lunes, 23 de marzo de 2015

Tres momentos con Mons.Óscar Arnulfo Romero. A 35 años de su Martirio.

Juan Pablo II y Mons. Romero
No conocí personalmente a Mons. Romero. En realidad, comencé a saber de él a partir de su muerte, en el mismo año en que ingresé al Seminario. Rescato tres momentos en que fui encontrándome con su vida y su testimonio de pastor. +Heriberto.

UNO: 1980

Hace 35 años, en febrero de 1980, hice mi ingreso al Seminario Interdiocesano Cristo Rey, en Montevideo. El lunes 24 de marzo de ese mismo año, en mi agenda de aquellos tiempos está anotado simplemente "19:30 MISA CATEDRAL". La Catedral de Montevideo, desde luego. ¿Por qué el Seminario participaba en esa Misa? No lo recuerdo. Sin embargo, ese día, hacia las 21:25 de Uruguay (18:25 en El Salvador), una bala terminaba con la vida de Mons. Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador. Mons. Romero había iniciado su última Eucaristía, que quedaría inconclusa, a las 17:30. Después de la homilía se dirigió al altar para hacer la ofrenda, sin saber que la Ofrenda que allí realizaría sería la definitiva, la de su propia vida. Sobre el altar quedaron el cáliz y la patena sin descubrir, tal como habían quedado preparados para ese momento.
No recuerdo cómo nos fuimos enterando de lo sucedido. El país estaba en dictadura. La información no era tan accesible ni fluida como hoy. Se supo entonces, se sabe bien hoy, que, en la Misa del domingo precedente, en su homilía Mons. Romero había pedido con fuerza e insistencia el cese de la represión contra el pueblo salvadoreño:
Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla.
Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
La iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación.
Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; Cese la represión.

DOS: 1990.

En el año 1990, joven sacerdote, llegué a Lyon, Francia, enviado por mi obispo para hacer mi Licenciatura en Teología.
Algunos estudiantes latinoamericanos nos fuimos encontrando y conociendo y formamos la CELAM (Comunidad de Estudiantes Latinoamericanos). Entre ellos había un salvadoreño, Javier, llegado a Francia como refugiado y estudiante de Psicología.
Él me prestó un libro que era su tesoro: el Diario de Mons. Romero.
Hoy me he reencontrado con esas páginas, tal como lo pueden hacer ustedes, descargándolo con este enlace: Mons. Romero, su Diario.
El Diario de Mons. Romero no es un escrito íntimo, ni siquiera un escrito. Se trata de una serie de grabaciones que él mismo fue haciendo, entre el 31 de marzo de 1978 y el 20 de marzo de 1980, cuatro días antes de su muerte. De esta manera quiso dejar una especie de constancia de su actividad pública como arzobispo, en los tormentosos tiempos en los que le tocó vivir.
Aun así, el Diario me abrió el corazón de Pastor de Mons. Romero. Allí aparece la realidad de su lema "Sentir con la Iglesia". Su manera de sentir con la Iglesia está muy lejos de la "autorreferencialidad" contra la que ha hablado el Papa Francisco. Para Mons. Romero, la Iglesia existe para servir. Es la prolongación de Cristo "que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate por muchos". Allí aparece el servicio a su pueblo, defendiendo su vida y su dignidad. Y para eso, el diálogo, la apertura, en aquellas difíciles condiciones de violencia. Pasan por las páginas del diario sus encuentros con representantes de las más diversas fuerzas y tendencias. La política lo invade todo y, sin embargo, él habla desde el Evangelio, desde la identidad eclesial, buscando que no se entreveren las cosas, que no se manipulen sus palabras. Recibe ataques de todas partes, incluso de sus propios hermanos obispos que lo acusan de "comunista" y lo denuncian a Roma. Su encuentro con Juan Pablo II será difícil y doloroso. Después de su muerte, el Papa comprenderá la verdadera dimensión de la vida y de las opciones de Mons. Romero y dos veces rezará arrodillado frente a su tumba.
Pero aparece también en el Diario la vida cotidiana de un obispo que pastorea su diócesis. Sus encuentros con los sacerdotes, tanto sus diocesanos como los Jesuitas que fueron muy cercanos a él.
Las religiosas, los catequistas, los miembros de Cáritas, los educadores católicos, los laicos de las comunidades de base y de los distintos movimientos. La Renovación Carismática, los Cursillos de Cristiandad, los sacerdotes del Opus Dei. Para cada uno tiene una palabra de aliento y la recomendación de seguir las orientaciones diocesanas.
Deja constancia del cuidado de su salud, sus visitas al médico, al psicólogo...
Su martirio se va dibujando sobre todo en el sufrimiento por su pueblo, el asesinato de campesinos... ¡y de sacerdotes! por las divisiones de la Iglesia, por las persecuciones e incomprensiones.
Anoto un pasaje muy expresivo de esa tensión constante que él vive de anunciar el Evangelio en un contexto de lucha política violenta, buscando iluminar desde la Palabra de Dios esa dura realidad:
(...) ojalá nosotros, agentes de pastoral, teniendo toda una teología, toda una tradición de la naturaleza, misión y vida de la Iglesia, tomemos cada día más conciencia y sepamos expresarla no sólo para explicar lo que es la Iglesia, sino para vivirla con verdadera identidad de Iglesia, sin salirnos de nuestra línea eclesial, desde la cual podemos hacer tanto bien a las mismas realidades políticas, pero en la medida en que seamos auténticamente la Iglesia de Jesucristo.
(...) estos hombres de las organizaciones [sociales y políticas] se muestran tan entregados al trabajo liberador del pueblo y que eso lo comprendemos plenamente, pero nos aflige el pensar que esta lucha es solamente inmanente, sólo de las esclavitudes y realidades terrenales, políticas, económicas, etc., que todo eso lo podemos comprender y ser solidarios con esos esfuerzos liberadores, pero desde nuestra perspectiva que es mucho más completa, porque arranca de la liberación del pecado y promueve al hombre hasta la dignidad de hijo de Dios, heredero de la eternidad de Dios y, por eso, estamos más capacitados para comprender las liberaciones de la tierra y orientarlas a la gran liberación de Cristo.

TRES: 2015.

Desde el 13 al 15 de enero de este año estuve en El Salvador.
En la noche del 13 cené con los obispos y algunos miembros de la Suprema Corte de Justicia de El Salvador, que habían estado reunidos con los pastores para buscar soluciones a los problemas de violencia. Uno de estos Doctores había sido un joven abogado en los '80. Como tal había actuado en el Socorro Jurídico de la arquidiócesis de San Salvador. Fue un hombre muy cercano a Mons. Romero, y le tocó estar presente durante la autopsia. Nos compartió su relato de aquellos momentos y sus sentimientos, tan vivos después de tantos años.
El 14 pude visitar la tumba de Mons. Romero en la Catedral y la capilla del Hospital de la Divina Providencia, donde fue asesinado. En esos dos lugares recé un largo rato por nuestros pueblos y nuestra Iglesia de América Latina.
Cerca de la capilla está la pequeña casita donde él vivía,  convertida hoy en un museo que alberga sus pocas pertenencias. Allí pueden verse las fotos que tomó un periodista en el momento inmediato al asesinato.
El recuerdo de Mons. Romero está muy presente en El Salvador de hoy, con la categoría de un héroe nacional, de un Artigas para nosotros. El aeropuerto de San Salvador lleva su nombre, así como una de las grandes avenidas de la ciudad. El sello que Migración coloca en mi pasaporte tiene también su nombre -por el aeropuerto- y su rostro.
Diez días antes de mi llegada, el 3 de febrero, la Congregación de la Causa de los Santos había promulgado el decreto por el que se reconoce la muerte de Mons. Romero como martirio, "por odio a la fe".
El próximo 23 de mayo, víspera de Pentecostés, será beatificado en San Salvador.



Semana Santa en la Diócesis de Melo - Celebraciones que presidirá Mons. Heriberto

 

Domingo de Ramos – 29 de marzo

Parroquia Jesús Buen Pastor, Melo.
09:30 – Bendición de Ramos en Capilla Santa Teresita. Procesión hasta la Parroquia. 10:00 – Misa.
Parroquia S. Clara de Asís, S. Clara de Olimar.
18:30 – Bendición de Ramos y Misa.

Lunes Santo – 30 de marzo

Parroquia Santo Domingo Savio, Melo.
18:00 – Misa.
18:30 – Confesiones.

Martes Santo – 31 de marzo

17:30 – Misa en capilla S. Juan Bautista, Barrio Feder, Melo.
18:30 – Confesiones en Parroquia Jesús Buen Pastor.

Miércoles Santo – 1 de abril

19:00 – Misa Crismal en la Catedral de Melo

Jueves Santo – 2 de abril

Parroquia Jesús Buen Pastor, Melo
19:00 –Misa de la Cena del Señor
Después de la Misa, adoración al Santísimo Sacramento

Viernes Santo – 3 de abril

Parroquia Jesús Buen Pastor, Melo
17:00 – Celebración de la Pasión del Señor
Via Crucis de la ciudad de Melo
19:00 –Desde Parroquia Ntra. Sra. del Carmen hasta Catedral.

Sábado Santo – 4 de abril

Parroquia Jesús Buen Pastor, Melo
20:00 – Solemne Vigilia Pascual

Domingo de Resurrección – 5 de abril

Parroquia Jesús Buen Pastor, Melo
10:00 – Misa.
Parroquia San José Obrero, Treinta y Tres
19:30 – Misa. Celebración del Sacramento de la Confirmación.

martes, 3 de marzo de 2015

Dora Paiva (1931-2015): "Gritar el Evangelio con la vida"

Dora Paiva (foto: diario El Paìs)

En el día de ayer, a través del P. Jorge Osorio, me llegó este mensaje de Gloria Aguerreberry, a propósito del fallecimiento de Dora Paiva. Conocí a Dora por su estrecha vinculación con el barrio La Tablada de Salto, con las Hermanas Misioneras de los Pobres, con Monseñor Marcelo Mendiharat. Sigue el mensaje de Gloria y un artìculo que publicó en 2010 la revista UMBRALES.
+ Heriberto
 
Queridos todos:
en esta madrugada el Señor misericordioso llevó a su seno a la querida Dora.
Ella había cumplido 84 años el 28 de enero y a los dos días se sintió mal y fue internada en el Hospital de Clínicas. Fue muy bien atendida, fue muy acompañada por familiares, amigos y por las/os  compañeras/os  de la familia Carlos de Foucauld. Nunca se quejó y cuando le preguntaban cómo estaba decía: “disfrutando de la vida”, “estoy en un hotel 5 estrellas”.
Los últimos días comenzó a sufrir, con dolores fuertes y como sus venas no daban más en tantos intentos de colocarle varias veces vías centrales, un coágulo se disparó al pulmón y derivó en una corta agonía.
Ya descansa en el Señor, Él sabrá recibirla y premiarla por tanta lucha a favor de los más pobres, sus vecinos de La Tablada, los amigos de la cooperativa que asesoraba en Artigas y que la desvelaba y la hacía correr entre Montevideo, Salto y Artigas.
Vivió con coherencia la entrega a los más pobres, vivió como ellos sin guardarse nada para ella.
La vamos a extrañar mucho… fue, es y seguirá un referente del Evangelio que supo “gritar con su vida”. Que ahora descanse en paz.
Bendiciones y abrazo apretado a todos.
Gloria Aguerreberry

DORA PAIVA: Mujer del año en Salto


Dora Paiva, asistente social, nacida en el Dpto. de Artigas, pertenece a la Asociación de Fieles Fraternidad Carlos de Foucauld desde 1960. Desde muy joven sintió el llamado del Señor a entregarse a Él en los hermanos más necesitados.

El diario "CAMBIO" de la ciudad de Salto (Uruguay) donde vive Dora, brindó la oportunidad a sus lectores de expresar su opinión -a través del voto- sobre qué mujer "salteña" merecía ser premiada debido a su contribución con las causas sociales.

La crónica de este periódico del 10 de marzo de 2004 dice textualmente:

"Dorita, como cariñosamente la llaman sus amigos, tiene 73 años y desde siempre está enrolada en los movimientos cristianos. Si bien nació en Artigas, llegó a nuestra tierra hace más de 40 años y lleva a Salto en su corazón.

Su trabajo la llevó a relacionarse con los más variados aspectos de la sociedad y dedicó toda su energía a mejorar la calidad de vida de los sectores más carenciados. En este sentido, uno de sus permanentes desvelos fue y sigue siendo facilitar el acceso a la vivienda digna, la salud y la educación; ni qué decir de su constante apoyo a la mujer, especialmente a las jefas de hogar".

En el ejemplar del domingo 14 de marzo, con el título: "Dora Paiva: compromiso cristiano y amor a los humildes", se hace una extensa nota con los datos más característicos de su pensamiento y su personalidad entregada totalmente a los pobres en general y en especial a los de su barrio, llamado La Tablada.

"Dora cree que la Providencia guió sus pasos hacia el servicio social. A comienzos de la década del 50, a los 21 años se fue a estudiar a Montevideo a fin de cursar la carrera de Asistente Social. A su vez se integra al grupo de Economía Humana, cuyo lema era: No basta la transformación de vida, hay que trabajar por la transformación de estructuras y hacer trabajo de base, prolongado y ascendente. Afirma que esta experiencia fue una opción religiosa y política, porque todo en la vida es política, pero no todo es política partidaria. Poco a poco nuestro pueblo va descubriendo la diferencia".

En Montevideo entra en contacto con todos los movimientos sociales existentes y las diversas corrientes cristianas a nivel internacional, en especial las lideradas por los sacerdotes obreros que trabajaban en los barrios más carenciados. Está y estuvo adherida siempre al pensamiento de Lebret que sostenía que Dios es el dueño de todo y que no podemos aceptar una sociedad donde el capital domine al Estado, a las organizaciones sociales y a las personas. Hay que trabajar por una sociedad donde capital y Estado estén al servicio de la persona.

"En 1955 se recibe de Asistente Social y regresa a Artigas (su ciudad natal), ingresa en el Instituto Nacional del Menor. Las innovaciones que impulsó en ese ámbito hizo que se elevaran enojadas voces en los sectores más conservadores de la sociedad".

"Desde la Intendencia fue acusada duramente de hacer proselitismo religioso en los barrios y se le dificultó el trabajo social. Ante esta persecución, las autoridades religiosas le propusieron crear el Departamento de Servicio Social en la parroquia. En ese ámbito se aunaron esfuerzos con la Juventud Obrera Católica y las Comisiones Vecinales, formando una red de organizaciones sociales, sindicales y religiosas".

"En 1959 llegan las inundaciones, que ocasionan grandes perjuicios y también graves incidentes entre los movimientos sociales y la intendencia de Artigas. Las autoridades departamentales no ven con buenos ojos su labor y sufre muchas hostilidades. Por eso mons. Marcelo Mendiharat la invita a sumar esfuerzos en Salto, en el Barrio La Tablada al que se integra plenamente en 1962 y donde aún hoy permanece. Ella opina que se habla y se escribe mucho sobre La Tablada, sin tener en cuenta que es el sistema el que determina que la gente viva en condiciones deplorables". Dora comparte con los lectores de CAMBIO su pensamiento sobre la pobreza creciente en Uruguay y especialmente en el norte:

"En los 50 años que tengo haciendo trabajo de base, viví el dolor de ver que comenzaba una pobreza creciente. En la década del 50 esto no era tan evidente. Los estudios actuales dicen que el crecimiento de la pobreza es alarmante y recuerda que Juan Pablo II dijo que el sistema capitalista es diabólico y perverso".

Nos dice: "Vivimos en una dictadura económica y hay que buscar soluciones. El problema es muy duro y muy grande. A veces no sé si es por ignorancia o por miedo al compromiso y al dolor, que hay gente que tiene la costumbre, tan humana, de asegurar que la culpa la tienen ellos (los pobres): que son pobres porque quieren".

Cuenta una anécdota de un vecino que ya murió, que decía: "Esos burgueses dicen que uno tiene que estar acostumbrado a la pobreza; sin embargo, yo me voy a morir de viejo y todavía no me pude acostumbrar a ser pobre".

Todas las notas periodísticas y la opinión en la calle sobre Dora, dicen que es merecedora de este reconocimiento (que ella eludía pero que luego aceptó para poder, desde el lugar que le dio la sociedad, denunciar las injusticias).

Se lo tiene bien ganado por su dedicación, su testimonio, su lucha y su valentía para denunciar las causas de la miseria, evitando la hipocresía, llamando al compromiso y a buscar soluciones, para colaborar en la construcción de una sociedad y un mundo más humano, justo y solidario, que sabemos que es posible.


Gloria Aguerreberry