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martes, 22 de diciembre de 2009

Parroquia San Luis María Grignon de Monfort, Bello Oriente, Medellín








El barrio Bello Oriente está en la parte alta de Medellín. Desde allí puede verse casi toda la ciudad.
El barrio se conformó con terrenos ocupados, casas que se fueron construyendo sin planificación, gente venida de diferentes rincones de Colombia, muchos de ellos desplazados por los conflictos armados.
En medio del barrio, la Parroquia San Luis María Grignon de Monfort es una presencia viva de fe y de alegría, y una presencia atenta a las muchas necesidades de la gente. En su comedor almuerzan diariamente 200 niños. Se dictan cursos técnicos. Hay talleres de aprendizaje de costura.
El párroco, P. Jorge cuenta de años difíciles a causa de la violencia, que ahora ha mermado o se ha desplazado a otras zonas de la ciudad. "Nos tenemos que mantener neutrales", dice el P. Jorge. Para la misa de Navidad o del 31 les digo: "Aquí tienen que estar todos". Y todos vienen, a pesar de sus rivalidades y enfrentamientos.
En esta parroquia presta su servicio Luis Fernando, otro de los jóvenes de Medellín que se prepara a partir rumbo a Melo.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Misa en el Santuario Arquidiocesano de Guadalupe, Medellín






Juan Fernando, otros de los jóvenes de Medellín que se prepara para partir al Uruguay, desarrolla sus tareas pastorales en el Santuario Arquidiocesano Nuestra Señora de Guadalupe.
Hoy, a las 18 horas, mientras se jugaba la final del campeonato colombiano, que finalizaría con el triunfo del Medellín sobre el Huila, Mons. Bodeant celebró la Eucaristía.
Al final de la misa, muchas personas se acercaron al obispo para pedir su bendición.
En la foto de abajo, Juan Fernando y su madre.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Visita a la Parroquia San Blas




Después de mediodía Mons. Bodeant visitó la Parroquia San Blas, donde realiza su servicio pastoral José Reinaldo, uno de los cuatro colombianos que irán el próximo año a Melo.
José Reinaldo aparece primero a la izquierda en la foto de arriba.

Misa en Iglesia El Calvario, Medellín







Hoy al mediodía Mons. Bodeant celebró la Eucaristía en el templo parroquial de El Calvario, en Medellín. El Párroco, P. Leonardo, es el Vicario Pastoral de la Arquidiócesis.

Ordenación diaconal de Wilson Zapata (1)




La ciudad de Medellín está dividida en 16 comunas. La comuna Nº 2, Santa Cruz, se encuentra al noreste de la ciudad y esta constituida por 11 barrios, entre ellos Andalucía y La Francia.
Allí se encuentra la parroquia Nuestra Señora de las Victorias. Ese es el lugar de origen de Wilson: su barrio, su comunidad. Un barrio popular, densamente poblado, con subidas sumamente empinadas y casas construidas adaptándose a las irregularidades del terreno.
Desde la mañana del sábado 19 de diciembre, al lado del templo parroquial, se desarrolla una fiesta con música atronadora, que cesará a las 15 horas, al comenzar la ordenación, no sin dificultosas gestiones del párroco y de la familia de Wilson.
La Iglesia está hermosamente iluminada en su interior, marcando la cercanía de la Navidad. En realidad, todo el barrio está engalanado. Hasta la casa más pobre se adorna con no pocas guirnaldas de variados colores y gustos, e incluso algunas figuras luminosas. Es que ésa es una tradición de Medellín: las iluminaciones navideñas son algo digno de ser contemplado. Y tuvimos la oportunidad de hacerlo, luego de la ordenación, al caer la noche. Las del barrio y las del centro, éstas últimas impresionante despliegue de las empresas públicas de la ciudad.
Junto a las luces, las flores: grandes, hermosos y armoniosos ramos, convenientemente distribuidos. Otra expresión de esta ciudad, ciudad de las flores.
Cerca de las tres de la tarde, se va congregando la gente que participará en la ordenación: los familiares de Wilson, los miembros de la comunidad, seminaristas, entre ellos los cuatro que partirán rumbo a Melo en febrero. Dos diáconos, varios sacerdotes, el maestro de ceremonias de la Arquidiócesis, el Obispo... Todo transcurrirá serenamente y, al final de la celebración, la diócesis de Melo contará con un nuevo diácono que será pronto, Dios mediante, uno de sus sacerdotes.

Ordenación diaconal de Wilson Zapata (2) Homilía de Mons. Heriberto






Luego de la proclamación del Evangelio, cantado por uno de los diáconos presentes, Wilson es llamado y presentado por el párroco de Nuestra Señora de las Victorias, P. Fernando Palacio.
El P. Fernando lee la evaluación de Wilson realizada por el Consejo de Presbiterio de Melo, recomendando al Obispo la ordenación de Wilson.
El P. Álvaro Mejía, formador y testigo del camino vocacional de Wilson da también su testimonio favorable.
Mons. Heriberto se dirige entonces a la asamblea y en particular al ordenando en estos términos.

Homilía de Mons. Heriberto Bodeant,
obispo de Melo,
en la ordenación diaconal de
Wilson Zapata

Queridas hermanas, queridos hermanos,

Ante todo quiero expresar mi agradecimiento a Mons. Alberto Giraldo Jaramillo, arzobispo de Medellín, por permitirme realizar esta ordenación diaconal en su Iglesia diocesana. Agradezco también al P. Fernando Palacio, párroco de Nuestra Señora de las Victorias, por abrirnos las puertas de su templo parroquial para que un hijo de esta comunidad reciba esa ordenación. Mi gratitud también al maestro de ceremonias, P. Diego Uribe, delegado para la liturgia de la Arquidiócesis de Medellín, por su delicada y cuidadosa preparación de esta ceremonia. Agradezco muy especialmente al P. Álvaro Mejía, testigo de la vocación y activo protagonista de la formación del futuro diácono.

El acontecimiento que estamos viviendo me trae el inmediato recuerdo de estas palabras del libro del Génesis:

“Deja tu casa... anda a la tierra que Yo te mostraré... te bendeciré... y tú serás una bendición” (Génesis 12,1-2).

Esa promesa de Dios, recibida con fe por Abraham, abre la historia de los creyentes en el único Dios. Creyendo en la promesa de Dios, Abraham se hace padre de los creyentes.
Estamos en el Adviento, el tiempo en que recordamos las promesas del Señor y, sobre todo, celebramos su cumplimiento en la Encarnación y el Nacimiento de su Hijo, hecho hombre para salvarnos.

Así, en el primer versículo de la primera lectura del primer domingo de este Adviento, el Señor nos declaró, por boca del profeta Jeremías: “Llegarán los días […] en que yo cumpliré la promesa que pronuncié”.

En el último versículo de la última lectura de este último domingo de Adviento, el último versículo del Evangelio que se acaba de proclamar, escuchamos a Isabel, quien llena del Espíritu Santo proclama a la Santísima Virgen feliz “por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

Así, este Adviento nos ha llevado, a través de estos cuatro domingos, desde el anuncio del cumplimiento de una promesa del Señor, a la verificación de que esa promesa se ha cumplido.
Esto nos dice algo muy importante: ¡Dios es fiel! ¡El Señor cumple sus promesas!

¡La venida de Jesucristo fue anunciada por los profetas y Jesucristo vino! Su segunda venida es anunciada por el Señor: ¡Jesucristo vendrá! Como lo afirmamos en el Credo: “de nuevo vendrá con Gloria / para juzgar a los vivos y a los muertos / y su Reino no tendrá fin”.

Entre esa primera y esa última, definitiva venida, Jesucristo “viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino” [Prefacio de Adviento II].

Si creemos esto, podemos leer desde la fe el significado de este acontecimiento en el que un hombre joven se pone a entera disposición del Señor, para servirlo sirviendo a sus hermanos como diácono.

Wilson, lo mismo que Abraham, escuchó el llamado y la promesa del Señor, y salió de su casa, rumbo a una tierra desconocida. El Uruguay lo esperaba, y dentro de él, los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres: la diócesis de Melo.

Esos nombres un poco extraños comenzaron a hacérsele familiares. El Cerro resultó por cierto largo, pero no muy alto, en esta tierra donde las alturas mayores rondan apenas los 500 m.
Los Treinta y Tres resultaron treinta y tres hombres que, en 1825, se jugaron por la causa de la independencia del Uruguay. Los mismos que pusieron bajo la protección de una pequeña y hermosa imagen de la Virgen la patria naciente, imagen que desde entonces fue conocida como “la Virgen de los Treinta y Tres” y es la patrona del Uruguay.

Lo mismo que a Abraham, le tocó a Wilson deambular por esa tierra que le había sido prometida. Recaló así en otro Cerro, no Largo sino Chato, en el más lejano rincón de la diócesis. Allí se ganó el respeto y cariño de todos por su sencillez y su cercanía, relacionándose, en la actitud de Jesús Buen Pastor, con los niños, con los jóvenes, con los mayores, con las familias de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús.

De esa parroquia de pueblo fue llamado luego a Nuestra Señora del Carmen, en la ciudad de Melo, donde se movió entre el centro y los barrios, cumpliendo satisfactoriamente los servicios pastorales que se le confiaron.

El Consejo de Presbiterio evaluó positivamente el camino recorrido por Wilson, y junto con el Obispo se decidió abrirle la posibilidad de que pidiera ser ordenado diácono. Nada demoró Wilson en presentar su pedido, y aquí estamos, en esta tierra y en esta comunidad de las que salió un día, para realizar y celebrar este paso decisivo en su vida.

La promesa de Dios a Abraham no era únicamente la de una nueva tierra donde vivir. Dios le dijo también: “te bendeciré... y tú serás una bendición”.

Al recibir el Sacramento del Orden en el grado de Diácono, Wilson comienza a experimentar esa segunda parte de la promesa. El Señor lo bendice, lo consagra, lo hace suyo, para hacerlo bendición. Bendición para un pueblo que necesita de la presencia de los Ministros del Señor: servidores que anuncien su Palabra, que lo entreguen en sus Sacramentos, que animen la comunión y la misión.

Querido Wilson: el Señor te ha llamado, tú has respondido. El Señor te ha dado su promesa, tú has creído en ella. Unido a Jesús desde tu bautismo, puedes decir ahora con Él: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Y esto, has de decirlo y repetirlo siempre con Él, siempre unido a Jesús, porque sin Él, nada podemos hacer. Unidos a Él, en cambio, frente a todas nuestras debilidades, frente a nuestras insuficiencias y aún frente a nuestras infidelidades, su amor nos sostendrá. Wilson, como dice el salmista: “Confía en el Señor, sé valiente. Ten ánimo, confía en el Señor” [Salmo 26].

Ordenación diaconal de Wilson Zapata (3) La imposición de manos






Luego de la invocación a los santos con el canto de las letanías, Wilson es ordenado por la imposición de manos del obispo.
Recibe luego los ornamentos propios del diácono: la estola cruzada y la dalmática, que le son entregados por su padrino de ordenación, el P. Álvaro, con quien se confunde en un afectuoso abrazo. Saluda también a su obispo y recibe su abrazo.

Ordenación diaconal de Wilson Zapata (4) Los saludos




Con sentidas palabras, el nuevo diácono agradeció a todos los que lo acompañaron en su camino vocacional. Su padre, sus padrinos de bautismo, allí presentes, el P. Álvaro, los párrocos de las diferentes parroquias por las que pasó en Medellín. Tuvo también un emotivo recuerdo para su madre ya fallecida.
Mons. Heriberto entrega a la comunidad una pequeña imagen de la Virgen de los Treinta y Tres. "Nos llevamos a Uruguay un miembro de esta comunidad... queremos dejarle esta presencia de nuestra iglesia y de nuestra tierra en esta pequeña imagen de nuestra patrona, la Virgen de los Treinta y Tres".

Ordenación diaconal de Wilson Zapata (5) Corona de Adviento




Al final de la ordenación de Wilson, Mons. Bodeant encendió la cuarta vela de la corona de Adviento y pronunció la oración que acompaña ese momento. La corona, colocada en lo alto, fue bajada y subida a través de un sistema de poleas.

sábado, 19 de diciembre de 2009

De Medellín a Melo

De izquierda a derecha: Juan Fernando, Luis Fernando, Carlos Mario y Wilson. Los tres primeros, junto a José Reynaldo, que no está en la foto, son los cuatro seminaristas colombianos que en febrero partirán de Medellín rumbo a Melo. Cada uno de ellos irá a una parroquia de la diócesis, iniciando un camino de integración a este mundo nuevo que se les abre, en miras a una posible ordenación sacerdotal. Wilson, que ya ha realizado la experiencia, será ordenado diácono esta tarde.
Medellín es la capital del departamento de Antioquia. La gente de Antioquia y de otros departamentos vecinos que conforman la zona cafetera de Colombia son conocidos como paisas.
Esta palabra es un apócope de paisano.

¿Cómo es un paisa? Un artículo de Wikipedia lo describe de esta forma, totalmente opinable, como se señala en el encabezado del propio artículo (http://es.wikipedia.org/wiki/Paisa):
Fundamentalmente, un paisa auténtico posee un espíritu productivo, ahorrativo, emprendedor y andariego. Asimismo es muy apegado a su tierra y su cultura, pero al tiempo audaz para la exploración y la innovación, irreverente cuando de inventar se trata, y disidente. El paisa ama mucho la libertad, concepto emblema de uno de sus himnos departamentales, el sonado Himno de Antioquia.
La personalidad del paisa es jovial, le gusta hablar, es alegre y vivaz. A los paisas se les conoce por su habilidad para hacer negocios. Citando la crónica escrita por el poeta Fidel Torres: "El Paisa todo lo vende, lo cambalachea todo, lo juega todo, todo lo "quema", menos la navaja de barba. Y recorre todos los caminos del mundo cantando, "descrestando", envolatando a media humanidad".
El paisa posee también un carácter un tanto francote, arisco y de talante igualitarista, es decir, paisa es paisa dondequiera que esté. Esta población es peculiar en Colombia en cuanto a su historia. Al haber sido pobladores de regiones casi imposibles de colonizar debido a una de las geografías más montañosas y abruptas del mundo, los paisas se mantuvieron encerrados en sí mismos durante muchos siglos y generaciones, a diferencia de las demás poblaciones colombianas que alcanzaron a inter-comunicarse y mezclarse entre sí, y a desarrollar modelos feudales de la colonia española.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Entrega de diplomas en Fundación Universitaria Luis Amigó, Medellín





Luis Fernando, uno de los cuatro jóvenes colombianos que partirán a comienzos del año próximo a Uruguay, para un año de experiencia pastoral en la diócesis de Melo, con miras a su posible ordenación sacerdotal para esa diócesis, recibió hoy su diploma de Teólogo, al haber culminado sus estudios en la Fundación Universitaria Luis Amigó de Medellín. En la foto de abajo, Luis Fernando junto al P. Álvaro y a Mons. Heriberto.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Gardel vive en Medellín



Medellín, 24 de junio de 1935... ¿Quién no recuerda lo que sucedió en ese lugar y esa fecha? Un accidente en el aeropuerto: el choque de dos aviones, terminó con la vida de quince personas, entre ellas, la de Carlos Gardel. El gran cantor dejaba el escenario para entrar en la leyenda.

Tras la entrevista mantenida con un seminarista, me preguntó si quería ver algo en especial de Medellín, y le pedí que me mostrara algún lugar que guardara la memoria del paso de Gardel por Medellín.

Así llegamos al barrio Manrique, atravesado por la avenida Carlos Gardel. Todo allí tiene un aire tanguero, desde la "Panadería Tangopan" hasta el museo "Casa Gardeliana". Un inmenso mural lleva como rótulo "Manrique, imagen viva de Gardel". Una estatua de proporciones algo menores a las naturales evoca la figura del Mago.

+HAB

Mons. Bodeant en Medellín

Mons. Bodeant fue recibido esta mañana por Mons. Alberto Giraldo Jaramillo, arzobispo de Medellín. El Obispo de Melo agradeció al arzobispo la autorización concedida para ordenar diácono en una parroquia de su jurisdicción al joven Wilson Zapata, quien quedará incardinado a la diócesis de Melo.

Mons. Giraldo expresó su beneplácito en colaborar con otras iglesias que no cuentan con suficientes vocaciones. La Arquidiócesis de Medellín, con más de tres millones de habitantes, cuenta con unos 1.200 sacerdotes.

Posteriormente Mons. Bodeant se reunió con cuatro jóvenes colombianos que han terminado su formación sacerdotal y están dispuestos a ir a la diócesis de Melo por un año, en el cuál se discernirá la posibilidad de que sean ordenados sacerdotes para la diócesis. La reunión, en la que participó también un sacerdote de Medellín que ha sido profesor y formador de estos jóvenes, se desarrolló muy cordialmente.

El Obispo pudo apreciar la buena disposición de los cuatro aspirantes al sacerdocio a emprender la vieja y siempre nueva aventura abrahámica: “Deja tu casa... anda a la tierra que Yo te mostraré... te bendeciré... y tú serás una bendición” (Génesis 12,1-2).

Mons. Bodeant está alojado en la casa de los Padres Vocacionistas, una congregación de origen italiano, fundada en 1913 por el venerable P. Justino Russolillo. El carisma de la congregación es la búsqueda y el cultivo de las vocaciones en general: a la vida sacerdotal, religiosa, familiar.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Desde Medellín

Mons. Heriberto Bodeant, desde Medellín

Queridos diocesanos, queridos amigos de este blog:

Ayer por la tarde llegué a Bogotá, Colombia, y hoy de mañana, a las 7 hora local, a las 10 en Uruguay, salimos en auto hacia Medellín.

La distancia no es mucha: 400 km, igual que de Melo a Montevideo, igual también que de Santa Cruz a Cochabamba en Bolivia. Sin embargo, el viaje duró 9 horas. La ruta muy buena, bien asfaltada, pero ruta de montaña al fin, con infinitas curvas, y un intenso tránsito de pesados camiones. Bogotá está a 2.500 m de altura sobre el nivel del mar. Fuimos bajando, cruzamos dos veces el río Magdalena, "largo proyecto de mar" (Nicolas Guillén dixit) y almorzamos en un lugar bajo y por lo mismo muy caluroso, llamado Doradal, ya en el departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín.

Por el camino vimos dos veces arrieros de mulas, un viejo sistema de transporte de carga que, por lo visto, aún sigue siendo necesario. También, ya cerca de Medellín, encontramos la fuerte y visible presencia del Ejército vigilando la ruta en zonas que han tenido fuerte presencia de la guerrilla de las FARC.

Volvimos a subir, y aquí estamos en esta ciudad que está en un plano inclinado, desde los 1.500 a los 1.800 m de altura. No está fresco, pero ya no es el calor agobiante de las zonas bajas.

¿Qué hago aquí, tan lejos de Melo? El próximo sábado, Dios mediante, en la parroquia Nuestra Señora de las Victorias, en el barrio Andalucía La Francia, ordenaré diácono, en camino al sacerdocio, para la diócesis de Melo, al joven Wilson, que ha culminado un año de formación y discernimiento en Melo, después de haber concluido aquí su formación teológica.

También me entrevistaré con otros jóvenes colombianos que están dispuestos a trasladarse a nuestra diócesis, hacer un año de experiencia pastoral en algunas de nuestras parroquias y, si todo resulta bien, puedan ser ordenados sacerdotes para la diócesis de Melo. Espero pronto poder anunciar sus nombres y destinos a toda la comunidad diocesana.

Todo esto se lo debemos a nuestro segundo Obispo emérito, Mons. Luis del Castillo, quien inició estos contactos y gestiones, que han dejado a la diócesis y a su actual obispo muchas puertas abiertas.

Mientras tanto, les pido a todos su oración por estos días tan importantes para la diócesis de Melo y para las vidas de estos jóvenes que abren su corazón frente a nuestra necesidad.

+ Heriberto A. Bodeant
Obispo de Melo