domingo, 20 de octubre de 2019

"Me hice débil con los débiles" (1 Corintios 9,22). Diez años de la Fazenda de la Esperanza en Uruguay.

 
Inauguración de la Fazenda Quo Vadis, 1 de agosto de 2009


Con la presencia de tres de los fundadores de la Fazenda de la Esperanza: Fray Hans Stapel, Nelson Giovannelli e Irací Leites, la Fazenda Quo Vadis de Cerro Chato, celebró los diez años de la Fazenda en Uruguay. Esta es la homilía de Mons. Heriberto.

Queridas hermanas; queridos hermanos:
los fundadores que están hoy aquí, Fray Hans, Nelson e Irací; las misioneras de la Escuela Misonera Internacional, los y las jóvenes de las Fazendas de Melo y Cerro Chato, sus familias, los voluntarios y voluntarias… en fin, todos aquellos que nos sentimos miembros o amigos de esta gran familia, queridos todos:

Creo que todos sabemos que hay una Palabra que ha sido la clave en la fundación de la Fazenda de la Esperanza. Es aquella que encontramos en la Primera carta a los Corintios y que Nelson quiso poner en práctica. Dice así:
“Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles;
me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos” (1 Corintios 9,22)
Aunque Nelson está aquí y él podría compartirnos una vez más lo que significó poner en práctica esa palabra, a mí me gustaría compartir lo que yo fui descubriendo en la Fazenda desde esa Palabra. Hablo por mí, pero creo que muchos de quienes nos hemos acercado a la Fazenda hemos ido viviendo lo mismo. Yo creo que esa experiencia se podría traducir así:
“Encontrándome con los débiles, encontré mi propia debilidad
y con ellos encontré fortaleza en Cristo”.
Creo que san Pablo estaría de acuerdo conmigo, porque él cuenta su propia experiencia de fragilidad y cómo encontró la fuerza salvadora de la gracia de Cristo.
Una persona que mire la vida de san Pablo con los valores de este mundo puede ver un hombre audaz, emprendedor, que asume riesgos, que se juega. Puede ver en él una especie de héroe, e imaginarse un hombre fuerte, de mucho carácter…
Pero Pablo, en cambio, nos confiesa que, cuando él se sintió débil y pidió que se terminara aquello que lo hacía sentir así, Jesús le dijo:
«Te basta mi gracia, porque mi fuerza se muestra perfecta en la debilidad».
Y Pablo sigue diciendo:
“con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis debilidades,
para que habite en mí la fuerza de Cristo.
Por eso me complazco en mis debilidades,
en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil, es entonces cuando soy fuerte.” (2 Corintios 12,9-10).
Los que venimos a la Fazenda como voluntarios o colaboradores, podríamos pensar “pobres muchachos, pobres chicas, qué terrible, qué frágiles, qué débiles que son… como pudieron caer en todo esto… menos mal que encontraron la Fazenda y ahora los podemos ayudar”.

Si pensáramos así, yo creo que perderíamos el sentido del “hacerme débil con los débiles”. “Hacerme débil con los débiles” no es ponerme a compartir una conducta que ellos quieren dejar atrás y en la que nosotros no queremos entrar; se trata de vernos en ellos como un espejo, que nos ayuda a ver que todos tenemos nuestras propias fragilidades: nuestras faltas de fe, de esperanza y de amor; nuestros egoísmos… podemos no tener adicciones, pero sí tener algunas conductas adictivas, algunos apegos… todos necesitamos alimentarnos con la Palabra e irnos haciendo hombres y mujeres nuevos en Cristo.

A Chiara Lubich le gustaba mucho este testimonio de san Pablo, porque lo veía relacionado al “hacerse uno”. Hacerme débil con los débiles puede leerse también “me hice uno con los débiles”.

Eso es lo que hizo Jesús. Jesús “se encarnó”: eso quiere decir que tomó nuestra “carne”. “Carne” en el lenguaje de la Biblia quiere decir el ser humano débil. No tomó la debilidad que lleva al pecado, pero sí la debilidad que hace posible el sufrimiento y la muerte. Se hizo “de carne y hueso”, como decimos cuando queremos expresar que no somos “de fierro”, que somos vulnerables.

Chiara dice, comentando el texto de san Pablo, en febrero de 1982:
“Dios, encarnándose, se hizo cercano a cada hombre; pero en la cruz, se hizo solidario con cada uno de nosotros pecadores, con nuestra debilidad, con nuestro sufrimiento, con nuestras angustias, con nuestra ignorancia, con nuestros abandonos, con nuestros interrogantes, con nuestras cargas...”
Cuando Pablo dice “me he hecho débil con los débiles” nos está diciendo que así quiere vivir, que quiere seguir el camino de Jesús. Y sigue diciendo Chiara:
“El porqué de la vida que tienes es llegar a Dios. Pero no llegar solo, sino con los hermanos. También hasta ti ha llegado una llamada de Dios semejante a la que tuvo Pablo. También tú, como el Apóstol, debes «ganar» a alguien, «salvar a toda costa a alguno».”
En esto que comenta Chiara vemos el porqué, no solo de la Fazenda, sino de toda la Iglesia: la Iglesia, la comunidad, existe para que no hagamos solos el camino hacia Dios, sino acompañándonos, apoyándonos, animándonos unos a otros en la caminata, que no es solo la de un año en la Fazenda, sino que es la de toda la vida.

Demos gracias a Dios porque la Fazenda nos ha ayudado a encontrar una forma -no la única- pero sí una forma especial, que le ha llegado a cada uno de nosotros como una llamada de Jesús, para hacernos uno en Él, para caminar juntos con Él hacia nuestra Casa, hacia la Casa del Padre. Amén.

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