viernes, 18 de noviembre de 2016
Aceguá: Marcha por la Paz, la Vida y la Dignidad Humana
Aceguá es el nombre común a dos poblaciones ubicadas a ambos lados de la frontera seca entre Uruguay y Brasil: Aceguá (Uruguay) en el departamento de Cerro Largo y Aceguá (Brasil) en el Estado de Rio Grande do Sul.
En el lado uruguayo se encuentra la Parroquia Cristo Rey, en la que se reúnen los católicos brasileños y uruguayos. Su párroco es el Pbro. Reinaldo Medina, colombiano. Viniendo de un país que ha vivido un largo y doloroso conflicto y que sigue buscando las rutas de la paz, no sorprende su sensibilidad en este aspecto.
El sacerdote llegó a Aceguá en 2013. Al año siguiente, mirando a la situación mundial, particularmente el conflicto en Siria, escuchando los constantes llamados del Papa Francisco a orar por la paz, con motivo de la fiesta patronal propuso a la comunidad organizar la primera marcha el viernes anterior a la fiesta de Cristo Rey.
Así, en el día de hoy (viernes 18 de noviembre) a partir de las 19:30, se realizó la tercera edición de este evento.
A la entrada de Aceguá Uruguay se congregaron algunas decenas de personas a las que se fueron sumando en el camino otros adherentes a la convocatoria.
Consultado por Comunión, el P. Reinaldo explicó que se trata de "una marcha; no una procesión o peregrinación, porque quiere ser abierta a todo el que se quiera unir. La Paz no tiene religión".
La marcha iba encabezada por las banderas de Brasil y de Uruguay y un cartel con el lema de la convocatoria. Los participantes fueron invitados a concurrir con vestimenta blanca (aunque el frìo de la noche hizo que varias personas recurrieran a sus abrigos oscuros). Varios llevaban antorchas.
El recorrido fue extenso, tanto por la parte uruguaya como por la brasileña de Aceguá, contàndose con la colaboraciòn de las autoridades policiales correspondientes para desviar el tránsito.
La banda de la Escuela "Nossa Senhora das Graças" se unió a poco iniciado el recorrido, agregando una nota de color y alegría.
Al finalizar la marcha, en la parroquia Cristo Rey, hizo uso de la palabra el Obispo de Melo, Mons. Heriberto y hubo tambièn la actuación de la Banda, del grupo de Danzas de Villa Isidoro Noblía y de un músico local.
En su mensaje, el Obispo recordó que Aceguá ha tenido un histórico protagonismo en la búsqueda de paz, como lugar donde se firmó en 1904 la llamada "Paz de Aceguá" con la que se puso fin a la guerra civil entre las fuerzas de Aparicio Saravia y el gobierno de José Batlle y Ordóñez. Siguen las palabras completas del mensaje del Obispo.
Al caminar por estas calles de Aceguá, no puedo evitar volver con la imaginación a aquel 24 de setiembre de 1904. Por aquí pasarían levantando polvo los caballos de los soldados de Aparicio Saravia y los del gobierno, encontrándose esta vez, no para enfrentarse de nuevo con las armas, sino para firmar la que se llamó “Paz de Aceguá”. Se sellaba así el fin de una guerra civil y se abría el camino a otras formas de convivencia y a otra manera de resolver los conflictos entre los orientales.
Diez años después, en 1914, estallaba en Europa y pronto se extendió por todos los continentes, la que fue llamada “Gran Guerra”, hasta que vino la de 1939 que la superó… y así quedaron los nombres de primera y segunda guerra mundial. El mundo vivió horrorizado el descubrimiento de nuevas formas de exterminio y buscó, a través de las Naciones Unidas, los caminos de la paz.
Tantos años después, la paz del mundo sigue lejana. Los hombres se siguen matando y destruyendo.
El anhelo de paz atraviesa toda la historia de la humanidad, porque también la guerra y la violencia la atraviesan.
Allá entre los siglos XVI y XVII el poeta inglés John Donne escribía estos versos:
Ningún hombre es una isla,
entera en sí,
Cada hombre es un pedazo de continente,
parte del total.
(…)
Toda muerte me disminuye,
porque estoy ligado a la humanidad
Así, cuando escuches las campanas que tocan por un muerto,
no preguntes por quién tocan:
están tocando por ti.
De esta forma el poeta quería recordarle a cada ser humano que es parte de la humanidad, y que, cuando alguien muere, muere una parte de cada uno de nosotros. Cuánto más, cuando esa muerte ha cortado la vida de un joven o de un niño.
De otra forma lo expresaba San Pablo, en su primera carta a los Corintios, cuando, hablándonos del cuerpo, nos dice “si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren con él” (12,26).
Todo eso para decir: toda vida humana importa, y duele particularmente cuando una vida es arrancada injustamente por la guerra y la violencia.
Al marchar hoy por Aceguá, por este lugar donde una vez se firmó la Paz, hemos realizado un gesto sencillo, pero que nos compromete en este camino de paz, para buscarla y vivirla en la vida de cada día, en nuestra familia, en nuestro trabajo, como vecinos; cuidándonos unos a otros, valorando la vida y la dignidad de cada persona, con una especial atención y protección a los más vulnerables. Con ese gesto y ese compromiso, hacemos también un llamado a todos aquellos que nos han visto y oído, para que se unan también al trabajo por la paz. Finalmente, nuestro caminar se hace también súplica a Dios nuestro Padre: al Señor de la Historia, al Dios de la Paz. Volvemos nuevamente a pedirle ese don precioso de la Paz, que viene de Él y que nosotros queremos recibir y cuidar cada día. Que así sea.
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