domingo, 27 de noviembre de 2022

Franciscanos de María en la Parroquia San Francisco de Asís (Ciudad Seregni, municipio Nicolich)



Homilía de Mons. Heriberto

Queridas hermanas, queridos hermanos,

Con este primer domingo de adviento comenzamos un nuevo año litúrgico y comienza una nueva etapa en la parroquia San Francisco de Asís.

El P. Alberto Hernández Beltrán, Franciscano de María, asume hoy esta comunidad como su nuevo párroco.

Mucho ha cambiado esta zona, que yo conocí en los ochenta, cuando estaba aquí el Padre Luis Dri y aún, más recientemente las Hermanas vicentinas de Gysegem, con la querida hermana Dione. Hubo otros sacerdotes y religiosas que algunos recordarán, pero ellos dos son los que llegué a conocer personalmente.

En el momento presente, deja esta comunidad la familia de los Misioneros y Misioneras Servidores de la Palabra: las Hermanas, que estuvieron aquí animando la misión y la vida de la comunidad; los Padres que celebraron aquí la Eucaristía y los Sacramentos y los laicos y laicas misioneros que hacen parte de la familia y han colaborado muy activamente. A todos ellos expresamos nuestra gratitud por todo este tiempo de generosa siembra.

Corresponde agradecer también, pero, ante todo, dar la bienvenida a los Franciscanos de María: a su fundador, el P. Santiago Martín, que nos acompaña hoy, nuestra gratitud por su disposición a enviar aquí a dos sacerdotes. Esperamos que pronto el P. Alberto pueda contar con su compañero de misión.

Los Franciscanos de María tienen como carisma el agradecimiento, la gratitud. La gratitud, bien entendida, surge de haber experimentado la gratuidad, es decir, cuando hemos recibido un regalo, algo que no nos hemos ganado, sino que se nos da en forma verdaderamente gratuita, que se nos da por Gracia. La mayor gratuidad es la de Dios, que se nos da Él mismo, enviándonos a su Hijo Jesucristo. Precisamente este tiempo de Adviento, donde el Señor nos invita a estar atentos, estamos llamados a reconocerlo y a recibirlo en cada persona y en cada acontecimiento, por medio de los cuales nos llega su amor y su Gracia.

Si estamos atentos, reconoceremos los muchos regalos de Dios en nuestra vida; dones, regalos que no merecemos. Que nos llegan por pura gratuidad. 

Por eso, habiendo experimentado la gratuidad del amor de Dios, el sentimiento de gratitud nos mueve a responder al don que hemos recibido. Ser agradecidos de verdad se traduce en la generosidad. Jesús mismo nos exhorta a vivirlo así: “lo que recibieron gratuitamente, denlo también gratuitamente”. No basta con dar las gracias si no correspondemos, tan generosamente como podamos, a lo que hemos recibido. En la misión de la Iglesia, todos estamos llamados a participar y todos podemos contribuir: sea con nuestra oración como con la donación de nuestro tiempo; sea poniendo al servicio de la comunidad nuestros talentos, como con nuestra colaboración económica.

El P. Alberto lleva ya un año en Uruguay, donde ha ejercido su ministerio en la ciudad de Rocha. Ya nos conoce un poco. Sabe que aquí la tierra puede ser muy dura para la semilla de la Palabra, pero que cuando la semilla encuentra tierra buena, aunque no dé frutos muy abundantes, sí da frutos buenos. El clero de Canelones recibe también a este hermano y al que vendrá para ir caminando juntos al servicio del reino en esta tierra canaria.

La parroquia San Francisco está en una zona que, como decíamos al principio, ha cambiado mucho en los últimos años. El empalme, como tal, sigue siendo un gran nudo de rutas, que ha crecido en importancia por diferentes conexiones. Pero aquello que fue en otro tiempo puro campo, hoy está en gran parte urbanizado, con aspectos contrastantes, donde colindan extremos de la escala social. La parroquia, con sus capillas Nuestra Señora de la Esperanza, Nuestra Señora del Camino y Rosa Mística está llamada a ser lugar de encuentro para todos los que comparten la misma fe, más allá de las diferencias. Porque el mensaje de Misericordia de Jesucristo es para todos. Él, como dice san Pablo, “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Corintios 8, 9). Haciéndose uno de nosotros, tomando nuestra carne, el Hijo de Dios obró nuestra salvación allí donde estuvo nuestra ruina.

Se compadeció de nuestra fragilidad, se hizo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado, asumió la condición de servidor, para, desde allí, conducirnos a su Reino. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Encuentro de la Vida Contemplativa femenina de Uruguay.


25 monjas (y aquí está usado con propiedad ese sustantivo) participaron de un encuentro de los seis monasterios femeninos, comunidades de Vida contemplativa presentes en Uruguay: Carmelitas de Florida y Montevideo; y de Canelones, Clarisas Franciscanas (San José de Carrasco), Clarisas Capuchinas (Echeverría), Salesas (Progreso) y Benedictinas (El Palmar, El Pinar) que fueron las anfitrionas.

La jornada comenzó con el rezo de la hora tercia. A continuación, luego de una breve presentación por comunidades, Mons. Luis Eduardo González, obispo auxiliar de Montevideo, ofreció una presentación de la Carta Apostólica Desiderio Desideravi del Papa Francisco sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios.

A la exposición siguió un trabajo en grupos y una puesta en común. De allí a la Eucaristía, que fue presidida por Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Canelones. La Santa Misa concluyó con el canto del himno Salve Regina, Fue hermoso oír a esas veinticinco voces cantando al unísono un himno que todas ellas conocían bien. Hay que tener en cuenta que cada una de estas familias espirituales suele tener su propia tradición en la forma de cantar los himnos y salmos de la liturgia de las horas; pero aquí se unieron en un canto común de la tradición de la Iglesia. 

Luego de la Misa, el almuerzo y un tiempo recreativo y de encuentro espontáneo, con mucho intercambio de historia y vivencias de las seis comunidades.

viernes, 25 de noviembre de 2022

“Estén prevenidos” (Mateo 24, 37-44). Domingo I de Adviento.


 
La paz, anhelo profundo y constante de la humanidad. Aunque a lo largo de la historia y hasta el momento presente ha habido y hay hombres que marchan entusiasmados a la guerra, con la ilusión de una rápida victoria y un glorioso regreso a casa, pronto se encuentran con la cruda realidad de sangre y barro, muerte y destrucción, donde los vencedores son los que perdieron menos porque, al fin y al cabo, no hay ganadores.
La primera lectura de este domingo, tomada del profeta Isaías, expresa así el sueño de paz de la humanidad:
Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. 
No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra. (Isaías 2,1-5)
Sin embargo, Isaías hace ver que ese desarme no proviene de una espontánea decisión humana, sino de una vuelta a Dios de los diferentes pueblos de la Tierra, por fin dispuestos a conocer y a realizar la voluntad divina:
«¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob!
Él nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas».
(Isaías 2,1-5)
Las palabras de Isaías pueden ser escuchadas como las de un mero soñador. Sin embargo, fueron escritas en tiempos muy difíciles para su pueblo, amenazado por una invasión extranjera. Mientras todos estaban aterrados, el profeta mantenía la calma e invitaba a confiar en Dios. Pero la visión de Isaías iba más allá de aquel momento histórico. Seguiremos escuchando a Isaías en las primeras lecturas de los cuatro domingos de Adviento, hasta llegar al anuncio de la más grande esperanza:
«Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel».
(Isaías 7,10-14 – IV Domingo de Adviento)
La profecía alcanzó su cumplimiento. El Emanuel ya vino: vivió entre nosotros; pasó haciendo el bien, padeció, murió y resucitó. Ahora esperamos su segunda venida. Ese es nuestro tiempo.
San Pablo nos dice: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos”. ¿Lo sabemos? ¿Sabemos en qué tiempo vivimos? Lo que dice Pablo no es una afirmación; es un llamado de atención, porque enseguida agrega: 
“ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros” (Romanos 13,11-14a)
En el evangelio, Jesús nos dice: “estén prevenidos… estén preparados”.
Jesús quiere mantenernos atentos frente al peligro; no el peligro de la invasión que atemorizaba a los israelitas en tiempos de Isaías, sino el peligro de perder la oportunidad de salvación que Jesús ha venido a traer.
Estén prevenidos, estén preparados, es el llamado a estar atentos a los signos a través de los cuáles Dios se manifiesta hoy en nuestra vida. En todo tiempo Dios nos ofrece su amor; en este tiempo podríamos decir, si cabe, que lo ofrece aún más intensamente… pero ¿dónde estamos nosotros? “Ya es hora de despertarse”, vuelve a decirnos san Pablo. Despertarse es sacudir nuestra conciencia absorbida por preocupaciones mundanas, donde lo más inútil y vano se ha vuelto el centro de nuestra vida y la razón por la que corremos cada día… o, peor aún, cuando nos dejamos entrampar en perniciosas formas de evasión y en luchas egoístas. San Pablo nos exhorta con un tono severo:
Basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo. (Romanos 13,11-14a)
En el evangelio, llama la atención este pasaje:
…cuando venga el Hijo del hombre (…) De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. (Mateo 24, 37-44)
Llama la atención porque esos hombres y mujeres no están haciendo cosas diferentes. Están en su actividad cotidiana. Ellos trabajando en el campo, ellas moliendo grano. ¿Por qué unos serán dejados y otros llevados? La diferencia está en una actitud interior. En esas situaciones tan normales, algunos se mantienen atentos al Señor que viene y otros no. Los primeros serán llevados, es decir, serán salvados; los otros serán dejados: no tendrán parte en el Reino de Dios.
Todos sabemos lo que significa perder una oportunidad que se presenta por única vez en la vida. Cuanto más sorprendentes e inesperadas son esas situaciones, cuanto más salen de la normalidad de nuestra vida, más fácil es dejarlas pasar, dejarlas escapar.
La visita de Dios es la más importante de todas esas oportunidades. Es la más removedora, porque va contra una falsa sabiduría mundana. Contrasta con la mentalidad común y corriente y por eso es difícil de recibir y aceptar.
Por eso el llamado a estar prevenidos: solo quienes estén atentos, en actitud vigilante, podrán reconocer al Señor que viene a nosotros en las personas y en los acontecimientos de nuestra vida. Solo quienes estén atentos podrán reconocerlo y salir a recibirlo, para encontrar en Él la Salvación.
Dios todopoderoso y eterno,
te rogamos que la práctica de las buenas obras
nos permita salir al encuentro de tu Hijo
que viene hacia nosotros,
para que merezcamos estar en el Reino de los cielos junto a Él.
Que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
Por los siglos de los siglos. Amén

En esta semana

  • En esta semana llegarán a Uruguay las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, que harán un recorrido por nuestra diócesis comenzando por el monasterio de la visitación y pasando por Canelones, Tala, Sauce, Pando y, después de una gira por Montevideo, por El Pinar y Atlántida en camino hacia Maldonado.
  • 27 de noviembre es el día de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, patrona de la parroquia de Villa San Isidro, en la ciudad 18 de Mayo y de las capillas de Aguas Corrientes, Campo Militar y Las Toscas.
  • El miércoles 30 recordamos a San Andrés, Apóstol, que, con su hermano Pedro, fueron los primeros en seguir a Jesús.
  • El jueves 1 de diciembre celebramos la memoria de San Carlos de Foucauld, canonizado este año.
  • El sábado 3, recordamos a San Francisco Javier, quien junto con Santa Teresita es patrono de las misiones.
  • «Ensancha el espacio de tu tienda» (Isaías 54,2). Esta cita del profeta Isaías inspira la etapa continental del Sínodo que está realizando la Iglesia en todo el mundo. El domingo 4 por la tarde, en Sauce, se reunirán delegados de parroquias y servicios de nuestra diócesis en una nueva Asamblea pre sinodal para preparar el aporte de nuestra diócesis a esta nueva etapa.
Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén.

viernes, 18 de noviembre de 2022

“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino” (Lucas 23, 35-43). Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.

Hoy celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, con la que se cierra el año litúrgico. El próximo domingo iniciaremos un nuevo ciclo, con el tiempo de Adviento.

El evangelio de hoy nos invita a contemplar el reinado de Jesús desde la Cruz.

Recorriendo los evangelios encontramos siete palabras -más bien siete frases- que pronuncia Jesús desde la Cruz. Dos de ellas las encontramos en san Lucas y nos dicen algo sobre la realeza de Jesús. La primera de ellas ha quedado fuera del pasaje elegido, pero merece recordarse. Es la intercesión de Jesús ante el Padre por aquellos que lo han crucificado:

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34)

A continuación tenemos la primera escena que nos presenta el pasaje de Lucas elegido para este domingo:

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: 
«Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!»
También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: 
«Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!» (Lucas 23, 35-43)

Mientras el pueblo contempla en silencio, sin comprender lo que sucede, dos grupos intervienen: los dirigentes y los soldados. Unos y otros se burlan de Jesús; pero, más que la burla en sí, importa lo que se le dice, que es, en definitiva “sálvate a ti mismo”, como prueba de que realmente es el Mesías de Dios, el Elegido, el Rey de los Judíos.

¿Por qué Jesús no baja de la Cruz? ¿Por qué el Padre no envía doce legiones de ángeles para rescatar a su Hijo y someter a quienes le están dando muerte? (cf. Mateo 26,53)

De esa forma se manifestaría el Dios fuerte y potente, que derrota y humilla a sus enemigos; pero así se mostraría demasiado parecido a los poderosos de la tierra, que extienden sus dominios sobre pueblos enteros con sus armas y se jactan de sus fuerzas y sus triunfos. Sin embargo, tal vez ese es el Dios en el que creen los jefes del pueblo y los soldados.

El Dios verdadero es omnipotente, es todopoderoso: pero su omnipotencia no se despliega en el poder que avasalla e impone, sino en el amor y la misericordia.

En definitiva, es eso lo que manifiesta Jesús a través de su pasión, su cruz y su resurrección: el verdadero rostro de Dios, el rostro de la Misericordia.

A continuación, Lucas nos hace levantar la mirada hacia lo alto de la cruz:

Sobre su cabeza había una inscripción: «Éste es el rey de los judíos» (Lucas 23, 35-43)

Contemplemos lo que está escrito allí. Ante esto, se vuelve ridículo todo deseo de gloria y de dominio, toda disputa por los primeros puestos. Jesús es el rey que da toda la gloria a Dios asumiendo el último puesto, el lugar del último.

Habiendo levantado la mirada, entramos en otra escena que sucede entre Jesús y sus compañeros de ejecución.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros» (Lucas 23, 35-43). 

Este hombre, sin comprender lo que realmente sucede, se une al coro de los jefes y los soldados. Sus insultos expresan su frustración: este hombre no puede salvarse ni salvarnos a nosotros.

Pero el otro malhechor, al que la tradición dio el nombre de Dimas, da vuelta esa gritería que repite una y otra vez “sálvate a ti mismo” y, paradójicamente, encontrará en Jesús la salvación. Así se dirige al otro condenado:

«¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo» (Lucas 23, 35-43).

Tal vez en este pasaje del Evangelio podemos entender, mejor que en cualquier otro, el significado de la expresión “temor de Dios”. Cuando encontramos la palabra “temor” pensamos en aquello que suscita miedo, nos impone respeto y nos aleja. Pero, como lo explica el papa Francisco en una de sus catequesis,

“el temor de Dios es el don del Espíritu que nos recuerda lo pequeños que somos delante de Dios y de su amor, y que nuestro bien consiste en abandonarnos con humildad, respeto y confianza en sus manos”. (11 de junio de 2014)

Es desde esa humildad y respeto, que el segundo malhechor reconoce sus faltas, e implora con total confianza:

«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino» (Lucas 23, 35-43).

Este condenado no pide ni espera una liberación milagrosa. Asume que va a morir, pero se abre a la esperanza. En ese hombre inocente que, de forma injusta pero también misteriosa, está sufriendo la pena de la cruz, él reconoce al Salvador. Ve en Jesús la presencia y la cercanía de Dios. Jesús lo escucha y responde:

«Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lucas 23, 35-43).

Como Zaqueo, el malhechor arrepentido escucha la palabra “hoy”. “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”, “hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

De alguna forma, todos somos Zaqueo, todos somos Dimas. Hemos pecado, hemos hecho el mal, hemos lastimado al prójimo… Todos tenemos algo de que pedir perdón y ser perdonados… y también algo que perdonar, siguiendo el camino de Jesús. Ambas cosas nos cuestan; pero recuperemos el temor de Dios, a la manera de Dimas y pongámonos, con humildad, respeto y confianza, junto a Jesús, en las manos del Padre.

En esta semana

  • Repasamos rápidamente las celebraciones de esta semana:
  • Domingo 20: hoy acompañamos a la comunidad de La Paz, Canelones, que celebra su fiesta patronal.
  • Lunes 21, presentación de María
  • Martes 22, Santa Cecilia, virgen y mártir
  • Jueves 24, San Andrés Dung-Lac, presbítero y compañeros mártires de Viet Nam.
  • Viernes 25. Las Hermanas Misioneras Servidoras de la Palabra, se trasladan: dejan la parroquia San Francisco en Nicolich, y pasan a desarrollar su servicio pastoral y misionero en la parroquia Santísima Trinidad, en Shangrilá.
  • Sábado 26: encuentro de la Vida contemplativa en el monasterio de las Benedictinas.
  • Domingo 27: primer domingo de adviento. Parroquia San Francisco de Asís, Municipio Nicolich, damos la bienvenida a nuestra diócesis de dos sacerdotes Franciscanos de María que asumen la atención pastoral de la comunidad.

Peregrinación a la Virgen de los Treinta y Tres

Les dejamos imágenes de los jóvenes de la Pastoral Juvenil Canaria, que peregrinaron a Florida el sábado 12 y domingo 13:

Y esto es todo por hoy. Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

martes, 15 de noviembre de 2022

Finalizó la asamblea de la Conferencia Episcopal del Uruguay.


Del 9 al 15 de noviembre se realizó en Florida la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal del Uruguay. Como es habitual, la asamblea comenzó con un tiempo de retiro y oración, orientado en esta oportunidad por Mons. Fabián Antúnez, obispo de San José de Mayo. 

Los Obispos participaron en la tradicional Peregrinación Nacional a la Virgen de los Treinta y Tres, el domingo 13, que tuvo una buena concurrencia, a pesar del día lluvioso. Antes, el jueves 10, los pastores asistieron al festival “Uruguay le canta a la Virgen de los Treinta y Tres” realizado en la Catedral de Florida.

En el curso de la reunión se hizo un homenaje y despedida a las Sras. Luisa Laporta y Adriana Porteiro, dos funcionarias de larga trayectoria en la CEU, a las que se agradeció sus años de valioso servicio a la Iglesia.

En sus sesiones, la asamblea recibió a los responsables de diferentes organismos y servicios.

- De la Nunciatura Apostólica, el encargado de negocios a. i. P. Stephen Kelly

- El economista Pablo Roselli ofreció una reflexión sobre la actualidad nacional y el contexto internacional.

- De la Universidad Católica del Uruguay, el Rector P. Julio Fernández SJ y el Vicerrector P. Gustavo Monzón SJ, que presentaron la reforma curricular, las nuevas carreras en distintos campus.

- El Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo presentó la nueva carrera de Ciencias Religiosas que ofrece la Facultad de Teología, que comenzará el próximo año.

- El director de la Asociación Uruguaya de Educación Católica (AUDEC), Lic. Adrián Arias. El director de la Fundación Sophía, Magister Federico Reyes. Con ambos, en sendos momentos, se habló de la situación de la educación católica en el Uruguay y de la reforma educativa.

- De Cáritas - Pastoral Social, la Lic. Agustina Langwagen y el Diácono Carlos Saráchaga. Ambos presentaron los distintos programas que está desarrollando Cáritas en el Uruguay en pastoral carcelaria, prevención de adicciones, migrantes y cuidado del medio ambiente, entre otros.

- De Pastoral de la Familia y de la Vida, el matrimonio Fernando Bianco y Lucía Scremini, con quienes se evaluó el Encuentro Nacional de Familias realizado recientemente.

- El Diácono Víctor Hugo Méndez y el Sr. Carlos Rodríguez presentaron es proyecto de estatuto para el servicio de animación de la Renovación Carismática en el Uruguay.

El rector del Seminario Interdiocesano, Mons. Luis Eduardo González, obispo auxiliar de Montevideo, quien concluye su servicio de diez años en esa casa, primero como formador y luego como rector, dio un informe de lo actuado durante su período. También presentó informes de lo realizado en el Departamento de Vocaciones y Ministerios y en el Departamento de Liturgia.

El presidente de la Comisión del Clero, Mons. Milton Tróccoli, obispo de Maldonado - Punta del Este – Minas presentó la propuesta de retomar el año próximo los Encuentros Obispos-Presbíteros, una importante instancia de diálogo. El tema sugerido es el estudio de la figura del venerable Jacinto Vera y su ministerio pastoral.

El presidente de la Comisión para el Diaconado Permanente, Mons. Carlos Collazzi, obispo de Mercedes, presentó un informe de los trabajos de su área y planteó la necesidad de revisar las normas del diaconado permanente en el Uruguay, en su momento aprobadas ad experimentum y presentarlas a la Santa Sede para su aprobación definitiva.

Los pastores se alegraron al tomar conocimiento de sensibles avances en la causa de beatificación del venerable Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay. El Cardenal Sturla presentó la publicación Notas biográficas, que ofrece una síntesis de la vida de Vera. Está en preparación una biografía extensa con rigor académico.

El Sínodo 2023-2024 sobre la sinodalidad ocupó un espacio importante en la reunión. Se trabajó a partir del Documento para la Etapa Continental (DEC), en preparación a un encuentro regional de Cono Sur, a realizarse en Brasilia la primera semana de marzo. Los Obispos coincidieron en su deseo de que el Sínodo sea un instrumento de comunión y unidad de la Iglesia en torno a su misión de anunciar el Evangelio. Se instrumentó la forma en que se elegirán los delegados que participarán en el encuentro de Brasilia, los cuales representarán al laicado, la vida consagrada, los diáconos, presbíteros y obispos.

lunes, 14 de noviembre de 2022

Vuelve al amor del comienzo. Lunes de la XXXIII semana durante el año.


Iniciamos ayer la penúltima semana del año litúrgico. En estas dos semanas, la primera lectura de los días feriales está tomada del libro del Apocalipsis. El pasaje que corresponde al sábado 26 se cierra con la promesa “volveré pronto”, como formando una bisagra con la primera parte del Adviento.

Pero hoy escuchamos el comienzo del libro y la primera de las cartas a las siete iglesias, la dirigida a la Iglesia de Éfeso. A esa comunidad se dirigen algunas palabras de reconocimiento y un reproche. Entre otras cosas, dos veces se reconoce su constancia, incluso sufriendo por el Nombre de Jesucristo; pero se le reprocha que haya dejado enfriar el amor que tenía al comienzo.

La constancia me hace pensar en las palabras de Jesús en la última cena, en el relato de Lucas, cuando dice a los discípulos: “Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas” (Lucas 22,28). Es casi una bienaventuranza, una de las palabras más hermosas que puede escuchar un discípulo. La que uno quisiera escuchar a la hora final.

Sin embargo, pensando en el momento en que fueron pronunciadas, uno no puede menos que estremecerse pensando en que todavía falta la última gran prueba de Jesús y de ellos.

Y ahí aparecerán las dificultades: el sueño que los vence durante la oración en Getsemaní y la dispersión cuando el maestro es llevado.

Pero aunque en su momento Tomás dijo «Vayamos también nosotros a morir con él» (Juan 11,16) y Pedro declaró “Yo daré mi vida por ti” (Juan 13,37), el permanecer con Jesús no puede incluir todavía el seguirlo a la cruz. De haber sido así, tal vez no sabríamos cómo hubiera continuado la historia. Permanecer con Jesús en medio de las pruebas, ser constantes, aun sufriendo por su Nombre, nos pone, como a los discípulos, ante nuestra fragilidad. Pero no tenemos otra fortaleza que la que viene de Él. 

La otra gran palabra que encontramos sobre el permanecer, en el capítulo 15 de Juan, la vid y los sarmientos, nos da la nota fundamental sobre la constancia: “en mi amor”. “Permanezcan en mi amor”. No se trata de resistir, de atrincherarse, de cerrarse al mundo construyendo una ciudadela o un bunker, como los davidianos de Waco, hace casi 30 años. Se trata de permanecer en el amor de Jesús.

Y precisamente ése es el reproche a la Iglesia de Éfeso: haber dejado enfriar el amor del comienzo. Encender de nuevo el amor: el amor al Señor, el amor fraterno entre los miembros de su Cuerpo, el amor al mundo por el que Dios “entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Juan 3,16).

Podemos buscar y encontrar nuevas formas de expresar y nuevos métodos de comunicar el evangelio, pero lo más importante de aquel programa de evangelización nueva que nos dejó san Juan Pablo II sigue siendo “evangelización nueva en su ardor”. No el ardor de los fanáticos, sino el ardor renovado por el encuentro con el Señor, día a día, en su Palabra, en la Eucaristía, en los hermanos, para seguir anunciando el evangelio y ofreciendo los sacramentos de salvación.

Que el Venerable Jacinto Vera, padre de nuestra Iglesia peregrina en el Uruguay, que esperamos pueda ser pronto reconocido como beato, interceda por nosotros para que renovemos y sostengamos día a día en nuestros corazones el ardor que despertó en nosotros el encuentro con el Señor. Y así, como hizo en su tiempo el primer obispo, sigamos trabajando con amor en el campo de servicio y misión que nos ha sido confiado. Así sea.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

“Gracias a la constancia salvarán sus vidas” (Lucas 21,5-19). Domingo XXXIII durante el año.

Asamblea de la CEU

Este domingo los obispos uruguayos nos encontramos en Florida, a los pies de la Virgen de los Treinta y Tres, participando en la peregrinación nacional, junto a fieles venidos de todos los puntos del país.

Nos unimos a los sentimientos del Venerable Jacinto Vera, primer Obispo del Uruguay, que en una ocasión similar dijo:

“Vengo a rendir homenaje a aquella dichosa Señora, que ya estaba con predilección en la mente del Omnipotente antes de todos los seres”

Jornada Mundial de los Pobres

Hoy también se celebra la VI Jornada Mundial de los Pobres. El Papa Francisco ha dado un mensaje que tiene por lema “Jesucristo se hizo pobre por ustedes” en referencia a un pasaje de la segunda carta de san Pablo a los Corintios (2 Corintios 8,9). El mensaje concluye con este deseo del Papa:

Que esta VI Jornada Mundial de los Pobres se convierta en una oportunidad de gracia, para hacer un examen de conciencia personal y comunitario, y preguntarnos si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida.

"Gracias a la constancia salvarán sus vidas"

A un examen de conciencia nos llama también el evangelio de hoy, en el que Jesús nos habla de las pruebas por las que pasará todo discípulo que quisiera seguir fielmente a Jesús, especialmente cuando se perciban señales que parecerían anunciar “el fin de los tiempos”.

Cada vez que la humanidad es sacudida, ya sea por catástrofes naturales o por guerras o epidemias, aparecen supuestos profetas que anuncian que ha llegado el fin. Ciertamente, Jesús ha hablado de un final de la historia, de un juicio final y del establecimiento de su Reino eterno. Al rezar el Credo, manifestamos nuestra fe en que Jesucristo “de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin”.

Empero, es el mismo Jesús quien comienza haciendo esta advertencia:

«Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». (Lucas 21,5-19) 

Las guerras y revoluciones se han sucedido a lo largo de la historia de la humanidad y siguen ocurriendo. También otras calamidades. Sigue diciendo Jesús:

«Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo». (Lucas 21,5-19)

Sin embargo, con todo lo preocupantes que puedan ser esos signos, Jesús señala a continuación otro acontecimiento que afectará directamente a sus discípulos: la persecución.

Con respecto a esto, Jesús traza un panorama muy sombrío, pero va también intercalando palabras de consuelo.

Veamos la parte más dura:

«Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre (…) Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.» (Lucas 21,5-19)

El anuncio no puede ser más desolador. A todas las desgracias que vienen sobre la humanidad, los discípulos sumarán sus propias tribulaciones. Pero Jesús les dice que eso no sucede porque sí; al contrario, eso les da la posibilidad de anunciar el evangelio, de anunciar a Jesucristo.

«Esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.» (Lucas 21,5-19)

Hay también una promesa que resulta un poco misteriosa, unida a un llamado final a la perseverancia:

«Ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas» (Lucas 21,5-19)

¿Qué querría decir Jesús con esas palabras “ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza”? A continuación, Jesús habla de constancia y anima a mantenerse firmes: “Gracias a la constancia salvarán sus vidas”. 

Sabemos bien del sufrimiento de los mártires en tiempos de persecución. Fueron, también en nuestro tiempo, llevados a la muerte sometiéndolos antes a toda clase de crueles torturas. Para entender la promesa de Jesús de que no se les caerá ningún cabello y, sobre todo, de que “salvarán sus vidas” hay que recordar otra expresión de Jesús que puede darnos el sentido de estas promesas:

«él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.» (Mateo 16,25)

“El que pierda su vida”. La Iglesia celebra la memoria de los mártires, es decir, aquellos que dieron testimonio de Jesús con su vida. Murieron a esta vida, sí; pero salvaron su vida para la eternidad, perseverando en su fe hasta el final. Para reconocer como mártir a un creyente, la Iglesia trata de establecer si se le dio muerte “por odio a la fe”, recordando las palabras de Jesús: “serán odiados por todos a causa de mi Nombre”. 

La constancia de la que nos habla Jesús no es una pura actitud de resistencia. No se trata de lo que hizo alguna secta que reunió provisiones y armas, construyó un bunker y se aisló del mundo, pretendiendo así separarse totalmente del mal.

Al contrario. Jesús nos llama a participar en la historia, a trabajar por la paz, a ofrecer nuestro testimonio de sentido y de esperanza en medio de las aflicciones de nuestro tiempo. Porque creemos en Jesucristo, creemos en un futuro de salvación y resurrección. Creemos que su Espíritu doblegará las fuerzas del mal, sometiéndolas al poder del amor de Dios. El amor es poderoso, porque el amor es Dios: Dios es amor.

En esta semana recordamos a tres mártires misioneros entre los guaraníes. A ellos y a todos los mártires pedimos su intercesión para perseverar en nuestra fe en medio de todas las pruebas de este mundo y dar testimonio del Evangelio del amor y la misericordia.  

Jornada Diocesana de Adolescentes

El sábado pasado se realizó en Juanicó la Jornada Diocesana de Adolescentes, organizada por la PAC (Pastoral de Adolescentes Canaria). Les dejamos aquí algunas imágenes de este encuentro.

 

En esta semana

  • Los jóvenes de la Diócesis de Canelones participan en la Peregrinación Nacional a la Virgen de los Treinta y Tres, recorriendo a pie treinta y tres kilómetros, desde la parroquia de San Ramón.
  • El jueves 17 recordamos a los Santos Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan Castillo, presbíteros y mártires de las Misiones jesuíticas en el Río de la Plata. 
  • Ese mismo día, en Sauce, tendremos una reunión de delegados parroquiales de catequesis, para seguir trabajando en la nueva propuesta diocesana de catequesis.
  • El sábado 19 celebramos la memoria de Santa Isabel de Hungría, patrona de la parroquia de Salinas. (Misa a la hora 18)
  • Domingo 20, solemnidad de Cristo Rey. En este día la parroquia de La Paz celebra su fiesta patronal. (Misa a la hora 10)

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que tengan una buena semana y que los bendiga Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

viernes, 4 de noviembre de 2022

“Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes” (Lucas 20, 27-38). XXXII domingo durante el año.

El miércoles pasado, 2 de noviembre, celebramos la conmemoración de todos los fieles difuntos, un día de recuerdo, gratitud y esperanza. El evangelio de hoy, que comienza con un cuestionamiento a Jesús hecho de forma… un poco pintoresca, nos pone otra vez ante la gran pregunta: ¿qué sucede después de la muerte? ¿Todo termina en el sepulcro, o hay otra vida más allá? Desde las religiones y el pensamiento filosófico se ha respondido de diferentes maneras a ese interrogante. Los antiguos egipcios creían en otra vida y por eso recurrían a la momificación, para conservar el cuerpo. La gente de la Mesopotamia describía la muerte como el descenso al país sin retorno. Otras culturas creían (y aún creen) en un retorno a la vida de este mundo a través de sucesivas reencarnaciones.

Antes de su propia resurrección, Jesús habla de la resurrección de los muertos. En eso coincide con los fariseos y se diferencia de los saduceos, otro movimiento religioso, que no admitía esa posibilidad. 

Los fariseos pensaban en la vida eterna como una continuación de esta vida, perfeccionada: sin dolor, sin sufrimiento, pero continuando la actividad humana como la conocemos en este mundo, incluyendo la vida conyugal. Los saduceos ridiculizaban esa idea con argumentos como el que le presentan a Jesús:

«Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»

Como decíamos, los saduceos no creían en una vida más allá. Creían que, en esta vida, Dios distribuye premios y castigos. Para ellos, el hombre justo moría después de una vida larga y feliz. El malvado, en cambio, en vida era castigado por sus pecados. Esa manera de pensar encontraba apoyo en algunos pasajes del Antiguo Testamento. Sin embargo, otros textos muestran la esperanza de muchos creyentes de alcanzar la vida junto a Dios para siempre.

Jesús responde. En primer lugar, presenta una perspectiva distinta de la que tenían los fariseos, esa que los saduceos querían poner en ridículo:

«En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.» 

Jesús no predica una salida del sepulcro para recomenzar la vida anterior en forma mejorada o, como se diría hoy “recargada”. La vida en Dios es una condición completamente nueva. Manteniendo su identidad, la persona humana se transforma en un ser distinto, inmortal, “semejante a los ángeles”, dice Jesús. 

Para hacernos una idea, podríamos decir que los seres humanos vivimos nuestra vida en la tierra como en un proceso de gestación, preparándonos para el nacimiento a esa vida nueva y definitiva. Como el bebé que está en el vientre de la madre no puede figurarse lo que le espera, tampoco nosotros podemos vislumbrar lo que será esa vida junto a Dios. Dice el libro de la Sabiduría:

Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra, y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con el esfuerzo; ¿quién podrá rastrear las cosas del cielo? (Sabiduría 9,16)

Es por medio de la fe que nos asomamos a esa realidad. Es desde la fe que decimos: “creo en la resurrección de la carne y la vida eterna” porque esperamos, como dice la Escritura:

lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman. (1 Corintios 2,9)

Creemos que la muerte, entendida como aniquilación de la persona, no existe. La muerte ha sido vencida por la muerte y resurrección de Cristo. Lo que llamamos muerte es el abandono de la forma de vida que llevamos en este mundo: una vida débil, frágil, caduca, que abandonamos para ser recibidos en la Casa del Padre Dios.

Pero Jesús continúa su respuesta, con estas palabras:

«Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él».

Los saduceos le habían presentado un argumento basado en la Escritura. Jesús les responde citando también la palabra de Dios. Jesús recuerda que Moisés, que vivió siglos después de Abraham, llama a Dios “el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. Al nombrar así a Dios, dice Jesús, Moisés nos dice que los patriarcas están vivos y están en la presencia de Dios; de otro modo, Dios sería un Dios de muertos. Y no es así. “No es un Dios de muertos, sino de vivientes”, sentencia Jesús.

¿Cómo pensar que Dios, que se acercó a esos hombres y los tuvo como amigos, los abandonaría y los dejaría volver para siempre al polvo del que fueron formados? No es eso lo que cree el salmista, que dice:

no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. (Salmo 16,10-11)

Esta esperanza es consoladora, pero es oportuno recordar, como advertencia, algo que también dice Jesús en este pasaje del evangelio y es la referencia al juicio de Dios. Los que ya no pueden morir son “los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección”. “Los que sean juzgados dignos”. No nos olvidemos de esto. No da lo mismo cualquier camino que tomemos en la vida. 

“Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, (…) si amas al Señor, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás (…) Elige la vida y vivirás” (Deuteronomio 30,16.19).

En esta semana

  • Este domingo, en la capilla San Alfonso, en Barros Blancos, celebramos la acción de gracias por la beatificación de Madre Berenice, fundadora de las Hermanitas de la Anunciación.
  • El martes 8: Virgen de los Treinta y Tres, patrona del Uruguay y de algunas capillas de nuestra diócesis.
  • Miércoles 9, dedicación de la basílica de san Juan de Letrán. La parroquia de Tala celebra su fiesta patronal. 
  • Ese día, en Florida, comienza su asamblea plenaria la Conferencia Episcopal del Uruguay. Recen por nosotros, sus pastores, que vamos a estar allí reunidos, al pie de la Virgen. 
  • Y el domingo 13 nos encontraremos con muchos de ustedes en la peregrinación nacional a la virgen de los treinta y tres.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que tengan una buena semana y los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.