos "un indulto general (...) ofreciéndoles suertes de tierras para su establecimiento".
  • Considera que con las formas habituales de adjudicación de tierras, con todas sus exigencias "sólo logran establecer estancias los acaudalados, avasallando y precisando a los pobres o a que los sirvan por el triste interés de un conchabo o a que es lo más común se abandonen al robo y al contrabando donde hallan firmes apoyos para subsistir".
  • Propone poblar el lugar donde se encuentra, "la Guardia del Cerro Largo", porque "sobre haber terrenos suficientes y oportunos para estancias y siembras, aguadas permanentes, pastos abundantes y maderas a propósito para ranchos y corrales, no faltan por aquellas inmediaciones gentes pobres y honradas que correrían con los brazos abiertos a cualquier partido ventajoso que se les ofreciese."

Agustín de la Rosa apuesta a que la propiedad de la tierra y el afincamiento en ella para trabajarla cambie los malos hábitos de los hombres entregados a la delincuencia y dé una oportunidad a las "gentes pobres y honradas". De todo ello, se derivará seguridad en la frontera, seguridad en la campaña y crecimiento de la riqueza para felicidad de todos.

Bibliografía.

Documentos:
- Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados. (Texto completo en Wikisource)
- Del capitán Agustìn de la Rosa al Virrey Pedro Melo de Portugal, Buenos Aires, mayo 7 de 1795. En "Antecedentes sobre la fundaciòn de Melo", Boletín histórico, Nros. 116-119, pp. 235-237. Estado Mayor General del Ejército, sección Historia y Archivo, Montevideo, 1968.

Obras:
- Esteban Campal, Azara y su legado al Uruguay, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1969.
- Aníbal Barrios Pintos, Historia de los pueblos orientales, Tomo II, Ediciones de la Banda Oriental, Ediciones Cruz del Sur, Montevideo, 2008, pp. 253-254.



jueves, 25 de junio de 2015

¡Regala Esperanza! Ayuda a la instalaciòn en Melo de la Fazenda de la Esperanza Femenina Betania


En la Diócesis de Melo nos preparamos para recibir una casa femenina de la Fazenda de la Esperanza, para la recuperación de dependientes químicos.

La casa se llamará Fazenda de la Esperanza Femenina Betania y se sumará a la Fazenda de la Esperanza ¿Quo Vadis?, para varones, que está en Cerro Chato (Treinta y Tres) desde 2009.
Las personas adictas viven en esas "periferias existenciales" hacia donde el Papa Francisco nos anima a llegar con el amor y la fuerza del Evangelio.

Nuestra diócesis se alegra de poder ofrecer esperanza a varones y mujeres jóvenes de todo el Uruguay que quieren dejar atrás las adicciones y reconstruir su vida y sus vínculos.
Desde que conocí la Fazenda he visto a muchos jóvenes no solamente "dejar una adicción" sino empezar de verdad una nueva vida. Así cumplieron las palabras de uno de los fundadores, que dice siempre a los adictos: "ustedes hicieron llorar mucho a sus familias. Queremos que las hagan llorar de nuevo, pero de alegría". He visto como esto se ha hecho realidad para muchos jóvenes que voluntariamente ingresaron y completaron su año en la Fazenda.

La instalación de la Fazenda Betania comenzará pronto: el 15 de julio llegarán a Melo 12 mujeres jóvenes que, durante un mes, trabajarán para acondicionar la casa y para difundir por todos los medios (parroquias, liceos, centros juveniles, MCS, etc.) la propuesta de la Fazenda.

Esta instalación es costosa. La casa que ofrecemos necesita arreglos, cercado y equipamiento.
Le estoy escribiendo personalmente a cada uno de mis amigos de Facebook de Uruguay, a los que conozco personalmente y a los que no, que consideren la posibilidad de darnos una ayuda económica a través del Colectivo Fazenda Betania, cuenta 52117 de Abitab.

Como decía San Pablo a los Corintios: "solamente quiero que manifiesten la sinceridad de su amor, mediante la solicitud por los demás.Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza." 2 Co 8,8-9)

Amigo lector: te Invito a que difundas este pedido y a que tú también des con alegría: ¡regala Esperanza! y que el Señor, que ya te ha dado mucho, te dé mucho más.

+ Heriberto, Obispo de Melo


Quienes quieran hacer llegar una colaboración desde el exterior,
favor comunicarse por el correo electrónico

sgdocor@hotmail.com

jueves, 18 de junio de 2015

In Memoriam: Mons. Francisco Barbosa, Padre Pancho


Ayer por la mañana supe que unas horas antes, en la madrugada de Madrid, había fallecido Mons. Francisco Barbosa, el "Padre Pancho" como fue llamado mientras formó parte del presbiterio de Salto.
Con él me tocó compartir muchas cosas... lo conocí cuando, en 1979, fue por breve tiempo el asesor de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Salto. Yo era el delegado de la Parroquia de Young al Secretariado Diocesano de P. Juvenil y nos encontramos en algunas reuniones.
Después, ya estando yo en el Seminario y él en Young, recuerdo una vez en que fuimos a una misión en Sauce y quiso enseñarme a manejar. No había mucho tiempo, pero me quedó una recomendación que no he olvidado: "cuando subís un repecho, andá más despacio y ponéte bien sobre tu mano, porque no sabés lo que puede venir del otro lado".
Recuerdo sus años de párroco en Bella Unión, desde donde se iniciaron los Encuentros de Diócesis de Frontera que llevan ya treinta ediciones.
También su tiempo de Vicario Pastoral, animando el Plan Pastoral Diocesano de Salto.
Cuando yo fui nombrado Obispo Auxiliar, asumí la Vicaría pastoral y él la parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Paysandú, donde yo estaba.
Después fue su nombramiento como Obispo de Minas, su participación entusiasta en la Conferencia de Aparecida. Luego... su renuncia y su peregrinar. Siguió viviendo su lema, tomado de Mons. Angelelli: "Hay que seguir andando nomás".
Los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey lo recibieron en Rosario, Argentina y luego en Madrid.
En la capital española volvió a un ejercicio regular de su vida sacerdotal, como capellán de un Hospital y últimamente dando también una mano en una parroquia.
Allí lo visité hace un año y medio, y allí esperaba volver a verlo en febrero del año próximo. Ya no será así. Él no estará.
Hace unos días, recordando a otro compañero del presbiterio de Salto recientemente fallecido, el P. Bernardi, yo rescataba su preocupación por la formación de los fieles. En otro estilo, Pancho tenía la misma solicitud, unida a un espíritu de participación de todo el Pueblo de Dios en la Misión. Fue uno de los promotores de la planificación pastoral hecha con la participación de todos.
En estos días, Mons. Jaime Fuentes, su sucesor en Minas, lo ha recordado con mucho afecto y delicadeza.
Le dejo a él la palabra.
+ Heriberto

Apuro tuvo la muerte

    Esta mañana falleció en Madrid el Padre Pancho, como todos lo llamaban. Nadie esperaba que la enfermedad sería tan ejecutiva. Nos había llegado que iban a operarlo, que después le harían quimioterapia…
    La noticia de la muerte de Pancho me ha llegado al alma. El año pasado, en Madrid, hablé con él por teléfono: una conversación breve, en que noté que esquivaba el tema de su salud.
    El año anterior, en cambio, tomando un café en un barcito de la calle Mayor, me contó con detalle los problemas de salud que tenía, aunque el relato importante estuvo centrado en sus ocupaciones sacerdotales.
    Estaba contento, muy contento, trabajando como capellán de un hospital. Los enfermos lo querían mucho, me dijo. Le aseguré que así correspondían al cariño que él les daba: porque Pancho era un sacerdote que sabía querer.
    Salimos del bar y enfilamos hacia la Puerta del Sol. Apenas habíamos caminado cien metros y estaba jadeando… – Sí, ya ves… Pero en cuanto llegue a casa tomo la medicación y se me pasa.
    Pancho quería volver a Uruguay: estoy seguro de que se daba cuenta, aunque lo disimulaba, que no le quedaba mucho tiempo.
    Cuando fue ordenado sacerdote, el Padre Pancho fue consagrado “sacerdote para siempre”. Y además de ser un enfermo que atendía a los enfermos, ejercitaba su sacerdocio escribiendo semanalmente una homilía que enviaba a sus amigos. Tuvo un gran corazón sacerdotal.
    La noticia de su muerte me llegó al alma: vivo en la casa en la que él vivió durante cinco años, desde 2005 hasta 2009. Después pasaron cosas de las que nunca hablamos, para qué, ni de las que nunca oí críticas aquí. Los minuanos vivieron con él aquello que describe Camino: “Como los hijos buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu padre, el sacerdote”. (Noé se había emborrachado. Sus hijos lo vieron durmiendo la mona vestido de Adán y, sin mirarlo siquiera, lo taparon con un manto).
    Pancho ha ido al encuentro del Señor a los 71 años. Y entiendo el apuro que tenía la muerte en llevárselo esta madrugada, como antes de tiempo para nosotros y en el momento exacto, en realidad: porque un 17 de junio de 1972, Monseñor Francisco Barbosa, Obispo emérito de Minas, fue ordenado sacerdote para siempre, para siempre. Descanse en paz.

+ Jaime Fuentes, Obispo de Minas.

lunes, 15 de junio de 2015

In memoriam: Padres José Zanetti y Carlos Bernardi

P. Zanetti junto a Mons. Nicolini.
Young, 27 de setiembre de 1986
P. Zanetti impone las manos en la ordenación de
Beto Bodeant, Young, 27 de setiembre de 1986
P. Bernardi, último a la derecha.
Instituto Superior de Catequesis
Febrero 1988, Nueva Helvecia

P. Bernardi, de pie, a la izquierda.
Instituto Superior de Catequesis
Febrero 1988, Nueva Helvecia

En estos días, dos sacerdotes que pertenecieron al Clero de la Diócesis de Salto fueron llamados a la Casa del Padre.

Padre José María Zanetti (1940-2015). Falleció en Artigas, su ciudad natal el domingo 7 de junio. En agosto iba a cumplir sus 50 años de ministerio sacerdotal. Yo lo conocí en los años 70, en la parroquia San José Obrero de Paysandú, donde estaba junto al P. Francisco Romero, ya fallecido. Allí había un grupo de jóvenes que se nucleaba en torno a "Joselo", como lo llamaban. Recuerdo a Sergio, Lalo, Elvira, Estela y había algunos más. Un grupo unido y animado, en una comunidad muy viva.

Cuando yo ya estaba en el Seminario, en los '80, el P. Zanetti fue nombrado párroco de Young. Junto a su vicario, el P. Pancho Barbosa estuvieron en mi ordenación sacerdotal, que fue en el templo parroquial de Young, el 27 de setiembre de 1986.

Ya participando en el presbiterio, descubrí que le decían "el Cota". Los que lo conocimos recordamos su simpatía y buen humor. Cuando se juntaban con el P. William Gadea a contar chistes no los paraba nadie...
Desde hace muchos años estaba en la parroquia de Artigas, a la que fue mientras vivían todavía su madre y su hermana Teresita, Carmelita Misionera. Ellas lo fueron dejando sucesivamente y ahora él se reúne de nuevo con ellas.

Padre Carlos María Bernardi (1933-2015). Falleció en Montevideo el 11 de junio. Era oriundo de Nueva Helvecia. Este año hubiera alcanzado los 60 años de ministerio sacerdotal: fue ordenado con dispensa porque todavía no tenía la edad mínima requerida.
Junto al P. Emilio Ghidotti acompañaron la Diócesis de Salto en tiempos del exilio de Mons. Marcelo Mendiharat (1972), hasta la llegada de Mons. Carlos Nicolini (1977). Muchas veces le tocó defender al Obispo y a Sacerdotes de injustas acusaciones, enfrentando decididamente esas situaciones críticas.
Por razones personales dejó la Diócesis de Salto en los '90 para continuar su servicio en la Diócesis de Mercedes.
Yo quiero recordar muy especialmente su dedicación a la formación de catequistas y de formadores de catequistas. Fue durante muchos años director del Oficio Catequístico Diocesano de Salto. Muchos pasamos por los "cursos del Daymán", que se hacían en una casa diocesana cercana a las termas de ese nombre.
Junto con el P. Roberto Viola SJ y el P. Luis Schmidt SDB fueron puntales del Instituto Superior de Catequesis (ISCA), que hizo sus cursos de verano durante muchos años en el Hotel del Prado en Nueva Helvecia.
Yo estuve con él en un curso de Catequesis en Guichón, si no me equivoco por setiembre del '73. Yo daba catequesis en la parroquia San Ramón de Paysandú, en mis tiempos de estudiante de magisterio, y ése fue mi curso de iniciación.
Después, como seminarista y como sacerdote colaboré más de una vez en los cursos del Daymán y en Nueva Helvecia.

Nuestro recuerdo y oración por ellos, con las palabras de la Liturgia:
Escucha, Señor, con piedad, las oraciones
que te dirigimos por tus sacerdotes difuntos,
a quienes mientras vivían en la tierra encomendaste la misión
de representar a Jesucristo en la asamblea de los fieles.
Haz que ahora sean reconocidos por el Pastor Supremo
y consigan el premio de los siervos fieles.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
+ Heriberto

viernes, 12 de junio de 2015

Como conocí la Fazenda de la Esperanza

12 de mayo de 2007: Benedicto XVI en la Fazenda de la Esperanza

En el año 2007, cuando el Papa Benedicto XVI vino a Brasil para inaugurar la Conferencia de Aparecida, me llamó la atención entre sus actividades, la visita que hizo a un centro de recuperación de adictos. No retuve el nombre de “Fazenda da Esperança” ni mucho menos el de “Guaratinguetá”, pero sí la libertad con que el Papa rompió el protocolo y bajo a saludar a jóvenes y adultos con los cuales estableció una corriente de mutuo cariño.

Dos años más tarde, el mismo Papa Benedicto me nombró Obispo de Melo. Asumí el 18 de julio. Poco después, el 1º de agosto, una fría jornada de Cerro Chato se encendió con una viva llama de amor al inaugurarse la Fazenda de la Esperanza ¿Quo Vadis? en una chacra cedida por la Diócesis. Así empecé a recorrer el camino que había abierto mi predecesor, Mons. Luis del Castillo, acompañando y apoyando junto con toda la Diócesis el esfuerzo del P. Gabriel Tojo. Conocí allí a Nelson Giovanelli, uno de los fundadores y a Marcelo Rodrígues, coordinador regional. Más adelante me encontré con Fray Hans Stapel ofm, el otro fundador.

Yo llegaba a una Diócesis que me era totalmente desconocida. En la noche del 1º de agosto llevé en mi auto a Nelson y otros visitantes desde Cerro Chato hasta Treinta y Tres, por un camino secundario que yo nunca había transitado (y ellos tampoco)… pero llegamos bien a destino.

De a poco fui conociendo la Fazenda, entendiendo su metodología, reconociendo sus valiosos pilares de vida espiritual, vida en comunidad y vida de trabajo. Admiré la conjunción de una gran vertiente espiritual como la franciscana junto a la nueva y fresca del movimiento de los Focolares. En encuentros con Obispos fui encontrando a otros hermanos también “fazendeiros”. Fortalecí mi estima por la propuesta y creció en mí el deseo de apoyarla y acompañarla.

Fui acercándome más frecuentemente a la casa de Cerro Chato, celebrando la Misa en las visitas familiares, así como los sacramentos de la iniciación cristiana cuando había algún joven que debía recibirlos.

Participé de la búsqueda de algún lugar posible para la instalación de la Fazenda femenina, y fue para mí una alegría poder ofrecer ese lugar en Melo, en una casa que creo será plenamente adecuada para su inicio y posible crecimiento.

He visto algunas de las dificultades y tensiones, que no son sorprendentes, en una tarea tan delicada en relación con una de las más visibles fragilidades humanas.

Pero también he visto hacerse realidad las palabras que Nelson dirigió a los jóvenes que iniciaron la comunidad de Cerro Chato: “Ustedes han hecho llorar mucho a sus familias. Queremos que las hagan llorar de nuevo, pero de alegría”. Gracias a Dios, en estos seis años he podido verlo muchas veces. Quienes han asumido y vivido la propuesta de la Fazenda, completando su año, no son simplemente jóvenes que “han dejado atrás una adicción”, lo que no sería poco. Son mucho más. Son personas que han encontrado el sentido profundo de sus vidas, que han reencontrado los dones que Dios puso en cada uno de ellos y que su vida había escondido, pero no destruido. Son personas que, después de hacer y hacerse mucho mal y provocado mucho dolor, son hoy capaces de hacer un bien que nunca soñaron en realizar y de amar como nunca creyeron ser capaces.

Por eso miro con mucha alegría y esperanza la próxima instalación de la Fazenda femenina en Melo, y busco trasmitir a toda la Diócesis esos sentimientos, para que nos muevan a actuar, a trabajar, a preparar todo lo que se necesita para que las jóvenes que vengan encuentren una casa acogedora que sea el lugar donde se abra para ellas las puertas de una nueva vida.

+ Heriberto, Obispo de Melo

martes, 2 de junio de 2015

Invitación al Cumpleaños del Obispo


A la comunidad diocesana:
Queridas hermanas, queridos hermanos,
Pueblo de Dios que peregrina en Cerro Largo y Treinta y Tres

El 13 de junio de 2009, el Papa Benedicto XVI me nombró Obispo de Melo, confiándome, en nombre del Señor, el servicio pastoral a esta comunidad diocesana. Pronto se cumplirán 6 años de ese nombramiento. Dos días después, el 15 de junio, Dios mediante, estaré cumpliendo en esta Diócesis mis 60 años de vida.

Por ambas cosas quiero dar gracias a Dios. Les invito, a quienes quieran y puedan llegar, a celebrar conmigo la Eucaristía el día lunes 15 de junio, a las 19:30, en la Catedral. Luego compartiremos un pedazo de torta y algo caliente en el salón parroquial.

Cuando yo era párroco, en Sagrado Corazón de Paysandú, los feligreses solían preguntarme si quería un regalo, si estaba necesitando algo… yo solía responder: “sí, catequistas”. Hoy, como Obispo, diría mucho más: sacerdotes, diáconos permanentes, religiosas, misioneros, laicos comprometidos, seminaristas… Todo eso lo tenemos que implorar juntos al Señor, porque “la mies es mucha y los obreros pocos” (Lc 10,2).

Sin embargo, en esta ocasión, sí quiero pedirles algo más concreto. En junio va a comenzar la instalación de la Fazenda de la Esperanza Femenina en Melo, en Villa Betania. Esta comunidad terapéutica se sumará a la que ya existe en Cerro Chato, ofreciendo, en este caso a jóvenes mujeres, la posibilidad de empezar una nueva vida, dejando atrás sus historias de adicción y todas sus terribles consecuencias. Mi pedido es una colecta. Reunir fondos que permitan algunos arreglos que hay que hacer en las edificaciones de Villa Betania y contribuir para su equipamiento. Esto puede ser entregado en la colecta de la Misa del 15 de junio o directamente al Obispado.

Les agradezco desde ya su generosidad. El Señor Jesús nos guarde a todos en su Corazón y María nuestra Madre nos proteja bajo su manto. Con mi bendición,

+ Heriberto

lunes, 1 de junio de 2015

Beato Juan Bautista Scalabrini - 1 de junio

Juan Bautista Scalabrini
El nombre de este beato puede no ser familiar para los melenses. Sin embargo, quienes hemos participado en los Encuentros de Diócesis de Frontera, hemos conocido a religiosas, sacerdotes y obispos de la familia Scalabriniana, que tiene el carisma del trabajo con los emigrantes y la atención a todo lo relacionado con la movilidad humana: marinos, turistas, gitanos, pero también realidades nefastas como la trata de personas. Vale la pena asomarse a la vida de este beato poco conocido entre nosotros.
«Mártir de la verdad, padre de los migrantes y apóstol del catecismo. Fue obispo de Piacenza, fundador de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), y cofundador de las Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón»

Se definió a sí mismo diciendo que era: «uno que se pone de rodillas ante el mundo para implorar como una gracia el permiso de hacerle el bien». Perfecta descripción de este defensor de la «unidad en la verdad». Nació en Fino Mornasco, Como, Italia, el 8 de julio de 1839. Pertenecía a una familia de clase media. Era el tercero de ocho hermanos. El rezo comunitario del rosario, la devoción materna por Cristo crucificado y por María, entre otras, fueron lecciones inolvidables que aprendió en su hogar, aunque en sus hermanos calaron de forma desigual. Uno estuvo a punto de ser encarcelado por temas económicos, y otro tuvo que emigrar perdiendo la vida en la travesía. Los restantes destacaron en la política y en la universidad. Sus hermanas estuvieron cerca de él. Una alumbró a dos sacerdotes, y la benjamina respaldó generosamente sus proyectos y fue artífice de otros. Por su afán en compartir la fe con sus amigos, mientras estudiaba en el Instituto, se veía que estaba abocado a la consagración.

A los 18 años su padre le condujo al seminario. Fue ordenado en 1863 con un expediente impecable, impregnado de su grandeza humana y espiritual. Versado en ciencias modernas, políglota, inquieto e inteligente, cifró su afán evangelizador en el continente asiático. Contaba con la bendición materna que rogó hincándose de rodillas. Pero el obispo al ver sus planes le disuadió diciéndole: «Tus Indias están en Italia». Comenzó siendo coadjutor de una modesta parroquia, misión breve porque el obispo pronto le encomendó otras. En 1867 se produjo una epidemia de cólera y por su heroica acción con los damnificados fue galardonado civilmente. Ese mismo año fue designado vicerrector del seminario; sería también su rector. Allí ejerció la docencia.
En esa época tomó contacto con el beato Luigi Guanella, que se ocupaba de los emigrantes, y con dos científicos: Serafino Balestra, admirable por su labor con los sordomudos, y Antonio Stoppani que era, además, escritor. Los tres dejaron su huella en él. Y otro tanto sucedió con Jeremías Bonomelli, entonces arcipreste de Lovere, que sería nombrado obispo. Ambos se influenciaron entre sí compartiendo similares afanes. En 1870 fue nombrado párroco de San Bartolomé. Su quehacer apostólico y formativo era extraordinario. Fundó un jardín de infantes, promovió la obra de San Vicente destinada a niños enfermos y creó un oratorio para jóvenes. Se ocupó de los sordomudos a los que ayudó de manera decisiva aplicando el método fonético de su amigo Balestra. También se implicó activamente en temas socio-laborales teniendo siempre como trasfondo el elemento espiritual. Allí escribió un catecismo para niños y dictó una serie de conferencias sobre el Concilio Vaticano I que no pasaron desapercibidas para Pío IX.

No tenía más que 36 años cuando ocupó la sede episcopal de Piacenza a la que fue elevado en 1876. Durante casi tres décadas actuó como un pastor infatigable, ejemplar. Tenía la agenda repleta con la administración de sacramentos, predicación, asistencia y educación al clero y a su grey. Visitó cinco veces las 365 parroquias de la diócesis a pie o a caballo, ya que aún no había llegado el progreso. Realizó tres sínodos, reformó los estudios eclesiásticos, consagró doscientas iglesias, etc. Y se preocupó por infundir en todos el amor por la comunión frecuente y la Adoración Perpetua. En 1895, junto al padre Giuseppe Marchetti, fundó la congregación de Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón.

Pero su acción más representativa la llevó a cabo con los emigrantes. Conocía perfectamente el drama del éxodo de los que partían de Italia con el ideal americano en sus corazones y la esperanza de una vida mejor. Muchos hallaron frustrados sueños y fe. Viendo el peligro que corrían de perderla, en 1887 instituyó la congregación de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), aprobada por León XIII, para darles asistencia religiosa y humana. A él se debe el traslado de santa Francisca Javier Cabrini a América en 1889 para socorrer a niños, huérfanos y enfermos italianos. El beato nunca abandonó a sus emigrantes. Visitó a los que se hallaban en América del Norte y del Sur en dos ocasiones.

Su consigna fue: «Hacerme todo a todos para ganarlos a todos para Cristo». Y ciertamente lo consiguió. Tuvo dilección por los pobres, especialmente los «vergonzosos» (personas que gozaron de gran posición venidos a menos por la crisis), así como por los prisioneros. Fundó un instituto para sordomudos, organizó la asistencia a las obreras del arroz, impulsó la sociedad de mutuo socorro, asociaciones de obreros, cajas rurales y cooperativas. Con sus propios bienes rescató del hambre a millares de campesinos y obreros. Para ello vendió sus caballos, así como el cáliz y la cruz pectoral obsequios de Pío IX. Fue el creador del primer Congreso catequético nacional, y fundador de la primera revista italiana de catequesis. ¿El secreto? Sus numerosas horas de adoración ante el Santísimo Sacramento. Decía que la oración «es la parte más viva, más fuerte, más poderosa del apostolado».

Era un apasionado de la cruz que solía apretar junto a su pecho suplicando: «Haz que me enamore de la cruz», y de María, de la que hablaba con vehemencia en las homilías que pronunciaba. Impulsor de las peregrinaciones a santuarios marianos, donó las joyas de su madre para coronar a la Virgen. A su paso fue dejando el sello de su amor por la Iglesia y el pontífice. Llevaba trazada en sus labios la bendición del perdón. Es memorable y profético el discurso que pronunció en el «Catholic Club» de Nueva York en 1901 sobre la emigración. El 1 de junio de 1905 falleció agotado por tantas fatigas. Antes exclamó: «¡Señor, estoy listo. Vamos!». Juan Pablo II lo beatificó el 9 de noviembre de 1997 denominándolo «mártir de la verdad», aunque ya era mundialmente conocido como el «padre de los Migrantes», y «apóstol del Catecismo», título otorgado por Pío IX. En 1961, alumbradas por su enseñanza, nacieron las Misioneras Seglares Escalabrinianas.

Madrid, (ZENIT.org) Isabel Orellana Vilches