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miércoles, 27 de diciembre de 2017

La Sagrada Familia: José, "la sombra del Padre"




Cada familia es un mundo. Las relaciones que se tejen dentro de ella son únicas. La forma en que se relacionan los padres entre sí, los padres con los hijos, los hermanos con los hermanos, los abuelos, los tíos, otros familiares, van marcando la vida de todos los integrantes de un núcleo familiar. La estabilidad o la inestabilidad, la armonía o el conflicto, las relaciones sanas o las relaciones enfermas… todo va dejando sus huellas. Cada miembro de la familia lo vive de un modo distinto, porque cada persona es diferente. Una situación difícil puede quebrar a algunos y fortalecer a otros. Las dificultades pesan en la vida, pero no la determinan. Así, alguien que no vivió una experiencia familiar buena, gratificante, sin embargo, puede llegar a formar una linda familia.

El próximo domingo, por ser el siguiente a Navidad, se celebra la fiesta de la Sagrada Familia, integrada por Jesús, María y José.

Para los habitantes de Nazaret, José, el carpintero, era el esposo de María y ambos los padres de Jesús. Jesús era un niño como todos, tal vez con algún rasgo especial en su personalidad, que comenzaría poco a poco a manifestarse.

El oficio de José no sólo tenía que ver con fabricar o reparar muebles, sino también con la parte de carpintería en la construcción. De hecho, la palabra griega que aparece en el evangelio al hablar del oficio de José es la palabra tectón. Para entenderlo, pensemos que, en una obra, el jefe era llamado arjitectón, de donde deriva nuestra palabra arquitecto.

Uno puede imaginarse la vida en Nazaret como una vida sencilla… José en su trabajo, tanto en casa como fuera, María en las labores del hogar, el niño creciendo, aprendiendo el oficio de José…

Detrás de este cuadro tan simple, un misterio. María es virgen. José no es el padre biológico de Jesús. Jesús fue concebido en María “por obra y gracia del Espíritu Santo”. Dios es el padre de ese niño que pronto manifestará que él ha venido a ocuparse de las cosas de su Padre, es decir, de las cosas de Dios.

María y Jesús están profundamente unidos, por ese vínculo tan especial y único de una madre con su hijo.

Pero entonces ¿qué rol juega José? Vamos a acercarnos hoy un poco más a su figura, porque sin él, no hay sagrada familia.

José juega un rol muy importante. Él no es el progenitor o padre biológico, pero es auténticamente el padre para Jesús.

Un hombre engendra una creatura en tres segundos… eso lo hace progenitor. Pero ser padre es algo distinto.

Ser padre empieza por reconocer como suyo a ese hijo, dándole su apellido. Continúa en el sostener la vida de ese hijo con su propio trabajo. Instruirlo. Educarlo. Señalar por donde el camino se cierra, es decir, poner límites; pero también mostrar hacia dónde sigue el camino, el horizonte donde se abren los sueños, las posibilidades… donde las capacidades pueden convertirse en realizaciones.

En cierta forma, puede decirse que todo padre, entre comillas, “adopta” a su hijo. Es el momento donde asume activamente su paternidad. Algunos padres lo hacen desde el momento en que se enteran de que hay un niño en camino. Son esos hombres que no dicen “mi señora está embarazada” sino “estamos embarazados”. Otros lo asumen en el nacimiento, o algunos días o semanas después, o cuando el niño empieza a hablar…

Cuando José supo que María esperaba un hijo, un hijo que no era suyo, su primera reacción fue salir de la escena, desaparecer. Allí había algo incomprensible para él y tendrá que hacer todo un proceso para tomar su necesario lugar en esa familia.

Así lo explicaba hace poco el Papa Francisco (homilía en Santa Marta, 18 dic 2017):
José luchaba por dentro y en esa lucha, oyó la voz de Dios: "levántate" – ese "levántate" que aparece tantas veces al inicio de una misión en la Biblia: "¡Levántate!", toma a María, llévala a tu casa. Hazte cargo de la situación: toma en tus manos esta situación y sigue adelante.
José no fue a consolarse con sus amigos; no fue al psiquiatra para que interpretara el sueño que había tenido… No. Él creyó. Y fue para adelante. Tomó en sus manos la situación.
Pero, ¿qué debía tomar José en sus manos? ¿Cuál era la situación? ¿De qué cosa José debía hacerse cargo? De dos cosas. De la paternidad y del misterio.
José debió hacerse cargo de la paternidad, una paternidad que no era suya: sino que venía del Padre Dios.
José llevó adelante la paternidad con todo lo que significa: no sólo sostener a María y al Niño, sino también hacer crecer al Niño, enseñarle un oficio, llevarlo a la madurez de hombre. "Hazte cargo de la paternidad que no es tuya, es de Dios". Y esto, sin decir una palabra. En el Evangelio no hay ninguna palabra dicha por José. Él es el hombre del silencio, de la obediencia silenciosa.
Y sigue diciendo Francisco
José toma en sus manos este misterio y ayuda: ayuda con su silencio, ayuda con su trabajo, hasta el momento en que Dios lo llama a sí. De este hombre que se hizo cargo de la paternidad y del misterio, se dice que era la sombra del Padre: la sombra de Dios Padre.
Y si Jesús hombre aprendió a decir “papá”, “padre”, a su Padre que conocía como Dios, lo aprendió de la vida, del testimonio de José: el hombre que custodia, el hombre que hace crecer, el hombre que lleva adelante toda paternidad y todo misterio, pero que no toma nada para sí mismo.

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En Melo hay una capilla dedicada a la Sagrada Familia, en Blandengues de la Frontera y Juan Díaz, barrio Leone. 
El próximo domingo (31.12.2017) tendremos allí la Misa con motivo de la fiesta patronal, a las 8 de la mañana. 
Están invitados todos los que deseen acompañarnos.

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