viernes, 6 de agosto de 2021

Mi carne para la vida del mundo (Juan 6,41-51). Domingo XIX durante el año.

 

“No murmuren entre ustedes”

le dice Jesús a quienes, mirándolo con desconfianza, dicen:

«¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo?"»
Estamos en el capítulo sexto del evangelio según san Juan. Jesús se ha presentado a la multitud diciendo:
«Yo soy el pan bajado del cielo».
Algunos no creen en él y murmuran, como en otro tiempo habían murmurado contra Dios los israelitas en el desierto. Entonces Jesús dice:
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió.
Necesitamos entender esto. Para ir hacia Jesús, para llegar a Él, es necesario que el Padre nos atraiga. Pero, entonces… ¿Todo depende de Dios, de que el Padre nos atraiga hacia Jesús?
Depende de Dios, sí, de su iniciativa… pero depende también de nosotros. Señala algún biblista que esa “atracción” puede encontrar resistencia de parte de lo que es atraído. Las murmuraciones son parte de esa resistencia. Entonces, también depende de nuestra respuesta: resistir o aceptar esa atracción; dejar que la fuerza del Padre nos lleve hacia Jesús.
En síntesis, hay una tensión entre lo divino y lo humano. La salvación resulta de la fuerza y la atracción de Dios, por un lado y, por otro, que esté nuestra disposición para oír y aprender de Dios, en fin, para creer en Jesús.
Frente a quienes aseguran que conocen los orígenes de Jesús, porque conocen a su padre y a su madre, Jesús reafirma que Él viene del Padre Dios y por eso lo conoce; lo conoce como nadie:
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo Él ha visto al Padre.
Solo por medio de Jesús llegamos a conocer al Padre. Él nos revela el corazón de Dios, nos revela su amor misericordioso. Por eso, somos invitados a estar atentos, a escuchar la enseñanza de Jesús y a creer en Él. En esta parte del capítulo seis de san Juan estamos, podríamos decir, en la primera parte de la Misa: la liturgia de la Palabra; la Mesa de la Palabra, con la que Jesús nos alimenta.
Pero ahora, Él va a introducir algo nuevo, llevará a la liturgia de la Eucaristía:
Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente,
y el pan que Yo daré
es mi carne para la Vida del mundo.
El que coma de este pan. Ya no se trata solo de escuchar la enseñanza de Jesús y creer en su Palabra. Llegamos al sacramento, al signo de la presencia de Jesús. Aquí se trata de comer del pan vivo bajado del cielo. Jesús señala que el maná que los israelitas recibieron en su caminar por el desierto fue un alimento perecedero. Los fortaleció en su marcha, pero, a su tiempo, todos murieron. En cambio, el pan que ofrece ahora Jesús es su propia carne. En los otros evangelios dice “cuerpo”. Juan utiliza la palabra “carne” que, en el lenguaje bíblico no se refiere solo a esa parte de nuestro cuerpo, sino a nuestra realidad humana. Al comienzo de este evangelio dice: “El Verbo se hizo carne”; el Verbo, el Hijo eterno del Padre, se hizo hombre. Tomó nuestra realidad humana.
Más todavía, Jesús habla de que dará su carne “para la vida del mundo”. Esto aparece, de otra forma, en el evangelio de Lucas: “Esto es mi cuerpo, entregado por ustedes” (Lucas 22,19). Estamos, entonces, entrando en el sacrificio de Cristo. Jesús anuncia su propia muerte como un don, una fuente de vida. Participamos de ese sacrificio y recibimos esa vida participando de la Eucaristía, memorial de la pasión, la muerte y la resurrección del Señor.

Mons. Julio Bonino

Este domingo recordamos a un hijo de esta Iglesia de Canelones, Mons. Julio Bonino, que murió en 2017 siendo Obispo de Tacuarembó. Amigo querido, que mucho extrañamos todos los que compartimos con él algún tramo de nuestras vidas.

Red mundial de oración del Papa

El Papa Francisco nos pide sumarnos a él en su intención de oración mensual. En agosto nos anima a rezar por la Iglesia, para que reciba del Espíritu Santo la gracia y la fuerza para reformarse a la luz del Evangelio.

Asamblea eclesial de América Latina y el Caribe

Continúa en este mes de agosto el tiempo de escucha en preparación a la Asamblea Eclesial que está programada para noviembre de este año. 40.000 personas han participado en forma personal o grupal en esta consulta. Todos podemos participar, a través de la página de la Asamblea. https://asambleaeclesial.lat/

Santos de esta semana

Domingo 8 – En este día la Iglesia recuerda a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores, que dio a la Iglesia grandes teólogos y maestros. Los Dominicos, como también se los conoce, no están presentes en nuestra diócesis, pero han hecho y siguen haciendo importantes aportes a la Iglesia que peregrina en el Uruguay, como docentes, pastores y colaboradores en varios aspectos de la vida de la Iglesia.

En 1993, el papa san Juan Pablo II beatificó una religiosa nacida en Italia, pero a la que saludó como a la primera beata de Uruguay, porque fue nuestra tierra el lugar desde donde desarrolló su obra hacia el mundo y donde quiso morir y ser sepultada. Se trataba de la Madre Francisca Rubatto, fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano, más conocidas como “Capuchinas de la Madre Rubatto”. Todo está aprobado para su canonización, que esperamos se celebre este año. Murió el 6 de agosto de 1904 y en Uruguay su memoria se celebra el día 9.

El 9 de agosto recordamos también a Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Su nombre era Edith Stein. De origen judío, fue filósofa, mística, religiosa carmelita descalza y mártir en el campo de exterminio de Auschwitz, en la Alemania Nazi, en 1942.

El 10 se celebra la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir del siglo III. Se cuenta que la autoridad de la ciudad de Roma le pidió que entregara los tesoros de la Iglesia y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Sufrió el tormento del fuego y el instrumento de tortura se convirtió en el distintivo de su triunfo.
La diócesis de Canelones cuenta actualmente con once diáconos permanentes. Hay también algunos candidatos preparándose para ser ordenados en el futuro. Recemos por todos ellos.

La fiesta de Santa Clara de Asís, que celebramos el día 11, tiene especial importancia en nuestra diócesis en la que contamos con dos monasterios de Clarisas: Santa Clara de Asís, en San José de Carrasco, donde están las Clarisas franciscanas y Santa María de los Ángeles, en Echeverría, cerca de la ciudad de Canelones, con las Clarisas Capuchinas.

Y también se relaciona con un monasterio, en este caso el de las Salesas, en Progreso, la memoria de Santa Juana de Chantal, cofundadora de la Orden de la Visitación de Santa María, las Salesas, que celebramos el jueves 12.
También este día se recuerda a la Beata mártir Victoria Díez, maestra de la Institución Teresiana.

En la víspera de la Asunción recordamos a San Maximiliano María Kolbe, polaco, sacerdote franciscano conventual, que en el campo de exterminio de Auschwitz ofreció tomar el lugar de un hombre condenado a morir por hambre.

Amigas y amigos, esto es todo por hoy. Cuídense mucho, cuidémonos entre todos. Que el Señor los bendiga y hasta la próxima semana si Dios quiere.

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