domingo, 27 de noviembre de 2016

Enfoques Dominicales - Misericordia et Misera.

Lorenzo Lotto. Cristo y la mujer sorprendida en adulterio

El viernes pasado, 25 de noviembre, se celebró el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.
El domingo 20 de noviembre, al clausurar el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco hizo pública una carta que lleva el título de “Misericordia et Misera”, que empieza recordando una situación de violencia que casi termina con la vida de una mujer.
El Papa cita el capítulo 8 del evangelio según San Juan. Es el episodio que todos recordamos por la frase “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
Esas piedras, que muchos hombres tenían en sus manos, estaban prontas para ser arrojadas contra una mujer, hasta matarla.
Nos dice el evangelio que los escribas y fariseos le llevaron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en adulterio. Poniéndola en el medio, le preguntaron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Comentando esto, Francisco nos dice: “Jesús responde con un silencio prolongado, que ayuda a que la voz de Dios resuene en las conciencias, tanto de la mujer como de sus acusadores”. Ante la insistencia de los hombres, viene la frase conocida: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Allí los hombres sueltan las piedras y empiezan a retirarse “empezando por los más viejos”.
Jesús habla ahora con la mujer:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ninguno te ha condenado? […] Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más» (vv. 10-11).
Y sigue diciendo Francisco: “De este modo la ayuda a mirar al futuro con esperanza y a estar lista para encaminar nuevamente su vida”.
El perdón y la misericordia reencaminaron la vida de la mujer… pero reencaminaron también la vida de aquellos hombres que habían estado dispuestos a matarla.
Perdonar y pedir perdón son dos cosas sumamente difíciles; pero cuando tenemos el coraje de dar y de pedir perdón, muchas cosas cambian dentro de nosotros.

La carta de Francisco fue muy comentada por los medios por algo que vale la pena aclarar. Muchos medios de comunicación titularon, por ejemplo “Histórico: el pecado del aborto podrá ser absuelto” o “El Papa permitirá absolver el pecado grave del aborto”.
Esos titulares dan la idea –equivocada– de que el aborto no se perdonaba. No es así; pero en casi todos los países, el perdón –la absolución– por un pecado de aborto estaba reservada al Obispo y no podía hacerla el sacerdote. En casi todos los países, pero no en Uruguay. Desde hace mucho tiempo, los sacerdotes uruguayos tienen esa facultad que Francisco dio a todos los sacerdotes del mundo. Lo hizo durante el Año de la Misericordia, y ahora lo que hace es mantenerla. Eso significa que si una mujer que cometió un aborto o una persona que ayudó a que ese aborto se realizara y se siente arrepentida y quiere recibir el perdón de Dios, basta con que se confiese con cualquier sacerdote en el Uruguay.

En mis 30 años como sacerdote, varias veces me ha tocado escuchar a una mujer que ha cometido un aborto. Hay un dolor grandísimo, un desconsuelo total, una angustia enorme… una dificultad inmensa para perdonarse a sí misma y para creer que Dios la pueda perdonar.
Valen aquí las palabras de Francisco:
“Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial.”

Finalmente, estamos en el primer domingo de Adviento. Adviento significa “venida” y se refiere a la venida de Jesús. Jesús vino una primera vez: la Navidad es el recuerdo de esa primera venida, su nacimiento en Belén. Jesús vendrá por segunda vez al final de los tiempos. En el Credo los católicos rezamos: “de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin”. Pero Jesús sigue viniendo “en cada persona y en cada acontecimiento”. El Adviento nos ayuda a celebrar su primera venida, a mirar con esperanza el camino de la historia de la humanidad que terminará con la venida de Cristo, y a estar atentos para reconocerlo y recibirlo en nuestra vida de cada día.

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Enfoques Dominicales es un programa que se emite por
1340 AM La Voz de Melo, los domingos a las 11:50
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domingo, 20 de noviembre de 2016

Enfoques Dominicales: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino"

El Buen Ladrón observa a Jesús mientras
el Mal Ladrón aparta su mirada de éste.
Obra de Christoph Bockstorfer (1524)
Este domingo la Iglesia celebra la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.
En nuestra Diócesis de Melo, hay dos parroquias que celebran su fiesta patronal en este día.
Una de ellas es la parroquia Cristo Rey, con sede en Aceguá, que abarca también Villa Isidoro Noblía y una vasta zona con varias pequeñas poblaciones. La celebración ha tenido lugar esta mañana.
La otra es la parroquia Santísimo Redentor, en Fraile Muerto, que tendrá esta tarde su Misa y luego un espectáculo de canto y danza, cerrado por una convivencia comunitaria.
También esta tarde, en Melo, habrá una procesión de homenaje a Cristo Rey, que sale a las 18 horas de la parroquia Nuestra Señora del Carmen hasta la Catedral.
Finalmente, recordemos que esta mañana, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha clausurado el Año Santo de la Misericordia.

Vamos ahora a reflexionar sobre el pasaje del Evangelio que se lee en las misas de hoy (Lucas 23,35-43):

Cuando decimos “Jesucristo, Rey del Universo”, nos podríamos imaginar una escena en lo más alto del Cielo, con un gran trono, con el coro de legiones de ángeles, con la perpetua adoración de la multitud de los salvados que están en la presencia de Dios. Una gran escena del poder de Dios.

Sin embargo, nada de eso nos muestra la liturgia de hoy en las lecturas bíblicas que hemos escuchado.Las tres nos hablan de reyes y reino; pero el evangelio nos ayudará a descubrir a Jesucristo como “Rey de Misericordia”.

En la primera lectura (2 Samuel 5,1-3) se nos presenta el momento en que David es ungido como rey de Israel. El rey David fue un hombre pecador, que debió muchas veces llorar arrepentido de sus faltas; pero su amor a Dios fue más grande que su pecado, y será recordado por todo el pueblo como el gran rey que supieron tener. De la casa o familia de David viene José, el esposo de María y por eso Jesús será llamado “Hijo de David” y por eso, en su cruz un letrero dirá “Rey de los judíos”.

El mensaje del Evangelio es el central. Aquí no hay nada de la gran escena del Cielo de que hablábamos al principio. El evangelista Lucas nos introduce en el Calvario, en el cuadro que la gente está mirando. Allí está Jesús crucificado entre dos ladrones.

Aquí se va a manifestar la realeza de Jesús.

Uno de los ladrones se une a los que se burlan de Jesús y le dice, como ellos “Si eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo”.
Pero Jesús no ha venido para salvarse a sí mismo.
Ha venido para salvar a la humanidad.
Y la está salvando.

Para muchos en el tiempo de Jesús, la cruz era una locura.
Para muchos en este tiempo también. ¿Quién quiere sufrir de esa manera?
Pero la cruz es salvadora.
En la cruz se manifiesta el amor de Dios, se manifiesta su misericordia.
Jesús da la vida por amor a la humanidad entera, para abrir a cada persona el camino de reencuentro con Dios, el camino de la salvación.

El otro ladrón se da cuenta de eso. No se trata de salvarse de este momento, para después, más temprano o más tarde, sufrir la muerte de esta forma o de otra. Se trata de una salvación que va más allá de esta vida, de una salvación que nadie le podrá arrebatar.
Así, “el buen ladrón” reprende a su compañero, asume la culpa de sus crímenes y dirige a Jesús su súplica: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”.

El buen ladrón ha comprendido. Ha descubierto la verdadera realeza de Jesús. Y su súplica será escuchada: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”, le responde Jesús.
La misericordia de Dios ha vencido. La misericordia de Dios ha sido más fuerte que la muerte, más fuerte que el odio, más fuerte que la violencia.

Jesús recibirá al buen ladrón en su reino, porque el Reino de Dios ya está presente en el corazón de este hombre profundamente arrepentido y confiado en la misericordia de Dios.

En cuanto a nosotros, sería maravilloso que nos sintiéramos profundamente identificados con lo que dice la segunda lectura.  Pablo escribe a los Colosenses (1,12-20):
Demos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces
de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

El Reino de Jesús comienza aquí, en este mundo, en esta vida, para continuar en la eternidad. Eso es lo que quiere Pablo hacerles ver a los Colosenses: el Padre nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo. Vivamos como hijos de la Luz.

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Enfoques Dominicales es un programa 
que se emite por  1340 AM La Voz de Melo, 
los domingos a las 11:50 
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viernes, 18 de noviembre de 2016

Aceguá: Marcha por la Paz, la Vida y la Dignidad Humana





Aceguá es el nombre común a dos poblaciones ubicadas a ambos lados de la frontera seca entre Uruguay y Brasil: Aceguá (Uruguay) en el departamento de Cerro Largo y Aceguá (Brasil) en el Estado de Rio Grande do Sul.
En el lado uruguayo se encuentra la Parroquia Cristo Rey, en la que se reúnen los católicos brasileños y uruguayos. Su párroco es el Pbro. Reinaldo Medina, colombiano. Viniendo de un país que ha vivido un largo y doloroso conflicto y que sigue buscando las rutas de la paz, no sorprende su sensibilidad en este aspecto.
El sacerdote llegó a Aceguá en 2013. Al año siguiente, mirando a la situación mundial, particularmente el conflicto en Siria, escuchando los constantes llamados del Papa Francisco a orar por la paz, con motivo de la fiesta patronal propuso a la comunidad organizar la primera marcha el viernes anterior a la fiesta de Cristo Rey.
Así, en el día de hoy (viernes 18 de noviembre) a partir de las 19:30, se realizó la tercera edición de este evento.
A la entrada de Aceguá Uruguay se congregaron algunas decenas de personas a las que se fueron sumando en el camino otros adherentes a la convocatoria.
Consultado por Comunión, el P. Reinaldo explicó que se trata de "una marcha; no una procesión o peregrinación, porque quiere ser abierta a todo el que se quiera unir. La Paz no tiene religión".
La marcha iba encabezada por las banderas de Brasil y de Uruguay y un cartel con el lema de la convocatoria. Los participantes fueron invitados a concurrir con vestimenta blanca (aunque el frìo de la noche hizo que varias personas recurrieran a sus abrigos oscuros). Varios llevaban antorchas.
El recorrido fue extenso, tanto por la parte uruguaya como por la brasileña de Aceguá, contàndose con la colaboraciòn de las autoridades policiales correspondientes para desviar el tránsito.
La banda de la Escuela "Nossa Senhora das Graças" se unió a poco iniciado el recorrido, agregando una nota de color y alegría.
 Al finalizar la marcha, en la parroquia Cristo Rey, hizo uso de la palabra el Obispo de Melo, Mons. Heriberto y hubo tambièn la actuación de la Banda, del grupo de Danzas de Villa Isidoro Noblía y de un músico local.
En su mensaje, el Obispo recordó que Aceguá ha tenido un histórico protagonismo en la búsqueda de paz, como lugar donde se firmó en 1904 la llamada "Paz de Aceguá" con la que se puso fin a la guerra civil entre las fuerzas de Aparicio Saravia y el gobierno de José Batlle y Ordóñez. Siguen las palabras completas del mensaje del Obispo.

Al caminar por estas calles de Aceguá, no puedo evitar volver con la imaginación a aquel 24 de setiembre de 1904. Por aquí pasarían levantando polvo los caballos de los soldados de Aparicio Saravia y los del gobierno, encontrándose esta vez, no para enfrentarse de nuevo con las armas, sino para firmar la que se llamó “Paz de Aceguá”. Se sellaba así el fin de una guerra civil y se abría el camino a otras formas de convivencia y a otra manera de resolver los conflictos entre los orientales.

Diez años después, en 1914, estallaba en Europa y pronto se extendió por todos los continentes, la que fue llamada “Gran Guerra”, hasta que vino la de 1939 que la superó… y así quedaron los nombres de primera y segunda guerra mundial. El mundo vivió horrorizado el descubrimiento de nuevas formas de exterminio y buscó, a través de las Naciones Unidas, los caminos de la paz.

Tantos años después, la paz del mundo sigue lejana. Los hombres se siguen matando y destruyendo.
El anhelo de paz atraviesa toda la historia de la humanidad, porque también la guerra y la violencia la atraviesan.

Allá entre los siglos XVI y XVII el poeta inglés John Donne escribía estos versos:

Ningún hombre es una isla,
entera en sí,
Cada hombre es un pedazo de continente,
parte del total.
(…)
Toda muerte me disminuye,
porque estoy ligado a la humanidad
Así, cuando escuches las campanas que tocan por un muerto,
no preguntes por quién tocan:
están tocando por ti.

De esta forma el poeta quería recordarle a cada ser humano que es parte de la humanidad, y que, cuando alguien muere, muere una parte de cada uno de nosotros. Cuánto más, cuando esa muerte ha cortado la vida de un joven o de un niño.

De otra forma lo expresaba San Pablo, en su primera carta a los Corintios, cuando, hablándonos del cuerpo, nos dice “si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren con él” (12,26).

Todo eso para decir: toda vida humana importa, y duele particularmente cuando una vida es arrancada injustamente por la guerra y la violencia.

Al marchar hoy por Aceguá, por este lugar donde una vez se firmó la Paz, hemos realizado un gesto sencillo, pero que nos compromete en este camino de paz, para buscarla y vivirla en la vida de cada día, en nuestra familia, en nuestro trabajo, como vecinos; cuidándonos unos a otros, valorando la vida y la dignidad de cada persona, con una especial atención y protección a los más vulnerables. Con ese gesto y ese compromiso, hacemos también un llamado a todos aquellos que nos han visto y oído, para que se unan también al trabajo por la paz. Finalmente, nuestro caminar se hace también súplica a Dios nuestro Padre: al Señor de la Historia, al Dios de la Paz. Volvemos nuevamente a pedirle ese don precioso de la Paz, que viene de Él y que nosotros queremos recibir y cuidar cada día. Que así sea.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Enfoques Dominicales. Súplica a la Virgen de los Treinta y Tres.



Hoy, como todos los segundos domingos de noviembre, la ciudad de Florida recibió la Peregrinación Nacional a la Virgen de los Treinta y Tres. Peregrinos de las diez diócesis del Uruguay se han encontrado hoy al pie de la pequeña y querida imagen, venerada en la Catedral de Florida, que es su Santuario.
Compartimos desde aquí esta "Súplica a Santa María, la Agraciada Virgen de los Treinta y Tres", rezada hoy por el Cardenal Daniel Sturla y el Obispo de Florida, Mons. Martín Pérez Scremini.

María Santísma
Hija de Sión, en ti llega a plenitud la fe de Abraham;
en ti se cumple la esperanza de los patriarcas;
en ti brilla la fidelidad de los pobres del Señor.
Tú sola fuiste elegida, entre todas las mujeres de Israel,
para ser la Madre del Mesías.

El Padre Eterno, desde toda la eternidad,
te preparó para que dieras carne a su Hijo, su Verbo,
por el cual todo fue creado, quien trajo la salvación al mundo.

Elegida para esta misión
por Aquel que hace todo según el beneplácito de su voluntad,
tú fuiste llena de Gracia
desde el primer instante de tu concepción;
libre de la mancha del pecado original y de pecado alguno.
Por eso, nosotros,
guiados por las palabras de las Sagradas Escrituras,
te aclamamos
“la Pura y Limpia, la Purísima, la Inmaculada, la Agraciada”.

Tú, en obediencia de fe,
escuchaste la Palabra de Dios y la cumpliste,
y seguiste a tu Hijo al pie de la cruz.

Tú estuviste con los apóstoles y discípulos,
cuando el Espíritu fue derramado
sobre el nuevo Pueblo de Dios.

Tú eres saludada como miembro eminentísimo y del todo singular de la Iglesia,
que ve en ti su figura y modelo ejemplar en la fe y la caridad.

Tu maternidad divina ilumina a la Iglesia Madre,
que por la predicación y el bautismo engendra,
para la vida inmortal, a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios.

Tu fidelidad y obediencia guía a la Iglesia virgen,
que custodia pura e íntegra la fe prometida a Cristo, su Esposo.

En ti la Iglesia santa se presenta sin mancha ni arruga,
y llama a los fieles a recibir el perdón de los pecados
y la Gracia que los conduce a la perfección de la caridad.

Elevando su mirada a ti,
que estás en cuerpo y alma en los cielos,
la Iglesia alimenta en su miembros
la esperanza de la resurrección,
en una carne semejante a la de Cristo glorioso,
para formar la Jerusalén celestial,
la Esposa eterna y perfecta del Cordero.

* * * * * * *

Virgen Santa:
siempre y en todas partes,
tú te haces presente,
en medio de quienes acuden a tu protección.

También el pueblo oriental, Madre de Dios,
te ha tenido y te tiene como gracia inspiradora
y, unido a ti,
ha puesto su confianza en Jesucristo,
Señor y Salvador de la Historia.

A lo largo de los siglos,
con nombres diversos y en distintos lugares,
ha elevado a ti su mirada, Inmaculada Virgen María,
por siempre Madre del Señor,
hermana, Señora y Abogada nuestra.

Desde antiguo nuestros mayores recurrieron a ti,
Reconociendo tu presencia en esta Santa Imagen,
Agraciada Virgen de los Treinta y Tres Orientales.

Por medio de este nombre tan propio de nuestro pueblo,
recordamos y pedimos tu protección,
Santa Madre de Dios
protección de la patria,
protección de las familias,
protección de los pobres,
protección sobre cada uno de nosotros.

Por eso, hoy, en tu santuario, con toda confianza,
Nos presentamos ante ti,
Santa María, gloriosa Virgen de los Treinta y Tres.

A ti, que eres nuestra Capitana y Guía,
te pedimos por el pueblo uruguayo:

Ten compasión de sus miserias y pecados
y ayúdalo a encontrar, en Jesucristo y en su Iglesia,
el perdón del Padre,
la verdadera libertad,
el sentido de la vida.

Enséñanos a ser un pueblo agradecido
con los dones que Dios nos ha regalado,
en esta tierra,
en las cualidades de su gente,
en las posibilidades del futuro.

Sé nuestra guía,
para que encontremos y realicemos
los caminos de la justicia y la paz verdadera,
para que, sobre todo,
cuidemos de los pobres y de los que sufren,
para que los más infelices sean los más privilegiados
y todos tengan pan, techo y trabajo.

Ilumina a nuestras autoridades
y a todos los que detentan alguna forma de poder:
que lo pongan al servicio del bien común en la justicia.

Que cada miembro de la sociedad
se dignifique por el servicio a los demás.

Que la educación sea para el desarrollo de hombres y mujeres libres y honestos.

Que cada uno trabaje honradamente,
ayude al mejoramiento comunitario
y obtenga cuanto es necesario para sí y su familia.

Que los investigadores, los científicos y los técnicos,
respeten las exigencias morales de la vida humana
y se sometan a la Ley del Creador.

Que los comunicadores sociales
busquen la verdad y el entendimiento de los hombres.

Que los artistas
llenen el mundo de un reflejo de la belleza creadora.

Virgen de los Treinta y Tres,
te pedimos especialmente por las familias.
Da solidez al vínculo matrimonial:
que los esposos se unan en un amor fiel y estable,
que sean generosos en la comunicación de la vida
y eduquen a sus hijos según el Evangelio.

Haz que cada ser humano sea protegido y respetado
desde el primer momento de su concepción,
hasta que el Creador llame a sí
a la creatura que salió de sus manos.

Que los niños y adolescentes
descubran la existencia como un don del Padre.

Cuida a los jóvenes,
para que a medida que se abren a las riquezas de la vida,
se vean protegidos del mal,
puedan crecer en realizaciones de entrega y generosidad
y oigan el llamado de Dios.

Tú, que eres fuerte con la Gracia divina,
dales fortaleza a los adultos,
para que se guíen por los principios que iluminan un conciencia recta,
para que no piensen solo en su interés
sino en el servicio de los demás,
para que sean honesto y sinceros.

Mira, Madre, a los ancianos:
muchos, con su esfuerzo,
colaboran con las nuevas generaciones
y aportan su sabiduría y experiencia.

Pon tus ojos misericordiosos
en aquéllos que ven disminuidas sus fuerzas,
en los enfermos que unen sus sufrimientos con los de Jesús,
en los que necesitan la ayuda de los demás;
muy especialmente te encomendamos
los que en este año han de unirse con la muerte de Cristo,
entregándose en las manos del Padre:
que te tengan a su lado, piadosa y dulce Virgen María.

Te pedimos, humilde sierva del Señor,
que en cada hombre y en cada mujer sea reconocida y respetada
la imagen que la Santísima Trinidad puso en ellos
y que Cristo restauró con su sangre y su resurrección.

A ti, Madre del Señor,
que estuviste de pie junto a la cruz de tu Hijo,
te encomendamos a nuestros hermanos difuntos:
que purificados de todo pecado contemplen el rostro del Padre
y resuciten gloriosos con Cristo en el último día.

* * * * * * *

María de los Treinta y Tres,
te rogamos por la Iglesia de Cristo,
que peregrina en el Uruguay.
Por sus diez diócesis, con sus obispos:
que, dirigidos por la luz y la libertad del Espíritu Santo,
guíen a sus Iglesias
en la fidelidad a la misión recibida de los apóstoles;
para que en ellas se viva y anuncie el Evangelio con valentía
y se derrame abundante la gracia de la salvación.

Protege a los sacerdotes y danos santas vocaciones
según el Corazón de tu Hijo.

Con tu ejemplo,
Suscita la santidad en todo el pueblo cristiano:
en niños, jóvenes y adultos;
santidad en el matrimonio;
santidad en hombres y mujeres que, en la vida religiosa,
se consagran a Cristo, el Señor.

Que todos los cristianos, mirando tu hermosura,
Virgen de los Treinta y Tres,
descubran siempre más la belleza
de una vida iluminada por la Palabra de Dios,
rebosante de alegría
por la celebración de los misterios de tu Hijo,
llena del gozo del Espíritu Santo.

* * * * * * *

María:
como nosotros te invocamos
con el nombre de Virgen de los Treinta y Tres,
tú eres llamada con distintos nombres,
como protectora de los pueblos americanos,
con quienes estamos particularmente hermanados.

Mira sus dolores, para sostenerlos en la esperanza.
Suscita los mejores esfuerzos
para construir sociedades justas y fraternas.

Reina de la paz,
te pedimos por todas las naciones,
que en ellas y entre ellas
se encuentren las formas de sana convivencia,
que permita la unión de todos como una gran familia,
sin discriminaciones, en el respeto y el amor.

* * * * * * *

Virgen agraciada, esclava del Señor,
tú, llena del Espíritu Santo,
profetizaste que todas las generaciones te declararían bienaventurada.

Mira hoy a este pueblo,
que contemplando las maravillas que Dios ha hecho por ti,
te felicita y te llama dichosa.

Enséñanos a proclamar siempre las grandezas del Señor,
y a darle gracias,
adorando a nuestro Creador y Salvador,
realizando la obra suprema del hombre,
que es alabar a Dios.

Virgen de los Treinta y Tres:
que cada uno de nosotros y toda la Iglesia de Dios que peregrina en el Uruguay,
unida a la Iglesia de toda la tierra,
junto contigo y los ángeles y los santos,
confiese y adore siempre a la Trinidad Santísima.

“A aquel que tiene poder para realizar todas las cosas
incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar,
conforme al poder que actúa en nosotros,
a Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús
por todas las generaciones por los siglos de los siglos.
AMÉN.”

martes, 1 de noviembre de 2016

La Diócesis de Bagé se prepara para recibir el XXXII Encuentro de Diócesis de Frontera en 2017


El pasado 25 de octubre se reunieron en Uruguaiana, Río Grande do Sul, los Obispos de Bagé, Concordia y Melo, junto a sacerdotes y laicos, para preparar el XXXII Encuentro de Diócesis de Frontera, que tendrá lugar en Bagé del 15 al 17 de mayo de 2017.


Los Encuentros de Diócesis de Frontera se vienen realizando desde 1991, cuando se hizo una primera reunión por iniciativa del párroco de Bella Unión (Diócesis de Salto) y el Vicario Pastoral de la Diócesis de Uruguaiana, motivados por la inminencia de la implementación del MERCOSUR y su desafío a la integración regional.

Participan habitualmente obispos, sacerdotes, religiosas y laicos de unas 25 diócesis que tienen como característica común ser "fronterizas" entre dos de los cuatro países que iniciaron el MERCOSUR. La Diócesis de Melo recibió este encuentro en el año 2014.


Los temas de los encuentros son propuestos de un evento al otro y luego son preparados por un equipo integrado por las Diócesis de Uruguaiana, Concordia y Salto, junto a la Diócesis anfitriona.

Al definir el tema, siempre se recuerda la motivación inicial "los vecinos se encuentran". Así, en 2017, "Los vecinos se encuentran para reflexionar y compartir sobre modelos alternativos de desarrollo sustentable que garanticen el cuidado de la “casa común” para la vida digna de nuestros pueblos.". Los textos bíblicos inspiradores para esta temática se encuentran en los libros del Génesis (2,15) y de la Sabiduría (11,22-12,2).