jueves, 31 de agosto de 2023

“¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mateo 16,21-27). XXII domingo durante el año.

El domingo pasado abríamos nuestra reflexión con esta frase: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esa fue la respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús: «Y ustedes ¿quién dicen que soy?».

Ese domingo, en la tarde, volví a escuchar esas palabras de Pedro en boca de un joven llamado Jerónimo. En la Misa en acción de gracias por los 40 años de la fundación de la Fazenda de la Esperanza, este joven dio un emotivo testimonio al haber completado su tiempo de internación en la comunidad y dijo esto:

“El Dios vivo: eso es lo que encontré acá. Porque cuando entré, lo que yo menos tenía era vida. Ahora sé que tengo vida, ahora sé que estoy vivo y doy gracias a Dios”.

Para eso nos acercamos a Dios: para tener vida. Nuestra súplica se hace intensa -en el buen sentido de la palabra- cuando vemos nuestra vida amenazada por un fuerte quebranto de salud o un peligro de muerte; pero también cuando las situaciones más duras que sufrimos, con culpa o sin ella, nos hacen sentir “esto no es vida”.

Jesús, presentándose como Buen Pastor, declara:

“Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10,10).

Sin embargo, la propuesta de Jesús para que tengamos vida, tal como nos la presenta el evangelio de este domingo, es extraña, es… paradójica:

El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. (Mateo 16,21-27)

El camino que propone Jesús es aceptar “perder la vida” para encontrar la Vida.
¿Cuál es la vida que Jesús nos proponer perder?
¿Cuál es la vida que encontraremos?
Porque aunque se use la misma palabra, vida, no está hablando de lo mismo.
Todos los seres humanos conocemos una vida: la vida que tenemos hoy. La vida que nos ha tocado y que vamos construyendo con nuestros aciertos y errores. 
La vida que, lo sabemos bien, tiene un fin que más temprano o más tarde, llegará. 
Se la suele llamar nuestra “vida terrena”, nuestra vida aquí en la tierra.
Pero los cristianos creemos que hay otra vida.
Cuando profesamos nuestra fe, recitando el Credo apostólico, el Credo corto, concluimos así:
[Creo en] la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.
Y con el Credo Niceno-Constantinopolitano, el largo:
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

Resurrección y vida están presentes en las dos profesiones de fe: participar de la resurrección de Cristo, gozar de la vida eterna.

Esa es la Vida con mayúscula, la vida que está en la promesa de Jesús: yo he venido para que tengan vida en abundancia: vida sin medida, vida eterna.

Esa vida está en nosotros desde nuestro bautismo, como una semilla. Es el don de Dios, es la Gracia que hemos recibido… pero esa vida eterna empieza a hacerse realidad en nosotros, desde ahora, en el seguimiento de Jesús.

Seguir a Jesús es creer en Él y poner en práctica su Palabra, caminando con nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia, comunidad de discípulos de Jesús. Encontrándonos con él en la oración, en la celebración de los sacramentos y, de nuevo, en la escucha y la puesta en práctica de su Palabra.

Jerónimo, el joven del que hablábamos al principio, encontró en la Fazenda la manera de vivir cada día la Palabra de Dios. Y la vivió, y con la ayuda de Dios la seguirá viviendo, en actos de amor muy concretos.

La segunda lectura de hoy nos previene de muchas cosas que nos pueden llevar por caminos de muerte. San Pablo nos dice:

No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. (Romanos 12,1-2)

No tomen como modelo a este mundo. No es que en el mundo falten personas buenas y honestas, pero no siempre son las que aparecen como “modelo”. Más bien, a veces se les hace aparecer como “perdedores”, frente a los “ganadores”. Pero, a propósito de esos aparentes “triunfadores”, se pregunta (y nos pregunta) Jesús:

“¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mateo 16,21-27)

Ese hombre poderoso que murió hace poco en lo que pareció un accidente de avión -pero que nadie cree que haya sido un accidente- perdió su vida… pero todo parece indicar que su vida ya estaba perdida. Alguien la definió como “una vida entregada al mal”. Sus triunfos: “pobres triunfos pasajeros”, como dice el tango… 

A sus discípulos, Jesús no les anuncia nada que parezca un triunfo, aunque hable de resucitar. Él les dijo:

Que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. (Mateo 16,21-27)

Es el anuncio de una terrible derrota. Jesús contradice todas las expectativas que en su tiempo se tenían sobre el Mesías. Es incomprensible para los discípulos y por eso no puede extrañarnos la reprensión de Pedro:

«Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». (Mateo 16,21-27)

Pero eso fue, precisamente, lo que sucedió. Y la entrega de Jesús, su más grande acto de amor, revertió ese fracaso y lo levantó, resucitado, desde el fondo del abismo.

San Pablo, que predicó a Jesús crucificado, nos exhorta a unirnos a Él ofreciéndonos nosotros mismos 

como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. (Romanos 12,1-2)

Perdiendo cada día nuestra vida de esa forma, haciendo de ella una ofrenda de amor, nos uniremos a Jesús en su muerte para participar de su resurrección: no sólo al término de esta vida terrena, sino, ya, desde ahora, creciendo en nuestro corazón.

Tiempo de la Creación

"Que la justicia y la paz fluyan" es el lema propuesto por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, para el “Tiempo de la Creación”, de este año, desde el 1 de septiembre hasta el 4 de octubre. El Papa Francisco nos invita a

Que en este Tiempo de la Creación, como seguidores de Cristo en nuestro común camino sinodal, vivamos, trabajemos y oremos para que nuestra casa común esté llena nuevamente de vida. Que el Espíritu Santo siga aleteando sobre las aguas y nos guíe a la “renovación de la superficie de la tierra” (cf. Sal 104,30).

En esta semana

  • Hoy, la parroquia Santa Rosa de Lima de El Pinar, celebra su fiesta patronal. 
  • También este domingo, la Pastoral Juvenil diocesana celebra en Villa Guadalupe la Jornada Nacional de la Juventud.
  • Del lunes 4 al viernes 8, el clero diocesano y algunos religiosos tendremos nuestros Ejercicios Espirituales en Villa Guadalupe.
  • El martes 5 recordamos a Santa Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad.
  • El sábado 9 celebra sus Bodas de Oro sacerdotales el P. Lucio Escolar, que hace 50 años fue ordenado sacerdote en Los Cerrillos, la parroquia a la que volvió en estos últimos años, después de pasar por Paso Carrasco, Suárez, La Paz y Solymar.
  • Domingo 10: día de la Educación Católica. Un día para tener presente a todos los que se esfuerzan en transmitir la fe dentro de las instituciones católicas de educación formal y no formal.

Y esto es todo por hoy. Amigas y amigos, gracias por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 23 de agosto de 2023

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16,13-20). Domingo XXI durante el año.

Amigas y amigos: último domingo de agosto, que abre una semana cargada de acontecimientos; pero antes, vayamos al encuentro de Jesús que sigue llevándonos con sus discípulos por los contornos de su tierra.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: 
«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» (Mateo 16,13-20)
Filipo era uno de los hijos del rey Herodes el Grande, el Herodes de la época del nacimiento de Jesús. Filipo fundó una ciudad a la que puso el nombre de Cesarea, en homenaje al César, el emperador romano. Como ya existía otra ciudad del mismo nombre, conocida como Cesarea Marítima, porque se encontraba en la costa, esta otra ciudad era identificada como Cesarea de Filipo. No se dice que Jesús haya entrado a la ciudad, sino que llegó “a la región”. Parece que Jesús no estaba buscando el encuentro con habitantes de la zona, sino más bien estar con sus discípulos. Como hemos escuchado, les preguntó qué decía la gente de Él.
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». (Mateo 16,13-20)
Es curioso que nadie piense que Jesús es al menos un nuevo profeta y que todos lo relacionen con alguien del pasado, aún del pasado reciente, como Juan el Bautista. No dejan de verlo como alguien importante, pero no aciertan a interpretar quién es Jesús.
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: 
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». (Mateo 16,13-20)
La respuesta de Pedro es totalmente acertada, y así lo reconocerá Jesús. 
Es una respuesta desde la fe, desde un don especial que Pedro ha recibido de Dios, porque lo que dice no es algo que se pueda conocer solo humanamente.
En base a esa fe de Pedro vendrá la especial confianza depositada por Jesús en el apóstol:
«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». (Mateo 16,13-20)
Pero no vamos a detenernos hoy aquí. Intentemos adentrarnos en el sentido de lo que dice Pedro. En primer lugar, dice que Jesús es el Mesías.
Mesías significa ungido, palabra que, en griego, se traduce como “Cristo”. La unción es un signo de que Dios ha elegido a alguien para una misión y le ha entregado el Espíritu Santo para que pueda realizarla. En Israel eran ungidos los reyes, los sacerdotes y los profetas.
Pedro no dice “un ungido”, (un Mesías) sino “el” Mesías, es decir ese hombre ungido por Dios para llevar al pleno cumplimiento su plan de salvación.

Notemos que Pedro agrega otra nota. Jesús no es solamente “el” Mesías, “el” ungido, un ser humano especial, sino “el Hijo de Dios”. Dios no se ha limitado a elegir a un buen hombre sino que ha enviado a su propio Hijo, que se ha hecho hombre, que ha asumido nuestra naturaleza humana. Es que el proyecto de salvación de Dios para la humanidad tiene como realización plena convertirnos en sus hijas e hijos, por medio de nuestra unión con Jesucristo, el Hijo único de Dios.

Finalmente, tomemos nota de que Pedro nombra a Dios llamándolo “Dios vivo”, que también se puede traducir como “Dios, el viviente”.
Ese adjetivo puede parecernos un poco redundante, pero no olvidemos que Jesús y sus discípulos están en una tierra donde se adora a otros dioses. En Cesarea de Filipo había un importante santuario del dios Pan. Detrás de esa expresión de Pedro puede estar lo que expresa el salmo 115:
Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
él hace todo lo que quiere.
Los ídolos, en cambio, son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.
Tienen boca, pero no hablan,
tienen ojos, pero no ven;
tienen orejas, pero no oyen,
tienen nariz, pero no huelen.
Tienen manos, pero no palpan,
tienen pies, pero no caminan;
ni un solo sonido sale de su garganta.
En definitiva, los dioses paganos son dioses muertos, inertes; el Dios verdadero es el viviente.
Unámonos a Pedro en su profesión de fe, para que, creyendo en el Hijo de Dios vivo, tengamos vida en Él. Escuchemos y pongamos en práctica su Palabra, Palabra de Vida y Salvación.

Fazenda de la Esperanza: 40 años

Recibir la Palabra de Dios como Palabra de Vida es uno de los pilares de la Fazenda de la Esperanza, una comunidad terapéutica que nació en Brasil hace 40 años. Una comunidad que fue creciendo y extendiéndose por el mundo, llevando esperanza a personas adictas que quieren recuperarse y a sus familias.
En 2009 se abrió la primera casa de la Fazenda en Cerro Chato, Diócesis de Melo. En 2015, una casa femenina en la ciudad de Melo y, hace tres años, una segunda casa masculina se inauguró en Punta Rieles, Montevideo.
Además de las tres comunidades, la Fazenda impulsa los Grupos Esperanza Viva, los GEV, que son, por ahora, cuatro en Uruguay y funcionan en Maldonado, Treinta y Tres, Montevideo y Las Piedras. Allí se acercan quienes quieren conocer la Fazenda, encuentran apoyo quienes han pasado por ella y los familiares de los internos. También participan personas que quieren vivir la espiritualidad que propone esta comunidad.
En estos días se festeja en Uruguay estos 40 años de vida y servicio.
  • Domingo 27, desde las 16 horas, fiesta con los fundadores en la Fazenda Monte Carmelo
  • Lunes 28, Misa en la Catedral de Montevideo a las 19 hs.
  • Martes 29, 18 horas, Mesa redonda con los fundadores y otros invitados en el Club Católico: “Problemática de las drogas: ¿hay una respuesta?”.

Llega septiembre

Y llega septiembre, con anuncios de primavera.
  • En la Iglesia, es el Mes de la Palabra de Dios, para que la meditemos y la vivamos.
  • Es el Tiempo de la Creación, siguiendo la propuesta del Papa Francisco en Laudato Si’ para preocuparnos y ocuparnos en un mayor cuidado de la Tierra, nuestra Casa común.
  • Y el primer domingo, como es tradición de la Iglesia en el Uruguay, Jornada Nacional de la Juventud. En nuestra diócesis la celebraremos desde la mañana en Villa Guadalupe, culminando con la Misa a las 16 horas.

En esta semana

Domingo 27, Santa Mónica

Lunes 28, San Agustín

Martes 29, martirio de san Juan Bautista

Miércoles 30, Santa Rosa de Lima, patrona de tres parroquias y de Fortín de Santa Rosa.
Fiestas patronales:
- Pueblo Santa Rosa. Miércoles 30, 14:30 procesión, 15:00 Misa 
- Empalme Olmos: Sábado 2, 16:00 horas. 
- El Pinar: Domingo 3, 10:00 horas 

Jueves 31, San Ramón Nonato, patrono de la parroquia de San Ramón. 15:30 procesión y luego Misa.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

viernes, 18 de agosto de 2023

“Mujer, ¡qué grande es tu fe!” (Mateo 15,21-28). Domingo XX durante el año.

Mañana, lunes 21 de agosto, la Iglesia recuerda al Papa San Pío X. En la ciudad de Canelones hay una capilla dedicada a este santo pontífice, conocido como “el Papa de la Catequesis”. Es por ello que, en el domingo más cercano a su fiesta, se celebra, en Uruguay y otros países, el “Día de la catequesis”. Ya informamos el domingo pasado sobre estas celebraciones en los cinco decanatos de nuestra diócesis, que se desarrollaron ayer sábado en cuatro de ellos. Hoy, en Canelones, tenemos la última jornada que comienza a las 16 horas en la Catedral, culminando con la Eucaristía.

Para toda comunidad cristiana, la catequesis es una actividad fundamental. Consiste en acompañar en la iniciación a la vida cristiana a los catecúmenos o catequizandos, que pueden ser personas adultas, jóvenes o niños, generalmente reunidos en pequeños grupos, a través de un proceso de crecimiento y formación en la fe.

San Juan Pablo II decía que:

“en la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca.” (Catechesi Tradendae, 6)

Recordamos con cariño y gratitud a los catequistas, mujeres y varones de nuestras comunidades, tanto vivos como difuntos, y oramos por quienes siguen prestando este servicio para que la Palabra de Cristo habite en sus corazones con toda su riqueza (Cfr. Colosenses 3,16) y puedan transmitirla no solo con el lenguaje hablado, sino con el testimonio de una auténtica vida cristiana.

Este año, en el día de la catequesis contemplamos la figura del beato Jacinto Vera como “misionero de la fe”, es decir, en su tarea de pastor y catequista que transmitió la fe a lo largo y ancho del Uruguay, con su predicación y el ejemplo de su vida evangélica.

Dicho todo esto, vayamos al evangelio de este domingo, que podemos leer como una catequesis sobre la oración y la fe.

Jesús partió de Genesaret y se retiró al país de Tiro y de Sidón. (Mateo 15,21-28)

Así comienza el evangelio de este domingo. Es importante situarnos geográficamente para entenderlo. Jesús ha salido de su tierra y ha entrado en un país pagano, en territorio de un pueblo que no es el suyo.

Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio.» 
Pero Él no le respondió nada. (Mateo 15,21-28)

Con claridad, Mateo nos dice que esta mujer que se acerca a Jesús, no pertenece al pueblo de Israel. Es cananea, y procede de la región donde Jesús ha entrado. Ella se dirige a Jesús gritando, implorando ayuda para su hija. La forma en que llama a Jesús, “Hijo de David” nos hace pensar que tiene cierto conocimiento de quién es Él, más allá de que haya llegado a sus oídos la fama de sus milagros. Sorprende en Jesús el silencio como respuesta. Y nos damos cuenta, por lo que dicen los discípulos, que tampoco ha detenido su marcha:

Sus discípulos se acercaron y le pidieron: 
«Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos.»
Jesús respondió: 
«Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.»
(Mateo 15,21-28)

¿Qué significa esa respuesta de Jesús? El pueblo de Israel es el pueblo elegido por Dios, el pueblo de la promesa. No es una elección excluyente, pero sí prioritaria. Ese pueblo ha sido elegido para anunciar a Dios a los demás pueblos de la tierra. Lo que Jesús quiere decir es que el plan de Dios pasa primero por reunir a ese rebaño disperso para realizar, con Él, su misión. Esa fue también la estrategia inicial de San Pablo, lo que se da a entender en la segunda lectura. Él se dirigió primero a sus hermanos de raza, “Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.” (Romanos 11, 13-15. 29-32)

Sin embargo y a pesar de algunos logros, Pablo encontró tan fuerte rechazo que llegó a decir, como escuchamos el domingo pasado:

Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza. (Romanos 9,1-5)

Desde esta perspectiva entendemos la respuesta de Jesús, enviado solamente a las ovejas perdidas de Israel. Pero, por otro lado, cabe preguntarnos ¿a qué ha ido Jesús al país de Tiro y Sidón? ¿Qué es lo que se le ha perdido allí? Quien se acerca a él no es ninguna de esas ovejas, sino esta mujer que ruega con insistencia y sin desanimarse fácilmente.

La mujer fue a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»
Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros».
Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!» (Mateo 15,21-28)

Este episodio que nos relata Mateo, podemos compararlo con enseñanzas de Jesús sobre la oración que nos presenta el evangelio de Lucas, como la parábola del juez injusto (Lucas 18,1-8) que es introducida de esta forma:

Después les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse (Lucas 18,1)

La parábola cuenta de un juez a quien una viuda le pedía con insistencia que le hiciera justicia. El juez terminó accediendo, no por buenas razones, sino, como dice él mismo “para que [esta mujer] no venga continuamente a fastidiarme” (Lucas 18,5).

También podemos remitirnos, en el mismo evangelio de Lucas, a la parábola del amigo inoportuno (Lucas 11,5-13) que está a continuación de la enseñanza del Padrenuestro. Un hombre golpea de noche la puerta de la casa de su amigo pidiendo que le preste tres panes, pero en la casa toda la familia está acostada. Sin embargo, el inoportuno insiste. Jesús dice:

Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. (Lucas 11,8)

En estas enseñanzas, Jesús hace ver la bondad de Dios que responderá a la súplica de sus hijos:

Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? (Lucas 18,7)

“Oren sin cesar”, le decía san Pablo a los Tesalonicenses (1 Tesalonicenses 5,17) y también él lo hacía, junto con sus colaboradores. A esa misma comunidad Pablo, Silvano y Timoteo le dicen: “los recordamos sin cesar en nuestras oraciones” (1 Tesalonicenses 1,2).

Rogar con insistencia fue lo que hizo la mujer cananea. Por eso, no solo fue atendido su pedido, sino que recibió de Jesús una gran alabanza:

«Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» 
Y en ese momento su hija quedó sana. (Mateo 15,21-28)

No desfallezcamos, pues, en nuestras peticiones, confiados en que Dios nos manifestará su bondad, no siempre dándonos lo que pedimos, sino lo que realmente necesitamos.

Conferencia Episcopal del Uruguay

Los obispos del Uruguay nos reuniremos en asamblea el lunes 21. El martes 22 y miércoles 23 tendremos un encuentro con sacerdotes de todas las diócesis del país y el jueves 24 celebraremos la fiesta del santo Cura de Ars, trasladada del 4 de agosto. Todo esto, en el Seminario Interdiocesano. Les pido su oración por todos estas actividades, para que el Espíritu Santo nos ilumine y acompañe.

En esta semana.

  • Martes 22, octava de la Asunción, María Reina.
  • Jueves 24: san Bartolomé, Apóstol
  • Viernes 25: Nuestra Señora de la Fundación, Fiesta patronal en Solymar, Ciudad de la Costa. Misa a las 10 y 30.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

domingo, 13 de agosto de 2023

La misión de la Fazenda de la Esperanza femenina pasó por Canelones, mostrando que toda vida tiene esperanza.

Esther es brasileña. Ingresó como voluntaria a la Fazenda de la Esperanza femenina. Actualmente es responsable de la Fazenda Betania, en la ciudad de Melo, Cerro Largo, Uruguay.

 
Lucía es de Santa Fe, Argentina. Tiene 32 años y tres hijos. Comenzó a fumar a los 12 años y luego fue introduciéndose en el alcohol, la cocaína y otras sustancias. Su madre y sus hijos la ayudaron a decidirse a entrar en la Fazenda, donde hizo su recuperación y conoció a Dios, "el mejor rescate para nuestra vida".

 
Silvina también es argentina, de Concordia, Entre Ríos. Se hizo adicta a medicamentos controlados. "Me acostaba pensando cómo iba a conseguir pastillas y me levantaba pensando cómo iba a conseguir pastillas". Solo conocía un Dios que castigaba. En la Fazenda descubrió a un Dios de amor.

Las tres estuvieron unos días en la Diócesis de Canelones, donde pudieron encontrarse con jóvenes en centros educativos y obras sociales y con el Grupo Esperanza Viva (GEV) que funciona en la Casa de la Juventud de Las Piedras (los lunes, a las 19 horas).

viernes, 11 de agosto de 2023

“Tranquilícense, soy Yo; no teman” (Mateo 14,22-33). XIX Domingo durante el año.

Hoy tenemos al fondo el mar o más bien, el Río de la Plata, en la playa de La Floresta, en el departamento de Canelones. Hay un poco de viento y oleaje, pero nada parecido al mar agitado del que nos habla el Evangelio de hoy.

Para entender algunas cosas que dice este pasaje de Mateo, tenemos que recordar que el domingo pasado, 6 de agosto, celebramos la fiesta de la Transfiguración y por eso no leímos el evangelio que correspondía al domingo decimoctavo durante el año, que relata la multiplicación de los panes y los peces. A eso alude el evangelio de este domingo, que comienza así:

Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. (Mateo 14,22-33)

Parece oportuno recordar qué significaba el mar para los pueblos del mundo bíblico. 

Tanto por los egipcios como por los distintos reinos e imperios que se sucedieron en la Mesopotamia, el mar era considerado, en gran medida, dominio del mal; lugar de dioses malignos que debían ser sometidos por el Dios “bueno”. Se creía que en sus profundidades habitaban grandes monstruos demoníacos como Rahab y Leviatán, con gran poder de destrucción. 

Los israelitas participaban en parte de esas creencias; pero en el libro del Génesis, el mar y todos los seres que lo habitan aparecen como creación de Yahveh, que tiene, por lo tanto, pleno dominio sobre todo lo creado en tierra, mar y aire. 

El libro de Isaías anuncia el fin de Leviatán:

El Señor castigará con su espada bien templada, grande y fuerte, a Leviatán, la Serpiente huidiza, a Leviatán, la Serpiente tortuosa, y matará al Dragón que está en el mar. (Isaías 27,1)

Dragón, serpiente… formas de referirse al demonio; pero también podían representar a los grandes imperios enemigos de Israel, como Egipto. 

El libro del Apocalipsis llevará más lejos la identificación del mar con el mal:

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. (Apocalipsis 21,1)

Se anuncia, pues, la desaparición del mar. No tiene lugar en la tierra nueva y el cielo nuevo, porque era el depósito del mal.

Creo que esto nos ayuda también a entender mejor esa frase de Jesús que estamos acostumbrados a oír, pero que, tal vez, no comprendamos en toda su profundidad: “pescadores de hombres”. Esa expresión está en el llamado a los cuatro primeros discípulos, precisamente, cuatro pescadores. “Pescar hombres” no significa atraparlos en una red y manejarlos, sino rescatarlos del mal. Tal vez hoy Jesús habría dicho a sus discípulos “síganme y yo los haré rescatistas”; por supuesto, también en un sentido espiritual.

Pero ahora tenemos a los discípulos en medio del mar, lejos de la orilla, sacudidos por el oleaje y el viento que les impiden avanzar. No es la tempestad, como decíamos antes, pero es una fuerte resistencia a su navegación. Los discípulos han sido enviados “a la otra orilla”, con todo lo que implican esas palabras: desafío, ubicación, adaptación, recomienzo de la misión en otro ambiente. Han sido enviados y no pueden llegar. Todo se ha puesto en contra. Entonces, acontece algo inesperado.

A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman». (Mateo 14,22-33)

Los discípulos pasan del temor natural que les provoca la situación en medio de ese mar agitado, al temor o al terror ante un misterio que supera las fuerzas naturales: un hombre caminando sobre las aguas embravecidas. Jesús se dirige a ellos identificándose, devolviendo la calma y alejando el temor. Cuando Jesús dice “soy Yo”, en realidad deberíamos traducir “Yo soy”, tal como está en el original griego: ἐγώ εἰμι, ego eimí, que es el nombre con el que Dios se reveló a Moisés, indicándole: «Dirás a los israelitas: “Yo Soy me ha enviado a ustedes» (Ex 3,14). En Jesús, el Hijo de Dios, el creador manifiesta su dominio sobre la creación y anticipa el triunfo definitivo sobre el mal.

Todo podría haber quedado aquí, pero el evangelista Mateo, que presta especial atención a la persona de Pedro, agrega otra peripecia al relato:

Pedro le respondió: «Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» (Mateo 14,22-33)

Pedro es impulsivo. Así aparece otras veces en los evangelios, tomando iniciativas apresuradas. Sin embargo, Jesús recibe su pedido y lo llama a ir hacia él. Pedro camina sobre el agua hacia Jesús, pero no puede sostener su marcha y comienza a hundirse. Jesús viene en su ayuda y su reproche explica lo que ha pasado: Pedro ha dudado. La Palabra no ha entrado todavía en lo más profundo de su corazón. Necesita seguir creciendo en la fe. Para el caminar de Pedro -y el nuestro- se puede aplicar aquel pasaje de la carta a los Hebreos:

Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. (Hebreos 12,2)

No podemos ignorar las tribulaciones y las dificultades de la vida; pero es en medio de ellas donde se nos presenta Jesús. No olvidemos que Él también está allí, y mantengamos los ojos fijos en Él. Así, llegaremos, junto con los discípulos, a lo que nos anuncia el final de este pasaje del evangelio:

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: «Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios». (Mateo 14,22-33)

Noticias

El fin de semana pasado tuvimos el campamento de adolescentes “Fiesta de la Luz” en La Floresta, con más de cincuenta participantes. Aquí tenemos una breve síntesis de lo que aconteció y el mensaje que los chicos nos dejan:

Una Misión de la Fazenda de la Esperanza femenina visitó también nuestra diócesis, encontrándose con jóvenes y comunidades, presentando sus testimonios de recuperación. Esther, responsable de la Fazenda femenina Betania, de Melo, nos explica la propuesta.

La semana pasada recibimos la visita de dirigentes internacionales del Movimiento Juan XXIII, que promueve la evangelización de quienes están más alejados de la fe. El Movimiento ya estuvo en la diócesis antes de la pandemia y ahora nos han comunicado su disposición de volver a ofrecer su propuesta, que consiste en una forma de retiro muy especial.

En la próxima semana

  • Lunes 14, san Maximiliano Kolbe
  • Martes 15, solemnidad de la Asunción de María
  • Jueves 17, fiesta patronal de San Jacinto, con Misa a las 15:30
  • Sábado 19 y domingo 20: celebración del día nacional de la catequesis en los cinco decanatos.

Día Nacional de la Catequesis.

Habrá encuentros de catequistas en cada uno de los cinco decanatos.

Sábado 19

Decanato CENTRO: en la parroquia de San Jacinto, de 9:30 a 16 horas. Misa a las 15 hs.
Decanato PIEDRAS: en la parroquia de La Paz, desde las 15 hs. Misa con la comunidad a las 18 hs. y luego cena.
Decanato PLAYAS: en la parroquia de El Pinar, desde las 17, con Misa a las 19 hs., presidida por Mons. Heriberto y a continuación cena.
Decanato PANDO: en la parroquia de Pando, de 16 a 21 horas. Participación en la Misa de la comunidad a las 18 hs. y luego cena.

Domingo 20

Decanato CANELONES: en la capilla Nuestra Señora de Fátima, en la ciudad de Canelones. Comienza con la Misa a las 16 horas, presidida por Mons. Heriberto.

Más información sobre la jornada y materiales de apoyo: AQUÍ

Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.


lunes, 7 de agosto de 2023

«Mujer, ¡que grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» (Mt 15, 28). Palabra de Vida, Agosto 2023, Movimiento de los Focolares.

Del 1 al 6 de agosto de 2023 se celebra en Lisboa la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, con el tema «Se levantó María y se fue con prontitud» (Lc 1, 39). En su mensaje de invitación a los jóvenes, el Papa explica: «La Madre del Señor es modelo de los jóvenes en movimiento, no inmóviles frente al espejo contemplando su propia imagen o “atrapados” en las redes. Ella estaba totalmente orientada hacia el exterior». Y desea que la JMJ sea un momento para redescubrir juntos «la alegría del abrazo fraternal entre los pueblos y entre las generaciones, el abrazo de la reconciliación y la paz, ¡el abrazo de una nueva fraternidad misionera!».

Jesús se dirige hacia la región de Tiro y Sidón, en tierra extranjera. Parece buscar, por fin, un poco de reposo con los suyos, y quizá también soledad, silencio, oración y refugio. De improviso les llegan los gritos de una mujer que, como otros personajes de los Evangelios, no tiene nombre. Su presencia incomoda y molesta a los discípulos, que le «imploran» a Jesús que la atienda para librarse de ella: «viene gritando detrás de nosotros». La mujer no se paraliza por no ser israelita, ni por ser mujer, ni porque el Maestro la ignore. Es una madre desesperada por su hija, «malamente endemoniada». Se acerca a Jesús con la tenacidad de querer un encuentro personal con él y consigue «postrarse ante él» mientras insiste en pedirle ayuda. Jesús le dirige palabras de una dureza inaudita: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

«Mujer, ¡que grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» 

La mujer acepta la negativa; comprende que su mundo no forma parte de la misión primaria de Jesús; asume que su Dios no es una máquina dispensadora de gracias, sino un padre que pide una relación acorde con la verdad, que pasa por reconocer también la propia pobreza personal. Esta mujer, consciente de esto, mira a Jesús a los ojos: «Sí, Señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». Pone a Jesús contra la pared, por así decir, y Él se conmueve por la humildad de quien se contenta con las migajas. Hasta sus gritos parecen expresar su fe, y lo llama «Señor, hijo de David».

«Mujer, ¡que grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» 

Su gran fe está esculpida en los Evangelios por varios verbos: la mujer sale y va hacia Jesús; grita; llora; pide piedad; lo reconoce como Señor y se postra ante él; mantiene intacta su tenacidad y la certeza de que lo imposible es posible para el Señor; responde a la dureza de Jesús con una lógica impecable. Amor materno y confianza son sus puntos fuertes. «Y desde aquel momento quedó curada su hija».

Esta palabra es la fotografía de la fe viva y operante de una persona. Y al mismo tiempo muestra la constancia y el camino de la primera comunidad cristiana a la que se dirige Mateo, en su apertura al mundo no judío que está en búsqueda y alberga una gran fe.

«Mujer, ¡que grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» 

Como para esta mujer sirofenicia, «también nuestra fe puede entrar en crisis por una dificultad imprevista, por un hecho imprevisto que viene a perturbar nuestros proyectos, por una grave enfermedad, por el prolongarse de una situación muy dolorosa» (2), y – podríamos añadir – por la falta de paz en el mundo, por las injusticias estructurales, por la grave enfermedad del planeta, por conflictos familiares y sociales… Y una de nuestras debilidades podría ser la falta de perseverancia y de confianza plena. «Dios permite que nuestra fe pase por situaciones difíciles y a veces absurdas. Él quiere purificarla, quiere ver si de verdad sabemos abandonarnos en Él y creer que su amor es mucho mayor que nuestros proyectos, deseos y expectativas» (2).

Así le sucedió a Saliba. También él parecía obligado a dejar su ciudad, Homs (Siria) y a sus padres mayores. La tienda de su padre, vidriero, había quedado destruida durante la guerra en una ciudad destrozada. Como otros jóvenes, Saliba pensaba en buscar nuevas oportunidades en otro lugar, pero no se rindió. Con sus 22 años y la tozudez de quien no renuncia a hacer algo por su pueblo herido, aprovechó la ocasión que le ofrecía el proyecto RestarT(3)  de abrir una tiendecita donde sus conciudadanos encontrasen queso, yogur y mantequilla artesanos hechos por su madre, además de verdura, aceite, especias y café. Ya cuenta con un frigorífico y un generador. Ayudado por su anciano padre, en los días en que la tienda esté cerrada, repartirá cestas de comida entre las familias sin recursos (4).

VICTORIA GÓMEZ y el equipo de la Palabra de Vida

Notas:

1) C. LUBICH, Palabra de vida, junio 1994, en Ciudad Nueva n. 300 (6/1994), p. 33.
2) Ibid.
3) Proyecto RestarT
4) Siria: el minimarket de Saliba


viernes, 4 de agosto de 2023

6 de agosto: Transfiguración del Señor. “Este es mi Hijo muy querido… ¡escúchenlo” (Mateo 17,1-9)

En el evangelio de hoy, Jesús nos lleva a lo alto de un cerro, que quisimos evocar con el que vemos al fondo.

Hoy tenemos muchas noticias, que detallaremos al final, pero no puedo dejar de destacar un acontecimiento tan feliz y tan esperanzador para nuestra diócesis, como ha sido la ordenación de un nuevo sacerdote, el P. Néstor Rosano.

Subamos ahora con Jesús al monte de la transfiguración.

Allí, junto a tres discípulos, vamos a recibir una revelación.

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. (Mateo 17,1-9)

Cuando Dios nos revela un aspecto de su misterio, nos encontramos con algo que no esperábamos, algo que nos sorprende. Esa fue la experiencia que vivieron los discípulos.

¿Una experiencia espiritual? Sí, sin duda, en cuanto toca la fe de los discípulos; pero esta revelación de Jesús toca la integridad de la persona, porque se manifiesta a través de su cuerpo.

Jesús es el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, que se ha encarnado. Tiene un cuerpo “semejante al de todos los hombres”.

Ahora, ese cuerpo, semejante al nuestro, se hace luminoso: se transfigura. De esa manera, Jesús nos está revelando lo que sucederá también con nuestros cuerpos.

Aquí podríamos decir… ¡no…! a través de la transfiguración Jesús está anunciado su resurrección. Sí, y ese anuncio llega poco después del anuncio de su pasión y de su muerte. En ese sentido, la transfiguración es una experiencia de consolación que prepara para el terrible acontecimiento por el que pasará Jesús y que golpeará hondamente a sus discípulos.

Así lo señala el prefacio de este día:

Él reveló su gloria ante los testigos que había elegido,
y revistió su cuerpo, semejante al de todos los hombres,
de un extraordinario esplendor,
para apartar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz
(Prefacio de la Transfiguración)

Pero la resurrección de Jesús abre para nosotros también la resurrección y la vida. El anuncio de su resurrección es el anuncio de nuestra propia resurrección con Él.

Por eso, sigue diciendo el prefacio que Jesús revela su gloria, también para

… manifestar que se cumpliría en la totalidad del cuerpo de la Iglesia
lo que brilló admirablemente en él mismo, su cabeza.

Ese es el destino que el Padre Dios ofrece a la humanidad salvada por su Hijo: compartir su eternidad. Y la resurrección de Jesús es la llave que abre para nosotros la vida eterna.

Nuestra vida encuentra su sentido en esa promesa de Dios.

Hoy muchos tienen dificultades en encontrar un sentido a la vida. Es una necesidad muy profunda, porque es difícil vivir si la vida no tiene sentido. La tragedia del suicidio en nuestro Uruguay nos lo está gritando.

A veces apoyamos nuestra vida sobre realidades perecederas o sobre falsas ilusiones que terminan derrumbándose. Por eso, es bueno escuchar el testimonio de Pedro, en la segunda lectura, que nos ayudará a profundizar lo que venimos meditando.

Queridos hermanos:
No les hicimos conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza. 
(2 Pedro 1,16-19)

¿Qué significa lo que vieron Pedro y sus compañeros como testigos oculares?

Para comprenderlo, prestemos atención no solo a lo que vieron, sino también a lo que oyeron:

Nosotros oímos esta voz que venía del cielo, mientras estábamos con él en la montaña santa. (2 Pedro 1,16-19)

La voz completa la visión porque explica el significado de lo que se ve. Muchas veces nosotros podemos estar viendo una señal, un gesto, un signo, pero no sabemos interpretarlo. También por eso, es importante lo que dice la voz del Padre:

«Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo.»

Decíamos al comienzo que la transfiguración anuncia la resurrección de Jesús y nuestra resurrección. Lo decimos a partir de la transformación que ocurre en el cuerpo de Jesús.

Pero ahora el Padre nos dice: este es mi Hijo y por eso está así, como Uds. lo ven. 

Es mi hijo: es por eso, para que eso se haga visible, que el está así transfigurado en el Espíritu. 

Ahora entendemos que la luz es el signo de la relación del Hijo con el Padre: la relación filial, la relación que lo une a su Padre.

Unidos a Jesús, desde nuestro bautismo, entramos en esa misma relación con el Padre. Es esa relación filial la que nos dará la vida para siempre.

Volvamos a la liturgia del día, ahora a la oración colecta:

En la transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito
confirmaste los misterios de la fe
con el testimonio de los profetas
y prefiguraste admirablemente la perfecta adopción como hijos tuyos,

Esa es nuestra realidad invisible. Esa es la luz que hemos recibido. La luz que se trasluce cuando actuamos en nuestra vida como Hijos de Dios, cuando escuchamos la palabra de Jesús y la ponemos en práctica.

Es contemplando el misterio de la transfiguración como podemos entender mejor estas otras palabras de Jesús:

Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. (Mateo 5,16).

Por eso, pedimos en este día:

Concédenos [Dios nuestro] que, escuchando la voz de tu Hijo amado,
merezcamos ser coherederos suyos. (Oración colecta).

Noticias.

  • El sábado pasado tuvimos un encuentro de Vida Consagrada en Canelones, en el monasterio de las Clarisas Capuchinas, que nos compartieron diferentes aspectos de su carisma.
  • El lunes 31 falleció la Madre Plácida, benedictina, que fue durante muchos años abadesa del monasterio “Santa María, Madre de la Iglesia”. Sus exequias se celebraron al día siguiente. La diócesis agradece su vida de oración, de amor y de entrega al Señor.
  • Hoy culmina en La Floresta el campamento de adolescentes, Fiesta de la Luz, con más de 50 participantes.
  • Ayer comenzó en Canelones una misión de la Fazenda de la Esperanza femenina. La Fazenda es una comunidad de recuperación de adicciones, con casas para varones y para mujeres. Esta misión busca hacer conocer esta propuesta y su espiritualidad.
  • El martes 8, Santo Domingo. Fiesta patronal en la capilla dedicada a él en Las Piedras. Despedida de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel, que parten definitivamente a fines de este mes.
  • El miércoles 9 celebraremos la memoria de Santa Francisca Rubatto, en el colegio Divino Salvador de Tala.
  • Jueves 10: San Lorenzo, diácono y mártir. Un día para recordar a nuestros diáconos permanentes y rezar por ellos.
  • Viernes 11: Santa Clara de Asís. A las 9 de la mañana, misa en el monasterio de las Clarisas Franciscanas en San José de Carrasco y a las 16 horas en el monasterio de las Clarisas Capuchinas, en Paraje Etcheverría.
  • Sábado 12: Santa Juana Francisca de Chantal, fundadora, junto con San Francisco de Sales de la Orden de la Visitación de Santa María, las Salesas, que tienen su monasterio en Progreso. Misa el sábado 12 a las 16 horas.
  • También el sábado 12, tercer y último taller para animadores de Pastoral Juvenil y otros agentes pastorales que quieran acercarse al mundo de los jóvenes.
  • El próximo fin de semana se realizará una colecta del fondo común diocesano, destinada en este caso al sostenimiento del Hogar Sacerdotal. Agradezco a todos su colaboración generosa.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

martes, 1 de agosto de 2023

Ordenación sacerdotal del P. Néstor Rosano. Homilía.

Lecturas:

Primera lectura: Jeremías 1, 4-9. El Señor me dijo: No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene.

Salmo 88, 21-22. 25. 27. ¡Cantaré eternamente tu amor, Señor!

Segunda lectura: Efesios 4, 1-7. 11-13. Cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido.

Evangelio: Mateo 9, 35-38. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.

Homilía

Queridos hermanos y hermanas:

Convocados por el Señor

¡Qué lindo es ver esta hermosa asamblea!

Esta hermosa asamblea que formamos al reunirnos este domingo en la iglesia parroquial de San Isidro de Las Piedras; asamblea que hace presente nada menos que el misterio de la Iglesia.

Iglesia significa “convocatoria”; y la convocatoria que nos ha reunido hoy no es simplemente la invitación que nos puede haber llegado por distintos medios. Hemos venido a participar de esta celebración no solo por el cariño y la amistad que sentimos por quien va a ser ordenado sacerdote. Hemos venido porque nos ha convocado, ante todo, el Señor mismo. Él nos ha llamado desde siempre, “por pura iniciativa suya”, como dice el lema que Néstor ha elegido para su ordenación sacerdotal.

El llamado vocacional: por pura iniciativa divina

Vocación significa llamado. No siempre somos conscientes de ese significado. Hoy se habla más de cualidades, aptitudes o de una inclinación especial por un tipo de profesión, servicio o tarea.

El llamado vocacional, que pasa por mi subjetividad, que toca mis sentimientos, que interpela mi razón, no viene de mi propio interior, sino que viene de otro que me llama. Ese “otro” es “el Otro” con mayúscula. Es Dios, que me saca de mí mismo y me hace descubrir que tengo un lugar en su proyecto de amor. 

Y viéndolo así, comprenderé también que las cualidades y las fortalezas que yo pueda tener, las ha puesto en mí el mismo Dios, para hacerme posible el responderle. Y todavía veré de otro modo mi debilidad, mi fragilidad, y tal vez pueda, como san Pablo, comprender la palabra que le dirigió el Señor: 

«Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad» (2 Corintios 12,9).

Tomado de entre los hombres y puesto en favor de ellos

Jesús 

“llamó a su lado a los que él quiso. Ellos fueron hacia Él (…) instituyó a Doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar” (Marcos 3,13-14)

El llamado de Dios me saca de mí mismo y me atrae hacia Él, para enviarme de nuevo a los demás. 

La carta a los Hebreos dice: 

“todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y ha sido puesto en favor de ellos en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.” (Hebreos 5,1). 

El autor de la carta lo refiere a los sacerdotes de la Primera Alianza, para luego hacernos ver que ese sacerdocio anticipaba, prefiguraba, el sacerdocio de Cristo, único y verdadero sacerdote.

Cuando dice “es tomado de entre los hombres”, el autor de Hebreos está aludiendo delicadamente, sin nombrarlo, a Dios. Es Él quien, “por pura iniciativa suya” elige, llama y toma a quien le responde.

Todo llamado pide una respuesta. Esa respuesta, a veces, no llega.

Pero hoy estamos aquí porque Néstor respondió.

Néstor ha dado su sí al llamado de Dios y la Iglesia diocesana ha reconocido y confirmado en Néstor esa vocación y es por eso que hoy recibirá la ordenación que lo hará presbítero, sacerdote, para la iglesia de Canelones.

Se compadeció de la multitud

El evangelio que hemos escuchado nos habla de la compasión que siente Jesús por la multitud, al ver a todos cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 

A diferencia de algunos referentes religiosos de su tiempo, Jesús no despreció a los pecadores ni se separó de ellos, sino que salió a su encuentro, manifestando que 

“no son los sanos quienes necesitan el médico, sino los enfermos” (Mateo 9,12). 

Y lo dice después de haber llamado al publicano Mateo, manifestando en esa elección la Misericordia del Padre: 

“Con misericordia lo eligió” (lema del Papa Francisco, tomado de una homilía de San Beda el Venerable, oficio de lecturas de la fiesta del apóstol San Mateo).

En unión con Jesús buen pastor, como comunidad de discípulos, estamos llamados a tener su misma mirada compasiva ante tantos hombres y mujeres que sufren hoy por diversos motivos; hay distintas carencias y formas de pobreza, hay situaciones de violencia que amenazan la vida; pero la más profunda miseria es la de no encontrar sentido a la existencia, la de sufrir el más doloroso vacío y la falta de amor, que lleva a tantas personas, especialmente jóvenes, a buscar matar ese sufrimiento con el vértigo o la droga o poniendo fin a su vida. 

Néstor, tú que quieres vivir tu sacerdocio según el corazón de Jesús, te unirás a Él y a la comunidad en esa mirada compasiva y misericordiosa que los moverá a buscar respuestas y a realizar acciones concretas, para ayudar a levantarse a los heridos en los caminos de nuestro tiempo, especialmente quienes están hundidos en el sin sentido y el pecado. Para eso el Señor también te entrega hoy la facultad de perdonar los pecados en su nombre y reconciliarnos con Dios.

Esparcir con generosidad la buena semilla

La “Palabra del Reino” que esparce el Sembrador es siempre buena semilla que quiere encontrar tierra buena. Jesús no buscó escatimarla de ningún modo; al contrario: la lanzaba sin mirar las condiciones del terreno en que caía. 

“La Iglesia existe para evangelizar” (Evangelii Nuntiandi, 14) 

nos decía san Pablo VI. 

Todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a participar en la misión de anunciar la alegría del Evangelio. Como dice san Pablo en la segunda lectura que hemos escuchado “cada uno de nosotros ha recibido su propio don”. 

Ayudar a descubrir los carismas presentes en los miembros de la comunidad y a ponerlos en práctica, en forma articulada, para la misión, es uno de los servicios que presta el presbítero actuando en unión con Cristo “que organizó a los santos para la obra del ministerio”, como sigue diciendo san Pablo. 

Promover una mayor participación de los fieles laicos en los diversos servicios y ministerios hacia dentro y hacia fuera de la comunidad no solo es necesario porque es parte de su vocación bautismal, sino que se hace hoy particularmente urgente. 

Seguiremos pidiendo “al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”; seguiremos pidiendo por las vocaciones al sacerdocio o a la vida consagrada; pero pediremos también que crezca la participación de todos los fieles, para que caminemos juntos en la misión.

Pronunciar con Cristo sus palabras: "tomen y comen"

Todo caminante, todo peregrino, necesita alimentarse para reponer sus fuerzas.

Dios, que alimentó con el maná a su Pueblo para su caminata en el desierto, se da Él mismo a nosotros como alimento, de una manera que hace necesario el servicio sacerdotal.

Néstor, a partir de ahora, celebrando la Eucaristía, te unirás a Cristo, que es quien celebra y quien consagra con todo su cuerpo, que es la Iglesia. Pero tú, como presbítero, dirás junto con Él las palabras que Él mismo pronunció en la última cena y presentarás a tus hermanos su Cuerpo y su preciosa Sangre, como Él mismo los presentó a sus discípulos, invitándolos a comer y a beber para participar de la salvación que nos llegaría por el sacrificio del calvario.

A través de las palabras que vas a pronunciar y de los gestos que vas a realizar, el Espíritu Santo hará presente para toda la asamblea el sacrificio de la Cruz y el Señor crucificado y resucitado se hará alimento para ti y tus hermanos, pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

Con la Guadalupana y Don Jacinto

Queridos hermanos y hermanas… ¡cuántas cosas más me gustaría decir! Quedémonos con la alegría y la esperanza que nos da a todos el sí de Néstor. Renovemos nuestra confianza en el Señor, que lo ha llamado, y que completará y perfeccionará la obra que ha iniciado en él. Encomendémoslo a Nuestra Señora de Guadalupe, para que lo guarde bajo su manto de madre y al beato Jacinto Vera, padre de la Iglesia que peregrina en Uruguay, para que Néstor viva plenamente su sacerdocio según el corazón de Jesús, para bien de todo nuestro pueblo de Canelones. Así sea.


Madre Plácida María Zorrilla, OSB (25 de junio de 1929 - 31 de julio de 2023). Q.E.P.D.

 


Madre Plácida nació el 25 de junio de 1929 en Buchardo, Provincia de Córdoba, Argentina.
Fue bautizada con el nombre de María Teresita.
Ingresó a la Abadía benedictina de Santa Escolástica, Buenos Aires, el 26 de julio de 1950.
Hizo su  Profesión Monástica el 30 de abril de 1952.
Su lema de Profesión: MAGNIFICAT.
El 16 de septiembre de 1972 fue elegida Priora conventual del Monasterio Santa María Madre de la Iglesia.
El 8 de mayo de 1978 fue la primera abadesa del Monasterio Mater Ecclesiae, Canelones, Uruguay.
El 31 de julio en la tarde partió serenamente a la casa del Padre, llegando por fin a su plenitud  el anhelo de ir al Cielo. Toda la comunidad monástica agradece a la queridísima Madre Plácida, su testimonio de fe, esperanza y caridad, expresión de su total ofrenda a Dios y a los hermanos.
Agradecemos sus oraciones por su eterno descanso.

Oremos
Oh Dios, que preparaste bienes invisibles para los que te aman,
infunde en el corazón de tu sierva Plácida María el fervor de tu caridad,
para que, amándote a ti en todas y sobre todas las cosas,
alcance tus promesas que superan todo deseo.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.