viernes, 26 de julio de 2024

26 de julio: San Joaquín y Santa Ana.



Palabra de Vida: “Sus obras de justicia no han sido olvidadas” (Eclesiástico 44,1. 9-15)
Jueves 26 de julio de 2024.

Lectura del libro del Eclesiástico     44, 1.9-15

    Elogiemos a los hombres ilustres, a los antepasados de nuestra raza. Porque hay otros que cayeron en el olvido y desaparecieron como si no hubieran existido; pasaron como si no hubieran nacido, igual que sus hijos después de ellos. No sucede así con aquellos, los hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. Con su descendencia se perpetúa la rica herencia que procede de ellos.
    Su descendencia fue fiel a las alianzas y también sus nietos, gracias a ellos. Su descendencia permanecerá para siempre, y su gloria no se extinguirá.
    Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre sobrevive a través de las generaciones. Los pueblos proclaman su sabiduría, y la asamblea anuncia su alabanza.

Palabra de Dios.

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“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó”. (Juan 6,1-15). Domingo XVII durante el año.

Lo sabemos: no todo se puede resolver con dinero, pero a veces, nuestro primer reflejo es preguntarnos: “¿Cuánto costará esto?”. La cuestión no deja de tener realismo y aparece en el diálogo de Jesús con uno de sus discípulos, ante un gentío con hambre:

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: 
«¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan». (Juan 6,1-15)

Así está planteado el problema y se presenta una posible solución: comprar el pan. Pero eso no está al alcance de los discípulos. Tampoco hay dónde comprarlo. En cierta forma, Jesús quería provocar otra respuesta, ver si sus discípulos eran capaces de pensar alternativas. Nos explica el evangelista Juan:

[Jesús] decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. (Juan 6,1-15)

Frente al hambre de quienes se encuentran en situaciones difíciles, hay otras respuestas posibles. Un gobierno nacional, departamental o municipal, o, mejor aún, organizaciones de la sociedad civil, podrían implementar soluciones más estructuradas y permanentes, como el Instituto Nacional de Alimentación, que existe en Uruguay; bancos de alimentos, distribución de canastas…

Una comunidad cristiana que siente la compasión de Jesús puede no solo hacer caridad, sino hacerlo en forma organizada: entregar alimentos, ofrecer un plato caliente, como se hace en varias parroquias, preparado por grupos de fieles. Recordemos a San Vicente de Paúl, quien ante la tremenda pobreza de la Francia de su tiempo, organizó la distribución de víveres, ropa y otras ayudas a los pobres, llevando registros de las familias a las que se ayudaba, de modo de distribuir mejor los recursos disponibles.

Todo eso puede ser bueno, pero no deja de ser asistencia, solución a un problema inmediato, pero sin cambiar una situación de necesidad y manteniendo la dependencia de ayuda. Por eso es necesario que haya otras iniciativas que promuevan el pleno desarrollo humano a través del trabajo, del empleo, todo lo que permite a cada uno ganar honradamente su pan con el esfuerzo cotidiano.

Pero Jesús tiene ante sí la multitud hambrienta y no hay dinero para comprar pan. ¿Hay algún otro recurso? Una respuesta aparece:

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» (Juan 6,1-15)

Hay un niño que ofrece lo poco que tiene. Frente a la necesidad que se ha presentado, lo que él tiene… es… ¡nada! Pero lo pone en manos de Jesús. Pronunciada la acción de gracias, Jesús distribuyó los panes y peces entre todos. 

Aquí podríamos quedarnos en la acción de Jesús. El milagro. La multiplicación de los panes y los peces. Después de hacer sentar a la gente,

Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. (Juan 6,1-15)

Pero no nos quedemos solamente con el milagro; no podemos olvidarnos del niño. Como dice la canción: “Un niño se te acercó aquella tarde”

Jesús hizo su obra, pero esa obra fue posible porque hubo alguien que puso en sus manos todo lo que tenía. Un niño que se confió a Jesús. 

Recordemos la palabra clave del domingo pasado: compasión. Jesús se compadeció de la multitud. El niño de los cinco panes entendió la compasión de Jesús e hizo suyo ese sentimiento. Y eso le llevó a ofrecer lo que tenía.

“No podemos hacer nada”. “No hay con qué…”. En nada de eso pensó el niño. Y Jesús recibió su ofrenda y obró.

En estos días, la muerte de un sacerdote nos ha hecho sentir como aquella multitud de la que Jesús se compadeció. Como Obispo, no puedo decir “no habrá otro”; pero hoy, es verdad, no hay nadie a quien enviar a esa comunidad, no hay un sacerdote que pueda ir a quedarse allí. Esa parroquia se ha sumado a varias otras de Canelones que no cuentan con un sacerdote residente.

Entonces… tendremos que recurrir al niño. Al niño que todos tenemos dentro, al que hace confianza en Jesús y pone en sus manos lo que tiene: presencia, tiempo, ideas, recursos… todo aquello que hará posible que Jesús siga haciéndose presente y siga alimentándonos con el pan de su Palabra y con su pan de Vida. Jesús lo hará a través de nosotros, el “nosotros” de la comunidad; no solo de los ministros o de personas consagradas, sino el conjunto de fieles, aunque sea apenas un puñadito de gente, como eran esos pocos panes y peces que el niño ofreció aquella tarde. Jesús lo recibirá y lo multiplicará, porque Él vive y camina en medio de nosotros.

P. Washington Conde (QEPD)

El domingo pasado, en la parroquia San Antonio de Padua, en Las Piedras, despedimos al P. Washington Conde, que fue llamado a la Casa del Padre. En sus casi 30 años de ministerio sacerdotal pasó por las parroquias de Pando, San Adolfo y Medalla Milagrosa, Barros Blancos y Empalme Olmos, hasta recalar en San Antonio. Fue capellán del Movimiento Scout. En su vida fue constante el amor por la Palabra de Dios: conocerla, meditarla, explicarla y buscar ponerla en práctica cada día, animando a su comunidad a hacer lo mismo. Damos gracias por su vida, su sacerdocio y su fraternidad. Descanse en Paz.

Hna. Cecilia Gayo HMA, votos perpetuos

La Hna. Cecilia Gayo, Hija de María Auxiliadora, que forma parte de la comunidad de Las Piedras, hará sus votos definitivos en la parroquia San Isidro, el sábado 3 de agosto a las 18 horas. Dentro de su vocación, ha sentido el llamado misionero y ha expresado su disponibilidad para ir allí donde sea enviada.

En esta semana

29 de julio: Santos Marta, María y Lázaro. Tres hermanos, amigos de Jesús, que supieron brindarle a él y a sus discípulos su casa de Betania como lugar de reposo y convivencia fraterna.

31 de julio: San Ignacio de Loyola. Fundador de los Jesuitas y creador de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien han hecho ayudando a muchos a discernir la voluntad de Dios para su vida.

1 de agosto, San Alfonso María de Ligorio. Fundador de los Redentoristas. Patrono de la capilla del km 28, en Barros Blancos.

2 de agosto, Santa María de los Ángeles, advocación profundamente ligada a la familia franciscana; patrona de la parroquia ubicada en San José de Carrasco, ciudad de la Costa

4 de agosto: san Juan María Vianney, santo Cura de Ars, proclamado por Benedicto XVI como patrono de todos los sacerdotes. En ese día los obispos del Uruguay comenzamos unas jornadas de retiro en Florida.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

jueves, 25 de julio de 2024

25 de julio: Santiago Apóstol



+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     20, 20-28

    La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.
    «¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
    Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
    «No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?»
    «Podemos», le respondieron.
    «Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre.»
    Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»

Palabra del Señor.

miércoles, 24 de julio de 2024

Palabra de Vida: “Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía... y te había consagrado” (Jeremías 1,1.4-10)


 
Miércoles de la XVI semana del tiempo durante el año.
24 de julio de 2024.

Lectura del libro de Jeremías     1, 1.4-10

Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamín.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.»
Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.»
El Señor me dijo: «No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde Yo te envíe y dirás todo lo que Yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu boca. Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar.»

Palabra de Dios.

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domingo, 21 de julio de 2024

Pbro. Washington Conde, 1963-2024. “... y lo reconocieron al partir el pan” (Lucas 24,35)


Rasgos biográficos

Washington Enrique Conde Suárez nació en la ciudad de Joaquín Suárez, departamento de Canelones, el 9 de febrero de 1963.

Fue ordenado sacerdote por Mons. Orestes Santiago Nuti, primer obispo de Canelones, el 25 de septiembre de 1994.

Comenzó su servicio sacerdotal como vicario parroquial en la parroquia Inmaculada Concepción de Pando.

En 1996 fue nombrado cura párroco de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Villa San Isidro y administrador parroquial de San Adolfo en El Dorado, ambas parroquias, hoy, en la ciudad de 18 de Mayo.

En el 2000 pasó a ser administrador parroquial de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Barros Blancos.

En 2004 fue nombrado responsable diocesano de la Pastoral Bíblica. 

En 2006, cura párroco de Santa Rosa de Lima, en Empalme Olmos.

Desde 2013 era asesor diocesano de Pastoral Social. 

Los Scouts siempre lo tuvieron cerca, incluso colaborando en la capellanía nacional de la Pastoral católica del Movimiento.

El 17 de diciembre de 2015 asumió como cura párroco de San Antonio de Padua, en Pueblo Nuevo, Las Piedras, donde vivió sus últimos años en el ministerio sacerdotal, hasta su fallecimiento en la noche del 20 de julio de 2024, a los 61 años de edad y con casi 30 años de ordenado.

El velatorio se realizó desde la mañana del domingo 21 en el templo parroquial de San Antonio, culminando con la Misa a las 13:30. A las 15 horas se realizó el sepelio en el Cementerio de Las Piedras. El ataúd fue colocado en el nicho 597, en bloque al costado del panteón del cantor pedrense Julio Sosa.


Homilía de Mons. Heriberto: "Dios llama siempre"

Queridos hermanos y hermanas:

El Padre Washington, nuestro hermano, nuestro amigo, ha sido llamado a la Casa del Padre.

Desde la noche del 29 de junio había venido luchando, acompañado por la oración de todos los que estamos aquí y de muchos más. Los intensivistas agotaron todos sus recursos, pero no fue posible evitar este desenlace y anoche terminó su combate.

Toda separación produce tristeza; pero encontramos consuelo en la fe y la esperanza, así como en el recuerdo agradecido por la vida y el sacerdocio de Washington, a quienes su mamá Elida y su prima Patricia, que están aquí con nosotros, llamaban “Enrique”, su segundo nombre.

En su servicio sacerdotal, Washington pasó por las parroquias de Pando, El Dorado, Villa San Isidro, Barros Blancos y Empalme Olmos hasta recalar, desde el 17 de diciembre de 2015, en Las Piedras, en Pueblo Nuevo, en esta parroquia San Antonio de Padua. También tuvo responsabilidades diocesanas como la Pastoral Bíblica y la Pastoral Social y fue capellán nacional de la Pastoral Católica del Movimientos Scout. Siempre estuvo muy cercano a los Scouts.

“El sacerdote es el verdadero formador de comunidades cristianas insertas en el mundo como fermento de cambio, llenas de amor fraterno”, decía Mons. Nuti el 25 de septiembre de 1994, en la ordenación del Padre Washington. El domingo 16 de junio, en la fiesta patronal, vivimos uno de esas expresiones fraternas. No lo sabíamos, pero sería la última fiesta con la presencia de Washington como párroco.

Pero ese amor fraterno ciertamente se ha manifestado en esta comunidad que, como decíamos, lo estuvo acompañando con su oración y llegando a él en la medida de lo posible, a través de algunos de sus integrantes, pero sin dejar de estar todos atentos y orantes.

En esa homilía de la ordenación, Mons. Nuti recordó que Washington, como los discípulos que dejaron las redes al llamado de Jesús, en diciembre de 1984, dejó su empleo en las oficinas de UTE para seguir al Maestro.

“Dios llama siempre”, decía Mons. Nuti y, recordando la parábola de los trabajadores de la viña, mencionaba los llamados a primera hora, a la hora mediana y al atardecer.

En el evangelio de este domingo escuchamos a Jesús diciendo a los apóstoles «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Ahora Washington ha respondido al llamado de la última hora; no para la labor de la cosecha, sino para el descanso; descanso de la tarea que el obispo describía como “trabajo de toda la vida, como anunciador y testigo” de Cristo; en el “nunca anunciarse a sí mismo; siempre a Dios”.

En la vida de nuestro amigo fue constante el amor por la Palabra de Dios: conocerla, entenderla, meditarla, explicarla y buscar ponerla en práctica cada día e invitar a hacer todo eso en comunidad. 

Como decía Mons. Nuti: “orar a Dios, contemplar en Dios sus planes; las cosas contempladas en Dios, presentarlas a los hombres y presentarle a Dios los problemas de los hombres”.

Finalizaba Mons. Nuti su homilía con esta recomendación para el nuevo sacerdote: “recuérdate que has sido sacado de entre los hombres, puesto como puente entre los hombres y Dios para hablar a Dios de los hombres y a los hombres de Dios”.

Washington ya no nos hablará de Dios con sus palabras. Quienes las recibimos en momentos especiales las recordaremos. Pero nos seguirá hablando con el recuerdo de su entrega sacerdotal. Y si hasta ahora Washington habló a Dios de los hombres en su oración, pedimos al Señor que lo reciba para que pueda seguir hablándole de nosotros, llevándole las angustias y tristezas, así como las alegrías y esperanzas de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia, de cada rostro humano que alguna vez se estampó en sus retinas y que él guardó en su corazón.

Padre Washington, Enrique, gracias por tu vida, por tu fraternidad, por tu sacerdocio. Descansa en Paz.

+ Heriberto, Obispo de Canelones

viernes, 19 de julio de 2024

“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella” (Marcos 6,30 34). Domingo XVI durante el año.

“Si en este momento usted estuviera solo y Dios se le presentara ¿Qué le diría?”
Esa pregunta formaba parte de una encuesta que se hizo hace muchos años en las parroquias de Uruguay. La respuesta no era abierta: había múltiples opciones. Recuerdo una que decía: “me pondría de rodillas delante de Él y le pediría perdón por todos mis pecados”. Otra era “le preguntaría porqué hay tanto mal en el mundo”.

De esa forma, se buscaba sacar alguna conclusión sobre la imagen de Dios y la relación que los católicos practicantes, de Misa, teníamos con Dios. 

No recuerdo otras posibilidades de respuesta que se ofrecían; creo recordar una expresión de amor, de adoración y, seguramente, también la posibilidad de algún pedido, como la curación de una enfermedad o la solución de problemas….

Los seres humanos tenemos muchas necesidades.
Algunas son inmediatas, acuciantes y las tratamos de resolver a lo largo del día.
Otras son más de fondo y vamos buscando respuesta a lo largo de la vida.

Leyendo el Evangelio de hoy y otros pasajes, vemos cómo mucha gente iba al encuentro de Jesús.
Desde nuestra fe, podemos pensar, iban al encuentro de Dios, del Hijo de Dios… pero eso no era tan evidente en aquel tiempo. En la historia de Israel había habido muchos hombres claramente inspirados por Dios, cuyas historias -que nos han quedado en la Biblia- seguían siendo referencia para todos: Abraham, Moisés, los profetas… La gente percibía en ellos una clara relación con Dios, una gran conexión con Dios, podríamos decir.

Lo mismo veían ahora en Jesús. Un hombre que traía para ellos, de forma misteriosa, la presencia de Dios. Más allá del grupo de los Doce, que iba con Jesús a todas partes, permaneciendo con él, mucha más gente seguía a Jesús: averiguaban dónde estaba, iban a verlo, a escucharlo… esperaban ver o recibir un milagro.

¿Qué siente Jesús ante la gente? El evangelio de hoy nos presenta ese sentimiento:
Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor (Marcos 6,30 34)
La compasión de Jesús es el sentimiento que nos muestra el evangelio. Jesús se compadeció de la multitud. El verbo compadecer significa “padecer-con”. Padecer nos habla de algo malo que se siente, que se sufre, que se soporta: un dolor físico o moral, una enfermedad, una pena o castigo… Sentir compasión, compadecerse, es llegar a sentir como si fuera propio el sufrimiento del otro: padecer con el otro.

El motivo de la compasión de Jesús es que las personas de aquella multitud estaban “como ovejas sin pastor”. Eso significa que estaban perdidas y no encontraban el camino para atender sus necesidades más inmediatas. Pensemos en la primera estrofa del salmo de este domingo, este salmo tan conocido:
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. (Salmo 22,1-6)
Ahí está lo que hace el pastor por sus ovejas. Pero, si no hay pastor ¿quién conducirá hacia las verdes praderas y las aguas tranquilas? Las ovejas sufrirán el hambre y la sed y se agotarán en un ir y venir sin rumbo.

Pero allí, ante la multitud, está Jesús. Él, reencontrándose con sus discípulos que habían vuelto de su primera experiencia de misión, se había retirado con la intención de descansar:
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. (Marcos 6,30 34)
Sin embargo, no tuvieron éxito en ese intento de retiro:
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. (Marcos 6,30 34)
En este reencuentro con la multitud que lo ha seguido, vuelve a manifestarse, una vez más, la compasión de Jesús. El evangelio no nos dice qué espera toda aquella gente en ese momento. No aparece ningún pedido de su parte. Nos dice, en cambio, lo que vio Jesús en ellos: “eran como ovejas sin pastor”. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?
“… estuvo enseñándoles largo rato”. (Marcos 6,30 34)
¿Era eso lo que esperaba la gente? ¿Era eso lo que hubiéramos esperado nosotros? La respuesta de Jesús va muchas veces más allá de lo que la gente cree que necesita, más allá de lo que le pide. Dios sobrepasa nuestros deseos y puede concedernos aún lo que no nos atrevemos a pedir. Pensemos en aquel paralítico que fue llevado ante Jesús y que, como podemos pensar, esperaría volver a caminar, ser curado. A él, lo primero que le dice Jesús es “tus pecados te son perdonados”. Tantos otros que fueron curados de sus enfermedades, escucharon de Jesús esta palabra: “tu fe te ha salvado”. No todos reconocieron el don que habían recibido. De diez leprosos que quedaron limpios por la palabra de Jesús, solo uno volvió para agradecer y pudo, así, escuchar esta frase:
«Levántate y vete, tu fe te ha salvado». (Lucas 17,19)
Volver a Jesús. Volver al encuentro con Él, en la Iglesia, en la comunidad. 
Como en nuestro punto de partida: ¿qué le pediríamos hoy? ¿Qué le podemos pedir?
Nada mejor que volver a escucharlo, estar con Él. Recibir su Palabra y ponerla en práctica.

Dejarnos enseñar. Todos necesitamos palabras de verdad que nos guíen y que iluminen nuestro camino. Sin la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la correcta orientación ni el sentido de nuestra vida.

Cuando nos alejamos de Jesús y de su amor, nos perdemos. La existencia se transforma en desilusión e insatisfacción. Las dificultades nos abruman y las tinieblas parecen estar prontas a devorarnos. Pero, entonces…
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo. (Salmo 22,1-6)
Caminando detrás de Jesús, siguiendo sus huellas, aprendiendo de su compasión, es posible caminar sin temor y avanzar en el amor a Dios y al prójimo.

En esta semana

  • Lunes 22: Santa María Magdalena, apóstol de los apóstoles
  • Miércoles 24: recordamos a la beata Madre Berenice, fundadora de las Hermanitas de la Anunciación.
  • Jueves 25: Santiago, apóstol
  • Viernes 26: Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María.
  • El domingo 28, el más próximo a la memoria de San Joaquín y Santa Ana, la iglesia celebra la jornada de los abuelos y mayores, convocada este año bajo el lema “En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9).
Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: “He oído tu súplica, he visto tus lágrimas” (Isaías 38,1-6.22.7-8.21)

 



Viernes de la XV semana del tiempo durante el año.
19 de julio de 2024.

Lectura del libro de Isaías     38, 1-6.22.7-8.21

El rey Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: «Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más.»
Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo que es bueno a tus ojos.» Y Ezequías se deshizo en llanto.
Entonces la palabra del Señor llegó a Isaías en estos términos: «Ve a decir a Ezequías: Así habla el Señor, el Dios de tu padre David: He oído tu súplica, he visto tus lágrimas. Yo añadiré otros quince años a tu vida; te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria, y defenderé a esta ciudad.»
Ezequías respondió: «¿Cuál es la señal de que podré subir a la Casa del Señor?»
«Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: En el reloj de sol de Ajaz, Yo haré retroceder diez grados la sombra que ya ha descendido.»
Y el sol retrocedió en el reloj los diez grados que había descendido. Luego dijo Isaías: «Traigan un emplasto de higos; aplíquenlo sobre la úlcera, y el rey sanará.»

Palabra de Dios.

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jueves, 18 de julio de 2024

Palabra de Vida: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados” (Mateo 11,28-30).


 

Jueves de la XV semana del tiempo durante el año.
18 de julio de 2024.
Imagen: "El cargador de flores", de Diego Rivera (1935).

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 28-30

Jesús tomó la palabra y dijo:
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Palabra del Señor.