lunes, 31 de julio de 2023

Falleció hoy la Madre Plácida, quien fue abadesa del Monasterio de las Benedictinas.

 

 Monasterio Santa María, Madre de la Iglesia

Madre Plácida, OSB.

Falleció en la Paz del Señor, hoy, 31 de julio de 2023, a las 15:55.

Fue durante muchos años abadesa del Monasterio benedictino "Santa María, Madre de la Iglesia", ubicado en El Palmar, barrio de El Pinar, Ciudad de la Costa, Canelones.

Mañana, 1° de agosto, a las 15:30 se celebrará la Misa de exequias. El sepelio será a continuación de la Misa, en el cementerio del Monasterio.

Sobre ella, nos dice el P. Miguel Lemos:

Que el Señor reciba en la Gloria a quien tanto dio a la Diócesis de Canelones. A tantos recibió, hospedó y acompañó con su oración. Predicó a los seminaristas ¡Cuántas cosas! Ha sido como aquella que fundó de alguna manera el Monasterio, pues muchas de las monjitas que están ahí han sido formadas por la Madre Plácida ¡Qué tristeza! ¿no? Y a la vez ¡qué gozo! saber que alguien intercederá por nosotros, por la Iglesia de Canelones. Dios la tenga en su Gloria y le dé la Paz y la alegría de contemplar su rostro.

viernes, 28 de julio de 2023

“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo” (Mateo 13,44-52). XVII Domingo durante el año.

El tesoro de las Masilotti es una misteriosa historia que vuelve cada cierto tiempo a la memoria de los uruguayos, en especial de los montevideanos. En la década de los años 50, dos hermanas italianas llegaron a Montevideo con planos de la ubicación de un gran tesoro supuestamente enterrado en el Cementerio Central. Se generó una gran expectativa en la sociedad. El gobierno autorizó las excavaciones. Se reunieron multitudes de curiosos… pero no se encontró nada. 

El hallazgo de un tesoro no deja de ser el sueño de muchas personas y ése es el punto de partida de dos de las parábolas que nos cuenta Jesús y que leemos este domingo.

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. (Mateo 13,44-52)

La primera parábola menciona un tesoro; la segunda, una perla enormemente valiosa, que es también un tesoro. Sin embargo, notemos como llega cada uno de los hombres a encontrar esos bienes. El hombre que trabajaba en el campo lo encontró inesperadamente, sin buscarlo; el negociante, en cambio, lo halló en medio de su búsqueda de perlas finas.

El primer hallazgo es pura gracia: el sorprendente encuentro con un bien enorme.

El segundo no deja de ser también una gracia, porque aunque una persona se dedique intensamente a buscar, como lo hacía aquel negociante, no siempre llega a encontrar algo realmente bueno, algo de valor excepcional. Sin embargo, si no hubiera hecho el esfuerzo de la búsqueda, posiblemente no lo habría encontrado.

El valor enorme, tanto en el caso del tesoro como en el de la perla, hace que cada uno de los dos hombres renuncie a todo lo que ha conseguido hasta el momento y lo venda, para poder adquirir ese nuevo y valioso bien con que se ha hallado.

La primera parábola identifica el Reino con el tesoro mismo: “El reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo”. 

En cambio, la segunda pone el acento sobre la actitud del hombre: “El Reino de los Cielos se parece a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas”. La búsqueda, la no conformidad con lo conocido y confortable, así como la apertura a lo nuevo, parecen acercar el hombre al Reino. Recordemos a aquel escriba al que Jesús le dijo “no estás lejos del Reino de Dios” (Marcos 10,28-34) porque aquel estudioso de la Ley, recogiendo las palabras de Jesús, había señalado que amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismo “vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Jesús dijo eso, “no estás lejos del Reino”, porque el escriba se mostró sabio.

En la primera lectura de este domingo escuchamos la oración del rey Salomón que pide el don de la sabiduría. Eso nos da una clave para interpretar cuál es el tesoro que debemos buscar, cuál es el tesoro que han encontrado los hombres de estas parábolas. 

Se trata del Reino de los Cielos, del Reino de Dios como sabiduría, que podemos encontrar reflejada en las bienaventuranzas o en esta breve síntesis de san Pablo:

El Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, 
sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo. (Romanos 14,17).

San Pablo es, precisamente, alguien a quien podemos comparar con los hombres de la parábola. Como fariseo convencido, observante de la Ley hasta el fanatismo, para Pablo la Torá, es decir, la Ley, era el tesoro del que venía la salvación. Sin embargo, al encontrar a Cristo, su perspectiva cambió radicalmente:

“Todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo.
Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo.” (Filipenses 3,7-8)

Así fue que Pablo dejó todo aquello en lo que hasta entonces había puesto su seguridad, para abrazarse a Cristo. Muchos pensaron que estaba loco (pero recordemos que también hubo quienes pensaron lo mismo de Jesús). Los que habían conocido a Pablo como fariseo escrupuloso no entendían ese cambio. También se mostró desconcertado el procurador romano Festo, que después de escuchar a Pablo en un juicio, le dijo:

«Estás loco, Pablo; tu excesivo estudio te ha hecho perder la cabeza» (Hechos 26,24) 

Pero Pablo, en realidad, había encontrado el tesoro por el cual valió la pena dejarlo todo. No se trataba de una gran idea, ni de un conjunto de normas, sino de una persona, Jesucristo:

“… un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos,
pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados …” (1 Corintios 1,23-24)

Jesús nos dice:

Allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. (Lucas 12,34)

Que esté siempre Jesús en nuestros corazones; que siempre lo encontremos en medio de nosotros, cuando nos reunimos en su nombre y jamás permita que nos separemos de Él ni de su Iglesia.

Noticias

  • La Pastoral Juvenil de Canelones viene realizando talleres de formación para jóvenes, animadores y todo agente de pastoral que quiera acercarse al mundo juvenil. El próximo será el 12 de agosto en la parroquia de Sauce.
  • Esta tarde tendremos la ordenación sacerdotal de Néstor Rosano, quien celebrará su primera Misa, mañana, lunes 31, a las 18 horas, en la catedral de Canelones.
  • El martes primero comienza la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, en la que estarán participando unos 18 jóvenes de nuestra diócesis y el asesor de Pastoral Juvenil, P. Marcelo.
  • El sábado 5 y domingo 6 se realizará en La Floresta el campamento de adolescentes organizado por la PAC (Pastoral de Adolescentes Canaria), bajo el lema “Fiesta de la luz”.

Santos de la semana

En esta semana recordamos:

  • El Lunes 31, a San Ignacio de Loyola
  • El Martes primero, a San Alfonso Ma. de Ligorio, fundador de los Redentoristas y patrono de la capilla del km 28 de ruta 8, en Barros Blancos.
  • El Miércoles 2, Santa María de los Ángeles, patrona de la parroquia de San José de Carrasco
  • El Viernes 4, San Juan María Vianney, el santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Gracias por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

 

jueves, 27 de julio de 2023

Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes, Estación Atlántida. Patrimonio mundial: dos años.

El arquitecto Esteban Dieste, hijo del ingeniero Eladio Dieste, explica la obra de su padre. 

90 años de la llegada de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (Don Orione) a La Floresta.

 

¡Ave, María, llena de gracia,
¡intercede por nosotros! 
Tú has querido servirte de nosotras, miserables 
llamándonos misericordiosamente al altísimo privilegio 
de servir a Cristo en los pobres. 
Has querido que fuéramos servidoras, 
hermanas y madres de los pobres, 
viviendo de gran fe y totalmente abandonadas 
en la Divina Providencia. 
Nos has dado hambre y sed de almas, 
ardentísima caridad:¡almas, almas! 
¿Qué hubiéramos podido hacer nosotras sin ti? 
¿Qué podríamos hacer si Tú 
no estuvieras con nosotros? 
“En Ti la misericordia,
en Ti la piedad, en Ti la magnificencia; 
en Ti se reúne todo 
lo que hay de bondad en la criatura”.
¡Sí, sí, santa Virgen nuestra!

San Luis Orione
Tú lo tienes todo 
y “Tú puedes todo lo que Tú quieres”.

jueves, 20 de julio de 2023

“La buena semilla son los que pertenecen al Reino” (Mateo 13,24-43), XVI Domingo durante el año.

Amigas y amigos, vaya un cariñoso saludo para todos los abuelos y mayores, cuya jornada mundial se celebra hoy, domingo cercano a la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, que es el miércoles 26. Ya volveremos sobre esto.

El domingo pasado estuvimos reflexionando sobre la parábola del sembrador, que se encuentra en el capítulo 13 del evangelio según san Mateo. Recordemos cómo comienza ese capítulo:

Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. (Mateo 13,1-3)

A pesar de que Jesús está a la orilla del Mar de Galilea, las parábolas más extensas que cuenta en este capítulo nos llevan al mundo agrícola. Por eso me pareció bueno traerles de fondo este campo sembrado, en el que no sé qué es lo que puede estar creciendo, con ese verde tan lindo. No lo sé, y no tuve a quién preguntarle… pero eso también tiene que ver con la parábola de hoy, que es la del trigo y la cizaña.

«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?” (Mateo 13,1-3)

Algo sucedió “mientras todos dormían”. Muchas veces en el evangelio Jesús y después Pablo y Pedro en sus epístolas, dan un consejo a los discípulos: “velen”, es decir, permanezcan despiertos, estén atentos, manténgase vigilantes…

El comienzo de esta parábola, indirectamente, nos anima “a no dormirnos”, a tener esa actitud de vigilancia frente a las trampas que pueda presentarnos Satanás, el tentador. 

Es simpática la actitud de los peones, que no dejan de notar el problema y van enseguida a reportarlo al dueño del campo.

El dueño explica lo que puede haber sucedido. 

Él les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". (Mateo 13,1-3)

Ellos le proponen una solución:

Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" (Mateo 13,1-3)

Los trabajadores, preocupados, proponen arrancar ya la mala hierba. Si vamos haciéndonos una idea del significado de esta parábola o ya la conocemos, imaginamos o sabemos que el dueño del campo es Dios y los peones son los discípulos de Jesús. Y lo que ellos están proponiendo es separar ya a los buenos y a los malos. 

Fíjense que eso es lo que hacían algunos movimientos religiosos del tiempo de Jesús. Así fue con los esenios, que se fueron a vivir en comunidades aisladas, en el desierto, para no mezclarse con los pecadores. 

Y también encontramos a los fariseos, cuyo nombre significa “separados”, que seguían viviendo en la sociedad de su tiempo, “juntos pero no entreverados”, como suele decirse, guardando muchas normas de pureza en su pretensión de no contaminarse con el mal que había a su alrededor.

De alguna manera, la conducta de estos grupos hace pensar que ellos se consideraban ya el buen trigo y juzgaban que el resto de los hombres era la cizaña.

A la pregunta de los trabajadores, los discípulos, el dueño, Dios, responde:

"No, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo”. (Mateo 13,1-3)

Para entender bien esta respuesta, tenemos que saber qué es exactamente la cizaña. No es cualquier yuyo. Cizaña es la misma palabra griega que aparece en el evangelio: ζιζάνια. Y aquí la tenemos, hasta con su nombre científico: [Lolium temulentum]. Vemos, en el dibujo, que tiene una especie de espiga.

En consecuencia, cuando las plantas están verdes, no es fácil distinguir las dos especies. Por eso, sigue diciendo el dueño del campo:

“Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero". (Mateo 13,1-3)

La parábola anuncia un juicio final, comparado a una cosecha; pero habla también de la paciencia de Dios, de un Dios que siempre da tiempo para la conversión, para que aparezca la realidad profunda, la verdad de cada uno: trigo o cizaña. Para que se revele finalmente quienes han entrado en el Reino y quienes se han quedado con el maligno. 

Pero juzgar sobre eso hoy es una tentación y en otro lugar del evangelio, Jesús nos advierte, de forma muy directa:

“No juzguen, y no serán juzgados.” (Mateo 7,1)

Eso no significa que no podamos corregir al hermano que peca o se equivoca. El evangelio nos indica algunos pasos que podemos dar en ese sentido; pero no podemos hacerlo sin antes examinar nuestro corazón y reconocer nuestra propia debilidad. Dice Jesús:

¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Deja que te saque la paja de tu ojo», si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Mateo 7,3-5)

Comentando la parábola del trigo y la cizaña, decía el papa Francisco, que en ella Jesús nos invita a tener dos actitudes: decisión y paciencia. Decisión, fundamental, la de querer ser buen grano, la buena semilla y paciencia para aceptar una Iglesia santa, pero formada por pecadores “que no teme ensuciarse lavando la ropa de sus hijos, antes que una iglesia de «puros», que pretende juzgar antes del tiempo quién está en el Reino y quién no”.

Los tiempos de Dios, que no son nuestros tiempos tienen siempre la perspectiva de la esperanza: que lo que era cizaña, o parecía cizaña, pueda convertirse, pueda llegar a ser un producto bueno a través de un camino de conversión.

Jornada Mundial de los abuelos y los mayores

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lucas 1,50). Estas palabras de la Virgen María en el Magnificat son el lema de la tercera jornada Mundial de los abuelos y de los mayores, que se celebra este domingo. La proximidad entre esta jornada y la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Lisboa a comienzos de agosto invita a reflexionar sobre el vínculo entre jóvenes y ancianos. En su mensaje para la jornada, dice el Papa:

“El Señor espera que los jóvenes, al encontrarse con los ancianos, acojan la llamada a custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. (…) Para los más ancianos, en cambio, la presencia de un joven les da esperanza de que todo lo que han vivido no se perderá y que sus sueños pueden realizarse”.

Domingo 30: ordenación sacerdotal

El próximo domingo, a las 16 horas, se celebrará en la parroquia San Isidro de Las Piedras la ordenación sacerdotal de Néstor Rosano.

Y en esta semana celebramos a Santiago Apóstol (Martes 25), San Joaquín y Santa Ana (Miércoles 26) y a los Santos hermanos de Betania Marta, Lázaro y María (Sábado 29). 

El sábado tendremos también un encuentro de la Vida Consagrada de Canelones.

Y eso es todo por hoy. Amigas y amigos, que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.


domingo, 16 de julio de 2023

17 de julio: beatos mártires de La Rioja, Argentina

"Canto a la Luz". Poema de Mons. Enrique Angelelli.

Wenceslao Pedernera, Enrique Angelelli,
Gabriel Longueville, Carlos de Dios Murias

Presentación de los cuatro mártires.

Carlos de Dios Murias 

El franciscano Carlos de Dios Murias nació en Córdoba el 10 de octubre de 1945. Realizó sus estudios secundarios en el Liceo Militar General Paz y los universitarios en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Córdoba. En medio de su carrera, sintiéndose llamado por el Señor, ingresó a la orden de los Frailes Menores Conventuales. Profesó solemnemente sus votos en 1971 y recibió la ordenación sacerdotal el 17 de diciembre de 1972 en Buenos Aires. Lo ordenó Mons. Angelelli, a quien conocía desde su juventud. A partir de 1974, acompañó varias misiones populares en la diócesis de La Rioja hasta que, en febrero de 1976, formó parte del Convento de Saldán (Córdoba), viviendo en Chamical (La Rioja,) de cuya parroquia fue nombrado vicario en mayo de ese mismo año.

Se destacó inmediatamente por su servicio evangélico a los más pobres y por el reclamo de justicia ante los atropellos a la dignidad de la persona humana en el contexto de la última Dictadura cívico-militar en Argentina. Frente a las amenazas recibidas decía: “Podrán silenciar la voz de Carlos, pero no podrán silenciar el Evangelio”. El 18 de julio de 1976 fue secuestrado en Chamical y asesinado junto al padre Gabriel Longueville.

Gabriel Longueville

El sacerdote Gabriel Longueville nació el 18 de marzo de 1931 en el pueblo rural de Etables (Francia). Cuando percibió signos concretos de vocación sacerdotal, ingresó en el Seminario Mayor de la diócesis de Viviers donde recibió el sacramento del orden el 23 de julio de 1957. Pero su perfil fue decididamente misionero. Para ello, se preparó en México y luego arribó a Corrientes en 1970. Al año siguiente comenzó su misión en la diócesis de La Rioja y en 1972 fue designado párroco de la Parroquia El Salvador, de la localidad de Chamical. Allí, luego de llevar fructuosamente la Buena Nueva a los pobres, fue secuestrado y asesinado el 18 de julio de 1976. En realidad, se llevaban sólo a Carlos Murias, pero él le dijo: “No te dejo solo, yo voy con vos”. Y así se entregó al martirio.

Wenceslao Pedernera

El laico Wenceslao Pedernera nació en Los Jagüeles (San Luis) el 28 de septiembre de 1936. En Mendoza, donde trabajaba en los viñedos, se conoció con Coca, su esposa, cuyo padre administraba las viñas Gargantini. Fue acercándose a Jesús poco a poco. En la capilla de las Bodegas, un día Jesús revolucionó su corazón y a partir de ese momento comenzó una vida nueva de gracia.

En ese entonces, se conocieron con Carlos Di Marco y Rafael Sifré, amigos de Mons. Angelelli, líderes de la Acción Católica rural. En 1973, buscando una entrega mayor, se mudó a La Rioja para integrar el movimiento rural diocesano, un proyecto de cooperativismo, de evangelización y de aplicación concreta de la Doctrina Social de la Iglesia. Por ayudar evangélicamente a los humildes trabajadores y campesinos, fue asesinado frente a su mujer y a sus hijas el 25 de julio de 1976, en Sañogasta. En su agonía dijo: “Los perdono”.

Enrique Angelelli

El obispo Enrique Angelelli nació en Córdoba el 17 de julio de 1923. Se ordenó sacerdote el 9 de octubre de 1949. En 1951, obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana. Se formó en los tiempos de renovación teológica y eclesial previos al Concilio Vaticano II. A su regreso a la Argentina, desempeñó una destacable labor apostólica en diferentes ámbitos: capillas, barrios humildes, en la docencia, en el Tribunal Eclesiástico, y como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC). Juan XXIII lo designó obispo auxiliar de Córdoba y recibió la consagración episcopal el 12 de marzo de 1961. En 1963 se hizo cargo del rectorado del Seminario de Córdoba.

Participó en diversos períodos del Vaticano II como padre conciliar (1962, 1964 y 1965). En 1964, la Iglesia en Córdoba vivió momentos conflictivos; Angelelli renunció al cargo de rector del seminario en 1965 y Mons. Ramón Castellano al arzobispado. Trabajó en diversas áreas y en la Conferencia Episcopal Argentina se destacó, entre otras, su actuación en la COEPAL (Comisión Episcopal de Pastoral).

Amar con todas las consecuencias

El 3 de julio de 1968, fue nombrado obispo de La Rioja. Visitaba con frecuencia las comunidades y llevó adelante en su diócesis la aplicación concreta del Concilio Vaticano II: la promoción humana, la defensa de la dignidad de toda persona, hasta el día de su muerte. Murió el 4 de agosto de 1976, después de recibir amenazas y sabiendo que se acercaba su fin, en un accidente automovilístico provocado en la ruta 38, en Punta de Los Llanos. Fue cuando regresaba a la ciudad de La Rioja del sepelio de los sacerdotes asesinados días antes en Chamical.

(Extractado de una entrevista de Vatican News a Mons. Víctor Manuel Fernández, entonces obispo de La Plata)


 

sábado, 15 de julio de 2023

José Artigas, devoto de Nuestra Señora del Carmen.

El carmelita descalzo Mariano Herrera, cuyo nombre de religioso era Mariano de San Juan de la Cruz, analizó en profundidad  la devoción a la Virgen del Carmen en el Uruguay (1). El autor reprodujo el siguiente texto de Isidoro de María:

"Accediendo Artigas [...] a la petición del vecindario -de las Víboras- resolvió su traslación, creando el pueblo de las Vacas, que se llamó del Carmelo, con erección su iglesia, bajo la advocación de la Virgen del Carmen, de que era devoto Artigas" (2)

Zorrilla de San Martín refiere que 

"Artigas no ofreció [...] solemnes manifestaciones de religiosidad; menos ferviente que Belgrano, y más sincero en su piedad, mucho más, que San Martín, sus actos de religión no tenían el carácter de acciones extraordinarias, ni menos el de recursos resonantes. Eran en él tan naturales y espontáneos, como los que respondían a los afectos domésticos, con los que se confundían." (3) 

Y al comentar la devoción del Prócer por la virgen del Carmen, afirma:

"Es [...] en esos afectos domésticos, más aún que en sus actos públicos, donde encontramos las profesiones más sinceras de fe en Artigas [...]. No comprenderá la belleza de la figura de Artigas, ciertamente, quien no se sienta con fuerza suficiente para penetrar respetuoso hasta aquel fondo de su espíritu en que, como una lámpara noctámbula, está encendida esa devoción a la Virgen del Carmen de que nos habla [Isidoro] De María; no comprenderá esa belleza ni belleza alguna." (4)

Por su parte, el segundo arzobispo de Montevideo, monseñor Juan Francisco Aragone, en una carta dirigida a los carmelitanos, escribió lo siguiente:

"La imagen del Carmen, testigo de nuestra Primera Comunión, es la misma imagen con que Artigas fundó nuestro solar nativo. Por eso los carmelitanos la conservamos como una preciosa reliquia. No en vano fundó Artigas a Carmelo y lo colocó bajo la tutela del Carmen, cuya imagen él mismo dejó en la primitiva capilla de la naciente localidad; porque el padre de la nacionalidad oriental, lo fue además, y con inmenso cariño, de aquel pueblo que consagró con este nombre y título a la Madre de Dios." (5)

Y en 1951 el arzobispo Barbieri escribía en el prólogo de la obra de Mariano Herrera:

"La devoción a la Virgen del Carmen aparece en las páginas de nuestra historia con brillante nitidez, y en su figura máxima -Artigas- que construyó la patria no haciendo afirmaciones de laicismo como pretendida exigencia de la vida democrática, sino invocando el Nombre Santo de Dios y de la Virgen del Carmen, a los que levantó templos y altares; y a quienes recurrió en las horas de lucha empuñando la espada, y en los días grises del destierro desgranando las cuentas del Rosario. Con esas invocaciones en los labios y en el corazón, Artigas construyó nuestra democracia, la más auténtica de América; y con ellas selló su vida de cristiano de verdad" (6).

Del libro "Artigas Católico", de Pedro Gaudiano,
Universidad Católica del Uruguay, Montevideo, 2004, pp.88-90.

Notas:

(1) Mariano de San Juan de la Cruz [M. Herrera], "La Virgen del Carmen en el Uruguay". Prólogo de Antonio Ma. Barbieri. Buenos Aires, Tall.Bellsolá, 1951.
(2) Íbid. p. 140.
(3) Juan Zorrilla de San Martín, "La religión del héroe. En el segundo centenario del nacimiento del general José Gervasio Artigas, fundador de nuestra nacionalidad. 1764 - junio 19 - 1964. Montevideo, 1964, p. 12.
(4) Íbid. p. 12-13. También en Mariano de San Juan de la Cruz, "La Virgen del Carmen..."
(5) Íbid.
(6) Antonio Ma. Barbieri, prólogo, en Mariano de San Juan de la Cruz, "La Virgen del Carmen..."

jueves, 13 de julio de 2023

“Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto” (Mateo 13,1-23). Domingo XV durante el año.

Amigas y amigos: les traigo hoy otro paisaje de invierno, en este caso de un viñedo en descanso, que nos ambienta para la reflexión de este domingo, a partir de la parábola del sembrador.

El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. (Mateo 13,1-23)

Lo primero que llama la atención es que esta siembra se hace sin ninguna preparación previa. Si uno busca hoy instrucciones para sembrar, por ejemplo, para sembrar trigo, la primera indicación que encuentra es “limpiar el terreno y extraer malas hierbas”. Sigo, resumiendo mucho. Después: “arar para allanar la tierra”, “fertilizar”, “formar surcos”, “cubrir las semillas para que los depredadores no se las coman” (¡los pájaros, por ejemplo!). Sigue el riego, cuidado de plagas, desmalezamiento, protección de vientos, etc. Nada de eso se hizo.

En Palestina, en tiempo de Jesús, se procedía de otro modo. Primero se esparcía la semilla, como hizo el sembrador de la parábola y después se pasaba el arado. Entonces, el terreno que podía ser tan poco adecuado como el del relato se transformaba. Quedaba removida la tierra apisonada de los senderos, se quitaban las malezas, se apartaban las piedras y en aquel campo que parecía incapaz de producir, aparecería en su momento el verde tierno de los brotes y, finalmente, las espigas doradas.

Pero, sabiendo eso, vemos que esa fase final de la siembra, pasar el arado, tampoco se hizo. Que la semilla brotara, creciera y llegara a dar fruto dependió únicamente del terreno en el que cayó.

La sucesión en que están contados los fracasos es devastadora. Las semillas sembradas en el camino, no llegan ni siquiera a brotar, porque las aves las comen. Las del terreno pedregoso brotaron en seguida: eso da un poco de esperanza; pero enseguida se nos dice que los brotes se secaron. Las que cayeron entre espinas, no solo brotaron sino que también crecieron. Es un resultado mejor, anima un poco… pero las espinas crecieron más y las ahogaron. 

Esta parte del relato y su explicación, que viene después, parece dirigida a evangelizadores y catequistas cansados, que se preguntan si vale la pena seguir sembrando. Sobrevuela la manida frase de los padres cuando hablan con sus hijos, de los maestros cuando enseñan a sus alumnos: “les entra por un oído y les sale por el otro”.

Por eso, después de tantos fracasos, de tanta semilla gastada en terrenos poco adecuados, nada receptivos, uno no puede menos que sentir cierto alivio cuando escucha la frase final: “otras cayeron en tierra buena y dieron fruto”.

El sembrador de la parábola es el mismo Jesús y la semilla es, como dice Él, “la Palabra del Reino”.

Los distintos terrenos son las actitudes con que las personas reciben la Palabra.

Los biblistas nos advierten que no hay que buscar explicación a todo lo que dicen las parábolas, sino que hay que captar su sentido general.

El primer mensaje de la parábola está, tal vez, en la actitud generosa del sembrador, que no excluye a nadie del anuncio. Como sembrador, Jesús imita también la generosidad del Padre, que, después de todo…

… hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. (Mateo 5,45)

El Padre ofrece a todos los bienes de la Creación y no hace menos con el bien mayor que es su Palabra.

Si queremos ver un mensaje en la falta de preparación previa del terreno y el hecho de que tampoco se pase el arado después, podríamos pensar que la Palabra va al encuentro de la libertad humana. La tomas o la dejas. Si la dejas habrás perdido tu oportunidad. Tal vez, seguramente se presente otra, porque la paciencia de Dios es infinita; pero no es infinita tu vida y el final de tu vida pondrá un sello a tus opciones: abriste o no abriste tu corazón a la Palabra.

El sembrador siembra con la esperanza de que la semilla encuentre en tu corazón la tierra buena.

Ahora bien, para leer el evangelio de cada domingo es bueno prestar atención a la primera lectura, que nos presenta una especie de telón de fondo sobre el que resaltan mejor algunas palabras del evangelio.

La primera lectura de este domingo está tomada del profeta Isaías. En su parte final dice:

… así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero
y cumple la misión que yo le encomendé. (Isaías 55,10-11)

La Palabra de Dios, en definitiva, es el mismo Jesús. 

“La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1,14)

dice el evangelio según san Juan. No se trata, entonces, de una serie de verdades y preceptos, sino de la persona misma del Hijo de Dios. Es ante Él que definimos nuestra vida y nuestra conducta.

Los cuatro terrenos (camino, piedras, espinas, tierra buena) no son cuatro tipos de personas, sino cuatro actitudes, que están más o menos presentes en cada uno de nosotros. El mismo corazón puede ser duro, inconstante, inquieto por lo mundano, pero también bueno. Tierra buena, espinas, piedras, suelo endurecido están en cada corazón, también en el mío propio.

Esto puede desanimarnos a la hora de anunciar el Evangelio; pero la Palabra de hoy nos invita a imitar la generosidad del Sembrador y a confiar en la eficacia de la Semilla, porque, en definitiva, la Palabra que sembramos es  Jesús mismo.

En esta semana:

  • Hoy, domingo 16, es el día de Nuestra Señora del Carmen y están de fiesta las parroquias de Migues y de Toledo.
  • Mañana, lunes 17, recordamos a cuatro beatos cercanos en el tiempo y en la geografía: los mártires de La Rioja: Mons. Enrique Angelelli, Wenceslao Pedernera, Fray Carlos de Dios Murias y el Padre Gabriel Longueville.
  • El jueves 20, otra santa de nuestras tierras del Sur: Teresa de los Andes.
  • El sábado 22, santa María Magdalena, a quien recordamos como apóstol de los apóstoles.

Ordenación Sacerdotal

Ya estamos a quince días de la ordenación sacerdotal del diácono Néstor Rosano: Domingo 30 de julio, a las 16 horas, en la parroquia San Isidro de Las Piedras. Oremos por él y vayamos a acompañarlo en este sí definitivo al Señor que él se dispone a dar.

Y esto es todo por hoy. Amigas y amigos, muchas gracias por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

domingo, 9 de julio de 2023

Reflexiones al paso: El objeto de la Iglesia.

Por causa de un trámite

El martes pasado concurrí a la Dirección Nacional de Migración por un trámite para un misionero, un religioso, que viene a nuestra diócesis.

Para certificar que yo representaba a la Diócesis de Canelones, se había enviado un certificado notarial en el que constaba que yo era el Obispo y, por ello, titular de esta Iglesia local.

Todo estaba bien, salvo que el certificado había sido observado por el departamento jurídico porque no constaba “el objeto de la institución”, es decir, la finalidad de la Iglesia y se nos pedía que se rehiciera el documento y se lo enviara nuevamente.

En muchas oportunidades se ha presentado ese tipo de certificado ante diversos organismos del Estado, sin que se nos hiciera esa observación.

De regreso a Canelones, en el ómnibus, fui pensando algunas cosas.

¿Por qué me lo preguntan?

Puede ser, simplemente, porque eso es lo que se pide a toda institución y en nuestra certificación no aparecía en forma explícita. Los funcionarios de Migraciones tal vez perciben a la Iglesia como una institución más, entre muchas otras, aunque su personería jurídica es reconocida por la Constitución de la República y no como resultado de un trámite ante el Ministerio de Educación y Cultura, como sucede con tantas otras.

¿Cuánta gente lo sabe?

Pero, por otra parte ¿cuánta gente sabe cual es “el objeto de la Iglesia”, para qué está, cuál es su finalidad? Hace ya muchas décadas, Mons. Miguel Balaguer, que fue Obispo de Tacuarembó, decía que en Uruguay existe una “ignorancia religiosa obligatoria”, como resultado de la educación laica. Con el paso del tiempo, ese desconocimiento ha ido creciendo. Muchos jóvenes no tienen ningún contacto con la Iglesia y ¡ojo! no pensemos solo en la Iglesia Católica. Cuando comencé a frecuentar una comunidad de recuperación de adictos, hablando con los jóvenes descubrí que nunca habían pisado un templo ni católico ni evangélico y nunca habían tenido una charla ni con un sacerdote ni con un pastor.

Si tradicionalmente hemos considerado a Uruguay como un país muy secularizado, hoy estamos en otra oleada de ese proceso. Estamos en un mundo cada vez más plural, donde la Iglesia Católica pierde visibilidad entre una multiplicidad de ofertas que entrarían en la categoría de religiosas o espirituales. 

No para ser vistos, pero que los vean

En muchas comunidades parroquiales hay esfuerzos e iniciativas que merecerían ser dados a conocer; pero tal vez nos hemos quedado con aquellas palabras de Jesús que nos dicen “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha” (Mateo 6,3), sin recordar que dice también “que los hombres vean sus buenas obras” (Mateo 5,16). No se trata de una contradicción. Lo primero es una advertencia: no hagan las cosas “delante de los hombres para ser vistos por ellos” (Mateo 6,1), es decir, buscando ser premiados y reconocidos. Lo que pide Jesús es que actuemos de tal manera que los hombres, viendo nuestras obras “glorifiquen al Padre que está en los Cielos” (Mateo 5,16).

Con el salmista, podríamos decir: 

“No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la Gloria” (Salmo 113B-115). 

Dar testimonio de nuestra fe con nuestra manera de actuar; no solo con obras institucionales sino también y sobre todo, con una conducta coherente con el Evangelio de Jesucristo, a lo que estamos llamados desde el Bautismo.

¿Cuál es nuestra misión?

Finalmente, me quedé pensando si todos los miembros de la Iglesia tenemos claro nuestro propósito, la misión de la Iglesia. Cuando digo todos los miembros de la Iglesia no estoy hablando de obispos, sacerdotes, diáconos y personas consagradas, sino de todo el Pueblo de Dios, todos los bautizados ¿sabemos para qué existe la Iglesia? ¿sabemos cuál es su misión? Y si lo sabemos, lo más importante: ¿participamos en esa misión, estamos dispuestos a participar en ella?

La respuesta de san Pablo VI

Si me preguntan sobre la misión de la Iglesia, vuelvo siempre a un documento del papa San Pablo VI, la exhortación sobre el anuncio del Evangelio, Evangelii Nuntiandi. Allí hay una respuesta: la Iglesia existe para evangelizar. Leo algunas frases de ese número 14:

La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia. 

Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. 

Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa. (Evangelii Nuntiandi, 14)

Ese es “el objeto de la Iglesia”, esa es su razón de ser. No es ningún descubrimiento reciente: esa es la misión que Jesús entregó a sus discípulos:

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación» (Marcos 16,15)

El Papa Francisco nos ha recordado eso con su exhortación Evangelii Gaudium, la alegría del Evangelio y, hace pocos años, escribiendo a los cristianos de Alemania señala que 

La evangelización debe ser nuestro criterio-guía por excelencia sobre el cual discernir todos los movimientos que estamos llamados a dar como comunidad eclesial. (*)

Es un criterio a tener siempre presente en cuenta en cualquier planificación y programación, desde lo que pueda ser un plan pastoral quinquenal nacional o diocesano, a la fiesta patronal de una parroquia: ¿de qué forma, a través de esto que estamos programando, tratamos de cumplir la misión que Jesús nos ha dado, de anunciar el Evangelio a toda la creación?

Muchas cosas pueden preocuparnos hoy en la vida de una comunidad eclesial, desde la falta de sacerdotes hasta el techo del templo que se llueve. Muchas de ellas pueden ser urgentes e importantes, y pueden convertirse en un motivo de desvelo para todos sus miembros. Pero muchas de esas cosas suceden en cualquier institución; si ellas son nuestra prioridad, corremos el riesgo de convertirnos en una organización humana más, que se confía a sus propias fuerzas y que termina viendo que no puede resolver sus problemas y a veces solo consigue agravarlos.

Para la Iglesia, el primero y principal desvelo ha de ser el cumplimiento de su misión: anunciar el Evangelio, dar a conocer a Jesucristo, ofrecer nuestro testimonio. Eso supone una conversión, un proceso de conversión. Es compartiendo nuestra fe como encontraremos la Gracia y la Misericordia de Dios y creceremos en la fe que alimenta y da sentido a nuestra vida.

Y ustedes ¿qué piensan?

Gracias por su atención. Bendiciones. Hasta la próxima.

(*) Carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania, 29 de junio de 2019

viernes, 7 de julio de 2023

Uruguay en la JMJ Lisboa 2023 (1). Entrevista a Natasha López.

Hansel Iurramendi, en Radio Oriental, entrevista a Natasha López, diseñadora gráfica salteña que vive en Montevideo y tiene una página de Instagram que puede verse AQUÍ. En esa página Natasha comparte ilustraciones realizadas por ella, inspiradas en los evangelios del domingo y las fiestas de algunos santos.

Sínodo 2023: tres uruguayos participarán en la asamblea de octubre.

Tróccoli, Sturla, Lima


El próximo mes de octubre se realizará en Roma la XVI Asamblea general del Sínodo de los Obispos. El tema de esta asamblea es "Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión".

Tres uruguayos participarán en ella:

Mons. Milton Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas, es el delegado de los obispos de la Conferencia Episcopal del Uruguay.

El Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, participa como miembro del Consejo Ordinario del Sínodo de los Obispos.

Leonardo Lima Gorosito, laico, nacido en Treinta y Tres, vive en la arquidiócesis de Montevideo y participa entre los expertos y facilitadores. Lima formó parte de la delegación uruguaya para el Encuentro del Cono Sur en la etapa continental del sínodo que tuvo lugar en Brasilia del 6 al 10 de marzo de este año. Está vinculado a las CVX (Comunidades de Vida Cristiana) y participa en el DELAI (Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal del Uruguay).

Recordemos que esta asamblea ha sido preparada a través de un largo camino que incluyó reuniones parroquiales, diocesanas, nacionales y continentales.

La lista completa de participantes de la asamblea puede leerse aquí

Para más información, ver: Sitio oficial del sínodo 2021-2024.

jueves, 6 de julio de 2023

“Mi yugo es suave y mi carga liviana”. (Mateo 11,25-30). XIV domingo durante el año.


Si el domingo pasado nos encontramos con palabras difíciles de Jesús, hoy su Palabra es… ¿cómo podríamos decir?… ¡es todo consuelo!
Jesús comienza con una oración. Él reza a su Padre, el Padre Dios; y a nadie más. 
Esta oración la encontramos también en el evangelio de Lucas, que la introduce exponiéndonos el sentimiento de Jesús e incluyendo la participación del Espíritu Santo:
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo… (Lucas 10,21)
Jesús nos enseñó una oración para dirigirnos al Padre. Nosotros también le rezamos al mismo Jesús; podemos pedir la intercesión de la Virgen y de los santos. Sin embargo, escuchemos lo que dice san Pablo en la segunda lectura de hoy, de su carta a los Romanos:
Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, 
dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. (Romanos  8, 9. 11-13)
No olvidemos al Espíritu, al que siempre podemos invocar, al que siempre podemos decirle “¡Ven! ¡Ven Espíritu Santo!”, entre otras cosas, para que nos ayude a orar y a pedir lo que realmente conviene.
Y bien, movido por el Espíritu, Jesús levanta su corazón al Padre, con quien tiene una total conexión. Y esta es su oración:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. (Mateo 11,25-30)
La oración comienza diciendo “te alabo”. Jesús está expresando su sentimiento ante lo que está haciendo el Padre. Como vimos, Lucas dice que Jesús “se estremeció de gozo”. Pensemos en nuestro propio sentimiento cuando vemos algo que nos gusta. Nos sale la alabanza: ¡qué lindo! ¡qué bueno! Y también ¡qué rico! Sabemos que esas cosas se pueden decir a distintos niveles, más o menos sinceramente. Se pueden decir por pura cortesía, por cumplir, o se pueden decir de corazón. 

Para entender mejor lo que quiere transmitir Jesús, vayamos al texto griego del evangelio. La palabra que traducimos como “te alabo” es Ἐξομολογοῦμαί (la separo en sílabas para facilitar la lectura: exo molo gou mai). En una de sus catequesis (7 de diciembre de 2011) Benedicto XVI explica el sentido de esa palabra en el Nuevo Testamento. 
Son dos significados, y los dos importan.

El primero es “reconocer hasta el fondo”. Juan el Bautista usaba ese verbo cuando le pedía a la gente que venía a hacerse bautizar que reconociera hasta el fondo sus propios pecados (Mateo 3,6). Reconocer hasta el fondo es todo lo contrario de una apreciación superficial, de un “qué lindo” dicho por cortesía. Es un “qué lindo” que sale del corazón y ojalá que salga así cuando vemos la obra de Dios en nuestra vida y en la vida de los demás.

El segundo sentido es “estar de acuerdo”. Jesús manifiesta que está de acuerdo con la forma de actuar del Padre. Juntando las dos expresiones, podríamos decir, siguiendo al papa Benedicto, que Jesús inicia su oración reconociendo hasta el fondo la acción del Padre y expresando su estar en total, consciente y gozoso acuerdo con ese modo de obrar, con la obra salvadora que su Padre está realizando.

Y bien ¿qué es lo que ha hecho el Padre? Si tomamos literalmente las palabras de Jesús, parece que Dios deliberadamente hubiera escondido a algunos “los sabios y los prudentes” su proyecto (“estas cosas”) y en cambio, hubiera decidido mostrárselo solamente a otros, “los pequeños”.

Jesús está señalando una preferencia del Padre, pero la revelación no está cerrada para nadie, siempre y cuando tenga la actitud necesaria para recibirla.
El Plan de Dios está abierto para los sencillos de corazón. 
En la forma en que funciona el mundo, son los hombres cultos, los que están preparados, los profesionales y los técnicos quienes adquieren y poseen los conocimientos importantes y los transmiten a la gente sencilla, a los pequeños. 

No se trata de rechazar eso, cuando se actúa con espíritu de servicio. En la pandemia de COVID-19 vimos formarse en nuestro país un Grupo Asesor Científico Honorario, el famoso GACH y no podemos menos que estar agradecidos por su orientación al gobierno y a la población sobre cómo conducirse en aquellos aciagos días.

Pero aquí se trata de algo diferente. En tiempos de Jesús, los hombres religiosos buscaban ávidamente conocer a Dios meditando las Escrituras. Eso está muy bien. Pero algunos creyeron alcanzar la sabiduría y se sintieron superiores a los demás, separándose de ellos y considerándolos una “masa condenada”. Ellos pretendían conocer la voluntad de Dios y terminaron desconociendo la manifestación de Dios en su Hijo, su Palabra definitiva, su palabra de Misericordia.

Jesús, en cambio, ve la respuesta al Padre de parte de los pequeños. En el sermón de la montaña encontramos las actitudes fundamentales de la pequeñez evangélica: está en los pobres de espíritu, los mansos, los limpios de corazón. Es la pureza del corazón la que permite reconocer el rostro de Dios en Jesucristo. La actitud es tener un corazón sencillo como el de los niños. Nada que ver con quien se cierra sobre sí mismo, quien se cree autosuficiente y no siente necesidad de nadie, ni siquiera de Dios.
Después de su oración, Jesús hace un apremiante llamado:
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. (Mateo 11,25-30)
Jesús pide que vayamos a él, que es la verdadera sabiduría; a él que es “manso y humilde de corazón” y, por tanto, el que puede enseñarnos cómo conocer, recibir y vivir la voluntad del Padre. Su yugo es el camino de sabiduría del Evangelio. Benedicto, en la catequesis que ya hemos citado, nos recuerda que ese yugo, ese camino “no es una doctrina para aprender o una propuesta ética, sino una Persona a quien seguir”: el mismo Jesús, el Hijo Unigénito, en perfecta comunión con su Padre.
Para orar como Jesús, abrámonos a la luz del Espíritu Santo, porque, como dice San Pablo 
“el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables” (Romanos 8,26)
De esa forma, unidos a Jesús, podremos reconocer con sencillez la obra de Dios en nuestra vida y la de los demás y alabarlo desde el fondo de nuestro corazón, buscando que cada día se realice en nosotros Su Voluntad.

En esta semana

  • El martes 11,  San Benito, abad. Recordemos a nuestras Benedictinas y al Centro de espiritualidad y pastoral La Pascua, ubicado en el antiguo monasterio de los Benedictinos.
  • El jueves 13, ahora sí, porque dimos mal la fecha en junio: aniversario de la dedicación de la catedral de Canelones y aniversario episcopal de Mons. Orlando Romero.
  • El domingo 16, Nuestra Señora del Carmen. Patrona de las parroquias de Migues y Toledo y de algunas capillas. Es también el aniversario de la ordenación episcopal del Beato Jacinto Vera (1865).
Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

lunes, 3 de julio de 2023

Fe, familia y labores campesinas: nacimiento y primeros años del Beato Jacinto Vera.

Hoy, 3 de julio, recordamos el nacimiento del beato Jacinto Vera. Una ocasión para conocer cómo se formó su familia, las circunstancias en que llegó a este mundo y cómo transcurrieron sus años de niñez y juventud.

Para eso, empezamos por remontarnos en el tiempo y en el espacio: año 1800, Islas Canarias. Dentro de ellas, busquemos la de Lanzarote, que es la que se encuentra más al oriente, frente a las costas de Marruecos. Hacia el centro de la isla se encuentra la localidad de Tinajo, que cuenta hoy con unos 6.500 habitantes.

Parroquia de San Roque, Tinajo, Lanzarote

El 30 de abril de 1800, en la parroquia San Roque de Tinajo, se celebró el matrimonio de Gerardo Vera, de 26 años y Josefa Durán, de 25. Ambos habían nacido en el pueblo y vivían allí. El folio de información matrimonial nos da alguna idea sobre ellos. Se les hicieron las preguntas acostumbradas. Ambos habían cumplido el precepto de la comunión pascual (confesarse y comulgar por lo menos una vez al año y en tiempo de Pascua, establecido por el IV Concilio de Letrán en 1215). Eran de condición humilde. Ninguno de los dos firmó la declaración por no saber escribir. Entre ellos había cierto grado de parentesco, lo que no era raro en las comunidades de las islas, donde varias generaciones se sucedían viviendo siempre en el mismo lugar, por lo que todos terminaban emparentados. Esa relación entre Gerardo y Josefa hizo necesario que se pidiera una dispensa al obispo de Canarias, Mons. Manuel Verdugo, para que pudieran unirse en el sacramento del matrimonio.

Tres hijos les fueron naciendo en los años siguientes: Francisco Antonio, el 29 de julio de 1804; Dionisio Antonio de los Dolores, el 9 de octubre de 1806 y María Teodora, el 20 de abril de 1810. Los tres fueron bautizados en la parroquia San Roque dentro de los tres días siguientes a su nacimiento.

Contando los niños con 3, 6 y 8 años, los Vera decidieron buscar nuevos horizontes para la familia y se lanzaron a una gran aventura: emigrar al otro lado del Atlántico, al Río de la Plata. Siguieron así el camino que llevó a otros canarios, un siglo antes, a convertirse en una parte importante de los primeros pobladores de Montevideo y también a otros isleños que fueron emigrando en décadas sucesivas.

Josefa se embarcó llevando dentro de ella a otro pasajero: su cuarto hijo, que nacería en el mar.

Fue así que el 3 de julio de 1813, Jacinto vio la luz. Según se presume razonablemente, esto sucedió en aguas del Océano Atlántico, en la embarcación que debía llevarlos a las costas uruguayas.

Sin embargo, el viaje de la familia se interrumpió; no a causa del nacimiento de Jacinto, sino debido a la conmoción militar y política que reinaba en la Banda Oriental, hacia donde ellos se dirigían. El Río de la Plata estaba en plena revolución.

Nossa Senhora do Desterro, acuarela de Víctor Meirelles, 1846

La familia recaló en Nossa Senhora do Desterro, en la isla de Santa Catalina, Brasil. La población, a veces nombrada simplemente “Desterro” es hoy la ciudad de Florianópolis. En su parroquia, hoy catedral, el 2 de agosto de 1813 fue bautizado Jacinto, a los 30 días de su nacimiento. El tiempo transcurrido y el hecho de que sus tres hermanos fueran bautizados dentro de los tres días posteriores a su nacimiento permiten suponer que, muy probablemente, el nacimiento de Jacinto se haya producido en el mar, aunque él se reconocía a sí mismo como ciudadano natural de Brasil.

No se sabe bien cuándo llegó la familia de Jacinto a la Banda Oriental, pero todavía estaban en Desterro en 1815, pues allí, el 23 de julio nació su hija Mariana, que fue bautizada al día siguiente en la parroquia.

Campo de Abra del Mallorquín.

Jacinto, pues, tenía entre dos y siete años cuando los Vera llegaron a la Banda Oriental. Volvemos a tener noticias de la familia porque se sabe que Gerardo Vera arrendó una chacra en la zona de Maldonado, cerca del abra del Mallorquín, entre San Carlos y Laguna del Sauce.

Ya cerca del final de su vida, en la misión de Pan de Azúcar, el obispo Jacinto recordaría aquellos años:

“Muchos os agradezco, mis muy queridos hijos, las demostraciones de cariño que me prodigáis. Diría que vosotros tenéis títulos para ser objeto de mi preferencia paternal, si esto pudiera caber en el alma de los padres con respecto a los hijos. En estas inmediaciones me he criado y pasé mi niñez como vosotros; como vosotros he sido campesino y he trabajado como vosotros trabajáis. Ya podréis, pues, imaginaros con cuánta satisfacción bendeciré vuestra vida y vuestros trabajos”.
(“La misión pastoral a Pan de Azúcar”, El Bien Público, 14 de mayo de 1881).

Gracias a su trabajo y su vida austera, la familia Vera pudo hacer algunos ahorros y años más tarde, en 1826, se trasladaron a la zona de Toledo (hoy en el departamento de Canelones) donde compraron una chacra. 

Capilla "de Doña Ana"

No muy lejos de su propiedad, se encontraba “la capilla de Doña Ana”, un oratorio público construido por Doña Ana Joaquina Silva, edificado con ladrillos y cal. En el altar había una imagen de Nuestra Señora del Carmen y en dos nichos laterales, las imágenes de San Elías y de Santa Teresa. El predio donde estaba la capilla corresponde hoy al Vivero Nacional “Dr. Alejandro Gallinal” y los muros del oratorio están incorporados al edificio principal del vivero.

La capilla dependía de la parroquia de San Isidro de Las Piedras y era atendida por un capellán costeado por el vecindario. Allí asistía a Misa la familia Vera. Como no se disponía de todos los servicios religiosos, en algunas ocasiones concurrían a la Iglesia de los Franciscanos, en Montevideo.

Como atestigua el P. Lázaro Gadea, 

Jacinto fue instruido “en la religión cristiana por sus padres y fue consecuente con sus preceptos. En su niñez y juventud aventajó a los de su edad y se hizo notar por su buena educación, comportamiento y costumbres”. 

Iglesia de San Francisco, Montevideo

Para su primera confesión, Doña Josefa condujo a un atemorizado Jacinto al Convento de San Francisco, a confesarse con uno de los Padres viejos. En la capilla de Doña Ana recibió por primera vez a Jesús Eucaristía. Muchos años después, cada vez que llegaba a Toledo recordaba aquel día feliz y no dejaba de visitar la capilla. Luego de su primera comunión, siguió comulgando con asiduidad.

Se sabe que Gerardo Vera, al igual que muchos vecinos, contribuyó con materiales y con su propio trabajo y el de Jacinto, para la edificación de la Casa de Ejercicios de Montevideo. Esa Casa tendría luego una importancia decisiva en la vocación de Jacinto… pero eso ya es otra historia.

Bibliografía y referencias:
Jacinto Vera - Positio - Volumen II
Imágenes tomadas de: Dr. Lorenzo A. Pons, Biografía del Ilmo. y Revmo. Señor Don Jacinto Vera y Durán. Barreiro y Ramos, Montevideo, 1904.
Beatriz Torrendell Larravide, Geografía histórica de Jacinto Vera. Montevideo, 2010.

domingo, 2 de julio de 2023

135 años del Colegio Nuestra Señora del Huerto de Pando, Canelones. Fiesta de la Virgen del Huerto y primeras comuniones. Homilía.

8 de febrero de 1888: llegada de las Hermanas del Huerto a Pando

Nos hemos reunido hoy para celebrar la Santa Misa, que es, ante todo, un encuentro con Jesús, que nos ofrece su Palabra, en las lecturas que acabamos de escuchar y se nos da como Pan de Vida en la comunión, que un grupo de niños y alguna persona más van a recibir por primera vez.

El 2 de julio es también la fiesta de Nuestra Señora del Huerto y es un motivo para festejar, hoy, los 135 años del Colegio que lleva su nombre.

Los comienzos del Colegio

135 años… Los invito ahora a que, sin irnos de Pando, viajemos con la imaginación hasta el año 1888. Tenemos que imaginarnos algo muy distinto de la ciudad que tenemos hoy. Tenemos que imaginarnos un pueblo, ya grandecito, con algunos miles de habitantes, y en crecimiento. 

Nada de edificios altos. Calles de tierra, donde se veía más que nada gente a pie, a caballo o en carro. En los 30 kilómetros de camino entre Pando y la capital, que hoy están mayormente poblados, urbanizados, se veía un paisaje de campo: chacras, quintas, tambos…

Y en medio de los campos pasaba la vía del tren que, desde hacía poco, unía la estación de Pando con la Central de Montevideo. 

No sé cómo sería la plaza, pero ya estaba inaugurada la iglesia parroquial, en la que estamos ahora, aunque después se ensancharía. Hacía poco se había consagrado el nuevo altar, con ese retablo tan lindo donde está la imagen de María Inmaculada, patrona de Pando.

Y así fue que el sábado 8 de febrero, por la mañana, hace 135 años, el tren trajo a Pando a las ocho Hermanas del Huerto que venían a fundar el primer colegio católico. Caía una lluvia intensa. Las calles de tierra eran puro barro. La comunidad parroquial, con el P. Juan Ignacio Bimbolino al frente, fue a recibir a las hermanas. Las llevaron hasta la iglesia parroquial, donde se hicieron oraciones y cantos y de allí fueron al colegio. Al otro día, domingo, a las tres de la tarde, se inauguraron los salones y el lunes comenzaron a dictarse las clases. 

Así empezó el colegio donde las hermanas continúan su obra educativa, siempre bajo el amparo de Nuestra Señora del Huerto. Son miles ya los pandenses que pasaron por sus aulas, atesorando recuerdos imborrables. Este aniversario es un motivo de acción de gracias que une a las generaciones pasadas y presentes. También es ocasión para recordar a hermanas, catequistas, docentes, funcionarios, exalumnos que ya han partido y pedir que, por la misericordia de Dios sus almas descansen en paz.

Comentario al Evangelio (Mateo 10,37-42)

Vamos ahora al evangelio. Son muchas las cosas que dice Jesús, con pocas palabras. Me he fijado especialmente en esto:

“Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”

Suele decirse que a nadie se le niega un vaso de agua; es lo menos que podemos hacer por una persona.

En otro pasaje del Evangelio, Jesús nos dice que cuando estamos atentos a las necesidades de los demás y los ayudamos, es como si se lo hiciéramos a él (también dice que si no lo hacemos… es también a él a quien le negamos ayuda). Él dice: “tuve hambre y me diste de comer”, “estaba sin ropa y me vestiste”, “estuve enfermo y me visitaste”…

Pero en este evangelio Jesús no está hablando de todas las personas que podríamos ayudar, sino en especial de los discípulos de Jesús: “cualquiera que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser mi discípulo”.

Lo que me llama la atención es que cuando habla de los discípulos dice “uno de estos pequeños”. Los discípulos de Jesús ya eran todos hombres; alguno era joven, pero no había ningún niño. Pero Jesús los llama pequeños. Un poco, porque eran gente humilde, pero también porque todos, desde el momento en que empezamos a conocer a Jesús, aunque seamos todavía muy chicos, podemos ser sus discípulos. Un niño, una niña, puede ser discípulo de Jesús.

Miro ahora a los niños que van a recibir la comunión. ¿Ustedes son discípulos de Jesús? 

Si quieren a Jesús, si quieren seguirlo conociendo, si quieren seguir recibiéndolo en la comunión cada domingo, se van a ir haciendo discípulos de Jesús. 

Si a través de Jesús conocen el amor de Dios, si se sienten amados por el Padre Dios, se van a ir haciendo discípulos de Jesús. 

Y si un día se animan a transmitirle eso que ustedes sienten a otras personas, entonces habrán crecido como discípulos de Jesús. Todos podemos decirle algo a los demás para que conozcan la ternura del Padre Dios. 

No todos podemos hacer grandes cosas, grandes trabajos misioneros; pero todos podemos ir cambiando el mundo a través de pequeñas cosas: un trato amable, una sonrisa… o un vaso de agua.

Las primeras palabras de Jesús son más difíciles de entender:

“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; 
y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.”

¿Cómo entendemos esto, los hijos por un lado y los padres, por el otro, cómo entendemos estas palabras?

Recordemos el mandamiento principal de la ley de Dios: amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. 

El amor a Dios viene primero, pero no para quedarse ahí, sino para seguir, para continuar en el amor al prójimo.

Y podríamos decir, para continuar de una manera mejor. Si amamos a Jesús, si amamos a Dios, amaremos mejor a nuestra familia, a nuestros amigos y abriremos también ese amor a otros, especialmente a quienes encontremos en dificultades, en necesidad.

A veces nuestra manera de amar es como apoderarnos de las personas, hacernos dueños de ellas. Quiero tener siempre su atención. Me pongo celoso cuando veo que hay otros en su corazón. Es una manera de amar posesiva… ¿Qué quiere decir “yo quiero a mi mamá”? ¿Qué quiere decir “yo quiero a mi nene”? ¿Quiere decir “los quiero para mí, que sean míos y de nadie más”? ¿O quiere decir que yo quiero que sean felices, y porque los quiero mucho, quiero darles lo mejor?

Si miramos cómo amó Jesús, aprendemos esa forma de amar. Para Jesús, amar es dar. Y no solo dar alguna cosa; para el amar es darse, darse él mismo. Por eso nos dejó su presencia en la Eucaristía: para seguir dándose a nosotros como Pan de Vida.

Recibiendo a Jesús, conociendo a Jesús, caminando con Él como discípulos, aprendemos a amar como él amó. Aprendemos a dar y a darnos. 

Eso es tomar la cruz. 

No hay amor de verdad sin cruz; pero no hay amor de verdad que no lleve a la vida y a la alegría de la resurrección, como sucedió con el mismo Jesús.

Queridas hermanas, queridos hermanos, que interceda por todos nosotros Nuestra Señora del Huerto. Ella, que nos muestra a su hijo Jesús, para que escuchemos su Palabra y lo sigamos como discípulos; ella, que sostiene su bracito para que Él nos dé su bendición y así podamos sentir en nuestros corazones la ternura de su amor. Que así sea.

Grupo de Primera Comunión, 2 de julio de 2023.


sábado, 1 de julio de 2023

Palabra de Vida, mes de julio: «Cualquiera que dé a beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa» (Mt 10, 42).

El evangelista Mateo es un escriba cristiano muy instruido: conoce a fondo las promesas del Dios de Israel, y para él las palabras y las acciones de Jesús representan su cumplimiento. Por eso, en su Evangelio presenta su enseñanza en forma de cinco grandes discursos, como un nuevo Moisés. Esta Palabra de vida concluye el «discurso misionero» que comienza con la elección de los doce apóstoles e indica las exigencias de la predicación: las incomprensiones y las persecuciones que van a encontrar requieren un testimonio creíble que implica decisiones radicales.

Pero hay más: Jesús revela que el enviar a sus discípulos tiene su raíz en la misión que él mismo ha recibido del Padre. Una convicción ya viva en el Antiguo Testamento: en el mensajero de Dios, el mismo Dios se hace presente, se compromete. Así pues, es el amor mismo de Dios el que, a través del testimonio de Jesús y de aquellos que Jesús envía, llega en cadena a cada persona.

«Cualquiera que dé a beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa».

Además de la misión específica de algunos –los apóstoles, los pastores, los profetas…–, Jesús anuncia que todo cristiano puede ser su discípulo, al mismo tiempo destinatario y portador de la misión. Y aunque seamos «pequeños» y aparentemente carentes de cualidades o títulos especiales, todos nosotros, por ser discípulos, estamos habilitados para testimoniar la cercanía de Dios. La comunidad cristiana entera es enviada a la humanidad por el Padre de todos.

Todos hemos recibido atención, cuidados, perdón y confianza de Dios a través de los hermanos; todos podemos decir algo a los demás para que sientan la ternura del Padre, como hizo Jesús durante su misión. En esta raíz, en el Padre, está la garantía de que las llamadas «pequeñas cosas» pueden cambiar el mundo. Aunque solo sea un vaso de agua fresca.

«No cuenta si podemos dar mucho o poco. Lo importante es cómo damos, cuánto amor ponemos incluso en un pequeño gesto de atención al otro. A veces basta con ofrecerle un vaso de agua, un vaso de agua fresca […], un gesto sencillo y grande a los ojos de Dios si lo hacemos en su nombre, o sea, por amor. […] La Palabra de vida de este mes podrá ayudarnos a redescubrir el valor de cada una de nuestras acciones, empezando por las tareas domésticas, del campo o del trabajo, el desempeño de trámites administrativos, los deberes del colegio o las responsabilidades de tipo civil, político o religioso. Todo puede transformarse en servicio atento y solícito. El amor nos dará ojos nuevos para intuir lo que los demás necesitan y atenderlos con creatividad y generosidad. Y como fruto, los dones circularán, porque el amor llama al amor. La alegría se multiplicará, porque “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20, 35)» (1).

«Cualquiera que dé a beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa».

Lo que Jesús nos pide es muy exigente: no detener el flujo del amor de Dios. Nos pide que lleguemos a cada hombre y a cada mujer con el corazón abierto y un servicio concreto, superando nuestras categorías y nuestros juicios.

Él quiere nuestra colaboración activa, creativa y responsable, por el bien común a partir de las pequeñas cosas de cada día, pero al mismo tiempo no dejará de recompensarnos: estará siempre a nuestro lado para cuidar de nosotros y acompañarnos en la misión.

«[…] Dejé mi trabajo en Filipinas y me fui a Australia para estar con mi familia […] encontré trabajo en una obra como limpiador de los comedores, los vestuarios, las oficinas y la cantina, que utilizan más de 500 trabajadores. Un trabajo completamente diferente del que tenía antes como ingeniero […] Por el bien de los demás, me aseguro de que los comedores estén siempre limpios y ordenados. Sin embargo, hay personas que no se preocupan de la limpieza. […] No he perdido la paciencia porque para mí es una oportunidad de amar a Jesús en cada persona con la que me encuentro. Poco a poco estas personas empiezan a limpiar después de comer y, con el tiempo, nos hacemos amigos y empiezo a ganarme su confianza y su respeto […]. He experimentado que el amor es contagioso y que todo lo que se hace por amor permanece (2).

Letizia Magri y el equipo de la Palabra de Vida

(1) C. LUBICH, Palabra de vida, octubre 2006: Ciudad Nueva n. 435 (10/2006), p. 22.
(2) S. PELLEGRINI, G. SALERNO, M. CAPORALE (eds.), Una transformación silenciosa, Ciudad Nueva, Madrid 2022, pp. 65-66.


La Carta del P. Martín Lasarte SDB al New York Times en 2017. "Los sacerdotes no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia".


Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… ¡Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Pero ¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas. Que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU.

No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio.

Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con SIDA, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobre todo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.

Periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión. Sólo (eso) le pido amigo.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb

"Mi pasado Señor, lo confío a tu Misericordia; Mi presente a tu Amor; Mi futuro a tu Providencia".

El salesiano uruguayo Martín Lasarte, nombrado obispo de Luena, Angola. Con él serán tres uruguayos llamados al episcopado en otros países.


Martín Lasarte Topolanski SDB, de 60 años de edad, fue nombrado hoy, sábado 1 de julio de 2023, por el Papa Francisco, obispo de la Diócesis de Luena, en Angola (suroeste de África).

El P. Lasarte nació el 25 de octubre de 1962 en Montevideo (Uruguay) y en 1990, previamente a su ordenación sacerdotal, partió rumbo a Angola como misionero. 

Ingresó al Noviciado Salesiano de Montevideo el 1 de febrero de 1981, hizo sus primeros votos religiosos el 31 de enero de 1982 y los votos perpetuos el 31 de enero de 1986. El 17 de agosto de 1991 fue ordenado sacerdote en Montevideo.

Entre 1985 y 1986 fue miembro de la comunidad religiosa de Talleres Don Bosco de Montevideo (1985-1986). Seguidamente, completó su formación en San Pablo (Brasil) y en Roma (Italia) donde obtuvo, en 1995, la licenciatura en Sagrada Escritura.

Desde 1990 ha prestado diversos servicios como misionero en Angola, donde animó además la Comunicación Social, la Pastoral Juvenil, y la Comisión de Derechos Humanos. Fue Vicario de la Visitaduría entre 2013 y 2015. Desde 2015 hasta 2019 fue miembro del Dicasterio de las Misiones de la Congregación Salesiana.

En 2017 escribió una carta al diario New York Times, resaltando la generosa entrega de muchos sacerdotes y misioneros, en un contexto en el que parecía solo recogerse historias de sacerdotes abusadores. La carta puede leerse AQUÍ.

El 19 de diciembre de 2019 fue nombrado Superior de la Visitaduría Salesiana de Angola, responsabilidad que desempeñó hasta el día de hoy.

La sede de la diócesis de Luena se encuentra en la ciudad que lleva su nombre y fue creada como diócesis Villa Luso el 1 de julio de 1963, hasta que en 1975 cambió su denominación a la actual.

Se despliega en un territorio de 223 000 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en la provincia de Moxico contando con unas 23 parroquias.

Otros uruguayos ya son Obispos en Brasil y Chile

Roberto Francisco Ferrería Paz.

Nació en Montevideo en 1953. En 1989 fue ordenado sacerdote para el clero de la arquidiócesis de Porto Alegre. En 2007 fue nombrado Obispo auxiliar de la Diócesis de Niteroi, Río de Janeiro, recibiendo la ordenación episcopal en la Catedral de Porto Alegre. En 2011 fue nombrado Obispo de Campos, también en el estado de Río de Janeiro.

Óscar Walter García Barreto.

Nació en Tala, en el departamento de Canelones, en 1969. En 1992 ingresó a la congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia. Fue ordenado sacerdote en 1999. En 2014 pasó al clero secular, en la arquidiócesis de Concepción, Chile. En 2022 fue nombrado Obispo auxiliar de Concepción y recibió la ordenación episcopal en el Gimnasio de la Universidad Católica de Concepción.