viernes, 30 de junio de 2023

“El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí” (Mateo 10,37-42). Domingo XIII durante el año.


El evangelio de hoy nos trae palabras duras de Jesús.
Son palabras especialmente dirigidas a sus discípulos, en el momento de enviarlos en misión.
Lo primero que les dice Jesús en este pasaje es chocante y lo sería más aún si lo tradujéramos literalmente:
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; 
y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. (Mateo 10,37-42)
El afecto y la ternura que pueden darnos nuestros padres, la amistad entre hermanos, el cariño de los hijos hacia los padres ¿no es acaso algo bueno? Sin duda. Más aún, el mismo Jesús que me llama a amar al prójimo como a mí mismo no me pide que no ame a los miembros de mi propia familia. Sin embargo, para el discípulo de Jesús hay una relación que está primero, que es prioritaria: la relación con él, con el Maestro.
Por eso mismo, como creyentes, como discípulos, tenemos que preguntarnos sobre nuestra relación con Jesús: ¿nos encontramos con Él? ¿Le rezamos y hablamos con Él? 
Nuestra relación con Jesús, ponerlo en primer lugar nos ayuda a profundizar y a purificar nuestro amor al prójimo y a los miembros de nuestra familia. Nos ayuda a pasar de un amor posesivo, de un amor que quiere como apropiarse del otro, a un amor oblativo, es decir, un amor que se da, que se entrega, sin esperar nada a cambio, aunque pueda recibir mucho. Desde esta perspectiva entendemos mejor esto que Jesús nos pide:
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. (Juan 15,12)
He dicho “esto que Jesús nos pide”… pero Jesús no pide, Jesús da: ámense “como yo los he amado”. Él nos da su amor para que podamos amar como Él amó.
Más abajo, en el mismo pasaje, encontramos estas palabras:
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a Aquél que me envió. (Mateo 10,37-42)
El misionero, la misionera, no van al encuentro de los demás llevándose a sí mismos. 
A quien llevan, o a quien tienen que llevar a los demás es a Jesús.
¿Cómo podrían -como podría yo- llevarlo, sin vivir una verdadera unión con Él, sin amarlo con todo el corazón y por encima de todo? Pueden -o puedo yo- llevar algunos conceptos, algunas explicaciones… pero si no vivimos nuestro propio encuentro con Jesús, si no vivimos cada día ese encuentro con el Maestro, difícilmente podremos ayudar a otros a encontrarse con Él.
La gente tiene que percibir, tiene que ver, que, para ese discípulo o esa discípula, Jesús es el centro de su vida, Jesús es todo en su vida.
Eso no quiere decir que estas personas sean santas, que no tengan defectos y errores (eso sí, con la humildad de reconocerlos). Lo importante es que su vida esté unificada por tener a Jesús en el centro y sigan, día a día, buscando crecer en esa unión con Él.
Nos quedan todavía las palabras más duras, que encontramos en estos versículos:
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. (Mateo 10,37-42)
Aquí se trata de seguir a Jesús por el mismo camino que Él ha recorrido, sin buscar otras sendas. No hay amor verdadero sin cruz. Lo saben bien quienes, llevados por el amor, son capaces de sacrificarse por las personas que aman: lo saben los miembros de una familia, lo saben los amigos, lo saben personas solidarias que han sabido hasta dar la vida por rescatar y salvar a un semejante. 
Si se lleva con Jesús, la cruz no da miedo. Él mismo da la fuerza para llevarla cuando se hace más pesada, en las horas más oscuras y difíciles. La unión con Jesús aleja la inquietud por preservar la propia vida, en una actitud temerosa y egoísta. El que pierda su vida por Jesús, es decir, por amor a Jesús, por amor al prójimo, por amor a los demás, la encontrará.
Las palabras finales de Jesús son especialmente consoladoras. Lo son para los misioneros, porque les anuncian que encontrarán personas que los ayuden; al mismo tiempo, son consoladoras para todo aquel que preste aún el más pequeño servicio a los discípulos de Jesús:
Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa (Mateo 10,37-42)
La Palabra de Dios nos recuerda en muchos sitios que Dios conoce el corazón de las personas. Para Él están al descubierto las intenciones de los hombres. Así, puede ver, con los ojos de Jesús, la enorme generosidad de la viuda que deposita en la alcancía del templo las dos moneditas que eran todo lo que tenía para comer y en cambio, advertirnos de esta forma:
Cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. (Mateo 6,2)
Las palabras exigentes de Jesús pueden abrumarnos. Jesús es un amigo exigente; pero, ante todo, es un amigo. Su amor exigente quiere ayudarnos para que brote de nuestro propio corazón un amor generoso, un amor que lo haga presente a Él mismo ante nuestro prójimo, porque es, en definitiva, el amor con que Él mismo nos amó entregándose en la cruz. 
Poniéndonos en sus manos, no nos perderemos y siempre encontraremos la vida. 

Pastoral Juvenil Canelones: soñando con la JNJ 2024

El 24 y 25 de junio se reunió en Pando la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil, presidida por Mons. Milton Tróccoli. En ella se trabajó sobre la Jornada Nacional de la Juventud de este año, para la cual se eligió como lema el mismo de la Jornada Mundial que se celebra en Portugal en agosto: “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1, 39).  Asimismo, el equipo de Pastoral Juvenil de Canelones, con el apoyo del obispo diocesano, manifestó su disposición a recibir en 2024 la Jornada Nacional. Integrantes del equipo manifestaron que soñaban con que esa jornada fuera para los jóvenes un verdadero encuentro con Jesús, un momento verdaderamente significativo en sus vidas. Diócesis de Canelones: ¡A prepararnos!

135 años del Colegio Nuestra Señora del Huerto, Pando

Hoy, 2 de julio, es la fiesta de Nuestra Señora del Huerto, que celebramos en el Colegio que lleva su nombre, en la ciudad de Pando. Fundado en 1888, en tiempos del P. Juan Bimbolino, el colegio festeja 135 años de vida, siempre a cargo de las Hijas de María Santísima del Huerto.
Las Hermanas del Huerto llegaron a Uruguay en 1856, para atender el Hospital de Caridad (hoy Hospital Maciel). El Papa Pío Nono las alentó a que se ocuparan también de la educación de la niñez. En 1864 inauguraron su primer colegio, en Montevideo. Catorce años más tarde, el tren trajo las hermanas a Pando, donde fueron recibidas con cantos de alegría en la iglesia parroquial. Al otro día se inauguraron los salones. 135 años después, la obra de las hermanas continúa, siempre bajo el amparo de la Virgen del Huerto. Son miles y miles los pandenses que, a lo largo de más de un siglo, pasaron por sus aulas y guardan de esos años hermosos e imborrables recuerdos.

En esta semana

  • Mañana lunes, celebramos la Fiesta de Santo Tomás, apóstol. En él tenemos una invitación a renovar nuestra fe y reconocer a Jesús como nuestro Señor y nuestro Dios.
  • El mismo día, 3 de julio, se cumplen 210 años del nacimiento de Jacinto Vera. Otra ocasión para recordar a nuestro beato, nacido en el mar, bautizado en Brasil, pero que vivió una gran parte de su vida en nuestro suelo canario.
Amigas y amigos, esto es todo por hoy. Gracias por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

jueves, 29 de junio de 2023

Los Cerrillos: despedida de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel.



Las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel son una congregación fundada en España a fines del siglo XIX, en la Sede de Urgel. La fundadora fue la beata Ana María Janer, quien, con dos postulantes, para atender el Hospital y la Casa de Misericordia. Un acta recoge el espíritu en que venía la fundadora:

“Ella ha venido aquí con el objeto de encargarse de la dirección interior del establecimiento por espíritu de caridad, y no de intereses, contentándose en que se mantenga a ella y a las demás hermanas sanas y enfermas con la decencia correspondiente a su clase y que para calzar y vestir se les dé para cada una de las hermanas la cantidad de ciento sesenta reales vellón anuales y al mismo tiempo que a su muerte se les hagan los funerales a voluntad de la junta, cediendo a favor de la misma todo lo que ganaren con su trabajo.” 

El "espíritu de Caridad" animó desde entonces a la naciente congregación. La Madre Janer murió en 1885, a los 84 años, viendo ya extendida la presencia de sus hijas.

En 1955, hace 68 años, las Hermanas llegaron a Los Cerrillos, para hacerse cargo del Colegio Santa Isabel. Ya hace algunos años las Hermanas se retiraron de la atención directa del Colegio, aunque seguían vinculadas a él, viniendo desde Las Piedras a dar catequesis. La orientación del Santa Isabel está a cargo de Fundación Sophía, una institución eclesial que tiene como objetivo sostener los colegios católicos, poniendo énfasis en la identidad, la calidad educativa y la sustentabilidad.

Hoy, en el templo parroquial, se celebró la Eucaristía presidida por Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Canelones, quien fue acompañado por el P. Jorge Jaurena, párroco de Santa Lucía y de Los Cerrillos y el P. Andrés Boone, párroco de San Isidro de Las Piedras, parroquia en la cual viven todavía las Hermanas.

Esto ha sido una despedida porque las Hermanas dejan la diócesis de Canelones y el Uruguay, para marchar a otros campos de misión.

El templo de Los Cerrillos estaba rebosante con la presencia de alumnos, padres, docentes y personal del Colegio, exalumnos y tres de las Hermanas. Hubo momentos muy emotivos y, a pesar del sabor agridulce de una celebración como ésta, primó el sentimiento de gratitud por los 68 años de presencia y entrega de las Hermanas en Los Cerrillos.  

Luego de la Misa, en el Colegio se ofreció un chocolate caliente y se descubrió una imagen de la Beata Ana María Janer, que seguirá acompañando a los niños con su presencia de Madre.

miércoles, 28 de junio de 2023

"Cosa de Dios": 40 años de la "Fazenda da Esperança", una comunidad para la recuperación de personas con adicciones.

El 29 de junio, Fazenda da Esperança celebra sus 40 años. Presente en Uruguay desde 2009 (Cerro Chato, Melo y Montevideo), esta celebración llegará a Montevideo en los últimos días de agosto, con la presencia de los fundadores Fray Hans Stapel OFM y Nelson Giovannelli. 

Dios va haciendo sus cosas...

Todo comenzó a prepararse en 1979, cuando Fray Hans Stapel OFM, (franciscano de la Orden de los Frailes Menores), asume el cargo de párroco de la Parroquia de Nossa Senhora da Glória, en Guaratinguetá, Sao Pablo, Brasil. 

Al llegar a la parroquia encontró una Obra Social, del mismo nombre que la parroquia, en pleno funcionamiento desde 1970. En su nueva tierra de misión procuró transmitir la presencia de Jesús, en medio de su comunidad, viviendo el Evangelio.

Más tarde nació en la parroquia un grupo para meditar la Palabra, compartir experiencias unos con otros y vivir actos concretos de amor, como la visita a los pobres y enfermos. 

Nelson Giovanelli Rosendo dos Santos e Iraci da Silva Leite (una de las fundadoras de la realidad femenina de la Granja) también formaban parte de este grupo, que crecía cada vez más, liderado por Frei Hans.

Y se produjo el llamado

Era junio de 1983. Nelson Giovanelli pasó varias veces en bicicleta por una esquina del barrio Pedregulho, en Guaratinguetá, donde un grupo de veinte jóvenes se drogaba. Con el deseo de vivir concretamente el Evangelio, decidió acercarse y, poco a poco, ganó la confianza de todos. 

A partir de ahí, uno de aquellos jóvenes, Antônio Eleutério, pidió ayuda para salir del mundo de las drogas. Nació así la comunidad terapéutica Fazenda da Esperança.

Hoy existen más de 150 comunidades terapéuticas, conocidas como Fazendas da Esperança, repartidas por todo el territorio de Brasil y en más de 24 países, incluido Uruguay. 

A lo largo de los años, la Providencia Divina se ha manifestado en la historia. Innumerables personas de corazón generoso los apoyaron con gestos concretos de caridad, a través de donaciones. 

Estas manifestaciones de amor al prójimo se transformaron en obras de evangelización, infraestructura y acogida, no solo para las comunidades terapéuticas, sino también para la apertura de las Casas de Apoyo Sol Nascente, las Residencias Terapéuticas, el Servicio de Albergue Institucional para niños y adolescentes en la modalidad Casa Lar, de Projeto Girassol y Grupos Esperança Viva.

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La Fazenda en Uruguay

En Uruguay existen actualmente tres comunidades. 

La primera, la fazenda Quo Vadis? en Cerro Chato, donde se juntan los departamentos de Treinta y Tres, Durazno y Florida, inaugurada el 1 de agosto de 2009.

En 2015, en la ciudad de Melo, se inauguró la fazenda Betania, femenina, el 22 de agosto.

Después, la fazenda llegó a Montevideo, donde funciona la fazenda Monte Carmelo, en Punta Rieles, inaugurada el 8 de agosto de 2020.

Existen también los Grupos Esperanza Viva (GEV). El más antiguo es el de Montevideo, que funciona actualmente en la parroquia San Ignacio. Después vinieron los de San Carlos, Treinta y Tres, Tacuarembó (en este momento inactivo) y Juanicó, en la Diócesis de Canelones, que desde este año funciona en Las Piedras.

Los GEV son un espacio abierto a todos los que quieran conocer y vivir la espiritualidad de la Fazenda, que tiene raíces franciscanas y focolarinas. Muy especialmente los grupos son un lugar para que quienes desean ingresar a la Fazenda conozcan la propuesta y se preparen para entrar en ella, para que las familias de los internos o internas tengan un acompañamiento y conozcan el proceso que siguen quienes están haciendo su caminata (así se llama el proceso terapéutico de un año). También, de manera especial, el GEV es el lugar donde los ES (no los "ex" sino los "ES", embajadores de la Esperanza) que pasaron por la Fazenda, encuentran apoyo para perseverar en su nueva vida.

martes, 27 de junio de 2023

Jornada Nacional de la Juventud 2024: Canelones empieza a soñar.


El 24 y 25 de junio se reunió en Pando la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil, presidida por Mons. Milton Tróccoli. En ella se trabajó sobre la Jornada Nacional de la Juventud de este año, para la cual se eligió como lema el mismo de la Jornada Mundial que se celebra en Portugal en agosto: “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1, 39).  

Asimismo, el equipo de Pastoral Juvenil de Canelones, con el apoyo del obispo diocesano, manifestó su disposición a recibir en 2024 la Jornada Nacional. Integrantes del equipo manifestaron que soñaban con que esa jornada fuera para los jóvenes un verdadero encuentro con Jesús, un momento verdaderamente significativo en sus vidas. Diócesis de Canelones: ¡A prepararnos!

40 años de la Fazenda de la Esperanza. Celebraciones en Uruguay.


Con la presencia de los fundadores Fray Hans Stapel ofm y Nelson Giovanelli, se celebrarán en Uruguay los 40 años del nacimiento de esta comunidad terapéutica que nació en el municipio de Guaretinguetá, en el estado de San Pablo, Brasil, a partir del encuentro de Nelson con jóvenes adictos en una esquina de su barrio, hoy conocida como "la esquina de la Esperanza".

Domingo 27 de agosto a las 16 horas, en la Fazenda "Monte Carmelo", en Montevideo: espectáculos artísticos, testimonios, palabras de los fundadores, chocolate caliente y food truck.

Lunes 28 de agosto a las 19 horas en la Catedral de Montevideo, Misa presidida por el Cardenal Daniel Sturla.

Martes 29 de agosto a las 18 horas, en el auditorio Zorrilla del Club Católico (Cerrito 475, Montevideo) mesa redonda sobre "Problemática de las drogas: ¿existe una respuesta?". Presentación de la Fazenda. Palabras de los fundadores. Intervienen: Juan Manuel Cibils, psicólogo y Daniel Radío, secretario de políticas sobre drogas.

lunes, 26 de junio de 2023

Mensaje del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay: democracia, dignidad humana, participación, libertad, solidaridad, reconciliación y paz.


Con motivo de los 50 años del golpe de Estado del 27 de junio de 1973, los miembros del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay queremos compartir con todo nuestro pueblo y especialmente con nuestros hermanos y hermanas en la fe esta reflexión.

El rompimiento del estado de derecho, al que se llegó después de años de desencuentros y de violencia,  fue una tragedia para nuestro país. En ese tiempo ocurrieron hechos que atentaron contra la dignidad humana que siguen siendo heridas que nuestra sociedad no ha logrado sanar.

La recuperación de la democracia, en los años sucesivos, dio lugar a que nuestro país sea reconocido como “democracia plena”, algo que debemos valorar más allá de los problemas coyunturales que toda sociedad atraviesa en su devenir.

El 25 de agosto de aquel 1973, Mons. Carlos Parteli, arzobispo coadjutor de Montevideo, pronunció una homilía que fue publicada con el título “en este momento de nuestra Patria”. Precisamente porque fue escrita en aquella especial coyuntura, creemos que vale la pena recordar algunos de sus conceptos más permanentes.

En ella hablaba de “valores esenciales a salvaguardar”. El primero de ellos: la dignidad humana, en razón de la cual “nadie puede ser privado de los derechos inalienables de su naturaleza humana, ni carecer de los bienes espirituales y materiales que le son necesarios para llevar una vida conforme con su dignidad”.

La interrupción del sistema democrático, la proscripción de personas, organizaciones sociales y partidos, privó de otro de los valores que recordaba Mons. Parteli: “la participación en la responsabilidad de la vida social, en las decisiones que importan al bien común”, es decir, el ejercicio de la ciudadanía en su más amplio sentido, para lo cual “es indispensable la libertad entendida como facultad de actuar responsablemente. Tan grande es ese don de la libertad, que el propio Dios se encarnó y dio su vida por ella. Cristo murió en la cruz para vencer el pecado, que es la raíz de todas las servidumbres”.

Es desde esa libertad, sigue diciendo, que se hace posible la solidaridad: “solo quien puede liberarse de la esclavitud del propio egoísmo está en condiciones de abrirse a los demás, de sentirse solidario con sus semejantes, de amar a su Patria sirviéndola”.

Finalmente, el arzobispo expresaba la voluntad de colaborar para encontrar una salida a la crisis y emprender una nueva etapa en la historia de la Patria “más en consonancia con sus posibilidades y más acorde con las enseñanzas del Evangelio”, haciendo “profesión de solidaridad, de reconciliación y de paz”.

Cincuenta años después vivimos el desafío, como orientales y como cristianos, de colaborar a la reconciliación de nuestro pueblo y a seguir consolidando la democracia que entre todos construimos.

Que Nuestra Señora, la Virgen de los Treinta y Tres, interceda por todos los que habitamos esta bendita tierra para que, en nuestra pluralidad, recorramos en unidad esos caminos.

+ Arturo Fajardo, obispo de Salto, presidente.
+ Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, vicepresidente.
+ Heriberto Bodeant, obispo de Canelones, secretario general.

jueves, 22 de junio de 2023

“No teman” (Mateo 10, 26-33). XII Domingo durante el año.

El 16 de octubre de 1978, una multitud reunida en la plaza de San Pedro, esperaba conocer el nombre del nuevo Papa, que ya había sido electo. Se trataba de Karol Wojtyla, a quien hoy veneramos como san Juan Pablo II. Al saludar al Pueblo de Dios convocado en la plaza, hizo esta confesión: 

“He sentido miedo al recibir esta designación… pero la he aceptado con espíritu de obediencia a nuestro Señor Jesucristo y con confianza plena en su Madre, María Santísima”.

Días más tarde, al asumir su servicio pastoral para toda la Iglesia, decía en su homilía:

“No tengan miedo de recibir a Cristo y de aceptar su señorío… ¡No teman! Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo”

El miedo es una sensación desagradable, pero es, a la vez, útil y necesaria. Es normal tener miedo. Es una alerta interior que se dispara ante el peligro. Ayuda a evitar gestos imprudentes, arriesgados… o tontos. El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino el que sabe controlarlo. Si el miedo escapa a nuestro control y nos domina, detiene la acción, nos paraliza y no permite que se mantengan las decisiones, a veces muy importantes, que hemos tomado.

En el evangelio de este domingo, tres veces Jesús nos dice “no teman”, “no tengan miedo” y cada vez agrega una razón que justifica su recomendación. Jesús está hablando a sus discípulos. Ellos tienen por delante anunciar la Palabra de Jesús, dirigiéndose, en primer lugar a su propio pueblo, el pueblo de Israel. Llegará un momento en que Jesús los enviará a anunciar el Evangelio por toda la Tierra; pero todavía no ha llegado esa hora. Esta es la primera advertencia que les hace:

No teman a los hombres. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. (Mateo 10, 26-33)

“No teman a los hombres”. Se trata de quienes pueden oponerse a su mensaje, incluso con la violencia; pero también, como sucede hoy en día, buscando desacreditarlos, desprestigiarlos, aduciendo que no saben de lo que hablan o que no tienen autoridad para decir esas palabras. La justificación que da Jesús es un poco misteriosa. Utiliza contrastes: lo oculto será revelado, lo secreto será conocido, lo que se dijo en la oscuridad será repetido en el día, la palabra susurrada al oído será proclamada desde las azoteas… 

Jesús formaba a sus discípulos como lo hacían otros rabinos de su tiempo. Los discípulos estudiaban pero no hablaban en público hasta que estuvieran preparados. Entonces, todos reconocerían su autoridad.

Tal vez así se preparó el mismo Jesús, que durante años meditó calladamente la Palabra de Dios y dialogó en la intimidad con su Padre y un día provocó el asombro de sus vecinos de Nazaret:

Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. «¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? … ¿De dónde le vendrá todo esto?». (Mateo 13,54.56)

Así como su Maestro se manifestó un día, así harán los discípulos. Despertarán asombro, pero también rechazo, como lo experimentó Jesús, pero Él les dice “no teman”. 

Aunque los discípulos puedan sentir una sensación de fracaso y no lleguen a ver por sí mismos el fruto de lo que sembraron, ese fruto llegará. Nada puede detener la realización del plan de Dios. 

La amenaza de la violencia física es real. Los discípulos pueden ser maltratados y pueden recibir la muerte. Efectivamente, eso sucederá con casi todos ellos. Por eso, agrega Jesús:

No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno. (Mateo 10, 26-33)

Es verdad: el discípulo de Jesús podrá ser insultado, acusado falsamente, golpeado, despojado de sus bienes, llevado a la muerte… pero ninguna violencia podrá quitarle el bien verdadero: la Vida que ha recibido de Dios. San Pablo lo expresa de una forma tan hermosa como convencida:

¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Tengo la certeza de que … nada podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romanos 8, 35.38.39)

A lo único que debe temer el discípulo es a sus propias tendencias negativas interiores, aquellas que pueden llevarlo a apartarse del camino de Jesús, empezando por el propio miedo que, como hemos dicho, paraliza y hace caer las decisiones que quisieron ser tomadas con firmeza, para toda la vida.

Para el tercer “no teman”, Jesús pone primero algunas consideraciones:

¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes que está en el cielo. También ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. (Mateo 10, 26-33)

Los pájaros eran los animales de menor valor. Dos pichones de paloma eran la ofrenda de los pobres en los sacrificios del templo. La ofrenda que presentaron José y María para rescatar a su primogénito.

Los pájaros no eran considerados valiosos porque eran muy poco como alimento y los sembradores los veían como enemigos, que podían arrebatar la semilla, como cuenta la parábola del sembrador.

Sin embargo, hace ver Jesús, el Padre cuida de ellos. Si eso hace por seres de tan poca importancia ¿cómo no cuidará de ustedes?

Pero, atención: Jesús no les promete a sus discípulos que “no les pasará nada”, ni que van a ser rescatados del peligro en forma milagrosa. Si han sido fieles, Dios realizará su obra en sus discípulos, les dará la plenitud de la vida, la Vida verdadera.

El discípulo vence sus miedos poniendo su confianza y construyendo su vida sobre la Palabra de Jesús.

Este pasaje del evangelio concluye con una promesa y una advertencia:

Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres. (Mateo 10, 26-33)

“Al que me reconozca”. El verbo griego que traducimos como “reconocer” es ὁμολογεῖν  (homologēin) que significa, literalmente, “decir la misma cosa”. Tomándolo así, podemos entender de esta forma las palabras de Jesús: si ante los hombres ustedes dicen y hacen lo mismo que yo he dicho y hecho, en el día del Juicio, yo reconoceré ante mi Padre que ustedes han actuado así.

Pero si esa no es nuestra manera de obrar, si traicionamos a Jesús, él no podrá reconocer, no podrá “homologar” nuestra conducta ante el Padre.

En fin, hermanas y hermanos, si queremos seguir a Jesús de corazón, no temamos más que a aquello que pueda apartarnos de Él. Al igual que san Juan Pablo II, al hacer nuestro compromiso con el Señor, confiémonos a Él y a su Madre Santísima.

En esta semana

La parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Barros Blancos, adelanta su fiesta patronal, que sería el día 27, celebrándola hoy, domingo, con la Eucaristía a la hora 11.

El jueves 29, en la parroquia San Miguel de Los Cerrillos, celebraremos la Eucaristía agradeciendo los años de presencia y servicio de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel, que dejan nuestra Diócesis, para ir hacia otros campos de misión.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

lunes, 19 de junio de 2023

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lucas 1,50). III Jornada de los Abuelos y Mayores. Mensaje del Papa Francisco.


 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA III JORNADA MUNDIAL
DE LOS ABUELOS Y DE LOS MAYORES

23 de julio de 2023

«Su misericordia se extiende de generación en generación» 
(Lucas 1,50)

Queridos hermanos y hermanas:

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50): este es el tema de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Es un tema que nos reconduce a aquel encuentro bendito entre la joven María y su pariente anciana Isabel (cf. Lc 1,39-56). Esta, llena del Espíritu Santo, se dirige a la Madre de Dios con palabras que, a distancia de milenios, acompasan nuestra oración cotidiana: «Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre» (v. 42). Y el Espíritu Santo, que ha descendido ya sobre María, la impulsa a responder con el Magníficat, en el que proclama que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación. El Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo entre generaciones distintas, entre abuelos y nietos, entre jóvenes y ancianos. Efectivamente, Dios desea que, como hizo María con Isabel, los jóvenes alegren el corazón de los ancianos, y que adquieran sabiduría de sus vivencias. Pero, sobre todo, el Señor desea que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos a los márgenes de la vida, como por desgracia sucede frecuentemente.

Es hermosa, este año, la cercanía entre la celebración de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores y la de la Juventud; ambas tienen como tema la “prisa” de María para ir a visitar a Isabel (cf. v. 39), y de ese modo nos llevan a reflexionar sobre el vínculo entre los jóvenes y los ancianos. El Señor espera que los jóvenes, al encontrarse con los ancianos, acojan la llamada a custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con una persona anciana ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades. Para los más ancianos, en cambio, la presencia de un joven les da esperanza de que todo lo que han vivido no se perderá y que sus sueños pueden realizarse. En definitiva, la visita de María a Isabel y la conciencia de que la misericordia del Señor se transmite de una generación a la otra revelan que no podemos avanzar —y mucho menos salvarnos— solos y que la intervención de Dios se manifiesta siempre en el conjunto, en la historia de un pueblo. Es María misma quien lo dice en el Magníficat, exultando en Dios que ha obrado maravillas nuevas y sorprendentes, fiel a la promesa hecha a Abrahán (cf. vv. 51-55).

Para acoger mejor el estilo de actuar de Dios, recordemos que el tiempo tiene que ser vivido en su plenitud, porque las realidades más grandes y los sueños más hermosos no se realizan en un momento, sino a través de un crecimiento y una maduración; en camino, en diálogo, en relación. Por ello, quien se concentra sólo en lo inmediato, en conseguir beneficios para sí rápida y ávidamente, en tener “todo enseguida”, pierde de vista el actuar de Dios. Su proyecto de amor, por el contrario, atraviesa pasado, presente y futuro, abraza y pone en comunicación las generaciones. Es un proyecto que va más allá de nosotros mismos, pero en el que cada uno de nosotros es importante, y sobre todo está llamado a ir más allá. Para los más jóvenes se trata de ir más allá de esa inmediatez en la que se confina la realidad virtual, la cual muchas veces distrae de la acción concreta; en el caso de las personas mayores se trata de no hacer hincapié en las fuerzas que decaen y de no lamentarse por las ocasiones perdidas. Miremos hacia adelante. Dejémonos plasmar por la gracia de Dios que, de generación en generación, nos libra del inmovilismo en el actuar y de los remordimientos del pasado.

En el encuentro entre María e Isabel, entre jóvenes y ancianos, Dios nos da su futuro. El camino de María y la acogida de Isabel abren las puertas a la manifestación de la salvación. A través de su abrazo, la misericordia de Dios irrumpe con una gozosa mansedumbre en la historia humana. Quisiera pues invitar a cada uno de ustedes a pensar en aquel encuentro, más aún, a cerrar los ojos y a imaginar, como en una foto, aquel abrazo entre la joven Madre de Dios y la madre anciana de san Juan Bautista; a representarlo en la mente y a visualizarlo en el corazón, para fijarlo en el alma como un luminoso icono interior.

Y los invito además a pasar de la imaginación a la realización de un gesto concreto para abrazar a los abuelos y a los ancianos. No los dejemos solos, su presencia en las familias y en las comunidades es valiosa, nos da la conciencia de compartir la misma herencia y de formar parte de un pueblo en el que se conservan las raíces. Sí, son los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Tanto la Iglesia como la sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados.

La Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores quiere ser un pequeño y delicado signo de esperanza para ellos y para toda la Iglesia. Renuevo por ello mi invitación a todos —diócesis, parroquias, asociaciones y comunidades— a celebrar esta Jornada, poniendo en el centro la alegría desbordante de un renovado encuentro entre jóvenes y ancianos. A ustedes, jóvenes, que se están preparando para ir a Lisboa o que vivirán la Jornada Mundial de la Juventud en sus lugares de origen, quisiera decirles: antes de ponerse en camino vayan a encontrar a sus abuelos, hagan una visita a un anciano que esté solo. Su oración los protegerá y llevarán en el corazón la bendición de ese encuentro. A ustedes ancianos les pido que acompañen con la oración a los jóvenes que van a celebrar la JMJ. Estos muchachos son la respuesta de Dios a sus peticiones, el fruto de lo que sembraron, el signo de que Dios no abandona a su pueblo, sino que siempre lo rejuvenece con la fantasía del Espíritu Santo.

Queridos abuelos, queridos hermanos y hermanas mayores, que la bendición del abrazo entre María e Isabel los alcance y colme de paz sus corazones. Los bendigo con afecto. Y ustedes, por favor, recen por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 31 de mayo de 2023, Fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María.

Francisco

viernes, 16 de junio de 2023

Sagrado Corazón de Jesús: "El amor del Señor permanece para siempre" (Salmo 103,17)


 “El amor del Señor permanece para siempre” (Salmo 103,17), 

leemos y rezamos en uno de los salmos.

El autor de ese salmo murió hace mucho más de dos mil años. No vivió para siempre, al menos en esta tierra. ¿Cuánto tiempo habrá vivido? Tal vez fue bendecido por una vida larga, medida en tiempos humanos… tal vez alrededor de cien años. ¿En qué momento de su vida escribió eso? ¿En el entusiasmo de la juventud o en la madurez del anciano? ¿Cómo pudo afirmar, con tanta certeza algo que lo supera en el tiempo? ¿Cómo puede decirnos que el amor del Señor permanece “para siempre”?

Humanamente hablando, podemos pensar que el salmista no habla únicamente de una experiencia personal, la de la presencia del Señor en su corta vida, sino la experiencia de su pueblo, que, en su caminar de siglos, experimentó permanente esa presencia. No solo la presencia de Dios: sino la presencia del amor y de la misericordia de Dios.

Otro salmo, el 136, recuerda las intervenciones de Dios, como creador de todo lo que existe y como salvador de su pueblo. A cada obra que es recordada, se recuerda que Dios la hizo “porque es eterno su amor”.

Hay, pues, una memoria de toda la comunidad creyente que da testimonio del amor de Dios.

Un amor vivido no solo cuando fueron rescatados del peligro, sino también vivido como amor exigente, que corrige, que llama sin descanso a todo aquel que se aleja, a que vuelva a Dios.

Pero no se trata solo de una vivencia humana. El salmista afirma “el amor del Señor permanece para siempre” bajo la inspiración del Espíritu Santo, autor último de la Sagrada Escritura. Por eso seguimos alabando al Señor con el rezo de 

“salmos, himnos y cantos inspirados, cantando y celebrando al Señor de todo corazón” (Efesios 5,19)

como aconseja san Pablo a los Efesios y tal como hacen nuestras hermanas salesas a lo largo de cada jornada. 

Lo que manifiesta el salmista, como todo lo que la Escritura afirma para nuestra salvación 

“debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo” (Dei Verbum, 11). 

El amor de Dios, el amor que permanece para siempre, se hace patente en el Corazón de Jesús. ¿Dónde está el corazón de Jesús? 

Él mismo nos dice: 

“allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón” (Lucas 12,34). 

Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, experimenta el amor del Padre en su propio corazón. 

Su corazón está puesto en el querer del Padre, en su voluntad. Y esa voluntad del Padre, voluntad de salvación, lo lleva a poner en su corazón otro tesoro: la humanidad entera, llamada a encontrar a su creador y a participar para siempre de su vida divina.

Para eso, Jesús ha dado la vida. Para eso fue traspasado su corazón: para que de él brote para nosotros la vida nueva, la vida en Dios.

Mientras tanto, vamos haciendo nuestro camino por la vida, donde nos encontramos con los signos del amor de Dios. A medida que envejecemos, vemos a nuestro alrededor los cambios del mundo. Nada nuevo. Recordemos el Eclesiastés: 

“nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1,9).

Cada generación, a su tiempo, vivió la inquietud, la inestabilidad, las incertidumbres de los cambios históricos, de los cambios de época. A veces nos angustiamos frente a todo eso.

¡Qué consuelo encontramos, entonces, en las palabras del salmista! Porque unas cosas caen, otras se levantan, pero “el amor de Dios permanece para siempre”.

Desde su corazón, Jesús nos llama: 

“vengan a mí, todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré” (Mateo 11, 25-30).

Cuando tantas cosas se han perdido, cuando tantas personas queridas se han ido, Él sigue allí. El Señor sigue allí. Él no se va. Su promesa sigue en pie. Y nosotros venimos y vamos a su encuentro y, a partir de ese encuentro con Él y con nuestros hermanos y hermanas en la fe, se nos hace posible volver a empezar; sanar y recomenzar a caminar en el amor de Dios que permanece para siempre.

jueves, 15 de junio de 2023

“Han recibido gratuitamente, den también gratuitamente” (Mateo 9,36-10,8). Domingo XI durante el año.

El mes de junio, en la Iglesia uruguaya, es un “mes vocacional”, en el que se desarrollan diferentes actividades y se invita a las comunidades a rezar por las vocaciones. Providencialmente, en el evangelio de este domingo Jesús nos está pidiendo precisamente eso:

«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (Mateo 9,36-10,8).

Son bien conocidas estas palabras de Jesús. Son un llamado urgente: “rogar”, es decir: rezar, orar; “al dueño de los sembrados”, es decir a Dios; “que envíe trabajadores”; hoy podríamos entenderlo como misioneros, agentes pastorales, entre los que están incluidos los sacerdotes, pero también diáconos, personas consagradas y fieles laicos. Después entraremos más en detalle sobre esto. Finalmente, Jesús dice “para la cosecha”.

Quien dice “cosecha” -me lo señaló hace años un agricultor- está hablando de un capital que si no se levanta en tiempo y forma, se pierde. La cosecha es urgente. No se puede postergar. Cuando llega el momento se debe realizar. Jesús y sus discípulos han sembrado en las almas la semilla de la Palabra y ha llegado el momento de recoger los frutos. Y eso no puede esperar.

Pero la cosecha supone, antes, la siembra: generosa, abundante, confiada, como lo trasluce la parábola del sembrador, que esparce la semilla sin mirar dónde cae. A la siembra sigue el cultivo, con todos sus cuidados; entre ellos el riego, como recordamos especialmente en este tiempo de prolongada sequía. Y detrás de todos esos trabajos, la gracia de Dios en obra. Así lo manifiesta San Pablo en su primera carta a los Corintios:

Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios.
Ni el que planta ni el que riega valen algo, sino Dios, que hace crecer. (…)
Nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios (1 Corintios 3,6-9)

Cuando el beato Jacinto Vera inició su misión como primer Obispo del Uruguay, conocía bien la realidad de nuestra Iglesia y la gran carencia de sacerdotes. Por ello, se preocupó de promover las vocaciones sacerdotales y de fundar el seminario donde podrían formarse, sin tener la necesidad, como le había ocurrido a él, de trasladarse al extranjero para sus estudios.

Hoy la Iglesia sigue necesitando Sacerdotes. A fines de 2020 había en el mundo más de cuatrocientos mil presbíteros (410.219). El 40% de ellos estaba en Europa y el 29% en América, mientras que en Asia se ubicaba el 17%, en África el 13% y en Oceanía el 1% restante. Sin embargo, los números vienen disminuyendo en Europa y América, que cuentan con muchos sacerdotes muy mayores y, en cambio, están aumentando en Asía y África.

Pero cuando rezamos por las vocaciones, no tenemos que pensar solo en los sacerdotes. Va creciendo en consideración el ministerio de los Diáconos permanentes. El diaconado, tercer grado del sacramento del Orden, se otorga a hombres casados, con cierto tiempo de vida en matrimonio. Su ministerio incluye la celebración de bautismos y casamientos, pero no solamente eso. Cada uno, según su propio carisma y sus competencias, puede desarrollar diferentes actividades pastorales y servicios, constituyéndose en un valioso apoyo para la vida de una comunidad parroquial, un colegio o una obra social.

Está también el amplio abanico de la vida consagrada. Quisiera recordar distintas formas, presentes en nuestra diócesis. A veces decimos “religiosas”, “hermanas”, “monjas”, como si todo fuera lo mismo. Todas son mujeres consagradas, pero “monjas”, hablando propiamente, son las que viven en un monasterio, en clausura, dedicadas a una vida de oración. Nuestra diócesis tiene la dicha de contar con cuatro monasterios femeninos: benedictinas en El Pinar, salesas en Progreso, clarisas franciscanas en San José de Carrasco y clarisas capuchinas en Echeverría, cerca de Canelones. Hubo un monasterio masculino, “La Pascua”, de monjes benedictinos, donde comienza ahora a desarrollarse un centro de espiritualidad y pastoral.

Las congregaciones de hermanas presentes en nuestra diócesis son varias. Trabajan en sus obras y participan en la vida pastoral de las parroquias. Las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas) y Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel en Las Piedras; Misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta en 18 de Mayo; Hermanas de la Sagrada Familia de Castelletto en Progreso; Siervas del Sagrado Corazón e Hijas de María Santísima del Huerto en Pando; Hermanitas de la Anunciación en Barros Blancos; Hermanas de la Caridad Cristiana, las Alemanas, en Santa Lucía; Hermanas del Perpetuo Socorro en Sauce; Misioneras Servidoras de la Palabra en Shangrilá; Pequeñas Hermanas misioneras de la Caridad (de Don Orione) en La Floresta. 

Otra forma de vida consagrada femenina es el Orden de las Vírgenes, establecido recientemente en la diócesis con la consagración de las dos primeras, que animan la vida pastoral de la parroquia San Adolfo, en 18 de Mayo. 

También hay presencia del Instituto Secular Orionita, de laicas consagradas, en La Floresta. Y comunidades como ADSIS, en Paso Carrasco, que reúnen personas con distintos estados de vida, incluyendo matrimonios.

Hablamos de “religiosas”, pero hay también “religiosos”, que pueden ser sacerdotes o hermanos. Los Salesianos en Las Piedras, los Claretianos en Progreso, los Dehonianos en El Pinar, los Orionitas en La Floresta, los Misioneros Servidores de la Palabra en San José de Carrasco, los Franciscanos de María en Nicolich y los Hermanos Maristas en Pando.

Otras congregaciones, tanto femeninas como masculinas estuvieron en nuestra diócesis y conservan aún diversos vínculos, sobre todo con obras educativas que siguen buscando vivir su carisma.

Orando por las vocaciones pedimos también por los fieles laicos, llamados a vivir su vocación bautismal. A ellos se aplican estas palabras de San Pablo:

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.
Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor.
Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos.
En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. (1 Corintios 12,4-7)

“El Espíritu se manifiesta para el bien común”: es decir, para la participación de laicos y laicas tanto en la vida de la comunidad eclesial, como en la misión evangelizadora de la Iglesia en el mundo, en la realidad en la que los laicos se mueven cada día y donde tienen la ocasión de dar testimonio de su fe con sus palabras y sus actitudes.

Fieles laicos y laicas, personas consagradas, diáconos, sacerdotes y obispos: la Iglesia, el Pueblo de Dios. Los miembros de la comunidad reunida por el llamado del Señor necesitamos siempre recordar que hemos sido llamados, no por ningún mérito nuestro, sino por gracia. También en ese sentido tenemos que entender las palabras de Jesús:

“Han recibido gratuitamente, den también gratuitamente” (Mateo 9,36-10,8)

En esta semana

El sábado 24 de junio celebramos la Natividad de San Juan Bautista, patrono de Santa Lucía y de San Bautista. Felicitaciones a las dos comunidades.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

sábado, 10 de junio de 2023

Obispos del Uruguay manifiestan cercanía al Papa Francisco e invitan a rezar por su recuperación.

Mural en homenaje al Papa Francisco
en el Hospital Gemelli de Roma.

 El Papa Francisco mejora día a día de la intervención quirúrgica que se le practicó el miércoles pasado. Los Obispos uruguayos le manifiestan su unidad e invitan a orar por su pronta recuperación.

Los Obispos del Uruguay manifestamos nuestra unión y cercanía con el Papa Francisco que se encuentra en convalecencia. Nos alegramos por el buen resultado de la intervención a la que fue sometido. Oramos e invitamos a nuestras comunidades a orar por su pronta y firme recuperación.

+ Arturo Fajardo, Obispo de Salto, presidente de la CEU
+ Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, vicepresidente de la CEU
+ Heriberto Bodeant, Obispo de Canelones, secretario general de la CEU

Montevideo, 9 de junio de 2023.

jueves, 8 de junio de 2023

6 de junio: A un mes de su beatificación, homenaje al beato Jacinto Vera en la Cámara de Representantes.



En la sesión de la Cámara de Diputados de Uruguay, el martes 6 de junio, el representante Rodrigo Goñi realizó una exposición por el término de 15 minutos sobre la beatificación del primer Obispo uruguayo, Monseñor Jacinto Vera. Lo siguieron en la oratoria los diputados Jorge Alvear, Alfredo Fratti, Elsa Capillera, Lourdes Ontaneda, Alexandra Inzaurralde y Federico Casaretto. 

Presenciaron las exposiciones verbales el Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla; el Nuncio Apostólico su excelencia, Monseñor Gianfranco Gallone; el Obispo de Mercedes (Soriano), Monseñor Carlos Collazi; el Obispo de Melo (Cerro Largo), Monseñor Pablo Jourdan; el Obispo Emérito de Canelones, Monseñor Alberto Sanguinetti; el Obispo de San José, Monseñor Fabián Antúnez; el Obispo Emérito de Minas (Lavalleja), Monseñor Jaime Fuentes; y el Obispo Auxiliar Luis Eduardo González.

Durante su alocución, Goñi no solo resaltó la relevancia de Jacinto Vera para la historia de Uruguay, como primer obispo y su papel protagónico durante una etapa cargada de conflictos, sino que también calificó su beatificación como «un inmenso regalo para la sociedad uruguaya».

El diputado agradeció la beatificación al papa Francisco (quien podría visitar Uruguay en 2024 de confirmarse su viaje a Argentina) y destacó que el primer obispo de Uruguay -además de gaucho, porque recorrió todos los rincones del país- murió trabajando al máximo.

«El legado de Jacinto Vera vive», enfatizó Goñi. Y parafraseando al «poeta de la patria», Juan Zorrilla de San Martín (quien pronunció durante el multitudinario funeral de Vera a finales del Siglo XIX aquella famosa frase: «El santo ha muerto»), finalizó:

«Con el legado de Jacinto Vera se humanizará nuestro Uruguay. Nos queda a nosotros la enorme responsabilidad de mantener -ahora sí y para siempre- muy vivo el legado de Jacinto Vera como referencia ética, actual y necesaria para proyectarnos y avanzar hacia lo nuevo, pero sin perder la humanidad tan propia de nuestra rica identidad nacional. Viva el legado de Jacinto Vera para un mejor Uruguay».

En el aniversario de su primera Misa

Luego de la exposición de Goñi continuaron con el uso de la palabra otros representantes vinculados a diversos partidos políticos. Entre ellos, habló el diputado del Partido Colorado Jorge Alvear, oriundo de Canelones, departamento donde Vera –además de vivir varios años en la primera etapa de su vida- se desempeñó como párroco de Nuestra Señora de Guadalupe (actual catedral de Canelones) antes de ser vicario apostólico del Uruguay y posteriormente primer obispo.

Alvear afirmó que Vera fue «un uruguayo dedicado a los uruguayos»; «trascendió lo religioso, es alguien que nos va a representar en el mundo». Alvear solicitó que en 2024, cuando se cumpla un año de su beatificación, Vera tenga un homenaje en Canelones. Finalmente, el representante recordó que el día del homenaje en el Parlamento de Uruguay coincidió con un nuevo aniversario de la primera misa de Vera, algo que aconteció el 6 de junio de 1841 (se cumplieron 182 años) en Buenos Aires (actual Argentina).

Servicio y una figura que trasciende lo religioso

Luego de Alvear también se sumaron al homenaje otros representantes: Alfredo Fratti (Frente Amplio); Elsa Capillera (Cabildo Abierto); Lourdes Ontaneda (Frente Amplio), Alexandra Inzaurralde (Partido Nacional) y Federico Casaretto (Partido Nacional).

Todos ellos coincidieron en lo oportuno del homenaje a Vera a un mes de su beatificación, además del recuerdo de algunos episodios que no hacen más que confirmar que la figura del primer obispo de Uruguay ha sido sinónimo de servicio, solidaridad y unidad más allá de los diversos partidos políticos.


miércoles, 7 de junio de 2023

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo: “El que come de este pan vivirá eternamente” (Juan 6,51-58)

Amigas y amigos: se va terminando el otoño y va entrando el invierno en el hemisferio sur. Hoy es la penúltima gran fiesta que sigue al tiempo de Pascua: la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. La última de estas fiestas es la del Sagrado Corazón de Jesús, que celebraremos el próximo viernes. El domingo 18 volveremos al tiempo durante el año y seguiremos meditando la Palabra de Dios, contemplando la vida de Jesús y buscando configurarnos con Él.

“Tengo hambre”, solemos decir cuando ha transcurrido algún tiempo desde la última vez que comimos y llega la hora de sentarnos a la mesa. Para más de 800 millones de personas en el mundo de hoy “tengo hambre” expresa una necesidad que no va a ser satisfecha, porque no cuentan con alimentos suficientes; y esto, no por uno o dos días, sino de una forma crónica, prolongada en el tiempo, que genera una situación de subalimentación y una diaria y desagradable sensación que puede llegar hasta el dolor. 

Hay entre nosotros personas que pasan hambre y el invierno lleva a multiplicar las iniciativas para que puedan acceder a un plato caliente. El capítulo 6 del evangelio según San Juan, que comienza con el relato de la multiplicación de los panes y los peces, inspiró hace ya tiempo a un grupo de la parroquia de La Paz, denominado “Juan 6”, que cocina cada domingo para unas 160 personas. Grupos similares hay en otras parroquias de nuestra diócesis y en otros lugares del Uruguay.

Con la multiplicación de los panes, Jesús ofreció alimento a una multitud hambrienta; pero, a continuación, les ofreció algo más. Así comienza el pasaje que escuchamos hoy, del mismo capítulo 6 del evangelio según san Juan:

«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo.» (Juan 6,51-58)

Dije que Jesús “les ofreció algo más”… pero tengo que rectificarme. Jesús no les ofreció “algo”, sino que se dio y se está dando a sí mismo. Él nos ofrece “el pan vivo bajado del cielo” y nos dice que ese pan es él mismo. 

El pueblo de Israel había tenido la experiencia del maná, con el que se alimentó durante su marcha en el desierto. El maná era un don de Dios para alimentar a su pueblo. Bajaba del cielo en la noche, como un rocío. En la mañana, la gente lo recogía, comía y seguía su camino por esta vida. Pero Jesús no es como ese maná. Él es otro tipo de alimento:

«… no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.» (Juan 6,51-58)

En la última cena con sus discípulos, Jesús estableció la forma en que seguiría dándose a sí mismo como alimento, haciéndose presente como “pan vivo”. Es el sacramento de la Eucaristía. La comunidad reunida en oración presenta pan y vino, fruto de la tierra y del trabajo. El sacerdote invoca al Espíritu Santo y pronuncia las palabras de Jesús: “esto es mi cuerpo”; “esta es mi sangre”; “hagan esto en memoria mía”. Luego, recibiendo el santísimo sacramento, cada uno de los que comulgan se une a Cristo y a sus hermanos en comunión, común-unión de todos ellos con Cristo.

La vida eterna que promete Jesús es participación en la vida de Dios. Dios es comunión. En la Santísima Trinidad, a la que celebramos el domingo pasado, se vive la plena comunión. Cada persona está con el otro, para el otro, en el otro. Ése es el modelo que está llamada a vivir la comunidad eclesial: cada uno de sus miembros con los otros, para los otros, en los otros. 

Esa comunión, ese hacerse Uno en Cristo es un proceso en el que vamos superando las tentaciones a vivir sin los otros, a estar contra los otros, a ponernos por encima de los otros.

La comunión de la Santísima Trinidad no se cierra sobre sí misma, no se limita a las tres personas. Jesús nos muestra como esa comunidad divina se abre hacia nosotros. Él se hace camino y alimento para que lleguemos a la vida eterna y entremos en esa comunión.

Toda la humanidad está llamada a la Mesa de la Eucaristía y desde allí, a la vida eterna; sin embargo, el primer llamado es seguir a Jesús como discípulas y discípulos. No puedo acercarme a recibir el Cuerpo de Cristo si no estoy dispuesto a seguir al Maestro, asumiendo libremente todas sus exigencias, buscando unirme cada día más a Él, no solamente en mis sentimientos sino también en mi manera de pensar y actuar.

Haciéndose pan, dándose a los demás, Jesús nos invita a hacer lo mismo. En la ordenación sacerdotal, eso es algo que se nos pide especialmente a los sacerdotes:

“Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras 
y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”

Lo que realizas: la oración de consagración sobre el pan y el vino. Lo que conmemoras: la pasión de Cristo y la última cena, en la que Él anticipó su pasión y su muerte. Conforma tu vida: que tu vida tome forma de entrega, al igual que Cristo en su cruz. No se trata de que ofrezcas “algo”, sino de que, junto a Cristo, te ofrezcas a ti mismo, ofrezcas tu propia vida en tu ministerio sacerdotal. Oremos para que no nos falten ni los ministros ni el deseo de los fieles de seguirnos encontrando para recibir a Jesús en la Misa dominical.

Hoy empezamos recordando a quienes trabajan para dar un plato caliente a hermanos y hermanas necesitados, como lo hizo Jesús al multiplicar panes y peces. Pero también el Señor nos llama a hacernos nosotros mismos pan… escucho a los jóvenes cantar: 

“quiero ser pan, para el hambre ser el pan de mi pueblo y construir el escándalo de compartir”

Y dice el papa Francisco:

Esta comunión nuestra con el Señor nos compromete a nosotros, sus discípulos, a imitarlo, haciendo de nuestra vida, con nuestras actitudes, un pan partido para los demás, como el Maestro partió el pan que es realmente su carne. Para nosotros, en cambio, son los comportamientos generosos hacia el prójimo los que demuestran la actitud de partir la vida para los demás. (Ángelus, 22 de junio de 2014)

A todo esto nos anima la participación en la Eucaristía: a escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, vivir la fraternidad entre nosotros, dar testimonio, ser creativos en la caridad, dar esperanza a los desalentados y recibir y mostrar el camino de Jesús a todos, para que muchos más puedan recibir el Pan vivo bajado del Cielo, el santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

Mes vocacional.

El equipo diocesano de Pastoral Vocacional nos invita, como familia diocesana, a unirnos en oración por las vocaciones, tanto en forma personal como comunitaria, pidiendo al Señor que envíe trabajadores para la siembra, el cultivo y la cosecha.

En esta semana:

  • Martes 13 de junio: San Antonio de Padua. A las 15 hs., fiesta patronal en Pueblo San Antonio. En la parroquia S. Antonio de Las Piedras, la fiesta pasa al domingo 18, a las 10:30. 
  • También el martes 13 se celebra la dedicación de la Catedral de Canelones.
  • Viernes 16: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. A las 16:30, Misa en el Monasterio de la Visitación.
  • Sábado 17: Inmaculado Corazón de María. Fiesta de la familia claretiana, a la que felicitamos.
  • También ese sábado: presentación del libro “Don Jacinto Vera, el misionero santo” de Laura Álvarez Goyoaga, a las 19 horas, en la catedral.

Gracias amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

viernes, 2 de junio de 2023

Palabra del Mes: junio 2023, Movimiento de los Focolares: "Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección..." (2 Corintios 13,11)

“Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes”  (2 Cor 13,11).

El apóstol Pablo ha seguido con amor el desarrollo de la comunidad cristiana en la ciudad de Corinto; la ha visitado y sostenido en momentos difíciles.

Sin embargo, en un momento dado debe defenderse, con esta carta, de acusaciones de otros predicadores para quienes el estilo de Pablo era discutible, pues no pedía retribución por su trabajo misionero, no hablaba según los cánones de la elocuencia ni se presentaba con cartas de recomendación que afirmasen su autoridad, y proclamaba que comprendía y vivía su propia debilidad a la luz del ejemplo de Jesús.

Con todo, al concluir su carta, Pablo entrega a los corintios un llamamiento lleno de confianza y esperanza:


“Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes”.

La primera característica que salta a la vista es que sus exhortaciones están dirigidas a la comunidad en su conjunto como lugar en el que se puede experimentar la presencia de Dios. Todas las debilidades humanas que dificultan la comprensión recíproca, la comunicación leal y sincera, la concordia respetuosa de la diversidad de experiencias y de pensamiento pueden ser sanadas por la presencia del Dios de la paz.

Pablo sugiere ciertos comportamientos concretos y coherentes con las exigencias del evangelio: procurar realizar el proyecto de Dios sobre cada uno y sobre todos, como hermanos y hermanas; poner en circulación el mismo amor consolador de Dios que hemos recibido; cuidar los unos de los otros, compartiendo las aspiraciones más profundas; acogerse mutuamente, ofreciendo y recibiendo misericordia y perdón; alimentar la confianza y la escucha.

Son opciones que dependen de nuestra libertad y que a veces requieren la valentía de ser «signo de contradicción» respecto a la mentalidad corriente.

Por eso, el Apóstol recomienda también animarse mutuamente en este esfuerzo. Para él lo que vale es custodiar y testimoniar con alegría el valor inestimable de la unidad y de la paz, en la caridad y en la verdad. Todo, siempre, basado en la roca del amor incondicional de Dios, que acompaña a su pueblo.

“Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes”.

Para vivir esta Palabra de vida, miremos también nosotros, como Pablo, al ejemplo y los sentimientos de Jesús, que vino a traernos su propia paz (1). Y esa «no es solo ausencia de guerra, de disputas, divisiones o traumas: es plenitud de vida y de alegría, es salvación integral de la persona, es libertad, es fraternidad en el amor entre todos los pueblos. Y ¿qué hizo Jesús para darnos “su” paz? Pagó en persona. Medió entre los contendientes, cargó con los odios y las separaciones, derribó los muros que separaban a los pueblos (2). 

«Construir la paz requiere también de nosotros un amor fuerte, capaz de amar incluso a quien no nos corresponde, capaz de perdonar, de superar la categoría del enemigo, de amar la patria del otro como la propia. Además exige de nosotros un corazón y unos ojos nuevos para amar y ver que todos son candidatos a la fraternidad universal. “El mal nace del corazón del hombre –escribía Igino Giordani– (3), y para apartar el peligro de la guerra hace falta desterrar el espíritu de agresión, de explotación y egoísmo del que procede la guerra: hace falta reconstruir una conciencia”» (4).

Bonita Park es un barrio de Hartswater, localidad agrícola de Sudáfrica. Como en el resto del país, persisten los efectos heredados del régimen del Apartheid, sobre todo en el ámbito educativo: el nivel escolar de los jóvenes miembros de las comunidades negras y mestizas es muy inferior al del resto de grupos étnicos, con el consiguiente riesgo de marginación social.

El proyecto The Bridge nace para crear una mediación entre los distintos grupos étnicos del barrio y compensar los desfases y diferencias culturales con la creación de un plan de refuerzo escolar y un pequeño espacio común: un lugar de encuentro entre culturas diversas para niños y adolescentes. La comunidad demuestra un gran deseo de trabajar juntos: Carlo ha ofrecido su vieja camioneta para recoger la madera con la que han fabricado los bancos, y el director de la escuela primaria más cercana ha regalado estanterías, cuadernos y libros. Por su parte, la Iglesia Reformada Holandesa ha donado cincuenta sillas. Cada uno ha hecho su parte para reforzar cada día más este puente entre culturas y etnias (5).

Letizia Magri y el equipo de la Palabra de vida

1. Cf. Jn 14, 27.
2. Cf. Ef 2, 14-18.
3. Giordani, I. (2003). La inutilidad de la guerra. Buenos Aires: Ciudad Nueva.
4. C. Lubich. Palabra de vida, enero de 2004.
5. Cf.:https://www.unitedworldproject.org/workshop/sudafrica-un-ponte-tra-culture; Spazio famiglia, marzo 2019, pp. 10-13.

jueves, 1 de junio de 2023

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único” (Juan 3,16-18). Santísima Trinidad.


La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes. (2 Corintios 13,11-13)
Con este saludo de san Pablo concluye la segunda lectura que escuchamos este domingo.
Es un saludo que la liturgia ha recogido y que frecuentemente oímos del sacerdote al comienzo de la Misa. Hace referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad, pero no en la forma ni en el orden en que habitualmente las nombramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En este saludo, Pablo pone en primer lugar un don, un gran don de Dios, vinculándolo con cada persona: la gracia, el amor, la comunión, deseando que cada uno de esos dones divinos permanezcan con cada uno de los miembros de la comunidad: “con todos ustedes”.

"La gracia del Señor Jesucristo" 

Para Pablo, estas palabras no son una teoría ni una fórmula: son su experiencia vital. En otras cartas, Pablo cuenta que él era fariseo y para él todo giraba alrededor de la Ley. La manera de ser un hombre justo ante Dios era cumplir escrupulosamente la Ley. Y él lo hacía, considerando que tenía en eso “una conducta irreprochable” (Filipenses 3,6). 
Pero todo se le dio vuelta cuando se encontró con Cristo resucitado, o mejor, como dice él, cuando fue alcanzado por Cristo Jesús. A partir de ahí, su vida ya no va a estar basada en la Ley, sino en la Gracia, es decir, el amor gratuito de Dios. 
Pablo descubre que el hombre no se salva a través de la observancia de la Ley, que sería como tener el poder de salvarse a sí mismo. El ser humano es salvado por Cristo, por su muerte y su resurrección. Esa acción salvadora ya está realizada, pero es necesario creer en Jesucristo, conocer y aceptar el amor de Dios que ha sido manifestado en el Hijo de Dios. Es a partir de ese encuentro con Cristo, de esa fe, que el hombre puede cambiar su vida, dejar atrás todas sus faltas y empezar una vida nueva.

Esa es la experiencia de Pablo y de tantos hombres y mujeres santos de todos los tiempos. San Carlos de Foucauld, que vivió una vida bastante desordenada y atormentada, nos dejó una frase en que se sintetiza todo lo que provocó en él el encuentro con el amor de Dios. Una frase que se convirtió en su programa de vida: 
«En cuanto creí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para El». (San Ch. de Foucauld, 1883)
Pablo llama a Jesucristo “el Señor”. Otra vez, eso no es un título, no es una fórmula. Pablo vive para Cristo. Más aún, Pablo llega a decir:
“ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2,20)
Y eso es lo que él desea y lo que pide para cada uno de nosotros.

"El amor de Dios"

A continuación, siguiendo con su saludo, Pablo menciona “el amor de Dios”. Si identificamos al Señor Jesucristo como el Hijo, aquí identificamos a Dios como el Padre. La petición que hace Pablo para la comunidad es que el amor de Dios permanezca en ellos. El amor del Padre es inseparable de Jesucristo. El amor de Jesucristo, su gracia, es la manifestación del amor misericordioso del Padre. Del amor del Padre nos habla la primera lectura, del libro del Éxodo:
«El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad.» (Éxodo 34, 4b-6. 8-9)
Ese amor del Padre se manifiesta en la entrega de su propio Hijo, como dice el mismo Jesús:
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. (Juan 3, 16-18)
Muchas veces, en el evangelio de Juan, se habla del mundo como el lugar de la maldad, como una amenaza para la vida de los creyentes. 
Hablando con aquellos que lo rechazan y se oponen a él, Jesús les dice: 
“Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo” (Juan 8,23)
En cambio, a sus discípulos les manifiesta:
“Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, él mundo los odia” (Juan 15,19)
Pensemos en esto cuando el Papa Francisco nos previene contra la “mundanidad”, el espíritu del mundo… no nos está hablando de algunas cosas vanas, en las que podemos entretenernos… está tomando el lenguaje de Jesús en el evangelio de Juan. Nos está previniendo para que no caigamos en una forma de pensar contraria al evangelio de Jesús.
Pero en el pasaje del evangelio de hoy, el mundo es la totalidad de lo creado, especialmente la humanidad que vive en él. Dios ama su creación, ama el mundo que ha creado y las criaturas que salieron de sus manos. Por eso Jesús dice “tanto amó Dios al mundo…”
En la última cena, en el evangelio de Juan, Jesús ruega por sus discípulos y le dice al Padre:
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. (Juan 17,15.18)
Todo esto lo expresa un hermoso himno, en esta estrofa, por cierto, muy trinitaria:
¡Oh Padre! Que amaste tanto a los hombres, que enviaste a tu único Hijo,
derrama sobre nosotros tu Espíritu, para que amemos al mundo al que fuimos enviados.

"La comunión del Espíritu Santo"

Pablo concluye su saludo, pidiendo para la comunidad “la comunión del Espíritu Santo”. 
¿Por qué el Espíritu Santo asociado a la comunión? ¿Comunión entre quienes? En primer lugar, entre el Padre y el Hijo. El Espíritu es el espíritu de amor, que va del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, en un continuo vaivén. La persona del Espíritu es el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo.
Dios nos ofrece entrar en esa comunidad de amor que es la santísima Trinidad. Esa es la vida eterna que quiere ofrecernos: que participemos de su propia vida, recibiendo su amor por medio del Espíritu. Así dice Pablo en la carta a los Romanos:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. (Romanos 5,5)
Por medio del Espíritu, en esta vida, comenzamos a vivir nuestra comunión con Dios y entre nosotros en cuanto creyentes, miembros de la misma comunidad.
La comunión eucarística es el sacramento, el signo visible y eficaz de esa común-unión espiritual de los creyentes con Dios y entre sí. Si, como creemos, la Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana, pidamos a Dios la gracia de llegar a comulgar como culminación de muchos encuentros de comunión espiritual con Dios y con nuestra comunidad; y al regresar de comulgar, volver animados a seguir creciendo en esa comunión de todos nosotros con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

En esta semana:

Mañana, lunes 5, los sacerdotes y diáconos de la Diócesis estaremos reunidos en Villa Guadalupe para una jornada de formación permanente. Les pido su oración por este encuentro para que nos ayude a un mejor servicio pastoral y acreciente los lazos fraternos dentro de nuestro clero.

Red mundial de oración del Papa

En junio, el Papa nos pide rezar por la abolición de la tortura. Oremos para que la comunidad internacional se comprometa concretamente en la abolición de la tortura, garantizando el apoyo a las víctimas y sus familias.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes. Amén.