domingo, 28 de diciembre de 2008

Sagrada Familia - Oración del hombre y la mujer de campo

Con esta foto de estos dos corderos, que tomó Daniel en Florida en 2005, en este 28 de diciembre en que, por ser el primer domingo después de Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia y no los Santos Inocentes, les dejo esta

Oración del Hombre y la Mujer de Campo

¡Trinidad Santa!
Al saludarte así,
con la señal de la Cruz que nos cubre,
nos presentamos ante Vos:
somos la gente que trabaja en tus campos,
y desde el amanecer
levantamos nuestro pensamiento
y nuestro corazón hasta Vos,
ofreciéndote nuestro día.

No estamos solos, Señor:
con nosotros te saluda el sol que va apareciendo,
el alegre despertar de los pájaros que cantan,
el rocío que brilla en los potreros,
o la blanca helada que los tapa.
Con nosotros te saludan los compañeros de trabajo,
tus hombres con las manos endurecidas por la tierra
y las caras curtidas por el viento,
con sus corazones sencillos y sus vidas tranquilas.

Con nosotros te saludan los hogares:
las esposas y las madres de tus campos,
que en silencio y con paciencia
cumplen día a día su trabajo
y alientan al hombre con su ejemplo.
Con ellas, están los niños,
que desde su cuna te sonríen
y también los corazones jóvenes
que sueñan con un amor
y esperan en tu ayuda...

¡Oh Dios!
¡Qué grande es nuestra vida de gente de campo!
Nuestra lucha tiene un precio infinito.
Con nuestro rudo trabajo participamos en la Misa,
en aquella Misa que comenzó en el Calvario
y que continúa todos los días en los altares.

Allá en los pueblos, a la misma hora,
los sacerdotes te ofrecen la Hostia blanca
y el vino del Cáliz que en la Consagración
se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo.

Aquí en los campos, nosotros te ofrecemos cada día
nuestra vida de trabajo, con sus luchas,
sus esfuerzos, sus sudores...
nuestros cuerpos se cansan
y nuestras almas, tantas veces,
en silencio sufren porque se sienten solas.

Todo esto, lo pusimos en el Cáliz, Señor,
y te lo ofrecemos,
para que nuestra vida de campo,
unida así al sacrificio de Cristo
tenga un valor divino.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Jesús nació en Buricayupí


Ciertamente, Belén era en su tiempo mucho más conocido que "Puntas de Buricayupí"... ¿Dónde queda eso? En Uruguay, Departamento de Paysandú... Hasta allí se llega saliendo de Paysandú hacia el norte, por la ruta 3, tomando luego la 26 hacia Tacuarembó. Poco antes del paraje conocido como "Puntas de Gualeguay", donde hay un parador y una estación de ANCAP, a la izquierda se encuentra la entrada a un sinuoso camino de ripio, pedregoso habitualmente y polvoriento en estos días de seca.
Allí, en lo que parece un "parto adelantado" (16 de diciembre), Jesús nació... no exactamente en un pesebre, pero sobre el pasto seco había abundante bosta de oveja (que no molestaba mucho) y más allá del techito que resguardaba del sol (esta es una Navidad de verano) algunas ovejitas contemplaban la escena.
Y en la escena estaba un niño Jesús muy tranquilo, una Virgen María llena de ternura, un José con un firme bastón de peregrino, pronto para proteger a la madre y al niño, un ángel que llevó la noticia a los pastores que también se hicieron presentes; una estrella y los magos de Oriente que llegaron siguiendo su señal.
Jesús, una vez más, eligió nacer entre los más humildes. En el campo, entre animales, entre hombres y mujeres de trabajo, entre niños... entre todos aquellos que le abrieron las puertas del corazón.

Mensaje de Navidad del Obispo de Salto

DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO
Mensaje de Navidad
Pablo Galimberti, Obispo de Salto

A la Comunidad diocesana, sacerdotes, religiosos y fieles: que la Paz de Jesús, el Señor, nacido en Belén en brazos de María, los colme de Bendiciones junto a sus familias y comunidades.

Los invito a mirar y escuchar con el corazón la escena del pesebre. Y que broten expresiones de agradecimiento y adoración al Niño en brazos de su Madre y nos dejemos envolver por ese Amor con el que Dios hoy nos abraza.

El Dios en quien creemos está cerca y lo expresa de muchas maneras. Pero el gran momento de su encuentro con nosotros ocurrió a partir de la Nochebuena en Belén. En el rostro humano de Jesús empezó a latir, en un cuerpo humano como el nuestro, un corazón que palpitaba con los mismos sentimientos de Dios, su Padre y nuestro Padre.

Toda la Iglesia proclama con gozo, en la Nochebuena, el sentido y la pedagogía de este acontecimiento: “Gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.”

¿Podríamos pensar en una persona querida sin imaginar al menos un rostro, una mirada, la voz, un cuerpo y un conjunto de detalles que nos permitan adivinar su realidad profunda y espiritual? Un día el apóstol Felipe le rogó a Jesús que le mostrara al Padre, esa secreta fuente que orientaba sus movimientos. Aquella respuesta alumbra el misterio del pesebre: “El que me ha visto, ha visto al Padre.”

En una humanidad semejante a la nuestra, el Amor de Dios Padre viene a nuestro encuentro. Ninguna circunstancia lo frena. Ni el censo que obligó a María y José a un imprevisto viaje. Ni el furibundo Herodes, ni el posadero ocupado en su negocio en días de temporada alta, que no buscó un lugarcito a una madre en inminente alumbramiento. Cuando quiere y como quiere, porque el mundo es su casa, Dios sigue dando pruebas que es rico en misericordia.

No ignoramos que la fraternidad que queremos construir está manchada con violencias y la política, el fútbol, las deudas, enfermedades, depresiones o pronósticos pesimistas siembren desaliento.

No ocultamos heridas y oscuridades en la vida social y familiar. Pero junto a realidades dolorosas también crecen ejemplos de buenos cristianos, testigos de la fe en medio del mundo. Muchas manos solidarias se prodigan para llevar alivio a los más pobres y consuelo a los tristes. No faltan felizmente los que quieren vivir responsablemente, sin traicionar su conciencia ni ensuciarse con sangre inocente o dinero sucio. En medio de angustias el Espíritu Santo sopla, anima y da fuerzas, como lo comprobamos en nuestras comunidades que permanecen con la antorcha de la fe encendida y activa.

Hoy como ayer mucha gente no reconoció al Salvador del mundo ni acudió a la cita. Sus antenas estaban orientadas hacia otras metas y expectativas:

Nos toca a cada uno decidir el lugar que queremos ocupar ante este acontecimiento. No alcanza decir que ese Niño cambió la historia, si en mi vida todo sigue igual.

Silencio, agradecimiento, adoración y súplica, para que esa alegría navideña no se borre en el nuevo año. Tanto Amor y tanta pequeñez. Tanto poder oculto en tanta humillación. ¡Qué lugar de Bendiciones y contrastes la escena de Belén! Donde aparentemente menos se lo espera, allí está naciendo!

Que Jesús el Señor los bendiga a todos junto a sus familias, enfermos en el cuerpo o el alma, presos, desilusionados, sin trabajo, enemistados con vecinos o incluso con los de la propia casa o comunidad, lejanos en el espacio o en los afectos. Navidad hace posible el reencuentro con Dios y con los cercanos y lejanos. Que sea para ustedes el mejor regalo.

+Pablo Galimberti
Obispo de Salto

sábado, 6 de diciembre de 2008

Carlos Mullin y Daniel Gil

Daniel con su antiguo maestro de novicios, Carlos Mullin SJ, que fue luego Obispo de Minas entre 1976 y 1985.