jueves, 20 de julio de 2023

“La buena semilla son los que pertenecen al Reino” (Mateo 13,24-43), XVI Domingo durante el año.

Amigas y amigos, vaya un cariñoso saludo para todos los abuelos y mayores, cuya jornada mundial se celebra hoy, domingo cercano a la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, que es el miércoles 26. Ya volveremos sobre esto.

El domingo pasado estuvimos reflexionando sobre la parábola del sembrador, que se encuentra en el capítulo 13 del evangelio según san Mateo. Recordemos cómo comienza ese capítulo:

Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. (Mateo 13,1-3)

A pesar de que Jesús está a la orilla del Mar de Galilea, las parábolas más extensas que cuenta en este capítulo nos llevan al mundo agrícola. Por eso me pareció bueno traerles de fondo este campo sembrado, en el que no sé qué es lo que puede estar creciendo, con ese verde tan lindo. No lo sé, y no tuve a quién preguntarle… pero eso también tiene que ver con la parábola de hoy, que es la del trigo y la cizaña.

«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?” (Mateo 13,1-3)

Algo sucedió “mientras todos dormían”. Muchas veces en el evangelio Jesús y después Pablo y Pedro en sus epístolas, dan un consejo a los discípulos: “velen”, es decir, permanezcan despiertos, estén atentos, manténgase vigilantes…

El comienzo de esta parábola, indirectamente, nos anima “a no dormirnos”, a tener esa actitud de vigilancia frente a las trampas que pueda presentarnos Satanás, el tentador. 

Es simpática la actitud de los peones, que no dejan de notar el problema y van enseguida a reportarlo al dueño del campo.

El dueño explica lo que puede haber sucedido. 

Él les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". (Mateo 13,1-3)

Ellos le proponen una solución:

Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" (Mateo 13,1-3)

Los trabajadores, preocupados, proponen arrancar ya la mala hierba. Si vamos haciéndonos una idea del significado de esta parábola o ya la conocemos, imaginamos o sabemos que el dueño del campo es Dios y los peones son los discípulos de Jesús. Y lo que ellos están proponiendo es separar ya a los buenos y a los malos. 

Fíjense que eso es lo que hacían algunos movimientos religiosos del tiempo de Jesús. Así fue con los esenios, que se fueron a vivir en comunidades aisladas, en el desierto, para no mezclarse con los pecadores. 

Y también encontramos a los fariseos, cuyo nombre significa “separados”, que seguían viviendo en la sociedad de su tiempo, “juntos pero no entreverados”, como suele decirse, guardando muchas normas de pureza en su pretensión de no contaminarse con el mal que había a su alrededor.

De alguna manera, la conducta de estos grupos hace pensar que ellos se consideraban ya el buen trigo y juzgaban que el resto de los hombres era la cizaña.

A la pregunta de los trabajadores, los discípulos, el dueño, Dios, responde:

"No, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo”. (Mateo 13,1-3)

Para entender bien esta respuesta, tenemos que saber qué es exactamente la cizaña. No es cualquier yuyo. Cizaña es la misma palabra griega que aparece en el evangelio: ζιζάνια. Y aquí la tenemos, hasta con su nombre científico: [Lolium temulentum]. Vemos, en el dibujo, que tiene una especie de espiga.

En consecuencia, cuando las plantas están verdes, no es fácil distinguir las dos especies. Por eso, sigue diciendo el dueño del campo:

“Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero". (Mateo 13,1-3)

La parábola anuncia un juicio final, comparado a una cosecha; pero habla también de la paciencia de Dios, de un Dios que siempre da tiempo para la conversión, para que aparezca la realidad profunda, la verdad de cada uno: trigo o cizaña. Para que se revele finalmente quienes han entrado en el Reino y quienes se han quedado con el maligno. 

Pero juzgar sobre eso hoy es una tentación y en otro lugar del evangelio, Jesús nos advierte, de forma muy directa:

“No juzguen, y no serán juzgados.” (Mateo 7,1)

Eso no significa que no podamos corregir al hermano que peca o se equivoca. El evangelio nos indica algunos pasos que podemos dar en ese sentido; pero no podemos hacerlo sin antes examinar nuestro corazón y reconocer nuestra propia debilidad. Dice Jesús:

¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Deja que te saque la paja de tu ojo», si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Mateo 7,3-5)

Comentando la parábola del trigo y la cizaña, decía el papa Francisco, que en ella Jesús nos invita a tener dos actitudes: decisión y paciencia. Decisión, fundamental, la de querer ser buen grano, la buena semilla y paciencia para aceptar una Iglesia santa, pero formada por pecadores “que no teme ensuciarse lavando la ropa de sus hijos, antes que una iglesia de «puros», que pretende juzgar antes del tiempo quién está en el Reino y quién no”.

Los tiempos de Dios, que no son nuestros tiempos tienen siempre la perspectiva de la esperanza: que lo que era cizaña, o parecía cizaña, pueda convertirse, pueda llegar a ser un producto bueno a través de un camino de conversión.

Jornada Mundial de los abuelos y los mayores

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lucas 1,50). Estas palabras de la Virgen María en el Magnificat son el lema de la tercera jornada Mundial de los abuelos y de los mayores, que se celebra este domingo. La proximidad entre esta jornada y la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Lisboa a comienzos de agosto invita a reflexionar sobre el vínculo entre jóvenes y ancianos. En su mensaje para la jornada, dice el Papa:

“El Señor espera que los jóvenes, al encontrarse con los ancianos, acojan la llamada a custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. (…) Para los más ancianos, en cambio, la presencia de un joven les da esperanza de que todo lo que han vivido no se perderá y que sus sueños pueden realizarse”.

Domingo 30: ordenación sacerdotal

El próximo domingo, a las 16 horas, se celebrará en la parroquia San Isidro de Las Piedras la ordenación sacerdotal de Néstor Rosano.

Y en esta semana celebramos a Santiago Apóstol (Martes 25), San Joaquín y Santa Ana (Miércoles 26) y a los Santos hermanos de Betania Marta, Lázaro y María (Sábado 29). 

El sábado tendremos también un encuentro de la Vida Consagrada de Canelones.

Y eso es todo por hoy. Amigas y amigos, que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.


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