jueves, 30 de diciembre de 2010

¡Qué bien se está aquí! (15a) Reflexiones y canciones

La venida de Jesús al mundo constituye el mejor "As" que nuestro Padre Dios guardaba en su manga y desplegó después que su plan original de amor fuera rechazado.
Jesús es, sin duda, el centro vital de este formidable plan emergente de salvación para la humanidad que habia dicho NO al sueño del Creador. Por eso debemos sentir, como sintió Jesús, la urgencia de recuperar ese proyecto de Dios y permitirnos soñar un mundo diferente: sin odios ni violencias, sin miserias y enfermedades, sin abusos y corrupciones.
Sí, soñemos… ¡Podemos soñar! Porque la Navidad no sólo mueve economías sino que de un modo especial y misterioso, moviliza los corazones que, en estas fechas, están más propensos a enlazarse y conectarse con las necesidades, angustias y problemas de otros, cercanos o lejanos… Dejémonos invadir, sin ningún temor, por esa corriente impetuosa de amor, alegría, unión y perdón que nos trae el recuerdo del Dios Niño, para generar actitudes nuevas y cambios importantes en nuestras vidas y en los demás.
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Te llevo desde niño muy adentro, te encuentro en los pájaros, las flores, la lluvia, la tierra y el silencio. Quiero darte gracias, porque estás presente en mis amigos, en mis hijos y en mis padres. Porque me das una mañana cada día. Me das fe, esperanza  y protección. Porque  estás dentro de mí a cada instante... por tu cuerpo, por tu sangre y por tu amor. ¿Cómo podría no agradecerte? ¿Cómo podría no creer en Vos, mi Buen Padre?


Ya se viene el año nuevo. Estrellita del Oriente concédeme tres deseos… que lleguen los buenos tiempos, que se alejen los dolores y se alegre el sentimiento… ¡qué buenos son los amores cuando se llevan por dentro!  Gloria Estefan - Tres deseos - Abriendo puertas:


Que se borre la imagen del pasado, si el pasado es de muerte y desconsuelo y que nazca un futuro de esperanza, Que suene una canción de amor. Y la luz vuelva a brillar en los ojos de todos. Que se llene la tierra de sonrisas y en un abrazo fraterno y para siempre todos los hombres, apuesten por la paz. Presten atención al precioso mensaje de esta “Canción para la Paz” de José Luis Perales.


Piensa libremente, ayuda a la gente, Lleva poca carga y a nada te aferres. Grita contra el odio, contra la mentira, no hieras a nadie, reparte alegría. No te guardes nada, que todo se brinda segundo a segundo y todos los días. Celebra la vida Los invito, no solo a escucharla, también a cantarla.


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Jesús es el don y la plenitud de bendiciones que Dios Padre ofrece a la humanidad. En Cristo nos ha elegido y nos ha predestinado a ser hijos adoptivos suyos
Vivir la verdad del hombre nuevo, exige imitar a Cristo en su obediencia filial al Padre y también vivir la fraternidad con la gratuidad del amor auténtico, en el camino del tiempo como lo hizo Jesús.. El cristiano es igual que los otros hombres, pero además es un ser humano santificado y esto le exige buscar la perfección de sus virtudes. Ser más de Dios conlleva ser más hombre
Desprendámonos de los pesos muertos que pueden detenernos: el rencor, la envidia, la comodidad, el egoísmo…

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Avancemos al nuevo año con el espíritu renovado, con el afán de lucha y la esperanza a flor de piel para emprender planes personales y sociales de justicia y caridad. Seamos un aporte certero en la restauración del sueño de la felicidad para la cual fuimos creados por nuestro Padre Dios. Disfruten de este fin y comienzo de año, sean felices y compórtense como cristianos dignos, que andan a plena luz. Que tengan una feliz semana… si Dios quiere, volveremos a estar aquí y entre ustedes, el próximo jueves a las 10 de la mañana, por Radio Maria, en Que bien se está aquí.

¡Qué bien se está aquí! (15b) Entrevista a Mons. Heriberto

Mons. Heriberto fue entrevistado en el último programa del año por Yenny y Nelly, buscando una especie de balance de su tiempo de episcopado en Melo. Lo siguiente no es una desgrabación sino una nueva versión de la nota radial, conservando su esquema original y los principales conceptos vertidos, con alguna acotación más.


Yenny:  En este último programa de este año, el entrevistado es quien, además de ser nuestro guía espiritual, es nuestro compañero de equipo: Mons. Heriberto Bodeant, el Obispo de Melo. Monseñor, Ud. llegó a nuestra diócesis hace un año y medio, pero está terminando el primer año "completo" entre nosotros. ¿Cuáles son sus sentimientos, cómo mira este camino recorrido, cómo ha vivido su misión de pastor de la Diócesis de Melo?
Mons. Heriberto: Yo interpreto mi misión de Obispo desde la misión de Jesucristo y la misión de todo el Pueblo de Dios. Jesús se presenta ante nosotros como el Buen Pastor, y desde el comienzo de su misión convoca un grupo de discípulos "para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar", es decir, para participar de su misión. Ese grupo, los Doce, convertidos en apóstoles, es decir, enviados, llevarán la buena noticia de Jesús crucificado y resucitado por nuestra salvación hasta los confines del mundo conocido. De esa forma irán fundando comunidades en diferentes lugares y estableciendo responsables locales. De allí surgirán lo que hoy llamamos Obispos: sucesores de los apóstoles y responsables de la porción del Pueblo de Dios que está en un lugar determinado, una Iglesia diocesana. Todo ello, en comunión con el sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. A Pedro, y a sus sucesores, Jesús encomendó el delicado y especial servicio de confirmar en la fe a sus hermanos y presidir en la caridad.
La misión de Jesús se despliega en tres aspectos. Jesús es profeta, sacerdote y rey. Hubo en el Pueblo de Israel, del que el Hijo de Dios se ha hecho miembro por su nacimiento, profetas, sacerdotes y reyes. Pero Él no es uno más. Es "el" profeta, "el" sacerdote, "el" rey, todo por excelencia.
Todo verdadero Profeta es un enviado de Dios para comunicar su Palabra a los hombres. Jesús es la Palabra eterna del Padre hecha hombre, encarnada. Esto significa que todo su ser, toda su vida, sus palabras, sus acciones, su pasión, muerte y resurrección son esa Palabra del Padre. Y esa Palabra es Amor. "Dios es Amor", nos dice San Juan; y el Amor de Dios se comunica a nosotros plenamente a través de su Hijo.
Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían sacrificios "por sus pecados propios y por los del pueblo". Jesucristo, Sumo Sacerdote sin pecado, ofrece un único sacrificio que, de una vez para siempre, abre a los hombres el camino del perdón y la reconciliación. Esto lo hace "ofreciéndose a sí mismo" (cf Hb 7,27). No se trata sólo de la muerte de Jesús: el sacrificio de Jesús es la ofrenda de la totalidad de su ser y la totalidad de su vida. Todo su ser, toda su vida, es una ofrenda de amor al Padre.
Numerosos reyes tuvo el pueblo de Israel en su historia, entre los cuales, en tiempos de Jesús, era particularmente recordado el rey David, con cuya familia entronca Jesús al ser recibido por José como hijo. Jesucristo es Rey, pero su reinado, su manera de ejercer la realeza "no es de este mundo". Jesús se manifiesta como rey-servidor, que da la vida por sus hermanos. Su trono es la cruz, su corona es de espinas... Pero, resucitado, sentado a la derecha del Padre, es constituido Rey del Universo, como lo celebramos el último domingo del año litúrgico.
En esas tres dimensiones, entonces, se desarrolla la misión de Jesús como Salvador, Redentor, Liberador del hombre.

Yenny: ¿Y cómo se refleja eso en la misión de todo el Pueblo de Dios? y en la misión del Obispo?
Mons. Heriberto: Entramos al Pueblo de Dios, a la Iglesia, por medio del Bautismo, que nos une a Jesucristo. Por esa unión, Él hace participar a cada bautizado de su misión, en sus tres dimensiones. Cada bautizado es, y está llamado a vivir como tal, profeta, sacerdote y rey, en unión con Cristo.
Cada uno de nosotros, como profeta está llamado a anunciar la Buena Noticia de Jesús; como sacerdote está llamado a hacer de su vida una ofrenda agradable al Padre; como rey a poner su vida al servicio del Reino de Dios, sirviendo a sus hermanos.

Yenny: ¿Y en la misión del Obispo?
Mons. Heriberto: Toda esta explicación ha sido un poco larga, aunque habría muchísimo más para decir. Sin embargo, creo que es así que se puede entender mejor lo que el Concilio Vaticano II señala como la misión del Obispo:
"Cada uno de los Obispos a los que se ha confiado el cuidado de cada Iglesia particular, bajo la autoridad del Sumo Pontífice, como sus pastores propios, ordinarios e inmediatos, apacienten sus ovejas en el Nombre del Señor, desarrollando en ellas su oficio de enseñar, de santificar y de regir." (CD 11)
Enseñar, santificar y regir resume la misión del Obispo. Enseñar, en cuanto que Cristo hace participar al Obispo de su ser Profeta; santificar, participando del sacerdocio de Cristo; regir, participando de la realeza de Cristo. Enseñar predicando, anunciando el Evangelio, comunicando la fe. Santificar, fundamentalmente a través de la celebración de los Sacramentos, de los cuales el Obispo puede celebrar la totalidad, los Siete. Regir, gobernando la porción del Pueblo de Dios que se le ha confiado.
Todo esto, para fortalecer y animar al Pueblo de Dios a vivir su misión como pueblo de reyes, pueblo de profetas, pueblo sacerdotal.

Yenny: Monseñor ¿Y cómo se siente con todo eso?
Mons. Heriberto: Uno no puede menos que sentirse "con temor y temblor", como decía San Pablo. Es una responsabilidad enorme, que uno asume con la propia fragilidad humana, pero con una confianza muy grande en la Gracia de Dios. Sin Él "nada podemos hacer". También, contando con la ayuda de toda la comunidad diocesana.
Enseñar, valiéndose de todos los medios: predicar en cada celebración, a través de la radio, al responder a entrevistas de la prensa, con el blog, con facebook... todo puede ser un espacio para decir una palabra "a tiempo y a destiempo". En ese sentido, mucho se ha podido hacer en este tiempo, y mucho más queda por abrir, por enriquecer, por desplegar.
Santificar: hay dos sacramentos reservados al Obispo. Uno que, en caso de necesidad, puede delegar a un sacerdote, que es la Confirmación. He podido celebrar muchas veces este sacramento a lo largo de este año y medio. A veces con numerosos confirmandos, otras veces con un grupo pequeñito. En comunidades de barrios y en comunidades rurales. La celebración de la Confirmación es un indicador de la madurez de la comunidad, que está ayudando a sus miembros a crecer en la fe y en el compromiso cristiano. El otro sacramento, ése sí sólo administrado por el Obispo es el Orden Sagrado. Tuve la alegría de celebrar mi primera ordenación diaconal el año pasado, y este año, en la fiesta diocesana, una alegría aún mayor, ordenando presbítero a aquel diácono. El P. Wilson es el primero que ha recibido por la imposición de mis manos y la oración consacratoria el ministerio sacerdotal. El presbítero es un colaborador inmediato del Obispo, sirviendo a la comunidad en el mismo sentido: enseñar, santificar, servir, orientar, animar para que viva la misión de todo el Pueblo de Dios.
Regir: al Obispo le corresponde tomar muchas decisiones, de todo tipo, que van desde el nombramiento de un párroco hasta la compra o venta de una propiedad, pasando por muchos aspectos grandes y chicos de la vida cotidiana de la diócesis. Cuando yo era vicario parroquial y me planteaban temas de difícil solución, me quedaba el recurso de pedir consultarlo con el párroco. Luego, como párroco, ya no tenía esa posibilidad. Como Obispo auxiliar, en Salto, volví a la situación de vicario, y todavía podía decir "déjeme consultarlo con el Obispo". Hoy, como Obispo diocesano, aunque tengo la responsabilidad de la decisión final, no dejo de consultar a quien sea pertinente: al párroco o a las religiosas del lugar, si es un tema local; al Consejo de presbiterio, al vicario pastoral o al vicario general, según qué tipo de asunto sea. También los laicos de la Vicaría Pastoral o en el Consejo Pastoral Diocesano, las religiosas en sus encuentros, me dan ocasiones de escuchar pareceres, para luego tomar decisiones. En mi bula de nombramiento para Melo, el Papa Benedicto XVI decía "los que nos hemos sucedido en el lugar de Pedro... nos esforzamos en consultar", aludiendo a las muchas consultas que se hacen antes de que el Papa nombre un Obispo. Bien, yo diría que, buscando mantener equilibrio con la efectividad, que a veces requiere decisiones rápidas, "me esfuerzo en consultar".

Yenny: A su servicio en la Diócesis se le suman otras tareas que tiene en la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU)...
Mons. Heriberto: Efectivamente. Mis hermanos Obispos me eligieron en noviembre de 2009 como Secretario General y Coordinador pastoral de la CEU, dos tareas que suponen mucho empeño. Como coordinador pastoral me reúno con los Vicarios Pastorales de las diez diócesis, buscando llevar adelante las Orientaciones Pastorales de la CEU, inspiradas fundamentalmente en Aparecida y que buscan poner a la Iglesia en el Uruguay en "estado de misión permanente".
Al Secretario, además de varios servicios de tipo administrativo, le corresponde ser el portavoz de la Conferencia ante los Medios de Comunicación y también representarla en algunas reuniones del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que suelen hacerse en su sede de Bogotá, Colombia.
En 2011 Uruguay recibirá la 33ª asamblea del CELAM. Vendrán presidentes y secretarios de 23 conferencias episcopales. Estarán seis o siete cardenales... va a ser un evento muy importante en la vida de la Iglesia en el Uruguay, porque es la primera vez que Uruguay recibe esta asamblea.

Nelly: Monseñor, entre las cosas más salientes de este año ha estado el movimiento misionero de la Diócesis, como lo recordábamos en este mismo programa, cuando en octubre hablamos de las Misiones. ¿Es esta una diócesis misionera?
Mons. Heriberto: Algo que ha sido para mí muy llamativo y muy significativo es la tarea y la apertura misionera de esta Iglesia diocesana. Allí se ponen en juego esas tres dimensiones: profética, sacerdotal, real, de la misión de toda la Iglesia. Y es algo que me alegra particularmente en este tiempo en que, desde 2007, los Obispos latinoamericanos reunidos en la Conferencia de Aparecida nos han animado a asumir y fortalecer nuestra identidad cristiana, nuestra identidad de Discípulos Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida.
La Diócesis ha vivido y vive esto de muchas formas. Es una diócesis que cuenta con muchos sacerdotes y religiosas venidos de otros países, pero también ha sabido dar un sacerdote misionero a Bolivia, que regresó en 2009 y ha permitido la salida de otro a Brasil al principio de 2010.
A lo largo de este año hemos recibido misioneros venidos desde los EE.UU., Italia, Francia, pero también desde Uruguay, como los jóvenes del Juan XXIII de Montevideo que estuvieron en Treinta y Tres hace poco.
Veo también metodología misionera en el trabajo de las religiosas como las Doroteas, las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, las Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado y otras, visitando, cercanas, formando y animando comunidades.
La parroquia Catedral ha mostrado también un camino de misión intraparroquial, emprendido por grupos de laicos de capillas que con su visita periódica a otra comunidad que se está afirmando, han contribuido a fortalecerla. En la parroquia San José Obrero de Melo hay laicos que acompañan al sacerdote en su visita a las capillas. En El Salvador, Treinta y Tres, una comunidad acompaña al sacerdote y visita regularmente el pueblo de María Albina. Esta participación de los laicos es algo a continuar y fomentar.
Nelly: Ahora, los jóvenes se preparan para participar en una Acampada-Misión en la parroquia de La Charqueada, del 5 al 9 de enero.
Sin duda que hay aún mucho más camino por hacer y mucho para profundizar, pero creo que tenemos una buena base sobre la que seguir construyendo. Siguiendo el camino de mis predecesores he procurado llegar a las distintas comunidades de los barrios y de la campaña. Gracias a Dios he podido visitar muchas de ellas, pero es una tarea a continuar en 2011 para completar al menos una visita a cada capilla.

Nelly: Monseñor, se habla a menudo de "la riqueza de la Iglesia", pero esa riqueza es su gente. ¿Cómo es esta gente que ha encontrado aquí en Cerro Largo y Treinta y Tres? ¿Cómo nos va conociendo?
Mons. Heriberto: Cuando tuve mi primera conversación con Mons. Luis del Castillo, el día en que se me comunicó que había sido nombrado Obispo de Melo, Mons. Luis me presentó la Diócesis diciendo: "la Diócesis de Melo es una diócesis pobre en recursos humanos y económicos, y la primera tarea del Obispo es conseguir unos y otros". No voy a hablar del tema económico que sigue siendo una dificultad importante, pero creo que en lo humano las palabras de mi predecesor son una verdad, porque no son suficientes los sacerdotes, los diáconos permanentes, las religiosas, los laicos formados y comprometidos; no digamos ya para el crecimiento de la Iglesia, sino aún para mantener una atención, un seguimiento regular de las comunidades.
Sin embargo, hay de veras una gran riqueza humana.
Mi relación más cercana es con el clero, es decir, los sacerdotes, los diáconos permanentes y los seminaristas. Con ellos me he reunido, con relativa frecuencia, en jornadas de reflexión, de formación, de convivencia fraterna... tuvimos este año una semana de Ejercicios Espirituales con Mons. Domingo Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, que fue muy enriquecedora. Es un grupo de gente de muy diversos orígenes y experiencias, lo que a veces es una dificultad, pero constituye sobre todo una riqueza. Es, además, un grupo humano que vive una relación muy fraterna, que gusta de encontrarse.
Un segundo grupo, más diverso aún, que he ido encontrando y conociendo es el de las religiosas. La diócesis cuenta también con religiosos varones, que son los Padres Salesianos, pero como ellos participan de los encuentros de sacerdotes, por eso aquí me refiero más a las religiosas. Las veo vivir sus respectivos carismas en cercanía con la gente, acompañando las comunidades. Algunas llevan muchos años viviendo en la diócesis y han tejido relaciones muy profundas, haciendo de ellas personas muy valoradas y queridas.
Voy conociendo, de a poco, el muy numeroso laicado. Voy encontrando hombres y mujeres muy comprometidos con su vida cristiana, tanto en la Iglesia como en el mundo. Personas muy generosas, brindando voluntariamente su tiempo, como el equipo de "¡Qué bien se está aquí!".
Creo que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad ha sido muy importante para que muchos bautizados encuentren a Cristo y se comprometan con Él. También las Comunidades Eclesiales de Base y otras formas de pequeñas comunidades son espacios que alimentan la fe y el compromiso de los cristianos. Ambas propuestas pueden complementarse.

Yenny: Hemos hablado de la misión, de la gente. ¿Hay una presencia de la Iglesia que se proyecte hacia la sociedad, llegando especialmente a situaciones sensibles?
Mons. Heriberto: Creo que una proyección tradicional de la Iglesia hacia la sociedad está en la Educación Católica. Hay varias instituciones educativas católicas, algunas de ellas de carácter diocesano. Hay obras sociales como San Martín de Porres en Treinta y Tres, con tres centros, apuntando ahora a abrir un cuarto en Vergara, o el CAIF de La Pedrera, cerca de Melo.
Existen tres hogares de niños, en Melo, Vergara y Cherro Chato, que he podido visitar más de una vez, encontrándome con esos niños y adolescentes que piden y dan cariño, con los que he podido compartir no sólo la Eucaristía y alguna merienda, sino también unos ratos de canciones.
En Melo existe un pensionado para jóvenes de campaña y una escuela de quesería, en Villa Betania, aporte de misioneros italianos. Hay academias, merenderos, distribución de canastas, diferentes formas de ayudar a la promoción humana o de asistir a personas que sufren necesidades puntuales o permanentes.
Dos situaciones sensibles, la de los presos y la de los adictos encuentran respuestas respectivamente en la Pastoral Carcelaria y en la Fazenda de la Esperanza que ofrece un programa de recuperación de adictos, o el grupo de Amor Exigente, que apunta a la familia del adicto, más otras iniciativas que están en camino.

Yenny: Finalmente, Monseñor, ¿Cuáles son las perspectivas, inquietudes, proyectos para este nuevo año 2011?
Mons. Heriberto: 2011 está marcado por la celebración del Bicentenario del proceso de emancipación oriental, celebración en la que la Iglesia quiere estar presente.
Es también un año para elaborar el nuevo proyecto pastoral diocesano, continuación del que hemos concluido y evaluado.
Finalmente, será el primero de nueve años con los que nos preparamos a celebrar, en 2019, el centenario de la llegada a Melo de su primer obispo, Mons. Marcos Semería. El novenario, más allá de las actividades puntuales que pueda ofrecer, trata de crear un espíritu, una mística diocesana que fortalezca nuestra identidad, comunión y misión.
Con esto no estamos mirando al pasado, sino buscando aquellas semillas, aquellos valores que estuvieron presentes en la fundación del país y en los comienzos de la vida diocesana. Ellos son parte de nuestra identidad y sobre ellos queremos seguir construyendo.
Le encomendamos a nuestra patrona, Nuestra Señora del Pilar, todos estos proyectos y todo este Pueblo de Dios que peregrina en Cerro Largo y Treinta y Tres, para que ella nos ayude a prestar atención a la Palabra de su Hijo y "hacer lo que Él nos diga".

lunes, 27 de diciembre de 2010

Despedidas... ¡Gratitud!





En estos días de Navidad, dos comunidades de nuestra diócesis despidieron a sus sacerdotes. El mismo 25, la comunidad parroquial Virgen de los Treinta y Tres (Cruz Alta) en la capital olimareña despidió al P. Romualdo y dio la bienvenida al seminarista Reinaldo.
Ayer, 26, la comunidad de la parroquia Nuestra Sra. del Pilar, Catedral de Melo, despidió al P. Lucas.
El P. Romualdo, sacerdote polaco, de la diócesis de Gdansk, estuvo apenas un año en Virgen de los Treinta y Tres. Su llegada fue verdaderamente providencial en un momento en que la comunidad quedaba sin sacerdote y con mucha incertidumbre. El P. Romualdo se hizo una presencia sensible, con una gran disponibilidad para la escucha, el consuelo, el consejo y la celebración de la Reconciliación. Abrió diariamente el templo, durante varias horas, y allí estaba, disponible para todos. Este año fue para él crucial, ya que necesitaba una pausa antes de asumir un nuevo compromiso. Es así que hoy está partiendo rumbo a la Patagonia argentina, a la diócesis de Comodoro Rivadavia, donde será vicario de la Catedral, muy cerca del nuevo Obispo de esa diócesis sureña.
El P. Lucas, francés de la diócesis de Dijon, llegó hace cinco años a Melo. El final de este período lo encuentra en dos responsabilidades muy importantes que fue asumiendo: vicario pastoral de la diócesis y párroco de la Catedral. Ha sabido conjugar a lo largo de este tiempo el trabajo de organización y articulación de la pastoral diocesana y parroquial, promoviendo la formación y la participación de laicos y religiosas, con una entrega muy personal a sus ovejas, ejerciendo la caridad pastoral sin reservas, acompañando con mucha sensibilidad los momentos más dolorosos de su comunidad. Regresa ahora a su diócesis de origen, desde donde prestará también un servicio en la Conferencia Episcopal Francesa, en el organismo dedicado a la ayuda pastoral a América Latina. Como encargado de ese servicio, deberá viajar en algunas ocasiones a nuestro continente, lo que nos da la esperanza de verlo de nuevo en no demasiado tiempo.

En todo esto se entremezclan los sentimientos: alegría de la Navidad, tristeza de la separación, expectativa por la etapa nueva que cada comunidad inicia... Sin embargo, hay un sentimiento que prevalece sobre todo: la gratitud.
¿Qué queda de esta presencia de Romualdo y Lucas? San Pablo nos dice que todo pasará menos la Caridad. "La Caridad no pasa nunca". Cada acción de verdadera, profunda caridad que realizamos, está ya guardada en el misterio de Dios. Estos dos sacerdotes han vivido entre nosotros, han ejercido esa caridad pastoral que es el centro de la vida del presbítero. Los despedimos, les damos gracias. Guardamos en el corazón el recuerdo de los momentos compartidos. Los recordaremos y encomendaremos en nuestra oración.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Sagrada Familia: Familia, educadora de la fe

La primera misión de los padres:
llevar a los hijos a Dios
Que no se pierda ni uno solo de estos pequeños



No hay mejor herencia para un hijo que la fe y la confianza en Dios; no hay mejor regalo para ellos en esta Navidad -y siempre- que acercarles al Señor; no hay mejor misión para una familia que enseñar a un hijo a rezar. En la transmisión de la fe a los hijos, nos jugamos mucho, no sólo el futuro de la sociedad o de la Iglesia, sino la felicidad terrena y la salvación eterna de los propios niños
María Belén, una niña de 6 años, llega a casa llorando, porque una amiga suya le ha contado que su padre se ha quedado sin trabajo y que había tantas discusiones en casa que sus padres han decidido separarse. A los tres días, llega el propio padre de María Belén a casa y cuenta que él también se ha quedado desocupado. María Belén se acuerda entonces de lo que le ha pasado a la familia de su amiga y pregunta a sus padres con ansiedad: “¿Y qué nos va a pasar a nosotros ahora?” Y entonces dice su papá: “Nada, cariño, Dios proveerá”. Y María Belén pasa del drama que se le había venido encima a cantar y a jugar, como si no pasara nada. La anécdota la refiere el propio tío de María Belén, el padre escolapio Rafael Belda, autor del libro Al paso de los niños. Los niños en la Biblia (Edicep): “Éste es un modo imborrable de transmitir la fe -afirma a este semanario-, que deja una huella y un sello interior mucho más firme que cualquier argumento verbal. Un niño, lo que necesita es vivir la vida así. Al decir: Dios proveerá, y al proponer: Vamos a rezar, vamos a rezar el Rosario, vamos a la iglesia..., estás confesando tu fe en que Dios nos cuida, y esto da al niño un eje interior que nadie puede romper”.
Muchos niños crecen hoy sin la menor noticia de Dios, sin conocer que tienen un Padre en el cielo, que les ha dado la vida y con el que se encontrarán cuando terminen su existencia en este mundo. Por eso es tan importante transmitir la fe a los hijos, y hacerlo bien. Afirma el padre Rafael Belda que “los niños no sólo tienen capacidad para relacionarse con Jesús, sino también necesidad. Es un derecho de todo niño el ser acercado a Dios, y es un deber nuestro hacerlo... No es sólo que ellos tienen derecho a Dios; es que nosotros tenemos la obligación moral de llevarles a Él. Es muy importante que un niño nunca recuerde el día en que empezaron a hablarle de Jesús, porque eso significa que fue desde siempre. Y esta tarea comienza ciertamente en la familia”.

No hace falta hablar mucho
Así, se puede decir que es una verdadera injusticia para con los niños no darles la fe, no llevarles a Dios. Y para una comunidad cristiana -y la familia es la primera comunidad cristiana que conocen los niños- la transmisión de la fe es un deber intrínsecamente ligado a la misma experiencia creyente: no se puede ser católico sin ofrecer la fe. ¿Cómo hacer entonces que un niño pueda recibir la fe de sus padres? ¿Cómo puede un padre hablar del Señor ante su hijo? Don Juan de Dios Larrú, profesor de Ética y Teología Moral en la Facultad de Teología San Dámaso, de Madrid, señala que “lo primero que tienen que hacer los padres es vivir ellos mismos la fe, que sean creyentes de verdad. Una persona que vive la fe, la transmite. Un padre creyente comunica a Dios en todo lo que hace: vive las circunstancias de su vida en esta perspectiva. Por tanto, el primer consejo a los padres que quieran transmitir la fe a sus hijos es que vivan ellos mismos la fe profundamente. Deben cultivar primero ellos ese encuentro personal con Cristo”.
El padre Rafael Belda es de la misma opinión: “No se puede dar lo que no se tiene. Transmitir la fe a los hijos sólo es posible si el padre y la madre son creyentes, si hacen ellos un camino de fe. Esa fe, si se vive, se transmite por ósmosis. No necesitas hablar mucho. Tienes que vivir como un creyente, que es distinto. Los niños no necesitan que tú les expliques con muchas razones la existencia de Dios. Lo que necesitan es que tú lo confieses existente en tu vida diaria”.

Entre el Rosario y las tortillas
Una familia canta a la Virgen peregrina, iniciativa del movimiento de Schoenstatt para fomentar la vivencia de la fe en familia
El cardenal Carlo Cafarra contaba que, de pequeño, en su casa se rezaba el Rosario por las tardes, y se quedaba admirado: ¿Qué es esto del Rosario, que hace que mi padre se ponga de rodillas? ¡Mi padre de rodillas! Y, al mismo tiempo, su madre estaba en la cocina batiendo los huevos para la cena. Su padre de rodillas, algo impensable, y su madre haciendo la cena. “La fe es así -confirma don Juan de Dios Larrú-. Tiene que ver con lo más cotidiano y con lo más trascendente. Ésta es la experiencia que ha de tener el niño: que la fe forma parte de la vida de todos los días”.
Las dificultades no son pocas. El profesor Larrú señala tres de ellas: “Una vida familiar pobre, propia de una cultura en la que la relación y la convivencia de los padres con los hijos está muy debilitada; una vida cristiana de mínimos, porque conformarse con lo mínimo, ir simplemente a misa los domingos, es claramente insuficiente, ya que el ambiente no favorece en nada la transmisión de la fe; y el moralismo de reducir el cristianismo a cumplir unas normas, a ser buenos y portarse bien: ser santo es mucho más que ser bueno, y la vida moral cristiana es tener una relación de amor y amistad con Cristo”. También los abuelos deben tomar esta misión como propia, por el bien de sus nietos, dadas las dificultades que presenta la vida moderna a los padres de familia.

La Navidad, momento propicio
Por eso, la Navidad ayuda de manera innegable a que los padres puedan pasar a sus hijos los rudimentos de la fe. Es una oportunidad que no se puede dejar pasar. Don Juan de Dios Larrú aconseja hacer llegar a los niños que “la fe aporta alegría: es muy importante que la fe se celebre. La fe tiene que ver con la fiesta. Un niño debe percibir que la fe está unida al sentido gozoso de la vida. La Navidad es la alegría enorme de que Dios está cerca de nosotros”. Y el padre Rafael Belda lo corrobora: “La Navidad es un momento de gracia especial. La sociedad ha convertido la Navidad en puro comercio, ha perdido la relación con el misterio de la espera de Dios. Pero los niños perciben que pasa algo: hay vacaciones, se pasa más tiempo en casa, se ponen los adornos navideños, se va construyendo poco a poco el pesebre, cantan villancicos, van a la Misa de Nochebuena... A un niño nunca se le olvida el salir por la noche una vez al año con papá y mamá para ir a misa, y luego en la iglesia cantar y besar el Niño...; eso no se olvida. Hay que llevar a los niños a las fuentes de la fe para que queden impresas en su psicología, en sus sentimientos, ya desde pequeños. Y darles la Palabra de Dios desde la primera infancia también es crucial para construir sus vidas sobre la Roca firme. Narrar la historia sagrada, la historia de la salvación, a los niños les fascina, les entusiasma, vibran con ella...”

Gentileza del P. Juan Algorta SDB

viernes, 24 de diciembre de 2010

Mensaje de Navidad del Oficio Catequístico Diocesano de Melo




La historia de la Navidad es la historia de Dios que se hace nuestro compañero de viaje.
Klaus Hemmerle

Que en esta Navidad el Niño Dios nos regale la sensibilidad  para redescubrir y experimentar  el gozo de su presencia  en nuestra historia personal, comunitaria, eclesial.

…Y así, en el 2011,  con  renovado ardor de discípulos misioneros, podamos anunciarlo con fervor  y entusiasmo  y con la certeza de que no estamos solos;  Él, es “el compañero de viaje” en la Catequesis Diocesana y Nacional.

¡Feliz Navidad 2010!

Oficio Catequístico de Melo

Mensaje de Navidad del Presidente de la CEU


Mons. Carlos Collazzi, Obispo de Mercedes y presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay ofrece su saludo a todo el pueblo uruguayo.


En el sitio web de la CEU, 
un "especial de Navidad", 
con los mensajes de los Obispos uruguayos:
 

jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Qué bien se está aquí! (14)

Nuestro programa previo a la celebración de la Navidad comenzó este jueves con una canción que nos pone en el clima navideño... de la "Navidad nuestra" de Félix Luna y Ariel Ramírez, la versión de Mercedes Sosa de "La peregrinación", que recuerda el fatigoso traslado de María y José hacia Belén.


Continuamos con una entrevista a Mercedes, integrante de la comunidad de Catedral, a propósito de la despedida de su párroco, el P. Lucas.
Es inevitable la tristeza por el alejamiento de este sacerdote francés, de la Diócesis de Dijon, que ha prestado su servicio pastoral en la Diócesis de Melo durante cinco años. Pero es también muy grande la gratitud por este tiempo compartido entre nosotros. Mercedes destacó el rol del P. Lucas en la animación de la comunidad parroquial, reavivando las comunidades de los barrios y de la campaña, fomentando la comunión y la misión, que llevó a algunas comunidades a ser apoyo y estímulo para otras.
El domingo 26 a las 20 horas se celebrará la Misa de despedida, que presidirá Mons. Heriberto, luego de la cual habrá un fraterno ágape.
El P. Lucas será reemplazado por el P. Jairo, oriundo de Melo y actualmente párroco de Fraile Muerto, parroquia que continuará atendiendo, acompañado por el P. Wilson, joven sacerdote colombiano ordenado en octubre pasado. El P. Jairo asumirá el 1º de enero.
Una "Navidad blanca" (White Christmas) suele ser el deseo en muchos países del norte, donde el nacimiento de Jesús se celebra en el invierno. Desde nuestra Navidad metida en el verano, a veces cabe también ese deseo para quienes piden un poco de aire fresco en medio de nuestros calurosos días... Luis Miguel nos aporta esta canción en clima de invierno... pero también el blanco, color de la pureza, de la disponibilidad viene bien para esta fiesta, que celebramos precisamente con ornamentos blancos en la Misa.


Una de las capillas de la Parroquia Catedral de Melo es conocida como Villa Betania. Allí, desde hace diez años hay una presencia misionera italiana. Rosa es una laica consagrada, perteneciente a una asociación de fieles llamada "Voluntarios de la Esperanza", fundada por un sacerdote de la Diócesis de Lamezia Terme, en Calabria, el P. Domenico (Mimmo) Baldi.
Junto a los "Voluntarios" existe también un movimiento juvenil, el AUG (Andiamo in Uruguay Giovanni) que, en Italia, apoya el trabajo misionero que se realiza en Melo, La Paloma (Rocha) y el Vicariato de Camiri (Bolivia).
¿Cómo surgió todo esto? El P. Mimmo nos cuenta que fue misionero en Perú algunos años. A su regreso a Italia, un joven impresionado por su experiencia misionera le propuso ir como voluntario a un país de misión. "Pero no quería ir a Perú. Quería ir a un país distinto, quería que fuera algo nuevo". Fue así que el P. Mimmo se relacionó en su diócesis con una comunidad de las Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado (congregación cuyos 60 años de presencia en Fraile Muerto acabamos de celebrar). Las MFVE sugirieron un país "desconocido": el Uruguay. "Yo no sabía nada de Uruguay. Creí que estaba en Centro América", dice el P. Mimmo. Así comenzaron los primeros viajes a Melo, hace doce años. Dos años después, la presencia se hizo permanente con el compromiso de Rosa. El 10 de agosto de 2001 se abrió un merendero, que fue el primer emprendimiento y que continúa hasta hoy.
Al merendero se agregó un oratorio para continuar el trabajo con los niños. Luego, un pensionado para jóvenes del medio rural que tuvieran así la posibilidad de hacer su Liceo en Melo. Preocupados por esos adolescentes y su futuro, se fue perfilando una nueva idea: un taller para aprender a elaborar quesos. Distintas personas fueron viniendo y aportando ideas, estudiando la viabilidad. Entre ellas, un italiano llamado Talarico. Uno de los quesos que se fabrica en el taller de Villa Betania lleva su nombre.
"Quisiera subrayar que lo que ha sostenido a los Voluntarios y al AUG es la idea de la misión, especialmente a los jóvenes y a los pobres", dice el P. Mimmo, y agrega: "Si la Iglesia no es misionera, se va a perder. Si la Iglesia no es missionaria, como se dice en italiano, es dimissionaria, es decir, que abandona su tarea, lo que le corresponde hacer".
Dejando pendiente una nueva entrevista con el P. Mimmo para hablar de los proyectos en La Paloma y Bolivia, fuimos cerrando nuestra programa, con el saludo de Feliz Navidad a todos nuestros oyentes, y una última canción: Gloria Stefan, "Arbolito de Navidad"

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Misa de clausura de la Misión en Barrio Abreu, Treinta y Tres








Alumnos de cuarto año del Instituto Juan XXIII, preuniversitario salesiano de Montevideo culminan hoy la misión iniciada la semana pasada en el Oratorio Laura Vicuña, en Barrio Abreu, Treinta y Tres.
El Oratorio, animado por la comunidad de las Hijas de María Auxiliadora de la ciudad está enclavado en una zona de la ciudad que se ha ido poblando rápidamente, con muchas carencias.
Mons. Heriberto, acompañado por el sacerdote responsable del grupo misionero, el P. Francisco Lezama SDB, celebró hoy la Eucaristía con los jóvenes.
A partir del Evangelio de hoy, el Cántico de María, el obispo invitó a los jóvenes a manifestar sus propios motivos de alabanza, a partir de la presencia y acción salvadora de Dios que hubieran percibido en estos días.
Los jóvenes brindaron un nutrido testimonio, donde expresaron la conciencia de los cambios que fueron viviendo a lo largo de los días. El encuentro con los niños y sus familias fue un gran impacto para los jóvenes montevideanos que descubrieron un mundo, por una parte, desprovisto de muchos bienes materiales y recursos con los que ellos cuentan y, sin embargo, ricos en una manera de relacionarse cercana, abierta, solidaria.
Resumiendo los testimonios escuchados, el obispo les manifestó que, cuando se vive una experiencia como la de ellos (para muchos la primera misión, más aún, la primera salida al interior) uno se replantea su relación con las cosas, con los demás, con Dios y consigo mismo. Así, muchos jóvenes hablaron de la manera diferente en que ahora veían las cosas que tenían o deseaba y su relativa importancia. Se sorprendieron de oir contar, con toda confianza hacia ellos, duras historias de vida. Los diferentes momentos compartidos fueron afianzando al grupo en un conocimiento mutuo y una amistad más profunda. La celebración de la Eucaristía y aún el rezo del Padrenuestro adquirieron otra significación. "María dice: 'mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador'; fíjense que ella no está hablando 'de la boca para afuera', como decimos a veces, sino que está hablando, cantando, desde lo más hondo de su ser. Uds. se llevan ahora muchas cosas en su corazón. Al regreso, se reencontrarán con su mundo, y mucho de esto se irá decantando. ¡Qué bueno que Uds. sigan recordando y pensando en todo lo que han vivido, que se dejen interpelar por todas estas personas que han encontrado y estos acontecimientos que han compartido, de modo que también Uds. puedan encontrar su propio canto de alabanza, desde lo más hondo de su corazón!" concluyó el Obispo.

martes, 21 de diciembre de 2010

Mensaje de Navidad del Obispo de Melo

Pesebre viviente, Parroquia S. José Obrero, Melo, Navidad 2009
Queridas hermanas, queridos hermanos:

Llega a su fin este tiempo de Adviento que nos ha ayudado a prepararnos a la Navidad. Para ello, la Palabra de Dios nos fue proponiendo distintas actitudes.

“Estén prevenidos, estén preparados” nos decía el mismo Jesús en el primer domingo de Adviento, recomendándonos estar atentos y vigilantes para esperar su llegada. Efectivamente, Él se nos fue manifestando en estos días “en cada persona y en cada acontecimiento” en los que, con los ojos de la fe, pudimos descubrir su presencia.

Habiéndolo encontrado de esa forma, pudimos atender mejor al llamado que Juan el Bautista hizo el segundo domingo: “Conviértanse”. Movidos por esa palabra fuerte, buscamos darle a nuestra vida un giro que nos pusiera en dirección al Señor y al hermano, procurando dejar atrás nuestros egoísmos, injusticias y maldades.

Así, en el tercer domingo pudimos sentir que la palabra de Isaías: “regocíjense” era para nosotros. ¿Cómo no alegrarnos si hemos descubierto a Jesús viniendo hacia nosotros y hemos puesto nuestra vida hacia Él?

José, esposo de la Madre del Salvador, nos mostró en este cuarto domingo una nueva actitud: comprometernos decididamente al servicio del proyecto salvador del Padre Dios, que va a cumplirse por medio del Niño que espera María.

Y ahora, nos disponemos a celebrar la Navidad… a celebrar que, naciendo como un niño, Dios ha entrado en nuestra historia, ha acampado entre nosotros, se ha hecho verdaderamente hombre, sin dejar de ser Dios.

El nacimiento de Jesús es el mensaje de amor del Padre. Más aún, ese Niño mismo es el mensaje, la palabra viviente de amor que nos envía el Padre Dios. Toda la vida de Jesús, desde su concepción en el seno de María y su nacimiento en Belén, hasta su pasión, muerte y resurrección, es una sola Palabra por la que Dios nos dice a todos su Amor.

¡Felices nosotros, si no pasamos de largo, indiferentes!

¡Felices nosotros, si abrimos nuestro corazón a ese mensaje!

¡Felices nosotros, si la celebración del nacimiento de Jesús cambia nuestra vida, llenándola de amor, de sentido, de alegría, de ganas de hacer algo bueno por los hermanos!

Los bendice de corazón,

+ Heriberto


Mensaje de Mons. Heriberto Bodeant para Radio Vaticano


lunes, 20 de diciembre de 2010

Crónicas Orientales 4 (De un oriental en el oriente cubano)

Iglesia Nuestra Señora del Rosario, Palma Soriano
Interior de la Iglesia
 Palma Soriano
¿Se imaginan una parroquia tan poblada como la Diócesis de Melo?
Palma Soriano, en una zona semi rural, es atendida por un solo sacerdote colombiano de la Diócesis de Manizales. Lo conocí en un Fin de Semana de Encuentro Matrimonial. Con el apoyo de un matrimonio también de Colombia se organizó para 18 parejas y varios sacerdotes y religiosas en la amplia casa de retiros al lado del Santuario Nacional de El Cobre. Como en muchos rincones del mundo la situación de la familia ocupó un lugar central en la última reunión del Consejo Pastoral Diocesano.

Visita de la Virgen del Cobre
Desde agosto hasta fin del año próximo la imagen de la patrona Virgen del Cobre está recorriendo el país, comunidad por comunidad. A su paso, bautizados, alejados, otros cristianos y curiosos varios, se agolpan en las capillas y casas de familia transformadas en casas de misión. El seguimiento a esta diversidad de personas plantea el reto fundamental a la pastoral.

La Cachimba
Extensas zonas de campaña sin templos son visitadas entre semana por religiosas acompañadas por algunos laicos de parroquias urbanas. En un jeep rojo del ’50, que tosió gran parte del camino, llegamos a La Cachimba por un sendero para ganado. Unos cuarenta adultos y veinte niños cantaron con fuerza en la misa bajo los árboles ante el altar improvisado en el frente de una típica choza de madera.

Estudiantes uruguayos
Finalmente pude encontrarme con algunos de los 400 estudiantes de medicina uruguayos en un campamento que organizaron cerca de La Habana. De Santiago pudieron participar cuatro delegados que hicieron los 900 kilómetros en ferrocarril. Pensamos vernos para celebrar Navidad.

Visita de responsable regional de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima

Madre Marcelina, superiora de la comunidad de Santa Clara,
Mons. Heriberto y Madre Édel
La Madre Édel, responsable regional de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima visitó al Obispo de Melo. Esta congregación fundada en Perú hace casi cincuenta años tiene una comunidad de seis religiosas en Santa Clara de Olimar, Diócesis de Melo y atiende las parroquias de Santa Clara y San José de Tupambaé, incluida su vasta zona rural.
Las MJVV están presentes en otras dos diócesis de Uruguay: la Diócesis de Mercedes, donde cuentan con una comunidad en Ombúes de Lavalle, Colonia, la primera fundada en Uruguay, y en la Diócesis de Salto, donde abrieron una casa en Tambores, por invitación de Mons. Pablo Galimberti en los comienzos de su episcopado.
La Madre Édel es responsable de estas tres comunidades y las dos que tienen en Paraguay, en la Diócesis de Ciudad del Este.
La congregación se prepara a celebrar los cincuenta años de su fundación en Caravelí, Perú, en junio del año próximo. Los tres Obispos uruguayos que cuentan con la presencia de las MJVV han sido invitados y están dispuestos a participar.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Bodas de Plata episcopales de Mons. Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta del Este


Parte de la concurrencia. En primer plano, familiares y amigos
de Mons. Wirz venidos de Alemania
Algunos de los Obispos concelebrantes.
Mons. Wirz los fue presentando uno por uno.
Mons. Cáceres, en el momento de ser presentado por Mons. Wirz
Los diáconos
Los presbíteros

Emotivo momento en la presentación de los dones:
miembros del equipo de Pastoral Penitenciaria acerca una manualidad
elaborada por una reclusa.
Los sobrinos nietos del Obispo, venidos de Alemania, acercan el pan y el vino
 

El regalo del Obispo a cada comunidad parroquial: un Evangeliario
 


Mons. Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta del Este, Diócesis que abarca gran parte de los departamentos de Maldonado y Rocha, celebró ayer sus veinticinco años de episcopado, vividos totalmente en la Diócesis esteña.
El Nuncio Apostólico participó, trayendo una delicada y afectuosa carta del Papa Benedicto XVI. 
Los obispos de Salto, Tacuarembó, Melo (Mons. Bodeant y Mons. Cáceres), Mercedes, San José, Florida (Mons. Martín Pérez y Mons. Scarrone), Minas, el Obispo emérito de Canelones y el Obispo auxiliar de Montevideo se hicieron presentes. Los demás obispos uruguayos enviaron su cordial saludo, incluyendo a Mons. Luis del Castillo, desde Cuba.
Mons. Wirz nació en Alemania, en la pequeña ciudad de Schwarzrheindorf, hoy parte de Bonn. Su madre, esposa de un soldado, quedó viuda durante la Segunda Guerra Mundial. Un hermano de su madre, el P. Pedro Kramer era un sacerdote que llegó a Uruguay huyendo de la persecución del Nazismo. Al quedar viuda su hermana, Kramer la llamó desde Uruguay y hasta aquí llegaron madre e hijo, a empezar una nueva vida. Luego vendrá para Rodolfo la vocación sacerdotal, la ordenación como presbítero del clero de Montevideo, los años de labor pastoral... y, hace 25 años, el llamado al servicio episcopal.

Homilía de Mons. Wirz

¡Que salgamos distintos de cómo hemos llegado!
¡Más motivados a seguir en el camino que descubrimos!
Ante todo el agradecimiento para los que han venido: hermanos y hermanas, como mejor título con que abarco al Sr. Nuncio, puente visible con el Vicario de Cristo de quien hemos recibido su saludo tan afectuoso; Obispos que reflejan la globalidad de la Iglesia en el Uruguay; autoridades de Maldonado y Rocha, civiles y militares; cristianos católicos y evangélicos; integrantes de la confraternidad judeo-cristiana; familiares venidos de la primera patria alemana; vecinos y amigos creyentes, agnósticos y ateos.
Estamos en un lugar emblemático.
Aquí cerca está el Cuartel de Dragones, donde una placa recuerda que fue allí donde, el 10 de marzo de 1797, José Artigas ingresó al cuerpo de Blandengues. Esto nos situa en el marco de la celebración, el próximo año, del Bicentenario del proceso de emancipación oriental.
Aquí, detrás de ustedes, está la Catedral con sus 255 años de historia fernandina.
San Fernando nos lleva al siglo XII... ¿qué tiene que ver eso con nosotros? Si hoy estamos hablando y celebrando en castellano, eso tiene que ver con que San Fernando fue rey de Castilla y León, y afianzó el uso del castellano en su lucha por unificar la Península Ibérica.
Recordamos a Jacinto Vera, el primer Obispo del Uruguay, misionero incansable, que celebró su despedida en una última misión en Pan de Azúcar.
Y aquí, cerca de San Carlos, recordamos al gran carolino Mariano Soler, su sucesor, abanderado de la Doctrina Social de la Iglesia antes de fines del siglo XIX con referencia al trabajo de menores, jubilación, descanso dominical, salario justo para el trabajador y la familia, etc.
Si bien estamos en una Misa, el carácter abierto, público, en esta plaza, facilita un mensaje a todos, con el afecto que merecen. Porque aquí mismo el 21 de diciembre de 1985 inicié mi ministerio, hoy adelantando el día por ser domingo.
Es un acto eclesial por más que tenga una connotación personal. ¿Cuál puede ser el mensaje y la síntesis de los muchos sentimientos que nos conmueven?
Igual que en aquel día, pero con más intensidad y profundidad, lo resumiría en una palabra: EVANGELIZAR.
Pero vayamos por partes. Partimos de algo elemental que toda la Iglesia y sociedad, aunque con contenidos distintos, celebramos: la proximidad de la Navidad, de la cual nos hablan las Lecturas recién proclamadas.
Lo insólito: la profecía y el cumplimento de ella en María, Virgen y Madre, con su esposo legal José, sin entender el plan de Dios… que se prolonga en la historia.
La fe nos ayuda a no quedarnos con las realidades de los sentidos de lo que vemos y palpamos.
Me siento reflejado en San Pablo que nos dice hoy en el inicio de su carta a los Romanos, que "llamado a ser Apóstol y elegido para anunciar la Buena Noticia, el Evangelio" y recibida "la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir en la obediencia de la fe, para gloria de su nombre a todos los pueblos paganos, entre los cuales se encuentran también Uds., que han sido llamados por Jesucristo…..llamados a ser santos".
Una vocación y una misión: ya recordada por el saludo del Papa.
Si me permiten alguna breve referencia personal: cuando, nacido entre los primeros bombardeos de la segunda guerra mundial en Alemania, con un tío sacerdote condenado a la cárcel por cuestionar el régimen nacionalsocialista pero escapándose al Uruguay, país hospitalario que recibiera a tantos migrantes por motivos distintos, llamando a su hermana, mi madre y viuda joven… para llegar a la “Suiza de América”, poco antes del Maracaná del 50.
Así llegamos al día de hoy, ante una nueva Navidad en esta Misa para volver a centrarnos en Él, el único importante.
Lo anunciamos ("Kerigma") como el Hijo de Dios, Evangelio del Padre; es la misión de la Iglesia y la meta de toda búsqueda humana: llegar a encontrar la visión, la motivación. Nuestra identidad última, nuestro ADN, la vocación, el sentido de la Vida.
Esto es EVANGELIZAR.
Lo podemos encontrar en la Palabra, en los Sacramentos, en especial la Santa Misa, en cada hombre y en cada acontecimiento.
¡Qué regalo de Navidad esta Misa y cada nuevo día!
La alegría de tener a Dios al alcance de la mano (el Niño pequeño llora y sonríe en el Pesebre) y en el sentido de la vida. ¡No es magia, sino don del Espíritu Santo, encarar cada jornada como un Don y no un problema!
En una situación privilegiada de nuestra patria, que contrasta con un mundo de persecución a los cristianos, quema de iglesias, mártires, etc.
Esto es lo que les anuncio, deseo, estimulo, lo que trato de vivir, lo que he descubierto en mi vida y redescubierto en estas Bodas de Plata de Apóstol.
Es lo más sencillo y simple, comprometido y audaz, fructífero y novedoso: encontrarnos cada día con CRISTO, con MARIA, la Madre, Hermana y Compañera nos ayude en este camino a realizar el plan de su Hijo y de sus hijos e hijas.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Celebración de los sesenta años de presencia de las Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado en Fraile Muerto

Algunas de las Hnas. MFVE presentes: Lorenza, Amancia, Lina, Isabel,
Mercedes, Alda, Shirley, Zulema, Rosa María, Graciela.

Al comienzo de la Eucaristía, Mons. Roberto evocó algunos
momentos de estos 60 años

Una cinta recorre la asamblea en el momento penitencial,
invitándonos a dejar nuestro egoísmo para unirnos en la solidaridad

Acompañada por los niños, la Hna. Lina introduce la Palabra de Dios

Los niños obsequiaron a las MFVE un retrato de la Madre Giovanna

Los ancianos del Hogar acercan su expresiva ofrenda:
la pelota que anima momentos de juego y la radio que acompaña


El libro de ingresos de la Sala de Auxilios fue presentado también en las ofrendas
historias de enfermedad y salud, de muerte y vida...


Al final de la Eucaristía, la Hna. Lina habla en nombre de las MFVE

Homilía de Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo, en la celebración de los sesenta años de presencia de las Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado en Fraile Muerto

Estamos celebrando en esta tarde de sábado, el IV domingo de Adviento, el último de estos cuatro domingos que nos preparan a la celebración de la Navidad. El nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, es un mensaje de amor de Dios.
Y más todavía que ese nacimiento, ese mismo Niño es el mensaje del amor de Dios. Ese Niño es el Verbo Encarnado, la Palabra de Dios hecha carne. Ese Niño–Palabra es la palabra de amor de Dios para toda la humanidad.
Celebrar la Navidad es decirle al Padre Dios que hemos recibido su mensaje, que hemos conocido su amor, que queremos que su Hijo siga naciendo, siga viniendo a cada uno de nuestros corazones, y que nuestros corazones sean tocados, transformados por su amor.
A lo largo de este Adviento cada domingo nos fue proponiendo una una manera de actuar en nuestra vida para estar bien preparados:
-    estar atentos y vigilantes,
-    convertirnos,
-    alegrarnos y
-    disponernos a servir al que viene, a Jesús, el Verbo Encarnado, el Dios-con-nosotros.
Pero hoy, en Fraile Muerto, el IV domingo de Adviento se junta con la celebración de estos 60 años de presencia de las Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado en esta ciudad centenaria.
Ya Mons. Roberto Cáceres, Obispo de Melo durante muchos de estos 60 años, nos recordó algunos momentos de esta historia llena de nombres, de personas muy queridas por todos: mujeres consagradas que dejaron aquí sus huellas. Esas huellas que uno encuentra cada vez que conversa con alguien de Fraile Muerto. Hoy, no más, por la ruta 44, llevé unos kilómetros a un hombre joven que es de acá. Nos pusimos a hablar y aparecieron los nombres de la Hna. Rita, la Hna. Mariana, asociados a su niñez, a su adolescencia, en la catequesis y en los grupos de jóvenes.
Pero yo quisiera volver sobre esas cuatro actitudes que nos propone este adviento, que son, en realidad, actitudes para todo el camino de la vida cristiana, y mirar, en ese espejo, el camino de la fundadora de las MFVE y de la congregación que fundó.
La Palabra de Dios del primer domingo de Adviento nos hacía un llamado a estar atentos y vigilantes: ¿para qué? Para descubrir al Señor que viene a nosotros en cada persona y en cada acontecimiento, si sabemos mirar a las personas y a los acontecimientos con los ojos de la fe.
La madre Giovanna fue una mujer atenta y vigilante, y eso le permitió descubrir a Jesús viniendo a su vida, con un llamado grande, intenso; con un regalo enorme para ella y en ella para toda la Iglesia.
Y esa misma actitud de vigilancia, de atención, permitió que otras mujeres descubrieran que ese carisma, ese don que había recibido la madre Giovanna era también un camino para ellas, como “Esposas del Verbo”. Así se llamaron en los comienzos, allá por diciembre de 1929, cuando hicieron su consagración la fundadora y seis hermanas más.
En el segundo domingo de Adviento, la palabra de Dios nos decía con mucha fuerza “conviértanse”. Convertirse quiere decir “darse vuelta”, pararse en la vida de manera que uno pueda estar de frente a Dios, mirando hacia Él con amor, dejándose mirar por Él con amor.
Muchas veces la conversión empieza por darnos cuenta de todo lo que nos separa de Dios. De todo lo que nos hace bajar la mirada delante de Él. Son nuestros pecados, es decir, todo aquello que en nuestra vida es como un rechazo del amor de Dios, un “no” a Dios que se hace egoísmo, mentira, maldad…
Dejar atrás nuestros pecados, recibir el perdón de Dios es el primer paso, gran paso, de nuestra conversión. Pero la conversión sigue. Sigue, porque nunca terminamos de “dar vuelta” nuestra vida, de hacer que toda nuestra vida se encamine hacia Dios.
Lo bueno es que Dios nos ofrece muchos caminos posibles para ir “dando vuelta” nuestra vida hacia él. Algunos de esos caminos tienen historia. Están bien probados, son buenos caminos. Caminos que no son siempre fáciles, pero que son seguros.
La madre Giovanna encontró uno de esos caminos. Un camino exigente pero seguro: el de San Francisco de Asís, un hombre enamorado de Cristo, que vivió una vida de pobreza, de desprendimiento, acercándose a Cristo en el hermano pobre, incluso en aquel que, como el leproso, nadie quiere tocar ni ver.
En las Cartas circulares de la Madre Giovanna está siempre presente esa mirada cristiana y franciscana hacia los hermanos más pobres, que para ella tienen los nombres de diferentes formas de pobreza: “los oprimidos, los rebeldes, los desviados, los abandonados, los pobres, los desesperados”; “los enfermos, los sufrientes”, “los sin Dios, los drogados, los anormales, los perdidos”.
Todos ellos están en el corazón de esta mujer que alienta a sus hijas a llevar con amor el Evangelio para “sostener a quien vacila, a quien duda, a quien desespera, a quien flaquea, a quien llora, a quien cede, a quien cae”. Que las anima a dar “fraterno y solícito amor, cantando con el alma las curaciones, las oraciones, las atenciones, los consejos, los consuelos, las caricias, las esperanzas, las gentilezas, más animadoras, más fascinantes, más convincentes, más transformadoras, para conducirlos a la Fe”.
A esas dos actitudes de vigilancia y conversión, el III domingo de Adviento le sumó otra: la alegría.
Y la alegría viene naturalmente al corazón cuando uno ha estado atento y por eso ha descubierto a Dios que viene. La alegría viene porque al encontrar a Dios uno ha entrado en un camino de conversión, en ese irse “dando vuelta” hacia Dios que siempre nos lleva a crecer en el amor a Él y a los hermanos. Cuando uno ha hecho ese camino, descubre la alegría más profunda.
Volviendo a las cartas de la Madre Giovanna, esa alegría aparece a cada momento. Y en esa alegría invita a vivir a sus hijas. Es más, les dice que esa alegría se haga canción, que su vida misma sea una canción de alegría, aún en medio de los momentos más difíciles.
Miren lo que decía la Madre Giovanna:
“Hijas mías ¡estos tiempos dan miedo! [y lo dice una mujer que vivió dos guerras mundiales] ¡Coraje! ¡Sean eco de la Palabra de Dios en la tormenta!”. Vivan “con aquella digna alegría que conviene a las almas consagradas”. “Fíjense en el "Cantor" por excelencia: nuestro Padre San Francisco, el cantor de Dios y de su Santísima Madre, el cantor del Cielo y de las criaturas, del mundo sideral y del mundo inanimado, el cantor del Amor y de la Cruz, de la Vida y de la Muerte, del Bien y de la Paz!
¡Canten, canten a Dios en todos los tonos, vuestro inmenso, eterno amor, repitiendo a El y a la Virgen Santa, Reina del Coro de los Ángeles, vuestra total inmolación para la más filial reparación, el más pronto socorro, el más sincero dolor, la más ardiente oración, la más inquebrantable esperanza, la más firme confianza, la más consoladora espera!”
Y, desde esta alegría, nos abrimos a la actitud que nos propone este último domingo de Adviento: disponernos a servir al Verbo Encarnado.
El Evangelio nos presenta hoy la figura de San José, un hombre llamado por Dios para un servicio muy especial y muy delicado: ser, en la tierra, el padre del Hijo de Dios. José recibe en su casa como esposa a María Virgen, que espera el Hijo que el Espíritu Santo ha engendrado en ella. José le da a ese hijo el nombre de Jesús. Poniéndole nombre lo adopta, lo hace hijo suyo. Lo hace parte de su familia que viene del Rey David.
José será el hombre que estará junto a María y a Jesús, protegiéndolos en los peligros, cuidando de ellos, sosteniéndolos con su trabajo. Pero todo eso lo hará respondiendo de corazón al llamado de Dios que recibió. Se puso al servicio del Salvador, del Hijo de Dios, del Verbo Encarnado. Su servicio hizo posible que la Palabra de Amor de Dios, que es Jesús, llegara a los hombres, fuera escuchada como Palabra de Salvación.
Dando gracias por estos 60 años de presencia de las hermanas en Fraile Muerto; dando gracias por las siete hijas de esta ciudad que descubrieron y siguieron su vocación en las MFVE, le pedimos al Señor que siga bendiciendo a las Misioneras, animándolas a seguir atentas y vigilantes, poniendo cada día más su vida en el Señor y en el hermano pobre, contagiándonos de alegría franciscana y manteniéndose incansables en el servicio al Hijo de Dios presente en los desamparados.
Que todos nosotros las sigamos apoyando y acompañando, expresando nuestra gratitud por su entrega.
Que todos nosotros también, cada uno en su propia vocación cristiana, nos animemos a buscar siempre al Señor en nuestra vida, a convertirnos cada día más a Él, a dejarnos llenar de su alegría y a servirlo con todo nuestro corazón. Así sea.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Primeras Comuniones en la Capilla de Sarandí de Aceguá, Cerro Largo







El P. Thomas, párroco de Cristo Rey en Aceguá, hace llegar este registro de las Primeras Comuniones celebradas hoy en la Capilla de Sarandí de Aceguá.