DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO
Mensaje de Navidad
Pablo Galimberti, Obispo de Salto
Mensaje de Navidad
Pablo Galimberti, Obispo de Salto
A la Comunidad diocesana, sacerdotes, religiosos y fieles: que la Paz de Jesús, el Señor, nacido en Belén en brazos de María, los colme de Bendiciones junto a sus familias y comunidades.
Los invito a mirar y escuchar con el corazón la escena del pesebre. Y que broten expresiones de agradecimiento y adoración al Niño en brazos de su Madre y nos dejemos envolver por ese Amor con el que Dios hoy nos abraza.
El Dios en quien creemos está cerca y lo expresa de muchas maneras. Pero el gran momento de su encuentro con nosotros ocurrió a partir de la Nochebuena en Belén. En el rostro humano de Jesús empezó a latir, en un cuerpo humano como el nuestro, un corazón que palpitaba con los mismos sentimientos de Dios, su Padre y nuestro Padre.
Toda la Iglesia proclama con gozo, en la Nochebuena, el sentido y la pedagogía de este acontecimiento: “Gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.”
¿Podríamos pensar en una persona querida sin imaginar al menos un rostro, una mirada, la voz, un cuerpo y un conjunto de detalles que nos permitan adivinar su realidad profunda y espiritual? Un día el apóstol Felipe le rogó a Jesús que le mostrara al Padre, esa secreta fuente que orientaba sus movimientos. Aquella respuesta alumbra el misterio del pesebre: “El que me ha visto, ha visto al Padre.”
En una humanidad semejante a la nuestra, el Amor de Dios Padre viene a nuestro encuentro. Ninguna circunstancia lo frena. Ni el censo que obligó a María y José a un imprevisto viaje. Ni el furibundo Herodes, ni el posadero ocupado en su negocio en días de temporada alta, que no buscó un lugarcito a una madre en inminente alumbramiento. Cuando quiere y como quiere, porque el mundo es su casa, Dios sigue dando pruebas que es rico en misericordia.
No ignoramos que la fraternidad que queremos construir está manchada con violencias y la política, el fútbol, las deudas, enfermedades, depresiones o pronósticos pesimistas siembren desaliento.
No ocultamos heridas y oscuridades en la vida social y familiar. Pero junto a realidades dolorosas también crecen ejemplos de buenos cristianos, testigos de la fe en medio del mundo. Muchas manos solidarias se prodigan para llevar alivio a los más pobres y consuelo a los tristes. No faltan felizmente los que quieren vivir responsablemente, sin traicionar su conciencia ni ensuciarse con sangre inocente o dinero sucio. En medio de angustias el Espíritu Santo sopla, anima y da fuerzas, como lo comprobamos en nuestras comunidades que permanecen con la antorcha de la fe encendida y activa.
Hoy como ayer mucha gente no reconoció al Salvador del mundo ni acudió a la cita. Sus antenas estaban orientadas hacia otras metas y expectativas:
Nos toca a cada uno decidir el lugar que queremos ocupar ante este acontecimiento. No alcanza decir que ese Niño cambió la historia, si en mi vida todo sigue igual.
Silencio, agradecimiento, adoración y súplica, para que esa alegría navideña no se borre en el nuevo año. Tanto Amor y tanta pequeñez. Tanto poder oculto en tanta humillación. ¡Qué lugar de Bendiciones y contrastes la escena de Belén! Donde aparentemente menos se lo espera, allí está naciendo!
Que Jesús el Señor los bendiga a todos junto a sus familias, enfermos en el cuerpo o el alma, presos, desilusionados, sin trabajo, enemistados con vecinos o incluso con los de la propia casa o comunidad, lejanos en el espacio o en los afectos. Navidad hace posible el reencuentro con Dios y con los cercanos y lejanos. Que sea para ustedes el mejor regalo.
+Pablo Galimberti
Obispo de Salto
Obispo de Salto
1 comentario:
Muchas gracias, Pablo Obispo, que ese misterio de Belén que nos muestra el rostro del Padre, en un Niño pobre y humilde, nos HABLE a todos. Que María nos ayude a vivir el MISTERIO, a muchos, especielmente en tu Diócesis. BTL
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