jueves, 13 de julio de 2023

“Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto” (Mateo 13,1-23). Domingo XV durante el año.

Amigas y amigos: les traigo hoy otro paisaje de invierno, en este caso de un viñedo en descanso, que nos ambienta para la reflexión de este domingo, a partir de la parábola del sembrador.

El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. (Mateo 13,1-23)

Lo primero que llama la atención es que esta siembra se hace sin ninguna preparación previa. Si uno busca hoy instrucciones para sembrar, por ejemplo, para sembrar trigo, la primera indicación que encuentra es “limpiar el terreno y extraer malas hierbas”. Sigo, resumiendo mucho. Después: “arar para allanar la tierra”, “fertilizar”, “formar surcos”, “cubrir las semillas para que los depredadores no se las coman” (¡los pájaros, por ejemplo!). Sigue el riego, cuidado de plagas, desmalezamiento, protección de vientos, etc. Nada de eso se hizo.

En Palestina, en tiempo de Jesús, se procedía de otro modo. Primero se esparcía la semilla, como hizo el sembrador de la parábola y después se pasaba el arado. Entonces, el terreno que podía ser tan poco adecuado como el del relato se transformaba. Quedaba removida la tierra apisonada de los senderos, se quitaban las malezas, se apartaban las piedras y en aquel campo que parecía incapaz de producir, aparecería en su momento el verde tierno de los brotes y, finalmente, las espigas doradas.

Pero, sabiendo eso, vemos que esa fase final de la siembra, pasar el arado, tampoco se hizo. Que la semilla brotara, creciera y llegara a dar fruto dependió únicamente del terreno en el que cayó.

La sucesión en que están contados los fracasos es devastadora. Las semillas sembradas en el camino, no llegan ni siquiera a brotar, porque las aves las comen. Las del terreno pedregoso brotaron en seguida: eso da un poco de esperanza; pero enseguida se nos dice que los brotes se secaron. Las que cayeron entre espinas, no solo brotaron sino que también crecieron. Es un resultado mejor, anima un poco… pero las espinas crecieron más y las ahogaron. 

Esta parte del relato y su explicación, que viene después, parece dirigida a evangelizadores y catequistas cansados, que se preguntan si vale la pena seguir sembrando. Sobrevuela la manida frase de los padres cuando hablan con sus hijos, de los maestros cuando enseñan a sus alumnos: “les entra por un oído y les sale por el otro”.

Por eso, después de tantos fracasos, de tanta semilla gastada en terrenos poco adecuados, nada receptivos, uno no puede menos que sentir cierto alivio cuando escucha la frase final: “otras cayeron en tierra buena y dieron fruto”.

El sembrador de la parábola es el mismo Jesús y la semilla es, como dice Él, “la Palabra del Reino”.

Los distintos terrenos son las actitudes con que las personas reciben la Palabra.

Los biblistas nos advierten que no hay que buscar explicación a todo lo que dicen las parábolas, sino que hay que captar su sentido general.

El primer mensaje de la parábola está, tal vez, en la actitud generosa del sembrador, que no excluye a nadie del anuncio. Como sembrador, Jesús imita también la generosidad del Padre, que, después de todo…

… hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. (Mateo 5,45)

El Padre ofrece a todos los bienes de la Creación y no hace menos con el bien mayor que es su Palabra.

Si queremos ver un mensaje en la falta de preparación previa del terreno y el hecho de que tampoco se pase el arado después, podríamos pensar que la Palabra va al encuentro de la libertad humana. La tomas o la dejas. Si la dejas habrás perdido tu oportunidad. Tal vez, seguramente se presente otra, porque la paciencia de Dios es infinita; pero no es infinita tu vida y el final de tu vida pondrá un sello a tus opciones: abriste o no abriste tu corazón a la Palabra.

El sembrador siembra con la esperanza de que la semilla encuentre en tu corazón la tierra buena.

Ahora bien, para leer el evangelio de cada domingo es bueno prestar atención a la primera lectura, que nos presenta una especie de telón de fondo sobre el que resaltan mejor algunas palabras del evangelio.

La primera lectura de este domingo está tomada del profeta Isaías. En su parte final dice:

… así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero
y cumple la misión que yo le encomendé. (Isaías 55,10-11)

La Palabra de Dios, en definitiva, es el mismo Jesús. 

“La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1,14)

dice el evangelio según san Juan. No se trata, entonces, de una serie de verdades y preceptos, sino de la persona misma del Hijo de Dios. Es ante Él que definimos nuestra vida y nuestra conducta.

Los cuatro terrenos (camino, piedras, espinas, tierra buena) no son cuatro tipos de personas, sino cuatro actitudes, que están más o menos presentes en cada uno de nosotros. El mismo corazón puede ser duro, inconstante, inquieto por lo mundano, pero también bueno. Tierra buena, espinas, piedras, suelo endurecido están en cada corazón, también en el mío propio.

Esto puede desanimarnos a la hora de anunciar el Evangelio; pero la Palabra de hoy nos invita a imitar la generosidad del Sembrador y a confiar en la eficacia de la Semilla, porque, en definitiva, la Palabra que sembramos es  Jesús mismo.

En esta semana:

  • Hoy, domingo 16, es el día de Nuestra Señora del Carmen y están de fiesta las parroquias de Migues y de Toledo.
  • Mañana, lunes 17, recordamos a cuatro beatos cercanos en el tiempo y en la geografía: los mártires de La Rioja: Mons. Enrique Angelelli, Wenceslao Pedernera, Fray Carlos de Dios Murias y el Padre Gabriel Longueville.
  • El jueves 20, otra santa de nuestras tierras del Sur: Teresa de los Andes.
  • El sábado 22, santa María Magdalena, a quien recordamos como apóstol de los apóstoles.

Ordenación Sacerdotal

Ya estamos a quince días de la ordenación sacerdotal del diácono Néstor Rosano: Domingo 30 de julio, a las 16 horas, en la parroquia San Isidro de Las Piedras. Oremos por él y vayamos a acompañarlo en este sí definitivo al Señor que él se dispone a dar.

Y esto es todo por hoy. Amigas y amigos, muchas gracias por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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