jueves, 18 de agosto de 2022

“Traten de entrar por la puerta estrecha” (Lucas 13,22-30). Domingo XXI durante el año.

¿Qué es lo que esperamos en esta vida? ¿Qué es lo que buscamos más ansiosamente? ¿Bienestar económico? ¿vivir sin problemas ni angustias? ¿Paz y tranquilidad? ¿disfrutar de la vida? ¿Incluimos en esos deseos a personas que queremos o lo vivimos individualmente, por no decir egoístamente?
Muchas veces vivimos situaciones tan difíciles, que nuestro único deseo es salir de ellas de una buena vez, sin pensar qué es lo queremos realmente… Pero ¿y a qué aspiramos más allá de esta vida? ¿una tumba bonita en un cementerio parque o nuestras cenizas esparcidas en un lugar querido?

En tiempos de Jesús, y en muchos otros tiempos de la humanidad, incluido el nuestro, ha habido quienes pensaron y se preocuparon por una vida más allá de la muerte, una vida eterna… de distintas formas aparece en las diferentes religiones y en algunas de ellas se expresa como “salvación”. Es desde ese profundo anhelo que un día le preguntan a Jesús, con evidente preocupación:

«Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» (Lucas 13, 22-30)
Jesús no responde ni sí ni no. No se pone en esa perspectiva. Él ha venido a anunciar la salvación. Algo que se ofrece a todos, pero es necesario que cada uno dé su respuesta y haga su propio esfuerzo para entrar en la salvación.

La primera lectura, del profeta Isaías, nos habla de esa salvación universal. Dios anuncia:
Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas,
y ellas vendrán y verán mi gloria. (Isaías 66, 18-21)
Y para expresar que esa reunión ha incluido a todos dentro del Pueblo de Dios, concluye:
Y también de entre ellos tomaré sacerdotes y levitas, dice el Señor. (Isaías 66, 18-21)
Pero con ese hermoso sueño de reunión, en armonía, de todos los pueblos de la tierra contrasta la realidad humana con sus tensiones, divisiones, conflictos, guerras. Realidad colectiva, realidad personal… muchas veces nos encontramos divididos hasta interiormente. Frente a todo eso, la segunda lectura nos habla del cuidado paternal de Dios, que pedagógicamente corrige a todos y a cada uno:
no desprecies la corrección del Señor,
y cuando te reprenda, no te desalientes.
Porque el Señor corrige al que ama (Hebreos 12, 5-7. 11-13)

Y así llegamos al Evangelio. Lucas nos dice que Jesús está en camino a Jerusalén. No es un simple detalle geográfico: Jesús va hacia la ciudad santa para consumar la salvación por su pasión, su cruz y su resurrección. La salvación está a la puerta y Jesús urge a participar en ella.
Es en este contexto que le preguntan si serán muchos los que se salven.

Podríamos responder con las palabras de Pablo a Timoteo:

Dios “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,4)
Pero también encontramos otra palabra de Jesús, que nos dice:
“muchos son llamados, pero pocos son elegidos” (Mateo 22,14)
Si Dios quiere la salvación de todos, puede haber algo que lo impida. A la pregunta sobre si serán muchos los que se salven, la respuesta de Jesús es:
Traten de entrar por la puerta estrecha,
porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. (Lucas 13, 22-30)
Hay una respuesta personal, insustituible.
Quienes no la den serán arrojados fuera, aunque no sin razón. Dice Jesús:
¡apártense de mí todos los que hacen el mal! (Lucas 13, 22-30)
Pero habrá muchos que sí, entrarán en el camino de la salvación.
vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur,
a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. (Lucas 13, 22-30)
Al final de su discurso, Jesús plantea todavía otra posibilidad.
Algunos que creen ya estar colocados entre los primeros, entrarán, pero no en ese puesto:
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros,
y hay otros que son los primeros y serán los últimos (Lucas 13, 22-30)

No deja de ser alentador pensar que los que estaban primero y quedaron últimos no están excluidos, aunque parecen haber corrido el riesgo de quedar afuera…

Días pasados recordábamos a santa Juana Francisca de Chantal, fundadora, con san Francisco de Sales, de la Orden de la Visitación, las Salesas. Hablando a sus hijas, santa Juana decía que Dios las llamaba especialmente a una forma de santidad, el “martirio del amor”, 

“con el cual Dios, manteniendo la vida de sus siervos y siervas, para que sigan trabajando por su gloria, los hace, al mismo tiempo, mártires y confesores”. 

Y agrega:

“esto lo hace Dios sólo con los corazones magnánimos que, renunciando completamente a sí mismos, son completamente fieles al amor”
Volviendo a las palabras de Jesús, podemos pensar que esos corazones entregados generosamente son los primeros. Santa Juana nos da también una idea de quienes pueden ser esos últimos de los que habla Jesús:
“a los débiles e inconstantes en el amor, no les lleva el Señor por el camino del martirio, y les deja continuar su vida mediocre, para que no se aparten de él, pues Dios nunca violenta la voluntad libre”.
Pidámosle al Señor que nos ayude a crecer en generosidad, que nos haga fuertes y constantes en el amor, para que podamos entrar por la puerta estrecha, en el lugar que nos toque, como sea, pero estar para siempre con Él.

En esta semana:

Volvemos a tener una semana llena de santos y de acontecimientos. Veamos:

  • El Domingo 21, san Pío X. En Uruguay es el día nacional de la catequesis.
  • Lunes 22, en la octava de la Asunción, María Reina. Contemplamos a la servidora del Señor glorificada, pero al mismo tiempo, cercana a nosotros y atenta a nuestras necesidades más profundas.
  • Martes 23, en muchos lugares se celebra Santa Rosa de Lima, pero en Uruguay y otros países, es el 30 de agosto.
  • Miércoles 24, san Bartolomé, apóstol
  • Jueves 25, día de la Independencia de Uruguay. 197 años. El bicentenario está cerquita…
  • Sábado 27, santa Mónica, la madre de san Agustín, precediendo la fiesta de su Hijo, domingo 28.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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