viernes, 30 de enero de 2009

Dios a la una


Esta canción, con letra y música de Daniel Altamirano, cantautor argentino, grabada inicialmente con el trío Los de Siempre, me ha acompañado desde que la aprendí, y no he dejado de cantarla, porque expresa algo que mucha gente siente, a veces un poco dormido, pero que puede despertar: el deseo del Encuentro con Dios.
Hace ya algunos años, el P. Jorge Techera, a quien conozco desde su época de asesor de la Pastoral Juvenil nacional y de la Arquidiócesis de Montevideo (Semana Santa de 1975, más concretamente) me pidió que la grabara "para pasarla alguna vez en Radio Oriental", radio de la Arquidiócesis que él dirigía en ese momento.
La grabé y, para mi sorpresa, al tiempo descubrí que, todas las noches, a la una de la mañana, radio Oriental ofrecía a sus oyentes mi versión de "Dios a la una".
Me contó también el P. Jorge que, una vez, alguien envió un mail diciendo algo así como "bueno, la canción es linda, pero ¿por qué no cambian cada tanto?". Después de leer ese mail al aire, llegaron muchos otros, de distintos lugares del mundo, pidiendo que "ni se les ocurra sacar la canción". Y allí quedó.
Me he encontrado con gente que la escucha casi todas las noches, y que no sabía quién era el que la cantaba...
Todo muy lindo, sobre todo si nos ayuda a vivir un encuentro con el Señor, que siempre nos está buscando, aunque uno esté "tan ocupado últimamente".

Esta es la letra:

Dios a la una

Dios, desde la noche de mi ayer;
Dios, en el aroma que no hallé;
Dios, en la sonrisa que encontré;
Dios, allá en el niño que no fue.

Dios, desde la infancia hasta crecer;
Dios, cuando perdí a los que amé;
Dios, cuando lloraba sin saber,
siempre, sin llamarte, te encontré...

No sé en qué calle me dirás "¡Buen día!
Ah... cuánto tiempo que no estamos juntos".
Yo te diré: "Estoy tan ocupado últimamente...
¿y si te arrimas esta noche a casa,
así charlamos y cenamos juntos?"

Dios, esta noche cenaremos juntos;
habrá buen vino y estará en la mesa
lo más querido de mi vida entera
y algún recuerdo que golpeó a mi puerta.
Dios, esta noche cenaremos juntos;
no tardes tanto que la vida apura;
no tiene tiempo y partirá a la una.

Sabes de mí lo que de Ti no supe nunca;
tal vez no pregunté o todos me engañaban;
pero sé que tu Nombre me recuerda hoy
a un milagro que se ha quedado a oscuras
en nuestro corazón.

[Dios, esta noche cenaremos juntos;
no tardes tanto que la vida apura;
no tiene tiempo y partirá a la una.]bis

Dios, no te olvides: la mesa estará puesta
con flores y mantel blanco;
y en la puerta, el barullo de los chicos jugando.
Dios, ¡eh, Dios! espera... no te olvides:
esta noche, a la una.

Letra y música: Daniel Altamirano


Y si quieren escuchar Radio Oriental, de la Arquidiócesis de Montevideo, vayan a esta dirección:
http://www.oriental.com.uy/ y hagan click sobre "radio en vivo".
La canción tiene aún más historia...
  • A fines de los 70, un autor minuano escribió una obra de teatro, que se estrenó en la Casa de la Juventud, inspirada en la letra de la canción.
  • Un sacerdote de la Diócesis de Salto, el P. Francisco "Pancho" Romero escribió otra letra para la música de Altamirano. Hace poco me la alcanzaron, y pronto espero compartirla con Uds.

jueves, 8 de enero de 2009

Carta a una consagrada, 1976


Montevideo, 28 de julio, 1976

Querida [consagrada] Pax Christi!

A veces tenemos problemas. Hay que solucionarlos, o intentarlo.
A veces, con los problemas, emerge el fondo mismo de todo problema.
Es como enfrentarnos con la madriguera de toda angustia.
No es un problema más en la serie.
Es la fuente del desgaste, del temor, de la amenaza, de la ansiedad, de las arrugas en la frente.
Entonces, ante ese fondo del abismo, no se trata de solucionar un problema,
ni de poner manos a la obra. Es otra cosa.
Un cazador viaja miles de kilómetros para cazar un tigre.
Mil problemas también tiene que solucionar.
Pero cuando el tigre avanza hacia él, en la soledad de la selva, no tiene ante sí un problema más.
Tiene el tigre que andaba buscando.
No se trata de arreglar un problema.
Tiene que hacerse el valiente y cazarlo.

Una chica se enamora, se ennovia, se casa, es madre, nuera, esposa, vecina, hermana y prima.
Muchos problemas que arreglar.
Hacer las compras, pagar cuentas, educar críos, visitar velorios, estar bonita sin ganas de estarlo.
Son problemas.
Un día, sola en la casa, se pregunta: "¿y todo esto para qué?". Llora.
Le preguntan si es por problemas con el marido o con los hijos o con los acreedores o qué.
No sabe.
Pero no es un problema más, uno de esos que se arreglan con sólo ponerse y listo.
Y que si no se arreglan, paciencia.
No. Esto se arregla o se descompone todo.

La [consagrada] también. Problemas tiene. No importa.
Pero junto a ellos emerge el fondo.
Angustia, pataleta, presentimientos: "¿y no será todo inútil? ¿no me estaré engañando?"
No es un problema más.
O se arregla o se descompone la vida misma.

No es verdad que nunca haya estado enamorada.
Pocas mujeres han llegado a enamorarse tanto, como Ud. de nuestro Señor.
Y con tanto riesgo.
Y con tan poca perspectiva de recompensa terrena.
Hay que saber proteger el amor.
Cuidarlo, como al niño chico.
No dejarlo morder por el mal espíritu, amoricida.
Mirando al tigre a los ojos, mirando a la muerte a los ojos, apunte al corazón y tire:
"en tus manos, Señor, pongo mi vida".
Sin condiciones. Consagrada, toda.
Un gesto como el de María.

Apunte algo cada día. Aprenda a defenderse de los demonios.

[firmado]
Affmo.
P. Gil

miércoles, 7 de enero de 2009

Daniel: recuerdos de una consagrada



Hace unos 30 años, cuando hacía poco que había empezado el acompañamiento con él, viene una consagrada y me dice:
- Estoy buscando un cura para que me acompañe y me dijeron de Gil, pero también me dijeron que es un santo pero medio loco. Vos que lo conocés ¿que te parece?
- Que es un santo loco o un loco santo. A mí me ayuda a buscar la voluntad de Dios y es lo que quiero. Me cuesta entender algunas cosas, pero veo que me ayuda a caminar en mi vocación y es lo que busco.
Hoy puedo afirmar que era un "santo" también loco, pero ¿a qué santo no lo acusaron en algún momento de loco? a esta altura estoy convencida que el ser santo no equivale a ser perfecto, sino a seguir las huellas que Jesús nos dejó para llegar a la plenitud de la felicidad en el encuentro con el Padre. Creo que algo voy aprendiendo.
También me consoló muchísimo cuando, al fallecimiento de un sacerdote jesuita que él quería mucho y yo no conocí, me dijo:
- Era un santo desordenado.
Y me abrió la puerta para que yo creyera que podía transitar por el camino de la santidad... aunque fuera desordenada.

lunes, 5 de enero de 2009

Descanso, contemplación y gratuidad

Una foto tomada por Daniel en San Martín de los Andes, enero 2007, nos introduce a este escrito suyo sobre un tema sobre el que frecuentemente volvía, y que viene bien para este tiempo de vacaciones ¡Cortito y sin desperdicio!

Descanso, Contemplación y Gratuidad

El Señor nos ha enseñado, más aún, nos ha invitado: el que esté abrumado, cansado, etc. “venga a Mí y yo lo recrearé” (cfr. Mt 11,28). Esta actitud de descanso en el Señor, es sicológicamente la misma que la actitud de contemplación de la Palabra de Dios, y de la gratuidad de las relaciones personales. Descanso, contemplación y gratuidad, pues, crecen juntas o disminuyen juntas.

Por eso, el que descansa en el Señor también contempla, y también es gratuito en sus relaciones personales. El que, por causa voluntaria u omisión, no descansa en el Señor tampoco contempla, y es sólo funcional en sus relaciones personales.

En esas tres actitudes del discípulo de Jesús hay un descaecimiento de la actividad “útil” del sujeto, y un parejo aumento de la actividad o presencia del Señor:

  • en el caso del sujeto que descansa, el Señor lo re-crea
  • cuando el sujeto contempla, el Señor nos entra en su comunión
  • en el caso de la gratuidad interpersonal, el Señor hace crecer la caridad.

Esa particular acción del Señor, “Yo os recrearé”, tiene un primer sentido de recreo, de alivio festivo que hace descansar gozosamente; pero también tiene otro sentido, de re-crear, volver a crear, reponer o recomponer, hacer surgir el hombre nuevo, la nueva creación. El texto de Mateo 11,28 dice anapáuso , que puede leerse como re-facere, volver a hacer, re-crear.

Tal vez pueda ya ver el lector la importancia de obedecer a la invitación del Maestro: venga a Mí y Yo lo recrearé.

Por último una advertencia sobre lo que el mundo llama “descansar” o hacer turismo, o sea, una inflación de consumos exquisitos, distracciones, excitaciones, sensualidades, extravagancias etc. que dejan al sujeto más cansado que antes y más vacío (pero con menos plata...) El descanso del que habla el Señor, por supuesto, ¡no es ése! Conviene subrayar que dice “el que viene a MÍ”, y continúa “YO lo recrearé”. El descanso está, pues, en una actitud que nos dirige hacia el encuentro y nos abandona en el Señor.

Siendo esto así ¿por qué hay tanta resistencia entre algunos a descansar en el Señor? ¿Por qué si Dios descansó el séptimo día y Jesús nos invita a descansar en Él hay una especie de desconfianza al descanso como algo pecaminoso, o desordenado, o menos perfecto? ¿No habrá alguna relación entre el carácter agriado (neura), la superficialidad espiritual y las dificultades para la vida comunitaria? (Es decir: sin descanso se acaba en el estrés, sin contemplación se acaba en superficialidad, y sin gratuidad se termina con relaciones meramente funcionales).

Volvamos pues a Mateo 11,28 y pidamos la gracia contenida en esa vocación que nos hace el SEÑOR.

+ Daniel Gil Zorrilla
24 de mayo de 2005