lunes, 29 de junio de 2015

"Recen por mí". Pensando en el Papa Francisco en la fiesta de S. Pedro y S. Pablo


"Recen por mí". Así suele despedirse el Papa Francisco, desde el comienzo de su ministerio como sucesor de Pedro. Así hacía también antes, cuando era arzobispo de Buenos Aires.

En esta solemnidad de San Pedro y San Pablo, que en la parroquia de mi niñez (Sagrado Corazón, Young, Río Negro) y en las otras de aquel tiempo era "el día del Papa", leo los textos bíblicos que la liturgia señala para la Misa de hoy con ese pedido de Francisco resonando al fondo.

En la primera lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles (12,1-11) destacan inmediatamente estas palabras:
Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión,
la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
Hay un contexto de persecución. Pedro ha sido apresado por los partidarios del rey Herodes. La comunidad reza por él. La plegaria será escuchada y la liberación llegará. Llama la atención la constancia: la comunidad no cesaba de orar. La Palabra de Dios nos invita hoy a rezar con esa misma constancia. Y lo hacemos. En todas las Misas, en el momento de la Plegaria Eucarística, el celebrante reza por el Papa y por el Obispo diocesano. Se dicen sus nombres. Prestemos hoy especial atención a esa súplica y, escuchándola, unámonos a ella de corazón.

Luego de la primera lectura, sigue el salmo responsorial (33,2-9). El salmo, que de por sí es una oración, incluye este hermoso versículo que ofrece el testimonio de un orante que ha sido escuchado:
Este pobre hombre invocó al Señor
Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
Rezar con constancia, decíamos antes. Rezar con la convicción de que el Señor escucha nuestra oración, agregamos ahora.

Pero ¿qué pedir? Pensando especialmente en el Santo Padre: ¿qué pedir para él? La segunda lectura nos brinda el testimonio del otro gran apóstol cuya memoria celebramos hoy: San Pablo. Escribiendo a su discípulo Timoteo, Pablo dice:
El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas
para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio
y llegara a oídos de todos los paganos.
No cuesta mucho imaginar a Pablo pidiendo al Señor las fuerzas para su misión evangelizadora, y a las comunidades que él fundara rezando también por él y por su ministerio, como hoy nos pide Francisco. Recemos para que el Papa se sienta siempre fortalecido por la presencia del Señor.

Y pensando en otros dones que podemos pedir para la misión del Santo Padre, pensemos en las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy (Mateo 16,13-19):
Feliz de ti Simón, Hijo de Jonás,
porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en el cielo.
Pedro ha recibido un don particular y muy importante: la fe que le ha permitido reconocer en Jesús de Nazaret al Mesías, "el Hijo de Dios vivo". Pidamos pues, para el Papa Francisco, la fortaleza y también la especial asistencia del Espíritu Santo que necesita en su misión, de manera que pueda seguir confirmándonos en la fe y animando a toda la Iglesia a llevar el Amor y la Misericordia del Señor hasta los confines de la tierra.

+ Heriberto


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