miércoles, 6 de diciembre de 2023

“Una voz grita en el desierto” (Marcos 1,1-8). 2do. domingo de Adviento.

Amigas y amigos, hoy, a las 18 horas, en la parroquia Santa Rosa de Lima, de la ciudad de Santa Rosa, celebraremos la ordenación diaconal del seminarista Sergio Genta, nativo de esta ciudad del santoral canario. Tercera ordenación diaconal en estas últimas semanas; y falta todavía la cuarta, el próximo domingo, en la parroquia San Francisco de Asís, de Joaquín Suárez. Tres diáconos permanentes y un diácono en camino al sacerdocio. Motivos de alegría y esperanza para toda nuestra diócesis en este tiempo de Adviento.

El domingo pasado hablábamos de la vida como un viaje a través de la noche, hacia la luz eterna, la luz de Cristo. Veíamos las más significativas intervenciones salvadoras de Dios en medio de la noche, notablemente el nacimiento de su Hijo, que nos preparamos a celebrar y el acontecimiento de la Pascua: la resurrección del crucificado.

Las lecturas de hoy nos llevan a otro lugar que también nos habla de camino: el desierto. El Pueblo de Dios, al ser liberado de la esclavitud en Egipto, vivió la experiencia de encontrar a Dios en su camino a través del desierto, rumbo a la Tierra Prometida. Es en ese camino donde Dios selló alianza con su Pueblo.

El profeta Isaías, muchos siglos después, recuerda aquel éxodo para dar ánimo al pueblo que vuelve del destierro a reencontrarse con su tierra, aquella Tierra donde habían llegado desde Egipto. Isaías habla de preparar el camino; pero no un camino para esa larga marcha del pueblo, sino un camino para Dios:
¡Preparen en el desierto el camino del Señor,
tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! (Isaías 40, 1-5. 9-11)
No se trata, entonces, de abrir un camino entre rocas y arenas, sino un camino en el corazón.
Cuando salimos en procesión, cuando vamos en peregrinación, rehacemos ese andar del Pueblo de Dios. El esfuerzo físico que realizamos, que algunos hacen mucho mayor andando descalzos o de rodillas, adquiere todo su sentido cuando va acompañado del caminar espiritual, el esfuerzo que abre el camino para que Dios pueda llegar e instalarse en nuestro corazón.

Ese es el esfuerzo de Juan el Bautista, el personaje que encontramos en el evangelio de hoy. 
Él tiene
la misión de preparar para Cristo, el Señor, un pueblo bien dispuesto…
(Oración colecta, Misa del nacimiento de san Juan Bautista, 24 de junio)
El evangelista Marcos, retomando las palabras de Isaías, anuncia la misión de Juan:
«Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti
para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos,» (Marcos 1,1-8)
Y sigue diciendo Marcos:
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. (Marcos 1,1-8)
Conversión… en esa clave tenemos que entender el mensaje de la voz que grita en el desierto. Convertirse para preparar el camino del Señor.
La noche, el desierto, nos ponen frente a nuestra fragilidad, que tan frecuentemente nos hace caer. San Pablo lo explica con palabras sencillas y contundentes:
“No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Romanos 7,19)
Convertirse es, en primer lugar, reconocer mi propia realidad de pecador. No de forma general, como cuando decimos “todos somos pecadores”, que es verdad. Reconocer mi propia realidad de pecador es poder decir “yo soy pecador por esto, por esto y por esto”, es decir, reconocer, primero ante mí mismo, ante mi propia conciencia, lugar de encuentro con Dios, mis pecados, mis faltas, mis hipocresías. El mal que hice sabiendo que era mal; el mal que pude haber evitado, pero que quise hacer. A partir de ese reconocimiento, con el necesario arrepentimiento y con el deseo de un cambio profundo en mi corazón, me acercaré al sacramento de la Reconciliación.

Pero convertirse no es solo tomar distancia del mal, dejar de hacer el mal, sino pasar a hacer todo el bien posible. Para eso necesito tomar cada día más en serio el mensaje del Evangelio e intentar ponerlo en práctica en mi vida. Y en el centro del Evangelio está el amor a Dios y al prójimo, amor que no se queda en un sentimentalismo, sino que lleva a acciones concretas, en las que pongo amor y busco, ante todo, la felicidad y el bien de las personas que quiero amar.

Un joven que había tenido ya tres o cuatro parejas y siempre terminaba por cortar la relación, me decía: “no encuentro a nadie que me haga feliz”… yo me quedé pensando en sus palabras y se me ocurrió decirle: “tal vez lo que tenés que buscar es alguien a quien vos quieras hacer feliz”. Porque eso es amar. Encontrar mi felicidad en dar, más que en recibir. En dar amor, en dar felicidad.

La conversión es un proceso constante, porque el mal se pone una máscara que le da apariencia de bien, para que nos cueste reconocerlo. El tentador vuelve siempre, y vuelve disfrazado. Por eso, los tiempos de Adviento y de Cuaresma tienen este acento que llamamos penitencial, para que confrontemos con el Evangelio nuestra vida y orientemos o reorientemos más profundamente nuestro corazón hacia Dios.

En esta semana

  • Martes 12, Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de la catedral y de nuestra Diócesis. La fiesta patronal se inicia a las 17:30 con el rezo del Rosario; a las 18:00 procesión y, a continuación, la Santa Misa. Al final, un “compartir” en el salón parroquial.
  • Miércoles 13: Santa Lucía. Fiesta patronal en la capilla dedicada a esta santa, en la ciudad del mismo nombre, a las 18:30.
  • Viernes 15: en ese día se cumplirán 66 años de la ordenación sacerdotal de Mons. Orlando Romero, obispo emérito de Canelones. Mons. Orlando está cerca de cumplir 90 años, el jueves 21. Vamos a celebrar todo este viernes, a las 19:30, en la catedral de Canelones. 
  • Sábado 16: la parroquia Santa Rosa de Lima, en El Pinar, Ciudad de la Costa, ha organizado en la capilla Sagrada Familia una cena navideña con varias familias que son ayudadas desde la comunidad.
  • Y como ya les adelantamos, el domingo 17, a las 18 horas, la cuarta ordenación diaconal de este año: Marcelo Villaba, en la Parroquia San Francisco de Asís en Joaquín Suárez.


Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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