jueves, 25 de abril de 2013

Padre Asdrúbal Alonso: 40 años de entrega sacerdotal en la Diócesis de Melo


Gladys leyendo su agradecimiento y homenaje al P. Asdrúbal


Padre Asdrúbal:

Es con el mayor respeto y todo el cariño que Ud. sabe le tengo, que me dirijo a Ud. y le agradezco a Dios infinitamente su presencia hoy, en esta Catedral, para celebrar, junto a su pueblo, sus cuarenta años de vida sacerdotal. Nuestra existencia es un don gratuito y generoso de Dios. Él me da la Gracia de estar aquí, para agradecerle, Padre, su trabajo pastoral en la Diócesis y en forma personal por su ayuda generosa a mi formación en la fe.

Lo recuerdo como si fuese hoy: un 17 de julio de 1974, con tan solo un año y dos meses de ordenación sacerdotal, llegó aquí por primera vez. Dios nos dio el prrivilegio de enviarlo a nuestra Diócesis, para hacerse cargo de lo que entonces era la (para mí) inolvidable Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, en Ruta 8, frente a la actual Parroquia de Jesús Buen Pastor. Toda una vasta zona que comprendía ocho barrios a los que el Padre dedicó todo su amor y su tiempo.

De aquellos primeros años recuerdo a un joven sacerdote incansable, dinámico. Un luchador por la unidad de los cristianos. Un acérrimo defensor de la igualdad social. Un hombre para el que, al igual que Cristo, los pobres, los marginados y los necesitados eran sus preferidos. Su espiritualidad y su carisma misionero surgen de la propia experiencia y confianza en Dios. Fiel devoto del Sagrado Corazón de Jesús y de Maria, en ellos ha encontrado la fuerza que sostiene su ministerio.

Promovió diversas iniciativas formando movimientos de espiritualidad, el grupo Scout, el equipo de liturgia, la Legión de María. Su espíritu de oración lo llevó a profundizar en uno de sus preferidos: el Movimiento de los Focolares, guiados por la Palabra de Vida.

Se dedicó en forma especial al trabajo con los niños en la catequesis, con los adolescentes en los grupos de perseverancia y puso énfasis en formación de talleres para los adultos, en la educación y formación de jóvenes y todo lo que atañe la formación en la Fe, de la que se encargó en forma personal.

Un sacerdote cuya perseverancia no desfallece, porque sabe que es preciso construir en el amor y la unidad la Iglesia de Cristo. No se queda en las palabras, sino que predica con el ejemplo. Su propia vida es ejemplo para quienes quiere seguir las huellas del Maestro. Un sacerdote sencillo, un humilde trabajador del Pueblo de Dios que, al igual que Mar{ia ha pronunciado su "Sí" a Dios, confirmado hace hoy cuarenta años.

El Padre Asdrúbal, al ver y, más aún, convivir con las carencias de los barrios pobres, de gente muy sencilla, sintió la urgente necesidad de que las palabras se transformaran en obras espirituales y también materiales que construyó con sus propias manos. Era común verlo recorrer los barrios aledaños a la capilla, como buen Pastor que no descuida su rebaño. Se preoocupaba por las familias, porque es allí donde el niño se educa hacia la plenitud de su vida de hombre, inculcándoles aquellos valores fundamentales que son necesarios para formar hombres y mujeres de provecho. Así recorría día a día en su bicicleta las casitas más lejanas, visitando a los enfermos, los abandonados, los pobres, llevándoles alivio espiritual o material según fueran las circunstancias, haciendo suyas las palabras de Cristo: "cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron". Estas personas, agradecidas, lo recibían con el mismo amor que él llevaba en sus manos para dar. Porque amar, Padre, significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender.

El tiempo no se detiene y como treinta años ya han pasado, pero aún sigue vivo en mi ente y mi corazón el recuerdo de las cosas queridas... Aquella capillita muy pobre que teníamos... ¿la recuerda, Padre? Nada más que una cruz de madera, la mesa del altar, un ambón construido con ladrillos, junto a una imagen del Sagrado Corazón y el Sagrario con la presenca real de Cristo, era todo lo que teníamos, porque aquí la riqueza estaba en la Fe de una comunidad que crecía día tras día, pese a todo. Por dos veces el techo de chapas de nuestra humilde capilla fue levantado por el viento. Pero este pastor de almas no se desanimaba ante nada, y la Santa Misa era celebrada bajo el techo del cielo. Seguramente Dios mismo nos bendecia desde allá.

Y con este ejemplo de vida han sido vividos estos cuarenta años de vida consagrada del Padre Asdrúbal. Consagrada a Dios, primero y al servicio de los demás después.

Y para terminar, Padre: en el Evangelio de Mateo (5,19) dice Jesús: "El que observe estos Mandamientos y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos" y es seguramente transformado por este mensaje de Jesús que el Padre Alonso trasmitió a otros esa enseñanza de Cristo a lo largo de su vida y de sus cuarenta años de ministerio. Lo quiero mucho, Padre. Dios lo bendiga y dirija siempre.

Gladys


miércoles, 17 de abril de 2013

Comunicado de prensa al finalizar la Asamblea Plenaria de la CEU




La Conferencia Episcopal del Uruguay se reunió en su primera asamblea plenaria ordinaria de este año en la ciudad de Florida, del 10 al 16 de abril.

Nuevos responsables de los diferentes servicios de la CEU

En esta reunión los Obispos asumieron los cargos resultantes de las elecciones que celebraron en su pasada asamblea general ordinaria, en noviembre de 2012.

El nuevo Consejo Permanente de la CEU está integrado por
-          Mons. Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta del Este, Presidente;
-          Mons. Arturo Fajardo, Obispo de San José de Mayo, Vicepresidente y
-          Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo, Secretario General. 

La renuncia de Benedicto XVI, el nuevo Papa Francisco

La asamblea comenzó en la mañana del miércoles con un retiro orientado por Mons. Fajardo.

En la tarde los Obispos tuvieron un tiempo prolongado para un encuentro más personal, en el que compartieron, entre otros temas, sus reflexiones y sentimientos ante los dos acontecimientos eclesiales que han marcado el comienzo de este año: la renuncia del Papa Benedicto XVI y la elección del Papa Francisco.

La renuncia de Benedicto XVI despertó en los Obispos un profundo respeto, al tiempo que una honda gratitud por su rico magisterio, sus valientes decisiones e intervenciones para sanar a la Iglesia y su cercanía pastoral a América Latina, expresada en significativas visitas.

Con respecto al Papa Francisco, los Obispos expresaron su alegría porque el nuevo Obispo de Roma provenga de la orilla argentina del Río de la Plata que nos hermana; alientan la esperanza de que el nuevo Sucesor de Pedro dé testimonio del camino de la Iglesia en América Latina y continúe animando la Nueva Evangelización, que ya ha recibido un fuerte impulso en estas primeras semanas de pontificado. Estos pensamientos fueron vertidos en una carta que la CEU dirigió al Santo Padre, manifestándole su adhesión, en la que también se expresa el anhelo de que en un futuro no muy lejano nuestro pueblo pueda alegrarse con su visita.

Visita del Nuncio Apostólico

En la mañana del jueves, la asamblea recibió la visita del Sr. Nuncio Apostólico en el Uruguay, Mons. Anselmo Pecorari, con quien los Obispos dialogaron acerca de los ya mencionados acontecimientos de la Iglesia universal y de la vida de la Iglesia en el Uruguay.

Caminos para la Iglesia en el Uruguay en el próximo quinquenio

Un espacio importante de la asamblea estuvo dedicado a avanzar en la elaboración de las nuevas Orientaciones Pastorales de la CEU, que marcarán las prioridades de la Iglesia en el Uruguay en el quinquenio 2014-2019.
Una mirada a la realidad del Uruguay
Los Obispos dedicaron una intensa mañana a una mirada sobre la realidad del país. Un sociólogo vinculado a la Universidad Católica presentó datos y análisis sobre población, economía, empleo, indigencia y pobreza, educación, salud, iglesia y religiosidad en Uruguay.

De esos datos surgen algunos aspectos sensibles:
-          La confirmación del lento crecimiento de la población uruguaya, pero con una migración interna que hace que algunos departamentos crezcan rápidamente mientras otros pierdan población.
-          En un marco económico de crecimiento, hay también desigualdades en el desarrollo de los diferentes departamentos.
-          Ese crecimiento económico tiene también incertidumbres en el horizonte: la amenaza de la inflación y del crecimiento de la tasa de desempleo, en especial en los jóvenes.
-          Son notables los resultados en la disminución de la pobreza e indigencia, pero preocupa especialmente que los niños sigan siendo los más afectados por la indigencia y la pobreza extrema en todo el territorio nacional.
-          En el plano educativo preocupa sobre todo la Educación Secundaria, donde Uruguay está quedando atrás en número de egresados en la comparación internacional.
-          En la relación Iglesia sociedad, se constató la valoración positiva de la obra de la Iglesia en el campo educativo, al tiempo que el desconocimiento de la acción social de la Iglesia.
La misión de la Iglesia
Continuando su reflexión hacia las nuevas Orientaciones Pastorales, los Obispos dirigieron su mirada a la Iglesia, constatando algunas de sus necesidades actuales:
-          Fortalecer el papel de los fieles laicos, inmensa mayoría de los católicos, para que participan aún más activamente de la misión que Jesucristo confió a toda la Iglesia: el anuncio del Evangelio, ser levadura en la masa y sal de la tierra, ser luz del mundo.
-          La formación de los fieles en todos los aspectos de la fe católica, incluida la formación de la conciencia moral.
-          La reafirmación de la vocación e identidad de los diferentes miembros del Pueblo de Dios: fieles laicos, religiosas y religiosos, sacerdotes.
-          Fortalecer la Pastoral de conjunto, es decir, el esfuerzo mancomunado de todos los fieles en la misión.
-          Reafirmar la promoción humana como parte integral de la evangelización, desde la opción preferencial por los pobres.

La elaboración de las Orientaciones Pastorales seguirá un proceso de participación a diferentes niveles en las Diócesis y en los organismos de la CEU, para llegar a su aprobación en noviembre o, a más tardar, en abril de 2014.

Autosostenimiento de la Iglesia

La realización de la misión de la Iglesia necesita también de un sostén económico. Desde el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) se promueve desde hace tiempo la creación de programas de autosostenimiento, que parte de la base del compromiso de todos los miembros de la Iglesia, poniendo algo de su tiempo, de sus talentos y de sus recursos al servicio de la comunidad. Los Obispos recibieron un informe del Taller de Autosostenimiento realizado en febrero en Buenos Aires, en el que se presentaron algunas experiencias exitosas realizadas en Chile y Ecuador, y estudiaron la posibilidad de realizar aquí algo similar.

Referéndum sobre la ley del aborto

Con respecto a las iniciativas que se han dado para lograr la convocatoria a un referéndum sobre la ley que despenalizó el aborto, los Obispos recuerdan su declaración del 13 de noviembre próximo pasado: “Los derechos humanos y este primordial derecho a la vida no pueden quedar sujetos a mayorías circunstanciales de un cuerpo legislativo o electoral. Sin embargo, ante la situación que se ha creado, sigue siendo el deber de los laicos católicos y de los hombres y mujeres de buena voluntad aportar sus esfuerzos para procurar que nuestra legislación respete el derecho a la vida humana desde su concepción. Quedando en manos de los ciudadanos la elección de los medios que estimen oportunos, alentamos las iniciativas legítimas que busquen la derogación de esta ley.”
En caso de que, efectivamente, se convoque a una votación, la CEU hará conocer su posición en ese momento.

La ley del llamado “matrimonio igualitario”

Con respecto a la ley recientemente aprobada por el Parlamento que habilita el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, se recuerda la reciente declaración del Consejo Permanente de la CEU (lunes 8 de abril), que pone en cuestión dos aspectos sustanciales:
-          La utilización del nombre “matrimonio” para este tipo de uniones, que contradice la naturaleza del matrimonio, en cuanto unión de hombre y mujer, base natural de la familia: “Llamar de manera igual a realidades desiguales, so pretexto de igualdad, no es justicia sino asimilaciones inconsistentes que sólo harán que se debilite todavía más el matrimonio. Constatar una diferencia real no es discriminar.”
-          La puesta en riesgo de los derechos del niño, “que corre el riesgo de convertirse en un objeto, especialmente cuando se plantea la adopción plena como un derecho de todos los matrimonios, sin tener en cuenta que debe primar el interés del propio niño de crecer, en lo posible, con una clara referencia materna y paterna.”
 

Bicentenario del nacimiento de Jacinto Vera

El 3 de julio de este año se cumplen 200 años del nacimiento del Siervo de Dios Jacinto Vera, primer Obispo del Uruguay, en proceso de canonización.
Con ese motivo, los Obispos del Uruguay concelebrarán la Eucaristía en la Catedral de Montevideo el 2 de julio. Al otro día será inaugurado un monumento al Siervo de Dios frente a la Catedral de Canelones, de la que fue párroco.
Los Obispos exhortan a los fieles católicos a la oración para que pueda darse la beatificación de Jacinto Vera (primer paso hacia la canonización) y a confiar a su intercesión ante Dios sus necesidades.

Mons. Jaime Fuentes, Obispo de Minas
presentando el proyecto de Santuario del Verdún

Peregrinación al Santuario Nacional de la Virgen del Verdún

Con el lema “Vivamos nuestra fe imitando el amor de María”, la Diócesis de Minas convoca a la peregrinación al Santuario Nacional de Nuestra Señora del Verdún. La Diócesis ha preparado un detallado programa para los peregrinos que se acerquen desde la tarde del jueves 18 hasta el mediodía del domingo 21, con la Misa central de la festividad, presidida por el Sr. Nuncio Apostólico, el viernes 19 a las 15 horas.

Montevideo, 17 de abril de 2013

martes, 16 de abril de 2013

¿Qué puede aportar la Iglesia en Iberoamérica a la Iglesia universal? Informe del Semanario Alfa y Omega, Arquidiócesis de Madrid.



Dos Obispos uruguayos fueron entrevistados por el Semanario Alfa y Omega de la Arquidiócesis de Madrid. Mons. Pablo Galimberti, Obispo de Salto y Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo, respondieron a las preguntas de la periodista Cristina Sánchez Aguilar.

«La fe de nuestro pueblo es una fe viva. Sale a la calle»
El Papa Francisco viene de pisar el barro de la miseria, pero también del entusiasmo y de la alegría del pueblo hispano:
«La fe de nuestro pueblo es una fe viva, que sale a la calle a celebrarse», cuenta el padre Facundo, un cura villero que trabaja en las periferias de Buenos Aires. Ahora, con un argentino como obispo de Roma, esa vitalidad y preocupación por el que más sufre se expande con su magisterio a toda la Iglesia, e Iberoamérica se siente aún más acompañada. «Hablaremos un idioma todavía más común», afirma monseñor Javier del Río, un obispo español en Bolivia.
Hay ocho mil personas en las calles de la Villa 21, una de las llamadas villas miseria –los conglomerados de pobreza urbana de la ciudad de Buenos Aires–. Están alrededor de la parroquia de la Virgen de Caacupé, porque celebran el día de la Patrona. Hay argentinos entre la multitud, pero también paraguayos, peruanos y bolivianos, encabezados por el padre Toto, párroco, y los pa­dres Facundo, Charlie y Juan. «La fe de nuestro pueblo es una fe viva, una fe que sale a la calle a celebrarse, una fe que peregrina unida», explica el padre Facundo. El pueblo hispano camina, y no sólo porque vaya hacia un santua­rio o un lugar de fe –algo muy común, por ejemplo, en Argentina: sólo hay que recordar el millón de personas que se congrega, cada año, en torno a la Virgen de Luján–, sino por su propia pobreza: «Recibimos inmigrantes de países vecinos, que tratan de mejorar sus vidas y la de su familia», añade.
En las fiestas grandes, el vecin­dario de la Villa 21 se vuelca con las celebraciones. Los altares salen a la calle, las procesiones duran horas. No tienen miedo de exponerse ante los 45.000 pobladores del barrio, porque festejar la fe extra muros es parte in­trínseca de sus vidas. En numerosas ocasiones, en días como éste, el carde­nal Bergoglio acudía a las periferias a acompañar a sus fieles. «Le encantaba venir aquí, porque decía que encon­traba mucha solidaridad, y una fe muy fuerte», recuerda el padre Facundo. Y es que en los barrios, además de que miles de personas acompañan a la Virgen en su día grande, no hay quien se quede sin un plato en la mesa –don­de comen 10, comen 12–, las mujeres se ayudan para atender a los hijos, los hombres construyen juntos las ca­sas…; todo es común. Todo es de todos.
«Bergoglio solía venir a bautizar y confirmar a los jóvenes y adultos va­rias veces al año, y también a reunirse con los docentes de las escuelas. En sus zapatos, está el barro de nuestras calles», añade el padre Facundo. Ki­lómetros recorridos, sin duda, para palpar el sentir de su pueblo. Y, tam­bién, el sentir de sus sacerdotes. Es de sobra conocido que el Papa, en su eta­pa como arzobispo de Buenos Aires, «acrecentó el número de curas dedi­cados a la pastoral de las villas mise­ria», afirma don Esteban Nevares, ex Presidente de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Ar­gentina. De hecho, cuando llegó, eran 6 curas en las villas, y ahora son 24. «Ha apostado por una pastoral seria en los barrios más necesitados», aña­de Nevares
Roma, a los sacerdotes «que salgan a las periferias», ya sabía de qué habla­ba. Viene de conocer cómo el padre Facundo y los otros tres sacerdotes conviven con los vecinos de la villa y atienden 16 parroquias, donde hablan de Dios a los jóvenes para darles es­peranza y sacarlos de la calle, ayudan a las familias inmigrantes, atienden ocho comedores sociales, dos hogares de ancianos, dos granjas para recupe­rar a los chavales de sus adicciones, una escuela de oficios…
Un trabajo nada fácil, si se tiene en cuenta que el anterior párroco de la Villa 21 fue amenazado de muerte por los narcotraficantes, con las consi­guientes consecuencias para sus su­cesores. El padre Facundo reconoce haberse sentido «muy apoyado por el cardenal Bergoglio. En los momentos especialmente difíciles, hemos vivi­do su cercanía de un modo muy espe­cial», afirma.

Pisó el barro de la miseria

Ésta es la realidad a la que está acostumbrado el Santo Padre. Viene de pisar el barro de la miseria. Cuenta el obispo monseñor Pablo Galimberti, de la diócesis de Salto, en Uruguay, y amigo personal del Papa, que «él tocó con los ojos y las narices los olores y fatigas de las personas». Incluso hay quienes le comparan con el primer santo chileno, el padre Alberto Hurta­do, un jesuita que dedicó toda su vida a los pobres, a los que quería porque en ellos veía al Señor. Ésta ha sido la impronta de la pastoral del Papa en Argentina, la herencia que ha dejado a sus sacerdotes y que, ahora, regala a la Iglesia universal: el amor a los más pobres, los preferidos de Dios, sin con­dicionante ideológico alguno.
Esta impronta ha calado en cuan­tos le rodeaban, especialmente en los pastores. Cuenta Claudio Caruso, sacerdote argentino de la diócesis de Zarate-Campana, que, «cuando ve­mos la miseria, no nos engañamos fácilmente con un discurso progre o tercermundista, sino que realizamos proyectos de promoción humana que devuelvan a los hombres la dignidad cristiana y humana que las estruc­turas del liberalismo extremo y del populismo demagógico les robaron».
Lo reafirma monseñor Heriberto Bodeant, obispo de la diócesis de Melo, en Uruguay: «El cardenal Bergoglio apoyaba una pastoral que transforma la vida de la gente, que es algo más que repartir ropa y alimentos».
«Es un ejemplo de gran coherencia de vida entre lo que predica y lo que practica», añade monseñor Rafael Cob, otro español, al frente del Vica­riato apostólico de Puyo, en Ecuador; «no es lo mismo ver América desde Roma que haber palpado, pisado y vi­vido la realidad de esta gente».
Ahora, esta «visión y compromiso pastoral lo va a aportar al papado», explica desde Tarija, Bolivia, el obispo español monseñor Javier del Río, «lo que supone, para nosotros también, un impulso mayor, porque el idioma que hablamos va a ser todavía más común». Y ya se han notado en aque­llas tierras los primeros coletazos de este idioma común. Cuenta monseñor Bodeant que «el nombramiento de un Papa latino ha supuesto una renova­ción para la fe del pueblo». Lo que se ha materializado, por ejemplo, «en un aumento en la participación de las ce­lebraciones de Semana Santa. Incluso muchos alejados han vuelto a casa», sostiene. Pero el obispo, consciente del posible efecto burbuja, espera «que no sea algo pasajero».

¿Cómo es la fe de los hispanos?

En Iberoamérica, la Iglesia es «jo­ven y llena de esperanza. Tiene el ma­yor número de católicos del mundo, y el testimonio valiente de mártires que, sin ser canonizados, vivieron con ra­dicalidad el Evangelio hasta ofrendar su vida por Cristo y la Iglesia», dice monseñor Cob, desde Ecuador. Ade­más, añade, «tiene una característica muy especial, la diversidad cultural: indígenas, mestizos, afroamericanos, campesinos y urbanos convivimos como hermanos». También monse­ñor del Río define a sus fieles como «un pueblo cordial, esperanzado, con una religiosidad profunda que se ma­nifiesta en la religiosidad popular». Aunque, reconoce, «aún tenemos que purificar y pulir muchas cosas».
Es el continente de la esperanza: ya lo dijo Benedicto XVI durante su visita a Brasil. Es un pueblo acostum­brado a recibir la misión en su tierra, y que ahora debe partir, como decía el último mensaje del Día de Hispa­noamérica, a ser misionero fuera de sus fronteras. Está preparado. Ya lo lleva haciendo unos años en España: no es extraño escuchar, de boca de muchos párrocos, que la comunidad hispanoamericana ha revitalizado las celebraciones y los grupos parro­quiales. «Nuestra fe ilumina, sufre, se emociona hasta las lágrimas», afirma el padre Caruso; «es una fe que debe ser formada y llevada a la coherencia de vida, pero tiene un sentimiento ín­timo de profunda certeza y alegría».

La Iglesia en Iberoamérica

Aunque es una Iglesia luminosa, tiene sus sombras. «Aquí también sufrimos el azote del relativismo», reconoce monseñor Javier del Río. A lo que se une «el recrudecimiento de la corrupción en la sociedad y en los Estados, que aumenta la represión, la violencia y las agresiones a los pue­blos», añade monseñor Cob. Ante esta realidad, la Iglesia, «que es todavía una voz creíble para el diálogo y la re­conciliación», ha asumido «la causa de los pobres, y cuenta con comunida­des vivas que participan activamen­te», recalca el obispo de Puyo.
Construir estas comunidades vivas es el desafío al que se enfrenta monse­ñor Bodeant en Melo, Uruguay: «Nues­tro trabajo es atender la realidad de las 16 parroquias de la diócesis, muy separadas entre sí –la densidad de po­blación es baja: hay 140.000 habitan­tes en25.000 kilómetroscuadrados–. Pero, sobre todo, es llegar a las per­sonas más alejadas, a esas pequeñas comunidades que están lejos de todo, para poder escucharlos, acompañar­los y servirlos». Esto es lo que planteó el Documento de Aparecida al episco­pado iberoamericano, y lo que conti­núa proponiendo ahora el Papa, desde Roma: «Ser una Iglesia que sale al en­cuentro del alejado, no sólo de quienes no participaron nunca de la vida de la Iglesia, sino también de quienes, aun siendo bautizados, no han tenido la cercanía de la Iglesia, porque nadie ha ido a decirles: aquí estamos, os re­conocemos, y valoramos vuestra fe», añade monseñor Bodeant.
Es un trabajo sustancialmente di­ferente al que realiza la Iglesia en Eu­ropa, o en Asia, no digamos en África. Cada continente tiene sus caracterís­ticas, y aunque el Mensaje es siempre el mismo, «aquí los mensajeros deben hacer un esfuerzo grande, porque los destinatarios son diferentes, por la cultura y la realidad en la que viven», explica monseñor Rafael Cob. Con el Papa Francisco en Roma, quizá, ese esfuerzo disminuya.

Cristina Sánchez Aguilar

jueves, 11 de abril de 2013

Conferencia de Mario Cayota sobre las Instrucciones del Año XIII


La Diócesis de Melo adhiere a la celebración del Bicentenario de las Instrucciones del Año XIII con una conferencia del Embajador Dr. Mario Cayota sobre "Las Instrucciones del Año XIII en el ideario artiguista".
La misma tendrá lugar en el salón de actos de la Biblioteca "Juana de América", Calle Justino Muniz, Melo, el martes 23 de abril a las 20 horas.

lunes, 8 de abril de 2013

Defendiendo la familia y el matrimonio ganamos todos

Horace Daillion, Alegrías de la familia

El Consejo Permanente de la CEU ante el proyecto de ley del llamado "matrimonio igualitario"

1. El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay manifiesta su interés a la vez que su preocupación ante la inminente aprobación de la ley llamada de “matrimonio igualitario”, con todas sus implicancias. Se ha creado una confusión que tal vez escape a muchos sectores de nuestra sociedad, por lo que definir con la mayor claridad los valores que están en tela de juicio es una urgencia y bien mayor para todos. No cuestionamos la buena voluntad e intento de búsqueda de una mayor justicia por parte de nuestros legisladores, pero insistimos en la gravedad y consecuencias de lo que está en juego, más allá de lo que aparenta. Hemos manifestado siempre el debido respeto y apreciación por el trabajo legislativo, colaborando con las Comisiones respectivas siempre que fuimos invitados o solicitando ser escuchados, tanto como Conferencia Episcopal como a través de laicos cristianos especialistas en la materia.

2. Como lo afirmábamos hace menos de cinco meses respecto de la aprobación de la ley llamada de “interrupción voluntaria del embarazo”, entendemos que esta ley es un nuevo retroceso para nuestro ordenamiento jurídico, que ha fundado su existencia en el respeto y la defensa de la institución familiar, base constitucional de nuestra sociedad, núcleo de amor y solidaridad recíprocos, y abierta a la generación de la vida en su seno.

3. Quedó claro desde los comienzos que el objetivo perseguido no era la protección efectiva de los derechos de parejas homosexuales, ya regulada por ley, y con la existencia de proyectos alternativos de “uniones civiles” o similares que los aumentaban aún más, sino el asimilar estas situaciones de hecho al matrimonio. Llamar de manera igual a realidades desiguales, so pretexto de igualdad, no es justicia sino asimilaciones inconsistentes que sólo harán que se debilite todavía más el matrimonio. Constatar una diferencia real no es discriminar. Pretender “igualar” todo y todos, sin tomar en cuenta la realidad y los principios éticos y morales que la rigen, es equivalente a masificar, despersonalizar.

4. A los ojos de la razón, y con el loable propósito de una igualdad para todos y todas, más la justa reivindicación de combatir al máximo las discriminaciones en nuestra sociedad, se legisla siguiendo modelos provenientes del extranjero, a nuestro juicio sin el debido análisis antropológico y sin profundizar las consecuencias que las alteraciones legales conllevan para el conjunto de la sociedad uruguaya en el tema de la familia.

5. Consideramos que esta ley pone en riesgo derechos tan fundamentales como los del niño, que corre el riesgo de convertirse en un objeto, especialmente cuando se plantea la adopción plena como un derecho de todos los matrimonios, sin tener en cuenta que debe primar el interés del propio niño de crecer, en lo posible, con una clara referencia materna y paterna.

6. Nos vemos pues obligados a reiterar, mutatis mutandis, las mismas consideraciones que hacíamos respecto de la ley del aborto: no por haber sido aprobada esta ley es moralmente buena. La moralidad de los actos no depende de las leyes humanas. Recordamos el deber y el derecho de seguir las obligaciones de la ley natural inscritas en la propia conciencia.

7. No escapa a nadie que este tipo de leyes se está imponiendo en muchas partes del mundo, y podríamos interrogarnos sobre las razones de tal simultaneidad. Es por eso que quisiéramos terminar con las palabras que el actual Papa Francisco escribía a las Hermanas Carmelitas de Buenos Aires cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires, poco tiempo antes de la aprobación de una ley similar en el vecino país:
El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones.” (22 de junio de 2010).

8. Como declaraba el Papa Pablo VI en su célebre discurso ante la ONU, el 4 de octubre de 1965, la Iglesia se precia de ser “experta en humanidad”. Es por eso que es su deber acompañar con cercanía y afecto a toda persona que se acerque, de cualquier condición, y proponerle el ideal de vida que es la Buena Noticia de Jesús. Y es también nuestro deber como Obispos enseñar la doctrina y predicar el Evangelio a “tiempo y destiempo” (2 Timoteo 4,2). Invitamos una vez más a todas las mujeres y hombres uruguayos a unirnos en el esfuerzo en pro de una sociedad más justa y fraterna, en donde los valores del Evangelio puedan florecer en las familias y las futuras generaciones encontrar allí razones de fe y esperanza.

+ Carlos Collazzi, Obispo de Mercedes,
Presidente de la CEU
+ Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta del Este
Vicepresidente de la CEU
+Heriberto Bodeant, Obispo de Melo
Secretario General de la CEU