domingo, 2 de julio de 2023

135 años del Colegio Nuestra Señora del Huerto de Pando, Canelones. Fiesta de la Virgen del Huerto y primeras comuniones. Homilía.

8 de febrero de 1888: llegada de las Hermanas del Huerto a Pando

Nos hemos reunido hoy para celebrar la Santa Misa, que es, ante todo, un encuentro con Jesús, que nos ofrece su Palabra, en las lecturas que acabamos de escuchar y se nos da como Pan de Vida en la comunión, que un grupo de niños y alguna persona más van a recibir por primera vez.

El 2 de julio es también la fiesta de Nuestra Señora del Huerto y es un motivo para festejar, hoy, los 135 años del Colegio que lleva su nombre.

Los comienzos del Colegio

135 años… Los invito ahora a que, sin irnos de Pando, viajemos con la imaginación hasta el año 1888. Tenemos que imaginarnos algo muy distinto de la ciudad que tenemos hoy. Tenemos que imaginarnos un pueblo, ya grandecito, con algunos miles de habitantes, y en crecimiento. 

Nada de edificios altos. Calles de tierra, donde se veía más que nada gente a pie, a caballo o en carro. En los 30 kilómetros de camino entre Pando y la capital, que hoy están mayormente poblados, urbanizados, se veía un paisaje de campo: chacras, quintas, tambos…

Y en medio de los campos pasaba la vía del tren que, desde hacía poco, unía la estación de Pando con la Central de Montevideo. 

No sé cómo sería la plaza, pero ya estaba inaugurada la iglesia parroquial, en la que estamos ahora, aunque después se ensancharía. Hacía poco se había consagrado el nuevo altar, con ese retablo tan lindo donde está la imagen de María Inmaculada, patrona de Pando.

Y así fue que el sábado 8 de febrero, por la mañana, hace 135 años, el tren trajo a Pando a las ocho Hermanas del Huerto que venían a fundar el primer colegio católico. Caía una lluvia intensa. Las calles de tierra eran puro barro. La comunidad parroquial, con el P. Juan Ignacio Bimbolino al frente, fue a recibir a las hermanas. Las llevaron hasta la iglesia parroquial, donde se hicieron oraciones y cantos y de allí fueron al colegio. Al otro día, domingo, a las tres de la tarde, se inauguraron los salones y el lunes comenzaron a dictarse las clases. 

Así empezó el colegio donde las hermanas continúan su obra educativa, siempre bajo el amparo de Nuestra Señora del Huerto. Son miles ya los pandenses que pasaron por sus aulas, atesorando recuerdos imborrables. Este aniversario es un motivo de acción de gracias que une a las generaciones pasadas y presentes. También es ocasión para recordar a hermanas, catequistas, docentes, funcionarios, exalumnos que ya han partido y pedir que, por la misericordia de Dios sus almas descansen en paz.

Comentario al Evangelio (Mateo 10,37-42)

Vamos ahora al evangelio. Son muchas las cosas que dice Jesús, con pocas palabras. Me he fijado especialmente en esto:

“Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”

Suele decirse que a nadie se le niega un vaso de agua; es lo menos que podemos hacer por una persona.

En otro pasaje del Evangelio, Jesús nos dice que cuando estamos atentos a las necesidades de los demás y los ayudamos, es como si se lo hiciéramos a él (también dice que si no lo hacemos… es también a él a quien le negamos ayuda). Él dice: “tuve hambre y me diste de comer”, “estaba sin ropa y me vestiste”, “estuve enfermo y me visitaste”…

Pero en este evangelio Jesús no está hablando de todas las personas que podríamos ayudar, sino en especial de los discípulos de Jesús: “cualquiera que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser mi discípulo”.

Lo que me llama la atención es que cuando habla de los discípulos dice “uno de estos pequeños”. Los discípulos de Jesús ya eran todos hombres; alguno era joven, pero no había ningún niño. Pero Jesús los llama pequeños. Un poco, porque eran gente humilde, pero también porque todos, desde el momento en que empezamos a conocer a Jesús, aunque seamos todavía muy chicos, podemos ser sus discípulos. Un niño, una niña, puede ser discípulo de Jesús.

Miro ahora a los niños que van a recibir la comunión. ¿Ustedes son discípulos de Jesús? 

Si quieren a Jesús, si quieren seguirlo conociendo, si quieren seguir recibiéndolo en la comunión cada domingo, se van a ir haciendo discípulos de Jesús. 

Si a través de Jesús conocen el amor de Dios, si se sienten amados por el Padre Dios, se van a ir haciendo discípulos de Jesús. 

Y si un día se animan a transmitirle eso que ustedes sienten a otras personas, entonces habrán crecido como discípulos de Jesús. Todos podemos decirle algo a los demás para que conozcan la ternura del Padre Dios. 

No todos podemos hacer grandes cosas, grandes trabajos misioneros; pero todos podemos ir cambiando el mundo a través de pequeñas cosas: un trato amable, una sonrisa… o un vaso de agua.

Las primeras palabras de Jesús son más difíciles de entender:

“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; 
y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.”

¿Cómo entendemos esto, los hijos por un lado y los padres, por el otro, cómo entendemos estas palabras?

Recordemos el mandamiento principal de la ley de Dios: amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. 

El amor a Dios viene primero, pero no para quedarse ahí, sino para seguir, para continuar en el amor al prójimo.

Y podríamos decir, para continuar de una manera mejor. Si amamos a Jesús, si amamos a Dios, amaremos mejor a nuestra familia, a nuestros amigos y abriremos también ese amor a otros, especialmente a quienes encontremos en dificultades, en necesidad.

A veces nuestra manera de amar es como apoderarnos de las personas, hacernos dueños de ellas. Quiero tener siempre su atención. Me pongo celoso cuando veo que hay otros en su corazón. Es una manera de amar posesiva… ¿Qué quiere decir “yo quiero a mi mamá”? ¿Qué quiere decir “yo quiero a mi nene”? ¿Quiere decir “los quiero para mí, que sean míos y de nadie más”? ¿O quiere decir que yo quiero que sean felices, y porque los quiero mucho, quiero darles lo mejor?

Si miramos cómo amó Jesús, aprendemos esa forma de amar. Para Jesús, amar es dar. Y no solo dar alguna cosa; para el amar es darse, darse él mismo. Por eso nos dejó su presencia en la Eucaristía: para seguir dándose a nosotros como Pan de Vida.

Recibiendo a Jesús, conociendo a Jesús, caminando con Él como discípulos, aprendemos a amar como él amó. Aprendemos a dar y a darnos. 

Eso es tomar la cruz. 

No hay amor de verdad sin cruz; pero no hay amor de verdad que no lleve a la vida y a la alegría de la resurrección, como sucedió con el mismo Jesús.

Queridas hermanas, queridos hermanos, que interceda por todos nosotros Nuestra Señora del Huerto. Ella, que nos muestra a su hijo Jesús, para que escuchemos su Palabra y lo sigamos como discípulos; ella, que sostiene su bracito para que Él nos dé su bendición y así podamos sentir en nuestros corazones la ternura de su amor. Que así sea.

Grupo de Primera Comunión, 2 de julio de 2023.


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