martes, 1 de agosto de 2023

Ordenación sacerdotal del P. Néstor Rosano. Homilía.

Lecturas:

Primera lectura: Jeremías 1, 4-9. El Señor me dijo: No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene.

Salmo 88, 21-22. 25. 27. ¡Cantaré eternamente tu amor, Señor!

Segunda lectura: Efesios 4, 1-7. 11-13. Cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido.

Evangelio: Mateo 9, 35-38. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.

Homilía

Queridos hermanos y hermanas:

Convocados por el Señor

¡Qué lindo es ver esta hermosa asamblea!

Esta hermosa asamblea que formamos al reunirnos este domingo en la iglesia parroquial de San Isidro de Las Piedras; asamblea que hace presente nada menos que el misterio de la Iglesia.

Iglesia significa “convocatoria”; y la convocatoria que nos ha reunido hoy no es simplemente la invitación que nos puede haber llegado por distintos medios. Hemos venido a participar de esta celebración no solo por el cariño y la amistad que sentimos por quien va a ser ordenado sacerdote. Hemos venido porque nos ha convocado, ante todo, el Señor mismo. Él nos ha llamado desde siempre, “por pura iniciativa suya”, como dice el lema que Néstor ha elegido para su ordenación sacerdotal.

El llamado vocacional: por pura iniciativa divina

Vocación significa llamado. No siempre somos conscientes de ese significado. Hoy se habla más de cualidades, aptitudes o de una inclinación especial por un tipo de profesión, servicio o tarea.

El llamado vocacional, que pasa por mi subjetividad, que toca mis sentimientos, que interpela mi razón, no viene de mi propio interior, sino que viene de otro que me llama. Ese “otro” es “el Otro” con mayúscula. Es Dios, que me saca de mí mismo y me hace descubrir que tengo un lugar en su proyecto de amor. 

Y viéndolo así, comprenderé también que las cualidades y las fortalezas que yo pueda tener, las ha puesto en mí el mismo Dios, para hacerme posible el responderle. Y todavía veré de otro modo mi debilidad, mi fragilidad, y tal vez pueda, como san Pablo, comprender la palabra que le dirigió el Señor: 

«Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad» (2 Corintios 12,9).

Tomado de entre los hombres y puesto en favor de ellos

Jesús 

“llamó a su lado a los que él quiso. Ellos fueron hacia Él (…) instituyó a Doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar” (Marcos 3,13-14)

El llamado de Dios me saca de mí mismo y me atrae hacia Él, para enviarme de nuevo a los demás. 

La carta a los Hebreos dice: 

“todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y ha sido puesto en favor de ellos en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.” (Hebreos 5,1). 

El autor de la carta lo refiere a los sacerdotes de la Primera Alianza, para luego hacernos ver que ese sacerdocio anticipaba, prefiguraba, el sacerdocio de Cristo, único y verdadero sacerdote.

Cuando dice “es tomado de entre los hombres”, el autor de Hebreos está aludiendo delicadamente, sin nombrarlo, a Dios. Es Él quien, “por pura iniciativa suya” elige, llama y toma a quien le responde.

Todo llamado pide una respuesta. Esa respuesta, a veces, no llega.

Pero hoy estamos aquí porque Néstor respondió.

Néstor ha dado su sí al llamado de Dios y la Iglesia diocesana ha reconocido y confirmado en Néstor esa vocación y es por eso que hoy recibirá la ordenación que lo hará presbítero, sacerdote, para la iglesia de Canelones.

Se compadeció de la multitud

El evangelio que hemos escuchado nos habla de la compasión que siente Jesús por la multitud, al ver a todos cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 

A diferencia de algunos referentes religiosos de su tiempo, Jesús no despreció a los pecadores ni se separó de ellos, sino que salió a su encuentro, manifestando que 

“no son los sanos quienes necesitan el médico, sino los enfermos” (Mateo 9,12). 

Y lo dice después de haber llamado al publicano Mateo, manifestando en esa elección la Misericordia del Padre: 

“Con misericordia lo eligió” (lema del Papa Francisco, tomado de una homilía de San Beda el Venerable, oficio de lecturas de la fiesta del apóstol San Mateo).

En unión con Jesús buen pastor, como comunidad de discípulos, estamos llamados a tener su misma mirada compasiva ante tantos hombres y mujeres que sufren hoy por diversos motivos; hay distintas carencias y formas de pobreza, hay situaciones de violencia que amenazan la vida; pero la más profunda miseria es la de no encontrar sentido a la existencia, la de sufrir el más doloroso vacío y la falta de amor, que lleva a tantas personas, especialmente jóvenes, a buscar matar ese sufrimiento con el vértigo o la droga o poniendo fin a su vida. 

Néstor, tú que quieres vivir tu sacerdocio según el corazón de Jesús, te unirás a Él y a la comunidad en esa mirada compasiva y misericordiosa que los moverá a buscar respuestas y a realizar acciones concretas, para ayudar a levantarse a los heridos en los caminos de nuestro tiempo, especialmente quienes están hundidos en el sin sentido y el pecado. Para eso el Señor también te entrega hoy la facultad de perdonar los pecados en su nombre y reconciliarnos con Dios.

Esparcir con generosidad la buena semilla

La “Palabra del Reino” que esparce el Sembrador es siempre buena semilla que quiere encontrar tierra buena. Jesús no buscó escatimarla de ningún modo; al contrario: la lanzaba sin mirar las condiciones del terreno en que caía. 

“La Iglesia existe para evangelizar” (Evangelii Nuntiandi, 14) 

nos decía san Pablo VI. 

Todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a participar en la misión de anunciar la alegría del Evangelio. Como dice san Pablo en la segunda lectura que hemos escuchado “cada uno de nosotros ha recibido su propio don”. 

Ayudar a descubrir los carismas presentes en los miembros de la comunidad y a ponerlos en práctica, en forma articulada, para la misión, es uno de los servicios que presta el presbítero actuando en unión con Cristo “que organizó a los santos para la obra del ministerio”, como sigue diciendo san Pablo. 

Promover una mayor participación de los fieles laicos en los diversos servicios y ministerios hacia dentro y hacia fuera de la comunidad no solo es necesario porque es parte de su vocación bautismal, sino que se hace hoy particularmente urgente. 

Seguiremos pidiendo “al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”; seguiremos pidiendo por las vocaciones al sacerdocio o a la vida consagrada; pero pediremos también que crezca la participación de todos los fieles, para que caminemos juntos en la misión.

Pronunciar con Cristo sus palabras: "tomen y comen"

Todo caminante, todo peregrino, necesita alimentarse para reponer sus fuerzas.

Dios, que alimentó con el maná a su Pueblo para su caminata en el desierto, se da Él mismo a nosotros como alimento, de una manera que hace necesario el servicio sacerdotal.

Néstor, a partir de ahora, celebrando la Eucaristía, te unirás a Cristo, que es quien celebra y quien consagra con todo su cuerpo, que es la Iglesia. Pero tú, como presbítero, dirás junto con Él las palabras que Él mismo pronunció en la última cena y presentarás a tus hermanos su Cuerpo y su preciosa Sangre, como Él mismo los presentó a sus discípulos, invitándolos a comer y a beber para participar de la salvación que nos llegaría por el sacrificio del calvario.

A través de las palabras que vas a pronunciar y de los gestos que vas a realizar, el Espíritu Santo hará presente para toda la asamblea el sacrificio de la Cruz y el Señor crucificado y resucitado se hará alimento para ti y tus hermanos, pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

Con la Guadalupana y Don Jacinto

Queridos hermanos y hermanas… ¡cuántas cosas más me gustaría decir! Quedémonos con la alegría y la esperanza que nos da a todos el sí de Néstor. Renovemos nuestra confianza en el Señor, que lo ha llamado, y que completará y perfeccionará la obra que ha iniciado en él. Encomendémoslo a Nuestra Señora de Guadalupe, para que lo guarde bajo su manto de madre y al beato Jacinto Vera, padre de la Iglesia que peregrina en Uruguay, para que Néstor viva plenamente su sacerdocio según el corazón de Jesús, para bien de todo nuestro pueblo de Canelones. Así sea.


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