martes, 3 de marzo de 2015

Dora Paiva (1931-2015): "Gritar el Evangelio con la vida"

Dora Paiva (foto: diario El Paìs)

En el día de ayer, a través del P. Jorge Osorio, me llegó este mensaje de Gloria Aguerreberry, a propósito del fallecimiento de Dora Paiva. Conocí a Dora por su estrecha vinculación con el barrio La Tablada de Salto, con las Hermanas Misioneras de los Pobres, con Monseñor Marcelo Mendiharat. Sigue el mensaje de Gloria y un artìculo que publicó en 2010 la revista UMBRALES.
+ Heriberto
 
Queridos todos:
en esta madrugada el Señor misericordioso llevó a su seno a la querida Dora.
Ella había cumplido 84 años el 28 de enero y a los dos días se sintió mal y fue internada en el Hospital de Clínicas. Fue muy bien atendida, fue muy acompañada por familiares, amigos y por las/os  compañeras/os  de la familia Carlos de Foucauld. Nunca se quejó y cuando le preguntaban cómo estaba decía: “disfrutando de la vida”, “estoy en un hotel 5 estrellas”.
Los últimos días comenzó a sufrir, con dolores fuertes y como sus venas no daban más en tantos intentos de colocarle varias veces vías centrales, un coágulo se disparó al pulmón y derivó en una corta agonía.
Ya descansa en el Señor, Él sabrá recibirla y premiarla por tanta lucha a favor de los más pobres, sus vecinos de La Tablada, los amigos de la cooperativa que asesoraba en Artigas y que la desvelaba y la hacía correr entre Montevideo, Salto y Artigas.
Vivió con coherencia la entrega a los más pobres, vivió como ellos sin guardarse nada para ella.
La vamos a extrañar mucho… fue, es y seguirá un referente del Evangelio que supo “gritar con su vida”. Que ahora descanse en paz.
Bendiciones y abrazo apretado a todos.
Gloria Aguerreberry

DORA PAIVA: Mujer del año en Salto


Dora Paiva, asistente social, nacida en el Dpto. de Artigas, pertenece a la Asociación de Fieles Fraternidad Carlos de Foucauld desde 1960. Desde muy joven sintió el llamado del Señor a entregarse a Él en los hermanos más necesitados.

El diario "CAMBIO" de la ciudad de Salto (Uruguay) donde vive Dora, brindó la oportunidad a sus lectores de expresar su opinión -a través del voto- sobre qué mujer "salteña" merecía ser premiada debido a su contribución con las causas sociales.

La crónica de este periódico del 10 de marzo de 2004 dice textualmente:

"Dorita, como cariñosamente la llaman sus amigos, tiene 73 años y desde siempre está enrolada en los movimientos cristianos. Si bien nació en Artigas, llegó a nuestra tierra hace más de 40 años y lleva a Salto en su corazón.

Su trabajo la llevó a relacionarse con los más variados aspectos de la sociedad y dedicó toda su energía a mejorar la calidad de vida de los sectores más carenciados. En este sentido, uno de sus permanentes desvelos fue y sigue siendo facilitar el acceso a la vivienda digna, la salud y la educación; ni qué decir de su constante apoyo a la mujer, especialmente a las jefas de hogar".

En el ejemplar del domingo 14 de marzo, con el título: "Dora Paiva: compromiso cristiano y amor a los humildes", se hace una extensa nota con los datos más característicos de su pensamiento y su personalidad entregada totalmente a los pobres en general y en especial a los de su barrio, llamado La Tablada.

"Dora cree que la Providencia guió sus pasos hacia el servicio social. A comienzos de la década del 50, a los 21 años se fue a estudiar a Montevideo a fin de cursar la carrera de Asistente Social. A su vez se integra al grupo de Economía Humana, cuyo lema era: No basta la transformación de vida, hay que trabajar por la transformación de estructuras y hacer trabajo de base, prolongado y ascendente. Afirma que esta experiencia fue una opción religiosa y política, porque todo en la vida es política, pero no todo es política partidaria. Poco a poco nuestro pueblo va descubriendo la diferencia".

En Montevideo entra en contacto con todos los movimientos sociales existentes y las diversas corrientes cristianas a nivel internacional, en especial las lideradas por los sacerdotes obreros que trabajaban en los barrios más carenciados. Está y estuvo adherida siempre al pensamiento de Lebret que sostenía que Dios es el dueño de todo y que no podemos aceptar una sociedad donde el capital domine al Estado, a las organizaciones sociales y a las personas. Hay que trabajar por una sociedad donde capital y Estado estén al servicio de la persona.

"En 1955 se recibe de Asistente Social y regresa a Artigas (su ciudad natal), ingresa en el Instituto Nacional del Menor. Las innovaciones que impulsó en ese ámbito hizo que se elevaran enojadas voces en los sectores más conservadores de la sociedad".

"Desde la Intendencia fue acusada duramente de hacer proselitismo religioso en los barrios y se le dificultó el trabajo social. Ante esta persecución, las autoridades religiosas le propusieron crear el Departamento de Servicio Social en la parroquia. En ese ámbito se aunaron esfuerzos con la Juventud Obrera Católica y las Comisiones Vecinales, formando una red de organizaciones sociales, sindicales y religiosas".

"En 1959 llegan las inundaciones, que ocasionan grandes perjuicios y también graves incidentes entre los movimientos sociales y la intendencia de Artigas. Las autoridades departamentales no ven con buenos ojos su labor y sufre muchas hostilidades. Por eso mons. Marcelo Mendiharat la invita a sumar esfuerzos en Salto, en el Barrio La Tablada al que se integra plenamente en 1962 y donde aún hoy permanece. Ella opina que se habla y se escribe mucho sobre La Tablada, sin tener en cuenta que es el sistema el que determina que la gente viva en condiciones deplorables". Dora comparte con los lectores de CAMBIO su pensamiento sobre la pobreza creciente en Uruguay y especialmente en el norte:

"En los 50 años que tengo haciendo trabajo de base, viví el dolor de ver que comenzaba una pobreza creciente. En la década del 50 esto no era tan evidente. Los estudios actuales dicen que el crecimiento de la pobreza es alarmante y recuerda que Juan Pablo II dijo que el sistema capitalista es diabólico y perverso".

Nos dice: "Vivimos en una dictadura económica y hay que buscar soluciones. El problema es muy duro y muy grande. A veces no sé si es por ignorancia o por miedo al compromiso y al dolor, que hay gente que tiene la costumbre, tan humana, de asegurar que la culpa la tienen ellos (los pobres): que son pobres porque quieren".

Cuenta una anécdota de un vecino que ya murió, que decía: "Esos burgueses dicen que uno tiene que estar acostumbrado a la pobreza; sin embargo, yo me voy a morir de viejo y todavía no me pude acostumbrar a ser pobre".

Todas las notas periodísticas y la opinión en la calle sobre Dora, dicen que es merecedora de este reconocimiento (que ella eludía pero que luego aceptó para poder, desde el lugar que le dio la sociedad, denunciar las injusticias).

Se lo tiene bien ganado por su dedicación, su testimonio, su lucha y su valentía para denunciar las causas de la miseria, evitando la hipocresía, llamando al compromiso y a buscar soluciones, para colaborar en la construcción de una sociedad y un mundo más humano, justo y solidario, que sabemos que es posible.


Gloria Aguerreberry

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