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viernes, 31 de enero de 2025

Palabra de Vida: Ser perseverantes en hacer la voluntad de Dios. Hebreos 10,32-39



San Juan Bosco, presbítero.
Viernes de la III semana durante el año, 31 de enero de 2025. 
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la carta a los Hebreos     10, 32-39

    Hermanos:
    Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que soportar un rudo y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose con los que eran tratados de esa manera. Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una riqueza mejor y permanente.
    No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa. Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión de la promesa.
        Porque todavía falta un poco, muy poco tiempo,
        y el que debe venir vendrá sin tardar.
        Mi justo vivirá por la fe,
        pero si se vuelve atrás, dejaré de amarlo.
Nosotros no somos de "los que se vuelven atrás" para su perdición, sino que "vivimos en la fe" para preservar nuestra alma.

Palabra de Dios.

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jueves, 30 de enero de 2025

Palabra de Vida: Afirmar la esperanza con buenas obras. Hebreos 10,19-25.



Jueves de la III semana durante el año, 30 de enero de 2025. 
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la carta a los Hebreos     10, 19-25

    Hermanos:
    Tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el Santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que Él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne. También tenemos un Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados interiormente de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua pura.
    Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque Aquel que ha hecho la promesa es fiel. Velemos los unos por los otros, para estimularnos en el amor y en las buenas obras. No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el día.

Palabra de Dios.

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miércoles, 29 de enero de 2025

Palabra de Vida: Acoger la Palabra y dar frutos. Marcos 4,1-20



Miércoles de la III semana durante el año, 29 de enero de 2025. 
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     4, 1-20

    Jesús comenzó a enseñar a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
    «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno».
    Y decía: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»
    Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de Él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: «A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón».
    Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?
    El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.
    Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.
Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.
    Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.»

Palabra del Señor.

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lunes, 27 de enero de 2025

Palabra de Vida: Ser parte de la Familia de Dios. Marcos 3,31-35.



Martes de la III semana durante el año, 28 de enero de 2025. 
Santo Tomás de Aquino.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     3, 31-35

    Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera».
    Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor.

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sábado, 25 de enero de 2025

Palabra de Vida: Con esperanza buscar la conversión. Hechos 22,3-16. Conversión de San Pablo.



Viernes 25 de enero de 2025. 
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de los hechos de los apóstoles     22, 3-16

Pablo dijo a todo el pueblo reunido en el Templo:
      «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados.
      En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"
      Le respondí: "¿Quién eres, Señor?"
      Y la voz me dijo: "Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues".
      Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
      Yo le pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?"
      El Señor me dijo: "Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer".
      Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco.
      Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y, acercándose a mí, me dijo: "Hermano Saulo, recobra la vista". Y en ese mismo instante, pude verlo.
      Él siguió diciendo: "El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre"».

Palabra de Dios.

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viernes, 24 de enero de 2025

Palabra de Vida: Tener la ley del Señor en el corazón. Hebreos 8,6-13.



24 de enero de 2025. 
Viernes de la segunda semana durante el año.
San Francisco de Sales.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la carta a los Hebreos     8, 6-13

    Hermanos:
    Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, ha recibido un ministerio sacerdotal superior al de los sacerdotes de Israel, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores. Porque si esta primera Alianza hubiera sido perfecta, no habría sido necesario sustituirla por otra. En cambio, Dios hizo al pueblo este reproche:
        «Llegarán los días
        en que haré una Nueva Alianza
        con la casa de Israel y la casa de Judá,
        no como aquella que hice con sus padres
        el día en que los tomé de la mano
        para sacarlos de Egipto.
        Ya que ellos no permanecieron fieles a mi Alianza,
        yo me despreocupé de ellos», -dice el Señor-
        Y ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel
        después de aquellos días -dice el Señor- :
        «Pondré mis leyes en su conciencia,
        las grabaré en su corazón;
        Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
        Entonces nadie tendrá que instruir
        a su compatriota ni a su hermano,
        diciendo: "Conoce al Señor";
        porque todos me conocerán,
        desde el más pequeño al más grande.
        Porque Yo perdonaré sus iniquidades
        y no me acordaré más de sus pecados».
    Al hablar de una Nueva Alianza, Dios declara anticuada la primera, y lo que es viejo y anticuado está a punto de desaparecer.

Palabra de Dios.

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jueves, 23 de enero de 2025

Palabra de Vida: Arrojarse sobre Jesús. Marcos 3,7-12



23 de enero de 2025. 
Jueves de la segunda semana durante el año.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     3, 7-12

    Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.
    Porque, como sanaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

Palabra del Señor.

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«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura» (Lucas 1, 1-4; 4, 14-21). III Domingo durante el año.



La lectura de la Sagrada Escritura, los textos bíblicos, nos remiten a un pasado bastante remoto… ¿Cuántos siglos hace que se escribieron los evangelios? Los textos que conocemos hoy se fueron redactando después de la muerte y resurrección de Jesús, desde la segunda mitad del siglo uno y, a más tardar, en los comienzos del siglo dos.
Si vamos al Antiguo Testamento o libro de la Primera Alianza, allí nos vamos mucho más lejos, unos mil quinientos años antes de Cristo; pero allí estamos hablando de la escritura, que fue precedida por tradiciones orales más antiguas, que finalmente llegan a ponerse por escrito.

Textos antiguos… por otra parte, textos escritos en un horizonte cultural muy diferente al nuestro. A veces, cuando me toca celebrar la Misa con niños, trato de escuchar los textos con sus oídos -suponiendo que ellos estén prestando atención a la lectura-. Después, trato de tomar un pasaje breve y centrarme en una explicación para ellos, tratando de traducirlo lo mejor posible a su vida.

Sin embargo, los niños muchas veces me sorprenden, porque ellos sí captan algo así como el núcleo de algunas situaciones que, aunque se den en un contexto que ellos no conocen, no dejan de llegarles, a veces con mucha fuerza. Una vez me tocó comentar con los niños de una obra social el evangelio de la mujer sorprendida en adulterio (Juan ). Tal vez ellos no entendieran el contexto, la ley de Moisés, la posición de escribas y fariseos, pero ellos preguntaban: “¿por qué la querían matar?” y afirmaban: “Jesús la defendió”. Entre paréntesis, me pregunto cuántas situaciones de violencia familiar presenciadas por ellos estaban detrás de su atención a ese pasaje evangélico. A partir de sus intervenciones, pudimos profundizar más en lo que había sucedido y en el mensaje de Jesús.

Pensemos también en nuestra propia experiencia con la Palabra. ¿Cuántas veces, al escucharla en la Misa o al leerla en casa, hemos sentido “esta Palabra es para mí”? 
Leemos en la carta a los Hebreos:
La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4,12)
Toda esta larga introducción viene a propósito del evangelio de hoy, que nos cuenta:
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. (Lucas 4,16)
Le entregaron el rollo del profeta Isaías y Jesús buscó y leyó este pasaje:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor". (Lucas 4,18-19)
Hecha la lectura, Jesús se sentó para hablar, como era la costumbre. Todos tenían los ojos fijos en él, cuando comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». (Lucas 4,21)
En este 2025, de otra forma, se cumple el pasaje leído por Jesús. Efectivamente, allí Jesús habla de “proclamar un año de gracia del Señor”. Un año de gracia: eso es el jubileo, el Año Santo que comenzamos en la Nochebuena pasada. Un año que nos invita, ante todo, a experimentar y recibir la misericordia de Dios y, a la vez, a ser misericordiosos.

Jesús manifiesta la misericordia del Padre al anunciar la Buena Noticia a los pobres, liberar a los cautivos, dar la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos. 
Y nosotros ¿Cómo podemos contribuir para que el Jubileo, el año de gracia que Jesús proclama, sea realidad hoy para todos aquellos que Jesús puso como especiales destinatarios de su anuncio y de su misión?

En las palabras de Jesús los pobres son los primeros destinatarios del anuncio del Evangelio. La pobreza tiene muchos rostros. En Uruguay, donde se mantiene la infantilización de la pobreza, aparecen los de muchos niños. Detrás de los niños, una familia, a veces solo con una mujer jefa de hogar. No es raro encontrarnos con personas en situación de calle. Detrás de sus rostros hay muy diversas historias de pobreza, a veces juntas en la misma persona. Los excarcelados, que no tienen dónde ir y recomenzar; los adictos; las personas con enfermedades mentales… 

Comentando el pasaje del Evangelio que hoy nos ocupa, el papa Francisco nos deja esta pregunta: 
“hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, ¿somos fieles al programa de Cristo? La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, ¿es la prioridad?” 
y agrega el Papa: 
“no se trata sólo de dar asistencia social, menos aún de hacer actividad política, Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales, de acuerdo a la lógica del amor. Los pobres, de hecho, están en el centro del Evangelio.”
Solo pensar en estas y muchas otras situaciones nos desborda. Pero no se trata de resolver los problemas del mundo. Se trata de mirar alrededor, de ver las situaciones más urgentes, buscar ayuda e intervenir. Muchas comunidades de nuestra diócesis hacen ese esfuerzo.
El Año Jubilar es una especial ocasión, un fuerte llamado a ocuparnos mucho más en la labor. Siempre con esperanza, no con el optimismo ingenuo de que todo va a ir bien, sino con la esperanza que da sentido a todo esfuerzo, más allá de los resultados que obtenga. Que el Espíritu del Señor que Jesús invocó, esté también sobre nosotros iluminándonos y fortaleciéndonos para el servicio a los hermanos más pobres y necesitados.

Presentación del Señor

El próximo domingo es 2 de febrero. Quiero recordar especialmente la fiesta cristiana que celebramos ese día: la fiesta de la Presentación del Señor, también llamada la Virgen de la Candelaria. La Madre de Jesús tiene su importante lugar allí, pero en el centro de esta fiesta está su hijo, el Hijo de Dios, presentado en el templo de Jerusalén.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 22 de enero de 2025

Palabra de Vida: “Extiende tu mano” (Marcos 3,1-6)



22 de enero de 2025. 
Miércoles de la segunda semana durante el año.
Beata Laura Vicuña.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     3, 1-6

    Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo sanaba en sábado, con el fin de acusarlo.
    Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante.»
    Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?»
    Pero ellos callaron.
    Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana.
    Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con Él.

Palabra del Señor.

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lunes, 20 de enero de 2025

Palabra de Vida: Llevar la esperanza con fe y perseverancia. Hebreos 6,10-20.


  
21 de enero de 2025. 
Martes de la segunda semana durante el año.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la carta a los Hebreos     6, 10-20

Hermanos:
    Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos. Solamente deseamos que cada uno muestre siempre el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza. Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
    Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por alguien mayor que Él, juró por sí mismo, diciendo: «Sí, Yo te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia numerosa». Y por su paciencia, Abraham vio la realización de esta promesa.
    Los hombres acostumbran a jurar por algo más grande que ellos, y lo que se confirma con un juramento queda fuera de toda discusión.
    Por eso Dios, queriendo dar a los herederos de la promesa una prueba más clara de que su decisión era irrevocable, la garantizó con un juramento.
    De esa manera, hay dos realidades irrevocables -la promesa y el juramento- en las que Dios no puede engañarnos. Y gracias a ellas, nosotros, los que acudimos a Él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece.
    Esta esperanza que nosotros tenemos, es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor, convertido en Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

Palabra de Dios.

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Islas Canarias: las raíces del beato Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay.

  

En enero de 2025, junto con Mons. Arturo Fajardo, obispo de Salto, tuvimos la alegría de visitar las Islas Canarias, especialmente la isla Lanzarote. Llegamos hasta el pueblo de Tinajo, donde vivieron y se casaron, en 1800, los padres de Jacinto Vera, a quienes quiero recordar en este video, que muestra también algo del paisaje de las islas y, especialmente, la iglesia San Roque, donde Gerardo y Josefa contrajeron matrimonio.

sábado, 18 de enero de 2025

“Hagan todo lo que Él les diga”. (Juan 2,1-11). II domingo durante el año.

Amigas y amigos: he tenido el privilegio de estar unos días en Canarias y de visitar allí la isla de Lanzarote, de donde salieron un día los padres de nuestro beato Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay. Llegamos hasta Tinajo, que era su pueblo, donde está la iglesia parroquial en la que Gerardo Vera y Josefa Durán celebraron su matrimonio, el 30 de abril del año 1800. Trece años después, en junio o julio, los padres de Jacinto partieron para América. Jacinto ya hacía parte de ese viaje, pero todavía en el vientre de su madre. El 3 de julio de 1813, durante el viaje, nació Jacinto Vera y Durán y fue bautizado el 2 de agosto en la parroquia de Nuestra Señora del Destierro, en lo que hoy es Florianópolis. Estar aquí, pues, es reencontrarnos con los orígenes de nuestro primer obispo, pero también, en estas Islas, con el origen de tantos canarios de Canelones que sienten el orgullo de tener aquí sus raíces, raíces canarias.

El evangelio de hoy nos introduce en un acontecimiento familiar. La fiesta de un casamiento. Durante ella, Jesús va a  realizar un milagro, por mediación de su madre.

Pero estamos en el evangelio según san Juan y eso significa que tenemos que leer con cuidado este relato, porque este evangelista siempre nos llama a mirar y ver mucho más lejos de lo que aparece visible. Todo comienza como una situación que podríamos llamar “normal”:

Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. (Juan 2,1-2)

Como dijimos, un casamiento, una fiesta. En primer plano, entre los invitados, la madre de Jesús. Ella parece la invitada principal. Notemos que a Jesús se le nombra después, diciendo que “también fue invitado con sus discípulos”. Nos podemos imaginar a quienes invitan, diciéndole a María: “que venga también tu hijo, con esos muchachos que están con él”. 

Rápidamente, se introduce en el relato un incidente: se había terminado el vino y eso significaba el fin de la fiesta. Pero esta noticia se nos da ya unida a la intervención de María:

Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». (Juan 2,3)

Aquí pienso en cómo nos comunicamos varones y mujeres. Muchos varones solemos recibir una frase como ésa como un dato, una información que se nos proporciona: no tienen vino. Punto. Desde luego, está el lenguaje no verbal, la entonación con que eso se dice y también la sensibilidad del que escucha para captar ese matiz. Ese “no tienen vino” incluye una súplica: “haz algo, hay que ayudarlos”. La respuesta de Jesús muestra que él conoce a su madre y sabe que le está pidiendo algo.

Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». (Juan 2,4)

La primera parte de la respuesta de Jesús suena muy humana, suena como un desentendimiento, algo así como “no corresponde que hagamos algo”. Pero hay algo interesante. Jesús no dice “¿y tú que tienes que ver?” o “¿y yo que tengo que ver?”. No. Jesús dice “¿Qué tenemos que ver nosotros?”. Ese nosotros expresa una relación especial con su Madre. Si ella se involucra, lo involucra también a él. Por eso el nosotros.

Pero Jesús agrega otra parte a su respuesta: “Mi hora no ha llegado todavía”. ¿A qué se refiere Jesús? Su hora definitiva es la hora de la cruz, como lo señala Juan antes del lavatorio de los pies, en la última cena:

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. (Juan 13,1)

Y en esa hora, la hora de pasar al Padre, María volverá a estar presente. El evangelio de Juan nos muestra solo dos momentos en que aparece María: al principio y al final. 

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre… (Juan 19,25)

A esto se le llama, en el estudio de la Biblia, una inclusio, una inclusión. La vida pública de Jesús queda enmarcada entre esas dos intervenciones de María. Por medio de ese recurso, el evangelista Juan quiere hacernos ver la importancia de María en la hora de Jesús. Pero en este momento no se trata de esa hora definitiva, sino la hora en que Jesús comenzará a manifestar al mundo quién es él.

María no parece interpretar como una negativa las palabras de su Hijo y por eso dice a los servidores esa frase que todos deberíamos llevar grabada en nuestro corazón:

«Hagan todo lo que él les diga». (Juan 2,5)

Efectivamente, a partir de ese momento, Jesús da algunas indicaciones, que fueron seguidas al pie de la letra.

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde.
«Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. (Juan 2,6-8)

Y aquí aparece un pasaje que tiene una estudiada ambigüedad. El encargado del banquete probó el vino, sin saber de dónde había salido y llamó al esposo… ¿Quién es el esposo? Lo normal es que pensemos que se está hablando del novio, del recién casado, pero en ningún momento el evangelista nos ha contado nada de él ni de la novia. Por otro lado, el novio estaría completamente ajeno a todo esto.

Los servidores y nosotros, los lectores, al contrario que el encargado, sabemos de dónde salió el vino. El “esposo” que está apareciendo allí, detrás de las palabras ingenuas del encargado de la fiesta, es el que viene a celebrar “las bodas del cordero”, es decir, el Hijo de Dios que viene a desposarse, a unirse en alianza con la humanidad, y trae, de acuerdo a los anuncios proféticos, el mejor vino, como reconoce el encargado:

«Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento» (Juan 2,10)

Y para que no nos queden dudas, el evangelista concluye: 

Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. (Juan 2,11)

Lo que en los demás evangelios es llamado habitualmente “milagro”, Juan lo llama “signo”, porque eso son los hechos extraordinarios que realiza Jesús: signos que van revelando quién es Él, que van mostrando la gloria de Dios escondida en su humanidad. Y este primer signo despertó en los discípulos la fe: “creyeron en él”. 

La alianza en la que Jesús llama a entrar a toda la humanidad pasa por la respuesta de cada uno de nosotros. Cada uno está invitado a la boda. A cada uno corresponde responder libremente, y actuar en consecuencia. Quien llama es el amor de Dios, que brota del corazón mismo de Jesús. Él espera la respuesta de nuestro corazón. Dejémonos guiar por las palabras de María, la Madre presente, la Madre que nos lleva hasta el Hijo, la que vuelve a decirnos: “hagan todo lo que él les diga”.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

viernes, 17 de enero de 2025

Palabra de Vida: Cambiar de vida viviendo la Esperanza. Marcos 2,13-17.



18 de enero de 2025. 
Sábado de la primera semana durante el año.
Reflexión tomada del Papa Francisco, Ángelus, 01 de octubre de 2023.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
Ilustración: "La vocación de San Mateo". Litografía que reproduce un óleo de Juan de Pareja conservado en el Museo del Prado, Madrid.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     2,13-17

    Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.
    Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con Él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?»
    Jesús, que había oído, les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Palabra del Señor.

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jueves, 16 de enero de 2025

Palabra de Vida: Liberarse del pecado. Marcos 2,1-12.



17 de enero de 2025. 
Viernes de la primera semana durante el año.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     2, 1-12

    Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siguiera delante de la puerta, y Él les anunciaba la Palabra.
    Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».
    Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: «¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?»
    Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina?" Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
    Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual».

Palabra del Señor.

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Palabra de Vida: “Anímense mutuamente cada día mientras dure este hoy” (Hebreos 3,7-14)



16 de enero de 2025. 
Jueves de la primera semana durante el año.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la carta a los Hebreos     3, 7-14

Hermanos:
    Como dice el Espíritu Santo:
      "Si hoy escuchan su voz,
      no endurezcan su corazón
      como en el tiempo de la Rebelión,
      el día de la Tentación en el desierto,
      cuando sus padres me tentaron poniéndome a prueba,
      aunque habían visto mis obras
      durante cuarenta años.
      Por eso me irrité contra aquella generación, y dije:
      Su corazón está siempre extraviado
      y no han conocido mis caminos.
      Entonces juré en mi indignación:
      Jamás entrarán en mi Reposo".
   Tengan cuidado, hermanos, no sea que alguno de ustedes tenga un corazón tan malo que se aparte del Dios viviente por su incredulidad. Antes bien, anímense mutuamente cada día mientras dure este hoy, a fin de que nadie se endurezca, seducido por el pecado.
    Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, con tal que mantengamos firmemente hasta el fin nuestra actitud inicial.
 
Palabra de Dios.

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martes, 14 de enero de 2025

Beato Jacinto Vera: obispos uruguayos visitaron Tinajo, en las Canarias, la tierra de sus orígenes.

Misa en la ermita Nuestra Señora
de los Dolores, Tinajo, Lanzarote

Mons. Arturo Fajardo, obispo de Salto y Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Canelones, visitaron las Islas Canarias del 10 al 13 de enero. Fueron recibidos por el obispo de Canarias, Mons. José Mazuelo y la Sra. Cónsul General del Uruguay en Canarias, Gabriela Chifflet. Ella les dijo que son 16.000 los compatriotas que viven en las Islas. 

En la isla de Lanzarote, los obispos celebraron la Misa del domingo 12 en la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, de la cual el beato Jacinto fue siempre muy devoto. 

Visitaron luego la Iglesia parroquial de San Roque, donde fueron bautizados y se casaron los padres de Jacinto. Allí se encuentra expuesto un retrato del beato y una importante reliquia que fue llevada allí por Mons. Alberto Sanguinetti, obispo emérito de Canelones, en su visita a Canarias en 2023.

El lunes 13, con varios sacerdotes y la presencia de muchos uruguayos, celebraron la Eucaristía en la parroquia San José Obrero de Cruce Arinaga. Ambas celebraciones fueron muy concurridas. En ellas Mons. Heriberto trazó una semblanza del beato, destacando sus raíces canarias.

Los obispos quedaron gratamente sorprendidos por la significación que tiene el beato Jacinto en su pueblo. La beatificación, el 6 de mayo de 2023 fue seguida en directo en pantallas colocadas en la iglesia de Tinajo.

Esta visita la hizo posible, en gran medida, el salteño Roberto Da Costa, desde hace muchos años afincado en Gran Canaria y muy vinculado a la Iglesia local. Tanto él como su esposa y otro matrimonio amigo, así como los párrocos y un joven diácono en camino al sacerdocio hicieron muy grata la visita de nuestros pastores.

Homilía de Mons. Heriberto el domingo 12 de enero, en la ermita Nuestra Señora de los Dolores.

Queridos hermanos y hermanas:

Con Mons. Arturo, hemos querido venir a Tinajo como peregrinos, en este Año Santo, a conocer los orígenes del beato Don Jacinto Vera y Durán, primer obispo del Uruguay.

Les agradecemos su acogida y esperamos ayudar a que el beato Jacinto, que nos pertenece, tanto a nosotros como a ustedes, sea más conocido y querido aquí, donde fue concebido por sus padres.
Como se ha dicho, soy obispo de Canelones. Canelones es a la vez una diócesis y uno de los diecinueve departamentos, que serían aquí como las provincias, en los que está dividido el Uruguay.
Los habitantes de Canelones no se llaman a sí mismos “canelonenses” o algo parecido, sino “canarios”, porque canarios fueron muchos de sus primeros pobladores, que fueron llegando a lo que hoy es el Uruguay desde comienzos del siglo XVIII. Canarios fueron los primeros pobladores de Montevideo y desde esa ciudad puerto se fueron extendiendo al interior del país. Y como ha sido y será, quienes emigran primero y tienen buena fortuna, llaman a familiares y amigos, y así partieron de estas islas a muchos rincones de América.

El 30 de abril del año 1800, en la parroquia de San Roque de Tinajo, aquí, en Lanzarote, contrajeron matrimonio Gerardo Vera, de 26 años de edad y Josefa Durán, de 25.
Del expediente matrimonial surge que ambos eran naturales y vecinos de Tinajo, de condición humilde. Ambos habían cumplido el precepto de la comunión pascual y conocían la doctrina cristiana. Ninguno firmó su declaración, por no saber firmar. Tenían cierto grado de parentesco, lo que hizo necesario pedir y recibir la dispensa del obispo de Canarias, Don Manuel Verdugo. Esas situaciones de parentescos eran comunes en la isla y eso traía muchas repeticiones de apellidos, lo que traía también sus confusiones, porque, a veces, para distinguirse, se recurría al apellido de alguno de los abuelos. Algo de eso sucedió con los padres de Jacinto, como quedó consignado en distintos documentos.

Gerardo y Josefa se tomaron un poco de tiempo para formar su familia. Francisco Antonio, el mayor, nació en 1804; en 1806, Dionisio y en 1810 María, que en Canelones llegó a tener una importante propiedad de tierras, una parte de las cuales donó para que se creara un pueblo, que hoy es una pequeña ciudad que, tal como lo pidió ella, lleva el nombre de San Jacinto, el santo de su hermano menor.

En junio de 1813, la familia Vera Durán emprendió el viaje a América. Josefa esperaba un hijo, que sería Jacinto. El futuro beato nació en el barco, en pleno viaje, ya cerca de las costas de Brasil, el 3 de julio. El barco tocó tierra en un lugar llamado entonces, en portugués “Desterro”, un nombre que suena poco simpático y que, en cierta forma, anunciaba el destierro que, muchos años más tarde, sufriría Don Jacinto. Pero, en realidad, Destierro, correspondía a “Nuestra Señora del Destierro”, en referencia a la huida a Egipto de la Sagrada Familia, que recordamos hace no mucho, el día de los Santos Inocentes. Aquel lugar es hoy la capital del estado de Santa Catarina y tiene el bonito nombre de ”Florianópolis”; pero la parroquia, hoy catedral, sigue llevando el nombre de esa advocación de la Virgen, Nuestra Señora del Destierro.

El 2 de agosto, Jacinto fue bautizado en aquella iglesia. Enterado de la situación de inestabilidad política en su lugar de destino, la familia se quedó por algún tiempo en Desterro. Allí nació la quinta hija del matrimonio, que recibió el nombre de Mariana.

Voy ahora a avanzar más rápidamente en esta historia. En 1820 los Vera llegan finalmente a lo que hoy es Uruguay, en Maldonado. Allí comienzan a trabajar en un campo. Les va bien, hacen algunos ahorros y en 1826 compran una pequeña propiedad en un lugar llamado Toledo, que está en el departamento de Canelones.

Los Vera van a Misa todos los domingos a una capilla dedicada a Nuestra Señora del Carmen y allí comienza a nacer la vocación de Jacinto. A los 19 años, Jacinto participa en unos Ejercicios Espirituales y ahí ve claramente el llamado de Dios al sacerdocio.

Aquí tenemos que ubicar la situación de la iglesia en aquel país que acababa de convertirse en la República Oriental del Uruguay. No había allí ningún obispo. No había seminario. Había muy pocos sacerdotes. La autoridad eclesiástica era un vicario apostólico, un sacerdote nombrado por el Papa.

¿Dónde podía formarse entonces un sacerdote? En Buenos Aires. Pero eso era costoso. Jacinto le pide a su padre, con quien venía trabajando como miembro de la familia, que lo contrate como peón, es decir, que le pague por su trabajo, de manera de ahorrar para pagarse los estudios. Mientras tanto, con la ayuda de un sacerdote, se fue preparando en el latín. En Buenos Aires, sus pocos recursos solo le permiten ser alumno externo, es decir, concurrir a clases, pero no vivir en el seminario. Se las arregla como puede con sus gastos de pensión. Finalmente, el 28 de mayo de 1841 recibió la ordenación sacerdotal de manos de Don Mariano Medrano, obispo de Buenos Aires.

Regresó al Uruguay, donde fue enviado a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, en Villa Guadalupe de los Canelones, hoy ciudad de Canelones, capital del departamento del mismo nombre. La antigua parroquia es hoy catedral.

En Canelones permaneció 17 años. Fue allí como teniente cura, pero tuvo párrocos que se ocupaban de otros asuntos, se ausentaban frecuentemente y dejaban todo en sus manos. A pie, a caballo, o en vehículos de tracción a sangre, recorrió la extensa parroquia, mostrando una gran cercanía con la gente, sabiendo estar con ellas tanto en velorio y en fiesta, compartiendo sus penas y alegrías, desprendiéndose muchas veces de lo suyo para auxiliar a un pobre. En el seminario había recibido una formación sólida, que se constata en sus distintos escritos, desde su correspondencia personal hasta sus cartas pastorales; pero esa formación no le hizo perder el carácter campechano: de buen humor, de reír o hacer reír con un chascarrillo, capaz de comprender y consolar, de corregir sin lastimar, de buscar soluciones prácticas, siempre considerando la situación de las personas. Supo ser firme y claro en sus decisiones, que muchas veces le costaron dolores de cabeza y, en una ocasión, un destierro temporal. La devoción a la Virgen de los Dolores, que venía de sus ancestros, lo acompañó y consoló en muchas de esas tribulaciones.

Eso último sucedió cuando pasó a ser vicario apostólico, es decir, el delegado del Papa como cabeza de la Iglesia en el Uruguay, que todavía no tenía obispo, todavía no era una diócesis, sino un “vicariato apostólico”. A fines de 1859 comenzó su misión al frente de la Iglesia en el Uruguay. Así como había recorrido su extensa parroquia de Canelones, se lanzó a recorrer el Uruguay entero. Acompañado de buenas sacerdotes, en el medio de transporte que fuera posible, visitó las parroquias permaneciendo durante varias días en misiones que dejaron imborrables recuerdos. Así como se había ganado el afecto de sus feligreses, se ganó el cariño de los fieles de todo el Uruguay.

En 1861 se produjo un conflicto con el gobierno, que se consideraba heredero de los derechos de patronato que tuvo en otros tiempo la corona española. Eso impedía al Vicario nombrar o remover sacerdotes sin anuencia del gobierno; más aún, el gobierno pretendía imponer su decisión. Al plantearse una situación grave con el cura de la iglesia matriz de Montevideo, Estado e Iglesia entraron en un conflicto que desembocó en el destierro de Vera a Buenos Aires. Un año después, hubo cambios en el gobierno y Vera fue reconocido en todas sus facultades y regresó al Uruguay. Nunca tuvo sentimientos de rencor ni deseos de venganza frente a sus enemigos. Muy al contrario, en aquel Uruguay tantas veces en guerra civil, fue promotor de paz, de encuentro y de concordia.

El Papa Pío IX lo nombró obispo y recibió la consagración episcopal el 16 de julio de 1865… sin embargo, todavía no había una diócesis en Uruguay. Monseñor Vera recibió el título de Obispo de Megara.

El Papa León XIII, en 1878, creó la diócesis de Montevideo, que abarcaba todo el Uruguay. Esa fue nuestra primera diócesis, por lo que solemos decir que somos una iglesia joven.
Don Jacinto continuó recorriendo el Uruguay con sus visitas misioneras. En 1880 creó el Seminario que es hoy nuestro seminario interdiocesano, por donde pasamos nosotros y donde siguen formándose los jóvenes llamados al sacerdocio. Don Jacinto quería que sus sacerdotes fueran santos, sabios y apostólicos.

El 6 de mayo de 1881, en plena misión, lo encontró la muerte. Un joven poeta católico, muy cercano a Don Jacinto, al recibir la noticia exclamó “ha muerto el santo”.
El camino del cuerpo desde el lugar de misión hasta Montevideo fue saludado a lo largo de toda la ruta. El 8 de mayo se realizó el funeral y el 11 fue sepultado. A lo largo de esos días desfiló el pueblo que quería despedir a su querido y llorado pastor.
Muy pronto se inició un movimiento para construir un monumento funerario para su tumba en la catedral de Montevideo. Los fondos se reunieron por medio de colecta popular, pidiendo a cada uno una pequeña donación. El monumento, en la catedral de Montevideo, lo representa de rodillas, con las manos juntas en oración, ubicado sobre un alto pedestal. Uno puede ubicarse en un punto donde su cabeza se inclina hacia el visitante, como invitándolo a acompañarlo en la oración.

El 6 de mayo de 2023 celebramos en Montevideo la beatificación de Don Jacinto. Fue un día de lluvia, pero no tanta como para que nos empapáramos… Yo recordé a un obispo nuestro, hombre de campo, que tenía un refrán: “Dios mide el viento para la oveja recién esquilada”… Pues sí, Dios midió la lluvia para que fuera para nosotros un poco de sacrificio, pero no tanto para que nos privara de la fiesta.

Mucho, muchísimo más quisiera compartirles de lo que ha significado la beatificación de este hijo de Lanzarote, de este canario que ha marcado también nuestro pequeño mundo canario de Canelones y a todo el Uruguay. Nos confiamos a su intercesión y quiera Dios que por medio de él sean escuchadas nuestras súplicas y se nos regale, no solo las gracias que cada uno necesite, sino tal vez el milagro que un día pueda llevarlo a la canonización.

Beato Jacinto Vera, ¡ruega por nosotros!

viernes, 10 de enero de 2025

Bautismo del Señor. «Tú eres mi Hijo muy querido» (Lucas 3,15-16.21-22)

Este domingo concluye el tiempo de Navidad y se inicia lo que llamamos el tiempo durante el año, o tiempo ordinario, para diferenciarlo de los tiempos extraordinarios, tiempos fuertes, como son el adviento, el tiempo de navidad, la cuaresma y el tiempo pascual. A partir de hoy vamos a ir encontrándonos, domingo a domingo, con diferentes acontecimientos de la vida de Jesús, siguiendo el evangelio según san Lucas, que es el que corresponde en este año.

El acontecimiento que cierra el tiempo de Navidad y abre este tiempo nuevo, es el bautismo de Jesús. El evangelista Lucas lo relata de manera muy breve, pero que, a la vez, dice mucho. Primero nos ubica en un contexto:

Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. (Lucas 3,21)

¿Cómo hacía Juan su bautismo?

Hoy, la forma más común de bautizar es verter agua sobre la cabeza de quien se bautiza, sea un bebé, un niño o un joven o un adulto. Es la más común, pero sigue siendo válida la forma más antigua, que es el bautismo por inmersión. Esto se hacía en un baptisterio que era como una pequeña piscina -a veces no tan pequeña- en la que podía sumergirse por entero la persona. Llegamos a la forma actual del bautismo entendiendo que la cabeza, sobre la que se vierte el agua, expresa significativamente la totalidad del cuerpo.

Juan bautizaba en el río Jordán. Al parecer, la gente se sumergía a una indicación del bautista. Si es así, Jesús se bautizó entre el pueblo. Recordemos también que el bautismo de Juan era “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Lucas 3,3). Jesús entró al agua junto al pueblo que quería mostrar su conversión y recibir el perdón de sus pecados.

¿Por qué Jesús pasó por este bautismo si Él no tenía ninguna necesidad de recibirlo? (En los evangelios de Mateo y Marcos se nos cuenta que Juan se resistió a que Jesús se bautizara).

Una primera razón es la que se expresa en ese versículo: Jesús se bautizó con todo el pueblo, en solidaridad con todos aquellos que habían escuchado la prédica de Juan.

Pero, inmediatamente, dos cosas van a marcar la diferencia. La primera:

Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. (Lucas 3,21-22)

El Espíritu Santo descendió sobre Jesús. San Lucas es el evangelista que más menciona la intervención del Espíritu en la obra de salvación. Es el mismo Lucas quien nos dice cómo fue concebido Jesús. Cuando María preguntó cómo sucedería eso, el ángel le dijo:

«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1,35)

El Espíritu Santo ya estaba presente en la concepción de Jesús. Como Hijo de Dios, él ya tenía la plenitud del Espíritu. El descendimiento del Espíritu hace visible esa realidad ya presente.

Pero  hay una segunda manifestación que marca lo especial del Bautismo de Jesús:

Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección.» (Lucas 3,22)

La voz del Padre se suma a la presencia del Espíritu. La Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo está aquí presente, manifestándose.

El bautismo de Jesús se convierte así en una epifanía, es decir, una manifestación divina, que, en ese sentido, está en relación con la adoración de los Magos (Mateo 2,1-12) y el milagro de las bodas de Caná, “el primero de los signos de Jesús” (Juan 2,1-11), evangelio del próximo domingo. Esto lo marca hermosamente la liturgia de las horas del 6 de enero. En Laudes, la oración de la mañana, se reza en cierto momento:

“Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino” (antífona al Benedictus)

En la oración de la tarde, las Vísperas, vuelve el mismo tema. Notemos la insistencia en el hoy, como indicando que esos tres acontecimientos, distantes en el tiempo en las narraciones evangélicas, se hacen presentes hoy para nosotros:

“Veneremos este día santo honrado con tres prodigios: hoy la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos” (antífona al Magníficat).

El Bautismo de Jesús nos invita a considerar el sentido de nuestro propio bautismo. Quienes fuimos bautizados siendo muy pequeños, no tenemos recuerdo propio de ese día; como tampoco lo tenemos de nuestro nacimiento. En el día de nuestro bautismo, no importa a que edad lo recibimos, nacimos de nuevo.

No entendemos el significado de nuestro bautismo sin ver su profunda relación con el Bautismo de Cristo. Con su bautismo, Cristo santificó las aguas, para que por ellas seamos santificados los bautizados. El cielo se abrió para mostrar la apertura de un camino de salvación, que nosotros podemos recorrer en Cristo. Cristo fue proclamado por el Padre como “mi hijo muy querido”, para que nosotros lleguemos a ser también sus hijos e hijas, en unión con el Hijo, en unión con Cristo.

Por el bautismo nos unimos a Cristo en su Pascua: muerte y resurrección. Dice san Pablo:

¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva. (Romanos 6,3-4)

Notemos como se expresa Pablo: nos hemos sumergido en la muerte de Cristo, fuimos sepultados con Él, para participar de su resurrección, comenzando por una vida nueva aquí y ahora. Vida nueva: vida en Cristo, vida de discípulo que va creciendo al conocer y practicar las enseñanzas de Jesús y recibiéndolo en los sacramentos, especialmente la comunión. 

Por el bautismo somos incorporados a la Iglesia, cuerpo de Cristo. Somos hechos hijos de Dios. Hijos e hijas en el Hijo. Esa es nuestra identidad, la identidad que tenemos que asumir o reasumir, si la hemos olvidado, tomando conciencia de nuestra misión de cristianos y del compromiso que supone comportarnos como testigos del Reino de Dios.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

jueves, 9 de enero de 2025

Palabra de Vida: Querer y buscar la purificación (Lucas 5,12-16)



Viernes 10 de enero de 2025. Tiempo de Navidad.
Los textos propuestos en esta semana son los que se utilizan en los países donde la Epifanía se celebra en domingo, como es el caso de Brasil. Por eso difieren de los que leemos en Uruguay y Argentina, donde celebramos la Epifanía el 6 de enero.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     5, 12-16

Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante Él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme».
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante la lepra desapareció.
Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a lugares desiertos para orar.

Palabra del Señor.

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miércoles, 8 de enero de 2025

Palabra de Vida: “El que ama a Dios debe amar también a su hermano” (1 Juan 4,19-5,4)


Jueves 9 de enero de 2025. Tiempo de Navidad.

Los textos propuestos en esta semana son los que se utilizan en los países donde la Epifanía se celebra en domingo, como es el caso de Brasil. Por eso difieren de los que leemos en Uruguay y Argentina, donde celebramos la Epifanía el 6 de enero.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la primera carta de san Juan     4, 11-18

Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios:
si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
La señal de que permanecemos en Él
y Él permanece en nosotros,
es que nos ha comunicado su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y atestiguamos
que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios,
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene
y hemos creído en él.
Dios es amor,
y el que permanece en el amor
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.

La señal de que el amor
ha llegado a su plenitud en nosotros,
está en que tenemos plena confianza
ante el día del Juicio,
porque ya en este mundo
somos semejantes a Él.
En el amor no hay lugar para el temor:
al contrario, el amor perfecto elimina el temor,
porque el temor supone un castigo,
y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor.

Palabra de Dios.

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martes, 7 de enero de 2025

Palabra de Vida: “El que permanece en el amor permanece en Dios” (1 Juan 4,11-18)



Miércoles 8 de enero de 2025. Tiempo de Navidad.

Los textos propuestos en esta semana son los que se utilizan en los países donde la Epifanía se celebra en domingo, como es el caso de Brasil. Por eso difieren de los que leemos en Uruguay y Argentina, donde celebramos la Epifanía el 6 de enero.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la primera carta de san Juan     4, 11-18

Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios:
si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
La señal de que permanecemos en Él
y Él permanece en nosotros,
es que nos ha comunicado su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y atestiguamos
que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios,
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene
y hemos creído en él.
Dios es amor,
y el que permanece en el amor
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.

La señal de que el amor
ha llegado a su plenitud en nosotros,
está en que tenemos plena confianza
ante el día del Juicio,
porque ya en este mundo
somos semejantes a Él.
En el amor no hay lugar para el temor:
al contrario, el amor perfecto elimina el temor,
porque el temor supone un castigo,
y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor.

Palabra de Dios.

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lunes, 6 de enero de 2025

Palabra de Vida: “Denles de comer ustedes mismos” (Marcos 6,34-44)


Los textos propuestos en esta semana son los que se utilizan en los países donde la Epifanía se celebra en domingo, como es el caso de Brasil. Por eso difieren de los que leemos en Uruguay y Argentina, donde celebramos la Epifanía el 6 de enero.

Ilustración: "Milagro de los panes y los peces" (Giovanni Lanfranco). Galería Nacional de Irlanda.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     6, 34-44

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer.»
El respondió: «Denles de comer ustedes mismos.»
Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos.»
Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver.»
Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados.»
El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Palabra del Señor.

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viernes, 3 de enero de 2025

Al principio existía la Palabra (Juan 1,1-18). II Domingo después de Navidad.

Amigas y amigos: hoy es “la noche de Reyes”, la noche que tanto esperábamos de niños y que muchos niños siguen esperando, como lo hicimos los mayores, muchos años atrás… Para la iglesia, el 6 de enero es la fiesta de la “Epifanía” del Señor. Epifanía significa “manifestación” y los reyes magos son esos tres hombres que, siguiendo una estrella, llegaron a Belén desde países lejanos, para adorar al Niño Jesús. Esos tres hombres representan a todos aquellos que, aún desde distintas creencias, tienen un profundo sentimiento religioso y buscan la salvación.

El evangelio los llama “magos”, pero el profeta Isaías anunció la venida de “reyes” y así, juntando los dos nombres, tenemos “los reyes magos”.

Este relato, que escucharemos mañana, cierra un ciclo de historias en relación con la Navidad, que comienza con el anuncio del nacimiento del Bautista y sigue con la anunciación a María, la visitación de María a Isabel, el sueño de José, el viaje a Belén, el nacimiento, los ángeles, los pastores, la llegada de los Magos, la huida a Egipto y la matanza de los inocentes.

Estas historias son muy vívidas, con personajes bien definidos, a los que escuchamos expresarse y a los que vemos actuar.

Todo eso contrasta con el evangelio que encontramos hoy. En este domingo leemos el prólogo del evangelio según san Juan.

El prólogo está en el comienzo de este evangelio, en el primer capítulo; pero no tenemos que pensar que fue lo primero que el evangelista escribió; tal vez haya sido lo último, como una especie de síntesis que sirva de introducción a todo su evangelio.

El prólogo contrasta con los relatos de Navidad por su forma de expresarse que podríamos llamar “abstracta”, pero que también se hace poética. No es una lectura fácil; no porque no se pueda leer de un tirón, sino porque hay que ir deteniéndose en cada versículo y aún en cada palabra para poder sacar provecho del texto.

El primer versículo del prólogo nos dice:

Al principio existía la Palabra
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios. (Juan 1,1)

Para el lector que conoce la Escritura, la expresión “al principio” lo lleva a otro libro, el primero de la Biblia, el Génesis, cuyo primer versículo dice:

Al principio Dios creó el cielo y la tierra. (Génesis 1,1)

Poco más adelante, en el versículo 3, leemos: “Entonces Dios dijo”; es decir, hizo uso de la Palabra. Seguimos leyendo y vemos que esa expresión “Dios dijo” se va repitiendo. Cada vez que Dios dice su Palabra, algo nuevo es creado. Volvamos ahora al prólogo de san Juan:

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. (Juan 1,3)

A través de estas primeras líneas, Juan quiere hacernos ver que la Palabra no es simplemente la facultad o capacidad de hablar que tiene Dios. Al decirnos que la Palabra está junto a Dios, que la Palabra es Dios, está personificando la Palabra. La Palabra no es simplemente algo que Dios dice, sino que es Alguien que hace realidad lo que Dios dispone.

Volvamos al Génesis. ¿Cuál es la primer obra que aparece a partir de la Palabra?

Entonces Dios dijo: «Que exista la luz». Y la luz existió.
Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; (Génesis 1,3-4)

La luz… Juan sigue hablándonos de la Palabra y nos dice:

En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron. (Juan 1,4-5)

El Génesis nos habla de la luz física, la luz que hace posible que veamos todo lo que nos rodea. Juan nos habla de la vida presente en la Palabra y nos dice que esa vida es la luz de los hombres. Más adelante lo dice aún más claramente:

La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre. (Juan 1,9)

Esta “luz verdadera” de la Palabra ilumina interiormente, ilumina el espíritu. Como luz verdadera, la Palabra hace conocer al hombre la verdad más profunda sobre Dios y, en consecuencia, sobre sí mismo. Esa luz no fue aceptada por todos. Algunos no la conocieron; otros no quisieron recibirla.

Si seguimos estas reflexiones, podríamos pensar que la Palabra, que es luz, que es vida, es solo espíritu y que de alguna forma nuestro espíritu se conecta con ella. Está presente en el mundo, “ilumina todo hombre”… pero ¿de qué manera?

Poco a poco san Juan va haciéndonos ver cómo la Palabra entra en la historia y en la vida de la humanidad. Nos habla así de un hombre enviado por Dios como “testigo de la luz”: Juan el Bautista. Juan da testimonio de la luz “para que todos creyeran por medio de él”. Así, el evangelista nos va preparando, poco a poco, para la gran revelación:

Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros. (Juan 1,14)

La Palabra, que estaba junto a Dios, que era Dios, que era vida, que era la luz verdadera, la Palabra se hizo carne: es decir, se hizo hombre, tomó nuestra humanidad y vivió entre nosotros. Más adelante, nos dice el nombre de la Palabra hecha carne:

la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. (Juan 1,17)

Jesús, el Cristo, es la Palabra. Pero todavía le falta a Juan completar su revelación, ser más explícito:

Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Hijo único,
que está en el seno del Padre. (Juan 1,18)

La Palabra, Jesucristo, es el Hijo único del Padre. Quien se ha hecho carne, quien se ha hecho hombre es el Hijo de Dios. Por eso, Él puede decirnos quién es Dios, y cómo es Dios realmente. Después de este prólogo, el capítulo continúa con la actuación de Juan el Bautista, el bautismo de Jesús y el llamado de los primeros discípulos. Allí va Jesucristo, la Palabra eterna del Padre, el Hijo de Dios, caminando entre nosotros. Su vida, con sus encuentros, sus palabras y sus obras; su pasión, muerte y resurrección; nos hablarán del Padre, de su amor por el mundo que lo lleva a entregar a su Hijo único; del amor del Hijo, que amó a los suyos “hasta el extremo”, hasta dar la vida.

Volviendo a los relatos de Navidad que nos presentan los evangelios de Mateo y Lucas, el comienzo del evangelio de Juan que hemos recorrido en forma salteada, nos invita a contemplar en ese niño “envuelto en pañales y acostado en un pesebre” a aquel que es la Palabra eterna del Padre, el Hijo único del Padre, vida y luz de los hombres. Vida y luz nuestra, que estamos llamados a seguir reconociendo y recibiendo cada día de nuestra vida.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: Dar testimonio. Juan 1,29-34



Tiempo de Navidad.
Ilustración: Ottavio Vannini, Juan el Bautista señala a Cristo a San Andrés (detalle), mediados del s. XVII; Florencia, Iglesia de los santos Miguel y Cayetano.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     1, 29-34

Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:
Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel».
Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo"
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios».

Palabra del Señor.

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jueves, 2 de enero de 2025

Palabra de Vida: Permanecer en Dios. 1 Juan 2,22-28.


 

Jueves 2 de enero de 2025
San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno  
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Lectura de la primera carta de san Juan     2, 22-28

Hijos míos:
¿Quién es el mentiroso,
sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Ese es el Anticristo:
el que niega al Padre y al Hijo.
El que niega al Hijo no está unido al Padre;
el que reconoce al Hijo también está unido al Padre.

En cuanto a ustedes,
permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio:
de esa manera, permanecerán también
en el Hijo y en el Padre.
La promesa que Él nos hizo es esta: la Vida eterna.
Esto es lo que quería escribirles
acerca de los que intentan engañarlos.
Pero la unción que recibieron de Él
permanece en ustedes,
y no necesitan que nadie les enseñe.
Y ya que esa unción los instruye en todo
y ella es verdadera y no miente,
permanezcan en Él,
como ella les ha enseñado.
Sí, permanezcan en Él, hijos míos,
para que cuando Él se manifieste,
tengamos plena confianza,
y no sintamos vergüenza ante Él
en el Día de su Venida.

Palabra de Dios.

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miércoles, 1 de enero de 2025

«¿Crees esto?» (Jn 11, 26). Palabra de Vida, enero 2025. Movimiento de los Focolares.

Jesús está llegando a Betania, donde Lázaro lleva muerto cuatro días. Informada de ello, su hermana Marta corre esperanzada a su encuentro. Jesús los quería mucho a ella, a su hermana María y a Lázaro, como subraya el Evangelio [1]. Aun en medio del dolor, Marta manifiesta al Señor su confianza en Él, convencida de que si hubiese estado presente antes de morir su hermano, éste seguiría vivo, pero que incluso ahora, cualquier petición que hiciera a Dios sería atendida. «Tu hermano resucitará» (Jn 11, 23), afirma entonces Jesús.

«¿Crees esto?»

Después de haber aclarado que se refiere a la vuelta de Lázaro a la vida física aquí y ahora, y no solo a la que le espera al creyente después de la muerte, Jesús le pide a Marta la adhesión de la fe, y no solo para realizar uno de sus milagros –que el evangelista Juan llama «signos»–, sino para otorgarle a ella, como a todos los creyentes, una vida nueva y la resurrección. «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11, 25), afirma Jesús. Y la fe que le pide es una relación personal con él, una adhesión activa y dinámica. Creer no es como aceptar un contrato que se firma una vez y ya no se vuelve a mirar, sino un hecho que transforma e impregna la vida diaria.

«¿Crees esto?»

Jesús invita a vivir una vida nueva aquí y ahora. Nos invita a experimentarla cada día, sabiendo que, como hemos vuelto a descubrir en Navidad, él mismo nos la ha traído, tomando la iniciativa de venir a buscarnos y viniendo entre nosotros.

¿Cómo responder a su pregunta? Miremos a Marta, la hermana de Lázaro.

En el diálogo con Jesús le brota una profesión de fe plena en él. El original griego la expresa aún con más fuerza. El «yo creo» que ella pronuncia significa «he alcanzado a creer», «creo firmemente» que «tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que iba a venir al mundo» [2], con todas las consecuencias. Es una convicción madurada con el tiempo, puesta a prueba en las diversas circunstancias que ha afrontado en la vida.

El Señor me dirige su pregunta también a mí. También a mí me pide una confianza generosa en él y la adhesión a su estilo de vida, fundado en el amor generoso y concreto a todos. La perseverancia madurará mi fe, que se reforzará al constatar día tras día la verdad de las palabras de Jesús puestas en práctica, y que no dejará de expresarse en mi actuar diario con todos. Para empezar, podemos hacer nuestra la oración de los apóstoles a Jesús: «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5).

«¿Crees esto?»

«Una de mis hijas había perdido el trabajo a la vez que todos sus compañeros, ya que el gobierno había cerrado la agencia pública donde trabajaban –cuenta Patricia, de Latinoamérica–. Como forma de protesta, habían organizado una acampada ante la sede. Yo procuraba apoyarlos participando en algunas de sus actividades, llevándoles comida o simplemente parándome a hablar con ellos.

El Jueves Santo, un grupo de sacerdotes que los acompañaba decidió celebrar una ceremonia en la que se ofrecían también espacios de escucha, se leyó el Evangelio y se llevó a cabo el gesto del lavatorio de pies en recuerdo de lo que había hecho Jesús. La mayor parte de los presentes no eran personas religiosas; sin embargo, fue un momento de profunda unión, fraternidad y esperanza. Se sintieron abrazados, y, emocionados, daban las gracias a aquellos sacerdotes que los acompañaban en medio de la incertidumbre y el sufrimiento».

Esta palabra de Jesús ha sido elegida como lema para la Semana de oración por la unidad de los cristianos de 2025. Así pues, recemos y apliquémonos para que nuestra creencia común nos mueva a buscar la fraternidad con todos: esta es la propuesta y el deseo de Dios para la humanidad, pero requiere nuestra adhesión. La oración y la acción serán eficaces si nacen de esta confianza en Dios y de nuestro actuar en consecuencia.

Silvano Malini y el equipo de la Palabra de vida

[1] Jn 11,5.

[2] Cf. Jn 11,27.