A lo largo de este año, esta palabra que acabamos de escuchar nos ha acompañado como lema del Año Vocacional Nacional. Ahora la encontramos en el evangelio de este domingo. Podemos releerla en su contexto, pero también en el contexto del año vocacional.
Podríamos incluso quedarnos solo con este versículo, donde cada palabra tiene su peso…
Pero vamos a ver el contexto para saber quiénes hablan, a quién le hablan, y por qué.
El evangelio comienza informándonos que
Discípulos que han encontrado muchas dificultades para entender… más, diríamos para digerir, tres mensajes que Jesús les fue entregando: anuncios de su pasión, muerte y resurrección. Pasión y muerte son las palabras que provocan rechazo e incomprensión en los discípulos, que parecen ver el camino de Jesús como una marcha triunfal tras la cual Él establecerá su Reino. Ellos esperan alcanzar con él el poder y dos de ellos, como vimos el domingo pasado, aspiran a los primeros puestos.
El personaje al que se le dirá “ánimo, levántate…” aparece en escena, de forma poco prometedora:
Pero a Bartimeo le dicen que el que pasa es Jesús, y Bartimeo comienza a llamarlo.
Pero la voz de Bartimeo, llega hasta Jesús:
Podríamos incluso quedarnos solo con este versículo, donde cada palabra tiene su peso…
Pero vamos a ver el contexto para saber quiénes hablan, a quién le hablan, y por qué.
El evangelio comienza informándonos que
Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud (Marcos 10,46)Como nos lo han contado los evangelios anteriores, Jesús está en camino a Jerusalén. No es una peregrinación más en su vida. Es el último viaje del Hijo de Dios como Jesús, el carpintero de Galilea, el maestro que ha formado un grupo de discípulos.
Discípulos que han encontrado muchas dificultades para entender… más, diríamos para digerir, tres mensajes que Jesús les fue entregando: anuncios de su pasión, muerte y resurrección. Pasión y muerte son las palabras que provocan rechazo e incomprensión en los discípulos, que parecen ver el camino de Jesús como una marcha triunfal tras la cual Él establecerá su Reino. Ellos esperan alcanzar con él el poder y dos de ellos, como vimos el domingo pasado, aspiran a los primeros puestos.
El personaje al que se le dirá “ánimo, levántate…” aparece en escena, de forma poco prometedora:
... el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. (Marcos 10,46)Ante la presencia de Bartimeo, cabe preguntarse “¿Soy yo Bartimeo?” No soy ciego, pero hay áreas ciegas en mi vida. No lo veo todo -solo Dios ve todo- pero hay cosas que yo no quiero ver. No quiero ver algunas realidades que aparecen ante los ojos del corazón y que están ahí: en el mundo, en los demás, en mí mismo… no quiero ver nada que me saque de una zona de confort, incluso de un confort incómodo, como el de aquel que cuando le preguntaban cómo estaba, respondía: “mal, pero acostumbrado”. “¿Soy yo Bartimeo?” ¿Cuáles son mis puntos ciegos?
Pero a Bartimeo le dicen que el que pasa es Jesús, y Bartimeo comienza a llamarlo.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» (Marcos 10,47)La multitud que sigue a Jesús reacciona ante esos gritos:
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!» (Marcos 10,48)Y otra vez puedo preguntarme ¿soy yo parte de esa multitud? ¿Voy entre esa gente que dice “¡cállate!”, que quiere ahogar el grito de Bartimeo? No quiero verlo ni oírlo… que se quede allí donde está, que se calle, que me deje seguir mi camino, que me deje en paz… Este episodio recuerda lo sucedido con la mujer cananea, que va detrás de Jesús gritando también “Hijo de David, ten piedad de mí”. Ante el silencio de Jesús,
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos». (Mateo 15,23)Otras versiones dicen “despídela”. El deseo de los discípulos es no escuchar más los gritos…
Pero la voz de Bartimeo, llega hasta Jesús:
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». (Marcos 10,49)Y gente de esta multitud que había querido hacer callar a Bartimeo, le dice ahora:
«¡Ánimo, levántate! Él te llama» (Marcos 10,49)“¡Ánimo!” El ánimo se define como el alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana. Decir “ánimo” es apelar al fondo del corazón de la persona, a sus reservas más profundas de fuerzas, fuerzas espirituales a veces ignoradas. Hay palabras que nos calman, que nos asosiegan, y muchas veces son las que esperamos o creemos que necesitamos oír. “Ánimo” es una palabra que moviliza. Es la que se necesita cuando, precisamente, estamos “desanimados”, es decir, sin aquella fuerza que nos mueve a actuar. Bartimeo grita con fuerza, pero sigue sentado. Al oír las palabras “ánimo, levántate”, en cambio…
... arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él. (Marcos 10,50)“Él te llama”. El que llama es Jesús, a quien Bartimeo ha invocado. Pero Jesús ha transmitido ese llamado por medio de otros, de una parte de esa multitud. Y si antes nos preguntábamos si estábamos nosotros entre esa gente indiferente, que no quiere escuchar, podemos ahora preguntarnos si estamos dispuestos a volver sobre nuestros pasos, al encuentro de aquel al que Jesús ha escuchado. Jesús nos envía a llevar su llamado. Esto no vale solamente para un equipo de pastoral vocacional… Jesús llama a todos, porque todos necesitamos encontrarnos con Él. Y ese llamado llega por medio de otros, por medio de nosotros.
El encuentro se produce y Bartimeo recobra la vista y, aunque Jesús lo despide “Vete, tu fe te ha salvado”, él lo siguió por el camino.
Volvamos a la petición de Bartimeo. Es una breve oración, pero una oración llena de total confianza: llama a Jesús por su nombre; con el título de “Hijo de David” lo reconoce como Mesías y no suplica por una moneda, por “una ayudita”. Bartimeo dice “ten piedad de mí”; “ten compasión de mí”, dicen otras traducciones. Pidiendo la compasión de Jesús, pide todo. Pide un cambio total en su vida. Su ceguera era lo más notable, pero no es lo único que necesitaba ser sanado. ¿Qué heridas habría en su corazón? Y vuelvo a mirarme en Bartimeo, como en un espejo… ¿Cuál es la oración que sale de lo más hondo de mi corazón? ¿Me animo a presentársela a Jesús? “A Jesús, que todo lo puede, se le pide todo”, dice el papa Francisco, comentando este evangelio. Y Jesús, que lo puede todo, solo espera que se lo pidamos, con la misma fe que movió a Bartimeo.
Elecciones generales
En este día en que la suma de las decisiones de cada ciudadano determinará quienes estarán en los distintos órganos de gobierno, pedimos a la Virgen de los Treinta y Tres que interceda por nuestro pueblo y por quienes resulten electos, para que vivan esas responsabilidades con espíritu de servicio y con amor y respeto a la vida.En esta semana
- Lunes 28: san Simón y san Judas, apóstoles
- Martes 29: beata Chiara Luce Badano
- Viernes 1: solemnidad de Todos los Santos
- Sábado 2: conmemoración de todos los fieles difuntos
- Domingo 3: san Martín de Porres, patrono de una capilla de la Catedral de Canelones
Jornada Diocesana de Adolescentes
El mismo domingo 3 nos encontramos en Juanicó para la Jornada de la PAC, Pastoral de Adolescentes Canaria. Comenzaremos compartiendo la Misa con la comunidad parroquial y pasaremos juntos un hermoso domingo.Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
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