viernes, 5 de julio de 2024

“Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa” (Marcos 6,1-6a). Domingo XIV durante el año.

“Nadie es profeta en su tierra” es un refrán que suele ser recordado cuando se ve cómo alguien vuelve a su pueblo después de haber alcanzado éxito y fama lejos de allí, pero es recibido fríamente por sus coterráneos.

Tal vez algunas de las personas que lo han recordado y aplicado en alguna situación desconocieran que esas palabras habían sido pronunciadas por Jesús en ocasión de su visita a Nazaret “donde se había criado” (Lucas 4,18). Los cuatro evangelios, con pequeñas variantes, recogen este refrán (Mateo 13,57; Marcos 6,4; Lucas 4,24; Juan 4,44).

Nazaret era una pequeña ciudad, que no aparece mencionada en ningún lugar del Antiguo Testamento; pero hay un versículo en el evangelio de Juan que nos hace pensar que no tenía buena fama:

Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe. (Juan 1,45-46) 

Esa mala fama podía tener que ver con que era una ciudad de Galilea, una de las tres provincias en que estaba dividida la tierra de Jesús. Las otras dos eran: al sur, Judea, donde se encontraba el templo, gran centro religioso; al centro, Samaría, con su población considerada hereje por los israelitas. Galilea se encontraba al norte, en contacto con las naciones paganas; tal vez por eso llamada “Galilea de los Gentiles” en el primer libro de los Macabeos (1 Macabeos 5,15), citado después por el evangelista Mateo (Mateo 3,13).

Los judíos llamaban “gentiles” a los otros pueblos, que creían en sus propios dioses y no en el Dios de Israel. 

Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga... (Marcos 6,1-6a)

Marcos no dice Nazaret, sino “su pueblo”, el pueblo de Jesús: pero en más de un lugar el maestro es llamado “Jesús de Nazaret”. Ése es “su pueblo”. Va con sus discípulos: el grupo de los Doce, que ya está formado y va haciendo camino con Jesús.

El sábado, el día de encuentro de la comunidad israelita, Jesús concurre a la sinagoga, donde, como muchos varones judíos, podía dirigir la palabra a la asamblea: “comenzó a enseñar”. Sin embargo, la reacción de su gente no fue favorable:

… la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas, no viven aquí entre nosotros?» Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. (Marcos 6,1-6a)

La gente de Nazaret tiene muchas dudas. Reconoce la sabiduría de Jesús y sus milagros; pero la pregunta es ¿de dónde sale todo eso? La respuesta no puede ser otra que “de Dios”. Lo que hace Jesús viene de Dios y manifiesta su especial relación con Él; más aún, la presencia de Dios en Él.

Pero esa no es la respuesta que se da la gente. No ven más allá de lo que conocieron en otro tiempo. Lo vieron criarse allí. Conocen a su familia. Y aquí cabe detenernos un poco en la familia de Jesús. No se menciona a José, ni siquiera indirectamente, lo que hace pensar que ya había muerto. Jesús es identificado por su oficio: “el carpintero” y por su madre: “el hijo de María”.

Se menciona hermanos y hermanas. Los hermanos, dando cuatro nombres: Santiago, José, Judas y Simón. ¿Tuvo María otros hijos? No. Tenemos que entender la familia de Jesús como una familia extendida. En esta cultura, como en algunas del África y del lejano Oriente, hay una sola palabra para “hermanos” y “primos”. De hecho, en este mismo evangelio, en el momento de la muerte de Jesús, aparecen José y Santiago como hijos de otra María, distinta de la madre de Jesús:

Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé… (Marcos 15,40. Ver también 15,47 y 16,1)

Con esa familia grande, como vimos en un programa anterior, Jesús tuvo sus dificultades, pues pensaban que había enloquecido. El evangelista Juan, que como hemos dicho, recoge también el refrán de “nadie es profeta en su tierra” (Juan 4,44), tiene una frase que puede entenderse con un sentido muy amplio:

Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. (Juan 1,11)

Los “suyos”: podemos pensarlo en referencia a sus vecinos de Nazaret y a sus propios parientes… pero, en realidad, toda la humanidad hace parte de “los suyos”. Jesús no vino sólo para algunos: vino para todos, vino para abrir camino a la voluntad de Dios, voluntad de salvación para toda la humanidad. Nosotros, creyentes, que nos sentimos parte de “los suyos”, podemos a veces, por nuestras incoherencias, ponernos del lado de los que lo rechazan. Este evangelio nos invita a examinar la calidad de nuestra adhesión a Jesús y a su Palabra.

Finalmente, el refrán “nadie es profeta en su tierra”, me hace pensar en esas personas que, a veces, son las únicas creyentes en su familia. No solo, pero, a menudo, es una mujer: esposa, madre, abuela, que sufre por no poder transmitir la fe que ha dado sentido a su vida, encontrando entre los suyos la indiferencia, cuando no la burla y aún el rechazo. Para ellas, este evangelio es palabra de consuelo y ánimo, un llamado a perseverar en la fe y mantener siempre su confianza en el Señor.

En esta semana

En el momento en que estoy publicando esta entrada, el P. Washington Conde, párroco de San Antonio en Pueblo Nuevo, Las Piedras, se encuentra internado en delicado estado de salud. En nuestra diócesis nos unimos en la oración por él, encomendándolo a la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe y del beato Jacinto Vera.

Martes 9: Santa Verónica Giuliani, abadesa de la Orden de las Clarisas Capuchinas. Dotada de singulares carismas, participó corporal y espiritualmente de la pasión de Cristo, siendo por ello encerrada y vigilada durante cincuenta días, dando siempre pruebas de admirable paciencia y obediencia. Murió en el año 1685.

Jueves 11: San Benito, Abad. Jueves 11: San Benito, Abad. Nacido en Nursia, fue educado en Roma y abrazó luego la vida eremítica en la región de Subiaco, viéndose pronto rodeado de muchos discípulos. Pasado un tiempo, se trasladó a Casino, donde fundó un célebre monasterio y compuso una Regla que se propagó de tal modo por todas partes, que ha merecido ser llamado “Patriarca de los monjes de Occidente”. Murió, según la tradición, el veintiuno de marzo del año 547.
Fiesta en el monasterio Santa María Madre de la Iglesia, de las hermanas benedictinas, en el Centro Diocesano de Pastoral y Espiritualidad “La Pascua” y en una capilla de la parroquia de El Pinar.

Sábado 13: María, Rosa Mística. “Rosa mística” es un antiguo título de la Virgen María, que ha quedado asociado a una presunta aparición, todavía a estudio de la Iglesia, que habría ocurrido en Montechiari, en el norte de Italia, en el año 1947. Aniversario episcopal de Mons. Orlando Romero (1986) y dedicación de la Catedral de Canelones (2003). Fiesta patronal de la capilla Rosa Mística, perteneciente a la parroquia San Francisco, de Municipio Nicolich.

Domingo 14: la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Toledo, adelanta la celebración de su fiesta patronal.

Gracias amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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