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viernes, 15 de noviembre de 2024

“Mis Palabras no pasarán” (Marcos 13,24-32). Octava jornada mundial de los pobres. 33er Domingo durante el año.


“El tiempo se presenta inestable”. ¡Cuántas veces escuchamos esa frase, al llegar el momento del parte meteorológico en los informativos. Pero la inestabilidad de la tierra tiene otras manifestaciones, a veces muy violentas: terremotos, erupciones volcánicas, huracanes, inundaciones, sequías prolongadas…
Frente a esa inestabilidad, los astros del cielo parecen marcar la permanencia. El sol siempre brilla; la luna cumple regularmente su ciclo, mostrando sus diferentes fases. Las lejanísimas estrellas parecen estar en el mismo plano, en un aparente movimiento de la esfera celeste, pero sin cambiar su posición relativa. Un cometa, un eclipse, unas estrellas fugaces son accidentes pasajeros que no alteran ese orden que parece inmutable.

Sin embargo, el evangelio de hoy comienza con un anuncio perturbador:
En aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. (Marcos 13,24-25)
Para los pueblos antiguos, los astros del cielo, signos de eternidad, eran considerados divinidades, por encima de todos. Muchos monarcas se identificaban con el sol, “el astro rey”.

Para la fe de Israel, como vemos desde las primeras páginas de la Biblia, los astros no son más que una parte de la creación, obra del Dios único. La imagen de su conmoción quiere recordar eso: no está en los astros lo eterno, sino que está en Dios. Precisamente, a Dios se remiten las palabras del evangelio que van a continuación:
Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y Él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte. (Marcos 13,26-27)
“El Hijo del Hombre” es la enigmática forma en que Jesús se refiere a sí mismo, identificándose con el personaje de una profecía que circulaba en su tiempo (cf. Daniel 7,13). El Hijo del Hombre es el Hijo de Dios. Los ángeles, mensajeros y servidores de Dios saldrán a reunir a los creyentes, a los que se han mantenido fieles en medio de las tribulaciones.

Jesús no anuncia cuándo sucederá eso. Solo indica, con una imagen tomada de la agricultura, que los hombres deben saber escrutar los signos que anuncian ese acontecimiento; pero, en definitiva, nadie sabe cuándo sucederá.
Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. (Marcos 13,28-29)
Los signos que Jesús ubica en la higuera son los que anuncian el verano, es decir, el tiempo de la cosecha. La cosecha es otra de las imágenes por medio de las cuales Jesús expresa el final de los tiempos, como en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13,24-30). Es en el mismo Evangelio en que Jesús nos llama a pedir al dueño de la mies que envíe operarios para la cosecha (Mateo 9,37-38) porque no quiere que nadie se pierda. El fin de la historia puede estar lejano, pero para cada viviente siempre está cerca, porque la vida humana es frágil y breve.
Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. (Marcos 13,30)
La primera generación cristiana tenía la convicción de que la segunda venida de Cristo ocurriría muy pronto. Estas palabras de Jesús posiblemente, referidas a su propia generación, venían de otro contexto, como podía ser el anuncio de la destrucción de Jerusalén, que, efectivamente, fue vista por muchos de los contemporáneos de Jesús.

Sin embargo, la segunda venida sigue siendo parte de nuestra fe: “de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos” proclamamos en el Credo. Los versículos que siguen asumen que nadie conoce el día ni la hora, y es mejor guardarse de toda especulación.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre. (Marcos 13,31-32)
“Mis palabras no pasarán”. Eso es lo que tenemos que retener. Las palabras de Jesús, sus enseñanzas, sus promesas, siguen teniendo valor. Esa es la verdadera luz que ilumina el camino de nuestra vida. Más aún, Él mismo es la Palabra, la mismísima Palabra de Dios, por medio de la cual creó todo lo que existe. Esa Palabra creadora, con toda su fuerza, con todo su poder, se concentra en Jesucristo, la Palabra de Dios hecha carne. Entonces, la persona misma de Jesús, muerto y resucitado es la luz del mundo. Su Resurrección le da un brillo que no conoce oscurecimientos, fases ni ocasos. El final de la historia es el encuentro con su rostro de amor, el rostro de la misericordia, rostro de luz, ante el cual aparecerá nuestra verdad total.

Dilexit nos”. Encíclica del Papa Francisco.

Dilexit nos” significa “nos amó” y se refiere al amor de Jesús por nosotros. Esas palabras de la carta de San Pablo a los Romanos (8,37) son el título de la cuarta encíclica del papa Francisco sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. 
Ya desde este año y hasta mediados del próximo se celebran los 350 años de las apariciones de Jesús a Santa Margarita María Alacoque, momento decisivo para la difusión de la devoción al Corazón de Jesús, la cual, más allá de esas revelaciones privadas, que se recomienda atender, tiene profundas raíces bíblicas.
Retomando el tema de las palabras de Jesús, veamos este pasaje de la carta de Francisco:
Cristo clavado en una cruz. Esa es la palabra de amor más elocuente. Esto no es cáscara, no es puro sentimiento, no es diversión espiritual. Es amor. Por eso cuando san Pablo buscaba las palabras justas para explicar su relación con Cristo dijo: «Me amó y se entregó por mí» (Gálatas 2,20). (DN, 46)
Jesús crucificado es la palabra de amor de Dios a toda la humanidad. Es la palabra que no pasará, porque es la palabra del amor que vence el poder de la muerte.

En esta semana

  • Martes 19, en Uruguay, Santa Isabel de Hungría. Viuda de un noble y madre de tres hijos, abrazó la pobreza y se dedicó al cuidado de los enfermos y de los pobres. Es la patrona de la parroquia de Salinas. Ya el sábado 16, por adelantado, celebramos allí la fiesta patronal.
  • Jueves 21, presentación de la Virgen María. Día de la Vida Consagrada en el Uruguay.
  • Viernes 22, Santa Cecilia, virgen y mártir en los primeros tiempos de la Iglesia en Roma. Patrona de la música.
  • Domingo 24, adelantamos la fiesta patronal de la parroquia Medalla Milagrosa, en la ciudad de 18 de mayo.

Ordenación sacerdotal

Dentro de 15 días, el primero de diciembre, a las 18 horas, será ordenado sacerdote el diácono Sergio Genta, en la parroquia de la ciudad de Santa Rosa, que es su lugar natal. Oremos para que el Señor haga en él su obra y sea un sacerdote según el corazón de Jesús, Buen Pastor.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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