sábado, 30 de abril de 2011

Vigilia de Oración en Melo, esperando la Beatificación






"Estuvo lindo... había gente de todas las edades: viejos, jóvenes, niños... hasta los perros del barrio, que estaban quietitos... ¡cómo que sabían de qué se trataba!". Así comentaba, al retirarse, una señora que participó en la vigilia de oración, esta noche en Melo.
Más de un centenar de personas, sin más publicidad previa que el aviso de persona a persona, acudió a rezar el Rosario, en espera de la Beatificación de Juan Pablo II.
El lugar elegido era muy significativo: la explanada del Barrio La Concordia, donde el Papa dirigió su homilía al mundo del trabajo durante la Celebración de la Palabra que se realizó allí el domingo 8 de mayo de 1988, en su segundo viaje al Uruguay.
"Yo estuve cuando vino", dice una señora joven: "yo era la niña que le entregó las flores en el aeropuerto".
Gratitud, cariño, reconocimiento... algunos laicos de las cinco parroquias de Melo, religiosas, sacerdotes y el obispo diocesano estuvieron allí durante una hora en una oración cargada de intensos sentimientos de afecto.
Mons. Heriberto dirigió la palabra a la concurrencia, invitando a invocar con fe la intercesión del nuevo beato, pidiendo al Señor las Gracias que necesitamos para nosotros o para nuestras personas queridas, sin olvidar pedir por nuestra propia conversión.

Cursillo de Cristiandad: retiro de preparación



Cursillistas de nuestra diócesis se encuentran reunidos en la Casa de Retiros este fin de semana para la preparación del próximo Cursillo de Cristiandad para hombres, a realizarse dentro de dos meses.
La preparación espiritual con la oración, la profundización en los temas y la metodología, la organización de los equipos que cubren los diferentes aspectos de la realización del Cursillo, la previsión de detalles prácticos serán los asuntos que ocupen al grupo en estos dos días.
Mons. Heriberto se hizo presente con un breve saludo, animándolos en este empeño, y pidiendo para ellos en forma especial la intercesión del Beato Juan Pablo II.

viernes, 29 de abril de 2011

Crónicas Orientales 5 (de un oriental en el Oriente Cubano)

Sumándose al regreso de Mons. Roberto, nos llegan tambien noticias de nuestro segundo obispo emérito, Mons. Luis.

La Pascua
 
La Semana Santa en Cuba no fue de Turismo, fue de Congreso. El 6° Congreso del Partido Comunista Cubano centró la atención de los Medios antes y después, con sugestivas propuestas para ajustes en la economía del país. Sin embargo la TV también pasó en directo el Via Crucis del Coliseo y el saludo de Pascua del Papa en San Pedro. Las escuelas y liceos tuvieron libre toda la semana. La Parroquia estuvo colmada (unos 500 fieles) sobre todo para el Domingo de Ramos, la Vigilia y el domingo de Pascua.
 
Una costumbre original marca el Viernes Santo. A medida que los fieles se acercan a adorar la cruz van depositando flores en la mesa que la sostiene. Al final de la procesión el crucifijo queda totalmente cubierto de flores. También el monumento del Jueves Santo apenas se vislumbra detrás de ramos y más ramos de todo tipo de flores. No deja de sorprenderme la calidad del coro. (Están ensayando las letanías compuestas por nuestro Jorge Martínez S.D.B., que me llegaron por DHL)
El domingo de tarde concelebramos con el Arzobispo en la Catedral.
 
La pastoral del dominó
 
En todos los rincones de los barrios, los vecinos arman mesitas para jugar al dominó. Es el equivalente de nuestro truco. Se juega por parejas y con todo tipo de señas, pero a los gritos. Como parte del deporte, los compañeros discuten violentamente cada jugada. Los más veteranos, con mayor moderación. Bajo el alumbrado delante de la iglesia hay dominó casi todas las tardes y noches. Las señoras conversan en las puertas y los niños juegan con mangueras en el calor de  la calle. Algún domingo los vecinos ponen en común en una gran olla, algo de verdura, pollo y cerdo, para algo llamado "caldosa" que se cocina a fuego abierto en la vereda. Desde que llegué me he unido al grupo de hombres para que me vayan enseñando las señas. Esto ha generado muy buena relación con los vecinos que respetaron religiosamente el silencio mientras se desarrollaban las ceremonias dentro del templo.

Cubanos jugando al dominó.
 
Los conciertos
 
El antiguo Colegio Dolores de los Jesuitas es hoy un preunivesitario. En cambio el templo se ha convertido en la mejor sala de conciertos de la ciudad. Un párroco cubano, compositor y guitarrista, vinculado a los círculos culturales de Santiago nos ofreció entradas para excelentes conciertos. Para el examen de Maestría en Dirección de Orquesta una joven santiaguera eligió obras de Dvorak, un compositor local y un sorprendente Gloria de un inglés contemporáneo. Se destacó el coro polifónico y el órgano. Inmediatamente pensé en invitar a Cristina García Banegas para que se luzca acá. En otra ocasión disfrutamos la 6a. Sinfonía de Beethoven y hace poco la Alliance Française organizó un festival en el que sus alumnos interpretaron canciones francesas con gran calidad.
 
El jeep
 
Mediante trámite administrativo, sin nuevos exámenes, obtuve la reválida de mi libreta de conducir de Melo. La comunidad dispone de un Jeep del '50 como el que usé para aprender a manejar hace 60 años. Con unos cuantos arreglos nos sirve para recorrer la extensa parroquia en sus cuatro sedes. También para las visitas a las "casas de misión" de la periferia. Hay dos parroquias más rurales que se extienden unos cincuenta quilómetros al este de Santiago y más de cien al oeste. En cuarenta centros misionales de cada lado, grupos de misioneros laicos y religiosas ofrecen semanalmente celebraciones de la palabra y catequesis. Nosotros vamos rotando para los sacramentos según nuestras posibilidades para apoyar a los respectivos párrocos, sacerdotes diocesanos cubanos.

Mons. Roberto regresó de su viaje

Esta mañana, Mons. Roberto llegó a Montevideo, como estaba previsto.
Antes del mediodía se comunicó conmigo, para contar que había llegado bien y que esperaba estar pronto de nuevo en la diócesis.
Vendrá a Melo el martes o miércoles, pasando antes unos días con su familia en Montevideo.
Damos gracias a Dios por su regreso "sano y salvo" y esperamos sus infaltables anécdotas y recuerdos...
+ Heriberto

Visita del Obispo a las Parroquias (5) Buen Pastor y el Carmen, en estado de misión

El lunes 25 Mons. Heriberto visitó la Parroquia Jesús Buen Pastor, donde celebró la Eucaristía y se reunió con el Consejo Pastoral. Lo acompañó en la reunión como representante de la Vicaría Pastoral, Carla, coordinadora de la Catequesis diocesana.
Hoy viernes, el Obispo celebró Misa y se reunió con el Consejo de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, del que participan tres integrantes de la Vicaría Pastoral: los esposos Alec y Alicia y Lilita.
En las dos parroquias, Mons. Heriberto pudo constatar que se había hecho una opción para el año respondiendo a la propuesta de Aparecida: "salir al encuentro de los alejados".
Ambas comunidades, de diferentes formas, de acuerdo a sus diversos contextos y recursos, se han planteado la necesidad de un fuerte trabajo misionero, que los lleve hasta los más alejados, haciendo llegar la presencia de la comunidad cristiana e invitándolos a participar e integrarse.

jueves, 28 de abril de 2011

El milagro de Juan Pablo II, testimonio de Marie Simon-Pierre

Roma (Italia), 28 Abr. 11 (AICA)

Hermana Marie Simon-Pierre
Hermana Marie Simon-Pierre
La curación, científicamente inexplicable según una comisión de científicos, del Parkinson que padecía la hermana Marie Simon-Pierre, religiosa de la Congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas, nacida en 1961 en Rumilly-en-Cambrésis, es el milagro que permitió la beatificación de Juan Pablo II, que tendrá lugar el 1 de mayo. La misma hermana Simon-Pierre relata su experiencia.
Testimonio de la Hermana Marie Simon-Pierre
     “En junio de 2001 me diagnosticaron que padecía el Mal de Parkinson. La enfermedad había afectado toda la parte izquierda del cuerpo creándome graves dificultades pues soy zurda. Después de tres años, a la fase inicial de la enfermedad, lenta pero progresiva, siguió un agravamiento de los síntomas: acentuación de los temblores, rigidez, dolores, insomnio.

     Desde el 2 de abril de 2005 empecé a empeorar de semana en semana, desmejoraba de día en día, no era capaz de escribir (repito que soy zurda) y si lo intentaba, lo que escribía era ininteligible. Podía conducir sólo en recorridos breves, porque la pierna izquierda se bloqueaba a veces y la rigidez habría impedido el conducir. Para llevar a cabo mi trabajo, en un hospital, empleaba más tiempo del normal. Estaba agotada.

     Después de saber el diagnóstico, me resultaba difícil ver a Juan Pablo II en la televisión. Me sentía, sin embargo, muy cercana a él en la oración y sabía que él podía entender lo que yo vivía. Admiraba también su fuerza y su valor, que me estimulaban para no rendirme y para amar este sufrimiento, porque sin amor no tenía sentido todo esto. Puedo decir que era una lucha diaria, pero mi único deseo era vivirla con fe y en la adhesión amorosa a la voluntad del Padre.

     En la Pascua de 2005 deseaba ver a nuestro Santo Padre en la televisión porque sabía, en mi interior, que sería la última vez. Me preparé durante toda la mañana a aquel "encuentro" sabiendo que sería muy difícil para mí, pues me haría ver cómo me encontraría yo de ahí a algún año. Me resultaba aún más duro siendo relativamente joven. Un servicio inesperado, sin embargo, me impidió verlo.

     En la tarde del 2 de abril nos reunimos toda la comunidad para participar en la vigilia de oración en la plaza de San Pedro, retransmitida en directo por la televisión francesa. Todas juntas escuchamos el anuncio del fallecimiento de Juan Pablo II; en ese momento, se me cayó el mundo encima, había perdido al amigo que me entendía y que me daba la fuerza para seguir adelante. En los días siguientes, tenía la sensación de un vacío enorme, pero también la certeza de su presencia viva.

     El 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, el papa Benedicto XVI anunciaba la dispensa especial para iniciar la causa de beatificación de Juan Pablo II. A partir del día siguiente, las hermanas de todas las comunidades francesas y africanas empiezan a pedir mi curación por intercesión de Juan Pablo II. Rezan incesantemente hasta que les llega la noticia de la curación.

     En ese período estaba de vacaciones. El 26 de mayo, terminado el tiempo de descanso, vuelvo totalmente agotada por la enfermedad. "Si crees, verás la gloria de Dios": esta frase del Evangelio de san Juan me acompañaba desde el 14 de mayo.

     El 1 de junio ya no podía más, luchaba por mantenerme de pie y caminar.

     El 2, por la tarde, fui a buscar a mi superiora para pedirle si podía dejar el trabajo. Ella me animó a resistir un poco más hasta mi vuelta de Lourdes, en agosto, y añadió: "Juan Pablo II no ha dicho aún su última palabra" (Juan Pablo II estaba seguramente allí, en aquel encuentro que transcurrió sereno y en paz). Después, la madre superiora me dio una pluma y me dijo que escribiera: "Juan Pablo II". Eran las 5 de la tarde. Con esfuerzo escribí: "Juan Pablo II". Nos quedamos en silencio ante la letra ilegible. Después, la jornada continuó como de costumbre.

     Al terminar la oración de la tarde, a las 9 de la noche, pasé por mi despacho antes de ir a mi habitación. Sentía el deseo de tomar la pluma y escribir, algo así como si alguien en mi interior me dijese: "Toma la pluma y escribe". Eran las 9.30-9.45 de la noche. Con gran sorpresa vi que la letra era claramente legible: sin comprender nada, me acosté. Habían pasado exactamente dos meses desde la partida de Juan Pablo II a la Casa del Padre... Me desperté a las 4.30 sorprendida de haber podido dormir y de un salto me levanté de la cama: mi cuerpo ya no estaba insensible, rígido, e interiormente no era la misma.

     Después, sentí una llamada interior y el fuerte impulso de ir a rezar ante el Santísimo Sacramento. Bajé al oratorio y recé ante el Santísimo. Experimenté una profunda paz y una sensación de bienestar; una experiencia demasiado grande, un misterio difícil de explicar con palabras.

    Después, ante el Santísimo Sacramento, medité sobre los misterios de luz de Juan Pablo II. A las 6 de la mañana, salí para reunirme con las hermanas en la capilla para un rato de oración, al que siguió la celebración eucarística.

     Tenía que recorrer cerca de 50 metros y en aquel mismo momento me di cuenta de que, mientras caminaba, mi brazo izquierdo se movía, no permanecía inmóvil junto al cuerpo. Sentía también una ligereza y agilidad física que no sentía desde hacía tiempo.

     Durante la celebración eucarística estaba llena de alegría y de paz; era el 3 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Al salir de la santa misa, estaba segura de mi curación, mi mano no temblaba más. Fui otra vez a escribir y al mediodía dejé de tomar las medicinas.

     El 7 de junio, como estaba previsto, fui al neurólogo, mi médico desde hacía cuatro años. También él quedó sorprendido al constatar la desaparición de todos los síntomas de la enfermedad, a pesar de haber interrumpido el tratamiento desde hacía cinco días. El día después, la superiora general confió a todas nuestras comunidades la acción de gracias y toda la congregación comenzó una novena en acción de gracias a Juan Pablo II.

     Han pasado ya diez meses desde que interrumpí todo tipo de tratamiento. He vuelto a trabajar normalmente, no tengo dificultad para escribir y conduzco también en recorridos largos. Me parece como si hubiese renacido: una vida nueva, porque nada es igual que antes.

     Hoy puedo decir que un amigo dejó nuestra tierra, pero está ahora mucho más cerca de mi corazón. Hizo crecer en mí el deseo de la adoración al Santísimo Sacramento y el amor a la Eucaristía, que ocupan un puesto prioritario en mi vida cotidiana.

     Lo que el Señor me concedió por intercesión de Juan Pablo II es un gran misterio difícil de explicar con palabras, algo muy grande y profundo. Pero nada hay imposible para Dios. Sí, "si crees, verás la gloria de Dios".

1811 - La Villa de Melo adhiere al movimiento revolucionario


El 28 de abril de 1811, el alcalde de la villa de Melo, Joaquín de Paz, pone en conocimiento del Gral. Manuel Belgrano, designado Jefe de las fuerzas de la Junta de Mayo en la Banda Oriental, la adhesión de Cerro Largo al movimiento revolucionario.
Así consta en la Gaceta de Buenos Aires, Nº 49, del jueves 16 de mayo de 1811.

(Cfr. Agustín Beraza, La Revolución en la Banda Oriental 1811, Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, Montevideo, 1961, p. 170)

miércoles, 27 de abril de 2011

Visita de la Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora


Dr. Héctor Lescano, ministro de Turismo y Deporte
Heriberto Bodeant, Obispo de Melo,
Secretario General de la Conferencia Episcopal Uruguaya
Madre Yvonne Reungoat FMA, Provincial Hna. Inés Wijnants FMA,
Sra. María Auxiliadora Delgado de Vázquez
Provincial Hna. Inés Wijnants FMA
Provincial Salesiano P. Daniel Sturla SDB
Massimo Andrea Leggeri, Embajador de Italia en Uruguay
Madre Yvonne Reungoat FMA, Superiora General de las
Hijas de María Auxiliadora

"Ánimo, la luz brilla todavía". El lema rodea una composición en la que aparece la imagen de María Auxiliadora sobre un cielo estrellado, que es iluminado por la luz de un faro. No es un faro cualquiera: es el faro de Isla de Flores, a la entrada de Montevideo.
Corría el último mes de 1877. Las primeras Hijas de María Auxiliadora pisaban por primera vez tierra uruguaya... en la Isla de Flores. El barco que las traía desde Italia había tocado tierra en Río de Janeiro. Varios viajeros habían descendido. La ciudad estaba azotada por la fiebre amarilla. A la llegada a Montevideo, se impide desembarcar a los pasajeros y se les confina durante algunos días de cuarentena en la Isla de Flores.
Así llegan las hermanas al Uruguay. Dos de ellas tienen apenas 17 años. La mayor, superiora de la pequeña comunidad, 22. Miembros jóvenes de una congregación joven, fundada apenas cinco años antes, que se lanza con audacia misionera a cruzar el Atlántico.
La comunidad recibirá muy pronto a la primera salesiana de América, la Hna. Laura Rodríguez, uruguaya, vocación alentada por los Padres Salesianos que habían llegado el año antes.
Estos tiempos heroicos fueron evocados por el Provincial Salesiano, P. Daniel Sturla SDB el miércoles pasado, ante una colmada Sala Zitarrosa, en Montevideo.
El motivo del encuentro y de la evocación: recibir a la Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Yvonne Reungoat. La Madre Yvonne, quien ya integraba el Consejo General de la Congregación, es la primera superiora general no italiana y fue elegida en 2008.
Decidió venir al Uruguay para celebrar aquí la Fiesta de la Gratitud, una celebración propia de las Hijas de María Auxiliadora que se ha realizado en varios países del mundo. La venida de la Madre Yvonne, como ella misma lo expresó en su momento, significa el reconocimiento del papel especial que ha tenido Uruguay para las Hijas de María Auxiliadora, como primer lugar de misión y como lugar de origen y vocación de la primera salesiana de América.
A lo largo de la velada se sucedieron las intervenciones de varios invitados.
El Ministro de Turismo, Héctor Lescano, prometió hacer todo lo posible para que pudiera facilitarse la instalación de una imagen de María Auxiliadora en la Isla de Flores, anhelo de las religiosas para marcar el lugar de su llegada.
Representando a la Conferencia Episcopal Uruguaya, el Secretario General, Mons. Bodeant, dirigió un saludo y agradecimiento, valorando la presencia de las Hijas de María Auxiliadora en el Uruguay.
El Embajador italiano tuvo muy cálidas palabras de acogida.
La Hermana provincial de Uruguay repasó algunos de los aspectos importantes del momento de las Salesianas en el Uruguay.
Finalmente, y entre diversos números artísticos, la Madre Yvonne dirigió a la audiencia una palabra entusiasta y alegre, invitando a un fortalecimiento del carisma y del compromiso educativo de la congregación, en especial a los y las jóvenes menos favorecidos de la sociedad.

martes, 26 de abril de 2011

Mensaje de los Obispos uruguayos con motivo de la Beatificación de Juan Pablo II

Juan Pablo II ingresando al altar de Tres Cruces,
1º de abril de 1987 (Fotografía: gentileza de BeTel)
MENSAJE DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA CEU CON MOTIVO DE LA BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II

Ante la próxima celebración de la Beatificación en Roma del inolvidable Papa Juan Pablo II, todos recordamos con gratitud y afecto la cercanía y bondad del que nos honrara con su visita.
Si hacemos memoria de sus dos viajes pastorales -31 de marzo y 1 de abril de 1987 y 7 al 9 de mayo de 1988- nos sorprendemos de la actualidad de su recuerdo y de su mensaje, adaptado a los interlocutores más diversos. No sólo el pueblo uruguayo, sino la familia humana toda, siente, con matices diversos, el regalo que ha significado su vida.
La autenticidad, la coherencia de valores y la entrega incansable a la realización de un mundo más fraterno han sido experimentadas por todos. Como Pastor de la Iglesia universal, en su aporte específico, los católicos hemos sido privilegiados en gozar de su cercanía, su magisterio y sus visitas en situaciones especiales y a los lugares más diversos. Somos testigos de su entrega hasta el fin de sus fuerzas en la fidelidad al Evangelio.
Valgan como una muestra de su calidez las cordiales palabras que nos dirigiera en su llegada en el segundo viaje y que también en este contexto del Bicentenario de nuestra emancipación cobran mayor vigencia:
“A ti, querido Uruguay, el Papa que ha besado tu suelo viene cargado de esperanza para anunciarte a Cristo.
Amadísimos orientales: Escuchad a Jesucristo, abridle las puertas de vuestro corazón, de vuestras familias, de vuestras instituciones. Que nuestro encuentro mueva a todos y a cada uno a fijar su mirada en Jesús”.
Así como su última frase dicha en la despedida del suelo uruguayo en la que nos recuerda un testamento del que somos responsables:
“A los hermanos en el Episcopado, con los que me siento tan unido, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a todos los hermanos, hombres y mujeres, especialmente a los que sufren el dolor físico o moral; a todos digo desde lo más profundo de mi corazón: ¡Adiós y gracias! ¡Que el Señor os bendiga!
¡Uruguay, que seas muy feliz en el camino de tu nueva historia!”
Invitamos a todos a participar en las diversas celebraciones que se realizarán a nivel diocesano o en las comunidades celebrando este acontecimiento eclesial y nos confiamos a la intercesión del nuevo Beato.

Montevideo, 14 de abril de 2011

+ Carlos Collazzi, Obispo de Mercedes,
Presidente
+ Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta del Este
Vicepresidente
+ Heriberto Bodeant, Obispo de Melo
Secretario General

lunes, 25 de abril de 2011

Preparándonos a la beatificación de Juan Pablo II


Preparándonos a la Beatificación de Juan Pablo II, recordemos sus viajes a Uruguay, en 1987 y 1988.
Y si queremos recordar sus mensajes, aquí están:

31 de marzo - 1 de abril de 1987


7 al 9 de mayo de 1988

 
Celebración de la Beatificación
en la Catedral de Melo
 
Domingo 1º de mayo
Segundo Domingo de Pascua
Domingo de la Misericordia
15:00 - Catequesis sobre la Divina Misericordia, seguida de la Exposición y Adoración del Santísimo Sacramento
17:00 - Eucaristía presidida por Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo
 

sábado, 23 de abril de 2011

Vigilia Pascual en la Catedral de Melo


Homilía de Mons. Heriberto

Queridas hermanas, queridos hermanos:
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Esta noche santa nos sumerge profundamente en el misterio de nuestra salvación.

Rescatados de la Nada a la Existencia

Esta noche nos invita a contemplar la primera gran noche: noche de la nada, del vacío, de la oscuridad. Noche en la que la Palabra creadora de Dios rompió las tinieblas, haciendo que la luz resplandeciera. Noche que se hace día para que la Palabra continúe formando el universo, desplegando las más diversas formas de vida, preparando una casa, una morada que al fin será habitada por la creatura más soñada y más amada del Padre creador: el hombre, el ser humano, varón y mujer, imagen y semejanza de Dios.

La noche de Pascua resplandece sobre las noches y días de la Creación. En la Resurrección de Jesucristo, el hombre es re-creado. Cristo Resucitado, nuevo Adán, inicia una humanidad nueva que emprende el camino de regreso hacia la Casa del Padre.

Iluminados por la Palabra de Dios en la noche de la Fe

Esta noche santa nos invita a contemplar una segunda gran noche: noche de la fe. Noche de la humanidad que, sin conocer aún al Padre Dios, busca, entre sombras y a tientas, la verdad sobre su origen, sobre su destino, sobre la razón profunda de su existencia.
En medio de esa oscuridad, Dios sale al encuentro de esos anhelos, manifestándose, revelándose, iluminando a un pueblo que él elige entre todos los pueblos de la tierra para que sea su testigo…

La noche de la Pascua resplandece sobre la noche de la Fe. En Cristo resucitado, Dios sale al encuentro de cada hombre que viene a este mundo entregándole, en su Hijo, la Palabra definitiva, la revelación plena. En Cristo resucitado conocemos que hemos sido creados por el amor del Padre. Que el Padre, en su amor, quiere que compartamos su vida para siempre. Que la Pascua de su Hijo nos abre el pasaje.

Liberados de todas las esclavitudes

Esta noche santa nos invita a contemplar una tercera noche: noche de la esclavitud. Noche de un pueblo oprimido, el Pueblo de Dios, esclavo en Egipto. Noche de la primera pascua, noche de liberación. Acción salvadora de Dios en la historia, liberando a Israel de la esclavitud, haciéndolo cruzar a pie seco el Mar Rojo y sellando con él una Alianza: “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo”.

La noche de la Pascua de Cristo resplandece sobre la noche de la liberación de Israel. La Resurrección de Cristo es la nueva pascua que abre un camino de liberación de las esclavitudes más hondas del hombre. Liberados por el agua y el Espíritu Santo del poder del demonio y del pecado; nacidos de nuevo en Cristo para entrar en la Alianza nueva y eterna, sellada por la sangre, ya no de muchos corderos, sino del verdadero Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Resucitados en Él a una vida plena

En esta noche santa, en fin, contemplamos la noche del sepulcro, del triunfo aparente de la muerte. Noche de los fracasos, las desilusiones, las frustraciones. “Nosotros esperábamos que sería él quien liberara a Israel; pero hace ya tres días desde que pasó todo esto” (Lc 24,21).

Esta noche santa nos invita a contemplar el misterio del Señor Resucitado no sólo como su Victoria sobre la Muerte, sino como nuestra propia victoria, en esperanza, que él nos abre con su Resurrección.
La noche de la Pascua ilumina todo el misterio de nuestra vida. Frente a todas nuestras búsquedas, oscuridades, tanteos, dudas. Frente a todas las formas de dolor, de sin sentido, de desesperanza. Frente a todas las opresiones y esclavitudes. Frente a todas las angustias y frustraciones, la Resurrección del Señor nos abre a la esperanza y empieza su obra en nosotros desde el momento en que creemos en Él y dejamos que su Amor, su Gracia y su Presencia transformen nuestra vida.

Por su entrega, su Amor ha vencido. El es aquel que

“siendo de condición divina, (…)
se despojó a sí mismo
tomando la condición de servidor.
Haciéndose semejante a los hombres (…)
se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.
Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en los cielos, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor
para gloria de Dios Padre. (Fil 2,6-11)

Y por eso, tiene sentido decir:  
¡Feliz Pascua de Resurrección!

viernes, 22 de abril de 2011

Viernes Santo - Celebración de la muerte del Señor: "Entregado por nosotros"





Entregado por nosotros...

Entregado por Judas a los Sumos Sacerdotes

"¿Cuánto me dan, si se lo entrego?" preguntó Judas a los sumos sacerdotes, y ellos le ofrecieron treinta monedas de plata (Mt 26,15). Ya en la presentación de los Doce, al mencionar a "Judas el Iscariote", Mateo nos dice que ése era "el mismo que lo entregó" (10,4). Jesús mismo anuncia "uno de ustedes me entregará" (Mt 26,21) y, ante la pregunta de Judas "¿Soy yo acaso, Rabbí?", lo confirma: "tú lo has dicho" (Mt 26,25).
Jesús aparece así, entregado por Judas. Un beso es la señal (Mt 26,48), lo que hace aún más repugnante la traición. Lucas lo pone de manifiesto, con estas palabras de Jesús: "¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!" (Lc 22,48).
Tenemos aquí, pues, una primera entrega de Jesús: entregado por uno de sus amigos.
Él mismo lo había anunciado tres veces: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres..." (Mt 17,22; 20,18; 26,2).

Entregado por los Sumos Sacerdotes a Poncio Pilato

En el segundo de los anuncios de su pasión, Jesús avanza en detalles: "...el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarlo y crucificarlo" (Mt 20,18-19).
Efectivamente, más adelante nos narra Mateo: "Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarlo, lo llevaron y lo entregaron al procurador Pilato" (27,1-2).
Segunda entrega. Jesús va pasando de mano en mano...

Entregado por Pilato para que sea crucificado

Después de un intento de liberar a Jesús, de acuerdo a la costumbre de dejar libre a un prisionero con motivo de la Pascua, y con una reclamación de inocencia con respecto a la sangre que va a ser derramada, Pilato "lo entregó para que sea crucificado" (Mt 27,26). Tercera entrega. Son los soldados romanos quienes se hacen ahora cargo de Jesús, para cumplir la pena decretada.

Entregado por nosotros

Jesús es entregado. Al menos, eso es lo que aparece en la superficie. Pero eso no es todo, ni es lo más importante. Es Jesús mismo quien se entrega. El evangelista Juan marca la voluntad de Jesús de dar la vida. En su evangelio eso aparece tempranamente anticipado por las palabras de Jesús: "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida (...) Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente (...)" (Jn 10,17-18).
Pero la más clara anticipación de esta entrega y de su sentido está en las palabras de la última cena, de acuerdo a la tradición recogida por Pablo y Lucas:
"Este es mi cuerpo, que es entregado por ustedes" (Lc 22,19; 1Co 11,24).
Jesús hace participar sacramentalmente a sus discípulos de su sacrificio, de la entrega que está a punto de realizar.

Entregado para revelar el amor del Padre

Volvemos nuevamente a San Juan: "tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (3,16). Jesús entrega su vida, haciendo la voluntad del Padre. Es el Padre quien, en su amor por los hombres, ha entregado su Hijo. "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5,8).

La entrega de Jesús por nosotros es, en definitiva, voluntad del Padre que Jesús hace suya. Jesús, que todo ha recibido de su Padre, todo lo devuelve a Él. La dinámica de la Trinidad, en la que el Padre, desde la eternidad con amor engendra al Hijo y el Hijo, con amor agradecido, entrega al Padre todo lo que ha recibido de Él, para volverlo a recibir y volverlo a entregar, eternamente, ha entrado en la historia de los hombres. Jesús, el Hijo de Dios, el Enviado del Padre, se entrega, se pone en las manos del Padre. Entrega su vida y la recibirá de nuevo, resucitado. Así, ambos serán glorificados, es decir, se manifestará la más profunda verdad: la del amor de Dios que se nos ofrece desde la Cruz, para que, a través de la entrega de Jesús, a nosotros nos sea ofrecida la plenitud de Vida.

Viernes Santo en la mañana

Catedral

Jesús Buen Pastor

Santo Domingo Savio

San José Obrero

Nuestra Señora del Carmen
Viernes Santo, por la mañana.
Una recorrida por las cinco parroquias de Melo.
Silencio, oración y espera...

La Palabra de Dios crucificada
es testigo fiel de su elocuencia,
es palabra de amor y, en su existencia,
en la vida y la muerte fue probada.

Por dar fe de su amor, nos dio su vida;
por dar fe de la vida, fue exaltada
sobre toda palabra pronunciada;
por el Padre a los hombres ofrecida.

La Palabra de Dios ya fue cumplida.
El silencio de Dios está a la espera
del amor de los hombres, Y él quisiera

que esa Palabra fuera recibida,
y en comunión de amor por siempre fuera
plenitud de su don que a todos diera. Amén.

Via Crucis Criollo


Estaciones del Via Crucis.
Armado en base a:
El Evangelio Criollo de Amado Anzi SJ
Salmos Criollos de Mamerto Menapace OSB

I Estación
Jesús es condenado a muerte

Pa' la fiesta de la Pascua
sabían soltar un preso,
y esos días en proceso
tenían a Barrabás,
un criminal; y, además,
famoso por sus ecesos.

“¿A quién quieren que les suelte:
a este ladrón o al Mesías?”
porque Pilato sabía
que los jefes lo entregaban
por la envidia que les daba
al ver las obras que hacía.

“¡Que lo suelte a Barrabás!”
Le gritaban azariados:
mientras por el otro lado,
lo mesmo que satanases,
le pedían que matase
al inocente acusado.

“¿Qué hago entonces con el Cristo?”
Preguntó el gobernador;
y al punto se oyó el clamor:
“¡Que lo mate!, ¡qué lo mate!”
como si juera un remate
entre el odio y el amor.

Y aquella tarde tan negra
como una noche sin luz
Pilato entregó a Jesús
en manos del pecador,
pa' que estaquiara el amor
en los palos de una cruz.

II Estación
Jesús carga con la cruz

Mientras se burlaban de Él
hasta el poncho le quitaron
y después le acomodaron
la ropa que antes tenía,
que algo más le cubriría
su vergüenza y desamparo.

Salió con la cruz a cuestas
como cualquier presidiario.
Y aquél pueblo perdulario,
tan lleno de sus favores,
no le mezquinó dolores
hasta llegar al calvario.

III Estación
Jesús cae por primera vez

En busca de tu socorro
ando aguaitando a las sierras,
de Ti me vendrá la ayuda
Creador de Cielos y Tierra.

No dejará que tropieces,
Él será tu centinela;
dormite nomás tranquila
pues es el Señor quien vela.

(Salmo 120)

IV Estación
Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar la cruz

Llegando en eso un paisano
de su campito vecino,
esos crueles asesinos
lo cargaron con la cruz;
pues no juera que Jesús
se muriera en el camino.

V Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús

Por ti madrugo, Señor,
sedienta de tu presencia;
sufre mi alma tu ausencia
cual reseco salitral;
tu boca vengo a escuchar
buscando no sé que ciencia.

Ya que tu amor nos da vida
los labios te han de cantar,
siempre hemos de recordar
bendiciendo tu memoria;
porque te hiciste escoria
pa’ podernos libertar.

Te recuerdo hasta de noche
mientras mis sueños enriedo,
en ti mi refugio encuentro,
a tu sombra hice mi nido,
sólo tu rostro he querido
como amor prendido dentro.

(Salmo 62)

VI Estación
Jesús cae por segunda vez

Hundido en tembladeral
a vos te llamo, Señor,
pará, mi Dios, las orejas,
no rechacés mi oración.

En Dios está la Piedá
tiene grande el corazón
y Él librará a este pueblo
caído en la opresión.

(Salmo 129)

VII Estación
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

Gran muchedumbre de pueblo
lo seguía y lo rodiaba,
y las mujeres lloraban
a la orilla de la senda,
al ver la infamia tremenda
que ante sus vistas pasaba.

Al verlas tan compasivas
entre tanto odio y desdén
“¡Hijas de Jerusalén,
No lloren por mí – les dijo -
lloren por sus propios hijos
y por ustedes más bien!”.

"Si esto se hace al palo verde
con el seco se hará pior".
Esto lo dijo el Señor
refiriéndose al pecado;
que si esto hacía al honrao
¿qué no haría al pecador?

VIII Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras

Cuando llegaron al sitio
que tenían destinado,
aquellos hombres malvados
clavaron al mesmo Dios
en la forma más atroz
que pudo hacerlo el pecado.

Le arrancaron, pues, la ropa
con un tirón inhumano,
después de pieses y manos
lo clavaron al Señor,
sellando en sangre el amor
entre Dios y el ser humano.

IX Estación
Jesús es clavado en la cruz

Al filo del mediodía
el crimen quedó acabado.
Dos ladrones de ambos lados
y en el medio el Redentor.
Era el drama del pecado
vencido por el amor.

Y algunos de mala entraña
cobardes burlas le hacían:
“¡Cómo, ¿no era – le decían -
que ibas al templo a voltiar,
pa poderlo levantar
en solamente tres días?”.

"Bajá entonces de la cruz,
si es tan grande tu poder;
pero, ¿cómo puede ser
que a tantos haiga salvado
sin poder, por otro lado,
a sí mesmo defender?"

“Si sos el Hijo de Dios,
que Dios te libre, aparcero;
bajá de la cruz primero,
pa que puedan verte todos,
y puedan crer de ese modo
que sos el Dios verdadero".

Por lo mesmo que era Dios
No se bajó del suplicio,
y esos mortales sin juicio
después supieron un día
que a todos nos convenía
tanto amor y sacrificio.

X Estación
Jesús nos da a su madre

Estaban junto a la cruz
de su terrible agonía
su santa Madre María,
dos mujeres que lloraban,
y tan solo Juan estaba
de los doce que tenía.

Y Jesús mirando a Juan,
en ese sangriento día
le dio por madre a María,
que, pa’ gloria de su nombre,
en adelante sería
Madre de Dios y del hombre.

Nos dejó a su santa madre
también como madre nuestra
y pa darnos mayor muestra
de su cariño sincero
se quedó como aparcero
en esta tierra siniestra.

XI Estación
Jesús muere en la cruz

Y mientras Jesús llegaba
al natural desenlace,
como si nada pasase
clamó mirando al gentío.
“Perdónales, Padre mío,
porque no saben lo que hacen!"

Como a las tres de la tarde
se escureció en todos lados;
entonces Jesús, rodiado
de aquél siniestro sombrío,
gritó: “¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has desamparado?"

“¡Todo está cumplido!”, dijo,
cuando el vinagre probó.
Entonces se conmovió
y, alzando la voz con calma,
le entregó a su Padre el alma
y, ladiandosé, murió.

Un soldado al ver, entonces,
las cosas que sucedían,
y que el mundo se movía
con un terrible temblor,
confesó que aquél Señor
un ser divino sería.

“¡Rialmente que era hombre justo
y el Hijo de Dios!”, gritó;
y el pueblo que presenció
aquellos terribles hechos,
dándose golpes de pechos,
pa’ la ciudad se volvió.

El misterio de la cruz
es difícil de entender;
pero el hombre ha de saber,
cuanto más ame al Señor,
más le ayudará el amor
pa’ poderlo comprender.

XII Estación
El Corazón de Jesús es traspasado por la lanza del soldado

Quebraron pues los soldados
las piernas a los ladrones.
Lo hacían en ocasiones
pa’ que enseguida murieran
y lo más pronto pudieran
tirarlos en los zanjones.

Viendo ya muerto a Jesús
no le dieron tal medida.
Pero un soldado enseguida
pa’ confirmarse del hecho
le dio un lanzazo en el pecho
que le abrió una gran herida.

Y al punto salió agua y sangre
del corazón traspasado.
Juan lo ha visto y lo ha contado
como testigo que fue
pa’ que todos tengan fe
en las cosas que han pasado.

Dende la cruz redentora
el Señor nos dio el perdón.
Y pa' darnos de un tirón
todo su amor sin medida,
abrió en su pecho una herida
y nos dio su corazón.

XIII Estación
Jesús es bajado de la cruz

A la caída de la tarde
Don José de Arimatea
tomándose la tarea
fue y pidio al gobernador
que lo nombrase albacea
del cadáver del Señor.

Don José de Arimatea
era entonces senador
hombre recto y sabedor
que se opuso a la sentencia
que los jueces sin conciencia
dictaron contra el Señor.

Pilatos se almiró un poco
que tan pronto hubiese muerto
y sabiendo que era cierto
por informes del soldado
le dio entonces campo abierto
pa’ retirar al finado.

Vino además Nicodemo
pa' hacer también de testigo
Ya los dos eran amigos de Jesús,
pero encubiertos.
Se jueron, pues, como digo,
y lo bajaron al muerto.

XIV Estación
Jesús es colocado en el sepulcro

Lo envolvieron en un lienzo
y le dieron sepultura
cavada en la piedra dura
en forma como de cueva
aquella tumba era nueva
y al mismo tiempo, segura.

Mientras tanto las mujeres
miraban con ansiedad,
cerraron la cavidad
con una loza en la puerta
y por las sendas desiertas
volvieron pa' la ciudad.

XV Estación
Jesús resucita del sepulcro

La María Madalena
lloraba aquel robo impío,
cuando en blancos atavíos
vio dos ángeles sentados
que estaban por ambos lados
de aquel sepulcro vacío.

"¿Y por qué lloras mujer?"
Entonces le preguntaron.
Y en su triste desamparo
les dijo ella con dolor:
“Porque han robao al Señor
y no sé ande lo llevaron”.

Entre tanto se explicaba,
sintiendo como unos pasos,
miró pa’ atrás, por si acaso,
y vio a Jesús en el huerto,
sin conocerlo por cierto,
en ese primer vistazo

"¿Y por qué lloras mujer?"
Le preguntó el Redentor
Ella entonces, con dolor,
pensando que era el puestero
le preguntó el paradero
del cuerpo de su Señor.

“María”, dijo Jesús
y se le dio a conocer.
Entonces, al comprender,
“Maestro”, le dijo María,
mientras hincada gemía
sin poderse contener.

Jesús habló con María
y luego se despidió.
Allí mismo le ordenó
diciéndole muy humano
“Vaya y cuente a mis hermanos
todas las cosas que vio”.

María contó al llegar
que lo conoció en la voz.
Al despedirse los dos,
dijo que se iba el Maestro
“A su Padre y Padre nuestro
Y a su Dios y nuestro Dios”.

jueves, 21 de abril de 2011

Jueves Santo en la Catedral de Melo






Escenas de la Misa de hoy, Jueves Santo, en la Catedral de Melo.

La Colecta para Tierra Santa


Ofrecemos a continuación la carta Pro Terra Sancta, que el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, ha hecho llegar a todos los obispos del mundo, con ocasión de la colecta especial del Viernes Santo por los Santos Lugares. En nuestra diócesis esta colecta se realiza en la Misas de hoy o en la celebración de la muerte del Señor, mañana, de acuerdo a lo que haya establecido cada parroquia.

Excelencia Reverendísima:

Recordar la Colecta del Viernes Santo significa referirse a un compromiso que se remonta hasta la época apostólica. Lo atestigua San Pablo, escribiendo a los cristianos de la Galacia: nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que procuré yo cumplir con mucha solicitud (2, 10). Y lo confirma escribiendo a los hermanos de Corinto (1 Cor 16; 2 Cor 8-9) y de Roma: han tenido a bien hacer una colecta a beneficio de los pobres de entre los santos de Jerusalén (15, 25-26).

La Tierra Santa confía en la fraternidad de la Iglesia universal y desea corresponder a ella comunicando la experiencia de gracia y de dolor que marca su camino. Quiere reconocer, ante todo, la gracia del Sínodo de los Obispos para el Medio Oriente y de la Visita Papal a Chipre. Estos acontecimientos han aumentado el interés del mundo y el nuevo aflujo de tantos peregrinos sobre las huellas históricas del Señor Jesús. Pero siente también el dolor provocado por el incremento de las violencias contra los cristianos en las regiones orientales, cuyas consecuencias se manifiestan intensamente en Tierra Santa. Los cristianos de Oriente experimentan la actualidad del martirio y sufren por la inestabilidad o por la ausencia de paz. La señal más preocupante sigue siendo su imparable éxodo. Y, en efecto, algún signo positivo en ciertas situaciones, no resulta suficiente para invertir la dolorosa tendencia de la emigración cristiana, que empobrece toda el área al quedar privada de sus fuerzas más vitales, constituidas por las generaciones jóvenes.

Por ello nos corresponde unirnos al Santo Padre para animar a los cristianos de Jerusalén, Israel y Palestina, de Jordania y de los Países orientales circunstantes, con sus mismas palabras: Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio (Benedicto XVI en la homilía conclusiva del Sínodo de Medio Oriente – 24-10-2010).

La presente llamada a la Colecta se inscribe en la causa de la paz, a la que los hermanos y las hermanas de Tierra Santa quieren servir como instrumentos eficaces en las manos del Señor, para bien de todo el Oriente.

Esta llamada, que llega al inicio del itinerario cuaresmal hacia la Pascua, podrá encontrar su punto culminante en el Viernes Santo, o bien en alguna ocasión considerada más favorable según las circunstancias locales. Pero, en todo caso, la Colecta sigue siendo en todas partes la vía ordinaria e indispensable para promover la vida de los cristianos en aquella amada Tierra.
La Congregación para las Iglesias Orientales se hace portavoz de las necesidades pastorales, educativas, asistenciales y caritativas de sus Iglesias. Gracias a la solidaridad universal, estas Iglesias permanecerán arraigadas en los sufrimientos y en las esperanzas de sus respectivos pueblos, creciendo en la colaboración ecuménica e interreligiosa. Darán gloria a Dios y defenderán los derechos y deberes de cada persona y de las comunidades, comenzando por el derecho al ejercicio personal y público de la libertad religiosa. Se pondrán al lado de los pobres, sin ningún tipo de distinción, contribuyendo a la promoción social del Medio Oriente. Y, sobre todo, vivirán las bienaventuranzas evangélicas en el perdón y en la reconciliación.

El Papa Benedicto nos invita, sin embargo, a ir más allá incluso del gesto –ciertamente digno de alabanza– de la ayuda concreta. La relación debe hacerse aún más intensa, hasta lograr la posesión de una “espiritualidad anclada en la Tierra de Jesús”: Por tanto, cuanto más vemos la universalidad y la unicidad de la persona de Cristo, tanto más miramos con gratitud aquella Tierra, en la que Jesús ha nacido, ha vivido y se ha entregado a sí mismo por todos nosotros. Las piedras sobre las que ha caminado nuestro Redentor están cargadas de memoria para nosotros y siguen “gritando” la Buena Nueva. (…) todos los cristianos que viven en la Tierra de Jesús, testimoniando la fe en el Resucitado (…) están llamados no sólo a servir como «un faro de fe para la Iglesia universal, sino también como levadura de armonía, sabiduría y equilibrio en la vida de una sociedad que tradicionalmente ha sido, y sigue siendo, pluralista, multiétnica y multirreligiosa» (Exhortación postsinodal Verbum Domini, 89).

Doy las gracias en nombre del Santo Padre a los pastores y a los fieles de la Iglesia entera, con la firme confianza de que confirmarán una vez más su generosidad. Este agradecimiento es un “gracias” sincero que expresan juntamente la Iglesia latina, reunida en la Diócesis Patriarcal de Jerusalén y en la Custodia Franciscana, y las Iglesias Melquita, Maronita, Siria, Armenia y Caldea, que componen unidas la Iglesia católica en Tierra Santa.
Con la fraterna expresión de los mejores deseos en Cristo Jesús.

Leonardo Card. Sandri
Prefecto

La Misa Crismal en la Catedral de Melo

El Vicario General de la Diócesis de Melo, P. Freddy, explica el significado de la Misa Crismal y el Triduo Pascual.

La entrada de los sacerdotes
El Obispo en el momento de la homilía
Delegaciones de casi todas las parroquias se hicieron presentes.
Presbíteros y Diáconos renovaron sus promesas
El óleo de los enfermos es presentado.
El óleo de los Catecúmenos.
El Santo Crisma, para el Bautismo, la Confirmación y la Ordenación Sacerdotal.
El Obispo y los Presbíteros extienden sus manos para consagrar el Santo Crisma.
Al final de la Misa el Obispo fue entregando los óleos a cada una de las Parroquias.

El Obispo de Melo, Mons. Heriberto Bodeant, celebró anoche la Misa Crismal en la Catedral. A pesar del temporal que se desató en la tarde, casi todos los sacerdotes pudieron estar presentes, así como la mayor parte de las comunidades parroquiales estuvieron representadas para recibir los Santos Óleos que son bendecidos en esta Misa que tiene características únicas, como lo recordó el Obispo en su homilía.

Homilía

Un día antes de que, en cada una de las parroquias de nuestra diócesis, junto a las demás comunidades católicas del mundo, nos introduzcamos de lleno en el gran Triduo Pascual, recordando la Última Cena, la Pasión, la Muerte y la Resurrección del Señor, nos reunimos en la Catedral de Melo para celebrar la Misa Crismal.
Esta Misa que nos convoca es única en cada diócesis, y vale la pena que nos detengamos a considerar esos aspectos que la hacen tan especial.
Esta celebración, que reúne al Obispo y a su Presbiterio junto a fieles de todas las parroquias que han podido hacerse presentes hoy, a pesar de este gran temporal, es un signo de lo que es la Diócesis.
El Concilio Vaticano II nos enseña que
“La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía al obispo para que la apaciente con la cooperación de su presbiterio”.
Aquí estamos, pues, los que hemos sido llamados por Dios para servir a nuestro pueblo como pastores, guardándolo en la comunión, es decir en la común - unión con el Señor y con toda su Iglesia en el mundo, y aquí están quienes representan esta porción del Pueblo de Dios que nos ha sido confiada.
¿Cómo surgieron las diócesis? Después de la muerte de los apóstoles, las comunidades cristianas que ellos habían formado se fueron organizando en cada lugar en torno a los pastores que los apóstoles habían nombrado como sus sucesores, que fueron los primeros obispos.
Eran comunidades pequeñas y para la Eucaristía se reunían todos los miembros. Los que estaban enfermos, imposibilitados o aún presos no dejaban de ser tenidos en cuenta y, en el mismo momento de la comunión, los ministros eran enviados a llevarles la Eucaristía. La Iglesia recuerda a San Tarcisio, mártir, posiblemente un diácono, que fue detenido y muerto cuando estaba llevando el Cuerpo de Cristo a cristianos que estaban encarcelados en una de las tantas persecuciones del Imperio Romano.
Con el tiempo, las diócesis fueron creciendo, se fueron creando las parroquias y las Misas se fueron multiplicando. Sin embargo, todavía la distancia no impedía que se realizara un signo de comunión entre todas las comunidades con su obispo. De la Misa que celebraba el obispo enviaba a las comunidades un trocito de su pan Eucarístico. Lo mismo hacía el Papa en Roma con los Obispos cercanos. Ese trocito de pan consagrado era llamado el fermentum y era recibido durante la misa y puesto en el cáliz, con la sangre de Cristo, como un signo de comunión de los obispos con el obispo del Roma y de los presbíteros con su propio obispo.
Pero, como decíamos, esta Misa es única en nuestra Diócesis, y en ella se realiza un signo que expresa la unidad de esta porción del Pueblo de Dios que peregrina en Cerro Largo y Treinta y Tres.
Ya no se trata de un trocito de la Eucaristía que el Obispo envía a las parroquias.
Este signo de unidad está en la consagración del Santo Crisma y la bendición del óleo de los catecúmenos y de los enfermos. Esos tres aceites van a ser empleados, cada uno según corresponde, en las celebraciones de los Bautismos, de las Confirmaciones, de las Ordenaciones Sacerdotales y de la Unción de los Enfermos a lo largo de este año y hasta la próxima Misa crismal.
De esta manera se expresa la unidad de la Iglesia diocesana. Para todos los miembros que se incorporen a la Iglesia por el Bautismo; para todos los cristianos que completen su iniciación cristiana con el don del Espíritu Santo; para aquéllos que, Dios mediante, esperamos ordenar sacerdotes para el servicio del Pueblo de Dios, en fin; para todos aquellos enfermos que reciban el sacramento de la fortaleza y la esperanza, a través de la unción con estos óleos, llegará la presencia de Cristo que los une más a Él, comunicándoles su Vida, su Gracia, a través de cada uno de los sacramentos.
Importa detenernos en el significado de la unción con el santo Crisma, que es el que da nombre a esta misa que se llama Crismal.
El Santo Crisma, al igual que el óleo de los catecúmenos y el óleo de la unción de los enfermos, está preparado con aceite de oliva, al que para el Crisma se le agregan colorante y perfume.
El aceite de oliva tiene varios significados. Es un alimento. Se le usaba en medicina. Los luchadores se frotaban con él para darse vigor. Los reyes y los sacerdotes del Antiguo Testamento eran ungidos con óleo, como un signo de dignidad, de la responsabilidad que asumían, y también de la fuerza que recibían de Dios para realizar su misión.
También de los profetas se decía que eran “ungidos”, porque el Espíritu de Dios estaba en ellos, hablaban inspirados por el Espíritu Santo.
Sacerdotes, reyes, profetas, eran, pues “ungidos”. Sin embargo, hay alguien que es el único, el verdadero “Ungido”, porque es a la vez Sacerdote, Profeta y Rey. Y no lo es como uno más de cada uno de ellos. Es realmente El Sacerdote, El Profeta, El Rey: es el Señor Jesús.
Jesús tiene un título: es el Cristo. Cristo es la palabra griega que traduce la palabra hebrea Mesías. Cristo, Mesías, significan lo mismo: Ungido.
Jesús es el Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios. No ungido con aceite, sino con el mismo Espíritu Santo.
Y de Cristo nosotros tomamos nuestro nombre de cristianos. Ser cristiano significa pertenecer a Cristo, pertenecer al Ungido de Dios, al que está totalmente lleno del Espíritu Santo.
Por eso, en nuestro Bautismo y nuestra Confirmación, dos de los tres sacramentos con los que somos iniciados como cristianos, somos ungidos con el Santo Crisma: para marcar nuestra pertenencia a Cristo, nuestra identidad de cristianos.
Así es, que en Él, formamos un solo cuerpo, esta única Iglesia de Cristo, que se encuentra, que vive y opera en cada una de las 3.089 diócesis que hay en el mundo, y aquí también, en esta Diócesis de Melo.
Nuestra Semana Santa continúa. Este aceite de olivo nos acerca también al Monte de los Olivos, el lugar donde Jesús vive su momento de intimidad con el Padre, donde acepta beber del cáliz de la pasión y de la cruz. Seguimos acompañando al Señor, seguimos contemplando el amor que lo lleva a entregarse por nosotros, seguimos abriendo nuestros corazones a la fe, para renovar profundamente nuestra vida cristiana en esta Pascua. Así sea.