Libertad
religiosa es más que libertad de culto
La
libertad religiosa no consiste solamente en asistir a Misa el domingo, o rezar
el rosario en el hogar. Se trata de poder contribuir al bien común de todos los
norteamericanos. ¿Pero,
podemos hacer el bien que nuestras creencias nos indican que debemos hacer, sin
tener que claudicar en esas mismas creencias?
Si no se entiende lo que es la libertad religiosa, los norteamericanos estarán
en desventaja al faltarles contribuciones esenciales como son la educación, el
cuidado de la salud, el dar de comer a los hambrientos, las libertades civiles y
los servicios sociales, contribuciones que los norteamericanos creyentes
realizan cada día, tanto aquí en nuestro país como en el
extranjero.
Lo
que está en juego es si Norteamérica continuará teniendo una sociedad civil
libre, creativa y fuerte, o si será el estado el que determine quién puede
contribuir al bien común, y como lo podrá hacer.
Los creyentes constituyen parte de la sociedad civil de los Estados Unidos, que
incluye a vecinos que se ayudan mutuamente, a asociaciones comunitarias,
fraternidades, ligas de deportes y grupos juveniles. Estos norteamericanos
contribuyen a nuestra vida en comunidad y no necesitan permiso del gobierno para
hacerlo. Las restricciones a las libertades religiosas son un ataque a la
sociedad civil y al ingenio de los norteamericanos para crear asociaciones
voluntarias.
La
Unión de Congregaciones Ortodoxas Judías de América emitió una declaración sobre
el mandato de la Administración con relación a los anticonceptivos y la
esterilización que refleja exactamente el peligro al que nos
enfrentamos:
Muy
preocupante es la lógica empleada por la Administración al tomar su decisión que
aparenta ser la de si una entidad religiosa no trabaja de forma individual, sino
que está comprometida con la sociedad, entonces pierde sus libertades y su
carácter de ser “religiosa” y libre. Muchas religiones creen firmemente que
deben estar abiertas y comprometidas con la sociedad y con sus conciudadanos de
otros credos. El mandato de la Administración hace que esta forma abierta de
funcionar sea una violación. Esto es profundamente decepcionante 5.
Este
no es un asunto católico. Este no es un asunto judío. Este no es un asunto
ortodoxo, mormón o musulmán. Este es un asunto de los
norteamericanos.
La
Más Preciada de las Libertades de Norteamérica
En
1634 un grupo de colonos católicos y protestantes llegaron de Inglaterra a la
isla de St. Clement, en el sur de Maryland, a bordo de los buques Ark y Dove.
Habían venido invitados por el católico Lord Baltimore a quien el rey
protestante, Carlos I de Inglaterra, le había entregado Maryland con el fin de
que allí se estableciera una sociedad donde personas de diferentes credos
pudieran convivir en paz. Esta idea pronto fue legislada en Maryland en
1649, y conocida como el Decreto sobre la Religión (también llamado
Decreto de Tolerancia), y que fue la primera ley que se decretó en
nuestra nación para proteger los derechos de libertad de conciencia del
individuo.
Bandera
de Estados Unidos
La
antigua historia de Maryland nos enseña que, al igual que cualquier otra
libertad, la libertad religiosa requiere vigilancia y protección
continua, de lo contrario puede desaparecer. Pero el experimento de
tolerancia religiosa de Maryland terminó unas pocas décadas más tarde. La
colonia de pobladores fue colocada bajo la autoridad del rey, y la Iglesia de
Inglaterra se convirtió en la religión oficial. Se implantaron leyes
discriminatorias, incluyendo la pérdida de derechos políticos contra los que se
negaran a cumplirlas. Se cerraron las capillas católicas, y los católicos fueron
restringidos a practicar su fe solamente en sus hogares. Bajo estas condiciones
vivió la comunidad católica hasta la Revolución
Americana.
A
finales del siglo dieciocho, los fundadores de nuestra nación adoptaron la
libertad religiosa como una condición esencial de una sociedad libre y
democrática. James
Madison, muchas veces llamado el Padre de la Constitución,
describió
la conciencia como “la más sagrada de todas las propiedades”6,
y escribió: “La
Religión de todo hombre debe ser dejada a la creencia y conciencia de cada
hombre, y es el derecho de cualquier hombre hacer uso de la religión como éstas
le dicten”7.
George
Washington escribió que “el
establecimiento de la Libertad Civil y Religiosa fue el Motivo que me indujo al
campo de batalla”8.
Thomas
Jefferson aseguró a las Hermanas Ursulinas -quienes desde 1727 habían
estado sirviendo en Luisiana a una población que en su mayor parte no era
católica, con un hospital, un orfelinato y varios colegios- que
los
principios de la Constitución eran una “garantía segura” de que su ministerio se
“gobernaría por sí mismo de acuerdo a sus propias reglas optativas, sin la
interferencia de la autoridad civil”9.
Por
lo tanto, fue apropiado que cuando se ratificó la Declaración de
Derechos, la libertad religiosa se distinguiera en ser la Primera
Enmienda. La
libertad religiosa es, indiscutiblemente, la primera de las
libertades.
La Primera Enmienda garantiza que: “el Congreso, por este medio, no decretará
ninguna ley relacionada con el establecimiento de la religión, o prohibirá su
libre ejercicio”.
Recientemente,
en una sentencia de la Corte Suprema que afirmaba la importancia de la Primera
Enmienda, el Presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos explicó
que la libertad religiosa no es solo la primera enmienda o la primera libertad
de los norteamericanos, sino que es la primera en la historia de las
libertades democráticas, teniendo sus orígenes en las primeras cláusulas
de la Carta Magna de 1215. Para dar un ejemplo, el Magistrado John Roberts,
Presidente del Tribunal Supremo, ilustró nuestra historia de libertades
religiosas con un tema católico, decidido por James Madison (conocido como el
arquitecto de nuestra Primera Enmienda y quien presentó la Declaración de
Derechos ante el Congreso):
[En
1806] John Carroll, el primer Obispo católico de los Estados Unidos, solicitó
una opinión ejecutiva para determinar quién debería ser nombrado para dirigir
los asuntos de la Iglesia Católica en el recién adquirido territorio de
Luisiana. Después de consultar con el Presidente Jefferson, el entonces
Secretario de Estado, James Madison, respondió que la selección de los
“funcionarios” de la Iglesia era un asunto “completamente eclesial” y dejado al
juicio de la Iglesia. La “escrupulosa política de la Constitución en
salvaguardar toda interferencia política en asuntos religiosos”, explicó
Madison, “impedía al gobierno dar una opinión en la ´selección de personas
eclesiásticas´”10.
Esta
es nuestra herencia Americana,
nuestra más preciada libertad. Es
la primera de las libertades, porque si no tenemos libertad de conciencia para
practicar la religión, todas las demás libertades se vuelven
frágiles.
Si los ciudadanos no son libres desde sus conciencias, ¿cómo podrán ser libres
en relación con los demás, o con el Estado? Si nuestras obligaciones y deberes
para con Dios son impedidos, o peor aún, contradichos por el gobierno, entonces
no podremos seguir afirmando que ésta es la tierra de la libertad y el faro de
esperanza para el mundo.
Nuestras
Enseñanzas Cristianas
Durante
el movimiento de derechos civiles de las décadas de los años 1950 y 1960, los
estadounidenses hicieron que brillara la luz del Evangelio sobre la oscura
historia de la esclavitud, la segregación y la intolerancia racial. El
movimiento de derechos civiles fue esencialmente un movimiento religioso,
una llamada a despertar las conciencias, y no fue solamente un reclamo a
la Constitución para que Norteamérica respetara su herencia de
libertad.
En
1963, en su famosa “Carta desde la cárcel de Birmingham”, el Rev. Martin Luther
King, Jr. expresó de forma audaz, “El objetivo de Norteamérica es la libertad”.
Como pastor cristiano que era, argumentó que para lograr que los Estados Unidos
gozaran al máximo de esa libertad, se necesitaba la contribución específica que
los cristianos estaban obligados a hacer. Sus argumentos legales y
constitucionales sobre la justicia están enraizados en la antigua tradición
cristiana:
Estoy
de acuerdo con San Agustín cuando dijo: “Una
ley injusta no es una ley”.
Entonces, ¿cómo se diferencia una de la otra? ¿Cómo podemos determinar si una
ley es justa o injusta? Una
ley justa es un código hecho por el hombre que encuadra con la ley moral o la
ley de Dios.
Utilizando una expresión de Santo Tomás de Aquino, ´una
ley injusta es una ley humana que no está cimentada en la ley eterna ni en la
ley natural´11.
Da
mucho que pensar el hecho de que nuestro gobierno promulgue una ley injusta.
Una ley injusta no se puede obedecer. Confrontados con una ley injusta,
no se debe buscar acomodarla, especialmente cuando para acomodarla se utilizan
como recursos palabras ambiguas y prácticas engañosas. Si
hoy nos enfrentamos con un panorama de leyes injustas, los católicos de Estados
Unidos en solidaridad con nuestros conciudadanos, deberíamos tener el valor de
no obedecerlas.
Ningún norteamericano desea esto y ningún católico lo quiere, pero si estas
leyes llegasen a recaer sobre nosotros, entonces debemos rechazarlas como deber
ciudadano y obligación de la fe.
Es
esencial comprender la distinción entre lo que es un objetor de conciencia y lo
que es una ley injusta. El objetor de conciencia permite la mitigación a los que
objetan a una ley justa, siendo el reclutamiento militar el mejor ejemplo.
Una ley injusta “no es una ley”, y no se puede obedecer. Por lo tanto, no
se busca su mitigación sino su revocación.
La
iglesia cristiana no pide que se le trate de forma especial, simplemente pide
los derechos de libertad religiosa para todos los ciudadanos. El Reverendo King
también explicó que la iglesia no es ni el amo ni el esclavo del estado, sino
que es su conciencia, su guía y su crítico.
Como
católicos también sabemos que nuestra historia tiene sus sombras en cuanto a
libertad religiosa, como cuando no extendimos a otros el respeto debido en
cuanto a la primera de nuestras libertades. Pero la enseñanza de la Iglesia es
absolutamente clara sobre la libertad religiosa:
La
persona humana tiene derecho a la libertad religiosa.
Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de
coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier
potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a
nadie a obrar contra su conciencia... en privado y en público, sólo o asociado
con otros, dentro de los límites debidos... Este derecho de la persona humana a
la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la
sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil12.
Como
católicos estamos obligados a defender el derecho a la libertad religiosa, tanto
para nosotros como para los demás. En este empeño estamos felizmente acompañados
por nuestros hermanos cristianos y fieles de otras
creencias.
Una
reciente carta dirigida al Presidente Obama y firmada por unos sesenta líderes
religiosos, incluyendo cristianos de muchas denominaciones así como judíos,
argumentaba que “está claro que no sólo los católicos están objetando
fuertemente a este requisito de comprar planes de salud que deben ofrecer
cobertura de anticonceptivos que incluyan algunas drogas que son abortivas”13.
Más
completa aun es una declaración de la organización Evangelicals and Catholics
Together (Evangélicos y Católicos Unidos) que es rica en teología, y
políticamente prudente. Esta resaltó de forma enérgica, que como testigos unidos
y animados por el Evangelio de Jesucristo14, hay necesidad de una mayor vigilancia en
defensa de la libertad religiosa. Esta declaración presenta claramente que como
cristianos de diferentes tradiciones, objetamos a un “foro público despojado de
discurso religioso”, despojado de argumentos religiosos y despojado de
creyentes. No estamos buscando un “ruedo o foro público” que confiera
privilegios y beneficios especiales a ciudadanos religiosos. Lo que buscamos es
un foro público civil en el cual los ciudadanos puedan hacer su contribución al
bien común. Es lo que nosotros podríamos llamar el foro público de
América.
El
Señor Jesús vino a liberarnos del pecado. Las libertades políticas son una parte
de esa liberación, y la libertad religiosa es la primera de esas libertades.
Junto a nuestros conciudadanos cristianos, unidos con nuestros hermanos judíos,
y en alianza con los norteamericanos de otras tradiciones religiosas,
afirmamos que nuestra fe nos conmina a que defendamos la libertad religiosa
otorgada por Dios, y que está protegida por nuestra
Constitución.
Mártires
alrededor del Mundo
En
esta declaración, y como obispos de los Estados Unidos, nos preocupamos por la
situación que encontramos aquí en nuestro país, pero también estamos conscientes
y tristes de que en muchas partes del mundo la libertad religiosa es un
peligro mucho mayor. Nuestra obligación aquí en casa es defender firmemente
la libertad religiosa, pero no podemos pasar por alto la lucha mucho más
grave a la que los creyentes, la mayoría de ellos cristianos, se
enfrentan hoy por todo el mundo. La
época del martirio no ha pasado.
Los asesinatos, las bombas en las iglesias y las antorchas tiradas contra
orfanatos son solamente algunos de los ataques más violentos que los cristianos
han sufrido por creer en Jesucristo.
En
las leyes de algunos países vemos los rechazos más sistemáticos a los derechos
humanos más básicos,
así como las persecuciones dirigidas contra los adeptos de otros
credos.
Si
la libertad religiosa es socavada aquí en nuestro país, entonces será menos
probable que los Estados Unidos defienda las libertades religiosas en el
extranjero. Y una amenaza común, tanto a nivel doméstico como internacional,
reduciría
la libertad de religión a solamente libertad de culto.
Por lo tanto nuestra tarea en este y otros aspectos es fortalecer la libertad
religiosa aquí en nuestro país de manera que podamos defenderla más
vigorosamente en el extranjero. Con este fin, la política externa de los Estados
Unidos así como la amplia red internacional de agencias católicas deben promover
la libertad religiosa como una prioridad urgente y
continuada.
Todas
las Energías que la Comunidad Católica Pueda Manifestar
Lo
que pedimos no es más que nuestro derecho, otorgado por Dios, para que la
libertad religiosa sea respetada. Lo único que pedimos es que la Constitución y
las leyes de los Estados Unidos, que reconocen este derecho, sean
respetadas.
Insistiendo
en que sean respetadas nuestras libertades como norteamericanos, sabemos como
obispos que lo que ha dicho el Santo Padre es correcto, y que esta lucha le
pertenece a “un
laicado católico comprometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte
sentido crítico con respecto a la cultura dominante”.
Aunque
el mundo de la política pertenece propiamente a los laicos católicos
comprometidos y valientes, como obispos buscamos llevar la luz del Evangelio a
nuestra vida pública. Los exhortamos a que sean participativos y articulados en
insistir
que como católicos y como norteamericanos, no tenemos que escoger entre uno o el
otro.
Hay una necesidad urgente de que los fieles laicos, tanto cristianos como judíos
y de otras religiones, reiteren enfáticamente a los representantes electos la
importancia de una protección continuada de las libertades religiosas en una
sociedad libre.
Le
dirigimos unas palabras en especial a aquellos que guardan cargos públicos. Es
su noble deber gobernar por el bien común. Pero tratar las obras que realizan
los creyentes como si fueran una amenaza a la vida en común, no es dar servicio
al bien común. Estas obras que los creyentes realizan son esenciales para el
buen funcionamiento de la sociedad. También es su deber como funcionarios
públicos, proteger y defender esas libertades fundamentales garantizadas por la
Carta de Derechos Humanos. Esta no debe ser una cuestión partidista. La
Constitución no es para demócratas o para republicanos o independientes, sino
que es para todos nosotros, y nuestros representantes electos deben hacer un
gran esfuerzo, no partidista, que asegure que esto permanezca
así.
Sabemos
que una responsabilidad especial recae sobre aquellos católicos que están a
cargo de nuestro admirable conglomerado de hospitales, clínicas, universidades,
institutos, agencias de adopción, proyectos de desarrollo en el extranjero y
agencias de servicios sociales que ofrecen asistencia a los pobres, a los
hambrientos, a los inmigrantes, y a aquellas que enfrentan crisis en sus
embarazos. Ustedes realizan la labor que el Evangelio nos manda hacer. Quizás
sean ustedes quienes sean forzados a escoger entre las buenas obras de la fe y
su fidelidad a ésa misma fe. Los animamos a que se mantengan firmes, a no ceder,
y a insistir en lo que les pertenece por derecho como católicos y como
norteamericanos. Nuestro país se merece lo mejor que le podamos dar, y esto
incluye resistir a las violaciones de nuestra Primera
Enmienda.
A
nuestros sacerdotes, particularmente a aquellos que son responsables de
parroquias o que son capellanes en universidades y escuelas, les pedimos que
ofrezcan una catequesis sobre libertades religiosas a los fieles bajo su
cuidado. Como obispos, nosotros les podemos ofrecer una guía para ayudarlos,
pero el valor y el celo para realizar este trabajo no pueden venir de afuera,
sino que deben estar arraigados en la preocupación por su rebaño y alimentado
por las gracias que recibieron en el momento de su
ordenación.
Una
catequesis sobre libertades religiosas no es un trabajo solamente para los
sacerdotes. La Iglesia católica en los Estados Unidos está bendecida con un
número inmenso de escritores, productores, artistas, publicistas, cineastas y
blogueros que utilizan todos los medios de comunicación, tanto antiguos como
modernos, para exponer y enseñar la fe. Ellos también tienen un papel crítico en
esta batalla
por la libertad religiosa.
Les pedimos que usen sus habilidades y talentos en defensa de la Primera
Enmienda Constitucional.
Finalmente,
nos dirigimos a nuestros hermanos obispos. Nos
exhortamos mutuamente con caridad fraterna para que seamos audaces, claros e
insistentes en advertir a otros sobre las amenazas a los derechos de nuestro
pueblo.
Usando las palabras del Reverendo King, vamos a tratar de ser “la conciencia
del estado”. Muchos hablaron fuertemente a consecuencia de la decisión del
mandato sobre anticonceptivos y esterilización. Un ejemplo son las palabras de
uno de nuestros hermanos mayores, el Cardenal Roger Mahony, con treinta y cinco
años como Obispo, y que recientemente se jubiló después de veinticinco años como
Arzobispo de Los Ángeles. Él nos ofrece un modelo: “No puedo imaginar un
ataque más directo y frontal a nuestra libertad de conciencia como esta
resolución de hoy. Esta decisión debe ser combatida por la comunidad
católica con todas las energías que pueda manifestar”15.
Una
Quincena por la Libertad
En
particular, recomendamos a nuestros hermanos obispos que enfoquemos “todas las
energías que la comunidad católica pueda manifestar”, y de forma especial este
próximo verano. Como pastores del rebaño, nuestra privilegiada tarea es la de
dirigir a nuestros fieles cristianos en oración.
Tanto
nuestro año civil como el litúrgico nos señalan en varias ocasiones la herencia
de libertad. Este
año proponemos una especial “quincena por la libertad” en la cual los
obispos en sus diócesis puedan preparar eventos especiales para dar relieve a la
importancia de defender nuestra primera libertad.
Nuestras instituciones católicas también pueden ser alentadas a hacer lo mismo,
especialmente en cooperación con otros cristianos, con judíos, y con gentes de
otros credos, y por supuesto, con todos los que deseen defender nuestra preciada
libertad.
Les
sugerimos que por catorce días, comenzando el 21 de junio -vigilia de las
Fiestas de San Juan Fisher y Santo Tomás Moro- hasta el 4 de julio, día de la
Independencia, sean dedicados a esta “quincena por la libertad” como un gran
himno de oración por nuestro país.
Nuestro calendario litúrgico conmemora una serie de mártires importantes quienes
se mantuvieron fieles frente a la persecución del poder político: San Juan
Fisher y Santo Tomás Moro, San Juan Bautista, los Santos Pedro y Pablo, y los
primeros mártires de la Iglesia de Roma. Este período especial de oración,
estudio, catequesis y acción pública que culmina con el día de la Independencia,
podría hacer énfasis en nuestra herencia cristiana y americana por la libertad.
Las diócesis y parroquias de todo el país podrían escoger una fecha durante ese
tiempo para desarrollar eventos especiales que podrían convertirse en una
campaña nacional de enseñanza y testimonio por la libertad
religiosa.
Además
de esta celebración en el verano, también los instamos a que la Solemnidad de
Cristo Rey, una fiesta que nació por la resistencia a las incursiones del
totalitarismo contra la libertad religiosa, sea un día específicamente dedicado
por obispos y sacerdotes, tanto aquí en el país como en el extranjero, a
predicar sobre la libertad religiosa.
Urgimos
a todos nuestros amigos católicos a intensificar las oraciones y el ayuno para
que haya un renacer de la libertad en nuestro amado país.
Los invitamos a que se unan a nosotros en una plegaria urgente por la libertad
religiosa:
Dios
Todopoderoso, Padre de todas las naciones, para la libertad nos has hecho libres
en Jesucristo (Gal 5, 1). Te alabamos y bendecimos por el regalo de la libertad
religiosa, la institución de los derechos humanos, la justicia y el bien
común.
Concede
a nuestros dirigentes la sabiduría para proteger y promover nuestras libertades;
que por Tu gracia tengamos el valor de defenderlas, tanto para nosotros como
para todos los que viven en esta bendita tierra.
Te
lo pedimos por la intercesión de María Inmaculada, nuestra Patrona, y en el
nombre de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo,
con quien vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Reconocimientos
El
documento “La primera y más preciada de nuestras libertades”: Declaración sobre
la libertad religiosa, fue elaborado por el Comité Ad Hoc de Libertad Religiosa
de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), y aprobada
por el Comité Administrativo de la USCCB durante su reunión de marzo del 2012
como una declaración de dicho Comité y que ha sido autorizada por el que
suscribe.
Mons.
Ronny E. Jenkins, JCD, Secretario General, USCCB
Comité
Ad Hoc de Libertad Religiosa
Presidente:
Reverendísimo William E. Lori, Designado Arzobispo de
Baltimore
Obispos
Miembros: Cardenal Donald Wuerl, Arzobispo de Washington. Reverendísimo Charles
J. Chaput, OFM Cap, Arzobispo de Filadelfia, Reverendísimo Wilton D. Gregory,
Arzobispo de Atlanta. Reverendísimo John C. Nienstedt, Arzobispo de St.
Paul-Minneapolis. Reverendísimo Thomas J. Rodi, Arzobispo de Mobile.
Reverendísimo J. Peter Sartain, Arzobispo de Seattle. Reverendísimo John O.
Barres, Obispo de Allentown. Reverendísimo Daniel E. Flores, Obispo de
Brownsville. Reverendísimo Thomas J. Olmsted, Obispo de Phoenix. Reverendísimo
Thomas J. Paprocki, Obispo de Springfield, IL
Obispos
Asesores: Reverendísimo José H. Gómez, Arzobispo de Los Ángeles. Reverendísimo
Stephen E. Blaire, Obispo de Stockton. Reverendísimo Joseph P. McFadden, Obispo
de Harrisburg. Reverendísimo Richard E. Pates, Obispo de Des Moines.
Reverendísimo Kevin C. Rhoades, Obispo de Fort Wayne-South
Bend
Notas
1
Cardenal James Gibbons durante su alocución, después de tomar posesión de Santa
Maria in Trastevere, 25 de marzo 1887.
2
Benedicto XVI, Discurso a los Obispos de los Estados Unidos durante su visita Ad
Limina, 19 de enero de 2012.
3
Reverendísimo William E. Lori, Director del Comité Ad Hoc de Libertades
Religiosas de la USCCB. Testimonio oral ante el Comité Judicial de la Cámara de
Representantes de los Estados Unidos, 28 de febrero de
2012.
4
Reverendísimo Thomas J. Rodi, Arzobispo de Mobile, 1 de agosto de
2011.
5 Union of Orthodox Jewish Congregations. Declaración
del 24 de enero de 2012.
6 James Madison, “Property”, 29 de marzo de 1793, en The Founding
Fathers, Philip B. Kurland y Ralph Lerner Editores. Chicago: The University of
Chicago Press, 1987.
7 James Madison, “Memorial and Remonstrance Against Religious
Assessment”, 20 de junio de 1785, en The Founding
Fathers.
8 Michael Novak y Jana Novak, Washington´s God,
2006
9 Anson Phelps Stokes, Church and State in the United States, Harper
& Brothers Pub., 1950, pág. 678
10 Hosanna-Tabor Evangelical Lutheran Church and School vs. EEOC, 565
U.S., 132 S. Ct. 694, 703 (2012).
11 Martin Luther King, Jr., “Letter from Birmingham Jail”, 16 de
abril de 1963
12
Concilio Vaticano II, Declaración sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis
Humanae), núm. 2
13
Carta de Leith Anderson et al., al Presidente Obama, 21 de diciembre de
2011.
14 Evangelicals and Catholics Together, “In Defense of Religious
Freedom”, First Things, marzo, 2012
15 Cardenal Roger Mahony, “Federal Government Mandate for
Contraceptive/Sterilization Coverage”, Cardinal Roger Mahony Blogs L.A. (blog),
20 de enero de 2012.