sábado, 27 de agosto de 2022

“El que se humilla será elevado” (Lucas 14,1.7-14). Domingo XXII durante el año.

 

Humildad, humillación… no son palabras de moda. Nada parece hoy invitarnos a ser humildes. A veces humildad se identifica con pobreza, pobreza material… es como una manera más suave de nombrarla: “es gente humilde”; “son personas de condición humilde”…
También hablamos de humildad como una virtud, una actitud más o menos constante de una persona que, aunque podría ubicarse en un lugar destacado, sea por sus capacidades o sus responsabilidades, prefiere permanecer como en un segundo plano. No está buscando fama, no pretende figurar.
También es la virtud de quien reconoce sus limitaciones y, por lo mismo, no pretende cosas que no están a su alcance o no le corresponden.
El alma humilde es la que puede rezar en paz el salmo 131

Señor, mi corazón no es ambicioso
Ni mis ojos altaneros
No pretendo grandezas
Que superan mi capacidad
Sino que acallo y modero mis deseos
Como un niño en brazos de su madre.
(Salmo 131,1)
Cuando hablamos de humillación, ya hablamos de otra cosa. No es lo mismo ser humilde que ser humillado, ser sometido a una humillación. Ahí está la acción de otros, ensañándose con alguien… el “bulling” no es ningún invento de nuestro tiempo. Siempre han existido los cobardes que eligen al más débil e indefenso como víctima de burlas y vejaciones humillantes.

Pero todavía podemos decir algo más: no es lo mismo ser humillado que humillarse a sí mismo. Se humilla a sí mismo quien acepta un destrato inmerecido o toma el lugar más despreciado.
Vienen a la memoria las palabras del profeta Isaías, en sus cánticos dedicados al “servidor sufriente”:
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban
y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba;
no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. (Isaías 50,6)
Ese servidor sufriente del profeta Isaías anuncia la pasión y la humillación del Hijo de Dios:
El, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor
y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte
y muerte de cruz. (Filipenses 2,6-8)
En el evangelio de hoy, Jesús aconseja a los invitados a un banquete a no lanzarse a ocupar los primeros lugares:
… porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. (Lucas 14,1.7-14)
Y concluye Jesús:
todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
(Lucas 14,1.7-14)
El mismo Jesús vivió esto. Cuando san Pablo, en la carta a los filipenses, nos dice que Cristo se humilló hasta aceptar la muerte, y muerte de cruz, no tenemos que olvidar que la muerte en la cruz no solo era una tortura atroz, sino también una muerte infamante, la muerte a la que era condenado un criminal: “fue contado entre los culpables” o “fue contado entre los malhechores” dice otro de los cánticos de Isaías (53,12).
Pero no tenemos que olvidar que, después de esa terrible humillación, Jesús fue elevado. Sigue diciendo la carta a los filipenses:
Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que, al nombre de Jesús, se doble toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos (Filipenses 2,9-10)
Les dejo, para completar esta reflexión, estas palabras que San Francisco de Asís dijo a sus hermanos acerca de la humildad:
Bienaventurado el servidor que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y exaltado por los hombres, que cuando es tenido por vil, simple y despreciado, porque cuanto es el hombre delante de Dios, tanto es y no más.
El hombre es lo que es delante de Dios y nada más. Dios es quien conoce nuestra verdad más profunda: nuestra miseria, que viene de nuestros pecados, de nuestras malas decisiones y nuestra dignidad, que es obra suya. Pidamos al Señor poder vernos como Él mismo nos ve. Nuestra realidad aparecerá con toda su crudeza, pero también resplandecerá la misericordia de Dios que sigue reconociéndonos como hijos e hijas suyas y esperando que volvamos de corazón a Él.

Colecta para los cristianos del Cercano Oriente

La colecta del Viernes Santo solía ser llamada la colecta para Tierra Santa y estaba destinada al sostenimiento de los santos lugares. Con los años fue cambiando y ampliando su significado, que pasó a ser la ayuda para mantener viva la presencia de la Iglesia en el Cercano Oriente y sostener su acción pastoral, educativa y caritativa. La Congregación para las Iglesias Orientales ha agradecido la contribución de nuestra diócesis que tuvo una sensible mejora este año, llegando a casi sesenta mil pesos.
2020 - $ 42.765
2021 - $ 25.343
2022 - $ 59.802

En esta semana

  • La semana pasada olvidé mencionar la fiesta patronal de Nuestra Señora de la Fundación, en Solymar, el día 25.
  • Este domingo 28, san Agustín
  • Lunes 29, martirio de san Juan Bautista
  • Martes 30, santa Rosa de Lima, patrona de las parroquias de Santa Rosa, El Pinar, Empalme Olmos y del balneario Fortín de Santa Rosa.
  • Miércoles 31, San Ramón Nonato. Canelones: patrono de la población que lleva su nombre y de su parroquia.
  • Jueves 1, comienzo de septiembre, mes de la Palabra de Dios, tiempo de la Creación.
  • Sábado 3, san Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia.
  • Domingo 4, Jornada Nacional de la Juventud, que celebraremos en el Colegio San Isidro de Las Piedras.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

sábado, 20 de agosto de 2022

"Está entre nosotros". Día Nacional de la Catequesis.

 

El 13 de octubre de 2002 se realizó en la ciudad de Durazno, Uruguay, el 2do. Congreso Nacional de Catequesis, organizado por el Oficio Catequístico Nacional de la Conferencia Episcopal del Uruguay.

Esta es la canción del congreso, basada en el lema del mismo: "Jesús está entre nosotros" con especial referencia al capítulo 28 (final) del evangelio según san Mateo.

Jesús, Cristo, Señor,
¡está entre nosotros!
Jesús, Cristo, Maestro
¡está entre nosotros!

El que dijo
“vayan a Galilea
y allí me verán”
Nos envía ahora
por el mundo
llevando su paz.
El que dijo
“hagan mis discípulos
de todos los pueblos”
acompaña ahora nuestra marcha
llevando su Evangelio.

El que dijo
“Yo soy el Pan de Vida del Cielo descendido”
se entrega ahora
en nuestras manos
partido y compartido.
El que dijo
“Soy Yo, no teman
con ustedes estoy”
nos envía a sembrar
vida y esperanza
al Uruguay de hoy.

El que quiso
en las manos del Padre
su espíritu entregar
nos envía
el Espíritu Santo
para catequizar.
El que está
vivo y resucitado
reinando para siempre
cada vez que nos
reunimos en su nombre
se hace presente.

Letra y música: Heriberto Bodeant.

Primera guitarra: Álvaro “Pretty/Pisco” Bello (+)
Órgano electrónico: Yasmín Buono
Bajo: Enrique Porro
Batería electrónica: Luigi Lemes
Voz y segunda guitarra: Heriberto Bodeant

jueves, 18 de agosto de 2022

“Traten de entrar por la puerta estrecha” (Lucas 13,22-30). Domingo XXI durante el año.

¿Qué es lo que esperamos en esta vida? ¿Qué es lo que buscamos más ansiosamente? ¿Bienestar económico? ¿vivir sin problemas ni angustias? ¿Paz y tranquilidad? ¿disfrutar de la vida? ¿Incluimos en esos deseos a personas que queremos o lo vivimos individualmente, por no decir egoístamente?
Muchas veces vivimos situaciones tan difíciles, que nuestro único deseo es salir de ellas de una buena vez, sin pensar qué es lo queremos realmente… Pero ¿y a qué aspiramos más allá de esta vida? ¿una tumba bonita en un cementerio parque o nuestras cenizas esparcidas en un lugar querido?

En tiempos de Jesús, y en muchos otros tiempos de la humanidad, incluido el nuestro, ha habido quienes pensaron y se preocuparon por una vida más allá de la muerte, una vida eterna… de distintas formas aparece en las diferentes religiones y en algunas de ellas se expresa como “salvación”. Es desde ese profundo anhelo que un día le preguntan a Jesús, con evidente preocupación:

«Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» (Lucas 13, 22-30)
Jesús no responde ni sí ni no. No se pone en esa perspectiva. Él ha venido a anunciar la salvación. Algo que se ofrece a todos, pero es necesario que cada uno dé su respuesta y haga su propio esfuerzo para entrar en la salvación.

La primera lectura, del profeta Isaías, nos habla de esa salvación universal. Dios anuncia:
Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas,
y ellas vendrán y verán mi gloria. (Isaías 66, 18-21)
Y para expresar que esa reunión ha incluido a todos dentro del Pueblo de Dios, concluye:
Y también de entre ellos tomaré sacerdotes y levitas, dice el Señor. (Isaías 66, 18-21)
Pero con ese hermoso sueño de reunión, en armonía, de todos los pueblos de la tierra contrasta la realidad humana con sus tensiones, divisiones, conflictos, guerras. Realidad colectiva, realidad personal… muchas veces nos encontramos divididos hasta interiormente. Frente a todo eso, la segunda lectura nos habla del cuidado paternal de Dios, que pedagógicamente corrige a todos y a cada uno:
no desprecies la corrección del Señor,
y cuando te reprenda, no te desalientes.
Porque el Señor corrige al que ama (Hebreos 12, 5-7. 11-13)

Y así llegamos al Evangelio. Lucas nos dice que Jesús está en camino a Jerusalén. No es un simple detalle geográfico: Jesús va hacia la ciudad santa para consumar la salvación por su pasión, su cruz y su resurrección. La salvación está a la puerta y Jesús urge a participar en ella.
Es en este contexto que le preguntan si serán muchos los que se salven.

Podríamos responder con las palabras de Pablo a Timoteo:

Dios “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,4)
Pero también encontramos otra palabra de Jesús, que nos dice:
“muchos son llamados, pero pocos son elegidos” (Mateo 22,14)
Si Dios quiere la salvación de todos, puede haber algo que lo impida. A la pregunta sobre si serán muchos los que se salven, la respuesta de Jesús es:
Traten de entrar por la puerta estrecha,
porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. (Lucas 13, 22-30)
Hay una respuesta personal, insustituible.
Quienes no la den serán arrojados fuera, aunque no sin razón. Dice Jesús:
¡apártense de mí todos los que hacen el mal! (Lucas 13, 22-30)
Pero habrá muchos que sí, entrarán en el camino de la salvación.
vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur,
a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. (Lucas 13, 22-30)
Al final de su discurso, Jesús plantea todavía otra posibilidad.
Algunos que creen ya estar colocados entre los primeros, entrarán, pero no en ese puesto:
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros,
y hay otros que son los primeros y serán los últimos (Lucas 13, 22-30)

No deja de ser alentador pensar que los que estaban primero y quedaron últimos no están excluidos, aunque parecen haber corrido el riesgo de quedar afuera…

Días pasados recordábamos a santa Juana Francisca de Chantal, fundadora, con san Francisco de Sales, de la Orden de la Visitación, las Salesas. Hablando a sus hijas, santa Juana decía que Dios las llamaba especialmente a una forma de santidad, el “martirio del amor”, 

“con el cual Dios, manteniendo la vida de sus siervos y siervas, para que sigan trabajando por su gloria, los hace, al mismo tiempo, mártires y confesores”. 

Y agrega:

“esto lo hace Dios sólo con los corazones magnánimos que, renunciando completamente a sí mismos, son completamente fieles al amor”
Volviendo a las palabras de Jesús, podemos pensar que esos corazones entregados generosamente son los primeros. Santa Juana nos da también una idea de quienes pueden ser esos últimos de los que habla Jesús:
“a los débiles e inconstantes en el amor, no les lleva el Señor por el camino del martirio, y les deja continuar su vida mediocre, para que no se aparten de él, pues Dios nunca violenta la voluntad libre”.
Pidámosle al Señor que nos ayude a crecer en generosidad, que nos haga fuertes y constantes en el amor, para que podamos entrar por la puerta estrecha, en el lugar que nos toque, como sea, pero estar para siempre con Él.

En esta semana:

Volvemos a tener una semana llena de santos y de acontecimientos. Veamos:

  • El Domingo 21, san Pío X. En Uruguay es el día nacional de la catequesis.
  • Lunes 22, en la octava de la Asunción, María Reina. Contemplamos a la servidora del Señor glorificada, pero al mismo tiempo, cercana a nosotros y atenta a nuestras necesidades más profundas.
  • Martes 23, en muchos lugares se celebra Santa Rosa de Lima, pero en Uruguay y otros países, es el 30 de agosto.
  • Miércoles 24, san Bartolomé, apóstol
  • Jueves 25, día de la Independencia de Uruguay. 197 años. El bicentenario está cerquita…
  • Sábado 27, santa Mónica, la madre de san Agustín, precediendo la fiesta de su Hijo, domingo 28.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

sábado, 13 de agosto de 2022

Afrontar el final de la vida. Un aporte al debate público sobre la eutanasia. Conferencia Episcopal del Uruguay.

1. La dignidad de la persona humana

La dignidad de la persona se fundamenta en el mismo hecho de pertenecer a la especia "humana". La vida de cada persona es bella, única, irrepetive e insustituible. Además, es limitada; la acompañan diversos sufrimientos y también la muerte.

Necesitamos un Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa.

2. La medicina paliativa

Valoramos enormemente la forma de accionar de la Medicina Paliativa. Lo propio de ella es cuidar, aliviar y consolar, humanizando el proceso de la muerte de forma profesional, afectuosa y cercana.

3. La sedación paliativa

La sedación paliativa es una indicación médica científica y éticamente correcta, que se plantea cuando los pacientes padecen síntomas refractarios que lo provocan un sufrimiento intolerable. Exige un control clínico permanente del efecto buscado y requiere para su inicio el consentimiento explícito o implícito del paciente o, en caso de incapacidad, delegado en un familiar directo. Los cuidados básicos (alimentación, hidratación, aseo, cambios posturales) deben continuarse y ser periódicamente evaluados.

4. La obstinación terapéutica

No es éticamente aceptable la obstinación terapéutica, que consiste en querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un beneficio al paciente. La aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos desproporcionados solo sirve para prolongar inútilmente la agonía.

5. La eutanasia activa

Tampoco es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo. Tal como se establece en la Asociación Médica Mundial y en el Código de Ética Médica (Ley uruguaya 19.286, de 2014) en su artículo 46, la eutanasia activa, entendida como

"la acción u omisión que acelera o causa la muerte de un paciente, es contraria a la ética de la profesión"

El médico nunca debería ser partícipe de una conducta que cause activamente la muerte de otro ser humano. Matar al enfermo no es ético, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente (sí la "sedación paliativa" como se mencionó previamente). Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un género de homicidio llevado a cabo en contexto clínico.

6. El apoyo a las leyes que prevengan y desestimulen la eutanasia y el suicidio asistido

Nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen la eutanasia y el suicidio asistido. Valoramos las leyes que han permitido el acceso universal a programas de salud mental, a la medicina paliativa y al sistema nacional de cuidados; pero aún es preciso desarrollar programas que faciliten su cumplimiento y la accesibillidad real a toda la población.

7. El valor absoluto de la vida humana

Jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental, indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos.

8. El uso de términos equívocos induce a error

Se induce a error y se abre la puerta a una cadena de violaciones de la dignidad de la persona humana cuando se pretende legalizar la eutanasia y la asistencia al suicidio, mediante el uso de términos genéricos, tales como "sufrimientos insoportables" y cuando se los quiere justificar con conceptos vagos como "autonomía absoluta", "vida indigna de ser vivida" y "muerte digna". Ninguno de estos términos tienen interpretaciones claras y unívocas. La experiencia en otros países demuestra que terminan dando lugar a diversos abusos.

9. La luz de la Vida Eterna

En las enfermedades graves y, más aún, cuando probablemente se acerca la muerte, las personas se encuentran por lo general especialmente necesitadas y deseosas de múltiples apoyos, así como de asistencia religiosa.

Se trata de un hecho coherente con la naturaleza espiritual del ser humano, constatado a nivel sociológico. La Iglesia, servidora de la humanidad, quiere ofrecer la luz de la vida eterna que emana de Cristo muerto y resucitado, capaz de llenar de amor, misericordia y esperanza las situaciones más complejas y, en muchas ocasiones, dolorosas de la existencia humana.

Solo así podremos llegar con paz y dignidad a expresar en el momento final sentimientos confiados y palabras similares a aquellas de Jesucristo en su agonía:

"En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu" (Lucas 23,46)

Como obispos del Uruguay hemos querido hacer nuestro aporte en esta importante problemática moral. Invocamos la protección del Altísimo para que ilumine a los represantes del Pueblo a fin de que legislen a la luz de la dignidad de la persona y los Derechos Humanos. Del mismo modo pedimos a Dios que oriente y fortalezca al personal de la salud a las comunidades cristianas y a las familias, para que cuiden y respeten el valor incondicional de las personas que se acercan al final de la vida.

“No he venido a traer la paz, sino la división” (Lucas 12, 49-53). XX Domingo durante el año.

 

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra?
No, les digo que he venido a traer la división. (Lucas 12, 49-53)
Es extraña, hasta chocante, esta palabra de Jesús. ¿Cómo que no ha venido a traer la paz? ¿Cómo se compagina este versículo con otros conocidos pasajes de este mismo evangelio de Lucas? Desde el comienzo del evangelio se anuncia a Jesús como aquel que vendrá

...para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte,
y guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lucas 1,79)
Jesús ha predicado el amor al prójimo, incluyendo el amor a los enemigos. No sólo lo ha predicado: lo ha vivido, lo ha manifestado en la cruz… Pero por eso mismo su mensaje es radical. Jesús se aparta de los falsos profetas que, en la primera lectura, ha denunciado el profeta Jeremías. Esos hombres no comunicaban el mensaje de Dios, sino un mensaje complaciente, el mensaje que la gente de su tiempo quería escuchar, un mensaje que solía ser falso.
La paz que ofrece Jesús no nace de la ilusión o la mentira, sino de buscar la voluntad del Padre Dios, escuchando su Palabra, es decir, escuchando a su Hijo, Palabra eterna del Padre. Así expresa Jesús su manera de dar la paz:

Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. (Juan 14,27)

Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy me dan pie a compartir con ustedes la síntesis de un documento que los Obispos del Uruguay hemos preparado a propósito de los proyectos de ley sobre eutanasia. Lo hacemos como un aporte al debate público y tiene como título “Afrontar el fin de la Vida”.

Para leer el mensaje, haz click aquí

En esta semana

Rápidamente pasamos lista a los santos y otras celebraciones de la semana.

  • Este mismo domingo 14, San Maximiliano Kolbe, mártir de la caridad; 
  • mañana, la solemnidad de la Asunción de María
  • El miércoles 16, la familia salesiana recuerda el nacimiento de Don Bosco.
  • Es también el día de San Roque, imagen presente en muchas de nuestras iglesias. 
  • El 17 san Jacinto celebra a su patrono, San Jacinto de Cracovia
  • El 18, Santa Elena
  • El 20, San Bernardo.

Día de la catequesis

El próximo domingo es el día nacional de la catequesis, coincidiendo con la memoria del papa San Pío Décimo, conocido como “el papa de la catequesis”.

Y esto es todo por hoy. Los fieles de Canelones no olviden que esta semana tenemos la colecta para el Hogar Sacerdotal. Gracias por contribuir.
Amigas y amigos todos, que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

jueves, 11 de agosto de 2022

La Iglesia en Nicaragua: comunicado del Consejo Permanente de la CEU.

El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay quiere manifestar su preocupación, solidaridad y su unión en la oración por la situación que vive la Iglesia del hermano pueblo de Nicaragua.
Los últimos acontecimientos vividos, como el cierre de emisoras católicas, la expulsión de las Misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta y los ataques verbales a la comunidad eclesial nos duelen e interpelan.
Queremos expresar nuestra cercanía al pueblo y los pastores que en esta difícil situación siguen anunciando la Buena Noticia del Evangelio.
Que la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Patrona de Nicaragua, los guíe y acompañe e interceda por esta Iglesia hermana y la ayude en la construcción de la justicia y de la paz.

+ Arturo Fajardo, obispo de Salto,
Presidente

+ Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo,
Vicepresidente

+ Heriberto Bodeant, Obispo de Canelones,
Secretario General

Información publicadas ayer por el sevicio Zenit: 

viernes, 5 de agosto de 2022

“Donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón” (Lucas 12,32-48). Domingo XIX durante el año.

Hoy en día, cuando una persona tiene que trasladarse a un lugar desconocido, sea dentro de la ciudad donde vive, o dentro de su país o a un lejano e ignoto lugar como Qatar, por ejemplo, es fácil ver en el teléfono, a través de una aplicación y al detalle, la mejor forma de llegar y, a veces, hasta ver inclusive la puerta de la casa donde se deberá llamar…

No era así hace poco más de 20 años. Recuerdo un viaje a Buenos Aires: al llegar a la terminal de Retiro compré un mapa del centro y busqué con cuidado los lugares donde quería ir… entre ellos, la iglesia de las Catalinas, donde Mons. Jacinto Vera celebró su primera misa, el 6 de junio de 1841.
Hoy todo es más fácil de encontrar, al menos en la pantalla… por eso nos cuesta imaginar cómo se viajaba en la antigüedad, en un mundo con numerosos territorios inexplorados, donde la gente debía ir bordeando ríos o buscando llanuras y valles para poder desplazarse allí donde no había caminos.
La segunda lectura de hoy hace referencia a un viaje que ocurrió hace casi cuatro mil años.

“Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.” (Hebreos 11, 1-2. 8-19)
“Sin saber a dónde iba…” Siempre ha sido así en las migraciones humanas. Como decíamos al principio, hoy podemos reunir mucha información sobre el sitio al que vamos; pero eso no quita una cuota de incertidumbre, ni nos priva de encontrar muchas sorpresas.
Nos cuenta la Carta a los Hebreos que Abraham partió hacia una tierra que Dios le había prometido, movido por la esperanza. La lectura comienza hablando, justamente, de fe y esperanza, para luego poner a Abraham y a otros creyentes como modelo:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. (Hebreos 11, 1-2. 8-19)

Pero lo que quiere hacernos ver el autor de este escrito del Nuevo Testamento es que el camino de Abraham y el de los demás creyentes que vinieron después de él, es como una imagen, una prefiguración, de nuestro caminar en esta vida. Somos peregrinos. Estamos de paso: “extranjeros y peregrinos en la tierra”, dice la Carta a los Hebreos.

De paso ¿hacia dónde? La Carta habla de:

Aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Una patria mejor, nada menos que la celestial. (Hebreos 11, 1-2. 8-19)

En el Evangelio, Jesús expresa de otra forma este llamado:

«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino» (Lucas 12,32-48)
El Reino de Dios es la promesa de Jesús a sus discípulos. El Reino que viene del Padre, como pedimos cada vez que rezamos el padrenuestro: “Venga a nosotros tu Reino”.

El Reino como una realidad ya presente en nuestra vida, en nuestro mundo, como grano de mostaza, como levadura, como semilla que crece en la oscuridad de la tierra, porque Dios lo hace crecer.

El Reino, como una realidad que no ha alcanzado todavía su total cumplimiento. El Reino como promesa de plenitud en esa patria celestial de la que habla el autor de la carta a los Hebreos.

Entendiendo el Reino de Dios como algo ya presente en nuestra vida, pero todavía no realizado plenamente, se hace evidente que la espera no es pasiva y que, aunque peregrinos en este mundo, no podemos desentendernos de él porque esperamos un mundo venidero. Al contrario, nos preparamos para recibir el don del Padre, buscando cada día co-laborar, es decir, trabajar- junto-con el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, que están creando esa realidad nueva y definitiva.

Mirar hacia la “Patria Celestial” no significa, entonces, abandonar nuestras responsabilidades en este mundo. El Concilio Vaticano II decía que se equivocan los cristianos que piensan así. Al contrario, la fe misma es un motivo que nos exige el más perfecto cumplimiento de todas nuestras tareas temporales según la vocación personal de cada uno (cf. Gaudium et Spes, 43).

Las “tareas temporales” son todas aquellas que forman parte de nuestro diario vivir: la convivencia familiar, el trabajo con el que nos ganamos el pan, nuestro lugar como vecinos, nuestra responsabilidad como ciudadanos… no es indiferente el cómo y el por qué hacemos lo que hacemos… La palabra de Jesús en el evangelio de hoy nos llama a salir cada día con el corazón puesto en el reino de Dios, buscando vivir y realizar en cada momento la voluntad del Padre. Dice Jesús:

«acumulen un tesoro inagotable en el cielo… Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón» (Lucas 12,32-48)
Nuestra meta final ya no es tan misteriosa como la de Abraham, porque ha sido iluminada por la Pascua de Cristo. Ya en esta vida encontramos el anticipo de lo que esperamos alcanzar en plenitud, pero, como dice la primera carta de Juan:
Desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. (1 Juan 3,2)
Sigamos nuestro camino, buscando que el Reino de Dios sea el tesoro que llevamos en nuestro corazón. Siempre animados por la fe, “que es la plena certeza de las realidades que no se ven” (Hebreos 11,1).

Colecta Hogar Sacerdotal

El próximo fin de semana se hará en nuestra Diócesis la Colecta del Fondo Común Diocesano, en esta ocasión destinada al Hogar Sacerdotal. Que cada uno haga de esa ofrenda expresión de su gratitud y cariño a los sacerdotes ancianos y enfermos que gastaron su vida al servicio de Dios y del prójimo.

Asamblea pre sinodal nacional

Avanzamos hacia el Sínodo convocado por el Papa Francisco para el año próximo. Luego de los trabajos en grupos, servicios, capillas y parroquias, cada diócesis hizo su asamblea diocesana. El sábado 30 de julio se realizó la asamblea nacional, para recoger los aportes de las nueve diócesis del Uruguay, que se elevarán a la Secretaría del Sínodo antes del 15 de agosto.

La Secretaría del Sínodo presentará un documento preparatorio que será trabajado en encuentros continentales. En América Latina ese encuentro se hará por regiones. En marzo está previsto el del Cono Sur. Las conclusiones, con las de otras regiones del mundo, llegarán a Roma y serán recogidas en un documento de trabajo. 

Pero el camino sinodal no va solo hacia arriba: en las diócesis y en todos los ámbitos donde se trabajó, continuamos ese caminar profundizando nuestra misión de Iglesia, comunidad de discípulos misioneros de Jesucristo. (1)

Santos de esta semana

En esta semana se destaca un santo cada día.

  • Este mismo domingo 7, san Cayetano, patrono de Capilla Cella, de la parroquia de Soca.
  • El 8, santo Domingo, fundador de la Orden Dominicana e inspirador de numerosas congregaciones.
  • El 9 celebramos por primera vez como santa a la Madre Francisca Rubatto, canonizada el pasado 15 de mayo.
  • El 10, san Lorenzo, diácono y mártir: recordemos con él a nuestros diáconos permanentes.
  • El 11, santa Clara de Asís, fiesta en los monasterios de las Clarisas de San José de Carrasco y de las Clarisas Capuchinas en Etcheverría.
  • El 12, santa Juana Francisca de Chantal, fundadora, junto con san Francisco de Sales, de las Hermanas Salesas. Fiesta en el Monasterio de la Visitación de Progreso.

Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

(1) Lo que se encuentra en el video al respecto no es exacto y fue corregido en esta edición escrita.

Falleció el P. Manuel Guadilla, durante muchos años sacerdote en la Diócesis de Melo.

 

 

Bilbao, 2018.

Bilbao, 2012, con las Hermanas Trinitarias
para quienes celebraba Misa habitualmente.

Bilbao, 2012, con sus sobrinos.

Bilbao, 2018, grabando para Radio María Uruguay y COMUNIÓN

Bilbao, 2018, con algunos de los residentes del Hogar Sacerdotal

La noticia de su fallecimiento me llegó en el día de hoy por el P. Carmelo, un sacerdote que fue director de uno de los Hogares Sacerdotales donde el P. Manuel pasó sus últimos años, en la ciudad de Bilbao.

El P. Manuel fue ordenado sacerdote en 1951 y alcanzó a cumplir sus "Bodas de Titanio", es decir, 70 años. El aniversario fue celebrado en Bilbao el año pasado junto con distintos jubileos de otros sacerdotes, en la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.

Pasó por varias parroquias de la Diócesis de Melo, donde es recordado y querido por quienes lo conocieron. Estuvo en Tupambaé, El Salvador, Cerro Chato, el Carmen y fue también Vicario General y Ecónomo de la Diócesis.

El funeral se hará en Bilbao el próximo lunes 8.

Mensajes que nos van dejando:

Desde España
P. Carmelo.
Acabo de recibir un SMS del Obispado de Bilbao comunicándome el fallecimiento de D. José Manuel Guadilla. El funeral será este próximo lunes. Descanse en la paz de Cristo.
Desde Bilbao, 
P. José Luis Beltrán de Otalora (ex Director de la Residencia Sacerdotal)
Esta mañana ha fallecido José Manuel Guadilla. En general ha estado muy bien todo el tiempo, avanzando en edad, en bondad, con la sonrisa permanente. Pero en cuanto a su organismo, últimamente ya en silla de ruedas, y en poco tiempo con la necesidad de ser ingresado en el hospital en un par de ocasiones. En esta última, ha fallecido allí, en el hospital de Santa María, especializado sobre todo en vías respiratorias.
El funeral lo celebraremos el próximo lunes en el templo de San Vicente Mártir, al que pertenece esta residencia. Lo presidirá nuestro obispo Joseba Segura.
Nosotros hemos agradecido y orado por José Manuel desde esta mañana.
Roberto (Encargado del Hogar San Vicente): Rogamos una oración por su eterno descanso.

Desde Tupambaé
Washington Beltrán: ¡Qué bendición fue el haber recibido de parte de este cura toda su bendición y su enseñanza! Nos apoyó en estudios, deporte y a toda la comunidad de Tupambaé. Su lugarcito ya estaba reservado. Vida Eterna a Manuel.
Ricardo:  la comunidad de Tupambaé acongojada y agradecida por el servicio que brindó en ésta.
Lurdes: Que el señor le otorgue el descanso eterno. El cielo ganó un ángel y Hugo y sus papás, que se adelantaron, estarán muy felices.
 

Mano a mano con el P. Manuel Guadilla

El Padre Manuel Guadilla es un sacerdote español que estuvo 35 años en el Uruguay, casi todos ellos en la Diócesis de Melo, pasando por cuatro parroquias diferentes. Está actualmente en la ciudad de Bilbao, en el País Vasco español, en la residencia sacerdotal diocesana San Vicente, donde viven unos 40 sacerdotes, además de una madres y dos hermanas de tres de ellos, mujeres ya ancianas que acompañaron a sus familiares sacerdotes a lo largo de todo su ministerio.
Hasta allí llegó Mons. Heriberto. El P. José Luis, director de la residencia, le contó al Obispo que “José Manuel”, como le llaman en la casa, está muy bien: a pesar de su edad, es el único de los residentes que no toma ningún medicamento. La casa es muy agradable, con diferentes espacios donde estar. Celebran juntos la Misa antes del almuerzo, rezan completas después de la cena y en distintos momentos se encuentran en “El Txoco” (“el rincón”, en vasco) una buhardilla muy bien acondicionada donde juegan a las cartas o miran televisión, sobre todo cuando hay partido.
Este es el diálogo del Obispo con el P. Manuel. Todos los días el P. Manuel sale de la casa por la mañana y se va caminando -si no llueve- para celebrar la Misa en una residencia estudiantil de Religiosas Trinitarias.


- P. Manuel, Ud. llegó a Melo desde Tacuarembó, más o menos en 1963, 1964 ¿verdad?
- Sí. Yo llegué a Uruguay invitado por el obispo de Tacuarembó, que era Mons. Parteli. Estuve allí unos meses y coincidió con que en Tupambaé, en la diócesis de Melo, el cura que estaba allí se iba de vacaciones a España. Se ve que en una conversación entre Parteli y Cáceres decidieron que, ya que yo estaba sin destino en Tacuarembó, pues que fuera a Tupambaé a suplir la ausencia del párroco. Así hicimos y después resultó una permanencia que duró nueve años. Iba para unos meses, pero yo me sentí como de allá y nadie me reclamó ni nada, y yo dije pues, aquí nos quedamos y así fue la cosa.
- En Tupambaé había un matrimonio que apoyaba mucho a los sacerdotes.
- Sí, el matrimonio de Blanca y Luis que tenían un bar en la plaza, prácticamente el bar principal del pueblo. Tenían un hijo que la madre, que era muy ocurrente, llamaba “Pildorín”. Y ese Pildorín pues, tenía una inclinación hacia la Iglesia, hacia los curas y ése es el que ya antes de llegar yo había relacionado al cura que estaba antes, que era Antonio Petralanda, lo relacionó con su familia. Allí iba Petralanda a comer y demás y yo seguí la costumbre. Así viví nueve años apoyado no sólo en esta familia, sino también en las hermanas, porque había un colegio de hermanas que se portaron muy bien. Era una congregación religiosa uruguaya, que tenía la sede en Montevideo y tenían un colegito y siempre apoyaron a los curas en sus necesidades.
- Fueron nueve años en Tupambaé y de ahí a Treinta y Tres.
- Treinta y Tres, sí. Allí había un colegio que había empezado a construir un cura, con las mejores intenciones, para recoger a muchachos que estaban medio perdidos. Para eso buscó el apoyo de los alemanes de Miserior. Llegó un momento en que los alemanes dijeron “bueno, está bien, construimos el colegio, y después ¿cómo se sustenta?” Porque no está solo en construirlo y tener muchachos, después se tiene que sostener. Y ahí el Padre paró todo, ya no siguió adelante y es cuando Mons. Cáceres me dijo “venga ahí a Treinta y Tres y a ver si se puede hacer algo en ese edificio que está ahí a medio construir. Fui allí y conseguí un poco de dinero por allí, otro poco en otra parte y también con los alemanes, porque allí no se hacía nada sin ayuda de ellos.
- Entonces ese colegio, que en principio iba a ser un pensionado estudiantil, se transformó en la parroquia del Salvador.
- Sí, y como tenía muchas habitaciones, fue también un lugar para hacer reuniones de los curas y de otros grupos. Tuvo ese servicio de ser una casa de acogida para reuniones, Ejercicios Espirituales y también para una comunidad de religiosas, porque allí había un lugar acomodado para que viviera una comunidad religiosa, que fueron las Carmelitas de Vedruna, que estuvieron allá muchos años. Trabajaron muy bien, en armonía conmigo y con el otro cura que estaba conmigo, el irlandés Danny. Así se puso en marcha una cosa que estaba allí sin saber qué hacer con ella. Y sirvió, sí.
- Así que primero Tupambaé, después el Salvador en Treinta y Tres y de ahí a Cerro Chato.
- En Cerro Chato no había párroco y yo le dije al Obispo “me voy a Cerro Chato” para llenar el lugar. Ahí en Treinta y Tres estaba Danny y se quedó de párroco y yo me fui a Cerro Chato. En Cerro Chato mi salud se quebró; tuve un problema grave de salud y eso hizo también que mi permanencia fuera inestable. Por eso el Obispo dijo que tal como estaba yo, muy mal, no podía estar en un pueblo como Cerro Chato y me llevó a Melo, a la Iglesia del Carmen. Allí estuve unos años también, no sé… tres o cuatro y después ya me vine para España y así quedó la cosa.
- Y ahora, ¿con cuántos años?
- Ahora tengo noventa años y se notan… ¡se notan! (se ríe) pero vamos tirando, porque lo fundamental que es lo básico de la salud todavía me aguanta. No tengo graves problemas de salud y aunque se notan los años, poco a poco hago lo que tengo que hacer.
- ¿Algún recuerdo especial de Mons. Roberto Cáceres?
- Conociendo a Mons. Cáceres, se sabe cómo es: acogedor, muy abierto, muy dispuesto a ayudar a los sacerdotes… nos entendimos muy bien. Yo estaba muy contento de como me recibió en la diócesis. Además me nombró Vicario General. Estuve 14 años de Vicario General con él y, cosa más rara todavía, de ecónomo… yo no entendía nada de ecónomo, pero lo único que hacía falta era ser un poco ordenado… después la cosa marchaba por sí sola. Mons. Cáceres me aceptó muy bien y me entendí bien con él. Cuando llegó Mons. Cotugno yo estaba mal de salud, con una operación por cáncer, una cadera maltrecha y dije “bueno, esto ya no da más” y fue ahí que decidí venir para España quedarme aquí.
- Un saludo final para la diócesis, especialmente para las cuatro comunidades por las que ha pasado.
- Que sigan adelante por el camino de la fe, por la doctrina justa, la doctrina que anima a vivir con todo el espíritu, para que nuestra vida tenga un sentido como tiene que tener: un sentido espiritual, un sentido de vida eterna, para vivir como Dios quiere que vivamos.

(Publicado en COMUNIÓN de la Diócesis de Melo, No. 1479, marzo de 2018)

lunes, 1 de agosto de 2022

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» (Mt 18, 21). Palabra del Mes, Movimiento de los Focolares.

El capítulo 18 del Evangelio de Mateo es un texto riquísimo en el cual Jesús da instrucciones a sus discípulos sobre cómo vivir las relaciones dentro de la comunidad recién nacida. La pregunta de Pedro retoma las palabras que Jesús acababa de pronunciar: 

«Si tu hermano peca contra ti…» (Mt 18, 15)[1]. 

Jesús está hablando y, al poco, Pedro lo interrumpe, como si se diese cuenta de que no ha entendido bien lo que su Maestro acababa de decir. Y le hace una de las preguntas más relevantes respecto al camino que debe recorrer un discípulo de Él. ¿Cuántas veces hay que perdonar?

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?».

Preguntarse forma parte del camino de fe. Un creyente no tiene todas las respuestas, pero sigue siendo fiel aun haciéndose preguntas. El interrogante de Pedro no se refiere al pecado contra Dios, sino más bien a qué hacer cuando un hermano comete una culpa contra otro hermano. Pedro cree que es un buen discípulo que puede llegar a perdonar hasta siete veces[2]. No se espera la respuesta inmediata de Jesús, que desbarata sus seguridades: 

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22). 

Los discípulos conocían bien las palabras de Lamec, el sanguinario hijo de Caín que canta la repetición de la venganza hasta setenta veces siete[3]. Aludiendo a esta afirmación, Jesús contrapone a la venganza ilimitada el perdón infinito.

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?».

No se trata de perdonar a una persona que ofende continuamente, sino más bien de perdonar repetidamente con el corazón. El perdón verdadero, el que nos haces sentirnos libres, suele llegar gradualmente. No es un sentimiento, no es olvidar: es la opción que los creyentes deberíamos hacer no solo cuando la ofensa es repetida, sino incluso cada vez que la recordamos. Por eso hay que perdonar setenta veces siete.

Escribe Chiara Lubich: 

«Así pues, […] Jesús tenía en mente sobre todo las relaciones entre cristianos, entre miembros de la misma comunidad. Por tanto, debes comportarte así ante todo con tus hermanos en la fe: en la familia, en el trabajo, en clase y en tu comunidad, si formas parte de alguna. Sabes que es normal querer compensar la ofensa recibida con una acción o una palabra proporcionada. Y sabes que, por disparidad de caracteres, por nerviosismo o por otras causas, es frecuente faltar al amor entre personas que viven juntas. Pues bien, recuerda que solo una actitud de perdón renovada continuamente puede mantener la paz y la unidad entre hermanos. Siempre tendrás tendencia a pensar en los defectos de tus hermanos, a recordar su pasado, a querer que sean distintos de como son… Es necesario adquirir el hábito de verlos con ojos nuevos y verlos nuevos en sí mismos, aceptarlos siempre, inmediatamente y hasta el fondo, aunque no se arrepientan»[4].

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?».

Todos nosotros formamos parte de una comunidad de «perdonados», porque el perdón es un don de Dios que siempre necesitamos. Deberíamos estar siempre asombrados de la inmensidad de la misericordia que recibimos del Padre, que nos perdona si también nosotros perdonamos a los hermanos[5].

Hay situaciones en las que no es fácil perdonar, vicisitudes que derivan de condiciones políticas, sociales o económicas en las que el perdón puede adquirir una dimensión comunitaria. Hay muchos ejemplos de mujeres y hombres que han conseguido perdonar aun en las situaciones más duras, ayudados por una comunidad que los ha sostenido.

Osvaldo es colombiano. Fue amenazado de muerte y vio cómo mataban a su hermano. Hoy es el líder de una asociación ciudadana que se dedica a rehabilitar a personas que estuvieron directamente implicadas en el conflicto armado de su país.

«Habría sido fácil responder a la venganza con más violencia, pero dije no–explica Osvaldo–: aprender el arte del perdón es muy, muy difícil, pero las armas o la guerra no son nunca una opción para transformar la vida. El camino de la transformación es otro, es poder llegar hasta el alma humana del otro, y para ello no necesitas la soberbia ni ningún poder: hace falta humildad, que es la virtud más difícil de alcanzar»[6].

Letizia Magri

[1] En este versículo seguimos la Biblia de la CEE, más próxima al original que la de Jerusalén [NdT].

[2] El número siete indica la totalidad, la completez: Dios crea el mundo en siete días (cf. Gn 1, 1-2.4). En Egipto hay siete años de abundancia y siete de carestía (cf. Gn 41, 29-30).

[3] «Caín será vengado siete veces, mas Lamec lo será setenta y siete» (Gn 4, 24).

[4] C. LUBICH, Palabra de vida, octubre 1981, en EAD., Palabras de vida/1, Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 228-229

[5] Cf. Oración del Padrenuestro, Mt 6, 9-13.

[6] MADDALENA MALTESE (ed.), Unità è il nome della pace: La strategia di Chiara Lubich, Città Nuova, Roma 2020, p. 37.