jueves, 29 de septiembre de 2022

“Auméntanos la fe” (Lucas 17, 5-10). Domingo XXVII durante el año.

Con la memoria de Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las Misiones, se abre octubre, Mes Misionero. El Papa Francisco nos propone rezar en este mes Por una Iglesia abierta a todos

Recemos para que la Iglesia, fiel al Evangelio y valiente en su anuncio, viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, fraternidad y acogida. 

Auméntanos la fe, es el ruego que le presentan los discípulos a Jesús, en el evangelio de hoy.

No es extraño que los discípulos pidan eso, porque varias veces en los evangelios Jesús les reprocha a los discípulos su poca fe: “hombres de poca fe”, los llama. 

En cambio, muchas veces Jesús aparece elogiando la fe que tienen otras personas: la de los hombres que llevan al paralítico, la de la mujer cananea que pide insistentemente por su hija, la del centurión que le dice a Jesús que no es necesario que entre a su casa, que bastará solo con que él diga una palabra… Jesús no oculta su admiración y, al contrario, elogia la fe de esas personas.

“Auméntanos la fe” es el ruego de quienes sienten que no tienen fe suficiente. Pero, aquí, se trata de los discípulos de Jesús. Ellos tienen un privilegio especial: están siempre con él, escuchan su enseñanza, lo ven actuar… pero, entonces ¿Por qué les falta fe? ¿Por qué no tienen suficiente fe?

Cuando Jesús llamó a sus discípulos, estos lo siguieron con un gran entusiasmo. Lo dejaron todo. Los cuatro pescadores, los primeros llamados, dejaron las redes, las barcas, sus familias. Mateo dejó sus ganancias y la mesa de cobrador de impuestos. Dejaron todo lo que habían conocido hasta el momento y, sin dudar, se fueron detrás de Jesús.

Ese entusiasmo inicial, esa respuesta generosa, son admirables; pero, como todo, hay que sostener esa respuesta a lo largo del tiempo. Permanecer con Jesús. Perseverar en el seguimiento de Jesús.

Y a medida que los discípulos van haciendo camino con Jesús, van encontrando dificultades.

Las encuentran entre ellos mismos: celos, rivalidades, discordias… discusiones sobre quién es el más grande.

Ven también las reveses que Jesús va sufriendo en su misión: la incredulidad de quienes no aceptan algunas de sus enseñanzas y se marchan, las autoridades que lo rechazan y tratan de tenderle trampas para desprestigiarlo.

Van viendo cómo se crea un ambiente espeso alrededor de Jesús, que podría llevarlo a la muerte… pero, para peor, el mismo Jesús anuncia que va a ser entregado, va a sufrir y va a morir. Anuncia también que resucitará al tercer día, pero ante estos anuncios los discípulos parecen quedarse con la primera parte, es decir, la del sufrimiento y la muerte; y eso no ayuda…

¿Cuál es la respuesta de Jesús a ese pedido, “auméntanos la fe”?

Como tantas otras veces, Jesús responde con una parábola:

Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería.

Jesús quiere mostrarles la fuerza de la fe. Basta muy poquita fe: el grano de mostaza es la más pequeña de las semillas. El árbol que Jesús menciona tiene fuertes raíces; no tiene sentido plantarse en el mar. Son cosas imposibles y, claramente, no necesarias, no útiles; pero con esas imágenes, Jesús quiere hacer ver que nada es imposible para Dios… pero Dios pide la fe para realizar milagros. Jesús no hace milagros para que la gente crea en él; hace milagros allí donde la gente cree en él, donde encuentra la fe, como en los ejemplos que mencionábamos hace un momento.

Pero, entonces ¿cómo puede crecer nuestra fe? La fe es un don, y hay que pedirlo. 

Esto parece contradictorio: ¿cómo le voy a pedir a Dios que me dé fe, si no tengo fe? Y sin embargo, es así. Porque quien desea la fe, ya tiene algo de fe dentro de sí o, al menos, siente en su corazón algo que lo impulsa a buscar a Dios. La oración es abrirnos al misterio de Dios, es hablar con alguien que no vemos ni oímos, pero que nos escucha. La oración no siempre obtiene lo que pedimos, pero sí lo que Dios quiere darnos para nuestro bien. La oración verdadera nunca queda sin respuesta en el corazón. 

El mismo Jesús pidió ser librado de su pasión. Dice la carta a los Hebreos:

El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. (Hebreos 5,7)

“Fue escuchado” ¿En qué sentido fue escuchado Jesús? Los evangelios nos dicen que él pidió no beber del cáliz del dolor que se le presentaba, aunque también se mostró dispuesto a cumplir la voluntad del Padre: “que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Es verdad, Jesús pasó por la pasión y la muerte, pero a través de su sufrimiento alcanzó la resurrección y la vida para siempre. “Fue escuchado por su humilde sumisión”.

La fe es, ante todo, una relación de confianza en Dios. Unidos a Jesús, creyendo en su Palabra, nos fiamos del Padre Dios. El salmo de este domingo nos recuerda un momento en que el Pueblo de Dios, caminando por el desierto, murmuró contra Dios, desconfió de las intenciones de Dios. Por eso, Dios les dice y nos dice a nosotros hoy:

«No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras» (Sal 94, 1-2. 6-9)

Esta enseñanza sobre la fe se complementa con otra parábola, que parece no tener relación con lo anterior:

Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?

Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"».

Con esta parábola, Jesús quiere mostrar que lo propio de sus discípulos es servir: hacer lo que tienen que hacer, cumplir su misión; pero eso no les da derecho a ninguna recompensa. En el tiempo de Jesús, los fariseos llevaban cuenta de sus obras, de sus presuntos servicios a Dios, pensando que estaban adquiriendo un derecho, completando una factura que podían luego presentar al cobro… Jesús quiere enseñar a sus discípulos que deben hacer simplemente lo que tienen que hacer y encontrar la felicidad en su cumplimiento. El buen discípulo se fía de Jesús y de su Padre. La recompensa no llegará como un salario, sino por pura gracia, por puro amor. Con Dios no vale un intercambio, donde doy para recibir. Lo que cuenta es abrirnos a Él tal como somos y con lo que somos… y saber que se nos invita, por gracia, a la mesa de su Reino.

En esta semana:

  • El martes 4 de octubre recordamos a San Francisco de Asís, patrono de dos parroquias de nuestra Diócesis, las de Joaquín Suárez y la de ciudad Líber Seregni, en el municipio Colonia Nicolich. También lo celebran los monasterios de las Clarisas de San José de Carrasco, las Clarisas capuchinas de Etcheverría y la Tercera Orden Franciscana.
  • El miércoles 5 de octubre, en la capilla María Auxiliadora de Pando, recordamos a Juan Collell Cuatrecasas, fundador de la Mínima Congregación de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, o sea, las hermanas que están en dicha capilla, las "Siervas del Sagrado Corazón"
  • El viernes 7 de octubre: celebramos a Nuestra Señora del Rosario, patrona del colegio de Estación Atlántida.
  • Y el domingo 9 de octubre, nuestra Fiesta Diocesana. Que sea, como lo venimos anunciando, “un encuentro para caminar juntos en familia y compartir en el amor”.

Gracias amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

Diácono Permanente Juan Artigas, 30 de julio de 1935-26 de septiembre de 2022 (QEPD)

Gruta de Lourdes, en Etcheverría, Canelones,
en cuya construcción trabajó intensamente Juan Artigas.

Falleció esta madrugada en Canelones, a los 87 años de edad, el Diácono Permanente Juan Artigas.

El último de los párrocos de Nuestra Señora de Guadalupe, la parroquia Catedral que contó con el ministerio de Juan fue el P. Luis Eduardo Ríos, actualmente párroco de Pando. Él nos traza esta semblanza agradecida:

Cuántas cosas por agradecer a Dios en la vida de Juan.

Su compromiso con la Parroquia Catedral: supe "aprovechar" sus consejos tan sencillos como profundos, su presencia en el Consejo Pastoral o en los momentos más simples. Su diaconía vivida con humildad y entrega en la Iglesia, en el Barrio San José y la Capilla de San José de los Troncos, pero también en su vecindario.

En su zona era muchas veces, la presencia de Iglesia que estaba en toda convocatoria de bien común.

Una vida de familia ejemplar, gran padre y esposo, y mejor abuelo.

Y la Gruta de Echeverría... su gran sueño. Junto a otros que hoy lo reciben en el cielo fue poniendo piedra sobre piedra. Seguramente la Virgen, Nuestra Señora de Lourdes, lo espera para presentar su alma ante Dios y agradecer su noble y delicado servicio. Descanse en paz.

Quiera el Señor, regalar a nuestra Diócesis, vocaciones diaconales tanto o más entregadas como la de Juan. Amén

jueves, 22 de septiembre de 2022

“Lázaro...ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico” (Lucas 16,19-31). Domingo XXVI durante el año.

Amigas y amigos, antes de nuestra habitual reflexión, mi invitación a toda la comunidad diocesana a encontrarnos el domingo 9 de octubre, aquí, en Villa Guadalupe, a vivir la tradicional fiesta de la Diócesis de Canelones, junto a nuestra Madre y Patrona. Los esperamos.

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
Así comienza la parábola que nos narra Jesús este domingo. Nos presenta un hombre rico, del cual no dice su nombre. En cambio, nos cuenta cómo se viste y cómo pasa los días. Púrpura es un color morado, un matiz del violeta. En la antigüedad se obtenía de la tinta de un caracol marino. Era un producto caro y con él se teñía la ropa de autoridades y hombres ricos que mostraban así su poder. El lino es la fibra textil que, con un arduo proceso, se extrae de la planta del mismo nombre. La ropa de tela de lino es apreciada por dar sensación de frescura, ya que absorbe el sudor sin pegarse al cuerpo y evapora el agua rápidamente.
No llama la atención que este hombre hiciera espléndidos banquetes, sino el hecho de que eso fuera todos los días. Nada sabemos del origen de su riqueza; fuera cual fuere parece estar cumpliendo el sueño de aquel otro hombre rico que le dijo a su alma:
Alma mía, tienes bienes acumulados para muchos años: descansa, come, bebe y date buena vida. (Lucas 12,13-21, Domingo XVIII durante el año)
A continuación, aparece el segundo personaje:
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
Es curioso notar que esta es la única parábola donde Jesús pone nombre a un personaje.
El nombre Lázaro aparece aquí y en el evangelio de Juan. Así se llama el hermano de Marta y María, que no es el Lázaro de hoy, que está en el evangelio de Lucas.
El nombre viene del hebreo Eleazar, que significa “Dios ayuda”. Un significado importante.
¿Qué sucedió con estos dos hombres?
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.
El rico también murió y fue sepultado.
En la vida del más allá, la situación de ambos se invierte.
Lázaro había estado a la puerta del rico ansiando saciarse de lo que caía de su mesa. Ahora, el que ha perdido todo lo que había acumulado y se ve sin nada, hace un ruego tan modesto como desesperado:
«Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan»
La respuesta es negativa: eso no es posible. Entre las dos situaciones que se presentan en el más allá, hay un abismo infranqueable, definitivo. Un abismo que nos recuerda la separación que existió entre los dos hombres en este mundo. Otro abismo, pero que sí podría haber sido cruzado; pero no lo fue.
El anónimo sufriente hizo, entonces, otra súplica:
«Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento»
Tampoco será atendida esa petición. Esos hombres disponen de las enseñanzas de Moisés y los Profetas, es decir, de la Palabra de Dios. Es a esa Palabra a la que deben prestar atención, porque, concluye Abraham:
«Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán».
Esta parábola hay que leerla en relación con la que escuchamos el domingo pasado, la del administrador deshonesto. Aquel hombre que había estafado a su patrón movido por la codicia, cambió la orientación de sus acciones para ganar amigos que lo recibieran en su casa. Resumiendo su enseñanza, Jesús nos decía el domingo pasado:
“Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas” (Lucas 16,1-13)
Nuevamente, entonces, nos encontramos con un llamado a mirar la forma en que administramos los bienes que Dios nos ha confiado. Pero no podemos ver eso sin también mirar alrededor. El rico de la parábola tiene ojos solo para aquellos con los que comparte su mesa: los que visten y comen como él.
Posiblemente Lázaro recibía algo de lo que caía de la mesa del banquete, porque, de lo contrario, habría buscado otra puerta. Pero para el hombre rico, Lázaro no existe. Es un ser ínfimo que está a la altura de esos perros que lamen sus llagas. No se trata de desprecio; se trata de total indiferencia. 

Para Dios, en cambio, Lázaro existe. Ha tenido su mirada puesta sobre él. Sabe su nombre. Recuerda la promesa que ese nombre significa y lo recibe en el banquete de su Reino.
En cambio, aquel que ha quedado sin nada de lo que había acumulado, el hombre que fue rico, cae en el olvido porque no ha vivido más que para sí mismo. No hizo en su vida nada que tenga valor en el más allá. Abraham le recuerda que, mientras Lázaro recibió males y ahora encuentra consuelo, él recibió en vida sus bienes y ahora encuentra tormento. 

Sobre esa palabra “tormento”, en griego “basanois” βασάνοις, nos dicen los biblistas, que hace referencia a una piedra, el basanos, que se usaba para raspar metales con el fin de comprobar su autenticidad.
El tormento que sufre el antiguo rico es semejante al ser limado continuamente con esa piedra y volver a constatar, una y otra vez, que en él no hay nada de auténtico valor. 

A veces, en esta vida, nosotros también sentimos que estamos siendo raspados por el basanos. No nos resistamos a ese testeo, porque aún estamos a tiempo de poner un verdadero valor frente a la situación que se nos presenta y hacer posible que nuestro nombre permanezca escrito en el libro de la vida. Que así sea.

En esta semana

  • Este domingo 25 celebra su fiesta patronal la parroquia San Adolfo, en El Dorado, ciudad 18 de Mayo. La Misa es a las 11 horas.
  • El martes 27, memoria de san Vicente de Paúl, se cumplen los aniversarios de mi ordenación sacerdotal, en 1986 y episcopal, en 2003. Les pido que en ese día recen especialmente por mí, para que pueda cumplir cada día mejor el ministerio que el Señor me ha confiado.
  • La parroquia San Miguel de Los Cerrillos celebra el jueves 29 su fiesta patronal. Es el día en que recordamos a los tres arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael.
  • Sábado primero: Santa Teresita, patrona de Juanicó y de algunas capillas de nuestra diócesis. Juanicó celebrará su fiesta patronal el domingo 2.
  • El sábado 1 y domingo 2 de octubre es el Día del Patrimonio. Muchas de nuestras Iglesias, empezando por la Catedral de Canelones son, en nuestro departamento, parte de un gran patrimonio histórico y cultural; pero no podemos dejar de destacar la Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes de Estación Atlántida, reconocida por la UNESCO como patrimonio de la humanidad. De ella dijo su creador, el ingeniero Eladio Dieste: “hice esta obra como creyente, construyendo un templo para otros fieles como yo”.

Y hasta aquí llegamos hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Domingo 9 de octubre: Fiesta Diocesana de Canelones

Un encuentro para caminar juntos en familia
y compartir en el amor


 Casa de retiros Villa Guadalupe

Comienzo - 10:30 horas 

Eucaristía de cierre - 16:00 horas

Retomando una querida tradición de nuestra Diócesis, después del paréntesis de la pandemia, volvemos a encontrarnos en la Fiesta Diocesana. Un momento de encuentro que nos ayuda en nuestro caminar juntos y nuestro compartir en el amor fraterno, en torno a nuestra patrona, la Virgen de Guadalupe. ¡Ella nos espera!

+ Heriberto, Obispo de Canelones


viernes, 16 de septiembre de 2022

 
"¿Qué es lo que me han contado de ti?
Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto". (Lucas 16,10-13)
Así, sorpresivamente, se dirigió a su administrador un hombre rico, según nos cuenta el evangelio de este domingo. Poder rendir cuentas es siempre importante para un administrador. Debe mantener al día los libros y, sobre todo, entradas y salidas deben estar adecuadamente documentadas. Pero esto no era un pedido de cuentas más; era el pedido final, acompañado de un despido, porque el administrador había sido acusado de malgastar los bienes de su patrón. No hubo ninguna defensa ante la acusación. Solo un silencio culpable… y una reflexión que el acusado hizo en su interior:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!" (Lucas 16,10-13)
Y lo que hizo aquel administrador deshonesto fue redoblar su apuesta. Falsificó documentos de algunos deudores importantes para que aparecieran con una deuda mucho menor. De esta forma, logró ganarse amigos con los que contar cuando quedara en la calle.
Obró tan astutamente, que su mismo Señor, a pesar de su disgusto, reaccionó de una manera sorprendente:
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente.
(Lucas 16,10-13)

Obviamente, Jesús no propone con esta parábola esa conducta claramente deshonesta, corrupta, como un buen ejemplo a seguir. ¿A dónde quiere llegar Jesús?
Comentando este texto, el Papa Francisco hace ver que lo que en el fondo ha hecho este hombre, lo que sí es imitable, pero por vías honestas, es cambiar su centro de atención: dejar de mirar la plata para mirar a las personas. Dice Francisco: 

“la riqueza puede empujar a la gente a construir muros, crear divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a dar vuelta la corriente, haciendo amigos con las riquezas”.
Dice Jesús:
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. (Lucas 16,10-13)
Con estas palabras, Jesús nos invita a dos cosas:
Primero, como ya decíamos, a transformar bienes y riquezas materiales en relaciones personales.
La mayor riqueza está en los vínculos, en las amistades auténticas que vamos creando con los demás, basadas en los dones que hemos recibido de Dios y que compartimos con los otros.
El administrador quedó bien con algunos esperando que luego lo recibieran en sus casas. Jesús habla de amigos que nos reciban “en las moradas eternas”.
Y ahí está la segunda invitación que nos hace: actuar en la vida sin perder de vista el fin último al que está llamada toda la humanidad; entrar a compartir la eternidad de Dios. Sobre esto concluye Francisco: 

“Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, nos acogerá en el Paraíso no solamente Dios, sino también aquellos con los que hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos”.
Entonces, tal como se preguntó el administrador “¿qué voy a hacer ahora?”… mientras estamos en esta vida, siempre es posible hacer el bien, siempre es posible amar, siempre es posible, de alguna manera, reparar el mal que hemos hecho. Se trata de obrar hábilmente de manera de ganar no los premios pasajeros de este mundo, sino la vida que permanece para siempre.
Eso es, precisamente, lo que pide una de las oraciones de la liturgia. Recemos juntos:

Dios nuestro, protector de los que esperan en ti,
fuera de quien nada tiene valor ni santidad;
acrecienta sobre nosotros tu misericordia,
para que, bajo tu guía providente,
usemos los bienes pasajeros de tal modo
que ya desde ahora podamos adherirnos a los eternos.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

En esta semana.

El lunes 19, en Uruguay, recordamos a las beatas Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz, vírgenes y mártires en España, durante la persecución religiosa de 1936. Ambas habían nacido en Montevideo, desde donde emigró toda la familia.

El martes 20, Mons. Carlos Collazzi, obispo de Mercedes, cumple sus 75 años. Mons. Collazzi es obispo desde 1995, siempre en la misma diócesis, pero prestando también buenos servicios en la Conferencia Episcopal del Uruguay, de la que fue varias veces presidente y en el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM. A él nuestro agradecimiento y nuestras felicitaciones.
Ese mismo día la iglesia celebra la memoria de los mártires coreanos San Andrés Kim, presbítero y san Pablo Chong y compañeros.

El miércoles 21, fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista que, respondiendo al llamado de Jesús, dejó su infame oficio de publicano y siguió al maestro. Bajo su autoridad está uno de los evangelios, en el que Jesucristo es presentado como aquel que viene a llevar a su plenitud la primera Alianza de Dios con su Pueblo en una nueva y eterna alianza.

Jueves 22: Día del maestro. Recordamos con gratitud a quienes nos enseñaron las primeras letras, muchas veces con cariño de madre.

Viernes 23, un santo muy querido y recordado: San Pío de Pietrelcina, el Padre Pío, sacerdote de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados y configurándose con Cristo crucificado.

El sábado 24 celebramos en Uruguay a Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de la diócesis que forman los departamentos de Soriano y Colonia. Es también el día de la Pastoral Carcelaria.

Y adelantamos que el próximo Domingo 25 celebraremos la fiesta patronal de la parroquia San Adolfo, en El Dorado, barrio de la ciudad de 18 de Mayo.

Y hasta aquí llegamos hoy, amigas y amigos. Gracias por su atención. Que los bendiga Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

sábado, 10 de septiembre de 2022

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido” (Lucas 15,1-32). Domingo XXIV durante el año.

El evangelio de hoy nos presenta dos parábolas breves y una más extensa, conocidas como “las parábolas de la misericordia”.
Nos ayuda a entender estas parábolas el contexto en el cual fueron pronunciadas:
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
(Lucas 15,1-32)
Lucas nos presenta así dos grupos y dos actitudes diferentes. Los primeros se acercan a Jesús para escucharlo; los segundos, viendo eso, murmuraban contra Jesús.
Lucas parece exagerar cuando dice que todos los publicanos y pecadores se acercaban a escuchar a Jesús. Pero el evangelista quiere que todos nos sintamos incluidos: no hay ningún pecador que, acercándose a Jesús con deseo de escucharlo, no sea recibido por él.
A las murmuraciones de escribas y fariseos, que le reprochaban, precisamente, el recibir a los pecadores, Jesús responde con dos parábolas breves: una de ambiente masculino, de pastores y la otra, de ambiente femenino, de ama de casa.
«Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?»
«Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?»
Las dos parábolas terminan con el encuentro y la alegría compartida. El pastor vuelve con la oveja perdida y llama a sus amigos y vecinos. Lo mismo hace la mujer con sus amigas y vecinas.
“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”.
“Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”.
Las dos parábolas concluyen de forma similar, expresando la alegría del Cielo, es decir, de Dios:
de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte
En la conclusión de la primera parábola, Jesús agrega una nota de ironía, llamando a la reflexión a escribas y fariseos, que no manifiestan la necesidad de convertirse y se sienten ajenos a la alegría de Dios y de sus ángeles ante la conversión de los pecadores.
habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse
La parábola extensa, que viene a continuación, es conocida como del hijo pródigo, es decir, del hijo derrochador, que tira alegremente la herencia recibida de su padre. Pero en el relato hay otro hijo, que también tiene su papel, por lo que se llama “parábola de los dos hermanos”. Y no nos podemos olvidar del Padre; el título más justo sería “la parábola del Padre misericordioso”.

Sobre esta parábola hay libros enteros y grandes obras de arte. Lo importante es meternos adentro y reconocernos en alguno de los personajes, porque a veces nos toca ser el hijo arrepentido que regresa, o darnos cuenta de que nos ponemos en la posición del hermano mayor o que tenemos que ser “misericordiosos como el Padre.

Siguiendo de alguna manera el tema de la alegría y la fiesta, podemos detenernos en ese aspecto, que aparece muy bien en el relato.
Cuando el hijo menor vuelve, sinceramente arrepentido, a implorar apenas un humilde puesto de trabajo entre los servidores de su Padre, se encuentra con que el Padre misericordioso le devuelve su condición de hijo e inmediatamente organiza la celebración de su regreso:
"Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.
Mientras tanto, el hijo mayor va volviendo de su trabajo en el campo:
Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
Como vemos, la fiesta es completa: no solo una buena comida, sino también canto y baile. Pero cuando le explican el motivo de la celebración, el hermano mayor no quiere entrar:
“Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.
Y aquel padre, que salió al encuentro del hijo arrepentido que volvía a la casa, vuelve a salir para buscar a su hijo mayor. Éste le recrimina amargamente lo que está haciendo, pero el Padre lo llama a recapacitar y a participar de su alegría:
"Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"
Así termina la parábola, y Jesús no agrega ninguna conclusión. El hijo mayor está a la puerta, el Padre lo ha invitado a entrar a la fiesta… pero no sabemos cuál es su respuesta; solo podemos saber cuál sería la nuestra... ¿Nos consideramos, acaso, uno de los noventa y nueve justos que no necesitan convertirse y nos quedamos afuera, o nos animamos a entrar para abrazar de nuevo a nuestro hermano y participar de la alegría del Padre?

En la segunda lectura aparece un testimonio que nos anima, el de un fariseo arrepentido, san Pablo:
Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en Él para alcanzar la Vida eterna. (Timoteo 1, 12-17)
Pablo comprendió que los noventa y nueve justos no existen y que todos necesitamos la misericordia de Dios. Todos somos como la oveja perdida y como el hijo pródigo. Estábamos perdidos, pero Dios envió a su Hijo único a buscarnos y, si nos encuentra, Dios se alegra junto con todos sus ángeles. Demos a Dios motivo de fiesta en el cielo.

En esta semana

  • El martes 13 recordamos a San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia.
  • Miércoles 14, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.  Ese día, el Padre Manuel Casás, párroco de Tala, cumple los 25 años de su ordenación sacerdotal, aunque la fiesta será el domingo 18.
  • El jueves 15 recordamos a Nuestra Señora de los Dolores: la madre de Jesús asociada a la Pasión de su Hijo.
  • Viernes 16, Santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires.
Y hasta aquí llegamos hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Palabra de Vida: «Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible» (1 Co 9, 19). Septiembre 2022.

«Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible». 

La Palabra de vida de este mes está sacada de la Primera carta de Pablo a los cristianos de Corinto. Él se encuentra en Éfeso, y a través de estas palabras suyas trata de proporcionar una serie de respuestas a los problemas surgidos en la comunidad griega de Corinto, ciudad cosmopolita y gran centro comercial, famosa por el templo de Afrodita pero también por su proverbial corrupción. 

Gracias a la predicación del Apóstol, unos años atrás los destinatarios de la carta se habían convertido a la fe cristiana desde el paganismo. Una de las controversias que dividían a la comunidad se refería al hecho de poder comer la carne sacrificada a los ídolos en los ritos paganos. Subrayando la libertad que tenemos en Cristo, Pablo presenta un amplio análisis sobre cómo comportarse ante ciertas opciones, y se detiene en particular en el concepto de libertad. 

«Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible». 

Puesto que los cristianos saben que 
«que el ídolo no es nada en el mundo y no hay más que un único Dios» (8, 4), 
resulta indiferente comer o no comer la carne sacrificada a los ídolos. El problema surge cuando un cristiano se encuentra en presencia de alguien que aún no posee esta conciencia ni el conocimiento de la fe, de modo que, con su actitud, puede escandalizar a una conciencia débil. 

Cuando están en juego el conocimiento y el amor, Pablo no tiene dudas: el discípulo debe elegir el amor incluso renunciando a su libertad, tal como hizo Cristo, que libremente se hizo esclavo por amor. 

Es fundamental atender al hermano débil, a quien tiene una conciencia frágil y poco conocimiento de las cosas, con el fin de «ganar» en el sentido de hacer que llegue al mayor número de personas la vida buena y bella del Evangelio. 

«Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible». 

Como escribe Chiara Lubich, 
«si estamos incorporados a Cristo, si somos Él, tener divisiones o pensamientos contrapuestos es dividir a Cristo. […] Si […] entre los primeros cristianos hubiese peligro de romper la concordia, se aconsejaba ceder en las propias ideas con tal de mantener la caridad. […] Lo mismo sucede hoy: aun estando a veces convencidos de que es mejor un modo determinado de pensar, el Señor nos sugiere que a veces es mejor ceder en nuestras ideas con tal de salvar la caridad con todos, pues es mejor lo menos perfecto con acuerdo que lo más perfecto en desacuerdo. Y este plegarse con tal de no romper es una de las características –quizá dolorosas, pero también más eficaces y bendecidas Septiembre 2022 por Dios– que mantienen la unidad según el pensamiento más auténtico de Cristo y que, por consiguiente, saben apreciar su valor» (1). 

«Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible». 

La experiencia del cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen Van Thuan –que transcurrió 13 años en prisión, nueve de ellos en aislamiento total– testimonia que cuando el amor es verdadero y desinteresado suscita como respuesta más amor. Durante su encarcelamiento fue entregado a cinco guardias, pero los jefes decidieron sustituirlos cada dos semanas por otro grupo porque estos eran «contaminados» por el obispo. Al final decidieron dejar siempre a los mismos, pues de otro modo «contaminaría» a todos los policías de la cárcel. Él mismo cuenta: 
«Al principio, los guardias no hablaban conmigo. Se limitaban a responder sí o no. […] Una noche me vino un pensamiento: “Francisco, tú todavía eres muy rico; tienes el amor de Cristo en el corazón; ámalos como Jesús te ha amado”. Al día siguiente empecé a quererlos más aún, a amar a Jesús en ellos, sonriendo, dirigiéndoles palabras amables. […] Poco a poco nos hicimos amigos» (2). 
Con la ayuda de sus carceleros, fabricó en prisión la cruz pectoral que llevaría hasta su muerte, símbolo de la amistad que había nacido entre ellos: dos trozos de madera con una cadenita de metal. 

LETIZIA MAGRI 

[1] C. LUBICH, El arte de amar, Ciudad Nueva, Madrid 2006, 20122 , pp. 130-131.

[2] F.-X. NGUYEN VAN THUAN, Testigos de esperanza, Ciudad Nueva, Madrid 2000, 202115, p. 87.


5 de septiembre: 25 años de la muerte de Santa Teresa de Calcuta

Santa Teresa de Calcuta,
Capilla del Hogar San José,
Villa San Isidro, 18 de Mayo, Canelones.

Nacimiento e infancia

Agnes Gonxha (1) Bojaxhiu, la futura Madre Teresa de Calcuta, nació en Skopie (actualmente capital de Macedonia del Norte) el 26 de agosto de 1910 y fue bautizada al día siguiente.

Fue la menor de cinco hijos, dos de los cuales murieron con corta edad. Los padres de Gonxha, Nikola y Drana Bojaxhiu, albaneses católicos, dieron a sus hijos un hogar lleno de amor. La muerte súbita del padre, en 1918, fue un duro golpe al bienestar y la seguridad familiar. 

El primer llamado

A los doce años, Gonxha experimentó un fuerte llamado a la misión y el servicio entre los pobres y solicitó ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María (Hermanas de Loreto) en Irlanda, con la intención de ir a India, donde las Hermanas tenían una importante presencia misionera e, inclusive, un noviciado. Gonxha dejó su hogar en septiembre de 1928. Al llegar a la abadía de Rathfarnham, donde estudiaría inglés, recibió el nombre de Hermana Teresa. 

En India

En diciembre de 1928 partió rumbo a India. Llegó a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de dos años de noviciado en Darjeeling, la Hermana Teresa hizo sus primeros votos en mayo de 1931. Fue destinada a la comunidad de Loreto en el barrio de Entally, en Calcuta y enseñó en la escuela Saint Mary de enseñanza media. 

En mayo de 1937 la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua como Hermana de Loreto y a partir de allí pasó a ser llamada Madre Teresa. Retomó sus tareas en la Escuela Saint Mary y en 1944 asumió la dirección. Pronto fue notable su caridad, su humildad, su valor, su capacidad para el trabajo duro, así como un natural talento para la organización y un espíritu alegre. Físicamente frágil, no disfrutó de buena salud en esos años.

El "llamado dentro del llamado"

El 10 de septiembre de 1946, en camino a Darjeeling para su retiro anual, la Madre Teresa recibió lo que ella llamaría “el llamado dentro del llamado” (2). En el curso de los meses siguientes, ella sintió en su interior que Jesús le pedía establecer una comunidad religiosa dedicada al servicio de los más pobres entre los pobres. Ella expuso esa inspiración al escrutinio de su director espiritual y al discernimiento del arzobispo de Calcuta, Mons. Ferdinand Périer SJ. Después de mucha oración y reflexión, ambos le permitieron dar ese nuevo paso.

Los comienzos de la nueva fundación

En agosto de 1948 Madre Teresa salió del convento de Loreto y de Entally para recibir una formación intensiva en cuidados de salud con las Hermanas Misioneras Médicas (3) en Patna.
De regreso en Calcuta en diciembre de ese año, se alojó con las Hermanitas de los Pobres y comenzó a trabajar en las periferias, visitando enfermos, reuniendo e instruyendo a pequeños niños de la calle y, poco a poco, abriendo su primera escuela y dispensario en los asentamientos de Motijhil. 

Los desafíos y sufrimientos de aquellos primeros tiempos fueron realmente grandes, pero ella perseveró en seguir el llamado de Dios. Dios premió sus grandes sacrificios con vocaciones, benefactores y una misión floreciente. El 7 de octubre de 1950, la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad fue erigida oficialmente como instituto religioso en la arquidiócesis de Calcuta.

Nuevos desafíos, nuevos colaboradores

Para ponerse al servicio de las diversas formas de pobreza que ella fue encontrando a medida que la misión se fue expandiendo, además de las Misioneras de la Caridad, la Madre Teresa comenzó en 1963 la fundación de los Hermanos Misioneros de la Caridad y en los últimos años las ramas contemplativas (Hermanas y Hermanos) y la rama de sacerdotes. Desde el comienzo de su misión entre los pobres, un gran número de fieles laicos compartieron su obra y en su momento se unieron en una asociación internacional e interreligiosa conocida como “The Co-workers of Mother Teresa” (4).

A pesar de su edad y de los crecientes problemas de salud, Madre Teresa viajó a través del mundo sirviendo a los más pobres y a las personas afectadas por desastres, abriendo nuevas casas donde aparecían las necesidades. También fue invitada a hablar en innumerables reuniones públicas. 

La muerte

El 5 de septiembre de 1997, Madre Teresa murió en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad en Calcuta. Su cuerpo fue transferido a la Iglesia de Santo Tomás, cerca del convento de Loreto donde ella había llegado por primera vez sesenta y nueve años antes. Cientos de miles de personas de todas clases y religiones, de India y del extranjero, le presentaron su homenaje. El 13 de septiembre, después de pasar en procesión a través de las calles de Calcuta y con un funeral de Estado, su cuerpo fue sepultado en la Casa Madre. Su tumba se convirtió en sitio de peregrinación y lugar de oración para gente de todos los credos y formas de vida.

La santa

El 19 de octubre de 2003 San Juan Pablo II la declaró beata y el 4 de septiembre de 2016 fue canonizada por el papa Francisco. Para los pobres, los niños y todos los que la conocieron, la amaron y le rezan, ella continúa siendo “Madre Teresa”. 

El legado

Las Misioneras de la Caridad continuaron creciendo después de la muerte de Madre Teresa. En 2020 había 5191 Hermanas en 762 misiones distribuidas en 139 países, continuando el legado de la fundadora y ofreciendo gratuitamente y de todo corazón su servicio a los más pobres entre los pobres.

Fuente (en inglés): Our Foundress (missionariesofcharity.org)

Notas

(1) Gonxha era el nombre con que se la llamaba habitualmente. En albanés significa “capullo” o “pimpollo”.
(2) “the call within a call.”
(3) “Medical Mission Sisters” es el nombre en inglés.
(4) Literalmente "Los colaboradores de Madre Teresa".

Traducción, notas y redacción final: H.B.

Las Misioneras de la Caridad en el Hogar San José

En la Diócesis de Canelones.

Dicen las Misioneras de la Caridad:

En 1985, inspiradas en la obra de nuestra fundadora, la santa Madre Teresa de Calcuta, nos instalamos en esta ciudad para acoger “a los descartados” de tantos lugares de nuestra sociedad y ofrecerles una vida digna y colmada del amor de Dios en el último tramo de sus vidas. Este servicio lo venimos realizando gracias a la ayuda providente del Señor y de tantos hermanos y hermanas de este país que no nos dejan solas en la misión.
Las Misioneras de la Caridad llevan adelante su obra en el Hogar San José, muy cerca de la Parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en el barrio Villa San Isidro, anteriormente parte de la ciudad de Las Piedras, actualmente parte de la ciudad y municipio 18 de Mayo. En la capilla del Hogar hay una imagen de la santa.

Las Hermanas están también presentes en la Arquidiócesis de Montevideo y en la Diócesis de Florida.


sábado, 3 de septiembre de 2022

4 de septiembre: 30 años después de su muerte, el Padre Cacho sigue presente.

 

Mural en la parroquia Sagrados Corazones,
calle Possolo, Montevideo.
 

Ruben Isidro Alonso, el "Padre Cacho" falleció el 4 de septiembre de 1992, en Montevideo, en el Hogar Sacerdotal.

Su causa de beatificación fue iniciada en 2017, por lo que recibe el título de "Siervo de Dios".

En ese año publiqué en este blog una nota contando "Como conocí al Padre Cacho", que puedes leer haciendo CLICK AQUÍ.

A continuación, la oración y la forma de comunicar si se ha recibido una gracia a través de la intercesión del Siervo de Dios. (Si necesitas ampliar la imagen, haz click en ella).

Finalmente, este es el enlace a un video de un minuto en el que se recuerda, con las palabras de Cacho, la forma en que experimento el llamado a vivir entre los más pobres.

viernes, 2 de septiembre de 2022

El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo (Lucas 14,25-33). Domingo XXIII durante el año.

Amigas y amigos, antes de nuestra habitual reflexión sobre el Evangelio, les comento que este domingo será beatificado en Roma el Papa Juan Pablo Primero; se cumplen treinta años de la muerte del Padre Cacho y se celebra en Uruguay la Jornada Nacional de la Juventud.

Juan Pablo I, de nombre Albino Luciani, nació en el seno de una familia obrera. Participó en el Concilio Vaticano II. Su pontificado duró solo treinta y tres días. Murió el 28 de septiembre de 1978. Es recordado como “el Papa de la sonrisa”. Sus catequesis muestran un hombre que, con sencillez y buen humor, explicaba y acercaba los misterios de la fe a todos. El milagro que hizo posible su beatificación fue la curación de una niña entrerriana que sufría una enfermedad incurable. Beatificación: 10:30 hora de Roma, 5:30 hora de Uruguay

El Padre Cacho fue un sacerdote salesiano que sintió el llamado de ir a vivir en medio de los pobres. Así lo cuenta el mismo:

“Siento la imperiosa necesidad de ir a vivir en un barrio de pobres y hacer como hacen ellos. No como táctica de infiltración, de camuflaje o demagogia, ni siquiera como gesto profético de nada, sino para encontrar a Cristo en cada uno, porque sé que vive allí, que habla su idioma, que se sienta a su mesa, que participa de sus angustias y esperanzas”.
A fines de los setenta se instaló en el Barrio Plácido Ellauri. Desde allí, como un vecino más, comenzó a trabajar con la gente en mil iniciativas que se fueron desplegando y realizando por parte de los propios vecinos con muchas ayudas solidarias. Su entierro en el cementerio del Norte fue acompañado por un cortejo de miles de personas y más de 50 carritos de recolectores. Sus restos descansan hoy en la Parroquia Sagrados Corazones. Su proceso de beatificación ya ha sido iniciado.

“¡Despertá la vida, agitá el encuentro!”. Con ese lema ha sido convocada la Jornada Nacional de la Juventud que cada año organiza la Pastoral Juvenil del Uruguay. Los jóvenes de nuestra Diócesis se encuentran hoy en el Colegio San Isidro de Las Piedras, compartiendo a las 11 la Misa con la comunidad y desarrollando antes y después varias actividades.

Ser discípulo de Jesús

Y vamos ahora al evangelio de este domingo, donde Jesús nos dice:

El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14,25-33)

¿Quién puede ser discípulo o discípula?

Los evangelios nos dicen que Jesús dedicó grandes esfuerzos a preparar a los doce que él llamó y que lo seguían a todas partes, pero también a personas como Marta, María y Lázaro que lo recibían en su casa o aquellas mujeres que lo ayudaban con sus bienes.

Muchos otros se acercaban a él y lo llamaban Rabbí, es decir, Maestro… pero no por eso Jesús los consideraba discípulos suyos. El evangelio de hoy presenta tres condiciones para serlo, que pueden resumirse en una: poner el amor a Jesús por encima de todo. Jesús hace entender que quien no las cumple no puede ser su discípulo.

La primera condición se refiere a los vínculos, los afectos, que cada uno tiene con los miembros de la propia familia:

Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14,25-33)

Lo que leímos es una traducción suavizada o, mejor dicho, una traducción que busca recoger el sentido de las palabras de Jesús. En algunas biblias podemos encontrar la traducción literal, que dice: “Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre y a su madre… etc.” “Aborrece”, incluso “odia”… Son chocantes esas expresiones. Jesús no nos puede estar indicando “odiar” a nadie, él que nos pide amar inclusive a los enemigos… La traducción más adecuada está en ese “me ame más que a su padre y a su madre…” Pero el amor a los nuestros no puede ser un obstáculo para seguir a Jesús.

Ni siquiera el amor a la propia vida, que también está incluida en esa expresión fuerte de Jesús: aborrecer hasta la propia vida. Y aunque Jesús recoge como uno de los mandamientos esenciales de la Ley el “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, ese amor a sí mismo no puede estar por encima del amor a Jesús.

El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14,25-33)
Esta es la segunda condición, unida precisamente a ese amar a Jesús más que la propia vida. El evangelio de Juan nos recuerda que
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota». (Juan 19,17)
Muchos de los primeros cristianos llegaron al martirio. De distintas formas se les dio muerte, pero en todas ellas se unieron a Jesús crucificado, para llegar a participar de su resurrección. Sin embargo, quienes continuaron en vida aprendieron a llevar la cruz cada día, asumiendo por la fe y en la fe los distintos sufrimientos, dolores y pruebas que les traía el seguir a Jesús.

La tercera condición la plantea Jesús de esta manera:

cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14,25-33)
Otra vez tenemos que leer esto en la clave del seguimiento. Se trata de renunciar a todo lo que me impide seguir a Jesús, a todo aquello a lo que estoy apegado de tal manera, que se transforma en el centro de mi vida y pone a Dios al costado o directamente afuera.

Junto con el planteo de estas condiciones tan duras, Jesús invita a reflexionar por medio de dos parábolas: el presupuesto para edificar una torre y el tamaño del ejército ante una batalla.

¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? (Lucas 14,25-33)
Realmente, si nos ponemos a calcular lo que cuesta seguir a Jesús, de acuerdo con lo que él mismo presenta, parece difícil que nos pongamos en camino. Juan Pablo Primero no habría aceptado la elección; el Padre Cacho se hubiera quedado con su sueño de ir a vivir con los pobres y tal vez hasta los jóvenes pensarían que no vale la pena organizar una jornada… sin embargo, el evangelio nos muestra que cuando ponemos lo poco que tenemos, nuestros cinco panes y dos peces, es el mismo Jesús quien lo multiplica. Si no estamos dispuestos a ponernos nosotros mismos ante Jesús, entonces nada sucederá… pero si le respondemos, aún en nuestra debilidad, se manifestará su fuerza, pues, como dice san Pablo:
este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios. (2 Corintios 4,7)

En esta semana

Retiro del Clero de Canelones. Del lunes 5 al viernes 9 sacerdotes y diáconos de la diócesis estaremos de Retiro en Villa Guadalupe. Recen por nosotros.
El lunes 5, santa Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, presentes en nuestra diócesis con su Hogar San José en 18 de Mayo.
Jueves 8, natividad de María, aniversario episcopal de Mons. Hermes Garín.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.