martes, 31 de diciembre de 2024

Palabra de Vida. Somos hijos de Dios. Juan 1,1-18.


Martes 31 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.

Lectura de la primera carta de san Juan     2, 18-21

Hijos míos, ha llegado la última hora.
Ustedes oyeron decir que vendría el Anticristo;
en realidad, ya han aparecido muchos anticristos,
y por eso sabemos que ha llegado la última hora.
Ellos salieron de entre nosotros,
sin embargo, no eran de los nuestros.
Si lo hubieran sido,
habrían permanecido con nosotros.
Pero debía ponerse de manifiesto
que no todos son de los nuestros.
Ustedes recibieron la unción del que es Santo,
y todos tienen el verdadero conocimiento.
Les he escrito,
no porque ustedes ignoren la verdad,
sino porque la conocen,
y porque ninguna mentira procede de la verdad.

Palabra de Dios.

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domingo, 29 de diciembre de 2024

Diócesis de Canelones: inauguración del Año Jubilar. Homilía de Mons. Heriberto.

Parroquia Sagrada Familia, Sauce, Canelones

Queridos hermanos y hermanas:

En la pasada nochebuena, en la basílica de San Pedro, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa, dando comienzo al Jubileo del año 2025, que se extenderá hasta la solemnidad de la Epifanía, el 6 de enero de 2026.

Hoy, fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, se abre el año jubilar en cada una de las diócesis del mundo. Por ser hoy también la fiesta patronal de esta comunidad parroquial de Sauce, decidimos abrirlo aquí, en el centro geográfico de la diócesis.

No se abre en ningún otro lugar, salvo en Roma, otra puerta santa; pero tenemos que recordar que hay una puerta siempre abierta para llegar a Dios y es el mismo Jesús, que nos ha dicho:

“Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará” (Juan 10,9).

Ordinariamente, es decir, en forma habitual, la Iglesia celebra cada 25 años un Año Jubilar. El último jubileo ordinario fue el del año 2000, aunque el cambio de milenio lo convirtió en un Gran Jubileo, como lo soñó san Juan Pablo II, desde el momento en que asumió, en 1979, la cátedra de San Pedro.

Ha habido también Jubileos extraordinarios, como el de la Misericordia, en 2015-2016. Al convocarlo, el papa Francisco nos llamaba a contemplar en el rostro de Jesucristo “el rostro de la misericordia”, ya que “quien lo ve a Él ve al Padre” (cfr Jn 14,9), pues Jesús con su palabra, sus gestos y toda su persona nos revela la misericordia de Dios.

El Jubileo tiene profundas raíces bíblicas. El Pueblo de Dios, el antiguo Israel, celebraba cada siete años un “año sabático”: el séptimo. Al cabo de siete “semanas de años”, es decir, es decir, 49 años, en el año 50, se celebraba un gran Jubileo. Tanto en los años sabáticos como en ese año jubilar se debía dejar en libertad a los esclavos, remitir las deudas y dar descanso a la tierra (cf. Levítico, 25).

El pasaje del libro de Isaías que Jesús lee en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4) es el anuncio de un Año Santo:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor…” (Isaías 61,1-2a). 

Terminada la lectura, Jesús comenzó a hablar diciendo: 

"Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír" (Lucas 4,21). 

Así como Él es la puerta de salvación, siempre abierta para quien quiera entrar, Él ofrece siempre la misericordia de Dios, en el espíritu del Año Jubilar. Lo anunciado por el profeta se cumple plenamente en Él. Es Él quien inaugura el tiempo de gracia, el tiempo de la misericordia. 

El lema del jubileo de 2015-2016 fue “Misericordiosos como el Padre”. Un llamado no solo a recibir la misericordia, sino también a ofrecerla, a darla, a extenderla. Pero eso solo es posible si se ha experimentado, si se ha recibido la misericordia del Padre, como el publicano que oraba golpeándose el pecho en el fondo del templo, o el hijo pródigo que recibió el abrazo del Padre cuando, arrepentido, regresó a la casa.

El lema de este año jubilar es “peregrinos de esperanza”. Reconocernos como peregrinos es reconocernos como personas que estamos en camino hacia la eternidad. Aunque no nos desplacemos de un lugar a otro, somos peregrinos en el tiempo, que esperamos llegar a la Casa del Padre, a nuestro hogar definitivo. 

Las peregrinaciones que podamos hacer, como la de la Sagrada Familia, que iba todos los años a Jerusalén, como nos cuenta el evangelio de hoy… las grandes peregrinaciones que suelen organizarse en los jubileos a Tierra Santa, a Roma, a los grandes santuarios marianos; o en Uruguay al Verdún o a la Virgen de los Treinta y Tres; o las que podemos hacer sin salir de nuestra diócesis, en los lugares que han sido indicados… esas peregrinaciones son imagen de la peregrinación de nuestra vida y la llegada al lugar santo anticipo de la llegada al Cielo, como nos lo ha hecho sentir el salmo, un salmo de peregrinación: “felices los que habitan en tu Casa, Señor” (antífona del Salmo responsorial).

Estas peregrinaciones podemos hacerlas personalmente, en familia, en grupo, en comunidad… pueden estar muy preparadas o pueden ser una sencilla visita, siempre con el corazón bien dispuesto. Como sea; lo importante es que las vivamos como miembros de la Iglesia peregrina, orando y caminando hacia Cristo, puerta de salvación; haciendo penitencia, rezando por nuestra propia conversión y la de todos los pecadores y recordando en la oración a nuestros hermanos difuntos.

El jubileo es una ocasión para recibir indulgencia plenaria para sí mismo o para una persona fallecida. Vamos a explicar esto, pero quisiera recordar algo que está primero. Lo primero es recibir el perdón por mis pecados y para eso está el sacramento de la Reconciliación. El pecado grave me priva de la comunión con Dios y me hace incapaz de participar de la vida eterna. Por medio de la confesión, hecha con sincero arrepentimiento, recibo el perdón de mis culpas. Eso es lo primero.

Sin embargo, el pecado deja en mí una mancha que todavía es necesario purificar, sea en esta vida o después de la muerte, durante un tiempo, en lo que llamamos Purgatorio. Y es ahí donde llega la indulgencia, que es la remisión de esa pena temporal, de ese tiempo de purificación. La indulgencia puede ser parcial, por una parte de ese tiempo de purificación o puede ser indulgencia plenaria, es decir, por todo ese tiempo. Si la obtenemos para un alma del purgatorio, eso significaría la terminación de ese tiempo y la entrada al Cielo, a estar ya para siempre junto a Dios. Si hay muchas personas por las que quiero pedir esa indulgencia plenaria, puedo repetir esos gestos en toda oportunidad que se presente en este año.

Para recibir la indulgencia plenaria, con ocasión de una peregrinación o visita a un lugar sagrado, o en la participación de esta Misa de hoy, es necesario cumplir tres condiciones: 

- haberse confesado o hacerlo dentro de los diez días siguientes
- comulgar
- y rezar por las intenciones del Santo Padre.

El Jubileo, tiempo de misericordia, es ocasión de conversión y eso ha de llevarnos a una celebración profunda del sacramento de la Reconciliación. La confesión, la comunión y la oración no son pasos de un trámite que hay que cumplir y ya está. El jubileo nos invita a preparar bien esos momentos, todos ellos, empezando por una buena confesión, con una revisión cuidadosa de mi vida, de mi relación con Dios y con el prójimo, con un arrepentimiento sincero y el desapego del pecado.

¿Qué sucede para las personas que se encuentran en situaciones por las cuales no pueden recibir la absolución ni pueden comulgar? Recordemos esta enseñanza del papa Francisco: 

“Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia «inmerecida, incondicional y gratuita».” (Amoris Laetitia, 297). 

Y también Juan Pablo II, refiriéndose a quienes están en esas situaciones: 

“que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza.” (Familiaris Consortio, 84). 

Yo he sido testigo del camino de personas que vivieron esa realidad dolorosa con humildad, con obediencia a Dios y a la Iglesia y que un día pudieron volver a participar plenamente de los sacramentos.

Queridos hermanos y hermanas, hoy contemplamos a la Sagrada Familia en su peregrinación a Jerusalén. Nos ponemos bajo la protección de Jesús, María y José para que ellos nos guíen y acompañen en la peregrinación de este Año Jubilar y en la peregrinación de toda nuestra vida. Que así sea.

Parroquia Sagrada Familia, Sauce, domingo 29 de diciembre de 2025.

sábado, 28 de diciembre de 2024

Fiesta de la Sagrada Familia: PEREGRINOS EN JERUSALÉN. “Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos”. (Lucas 2,41-52)


El pasado martes 24, Nochebuena, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, dando así inicio al Jubileo del año 2025.
Hoy se abre el Año Jubilar en cada una de las diócesis católicas del mundo.
El lema elegido para este Año Santo es “Peregrinos de Esperanza”.

Desde esa perspectiva, podemos detenernos en el primer versículo del evangelio de hoy:

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre… (Lucas 2,41-42)

Lo que hacían anualmente José y María, la costumbre en la que introdujeron a Jesús cuando cumplió 12 años, era una peregrinación. 

Hay lugares donde podemos peregrinar cada año; pero el año santo nos llama especialmente a peregrinar.

La peregrinación es una manifestación presente en muchas religiones. Es el viaje a un lugar sagrado y se hace como acto de piedad, adoración, purificación, penitencia, acción de gracias. Muchas veces está relacionado con el cumplimiento de una promesa.

En Uruguay, país más bien laico, poco religioso, la peregrinación a la Virgen del Verdún o a la Virgen de los Treinta y Tres muestran, sin embargo, un aspecto diferente de la espiritualidad de nuestro pueblo.

En la India, millones de personas peregrinan al río Ganges, en cuyas aguas realizan ritos de purificación. Los musulmanes tienen como precepto la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida. 

En el siglo IV, una peregrina cristiana llamada Egeria nos dejó sus memorias de viaje en Tierra Santa, una peregrinación que seguimos haciendo los cristianos. Desde la Edad Media, se fue afianzando el camino de Santiago y la peregrinación a Roma para visitar las catacumbas así como las tumbas de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Muchos siglos antes, los israelitas peregrinaban al Templo de Jerusalén en determinadas fiestas del año. En eso encontramos a los padres de Jesús, llevando por primera vez a su hijo, que está entrando en la adolescencia.

Para el Pueblo de Dios, la peregrinación evoca en primer lugar el largo caminar, de 40 años, a través del desierto, desde su liberación de la esclavitud en Egipto, la Pascua judía, hasta la llegada a la Tierra Prometida.

Precisamente, en el relato del evangelio de hoy, la Sagrada Familia está peregrinando en la fiesta de la Pascua, de la Pascua de Israel.

La peregrinación supone al menos un trayecto a pie. Caminar una distancia larga supone esfuerzo, sacrificio y eso hace parte del peregrinar. Pero no es simplemente un esfuerzo físico. Para darle sentido, la peregrinación debe irse acompasando con distintos momentos de oración, preparando el espíritu para lo que se vivirá a la llegada.

El salmo que encontramos entre las lecturas de hoy, expresa el deseo del peregrino por llegar al templo:

¡Qué amable es tu Morada, Señor del Universo!
Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente. (Salmo 83, 2-3)

El peregrino va acicateado por el deseo de llegar, consciente de que va a un lugar sagrado, donde encontrará de un modo especial la presencia de Dios.

La peregrinación es imagen del camino de la vida humana. Somos peregrinos. Aunque podamos aquí aquerenciarnos, aferrarnos a nuestro lugar en el mundo, sabemos que esa morada es temporal. No tenemos aquí nuestra casa definitiva. Peregrinamos hacia la casa del Padre; no ya al templo de piedra, como el de Jerusalén, sino a aquel donde llegó Cristo, como dice la carta a los Hebreos:

Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas –simple figura del auténtico Santuario– sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. (Hebreos 9,24)

La peregrinación es, también, seguimiento de Cristo. Los discípulos iban con él a todas partes, a veces encontrando la hospitalidad de los amigos, pero otras veces durmiendo al descampado. A una persona que no parece consciente de eso y manifiesta que está dispuesto a seguirlo donde fuera que vaya, Jesús le responde:

«Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». (Mateo 8,20)

Pero el seguimiento de Cristo no se reduce a caminar con Él. El seguimiento es un discipulado, en el que se va aprendiendo del Maestro una forma de vida. Más aún, Jesús mismo se hace camino para que en Él vayamos al Padre.

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí» (Juan 14,6)

La peregrinación no es un camino individual. Es posible peregrinar solo, pero, aún así, el peregrino cristiano hace su camino en comunión con la Iglesia. Por eso es bueno peregrinar en comunidad, en grupo, en familia (como la Sagrada Familia) haciendo más visible el caminar como miembros de la Iglesia peregrina. La peregrinación es también imagen de la comunidad cristiana, que marcha en caravana, sin dejar atrás a los que no tienen las fuerzas para una marcha rápida ni dejar que algunos se adelanten hasta el punto de que se pierdan de vista y entonces la unidad se rompa.

En esta semana

El martes 31 es el último día del año: un día en el que especialmente podemos agradecer todas las gracias recibidas. En este año, en nuestra diócesis, hemos vivido la visita de la reliquia del beato Jacinto Vera (todavía falta alguna parroquia que la recibirá en 2025).
Recibimos la Jornada Nacional de la Juventud en Pando. Se realizaron Cursillos de Cristiandad, Retiros Parroquiales Juan XXIII y la jornada diocesana de adolescentes.
Celebramos la ordenación sacerdotal de Sergio Genta. 
Estos y muchos otros son motivos para dar gracias al Señor, que sigue haciéndose presente en la vida de nuestras comunidades.

El miércoles, primer día del año, octava de Navidad, celebramos a Santa María Madre de Dios y la cincuenta y ocho Jornada Mundial de oración por la Paz, con el lema «Perdona nuestras ofensas: concédenos tu paz», lema en consonancia con el llamado a la conversión y a la reconciliación propios del Año Jubilar.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que reciban el 2025 en el espíritu del Año Santo, de modo que sea un tiempo de gracia y paz. Y que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Los Santos Inocentes. Ser esperanza en medio del dolor. 1 Juan 1,5-2,2


 

Palabra de Vida.
Sábado 28 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.
(Tomado del libro de Frei Hans y Christian Heim; "Frei, uma conversa com Hans Stapel")

Queridos hermanos:
    La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas. Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
    Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
    Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. El es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios.

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viernes, 27 de diciembre de 2024

San Juan, apóstol y evangelista. Ver y creer. Juan 20,2-8



Palabra de Vida.
Viernes 27 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     20, 2-8

El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

Palabra del Señor.

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jueves, 26 de diciembre de 2024

San Esteban, protomártir. Testimoniar la fe. Hechos 6,8-10;7,54-59.



Palabra de Vida.
Jueves 26 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.
Imagen: Martirio de San Esteban (detalle). Anónimo. Museo del Prado.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles     6, 8-10; 7, 54-60

    Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra.
    Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
    Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
    Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y al decir esto, expiró.

Palabra de Dios.

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miércoles, 25 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: El Amor habitó entre nosotros. Juan 1,1-18.



Natividad del Señor.
25 de diciembre de 2024.
Ilustración: "La adoración de los pastores" de Bartolomé Murillo (detalle)
¡FELIZ NAVIDAD!

+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan     1, 1-18

Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.

Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz,
sino el testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él, al declarar:
«Este es Aquel del que yo dije:
El que viene después de mí
me ha precedido,
porque existía antes que yo.»

De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.

Palabra del Señor.

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martes, 24 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Preparar la fiesta para Jesús. Lucas 1,67-79


 

Último día de Adviento. Martes 24 de diciembre de 2024.
Mirando hacia la Nochebuena...

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 67-79

      Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente:
«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad, y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.
      Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Palabra del Señor.

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sábado, 21 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Feliz el que cree con Esperanza. Lucas 1,39-45



Tiempo de Adviento. Sábado 21 de diciembre de 2024.
Reflexión tomada del Papa Francisco, Audiencia General, 7 de diciembre de 2016

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 39-45

    María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
    Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
    «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»

Palabra del Señor.

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“Se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. (Lucas 1,39-45). IV Domingo de Adviento.

Cuando creemos en la promesa que alguien nos hace, esa creencia despierta nuestras esperanzas y nos moviliza. No cualquier promesa: la promesa de algo que responde a nuestros anhelos. No cualquier persona: sino alguien que juzguemos digno de confianza.

Hay una bonita canción que dice “Yo creo en las promesas de Dios”. No hay promesa mejor ni nadie más digno de confianza.

Hoy nos encontramos con dos madres, María e Isabel, que han creído en la promesa de Dios. Las dos están “en dulce espera”, como suele decirse. Isabel ya pensaba que no tendría un hijo, pero Dios la sorprendió y concibió, con su esposo Zacarías, al futuro Juan el Bautista.

María, comprometida con José, no había tenido relación con ningún hombre; pero también la sorprende Dios engendrando en ella a Jesús, el salvador.

El evangelio nos presenta el feliz encuentro de estas dos mujeres. Es un pasaje muy breve, pero vale la pena detenerse en cada detalle.

En el pasaje anterior, María había recibido el anuncio del ángel Gabriel: ella había sido elegida como madre del Salvador. Se produjo entonces un breve diálogo. María preguntó cómo sucedería eso. El ángel se lo explicó y le informó también que Isabel, pariente de María, considerada estéril, estaba en su sexto mes de embarazo, “porque no hay nada imposible para Dios” (Lucas 1,37).

María dio su consentimiento, diciendo: “Yo soy la servidora del Señor. Que se haga en mí según tu palabra”. El ángel se marchó y entonces…

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. (Lucas 1,39)

A partir de este versículo, el papa Francisco suele referirse a María como “nuestra Señora de la prontitud”. En el mismo sentido, san Ambrosio hace este comentario:

Desde que lo supo, María, no por falta de fe en la profecía, no por incertidumbre respecto al anuncio, no por duda acerca del ejemplo indicado por el ángel, sino con el regocijo de su deseo, como quien cumple un piadoso deber, presurosa por el gozo, se dirigió a las montañas.

“Presurosa por el gozo” y presurosa por la voluntad de servir, de ayudar a su pariente anciana con su avanzado embarazo, María va al lugar donde viven Isabel y su esposo.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: (Lucas 1,40-42a)

El futuro Juan el Bautista profetiza: salta dentro del seno de su madre, porque ha reconocido la presencia del salvador.

Isabel devuelve el saludo. Notemos que habla “llena del Espíritu Santo”, de modo que sus palabras son también proféticas:

«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.» (Lucas 1,42-45)

“Feliz de ti por haber creído”. La palabra griega que aquí se traduce como “feliz” es “makaria”, que también podemos traducir como “bienaventurada”, porque ésa es la palabra que utiliza Jesús en sus bienaventuranzas. San Juan Pablo II, comentando este pasaje, decía que “La primera bienaventuranza que se menciona en los evangelios está reservada a la Virgen María”, por su total entrega a Dios y la plena adhesión a su voluntad, por medio de su “sí” pronunciado en el momento de la Anunciación.

¿Qué es lo que ha creído María? María ha creído que se cumplirá lo que le fue anunciado de parte del Señor. Y ahí volvemos a nuestro punto de partida. La fe y la confianza de María en el cumplimiento de la promesa no es solo de ella. El niño que comienza a formarse en ella es el Mesías anunciado, el Salvador prometido por Dios. La fe de María es como el vértice de la fe de su Pueblo a lo largo de la historia. Sí, ella puede haber sido sorprendida por ser elegida, pero no por lo que iba a acontecer a través de ella. Ella hace parte del Pueblo de la promesa, del Pueblo que ha esperado, transmitiendo esa esperanza de generación en generación.

Nosotros entraremos pronto al Año Jubilar 2025, que el papa Francisco ha convocado con el lema “Peregrinos de esperanza”. En su bula “Spes non confundit”, con la que convoca al jubileo, el santo Padre nos recuerda que:

... el Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. Él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida. La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?”

La escena de la visitación está llena del Espíritu. Es el Espíritu Santo quien ha engendrado a Jesús, el Hijo de Dios, en el seno de María. Es el Espíritu quien hace saltar de alegría al futuro Juan el Bautista. Isabel habla llena del Espíritu Santo. Jesús, en el vientre de María, es la esperanza del mundo. Ella lo lleva como Madre de la Esperanza.

Solo ella ha tenido el privilegio de ser un sagrario viviente, en el sentido de llevar corporalmente al Hijo de Dios. Sin embargo, toda alma creyente concibe y engendra la Palabra de Dios. Por la fe, Cristo es fruto de todos, de todos aquellos que, como María, de verdad han creído en la promesa de Dios. Si es así, también nosotros podemos recibir, en unión con María, las palabras de Isabel:

Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor. (Lucas 1,45)

En esta semana

El próximo miércoles es Navidad. En la Misa de Nochebuena, en Roma, el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, dando inicio al Año Santo, el Año Jubilar 2025. En las diócesis, en todo el mundo, el Jubileo se inaugurará el domingo 29, fiesta de la Sagrada Familia. En nuestra diócesis de Canelones, esa celebración tendrá lugar en la ciudad de Sauce, cuya parroquia estará ese día en fiesta patronal, desde las 10 de la mañana, con procesión y Misa. Todos aquellos que deseen acompañarnos y recibir la bendición apostólica para obtener indulgencia plenaria, son bienvenidos.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que tengan una muy Feliz y Santa Navidad, con la bendición de Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

jueves, 19 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “El Señor... decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres” (Lucas 1,5-25)



Tiempo de Adviento. Jueves 19 de diciembre de 2024.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    1, 5-25

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto».
Pero Zacarías dijo al Ángel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada.»
El Ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».
Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Él se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. Ella pensaba: «Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres».

Palabra del Señor.

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Palabra de Vida: “No hay nada imposible para Dios” (Lucas 1,26-38)



Tiempo de Adviento. Viernes 20 de diciembre de 2024.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 26-38

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fi».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?»
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu palabra».
Y el Ángel se alejó.

Palabra del Señor.

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miércoles, 18 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “Dios con nosotros” (Mateo 1,18-24)



Tiempo de Adviento. Miércoles 18 de diciembre de 2024.
Imagen: Francisco de Goya: "El sueño de San José" (detalle). Museo de Zaragoza. 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     1, 18-24

    Este fue el origen de Jesucristo:
    María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
    Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
    Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido significa: «Dios con nosotros».
    Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Palabra del Señor.

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lunes, 16 de diciembre de 2024

Peregrinos de Esperanza: el Jubileo en la Diócesis de Canelones.


Canelones, IV Domingo de Adviento de 2024.

Queridos diocesanos:

En la próxima Nochebuena, en Roma, el Papa Francisco abrirá oficialmente el Año Santo con el rito de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.

En el resto del mundo, en cada diócesis, el Jubileo se inaugurará el domingo 29 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia. La Diócesis de Canelones celebrará esta apertura en la parroquia de Sauce, que tiene ese día su fiesta patronal. La fiesta comenzará con una procesión, a las 10 de la mañana, a continuación de la cual se celebrará la Santa Misa. Al final de la Misa el obispo impartirá la bendición apostólica, que permite recibir indulgencia plenaria, cumpliendo las debidas condiciones.

La indulgencia es una expresión de la Misericordia de Dios que alcanza al pecador perdonado librándolo de todo residuo y consecuencia del pecado. Se puede alcanzar la indulgencia plenaria tanto para sí mismo como para almas del Purgatorio, cumpliendo las siguientes condiciones:
- Celebrar el sacramento de la Reconciliación, con verdadero arrepentimiento y excluyendo todo afecto al pecado.
- Recibir la Santa Comunión.
- Orar por las intenciones del Santo Padre.

Durante el año 2025 habrá otros tres momentos en que el obispo impartirá la bendición apostólica: la Misa Crismal en la Catedral, la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús en el monasterio de la Visitación de María y la fiesta diocesana.

El jubileo da muchas más posibilidades de recibir indulgencia plenaria. En nuestra diócesis, esto se puede hacer peregrinando, como comunidad parroquial, grupo, familia o individualmente, a alguno de los siguientes lugares y cumpliendo las condiciones ya indicadas:

- La Catedral y santuario nacional de Nuestra Señora de Guadalupe, ciudad de Canelones.
- El santuario diocesano de Nuestra Señora de Lourdes y monasterio de las Hermanas Clarisas Capuchinas, paraje Echeverría.
- El monasterio de la Visitación de María en Progreso.
- La iglesia parroquial de San Isidro, en Las Piedras.
- La iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de María, en Pando.
- La iglesia parroquial de San Ramón Nonato, en San Ramón.
- El santuario de la Virgen de las Flores, en Estación La Floresta.
- El monasterio de las Clarisas Franciscanas, en Ciudad de la Costa.
- El monasterio de las Benedictinas, en Ciudad de la Costa.

Por otra parte, en el ámbito nacional, habrá dos momentos de celebración:

Jueves 12 de junio: renovación de la Consagración del Uruguay al Sagrado Corazón de Jesús, que será también el Jubileo de los Sacerdotes y culminará con una Misa Solemne en el Santuario Nacional del Cerrito de la Victoria.

Esta consagración se renovará en cada Diócesis, en la celebración de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el domingo 22 de junio y luego, en cada parroquia, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el viernes 27 de junio.

Domingo 9 de noviembre: celebración de los doscientos años del título de Virgen de los Treinta y tres, en el marco de la Peregrinación Nacional a su santuario.

Dispongámonos a vivir este tiempo en que se manifiesta de especial manera la misericordia de Dios, con una actitud de conversión y espíritu de oración que nos hagan crecer en nuestra fe y en nuestro compromiso cristiano.

Que sea para cada creyente en el mundo y en nuestra Diócesis, un año pleno de bendiciones.

+ Heriberto, Obispo de Canelones

Más información sobre el Jubileo y las diferentes formas de recibir indulgencia plenaria a través de las siguientes páginas de la Santa Sede:



 

sábado, 14 de diciembre de 2024

“Viene uno que es más poderoso que yo”. (Lucas 3,2b-3.10-18). 3er Domingo de Adviento.

 

15 de Diciembre de 2024, Tercer domingo de adviento

“Viene uno que es más poderoso que yo”. (Lucas 3,2b-3.10-18)

¿Qué hacer? Es una pregunta que una persona puede hacerse de muchas maneras.

Se puede hacer desde la total disponibilidad. Vengo a dar una mano, en un momento en que hay mucho trabajo y estoy a lo que me pidan, dispuesto a ponerle ganas… “¿Qué puedo hacer?”

En el otro extremo, la pregunta puede estar cargada con un sentimiento de impotencia, cuando todo se ha intentado y nada ha dado resultado. Pero sin querer bajar los brazos, preguntamos: “¿Qué más se puede hacer?”

El evangelio nos cuenta que a Juan el Bautista la gente le preguntaba “¿Qué debemos hacer?”

La pregunta del qué hacer toma otro sentido. Al agregar ese “qué debemos” está pidiendo una orientación para la vida.

¿Cuál es el marco en que le hacen esa pregunta al Bautista? La gente llegaba donde él estaba predicando. De esa predicación se nos presenta un resumen:

[Juan el Bautista] comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. (Lucas 3,2b)

En pasajes anteriores vemos que el discurso de Juan era fuerte, advirtiendo de la llegada inminente, muy pronto, del juicio de Dios: 

«El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego». (Lucas 3,9)

En ese contexto viene la pregunta: “¿Qué debemos hacer?”

La pregunta llega desde tres grupos diferentes de personas y variadas son también las respuestas, aunque esas respuestas son útiles para todos, especialmente la primera.

A la gente, a la multitud, que le pregunta “¿Qué debemos hacer?” Juan responde:
«El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto». (Lucas 3,11)

Es un llamado a estar atento a la necesidad del prójimo, las necesidades más básicas, como el alimento y el vestido. Un llamado a compartir los bienes. Más adelante, en el mismo evangelio de Lucas, encontramos la parábola del rico y el pobre Lázaro, que nos pone frente a las consecuencias de prestar o no atención al pobre y de compartir o no los bienes más elementales.

Un segundo grupo que pregunta es el de los publicanos, recaudadores de impuestos. Eran considerados pecadores públicos, porque cobraban intereses. Los jefes de los publicanos adelantaban al Estado lo que debía recaudarse y luego cargaban fuertes intereses sobre la gente. A ellos Juan el Bautista les dice:

«No exijan más de lo estipulado» (Lucas 3,13)

Es decir, no abusen, no exploten a la gente… Zaqueo y Mateo, publicanos, se convirtieron y siguieron a Jesús.

El tercer grupo que pregunta qué debe hacer es el de los soldados. La respuesta de Juan es:

«No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo». (Lucas 3,14)

Los tiempos no han cambiado. Las necesidades humanas más básicas siguen insatisfechas para muchas personas. Los funcionarios están tentados por diferentes formas de abuso de poder en beneficio propio. La corrupción existe desde tiempos antiguos.

Las acciones concretas que Juan propone ante la pregunta “¿qué debemos hacer?” tienen un objetivo: reencaminar la vida hacia Dios.

Juan une esto a un gesto religioso: el bautismo, que no es todavía el bautismo cristiano, pero tampoco una purificación meramente ritual, exterior. Es, como dice el Evangelio “un bautismo de conversión”, de cambio de vida, “para el perdón de los pecados”… perdón que solo puede otorgar Dios y que llegará a través de aquel “más poderoso” que Juan, es decir, Jesús.

De las exhortaciones a un cambio de vida, Juan pasa a un anuncio. La gente estaba en expectativa respecto a la figura de Juan. Veían su espíritu profético, la autoridad con que llamaba a la conversión y se preguntaban si no sería el Mesías.

Juan sale al paso de esos interrogantes y anuncia:

«Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible». (Lucas 3,16-17)

“Uno que es más poderoso que yo”. Ése es el Mesías. Juan, con profunda humildad, se confiesa servidor indigno y anuncia dos aspectos fundamentales de la obra del Mesías. 

En primer lugar, el bautismo en el Espíritu Santo y en el fuego. El bautismo que trae Jesús lleva el Espíritu Santo al corazón y a la vida del creyente. 

Hay muchas interpretaciones sobre el significado del fuego. En la otra obra de Lucas, los Hechos de los Apóstoles, el fuego está identificado con el Espíritu Santo, tal como aparece en Pentecostés:

Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo… (Hechos 2,3-4)

El otro aspecto de la obra del Mesías que destaca Juan es el juicio, expresado a través de dos imágenes: el granero, donde se guardará el fruto, es decir, aquellos que reciben a Jesús y dan frutos de conversión y el fuego, donde se quemará la paja: aquellos que rechazan a Jesús y persisten en la maldad.

Este domingo nos invita a la apertura de corazón a Jesús que viene a nosotros, con un deseo sincero de conversión, expresado en acciones concretas. También nos llama a considerar las graves consecuencias del rechazo. Cada uno se juega su futuro en la decisión que tome ante el anuncio del Bautista. Decir que “no” es decidir por sí mismo la eterna separación de Dios y, por tanto, la autonegación de un futuro de vida en Dios.

El año jubilar que comenzará pronto nos recuerda que somos “peregrinos de esperanza”. Nuestras decisiones pueden ir cambiando a lo largo de nuestra vida. Por eso, el llamado a la conversión se repite una y otra vez, para que volvamos de corazón al Señor. Que así suceda en este adviento.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: Vivir la profecía y la esperanza. Eclesiástico 48,1-4.9-11.


  
Sábado de la segunda semana de Adviento.
14 de diciembre de 2024. San Juan de la Cruz.
Comentario tomado del Catecismo de la Iglesia Católica, Nro. 64.

Lectura del libro del Eclesiástico     48, 1-4. 9-11

Surgió como un fuego el profeta Elías,
su palabra quemaba como una antorcha.
Él atrajo el hambre sobre ellos
y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo,
y también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios!
¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego
en un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en los castigos futuros
aplacarás la ira antes que estalle,
para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán
y los que se durmieron en el amor,
porque también nosotros poseeremos la vida!

Palabra de Dios.

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viernes, 13 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Librarse de la insatisfacción, amando. Mateo 11,16-19



Viernes de la segunda semana de Adviento.
13 de diciembre de 2024. Santa Lucía.
Hoy ofrecemos extractos de una meditación de Chiara Lubich, tomada de "La Doctrina Espiritual", págs. 231-232.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 16-19

Jesús dijo a la multitud:
    «¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: "¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!"
    Porque llegó Juan el Bautista, que no come ni bebe, y ustedes dicen: "¡Está endemoniado!" Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.". Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras».

Palabra del Señor.

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“Yo soy la siempre Virgen María, madre del verdadero Dios por quien se vive”. Homilía en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.

Imagen de la Virgen de Guadalupe
en la Catedral de Canelones

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos hoy a la patrona de nuestra diócesis, en esta catedral que es también el santuario nacional dedicado a ella.

Volvamos a escuchar algunas de las palabras con las que Nuestra Señora de Guadalupe se dirigió a san Juan Diego. Me detengo en esta frase, breve, pero que invita a detenerse y a meditar sobre cada una de sus palabras:

“Yo soy la siempre Virgen María, madre del verdadero Dios por quien se vive”.

“Yo soy...”

Recuerdo a una abuela, muy mayor, que ya no podía recordar ni siquiera lo que había ocurrido un momento atrás. Su nieta, una niña pequeña, la visitaba y la abuela, dulcemente le preguntaba: “¿Quién eres tú?”. 

La nieta le decía “Yo soy … (y ahí agregaba su nombre)”. Pero no pasaba mucho tiempo antes de que la abuela volviera a preguntar, con la misma dulzura: “¿Quién eres tú?”

Cuando nos encontramos con una persona con la que se comienza a entablar una relación, esperamos o pedimos que nos diga quién es.

María se adelanta a la pregunta y dice “Yo soy”. Así, en primera persona, inicia su presentación y agrega: “la siempre Virgen”.

“... la siempre Virgen...” 

No es su nombre, pero es una condición única, que identifica. No porque fuera la única mujer que haya conservado su virginidad a lo largo de la vida, sino porque, habiendo dado a luz, permanece Virgen. La siempre Virgen.

No se trata únicamente de la virginidad física, corporal, sino de una plena virginidad, también espiritual, que se expresa en la plena disponibilidad al proyecto de Dios. Y aquí tenemos un primer llamado, el llamado a nuestra propia disponibilidad para servir al Señor.

“... María...” 

Aparece su nombre. El dulce nombre de María. El nombre que muchas mujeres llevan y también algunos varones, a continuación del nombre masculino. Un nombre que evoca a la madre, a la protectora, a la auxiliadora y que se une a sus numerosas advocaciones. No nos cansemos nunca de invocarla.

“... madre del verdadero Dios...”

“Madre de Dios”. En los Evangelios es llamada “la madre de Jesús”. Inspirada por el Espíritu Santo, santa Isabel la llama “la madre de mi Señor”, como acabamos de escuchar, ya desde antes del nacimiento de su Hijo. 

Algo que nos recuerda que, llevando a Jesús en su seno, ella ya es madre. La vida humana comienza en la concepción. Ya hay vida humana en el seno de una madre, antes de su nacimiento. Sigamos cuidando y defendiendo esa vida.

Es madre del Señor, de nuestro Señor, porque el hijo engendrado en ella, por obra del Espíritu Santo, es el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad: Dios Hijo.

La expresión “Madre de Dios”, en griego Théotokos, nos llega del Concilio de Éfeso, celebrado en el año 649.

Pero en su aparición en el Tepeyac la Virgen agrega una palabra muy importante. No solo dice “Madre de Dios”, sino “Madre del verdadero Dios”. Juan Diego es un indio chichimeca. Su conversión y su bautismo eran relativamente recientes. La conquista de México había ocurrido diez años antes de las apariciones, en 1521. La Virgen estaba dando su mensaje a un pueblo que había abandonado sus antiguos dioses, para abrazar la fe en el Dios verdadero. 

Al presentarse como madre “del verdadero Dios”, la Virgen confirma a Juan Diego en su fe, su fe en el Dios verdadero. Nosotros podríamos escuchar esto con algo de condescendencia, como diciendo “sí, claro, ellos necesitaban que les recordaran cuál es el Dios verdadero”. Sin embargo, no viene mal para nosotros pensar en el Dios verdadero, sumergirnos en su misterio inagotable, esa realidad que siempre podemos conocer un poco más. Pero también porque, a veces, nosotros nos hacemos nuestra propia imagen de Dios: “yo creo a mi manera”; o bien nos fabricamos otro tipo de ídolos, que ocupan el lugar que solo corresponde al verdadero Dios. Recojamos, pues, en el corazón, esas palabras de la Madre de Dios.

"... por quien se vive"

Finalmente, María se presenta como “madre del verdadero Dios por quien se vive”. Esa expresión llega a nosotros como un eco de las palabras de Jesús, Buen Pastor, en el evangelio según san Juan: “yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10,10).

El Hijo de Dios es el que viene a traer Vida a la humanidad caída. A levantarla para que pueda llegar a la vida divina, a la vida eterna.

Pero hay todavía otro eco que podría sentir alguien que había llegado a presenciar sacrificios humanos, ofrecidos a esos “dioses” que reclamaban vidas a cambio de sus dones.

El Hijo de Dios no solo entrega el don de la Vida, sino que lo hace dando su propia vida. Tres veces lo repite Jesús en el capítulo 10 de san Juan: “doy mi vida”.

Es Él mismo Hijo de Dios quien es para nosotros Palabra de Vida y Pan de Vida, que alimentan nuestra fe en cada Eucaristía, haciendo crecer la semilla de Vida eterna sembrada desde el bautismo en nuestro corazón.

1531-2031. 500 años del acontecimiento guadalupano

América Latina está caminando hacia la celebración del quinto centenario de las apariciones de la Virgen, que se cumplirán dentro de siete años, en 2031. Se habla de los 500 años del acontecimiento guadalupano; las apariciones son el hecho puntual; el acontecimiento es todo lo que ese hecho desencadenó y sigue movilizando en la Iglesia y en el mundo.

2025: "Peregrinos de Esperanza"

Hoy estamos a las puertas del Año Santo 2025, convocado por el Papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”.

Luego de que el Papa celebre en Roma la inauguración del Jubileo, el domingo 29 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, cada una de las diócesis del mundo hará su propia apertura del año jubilar.

En nuestra diócesis, esa inauguración tendrá lugar en la Parroquia Sagrada Familia de Sauce, ubicada en el centro geográfico de la diócesis. Comenzará a las 10 de la mañana, con una procesión y, a continuación la Santa Misa. Al final de la Misa se impartirá la bendición apostólica, que, cumpliendo con los requisitos habituales, permitirá recibir indulgencias. Estamos todos invitados a unirnos a esta celebración. Oportunamente anunciaremos otros momentos de celebración, así como lugares a los que cada comunidad parroquial, o grupos, o personas que lo hagan individualmente, puedan acercarse como peregrinos para obtener indulgencias durante el año. 

De la mano de Nuestra Señora de Guadalupe, animémonos a peregrinar en este año jubilar, como testigos de la Esperanza y de la Misericordia de Dios, uno de cuyos más altos signos lo encontramos en el rostro y en el nombre de María, que vuelve a decirnos: 

“No se inquiete tu corazón ni te turbe cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”

Así sea.
+ Heriberto, Obispo de Canelones.
Catedral de Canelones, Uruguay, 12 de diciembre de 2024.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Nuestra Señora de Guadalupe. “Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador” (Lucas 1,39-48)



+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 39-48

    María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
    «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
    María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz».

Palabra del Señor

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Fiesta patronal de la Catedral de Canelones, Santuario nacional de Nuestra Señora de Guadalupe. Programa.


miércoles, 11 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: "Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas" (Isaías 40,25-31)

 


Miércoles de la segunda semana de Adviento.
11 de diciembre de 2024.

Lectura del libro de Isaías     40, 25-31

Dice el Santo:
«¿A quién me van a asemejar,
para que yo me iguale a él?»
Levanten los ojos a lo alto
y miren: ¿quién creó todos estos astros?
El que hace salir a su ejército uno por uno
y los llama a todos por su nombre:
¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza,
que no falta ni uno solo!
¿Por qué dices, Jacob,
y lo repites tú, Israel:
«Al Señor se le oculta mi camino
y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios»?
¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado?
El Señor es un Dios eterno,
Él crea los confines de la tierra;
no se fatiga ni se agota,
su inteligencia es inescrutable.
Él fortalece al que está fatigado
y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor.
Los jóvenes se fatigan y se agotan,
los muchachos tropiezan y caen.
Pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
despliegan alas como las águilas;
corren y no se agotan,
avanzan y no se fatigan.

Palabra de Dios.

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martes, 10 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “Preparen... el camino del Señor” (Isaías 40,1-11).



Martes de la segunda semana de Adviento.
10 de diciembre de 2024.

Lectura del libro de Isaías     40, 1-11

    ¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
    Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
    Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
    Una voz dice: «¡Proclama!» Y yo respondo: «¿Qué proclamaré?» «Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos: la hierba se seca, la flor se marchita cuando sopla sobre ella el aliento del Señor.
    Sí, el pueblo es la hierba. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.»
    Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!» Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
    Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
 
Palabra de Dios.

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sábado, 7 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Preparar la Navidad, viviendo la Esperanza. Isaías 30,19-21.23-26.



Sábado de la primera semana de Adviento.
7 de diciembre de 2024.
Reflexión tomada de S. Juan Pablo II, Audiencia General, 17 de diciembre de 2003. 

Lectura del libro de Isaías     30, 19-21.23-36

    Así habla el Señor:
    "Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: Él se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá.
    Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: «Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda.»"
    El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso.
    Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla.
    En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa -como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió.

Palabra de Dios.

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viernes, 6 de diciembre de 2024

TAMBIÉN AQUÍ ESTOY CONTIGO. Día 4. Novena de Nuestra Señora de Guadalupe. Catedral de Canelones.

En este cuarto día de nuestra Novena, nos acompañaron las Hermanas Clarisas Capuchinas Sacramentarias: Hna. Olga, superiora y Hna. María Teresa. Ellas pertenecen al monasterio Santa Clara de Asís que se ubica en el Paraje Echeverría, en las proximidades de Canelones.

Parte de la comunidad está integrada por uruguayas y otra parte por mexicanas.

Las dos hermanas, de diferentes maneras, se refirieron a lo que había significado dejar México y decir adiós a la Guadalupana que, sin embargo, las esperaba aquí. 

La novena continúa con alguna variación de horarios.

Día 5 - sábado 7 a las 19 horas, Misa presidida por el P. Néstor, vicario de la Catedral.

Día 6 - domingo 8 a las 10:30 horas, Misa presidida por el P. Renzo, párroco de la Catedral.

Día 7 - lunes 9 a las 18 horas, Padres Misioneros Servidores de la Palabra, mexicanos, de la parroquia Santa María de los Ángeles en San José de Carrasco.

Día 8 - martes 10 a las 18 horas, Misioneros Servidores de la Palabra.

Día 9 - miércoles 11 a las 18 horas, P. Alberto, Franciscano de María.

Inmaculada Concepción de María. “Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo” (Lucas 1,26-38).

Grande. Hijo del altísimo. Así será llamado Jesús, el hijo de María. Sin embargo, esos grandes títulos, que reflejan lo que Jesús es realmente, quedarán como escondidos por muchos tiempo. Primero, en los años de Nazaret, donde Jesús será conocido como “el hijo del carpintero”, en referencia a José, el esposo de su madre y luego él mismo será “el carpintero”. Jesús pasará a ser “el maestro” cuando forme un grupo de discípulos que lo siguen. Algunos comienzan a ver en él al Cristo, el Mesías prometido y lo llaman “Hijo de David”. Pero solo a la luz de la Resurrección podrá ser comprendida la grandeza de Jesús, el Hijo de Dios, el Hijo del Altísimo.

La solemnidad que celebramos hoy, Inmaculada Concepción de María, nos dice mucho sobre la Madre de Jesús, sobre su hijo y sobre nuestra vocación cristiana.

Vayamos al relato del Evangelio.

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.» (Lucas 1,26-38)

Dos veces se repite que María era virgen y ella misma lo confirmará después.

La escena que relata el evangelio tiene lugar en la casa de María, como diríamos hoy, “en la escena privada” y no en un espacio público. Así se producen muchas veces los grandes llamados de Dios. La privacidad y la intimidad dan aquí espacio para el encuentro y el diálogo que hacen posible una respuesta libre y consciente.

El saludo del ángel tiene ecos del Antiguo Testamento: “el Señor está contigo” era la forma de saludar a quienes eran llamados por Dios para una misión. Sin embargo, hay una expresión inédita. El ángel la llama “llena de gracia”. Eso provoca el asombro de María:

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. (Lucas 1,26-38)

¿Qué significa “llena de gracia”? Llena de gracia significa que en María no hay maldad: es sin pecado, sin mancha, que es lo que significa la palabra “inmaculada”. Todos nosotros venimos al mundo con una mácula, una mancha, la del pecado original. El Bautismo lava esa mácula. Creemos, en la fe católica, que 

“La santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano” (Pío IX, bula Ineffabilis, 1854).

El pecado original es la ruptura de la humanidad con Dios en los comienzos. El varón y la mujer, seducidos por el tentador, desconfían de las intenciones de Dios hacia ellos y creen en la falsa promesa: “ustedes serán como dioses” (Génesis 3,5). Ser como dioses, endiosarse, buscar la propia gloria… nada de eso hay en María.

Las personas “privilegiadas” muchas veces se creen por encima de los demás. Sin embargo, ¿cómo se siente María? ¿Cómo se ve ella misma? El saludo del ángel la enaltece, pero no es así como ella se siente, enaltecida, sino desconcertada. No comprende. Se asombra. Se siente pequeña y por eso atrae la mirada de Dios. En su humildad ella sabe que todo lo recibe de Dios. No se esconde de Él; al contrario, confía plenamente en Dios. Por eso no puede sorprendernos que su “sí” se exprese de esta manera:

«Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.» (Lucas 1,26-38)

Así se define María: servidora. Ella es “llena de gracia”, preservada del pecado original, con motivo de su especial misión: ser la madre del Hijo de Dios. Todo en ella está orientado hacia ese Hijo. No podemos separar a la Madre del Hijo ni al Hijo de la Madre. Desde la Cruz, el Hijo nos indica que ella es también nuestra Madre. Ella será muchas veces el camino para que lleguemos al reencuentro con su Hijo: “A Jesús por María”, como dice un viejo lema de la vida cristiana.

¿Qué nos dice el Evangelio de hoy sobre el Hijo de María?

«Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.» (Lucas 1,26-38)

María llevará en su seno a un hijo y lo dará a luz. Será su hijo, el hijo de María. Se llamará Jesús, que significa “Dios salva”. “Será llamado Hijo del Altísimo”, es decir, Hijo de Dios, del Dios Altísimo. Recibirá el trono de David, su padre… ¿por qué “David, su padre”? El evangelio nos ha dicho antes que María estaba comprometida con José, de la familia de David. José recibirá como padre al hijo de María, haciéndolo así de la familia de David. 

La casa de Jacob sobre la que reinará eternamente es el Pueblo de Israel, las doce tribus surgidas a partir de los doce hijos de Jacob. Pero ese reino es para siempre, no tendrá fin. La casa de Jacob abarca mucho más que el Pueblo de Israel, incluyendo en el Pueblo de Dios a los creyentes “de toda raza, lengua, pueblo y nación” como culminación de la historia, final de los tiempos. La vida del Hijo de Dios hecho hombre, la vida del Salvador entre nosotros, se inicia a partir del sí de María.

En la Iglesia, en la comunidad creyente, María es la persona humana que ocupa el lugar más alto y a la vez el más cercano a nosotros (LG 54). Desde esa cercanía, nos alienta en nuestro caminar, en nuestro seguimiento de Jesús, en todas nuestras luchas. Su confianza en Dios, su humildad, nos alientan a cultivar en nosotros esas mismas actitudes, abriéndonos a la gracia, a la acción del Espíritu Santo. En definitiva, María nos anima a desear y buscar la santidad a la que todos estamos llamados, cada uno en las diferentes condiciones, ocupaciones y circunstancias de la vida, siendo testigos del amor con que Dios amó al mundo (cf. LG 32; 39; 41).

En esta semana

  • Lunes 9: San Juan Diego Cuauhtlatoatzín
  • Jueves 12, Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de nuestra Diócesis. En la Catedral, rosario, procesión y Misa. Es también patrona de tres capillas en Solymar Norte, Toledo y Barros Blancos.
  • Viernes 13, Santa Lucía. Fiesta patronal en la capilla a ella dedicada en la ciudad de Santa Lucía. Misa a las 18 horas.
  • Ese mismo día, en Pando, a las 18 horas: bendición de un cuadro que enmarca la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres, custodiada por la primera santa uruguaya, Francisca Rubatto y nuestro primer obispo, el beato Jacinto Vera.
  • Sábado 14, San Juan de la Cruz, presbítero.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: “Los humildes se alegrarán más y más en el Señor” (Isaías 29,17-24)



Viernes de la primera semana de Adviento.
6 de diciembre de 2024.

Lectura del libro de Isaías     29, 17-24

Así habla el Señor:
¿No falta poco, muy poco tiempo,
para que Líbano se vuelva un vergel
y el vergel parezca un bosque?
Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro,
y los ojos de los ciegos verán,
libres de tinieblas y oscuridad.
Los humildes se alegrarán más y más en el Señor
y los más indigentes se regocijarán en el Santo de Israel.
Porque se acabarán los tiranos,
desaparecerá el insolente,
y serán extirpados los que acechan para hacer el mal,
los que con una palabra hacen condenar a un hombre,
los que tienden trampas al que actúa en un juicio,
y porque sí no más perjudican al justo.

Por eso, así habla el Señor,
el Dios de la casa de Jacob,
el que rescató a Abraham:
"En adelante, Jacob no se avergonzará
ni se pondrá pálido su rostro.
Porque, al ver lo que hago en medio de él,
proclamarán que mi Nombre es santo,
proclamarán santo al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel.
Los espíritus extraviados llegarán a entender
y los recalcitrantes aceptarán la enseñanza".

Palabra de Dios.

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