jueves, 13 de agosto de 2015

Celebración del bicentenario de Don Bosco en el Instituto Monseñor Lasagna, Melo


Un misionero salesiano en la campaña de Paysandú

En 1878, poco después de haber sido ordenado sacerdote, el Padre Spírito Scavini, Salesiano de Don Bosco, llegó al Colegio Pío de Villa Colón, en Montevideo.
Había llegado a Argentina antes de ser ordenado sacerdote, con la segunda expedición salesiana enviada por San Juan Bosco y desde allí fue enviado al Uruguay por el fundador de los salesianos.
En 1881 formó parte de la comunidad que asumió la parroquia San Benito de Palermo, en Paysandú.
Todavía estaba allí cuando, el 12 de abril de 1883, llegando a caballo a un pueblito en el este del departamento, en una ceremonia al aire libre, bautizó a varios niños y niñas presentados por sus padres.  Una de esas niñas se llamaba Isidora Bodeant. Era mi abuela.

Gratitud

Cuando hablamos de los salesianos en Uruguay, en Argentina, en Paraguay, en Chile, muy pronto encontramos sus huellas por todas partes. El mismo Papa Francisco recordaba este año su propio paso cuando niño por un internado salesiano, y como un sacerdote salesiano lo orientó en su búsqueda vocacional.
Así, seguramente, cada uno de nosotros, podría contar su historia… sacerdotes o hermanas, las Hijas de María Auxiliadora que conocimos y marcaron nuestras vidas.
Todo esto nos invita a vivir este aniversario con gratitud, con alegría por todo lo recibido, por todo lo que en cada uno de nosotros sigue siendo inspirador.

Inspiración

El Instituto Monseñor Lasagna tomó su nombre de uno de aquellos misioneros enviados por Don Bosco. Don Luigi Lasagna tenía 26 cuando, una tarde setiembre del año 1876, salió lloroso y consternado del escritorio de Don Bosco. El fundador le había comunicado su deseo de que viniera a América, concretamente al Uruguay, para hacerse cargo de la dirección del nuevo Colegio Pío en Montevideo.
Lasagna no quería irse. Tenía mucho cariño por su tierra, por la escuela en la que estaba enseñando, por sus discípulos. Se veía demasiado joven para esa responsabilidad. No se imaginaba cómo sería su vida a miles de leguas de Don Bosco, del santuario de María Auxiliadora y de su patria. Don Bosco le había dicho que no lo iba a mandar a la fuerza, pero que se tomara veinticuatro horas para reflexionar, antes de responder.
Lasagna le planteó todo eso a su director. Éste le aconsejó que volviera, que hablara de nuevo con Don Bosco, que le presentara sus dudas… pero que lo dejara a Don Bosco decidir lo más conveniente.
Así hizo el Padre Lasagna. Don Bosco lo escuchó atentamente y después le dijo: “Bueno, prepárate para partir”. Poco después, Lasagna firmó la carta en la que aceptaba el nombramiento y partió para Uruguay. Fue el comienzo de una maravillosa aventura misionera que lo llevó por nuestro país, por Paraguay y finalmente hasta Brasil, extendiendo la presencia de la congregación salesiana.
Es así que, junto a la gratitud por lo recibido de los hijos de Don Bosco, podemos agregar la inspiración que nos da su capacidad de desprendimiento, de sacrificio y de iniciativa emprendedora y misionera.

El llamado de Francisco

El Papa Francisco, en su visita a Turín en este año, subraya tres rasgos de Don Bosco que también nosotros podemos hoy retomar:

1. Una inquebrantable confianza en Dios. Eso es lo que sostuvo la misión de Don Bosco. Anclado en Dios, para una permanente superación de sí mismo y para trabajar por el bien de la comunidad. Con esa confianza la comunidad educativa del Instituto Monseñor Lasagna podrá llevar adelante su misión en Melo.

2. El servicio a los jóvenes. En noviembre de 1841, cuando Don Bosco llegó a Turín, había más de 7.000 niños menores de diez años trabajando como constructores, sastres, carpinteros, pintores de brocha, limpiadores de chimeneas y muchos otros oficios. Otros no trabajaban, pero vagaban por las calles. La mirada de Don Bosco se posó sobre esos niños explotados, sin escuela y sin familia, y dedicó su vida y obra a su servicio. Esta comunidad educativa, que quiere seguir teniendo como inspiración el carisma salesiano no se puede olvidar de los jóvenes más pobres de los barrios de Melo.

3. Fidelidad a la Iglesia y al Papa. Al hablar a los Salesianos, el Papa Francisco los llamó a renovar esta fidelidad, expresada sobre todo en la participación en la misión de la Iglesia, siendo parte de una Iglesia “en salida”. No nos conformemos con una mirada simpática sobre Francisco y sus gestos. Recojamos sus enseñanzas, que nos llevan al corazón del Evangelio, y busquemos cada día ponerlas en práctica.

+ Heriberto, Obispo de Melo

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