Hoy en día, cuando una persona tiene que trasladarse a un lugar desconocido, sea dentro de la ciudad donde vive, o dentro de su país o a un lejano e ignoto lugar como Qatar, por ejemplo, es fácil ver en el teléfono, a través de una aplicación y al detalle, la mejor forma de llegar y, a veces, hasta ver inclusive la puerta de la casa donde se deberá llamar…
No era así hace poco más de 20 años. Recuerdo un viaje a Buenos Aires: al llegar a la terminal de Retiro compré un mapa del centro y busqué con cuidado los lugares donde quería ir… entre ellos, la iglesia de las Catalinas, donde Mons. Jacinto Vera celebró su primera misa, el 6 de junio de 1841.
Hoy todo es más fácil de encontrar, al menos en la pantalla… por eso nos cuesta imaginar cómo se viajaba en la antigüedad, en un mundo con numerosos territorios inexplorados, donde la gente debía ir bordeando ríos o buscando llanuras y valles para poder desplazarse allí donde no había caminos.
La segunda lectura de hoy hace referencia a un viaje que ocurrió hace casi cuatro mil años.
“Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.” (Hebreos 11, 1-2. 8-19)“Sin saber a dónde iba…” Siempre ha sido así en las migraciones humanas. Como decíamos al principio, hoy podemos reunir mucha información sobre el sitio al que vamos; pero eso no quita una cuota de incertidumbre, ni nos priva de encontrar muchas sorpresas.
Nos cuenta la Carta a los Hebreos que Abraham partió hacia una tierra que Dios le había prometido, movido por la esperanza. La lectura comienza hablando, justamente, de fe y esperanza, para luego poner a Abraham y a otros creyentes como modelo:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. (Hebreos 11, 1-2. 8-19)
Pero lo que quiere hacernos ver el autor de este escrito del Nuevo Testamento es que el camino de Abraham y el de los demás creyentes que vinieron después de él, es como una imagen, una prefiguración, de nuestro caminar en esta vida. Somos peregrinos. Estamos de paso: “extranjeros y peregrinos en la tierra”, dice la Carta a los Hebreos.
De paso ¿hacia dónde? La Carta habla de:
Aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.Una patria mejor, nada menos que la celestial. (Hebreos 11, 1-2. 8-19)
En el Evangelio, Jesús expresa de otra forma este llamado:
«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino» (Lucas 12,32-48)El Reino de Dios es la promesa de Jesús a sus discípulos. El Reino que viene del Padre, como pedimos cada vez que rezamos el padrenuestro: “Venga a nosotros tu Reino”.
El Reino como una realidad ya presente en nuestra vida, en nuestro mundo, como grano de mostaza, como levadura, como semilla que crece en la oscuridad de la tierra, porque Dios lo hace crecer.
El Reino, como una realidad que no ha alcanzado todavía su total cumplimiento. El Reino como promesa de plenitud en esa patria celestial de la que habla el autor de la carta a los Hebreos.
Entendiendo el Reino de Dios como algo ya presente en nuestra vida, pero todavía no realizado plenamente, se hace evidente que la espera no es pasiva y que, aunque peregrinos en este mundo, no podemos desentendernos de él porque esperamos un mundo venidero. Al contrario, nos preparamos para recibir el don del Padre, buscando cada día co-laborar, es decir, trabajar- junto-con el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, que están creando esa realidad nueva y definitiva.
Mirar hacia la “Patria Celestial” no significa, entonces, abandonar nuestras responsabilidades en este mundo. El Concilio Vaticano II decía que se equivocan los cristianos que piensan así. Al contrario, la fe misma es un motivo que nos exige el más perfecto cumplimiento de todas nuestras tareas temporales según la vocación personal de cada uno (cf. Gaudium et Spes, 43).
Las “tareas temporales” son todas aquellas que forman parte de nuestro diario vivir: la convivencia familiar, el trabajo con el que nos ganamos el pan, nuestro lugar como vecinos, nuestra responsabilidad como ciudadanos… no es indiferente el cómo y el por qué hacemos lo que hacemos… La palabra de Jesús en el evangelio de hoy nos llama a salir cada día con el corazón puesto en el reino de Dios, buscando vivir y realizar en cada momento la voluntad del Padre. Dice Jesús:
«acumulen un tesoro inagotable en el cielo… Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón» (Lucas 12,32-48)Nuestra meta final ya no es tan misteriosa como la de Abraham, porque ha sido iluminada por la Pascua de Cristo. Ya en esta vida encontramos el anticipo de lo que esperamos alcanzar en plenitud, pero, como dice la primera carta de Juan:
Desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. (1 Juan 3,2)Sigamos nuestro camino, buscando que el Reino de Dios sea el tesoro que llevamos en nuestro corazón. Siempre animados por la fe, “que es la plena certeza de las realidades que no se ven” (Hebreos 11,1).
Colecta Hogar Sacerdotal
El próximo fin de semana se hará en nuestra Diócesis la Colecta del Fondo Común Diocesano, en esta ocasión destinada al Hogar Sacerdotal. Que cada uno haga de esa ofrenda expresión de su gratitud y cariño a los sacerdotes ancianos y enfermos que gastaron su vida al servicio de Dios y del prójimo.
Asamblea pre sinodal nacional
Avanzamos hacia el Sínodo convocado por el Papa Francisco para el año próximo. Luego de los trabajos en grupos, servicios, capillas y parroquias, cada diócesis hizo su asamblea diocesana. El sábado 30 de julio se realizó la asamblea nacional, para recoger los aportes de las nueve diócesis del Uruguay, que se elevarán a la Secretaría del Sínodo antes del 15 de agosto.
La Secretaría del Sínodo presentará un documento preparatorio que será trabajado en encuentros continentales. En América Latina ese encuentro se hará por regiones. En marzo está previsto el del Cono Sur. Las conclusiones, con las de otras regiones del mundo, llegarán a Roma y serán recogidas en un documento de trabajo.
Pero el camino sinodal no va solo hacia arriba: en las diócesis y en todos los ámbitos donde se trabajó, continuamos ese caminar profundizando nuestra misión de Iglesia, comunidad de discípulos misioneros de Jesucristo. (1)
Santos de esta semana
En esta semana se destaca un santo cada día.
- Este mismo domingo 7, san Cayetano, patrono de Capilla Cella, de la parroquia de Soca.
- El 8, santo Domingo, fundador de la Orden Dominicana e inspirador de numerosas congregaciones.
- El 9 celebramos por primera vez como santa a la Madre Francisca Rubatto, canonizada el pasado 15 de mayo.
- El 10, san Lorenzo, diácono y mártir: recordemos con él a nuestros diáconos permanentes.
- El 11, santa Clara de Asís, fiesta en los monasterios de las Clarisas de San José de Carrasco y de las Clarisas Capuchinas en Etcheverría.
- El 12, santa Juana Francisca de Chantal, fundadora, junto con san Francisco de Sales, de las Hermanas Salesas. Fiesta en el Monasterio de la Visitación de Progreso.
Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
(1) Lo que se encuentra en el video al respecto no es exacto y fue corregido en esta edición escrita.
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