jueves, 30 de julio de 2015

Sesquicentenario de la Ordenación Episcopal de Monseñor Jacinto Vera.


Cardenal y Obispos celebrarán Misa por 150 aniversario de la ordenación episcopal del primer Obispo de Uruguay, candidato a la Santidad.

Se iniciará investigación por presunto milagro que posibilitaría su beatificación.


El próximo 2 de agosto, el Cardenal Daniel Sturla junto a todos los obispos del país concelebrarán una Misa por los 150 años de la ordenación episcopal del Primer Obispo de Uruguay, el Venerable Mons. Jacinto Vera. 
La Misa tendrá lugar a las 11 hs, en la Catedral Metropolitana.

Luego de la Misa se realizará el acto solemne de la sesión de apertura del Tribunal que investigará un presunto milagro atribuido a la intercesión del Venerable Jacinto Vera (que de comprobarse, facultaría su beatificación) y se tomará juramento a sus miembros.

Esta Eucaristía será de acción de gracias por la ordenación episcopal del primer obispo, acaecida el 16 de julio de 1865, fiesta de la Virgen del Carmen, en la Iglesia Matriz.
Luego de la sesión de apertura del Tribunal que investigará un presunto milagro atribuido a la intercesión del Venerable Jacinto Vera se realizará un homenaje al primer Obispo de Uruguay junto a su sepulcro en la Catedral Metropolitana.
El pasado 6 de mayo, día en que se cumplían 134 años de su fallecimiento, en Pan de Azúcar, Mons. Jacinto Vera fue declarado Venerable por el Papa Francisco en reconocimiento de sus “virtudes heroicas”, constituyendo un importantísimo paso hacia su beatificación y canonización.

CAMINO A LA SANTIDAD

El camino hacia la santidad tiene varios escalones: Mons. Jacinto Vera hasta el pasado 6 de mayo era llamado “siervo de Dios”. Este título se otorga cuando comienza oficialmente la causa de un “candidato a la santidad”, después que la Santa Sede, a través de la Congregación para la Causa de los Santos, autoriza la apertura del proceso, ya que comprueba que el candidato tiene “fama de santidad”. Luego, se estudia en profundidad su vida para comprobar que ha vivido heroicamente las virtudes humanas y cristianas. Si esto se comprueba y después de pasar por dos tribunales, el Santo Padre firma el decreto que declara al siervo de Dios como Venerable. Seguidamente pasa a ser beato y, finalmente, santo. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya obtenido y comprobado un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.

VENERABLE MONS. JACINTO VERA

El primer obispo y padre de la Iglesia del Uruguay nació el 3 de julio de 1813 en el viaje en el que sus padres, provenientes de las islas Canarias, llegaban a Uruguay como inmigrantes. A los 19 años, después de una tanda de Ejercicios espirituales, sintió el llamado al sacerdocio. Luego de los estudios de Teología en el seminario de los jesuitas en Buenos Aires, en 1841 es ordenado sacerdote. De regreso a su patria, es nombrado teniente cura y después párroco de Canelones.
En 1859 es designado Vicario Apostólico del Uruguay y empieza una difícil tarea de organización de la Iglesia en todo el territorio nacional. En 1865 es consagrado obispo pero recién en 1878 se crea la diócesis de Montevideo (que abarcaba todo el país) y Mons. Vera es nombrado su primer obispo. En 1870 participa en el Primer Concilio Vaticano.

Diez años después inaugura el primer Seminario de Montevideo. Recorrió varias veces el país con sus viajes misioneros y murió en Pan de Azúcar, el 6 de mayo de 1881.

A lo largo de su vida afrontó con decisión y audacia su tarea de pastor. Sufrió diversas contradicciones, fue exiliado por el gobierno, regresó sin ánimo de revancha y buscó siempre la reconciliación y la paz entre los orientales. A su muerte, el país se paralizó y gobierno y pueblo le tributaron sentidos honores. Había muerto el oriental más querido en la segunda mitad del siglo XIX.


lunes, 20 de julio de 2015

Proyecto Semería: Discípulos de Jesucristo para una Iglesia en Salida en la Diócesis de Melo (Cerro Largo y Treinta y Tres)

Hermoso fin de semana en Treinta y Tres, en la Parroquia San José Obrero.
Durante dos días, hemos compartido las jornadas diocesanas de formación del Proyecto Semería de Formación y Discipulado (así se llama en homenaje al primer Obispo de Melo, Mons. José Marcos Semería, de cuya llegada a Melo se cumplirán 100 años en 2019).
Las jornadas fueron organizadas por la Vicaría Pastoral, a cuyo frente se encuentra el P. Luis Arturo Silva, que es también párroco de esa parroquia olimareña.
En la jornada del sábado, el P. Juan Gómez, que estaba cumpliendo 8 días de su ordenación, nos presentó el discipulado en perspectiva bíblica, uniendo el llamado de Jesús a estar con Él y seguirlo, al envío misionero al mundo.
El domingo, el P. Pablo Bonavía, párroco de la Cruz de Carrasco (parroquia de la que Mons. Roberto Cáceres fue el primer cura párroco) nos presentó el proyecto de "Una Iglesia en Salida" del Papa Francisco. El P. Pablo señaló que la primera salida de la Iglesia es "salir de sí misma" (lo que muchas veces nos dice de otra forma el Papa Francisco cuando nos llama a dejar la "autorreferencialidad". Salir de sí misma para descubrir la obra de Salvación que Dios va realizando en la historia, en la vida de los hombres, y estar al servicio de esa obra salvadora.
Estuvieron presentes también tres misioneras de la Fazenda de la Esperanza. Su testimonio nos ayudó a ver la fuerza extraordinaria del Evangelio, que hace posible un profundo cambio en la vida de personas que, mucho más que superar una adicción, han sanado de profundas heridas.
Más de cien participantes de 14 parroquias de la Diócesis compartimos, reflexionamos, rezamos, celebramos y salimos animados y fortalecidos. Demos Gracias a Dios.

sábado, 11 de julio de 2015

Ordenación Sacerdotal de Juan Gómez Carmona - Homilía

Lecturas Bíblicas:

Primera Lectura. Deut. 7, 6-9. 11-13
Lectura del libro del Deuteronomio
Tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios;
Él te eligió para que fueras su pueblo
y su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra.
El Señor se prendó de ustedes y los eligió,
no porque sean el más numeroso de todos los pueblos;
al contrario, tú eres el más insignificante de todos.
Pero por el amor que les tiene,
y para cumplir el juramento que hizo a tus padres,
el Señor los hizo salir de Egipto con mano poderosa,
y los libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de Egipto.
Reconoce, entonces, que el Señor, tu Dios, es el verdadero Dios,
el Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones,
mantiene su alianza y su fidelidad
con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos;
Por eso, observa los mandamientos, los preceptos y las leyes
que hoy te ordeno poner en práctica.
Porque si escuchas estas leyes, las observas y las practicas,
el Señor, tu Dios, mantendrá en tu favor
la alianza y la fidelidad que juró a tus padres.
Él te amará, te bendecirá y te multiplicará.
Bendecirá el fruto de tu seno, el fruto de tu suelo
–tu trigo, tu vino y tu aceite–
y las crías de tus ganados y rebaños,
en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus padres.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial. 131 (130)
R/ Señor, mi corazón no es ambicioso
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Segunda lectura. Rom 8:18-30
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos
Hermanos:
Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza.
Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto.
Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados.
Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia. Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.

Marcos 10:17-31
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?».
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.
Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre».
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme».
El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!».
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?».
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible».
Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros».
Palabra del Señor

Homilía

“Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que él llamó según su designio”. Así nos dice San Pablo en su carta a los Romanos, segunda lectura que acabamos de escuchar.
Ese testimonio de fe del apóstol da un marco a nuestra celebración. En los 70 años de sacerdocio de Mons. Roberto, vemos realizada esa Palabra. Dios dispuso todas las cosas para su bien y para bien del Pueblo de Dios a quién él sigue sirviendo fielmente. En la ordenación sacerdotal de Juan Gómez Carmona, que va a celebrarse a continuación, vemos también realizada esa Palabra, en cuanto creemos que Dios, según su designio, llamó a Juan y lo trajo hasta nosotros a través de un largo recorrido. Pero, en esta ordenación, escuchamos esa Palabra en esperanza. Esperanza de que este nuevo sacerdote se haga un pastor según el corazón de Jesús para bien de nuestra comunidad diocesana y para su propio bien.

Pero hay otro pasaje de la Palabra de Dios que también hace parte del marco en el que vivimos esta celebración. Libro del Deuteronomio, primera lectura: “El Señor (…) los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pueblos; al contrario, tú eres el más insignificante de todos. Pero por el amor que les tiene (…) los libró de la esclavitud…”
Cuando Dios elige, cuando elige una familia, un grupo, un pueblo, o una persona determinada, esa elección no tiene un “porqué”, o por lo menos no tiene un porqué humano. No tiene que ver con méritos o cualidades. Es la elección de su amor misericordioso. Dios mira con cariño a quienes llama para seguirlo. Es una elección gratuita, como lo recordaba estos días en Ecuador el Papa Francisco.
Pero también pongámonos todos nosotros, que representamos aquí el Pueblo de Dios que peregrina en Cerro Largo y Treinta y Tres, bajo esa mirada del Señor que nos eligió, que nos llamó, con esa gratuidad suya. Quien va a ser ordenado hoy, para el servicio de todo nuestro pueblo, está también bajo su mirada. A Juan, Jesús lo miró con cariño y le dijo “sígueme”. Y Juan ha respondido “aquí estoy”.

Juan Gómez Carmona llegó a Uruguay en febrero de 2010, junto a otros tres colombianos, dos de los cuales son hoy sacerdotes en nuestra diócesis.
En esos primeros días los llevé a visitar algunos lugares de Montevideo. Cerca del Seminario Interdiocesano, donde nos alojábamos, se encuentra el Museo Blanes, y allí nos encaminamos una tarde.
Nos detuvimos a contemplar “El Juramento de los Treinta y Tres Orientales”, la gran obra del pintor de la Patria.
Yo traté de explicarles el momento histórico que esa pintura evoca y su significación en nuestra memoria de pueblo oriental. Contemplamos detenidamente ese grupo de patriotas, pero fue Juan quién señaló un detalle pequeño, pero significativo: “ahí hay uno que tiene una crucecita en la mano”.
Efectivamente, el segundo personaje que aparece desde la izquierda del que mira, tiene levantado el brazo y en su mano una pequeña cruz. Los treinta y tres retratados por Blanes no son anónimos, y el hombre que sostiene la cruz es Juan Acosta. Otro Juan.
Colombia, la tierra de Juan Gómez, es un país marcadamente católico. Los símbolos de la fe cristiana están visibles y patentes en todas partes. No sucede así en nuestro Uruguay de cultura laica, donde las expresiones religiosas quedan muchas veces relegadas al ámbito privado.
La pequeña cruz que observó nuestro Juan muestra, sin embargo, que la fe está presente en muchas personas de nuestro pueblo. Esa pequeña cruz muestra que la fe la puede aparecer a los ojos de aquel que sepa reconocer sus signos.
El Concilio Vaticano II nos dice que, así “como el mismo Cristo escudriñó el corazón de los hombres y los ha conducido con un coloquio verdaderamente humano a la luz divina”, así los misioneros “deben conocer a los hombres entre los que viven, y tratar con ellos, para advertir en diálogo sincero y paciente las riquezas que Dios generoso ha distribuido a los pueblos” .

Conocer a los hombres y mujeres entre quienes se vive, conocer un pueblo y su cultura, compartir sus alegrías y tristezas, sus angustias y esperanzas es fundamental para un sacerdote, discípulo misionero de Jesús, enviado para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Pero para ayudar a los hombres a encontrarse con Jesucristo, a encontrarse con el Camino, la Verdad y la Vida, el sacerdote tiene que ser auténtico discípulo; discípulo que vive y renueva diariamente su encuentro con el Señor. Con Jesucristo, el sacerdote reza cada día los salmos, uniéndose en su oración a la oración del Señor. Con la ayuda del Espíritu Santo, que enseña todas las cosas y que trae a la memoria las enseñanzas de Jesús , el sacerdote medita diariamente la Palabra de Dios, para entregarla fielmente al Pueblo de Dios. A la luz de esa Palabra contempla los sucesos de la vida y reconoce en cada persona y en cada acontecimiento al Señor que viene a nuestro encuentro, especialmente cuando presenta su rostro sufriente y nos hace oír su grito de abandonado, para servirlo con amor .
Celebrando cada día la Eucaristía para el Pueblo de Dios, el sacerdote se une a la entrega de Cristo al Padre, para hacerse él mismo pan y darse a sus hermanos. Como dice uno de nuestros cantos de comunión: “quiero ser pan, para el hambre de mi pueblo”.

Juan, nuestro pueblo te ha esperado y te recibe. Por la imposición de mis manos y la oración consagratoria, el Señor te hará sacerdote para siempre, al servicio de la comunidad diocesana en Cerro Largo y Treinta y Tres.

Te invito a que pongas tu ministerio bajo el manto de María, a quien tenemos como patrona bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar.
Recuerda como ella, según la tradición, alentó al apóstol Santiago en los comienzos de la evangelización de España, cuando él apenas había logrado reunir una pequeña comunidad. Este relato nos invita a considerar el valor de lo pequeño, tan presente en el Evangelio. Cada pequeña comunidad es grano de mostaza capaz de dar origen a un gran árbol. Es cucharada de levadura que puede fermentar toda la masa. Es la pequeña cruz, pequeña pero visible, que manifiesta la fe y al esperanza de un pueblo en Aquel que nos amó hasta dar la vida.
Pongámonos todos ahora bajo la mirada cariñosa de Jesús y de María, acompañando la celebración de este Sacramento.

domingo, 5 de julio de 2015

Guzmán Carriquiry: puntos de fuerza del Viaje del Papa en América Latina.

Entrevista al secretario de la Pontificia Comisión de América Latina, Guzmán Carriquiry, sobre las perspectivas del viaje pastoral.
Ciudad del Vaticano, 03 de julio de 2015 (ZENIT.org) Sergio Mora (con edición del Blog)

El Papa Francisco inicia este domingo su viaje de una semana en tres países de América Latina. El profesor Guzmán Carriqury, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina precisa en esta entrevista a ZENIT, los siete puntos de fuerza del viaje. Añade que Francisco encontrará una Iglesia más unida y serena tras tiempos de polarizaciones e ideologías. El documento de Aparecida es una convergencia de las más diversas sensibilidadesen América Latina y junto al pontificado del Papa Francisco puede consolidar la comunión y la unidad de los católicos latinoamericanos. 

¿Qué llevará el Papa en este viaje por América Latina y cuáles los puntos de fuerza?
-- Prof. Carriquiry: Primero: En realidad se trata de las primeras visitas pastorales a países latinoamericanos, porque Brasil, en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en el 2013 fue un viaje apostólico y si bien se encontró con el episcopado brasileño y fue a Aparecida, la visita pastoral a dicho país va a ser otra cosa.
La segunda cosa: es el primer viaje en donde el Papa se va a dirigir a la gente en su propio idioma, en español, y si bien se ha desempeñado bien con otros idiomas, esto le permitirá a Francisco una libertad y expresividad aún mayor.
Tercero: el nivel de popularidad de afecto, de credibilidad y de esperanza que suscita la figura del Papa en América Latina, en nuestros pueblos y en los Gobiernos es tal que vamos a asistir a un impresionante abrazo de amor y devoción del Papa con el pueblo y de los pueblos con el Papa.
Cuarto factor, y es de suma importancia, el Papa llevará en una mano la Evangelii Gaudium y en la otra la Laudato sì, que encuadran los contenidos fundamentales de sus enseñanzas.
Quinto elemento: el Papa no escoge a los grandes para iniciar su visita pastoral a América Latina, México, Brasil, Argentina; ni siquiera a los medianos, Chile, Colombia, Perú, etc., sino a las que personalmente llamo de "periferias emergentes", porque en una dinámica geopolítica son periferias que han vivido una larga tradición de pobreza, desigualdades sociales, de inestabilidad política. Periferias sí, pero emergentes, porque en los últimos doce años, estos países han vivido un ritmo de crecimiento impresionante. Aún en el 2015, en condiciones desfavorables para América Latina, Ecuador prevé que crecerá un 4 por ciento y Bolivia y Paraguay sobre el 5 por ciento. Este intenso desarrollo económico ha sacado a estos países de cierta inmovilidad y, en especial, a las masas indígeno-campesinas de estos países, haciéndolas partícipes de la nueva ciudadanía y del proceso de desarrollo y de modernización. Han surgido nuevos sectores de clase media populares que han salido de la pobreza. Son países que se han puesto de pie, con dignidad, y han emprendido una marcha importante. ¡Que la hojarasca de cierto lenguaje ideológico, que  a veces suena algo anacrónico, no impida ver el bosque! Estos tres países que va a encontrar el Papa están en condiciones muy diversas de los países que treinta años atrás encontró Juan Pablo II.
En sexto lugar, el Papa sabe que desde las periferias se ve mejor el conjunto, la perspectiva de la totalidad. Él comenzó por las periferias de Europa: por Bosnia-Herzegovinia y Albania, no por España, Francia o Alemania. De estas periferias emergentes el Papa va a tener muy presente el conjunto de América Latina. Y el conjunto de América Latina va a estar pendiente de este viaje del Papa. Entonces un discurso importantísimo sobre la fraternidad de los pueblos y naciones, de la cooperación y la integración, creo que va a ser muy fuerte en ocasión de este viaje.
En séptimo lugar, diría que hay temas que están en el corazón pastoral del Papa y que serán recurrentes durante el viaje: la importancia de la  familia contra toda colonización ideológica, la evangelización de los jóvenes, la atención pastoral y solidaridad social con los indígenas-campèsinos, el diálogo con los líderes sociales por el bien común, la valorización de la religiosidad popular y la devoción mariana, el amor a los pobres y a los que sufren.

¿Cómo es la Iglesia que el Santo Padre va a encontrar ahora?
-- Prof. Carriquiry: El Papa va a encontrar estas Iglesias en un estado muy diverso del que las encontró treinta años atrás Juan Pablo II. Entonces eran Iglesias muy tensas, polarizadas, a veces divididas, en donde los debates políticos e ideológicos relacionados con la teología de la liberación estaban a la orden del día.

¿O sea?
-- Prof. Carriquiry: Hoy son Iglesias más serenas en la comunión, Iglesias que han vivido el legado y las orientaciones de la V conferencia general del episcopado en Aparecida, lanzadas en la misión continental, pero sobre todo interpeladas por lo que el papa Francisco está comunicando en su pontificado, especialmente a través de la Evangelii Gaudium. Es decir una Iglesia que mira a lo central y esencial del evangelio – el encuentro con Cristo, muerto y resucitado -, misionera en salida, misericordiosa sin exclusiones, llena de ternura y compasión, con amor de predilección por los pobres y los que sufren. Iglesias que se sienten interpeladas y con-movidas por este tiempo de Gracia que estamos viviendo, que no se puede desperdiciar. Un tiempo favorable para la evangelización.
No en vano el objetivo principal del viaje es custodiar, reavivar y reproponer ese precioso tesoro de los pueblos que es el patrimonio de la fe católica, tan arraigada en su historia, cultura y vida, expresado también en la religiosidad popular, en la devoción mariana, en los sentimientos de dignidad, solidaridad y esperanza que el cristianismo ha sembrado en los corazones. Por otra parte, son Iglesias llamadas a contribuir al desarrollo de estos países, estableciendo una mayor y mejor interlocución entre gobiernos y episcopados, custodiando siempre la libertad de la Iglesia. No es que falten problemas que suscitan preocupación: todavía marcadas situaciones de pobreza y desigualdad, el veneno del narcotráfico, a veces recaídas autoritarias y situaciones que merecerían ser tratadas con otra serenidad y ecuanimidad.

Aparecida retoma el desafío de luchar contra la pobreza pero en otra clave, ¿verdad?
-- Prof. Carriquiry: En el documento de Aparecida no se habla de la teología de la liberación, pero todas las que han sido intuiciones providenciales riquísimas de la teología de la liberación están allí presentes. Ya incorporadas en el magisterio de la Iglesia latinoamericana y diría incluso mundial. Y después de la caída de los muros y del socialismo real, lo que eran las infiltraciones ideológicas y apuestas políticas fallidas cayeron de por sí. Por ello Aparecida es un documento convergente en América Latina de las más diversas sensibilidades, por eso el pontificado del papa Francisco puede suscitar una gran convergencia en la comunión de los católicos latinoamericanos, atrayendo en una “cultura del encuentro” también a muchos de los que no pertenecen a la Iglesia.

El papa Francisco en la Laudato Sí, habla de proteger la tierra y no de adorarla... Una aclaración oportuna en este viaje
-- Prof. Carriquiry: Por supuesto, la Tierra es creación de Dios, la madre tierra no es una divinidad como se creía en las viejas cosmogonías indígenas. La creación hecha por Dios de alguna manera "desacraliza la tierra", pero al mismo tiempo la confía a la sabia administración del hombre y no al dominio salvaje. Muchas expresiones que hoy se repiten sobre la Pachamama, y cuando empiezan a aparecer los brujos y los chamanes, todo eso poco tiene que ver con las tradiciones de los indígenas precolombinos o de las religiones tradicionales. Más bien son formas hoy en día mas bien artificiales que de alguna manera sirven para manifestar esta realidad pluricultural y plurinacional de algunos países. 

viernes, 3 de julio de 2015

Santo Tomás: ¿basta con "ver" para "creer"?


Esta fiesta de Santo Tomás apóstol nos trae de nuevo el episodio del Evangelio según San Juan (20, 24-29) en el que Tomás reclama "ver para creer".
Tomás estuvo ausente en la primera aparición de Jesús resucitado a sus díscípulos. Al escuchar a sus amigos decir "Hemos visto al Señor", él responde: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Si no veo, no creeré. Ver para creer.
Cuando al domingo siguiente reaparezca Jesús, Tomás será invitado por Él: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás no hace ninguno de esos gestos y, en cambio, proclama “¡Señor mío y Dios mío!”, haciendo una maravillosa profesión de fe.
No obstante, Jesús le dice (y nos dice) “Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!”.

Todo parece muy simple. Sin embargo no lo es tanto (tampoco es tan complicado). Veamos.
A partir del momento en que Tomás ve a Jesús ¿qué sucede? ¿Tomás cree o Tomás sabe? ¡No es lo mismo! Cuando nos han contado un hecho, la cuestión está en creer o no creer lo que nos relatan. Cuando vemos el hecho, cuando nos pellizcamos para convencernos de que no estamos soñando, cuando buscamos que otro nos confirme que es verdad lo que vemos, sabemos. Ya no hace falta creer. Pero Jesús no le dice "ahora sabes", sino "ahora crees". Tomás ha dado un paso en la fe. Sí: ha visto a Jesús resucitado; pero también ha creido, para poder decirle "Señor mío y Dios mìo".

Y si no, vayamos al final del evangelio según San Mateo (18,16-20). Allì se dice que "Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron". Así es. Todos vieron a Jesús resucitado. Los que creyeron, de inmediato se postraron ante Él. Otros todavía dudaron.

¿Qué es lo que se ve y lo que no se ve en estos encuentros con Jesús? San Gregorio Magno (lectura del Oficio correspondiente a esta fiesta) lo explicaba así:
Lo que [Tomás] creyó superaba a lo que vio. En efecto, un hombre mortal no puede ver la divinidad. Por esto lo que él vio fue la humanidad de Jesús, pero confesó su divinidad al decir: ¡Señor mío y Dios mío! Él, pues, creyó (...) ya que, teniendo ante sus ojos a un hombre verdadero, lo proclamó Dios, cosa que escapaba a su mirada.
Siglos más tarde, Santo Tomás de Aquino (otro Tomás) lo expresaba en forma aún más sintética:
Tomás vio al hombre y las cicatrices, y a partir de esto, creyó en la divinidad del resucitado.
Nosotros estamos entre los bienaventurados que Jesús señala: "los que creen sin haber visto". Hemos creído sin ver. Pero eso es la fe. No es ciega, no es irracional. Es un salto que va más allá de los límites de nuestros sentidos, para abrirnos a una nueva dimensión de la existencia: la vida divina.

El acto de fe de Tomás lo repetimos en la Eucaristía, al contemplar el Cuerpo de Cristo en la Hostia consagrada y, con Tomás, reconocerlo diciendo "Señor mío y Dios mío".

La oración final de la Misa de hoy nos hace presente nuestro propio acto de fe frente a la presencia real de Cristo en el Pan de Vida y nos invita a que la Eucaristía vivida, el encuentro con Jesús, se proyecte en nuestra vida cotidiana:
Dios nuestro, en este sacramento hemos recibido verdaderamente el Cuerpo de tu Hijo unigénito; concédenos que lo reconozcamos por la fe como Dios y Señor nuestro, y también lo confesemos con las obras y con la vida, a ejemplo del apóstol Tomás.
+ Heriberto

jueves, 2 de julio de 2015

Nuevo Sacerdote para la Diócesis de Melo y homenaje a Mons. Roberto Cáceres


El sábado 11 de julio, a las 17 horas, en la Catedral de Melo, Mons. Heriberto Bodeant ordenará un nuevo sacerdote que estará al servicio de la Diócesis de Melo (Cerro Largo y Treinta y Tres).

Al comienzo de la celebración se hará un homenaje a Mons. Roberto Cáceres quien festejará el próximo 15 de julio los 70 años de su ordenación sacerdotal. Se dará lectura a un mensaje del Papa Francisco al querido Obispo emérito de Melo.

Juan Gómez Carmona, el futuro sacerdote, nació en Argelia, Antioquia (Colombia) en 1980. Estudió Teología en la Universidad Pontificia Bolivariana, graduándose en 2009.

Siguió un itinerario vocacional con el acompañamiento de distintos sacerdotes, bajo cuya dirección realizó también diversos servicios pastorales en parroquias.

Trabajó también en colegios católicos de Medellín, en la obra El Minuto de Dios y en la Escuela de formación laical Didajé.

Su relación con la Diócesis de Melo se inició en tiempos de Mons. Luis del Castillo, a través del P. Álvaro Mejía, uno de sus formadores en Colombia.

Llegó a Uruguay como seminarista en 2010. Después de dos períodos de residencia en la Diócesis, en Treinta y Tres, Cerro Chato y Melo, con el parecer favorable del Obispo y del Consejo de Presbiterio fue ordenado Diácono el 30 de diciembre del año pasado.

Actualmente está ejerciendo su ministerio en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Cerro Chato. El lema elegido por Juan Gómez para su ordenación es “Jesús lo miró con amor” (Mc 10,21)