miércoles, 29 de junio de 2011

Homilía de Benedicto XVI en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo Apóstoles, 60º aniversario de su ordenación sacerdotal


Queridos hermanos y hermanas,

«Ya no los llamo siervos, sino amigos» (cf. Jn 15,15). Sesenta años después de mi Ordenación sacerdotal, siento todavía resonar en mi interior estas palabras de Jesús, que nuestro gran Arzobispo, el Cardenal Faulhaber, con la voz ya un poco débil pero firme, nos dirigió a los nuevos sacerdotes al final de la ceremonia de Ordenación.

Según las normas litúrgicas de aquel tiempo, esta aclamación significaba entonces conferir explícitamente a los nuevos sacerdotes el mandato de perdonar los pecados. «Ya no siervos, sino amigos»: Yo sabía y sentía que, en ese momento, esta no era sólo una palabra «ceremonial», y era también algo más que una cita de la Sagrada Escritura. Era bien consciente: en este momento, Él mismo, el Señor, me la dice a mí de manera totalmente personal. En el Bautismo y la Confirmación, Él ya nos había atraído hacia sí, nos había acogido en la familia de Dios. Pero lo que sucedía en aquel momento era todavía algo más. Él me llama amigo.

Me acoge en el círculo de aquellos a los que se había dirigido en el Cenáculo. En el grupo de los que Él conoce de modo particular y que, así, llegan a conocerle de manera particular.

Me otorga la facultad, que casi da miedo, de hacer aquello que sólo Él, el Hijo de Dios, puede decir y hacer legítimamente: Yo te perdono tus pecados. Él quiere que yo – por mandato suyo – pronuncie con su «Yo» unas palabras que no son únicamente palabras, sino acción que produce un cambio en lo más profundo del ser. Sé que tras estas palabras está su Pasión por nuestra causa y por nosotros.

Sé que el perdón tiene su precio: en su Pasión, Él ha descendido hasta el fondo oscuro y sucio de nuestro pecado. Ha bajado hasta la noche de nuestra culpa que, sólo así, puede ser transformada. Y, mediante el mandato de perdonar, me permite asomarme al abismo del hombre y a la grandeza de su padecer por nosotros los hombres, que me deja intuir la magnitud de su amor.

Él se fía de mí: «Ya no los llamo siervos, sino amigos». Me confía las palabras de la Consagración en la Eucaristía. Me considera capaz de anunciar su Palabra, de explicarla rectamente y de llevarla a los hombres de hoy. Él se abandona a mí.

«Ya no son siervos, sino amigos»: esta es una afirmación que produce una gran alegría interior y que, al mismo tiempo, por su grandeza, puede hacernos estremecer a través de las décadas, con tantas experiencias de nuestra propia debilidad y de su inagotable bondad.

«Ya no los llamo siervos, sino amigos»: en estas palabras se encierra el programa entero de una vida sacerdotal. ¿Qué es realmente la amistad? Ídem velle, ídem nolle – querer y no querer lo mismo, decían los antiguos. La amistad es una comunión en el pensamiento y el deseo. El Señor nos dice lo mismo con gran insistencia: «Conozco a los míos y los míos me conocen» (cf Jn 10,14). El Pastor llama a los suyos por su nombre (cf Jn 10,3).

Él me conoce por mi nombre. No soy un ser anónimo cualquiera en la inmensidad del universo. Me conoce de manera totalmente personal. Y yo, ¿le conozco a Él? La amistad que Él me ofrece sólo puede significar que también yo trate siempre de conocerle mejor; que yo, en la Escritura, en los Sacramentos, en el encuentro de la oración, en la comunión de los Santos, en las personas que se acercan a mí y que Él me envía, me esfuerce siempre en conocerle cada vez más.

La amistad no es solamente conocimiento, es sobre todo comunión del querer. Significa que mi voluntad crece hacia el «sí» de la adhesión a la suya. En efecto, su voluntad no es para mí una voluntad externa y extraña, a la que me doblego más o menos de buena gana o no lo hago. No, en la amistad mi voluntad se une a la suya a medida que va creciendo; su voluntad se convierte en la mía, y justo así llego a ser yo mismo. Además de la comunión de pensamiento y voluntad, el Señor menciona un tercer elemento nuevo: Él da su vida por nosotros (cf. Jn 15,13; 10,15).

Señor, ayúdame siempre a conocerte mejor. Ayúdame a ser una sola cosa con tu voluntad. Ayúdame a vivir mi vida, no para mí mismo, sino junto a Ti para los otros. Ayúdame a ser cada vez más Tu amigo.

Las palabras de Jesús sobre la amistad están en el contexto del discurso sobre la vid. El Señor enlaza la imagen de la vid con una tarea que encomienda a los discípulos: «Los he elegido y les he destinado para vayan y den fruto, y que ese fruto permanezca» (Jn 15,16). El primer cometido que da a los discípulos – a los amigos – es el de ponerse en camino, para que salgan; para que salgan de si mismos y vayan hacia los otros. Podemos oír juntos aquí también las palabras que el Resucitado dirige a los suyos, con las que san Mateo concluye su Evangelio: «Vayan y enseñen a todos los pueblos...» (cf. Mt 28,19s).

El Señor nos exhorta a superar los confines del ambiente en que vivimos, a llevar el Evangelio al mundo de los otros, para que impregne todo y así el mundo se abra para el Reino de Dios. Esto puede recordarnos que el mismo Dios ha salido de si, ha abandonado su gloria, para buscarnos, para traernos su luz y su amor. Queremos seguir al Dios que se pone en camino, superando la pereza de quedarnos cómodos en nosotros mismos, para que Él mismo pueda entrar en el mundo.

Después de la palabra sobre el ponerse en camino, Jesús continúa: den fruto, un fruto que permanezca. ¿Qué fruto espera Él de nosotros? ¿Cuál es el fruto que permanece? Pues bien, el fruto de la vid es la uva, del que luego se hace el vino. Detengámonos un momento sobre esta imagen. Para que una buena uva madure, se necesita sol, pero también lluvia, el día y la noche. Para que madure un vino de calidad, hay que prensar la uva, se requiere la paciencia de la fermentación, los atentos cuidados que sirven a los procesos de maduración. Un vino de clase no solamente se caracteriza por su dulzura, sino también por la riqueza de los matices, la variedad de aromas que se han desarrollado en los procesos de maduración y fermentación.

¿Acaso no es ésta una imagen de la vida humana, y particularmente de nuestra vida de sacerdotes? Necesitamos el sol y la lluvia, la serenidad y la dificultad, las fases de purificación y prueba, y también los tiempos de camino alegre con el Evangelio. Volviendo la mirada atrás, podemos dar gracias a Dios por ambas cosas: por las dificultades y por las alegrías, por las horas oscuras y por aquellas felices. En las dos reconocemos la constante presencia de su amor, que nos lleva y nos sostiene siempre de nuevo.

Ahora, sin embargo, debemos preguntarnos: ¿Qué clase de fruto es el que espera el Señor de nosotros? El vino es imagen del amor: éste es el verdadero fruto que permanece, el que Dios quiere de nosotros. Pero no olvidemos que, en el Antiguo Testamento, el vino que se espera de la uva selecta es sobre todo imagen de la justicia, que se desarrolla en una existencia vivida según la ley de Dios.

Y no digamos que esta es una visión veterotestamentaria ya superada: no, ella sigue siendo siempre verdadera. El auténtico contenido de la Ley, su summa, es el amor a Dios y al prójimo. Este doble amor, sin embargo, no es simplemente algo dulce. Conlleva en sí la carga de la paciencia, de la humildad, de la maduración de nuestra voluntad en la formación e identificación con la voluntad de Dios, la voluntad de Jesús Cristo, el Amigo. Sólo así, en el hacerse todo nuestro ser verdadero y recto, también el amor es verdadero; sólo así es un fruto maduro. Su exigencia intrínseca, la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, requiere que se cumpla siempre también en el sufrimiento. Precisamente de este modo, crece la verdadera alegría.

En el fondo, la esencia del amor, del verdadero fruto, se corresponde con las palabras sobre el ponerse en camino, sobre el salir: amor significa abandonarse, entregarse; lleva en sí el signo de la cruz. En este contexto, Gregorio Magno decía una vez: Si tienden hacia Dios, tengan cuidado de no alcanzarlo solos (cf. H Ev 1,6,6: PL 76, 1097s); una palabras que a nosotros, cómo sacerdotes, hemos de tener presentes íntimamente cada día.

Queridos amigos, quizás me he entretenido demasiado con la memoria íntima sobre los sesenta años de mi ministerio sacerdotal. Es hora de pensar en lo que es propio de este momento.

En la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, dirijo ante todo mi más cordial saludo al Patriarca Ecuménico Bartolomé I y a la Delegación que ha enviado, y a la que agradezco vivamente su grata visita en la gozosa ocasión de los Santos Apóstoles Patronos de Roma. Saludo cordialmente también a los Señores Cardenales, a los Hermanos en el Episcopado, a los Señores Embajadores y a las Autoridades civiles, así como a los sacerdotes compañeros de la primera misa, religiosos y fieles laicos. Agradezco a todos su presencia y su oración.

A los Arzobispos Metropolitanos nombrados desde la última Fiesta de los grandes Apóstoles, les será impuesto ahora el Palio. ¿Qué significa?

Nos puede recordar ante todo el suave yugo de Cristo que se nos pone sobre los hombros (cf. Mt 11,29s). El yugo de Cristo es idéntico a su amistad. Es un yugo de amistad y, por tanto, un «yugo suave», pero precisamente por eso es también un yugo que exige y que plasma. Es el yugo de su voluntad, que es una voluntad de verdad y amor.

Así, es también para nosotros sobre todo el yugo de introducir a otros en la amistad con Cristo y de estar a disposición de los demás, de cuidar de ellos como Pastores. Con esto hemos llegado a un nuevo significado del palio: está tejido con la lana de corderos que son bendecidos en la fiesta de santa Inés. Nos recuerda de este modo al Pastor que se ha convertido Él mismo en cordero por amor nuestro. Nos recuerda a Cristo que se ha encaminado por las montañas y los desiertos en los que su cordero, la humanidad, se había extraviado. Nos recuerda a Él, que ha tomado el cordero, la humanidad – a mí – sobre sus hombros, para llevarme de nuevo a casa.

De este modo, nos recuerda que, como Pastores a su servicio, también nosotros hemos de llevar a los otros, cargándolos, por así decir, sobre nuestros hombros y llevarlos a Cristo. Nos recuerda que podemos ser Pastores de su rebaño, que sigue siendo siempre suyo, y no se convierte en el nuestro. Por fin, el Palio significa muy concretamente también la comunión de los Pastores de la Iglesia con Pedro y con sus sucesores; significa que tenemos que ser Pastores para la unidad y en la unidad, y que sólo en el unidad de la cual Pedro es símbolo, guiamos realmente hacia Cristo.

Sesenta años de ministerio sacerdotal. Queridos amigos, tal vez me he extendido demasiado en los detalles. Pero en esta hora me he sentido impulsado a mirar a lo que ha caracterizado estas décadas. Me he sentido impulsado a decirles – a todos los sacerdotes y Obispos, así como también a los fieles de la Iglesia – una palabra de esperanza y ánimo; una palabra, madurada en la experiencia, sobre el hecho de que el Señor es bueno.

Pero, sobre todo, este es un momento de gratitud: gratitud al Señor por la amistad que me ha ofrecido y que quiere ofrecer a todos nosotros. Gratitud a las personas que me han formado y acompañado. Y en todo ello se esconde la plegaria de que un día el Señor, en su bondad, nos acoja y nos haga contemplar su alegría. Amén.

martes, 28 de junio de 2011

Obispo de Treinta y Tres y Melo recibió premio "excelencia"

Monseñor Cáceres. El primer homenajeado

EL PAIS, martes 28.

NÉSTOR ARAUJO

Con 90 años de edad y [casi] 50 de Obispo, Monseñor Roberto Cáceres fue distinguido ayer por el gobierno departamental de Cerro Largo con el premio "Excelencia Ciudadana 2011".

Aprovechando el 216 aniversario de la ciudad de Melo, la Intendencia de Cerro Largo premió al Obispo emérito de Melo y Treinta y Tres monseñor Roberto Cáceres.

El galardón "Excelencia Ciudadana" con el que fue distinguido el religioso, será entregado todos los años por el gobierno municipal a una persona con trayectoria en el departamento y que "merezca" ser reconocida. La ceremonia se hará siempre los 27 de junio.

Monseñor Roberto Cáceres fue homenajeado ayer rodeado de amigos y seguidores de su obra social.

"Un pueblo tiene el júbilo de tenerte entre nosotros; esas palabras no son mías, fueron con las que Monseñor recibió en la plaza de la concordia al Papa Juan Pablo II el 8 mayo 1988", dijo el intendente de Cerro Largo Sergio Botana para abrir el acto de reconocimiento que se realizó en la plaza Constitución , donde además se descubrió un monolito con una placa de bronce que recuerda la figura, la obra y la trayectoria del presbítero. "Roberto es el ejemplo de lo que se predica" reza la leyenda colocada en plaza Constitución, frente a la Catedral.

El intendente aseguró en la ceremonia que "era imprescindible que no se demorara más" la creación de estas distinciones. "No podemos tener mayor honor que Monseñor Cáceres encabece estos premios. En esta plaza va a quedar enclavada una piedra con su nombre y una nómina extensa que de aquí en más será llenada por distintas generaciones como reconocimiento a aquellos que nos enseñan el camino, y vaya si nos ha enseñado el camino Monseñor Cáceres" comentó.

Botana recordó también que en la visita de Juan Pablo II el religioso hizo referencia al trabajo en el departamento y aseguró que "gracias a Dios, estamos viviendo tiempos donde hay ahora trabajo para más y más ciudadanos. Es un lindo momento para celebrar el hecho de que tu mensaje, Roberto, ya no es un deseo".

El homenajeado, en tanto, visiblemente emocionado agradeció el reconocimiento del gobierno departamental.

"Como el afecto, la cercanía y la generosidad enciende la llama del corazón, no se siente frío en esta mañana gélida" dijo al comenzar sus palabras de agradecimiento.

"Ayer alguien me atribuía una frase que no es mía y dice que `la sociedad antes de necesidad de pan tiene necesidad de afecto, de cariño, ternura y comprensión. Besé y saludé a tanta gente en esta plaza hoy que ya no recuerdo el nombre de muchos, y me duele, es que los años van pesando, la memoria se va erosionando", afirmó. Y agregó: "no imaginan cuánto agradezco esto que todos estamos sufriendo y gozando, el frío y el calor, todo".

lunes, 27 de junio de 2011

En el Aniversario de la fundación de Melo: Homenaje a Mons. Roberto Cáceres

Con motivo del 216º aniversario de la fundación de la ciudad de Melo, la Intendencia Municipal, a sugerencia del "Consejo de Cerro Largo", decidió otorgar el reconocimiento titulado "El Ciudadano" a Mons. Roberto Cáceres, en atención a su límpida trayectoria pública, como Obispo primero, y como Obispo Emérito hoy, de la Diócesis de Melo.
El acto tuvo lugar en la Plaza Constitución, en la cercanía de dos signos: la estatua de Artigas y la Catedral donde Mons. Cáceres recibió su ordenación episcopal. La figura de Artigas fue evocada por el Obispo Emérito al indicar la actitud fundamental del gobernante que desea de verdad servir a su pueblo, identifícándose con él: poner en el centro de su obrar la persona humana.
El acto se inició con las palabras del Maestro Clair de Farías, querido amigo de Mons. Roberto, y actual compañero de la "Rueda de Amigos" que se emite por Radio María los domingos de mañana. A continuación, fue el intendente quien se dirigió a los presentes, fundamentando la resolución adoptada para realizar este homenaje. Otro querido amigo de Mons. Roberto, el poeta Julio Guerra, acompañado por un dúo de músicos melenses en guitarra y violín, desgranó sus versos con su voz grave y expresiva. Finalmente, fue el propio Mons. Roberto quien hizo uso de la palabra, iniciando su discurso con una sencilla frase: "No siento frío". La mañana, estaba en realidad, gélida. Pero el Obispo emérito agregó: "el tiempo está frío, pero el calor del afecto de todos Uds. entibia el aire". A lo largo de su extensa pero entretenida alocución "para que Uds. ejerciten su paciencia", como dijo él mismo, Mons. Roberto no olvidó esparcir generosamente la semilla de la Palabra de Dios, recordando incluso la fundación de Melo "En el nombre de Dios, principio, medio y fin de todas las cosas", como reza el acta labrada por Agustín de la Rosa. Es así como ha llevado esta vida que todos admiran y reconocen: viviéndola "En el nombre del Señor", como dice el lema que eligiera hace casi cincuenta años, al ser nombrado obispo por el Papa Juan XXIII.


Abrazos, desde la llegada...

Las palabras del amigo: el Maestro Clair de Farías (ver video abajo)

La intervención del Intendente Municipal de Cerro Largo, economista Sergio Botana.
La poesía de otro gran amigo: Julio Guerra
La humilde y serena reflexión de Mons. Roberto:
"Toda persona es sagrada. Toda persona es ilustre."
Mons. Roberto recibe una obra de un artesano local en recuerdo del acto.
Descubrimiento de la placa
El primer nominado.

En el Aniversario de la fundación de Melo: el acta fundacional.


Acta de la fundación de Melo.

(Se respeta la ortografía original)

"En la costa del Arroyo que se denomina Tacuarí a veintisiete días del mes de junio de mil setecientos noventa y cinco años, yo D. Agustín de la Rosa, Capitán de Infta. y Comandante de los Campos (parte oriental del Río Uruguay) y Guardia Nueba de Melo nombrada hasta aquí el Cerro Largo, con comisión y facultad del Exmo. Sr. Dn Pedro de Melo de Portugal y Villeena - actual Virrey y Gobor y Capitán Gral. de estas provincias, para la creación de una nueba villa, salí de mi Guardía en consorcio del Tente. de Cabrias. de Blandengs, Dn Manuel de Lezarazu y otros indibiduos y como a dista de ocho cuadras de ella, y como a seis del otro arroyo sin brújula ni otro instrumento alguno que una cuerda de trescientas varas, tomando por base los cuatros bientos cardinales e inbocando el Sto. nombre de Dios (principio, medio y fin de todas las cosas) y el de mi augusto Soberano Carlos IV (que la providencia conserve para el bien de sus pueblos) cuadré una plaza de a cien varas por cada un frente a los referidos cuatro bientos, señalando desde e punto de ella la dirección y rectitud de sus calles y cuadrando en cada uno de sus frentes cuatro sitios solares de a veinte y cinco varas cada uno, con sus correspondtes. cincuenta de fondo, para repartir a otros moradores a prevención de ocupantes señalando asimismo en las cuadas colaterales otros varios de a cincuenta de frente y cincuenta de fondo con concepto a la mayor comodidad y estensión de los ocupantes y que por este orden se entiendan en todas las demás a fin de equilibrar el beneficio con los primeros moradores de la referida plaza.Y de practicadas estas diligencias antes de señalar pertenencia alguna en propia persona acordamos todos los congregados de que en memoria de tan loables deseos y benéfica liberalidad en que nuestro señor Exmo. deseaba beneficiar al público con tan buena obra se sirbiese de nombrar desde aquel día la Villa de Melo reserbando a la elección de dicho señor Exmo. en nombre del santo tutelar que debía elegir como abogado y patrono de sus moradores para cuya constancia lo firmo en el sitado lugar, día, mes y año - AGUSTIN DE LA ROSA -"

La Iglesia en el Bicentenario - Ciclo de paneles en Universidad Católica


domingo, 26 de junio de 2011

Fiesta Patronal de la Parroquia Santisimo Sacramento, Vergara









La Parroquia Santisimo Sacramento, de la ciudad de Vergara, en el departamento de Treinta y Tres, celebró hoy su fiesta patronal. Mons. Heriberto se hizo presente para presidir la Eucaristía, acompañando al P. David, sacerdote responsable de la comunidad.
Tres niñas de la comunidad celebraron su primer encuentro con Jesús. El ballet folklórico "Tacuruses" acompañó con una hermosa danza el momento de la presentación de los dones. Al término de la Misa, la comunidad salió por las calles de la ciudad llevando el Santísimo Sacramento, en una mañana que se fue tornando particularmente fría.
Como es tradicional, la fiesta terminó con la gran "olla completa" que se sirvió como almuerzo, después del cual el ballet "Tacuruses" presentó un espectáculo de danzas criollas en el que la alegría y el vigor de los jóvenes se sumó a una interpretación de gran calidad y originalidad. Mons. Heriberto invitó luego a la comunidad a cantar con él algunas viejas canciones folklóricas, con las que concluyó la simpática sobremesa.

sábado, 25 de junio de 2011

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo en Melo









Las cinco parroquias de la ciudad de Melo se unieron hoy para celebrar la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. La celebración se inició con la Misa en la Catedral, a las 15:30, presidida por nuestro Obispo, Mons. Heriberto y con la participación del Clero de la ciudad y la presencia de numerosos fieles. Al concluir la Eucaristía, se inició la Procesión con el Santísimo Sacramento por calle Aparicio Saravia, hasta la parroquia Nuestra Señora del Carmen, donde el Obispo impartió la bendición  con el Santísimo.

Homilía de Mons. Heriberto

Celebrar esta solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo nos invita a contemplar y adorar a Cristo hecho para nosotros Pan de Vida y Bebida de Salvación.
Cuando nos acercamos a comulgar, a recibir ese Santísimo cuerpo de Cristo nos unimos a Él de una forma muy especial. Lo recibimos en nosotros mismos, en nuestro interior. Sabemos que no es un alimento común, aunque tenga el gusto de la harina de trigo con que fue preparado. Cuando comemos un alimento común, nuestro organismo lo asimila. Eso sucede con el pan de nuestra mesa, los vegetales, la carne: son transformados en nuestro organismo en lo que somos nosotros, en todo lo que compone nuestro cuerpo: huesos, músculos, nervios... Eso es la asimilación.
Pero cuando recibimos a Jesús, Pan de Vida, "comida verdadera" sucede algo distinto, porque es Él quien nos asimila. Nosotros lo comemos, pero no lo transformamos en lo que somos nosotros. Es Él quien nos transforma en lo que Él es, es decir nos asimila. Recibir el Santísimo Cuerpo de Cristo nos une a Él para transformarnos en el mismo Cristo.
Esa inmensa fuerza transformadora, que es la Gracia, el Amor de Dios, que no merecemos y que recibimos como regalo, nos es entregada de distintas formas, algunas muy misteriosas, que sólo Dios conoce. Pero sabemos que hay un camino seguro para recibirla, y es cada vez que recibimos el Cuerpo de Cristo. Por eso necesitamos recibir la Eucaristía y por eso necesitamos también recibirla adecuadamente preparados. La primera vez a través de una catequesis adecuada, que forme nuestra fe. Y luego, no sólo con el Sacramento de la Reconciliación, la confesión, sino también con la oración que prepara el corazón para el encuentro.
Esa unión tan personal, tan íntima, que es ofrecida a cada uno de nosotros tiene otra dimensión que está expresada en la palabra “comunión”: común – unión. Al recibir la Eucaristía, al unirme a Cristo, me uno en Él a todos los hermanos y hermanas que lo reciben. Él nos asimila a todos, nos hace parte suya, nos hace miembros de su Cuerpo. Como lo expresa San Pablo: "aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, por que todos comemos del mismo pan".
Hace quince días celebramos el acontecimiento de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente. El domingo pasado celebramos el gran misterio de la Santísima Trinidad. Ahora celebramos el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Esas tres solemnidades están profundamente relacionadas. Con la venida del Espíritu Santo nos asomamos al misterio de Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y por eso pasamos de Pentecostés a la Santísima Trinidad. Contemplamos a la Trinidad, eterna comunión de amor de las tres personas divinas… y hoy, contemplamos el Cuerpo de Cristo, con el que nos hacemos uno para entrar en esa comunión eterna de la Santísima Trinidad.
Es que para comprender y vivir la comunión, tenemos que entrar en el corazón de la unión de Jesús con el Padre. “El Padre y yo somos uno”, dice Jesús. Y eso no expresa solamente sentimientos. El amor que une al Padre y al Hijo, que no es otro que el espíritu de amor, el mismísimo Espíritu Santo no es únicamente un sentimiento, humanamente hablando. El Padre ama al Hijo dándole la vida; el Hijo ama al Padre dándose totalmente a Él, poniendo su vida en sus manos. En la vida terrena del Hijo, en la vida de Jesús, esa entrega del Hijo al Padre se da cada día, desde su encarnación, hasta que culmina en la cruz. A cada momento Jesús está recibiendo la vida del Padre y entregándole su vida. Cada uno de los grandes o pequeños gestos de Jesús está lleno de su amor y su entrega al Padre, que se hace entrega a la humanidad… curando, sanando, perdonando, consolando e incluso reprendiendo y corrigiendo, Jesús entrega su vida al Padre. La Cruz es el momento en que esa entrega de toda la vida se hace total.
En la última cena, Jesús anticipa esa entrega de su cuerpo, que va a ser crucificado, de su sangre, que va a ser derramada, dándose a sus discípulos bajo la forma del pan y del vino, para que ellos participen desde ese momento de su entrega y de todo lo que la Pascua de Jesús va a significar.
Así nosotros estamos llamados a vivir nuestra unión con Jesús: unidos con Él al Padre, en el Espíritu Santo. Unidos, no sólo por un sentimiento, sino por un Amor que se hace obra, que se hace acción. Convertidos, como discípulos de Jesús, en miembros de su cuerpo, para ser su boca, que sigue predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; para ser sus manos, que siguen multiplicando el pan para los hambrientos, sanando las heridas de los heridos del camino, perdonando las ofensas, bendiciendo aún a quienes nos persigan; para ser sus pies, que siguen recorriendo tras Él los caminos de la misión; para ser, en definitiva, su corazón, que sigue amando, que sigue dándose al Padre y a los hermanos.
Vamos a continuar nuestra Misa; vamos a recibir a Jesús y vamos luego a salir, llevándolo por las calles de Melo, adorándolo, alabándolo, caminando junto a Él, expresando la alegría de saber que siempre, cada día, también Él camina con nosotros.
Que este caminar juntos, siguiendo a Jesús sacramentado sea expresión de nuestra unión con Él, de nuestra unión en Él, de nuestro camino de comunión como Iglesia diocesana, comunión misionera. Así sea.

Homenaje a Mons. Roberto Cáceres en el aniversario de la Fundación de Melo


El 27 de junio de 1795 el Virrey del Río de la Plata, Pedro de Melo de Portugal y Villena, solicita la fundación de una población a orillas del río Tacuarí. El funcionario de la corona española Agustín de la Rosa, interpretando la hidrografía local, establece la villa a orillas del arroyo de Los Conventos. Dos años más tarde, en 1797, se instala la capilla de Nuestra Señora del Pilar y San Rafael, convertida en iglesia parroquial en 1805 por el Obispo de Buenos Aires Benito Lué y en catedral, al crear el Papa León XIII la Diócesis de Melo en 1897.

viernes, 24 de junio de 2011

De la Diócesis de Melo para Benedicto XVI: 60 horas de Adoración del Santísimo Sacramento


El próximo 29 de junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, coincide con el 60 aniversario de la Ordenación Sacerdotal del Papa Benedicto XVI. En esa fecha de 1951, en la Catedral de Freising (Baviera, Alemania) el Diácono Joseph Ratzinger era ordenado Presbítero por el Arzobispo de Munich y Freising, Cardenal Michael von Faulhaber.
La Congregación para el Clero nos ha pedido un regalo para Benedicto XVI. Es un regalo para el Señor y también para nosotros: ofrecer, en cada Diócesis, 60 horas de adoración eucarística continuas o distribuidas, hasta el 1º de julio, inclusive, ofrecidas por la santificación de los obispos, sacerdotes y diáconos y pidiendo vocaciones, que tanto necesitamos en el Uruguay y particularmente para nuestra diócesis.
La respuesta de nuestras parroquias nos ha permitido ofrecer este regalo, de la siguiente forma:
1. Parroquia Virgen de los Treinta y Tres
En el Templo Parroquial, organizado por Legión de María y Orden Franciscana Seglar, de 16 a 17 horas, los días domingos 12, 19, 26; el miércoles 29 y el viernes 1º de julio = 5 horas
Capilla María Auxiliadora - los miércoles 15, 22 y 29 de junio = 3 horas Capilla San Francisco Javier - los viernes 17, 25 y 21 de junio, 1º de julio = 4 horas
2. Parroquia Catedral Nuestra Señora del Pilar
29 de junio, de 9 a 19 horas = 10 horas
1 de julio, de 9 a 17 horas = 8 horas
3. Parroquia Jesús Buen Pastor
Capilla Santa Teresita del Niño Jesús - 1 de julio, de 17 a 18 horas = 1 hora
4. Parroquia María Auxiliadora, Charqueada
En el Templo parroquial, del martes 28 de junio al viernes 1, de 14:30 a 15:30:  = 4 horas 
5. Parroquia Nuestra Señora del Carmen
Domingos 12, 19, 26, de 18:30 a 19:30. Viernes 1º de julio, de 10 a 13 horas = 6 horas
6. Parroquia San José Obrero, Melo
1º de julio, de 10 a 12 y de 17 a 19 = 4 horas
7. Parroquia Santísimo Redentor, Fraile Muerto
Templo parroquial: Junio 10 y 24, Julio 1° = 3 horas
Capilla del Cerro: Junio 12, 19 y 26 = 1 hora y media
8. Parroquia Santísimo Sacramento, Vergara
25 de junio, vígilia eucarística de 20 a 1 am = 5 horas
9. Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, Cerro Chato
- En la Fazenda de la Esperanza: media hora todos los jueves
- En el templo parroquial, media hora, los viernes después de la Misa
Desde el 23 de junio al 1º de julio = 4 horas
10. Parroquia Cristo Rey, Aceguá
- En Noblía, los viernes 17 y 14 de junio y 1 de julio = 3 horas
11. Parroquia Santo Domingo Savio
- En la Capilla Santa Cruz, el miércoles 22 y el viernes 24 = 2 horas.
12. Parroquia San José, Tupambaé
- Entre el 20 de junio y el 1º de julio (inclusive) = 6 horas

Se completan así más de 60 horas.

Hay también la adhesión de fieles y comunidades religiosas que harán tiempos de adoración en diferentes momentos, y varias de las comunidades parroquiales han pensado continuar proponiendo la Adoración Eucarística con mayor frecuenca de lo que venían haciéndolo.

jueves, 23 de junio de 2011

Desde USA: nuevas noticias del P. Gabriel




Semana del 15 al 22
Este tiempo por aquí ha sido realmente muy fructífero, desde el conocer a mucha gente muy buena que nos quiere ayudar, hasta también los resultados de las colectas y beneficios que se hicieron por la Fazenda de Uruguay.
En fin, siempre hay que ser agradecidos con Dios, con la vida, pero hoy siento en mi corazón la necesidad de agradecer mucho todo esto.
Una de las experiencias más lindas que he vivido como católico es sentir en mi vida, en el día a día, el ser familia; de estar aquí o allá, no importa dónde, ni cuándo, ni cómo: estamos en familia si Jesús está en medio nuestro. Lo he vivido siempre en mi Parroquia, en la Fazenda, aquí en este viaje, con mis sobrinos que veo poco por cierto, en mi Diócesis, con mis compañeros sacerdotes, con el Obispo, con el Papa, en fin, siempre - repito - que Jesús esté en medio de nosotros, el espíritu de familia se siente y se vive.
Esta experiencia me llena de paz y fuerza para, más allá de mis pecados, limitaciones, inteligencia, etc., seguir viviendo confiadamente mi fe, mi vocación, el deseo mas profundo de servir a la Iglesia amándola y defendiendo la vida y la dignidad de todo ser humano.
En toda etapa de nuestra vida es muy importante permanecer alertas y atentos a lo que Dios nos quiere hablar con los signos de los tiempos que se nos van presentando. Personalmente creo que cada día es un desafío para descubrir su presencia y el misterio de Jesús en el hermano, en los sacramentos,  caminando a nuestro lado. Descubrirlo, reconocerlo, y decirle “te amo Señor y quiero seguirte y ayudarte en donde Tú me envíes, a los que Tú quieres más, a donde sea necesario”.
Y como toda gracia, viene acompañada de la cruz. Tenemos que aprender a descubrir en cada cruz una gracia, y en cada gracia la cruz que acompaña… “no hay amor verdadero sin su cuota de dolor” decía San Alberto Hurtado, sacerdote chileno. Pues bien, es fácil decirlo, pero cada día uno tiene que hacer esta elección: amar y abrazar a ese Jesús Abandonado que se acerca a nuestra vida.
Con amor, con voluntad, con paciencia, con humildad, con confianza, con deseo de siempre hacer la voluntad del Padre, que siempre nos dará las fuerzas, la inteligencia y todo lo que precisemos para poder decirle “SI”… que el Señor creador de todo, principio y fin de todo, nos conceda la gracia de seguir siempre firmes y unidos en esta gran FAMILIA que formamos en la Iglesia. AMEN.
Seguimos unidos en la oración. 
Gabriel

miércoles, 22 de junio de 2011

Cincuentenario de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, Caravelí, Perú

Mons. Federico Kaiser
La congregación Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, presente en la diócesis de Melo, celebró esta semana sus Bodas de Oro fundacionales en Caravelí, la pequeña ciudad peruana que las vio nacer hace 50 años, de la mano de Mons. Federico Kaiser MSC y de la Madre Wilibrordis.
En 1957 el Papa Pío XII creó la prelatura de Caravelí para una mejor atención de una vasta zona peruana. Una prelatura es un territorio puesto bajo la conducción de un Obispo sin ser todavía formalmente una diócesis. Los actualmente 30.000 km2 de Caravelí pueden no parecer una extensión tan grande comparados a los 50.000 de la diócesis de Salto o aún a los 25.000 de la diócesis de Melo. Sin embargo, la accidentada geografía montañosa acrecienta las distancias.
El primer Obispo de Caravelí fue Mons. Federico Kaiser, un misionero alemán que terminó recibiendo la ciudadanía peruana. Frente a las necesidades pastorales de la población de la prelatura, Mons. Kaiser se encuentó con muy pocos recursos: algunos sacerdotes de su congregación y algunas religiosas de la rama femenina de la misma.
Agotadas las posibilidades de conseguir sacerdotes religiosos o diocesanos que vinieran como misioneros, decidió fundar una congregación religiosa preparada especialmente para atender comunidades en las que no se contara con un sacerdote. Apenas pide ayuda para su proyecto a la Hna. Wilibrordis, encuentra en ella un eco inmediato y entusiasta y una gran capacidad ejecutiva. Así, el 22 de junio de 1961 nacen en Caravelí las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, las "Madres", como habitualmente se les llama y se llaman entre ellas.
Las misioneras se multiplican rápidamente y se prodigan para llegar a los más recónditos rincones de la prelatura, donde a veces transcurre un año entero entre dos visitas de un sacerdote. Con una sólida espiritualidad, fundada sobre la Palabra y la Eucaristía (Jesús Verbo y Víctima), con una vida austera y disciplinada llevada con alegría y salpicada de buen humor, las MJVV comienzan a llamar la atención de otros obispos también necesitados de una mejor atención pastoral en esos lugares "donde termina el asfalto". Es así que la congregación se extiende, abre sus comunidades o "Patmos" en otras diócesis de Perú, y luego en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. En 1982 la congregación obtiene su aprobación pontificia.
Madre Wilibrordis
Las MJVV llegan a Uruguay en primer lugar a la Diócesis de Mercedes, donde se establecen en Ombúes de Lavalle. Invitadas luego por Mons. Luis del Castillo abre su patmos en Santa Clara de Olimar, desde donde atienden también la cercana parroquia de Tupambaé. En Salto, Mons. Galimberti, recién llegado a la diócesis las invita a fundar una comunidad en Tambores, y así se completa su presencia en Uruguay.
La celebración de estas Bodas de Oro motivó el viaje de Mons. Heriberto a Caravelí. Nuestro Obispo ha tenido una intensa relación con las MJVV, ya que acompañó la gestación de la comunidad de Tambores y allí vivió su última Semana Santa como Obispo Auxiliar de Salto, en 2009. Al llegar a nuestra diócesis, las encontró en Santa Clara, desde donde habían ido las primeras Madres a organizar la fundación de Tambores. En enero de 2010 compartió con la comunidad de S. Clara una semana de misión.
Para Mons. Heriberto la celebración fue ocasión de un reencuentro con varias de las MJVV que ya ha conocido y, desde luego, de participar con quienes hoy están en la diócesis de este grato acontecimiento.
Mons. Collazzi envió su saludo desde Mercedes y la Diócesis de Salto se hizo presente por medio del P. Carlos Siva, que es el sacerdote que habitualmente celebra en la parroquia de Tambores.

Fotos y Videos de la celebración del Cincuentenario de las MJVV

La Misa

Mons. Juan Carlos Vera, Obispo de Caravelí,
presidió la Eucaristía

Varios Obispos de algunos lugares donde están las MJVV se hicieron presentes:
de Perú, Argentina y Uruguay

Participaron en la Misa y en la fiesta delegaciones de muchas de las parroquias
atendidas pastoralmente por las MJVV

En el Mausoleo

Las tumbas de los fundadores, antes de que, con el correr del día,
quedaran cubiertas por recuerdos y ofrendas.

Momento de oración, después del almuerzo.
Junto a uno de los Obispos, el P. Carlos, de la Diócesis de Salto, Uruguay.

La habitación de Mons. Kaiser

El escritorio de Mons. Kaiser, tal como él lo dejó a su fallecimiento,
el 26 de septiembre de 1993.

Mons. Kaiser fue biblista. En su biblioteca hay numerosos
textos de exégesis y comentarios bíblicos en alemán y español.

En el almuerzo

La "Estudiantina" de las MJVV deleitó a los presentes con varias interpretaciones.

Las MJVV argentinas cantando una zamba.

También el arpa paraguaya tuvo su lugar en el concierto,
con la comunidad MJVV de la Diócesis de Ciudad del Este.

Y las MJVV que están en Uruguay asombraron con el candombe y la murga
(ver y escuchar más abajo)

Uruguay presente

Miembros de las comunidades parroquiales de Ombúes de Lavalle y Tupambaé.

Tambores (Diócesis de Salto)

Ombués de Lavalle (Diócesis de Mercedes)

Santa Clara de Olimar (Diócesis de Melo)

Detalle de las comunidades atendidas desde S. Clara

Videos

MJVV en Uruguay: Candombe para la Virgen de los Treinta y Tres

MJVV en Uruguay: La Cara Pintada

La cara pintada

La cara pintada como un arco iris,
tiene muchos carnavales y hoy se va.
Llegó la hora de partir,
llegó el descanso de la edad.

Hoy el veterano de cara pintada
con colores de febrero dice adiós,
la murga abraza su canción,
la despedida de su voz.

Brillan las estrellas
y brillan los ojos de emoción,
y ha venido el barrio,
y ha venido el pueblo a ver su adiós.

Y allá en primera fila,
hay un guri soñando una canción,
soñando ser murguista,
igual como su padre,
el que nunca su cara despintó.

Y la cara pintada
lo mira desde adentro
y se sale de letra
y lo invita a subir.

Vení gurí, cantá con tu papá,
el de la murga, el que se va,
el que te deja su lugar.
Vení que nunca muere el carnaval,
vení gurí que yo me voy,
pero estas vos para luchar.

Vení gurí, traé tu juventud,
nos hace falta tu canción
para el futuro familiar.
Vení gurí, cantá con tu papá,
vení que en él ha escrito para vos,
vení vos sos la voz del Uruguay.

Y el gurí temblando se sube al tablado
y se pone en el costado del amor,
vuela un aplauso atronador,
vuela una vida entre los dos.

La cara pintada
levanta despacio su emoción,
y la mano busca
la mejilla llena de color.

Y despinta su cara,
como si despintara el corazón
y lo pinta al botija
con cuatro dedos rojos
y se va manoteando un lagrimón.

Y aquel gurí pintado
le sigue las espaldas
y le sale del alma
la voz que dice así:

Vení papá cantá con tu gurí
vení que nunca hay un adiós,
veni que hay pueblo y porvenir.
Vení que siempre acá está tu lugar,
jamás podremos olvidar
los veteranos como vos.

Vení que te persigue la canción,
nos hace falta tu calor
junto a la murga popular.
Vení papá, cantá con tu gurí,
vení que estoy pintado por tu edad.
vení, somos los dos el Uruguay.

Manuel Capella